Partida Rol por web

Bledwyn disparó primero, su flecha salió recta y potente hacia uno de los jinetes del centro, clavandose en su hombro y haciendole una herida superficial que le hizo perder ligeramente la linea recta por la que cabalgaba, aunque se recuperó rápido, mirando a Bledwyn con odio.

La siguiente flecha en surcar el cielo fue la de Galanthir, pero está se perdió lejos del dunlendino al que apuntaba, sobrevolando su cabeza a una cierta distancia no preocupante para el soldado.

Después Miriamele tensó la cuerda de su arco y liberó la afilada flecha que había recogido de su carcaj, esta surcó el cielo pero corrió la misma suerte que la lanzada por su compañero elfo.

Por ultimo Amy disparó desde la zanja y su tiró se clavó fuertemente en el muslo del más cercano a ella de los dunlendinos. El hombre se llevó la mano a la herida y comenzó a perder velocidad con respecto a sus compañeros.

Los cuales, continuaban avanzando sin temer nada, como si el mundo fuera terminandose a sus espaldas con cada nuevo paso y no tuvieran más opción que avanzar.

 Edrram veia como sus compañeros erraban el tiro, o sencillamente la herida causada era insuficiente para detenerles. Seis de sus compañeros le cubrian, o al menos lo intentaban, aunque tan solo habian disparado cuatro, - ¿que habria pasado? - pensaba el comandante.

Como un muro impenetrable, los jinetes avanzaban hacia su posicion. Estaba bastante al descubierto, alli plantado en mitad de la llanura. En momentos como ese es cuando echaba de menos un buen escudo que le diese algo mas de proteccion.

Lejos de amedrentarse el gondoriano agarro fuertemente su espada con las dos manos. Esa espada le habia sacado de algun que otro apuro. Tal vez su longitud le valiese en este combate, con suerte haria caer al jinete para despues poder acabar con el. Estaban cerca, muy cerca, llegaban y me encontrarian preparado. Fijó la mirada en uno de los dunledinos, el que parecia ir en el centro, ese sufriria su ataque, bueno mas bien su caballo, debia hacerle caer. Jamas se debe herir a un animal, pero en este caso las vidas de todos nosotros estaban en juego, y esa era una manera de conseguir un enemigo menos, la caida ademas podria herir al jinete.

 Edrran estaba demasiado adelantado, demasiado lejos del grupo y eso en la batalla es malo.

-¡Edrram, retrocede!, ¡Estás demasiado lejos!

El corazón de Amy se aceleró al comprobar que su pequeña flecha había alcanzado a uno de los jinetes.

¡Bien!, pensó mientras cogía con avidez otra flecha del carcaj y volvía a tensar la cuerda del arco.

Creo que nunca he disparado dos flechas tan seguidas...

 Pronto, la columna de jinetes arremetería contra nuestro grupo. Jinetes entrenados y armados, contra una alianza de elfos, hombres y hobbits que se hacen pasar por una compañía de circo. 

Estos pensamientos no me dejaban de atormentar y, junto con la prisa, me hicieron errar de nuevo el tiro

 Miriamele entrecerró los ojos ante el evidente fracaso de su disparo.

Maldita sea, si fallamos ahora que están lejos, cuando los tengamos encima nos veremos en serias dificultades. 

Sin intención de dejarse amilanar, volvió a coger una flecha de su carcaj, lista para disparar de nuevo. Recordando la sugerencia de un compañero, la elfa apuntó a la montura de un jinete, ya que era un blanco más fácil y seguro.

Los jinetes pensaban que Edrran él solo era un pobre infeliz al que arrollar con sus caballos, pasando por encima de él y triturandolo dada la velocidad a la que avanzaban sus caballos.

Pero cual fue su sorpresa cuando una imprevista llamarada de fuego se levantó ante sus pies, haciendo que sus caballos presas del pánico frenaran su carrera en seco e incluso se alzaran sobre sus cuartos traseros relinchando como locos. Los jinetes sorprendidos trataban de controlar a sus caballos. Dos de ellos no pudieron hacer nada y cayeron al suelo golpeando su espalda y quedando aturdidos por la caida.

Poco después otro de los soldados vió como su caballo se desplomaba por el espadazo en el cuello de una figura que surgió de las llamas, y él finalmente se fue al suelo con la criatura muerta.

Una flecha lanzada desde el arco de Amy atravesó la garganta del soldado que más al extremo estaba y este murió sin enterarse de que había ocurrido.

Amy titubeó al comprobar que su flecha había matado a un hombre... nunca antes lo había hecho. Entonces recordó la fiereza del dunlendino que se les acercó hacía un rato y comprendió que se trataba de eso mismo, matar o morir, y ella no estaba preparada aún para morir.

 Las llamas habian resultado una perfecta solucion, los caballos asustados habian hecho caer a dos de sus jinetes. Un tercero cayo ante Edrram, cuando su montura murio por un espadazo. Una flecha habia terminado tambien con la vida de un cuarto dunledino. Aun quedaban cinco en pie, y lo primordial era hacerlos desmontar.

Sin pararse a mirar el estado de los que estaban en el suelo, el gondoriano lanza una nueva estocada, esta vez al enemigo que tiene al lado, en lugar de a su caballo. La carga habia terminado, y ahora estaban al alcance. Habia que conseguir que los dunledinos mordieran el polvo, una vez en el suelo veriamos quien llevaba las de ganar...

Galanthir había olvidado el truco que Silwen tenía preparado, pero aún así, el anterior grito había servido para engañar a los jinetes y que no sospecharan de ninguna trampa. 

-¡Ahora!, ¡Al ataque!

El elfo soltó el arco, y desclavó su espada del suelo, comenzó a correr en dirección a la parte izquierda de la columna de jinetes. 

El joven cantor estaba aterrado. Si al principio su corazón había desechado cualquier atisbo de duda o temor, poco a poco su determinación había ido flaqueando, a medida que los enemigos ganaban terreno. Los fieros guerreros, poco menos que una mota de polvo en el paisaje, habían crecido en tamaño, y el retumbar de los cascos inundaba el ambiente. Su ominosa presencia se acrecentaba a cada momento, y las esperanzas se empequeñecían ante su avance.

Solo la estoica presencia del elfo a su lado había infundido ciertos ánimos al joven. Galanthir emanaba un aura extraña, que infundía nuevos ánimos a los que se encontraba a su alrededor. Sin aquel compañero cubriendo su espalda, Bledwyn habría salido corriendo despavorido antes de lanzar siquiera la primera flecha.

Sin embargo, permaneció firme en su puesto, dispando uno y otra vez, tan rápido como sus temblorosos dedos se lo permitían. Su puntería era horrible, por supuesto. Casi ni alzaba la vista hacia el objetivo, concentrado únicamente en poner el proyectil sobre la cuerda. Solo tomaba las flechas del suelo y las arrojaba contra los jinetes. Ni la repentina visión conjurada por la maga pudo apartarlo de su mutismo. Solo podía concentrarse en seguir disparando.

Su resolución quizás no pudiera soportar la cruda imagen de la batalla.

Silwen vió como su intención dió resultado envitando que fuesen arrollados por la embestida de aquellos caballos, ahora contaban con el factor sorpresa y grito a sus valientes compañeros.

Ahora cargadles!!

Mientras ella cerró por un momento sus ojos, concentrando las ultimas energías misticas que le quedaban apelando al poder de Elbereth. Y seguidamente pronunció unas rápidas palabras mientras alzaba su mano derecha hacia uno de los jinetes que no habia caido a causa de la aparición de aquella ilusión.

Yo invoco a la luz sagrada de Earendil!!!

Desde mi posición saco el arco - Es hora de cargar - pienso. Es el momento de que acabemos con todos ellos para proseguir.

 Miriamele no podía dejar de pensar que sus ataques estaban siendo un continuo gasto de flechas.

Si así no estoy consiguiendo nada, más vale que lo intentemos de otra forma.

Aprovechando la gran estrategia de su compañera Silwen, Miriamele dejó el arco y el carcaj a un lado, por si alguien lo necesitaba, y desenvainó su espada para enfrentarse a ellos cuerpo a cuerpo.

Como la distancia a la que estaban era considerable, la elfa aprovechó el tiempo de respiro para elegir bien su blanco, y poder atacarlo antes de que reaccionara.

Amy se giró a la vez que tensaba el arco y casi sin apuntar disparó a la línea de jinetes que cargaban contra sus compañeros montados.

Venga pequeña flecha, vuela....

Justo después de que Amy tensara el arco y soltara la flecha esta se partió por mitad de su astil. Las dos partes en que se había dividido el proyectil salierón disparadas para caer a varios metros de la pequeña hobbit. Amy sufrió un pequeño tiron en el brazo que le recorrió dolorsamente la mano con la que había sujetado la flecha momentos antes.

Mientras los dos elfos corrían para ayudar a Edrran en el ataque, el fiero capitán se lanzaba contra otro de los jinetes. Esta vez su ataque fue dirigido contra el jinete y no contra el caballo, y aunque salió una estocada ligeramente baja, consiguió dañar el muslo de su adversario, que lanzó un grito de dolor y no supo reaccionar muy bien.

Ben cargó con potencia su pequeño arco y la flecha salió disparada con tal potencia que se clavó en el brazo de uno de los jinetes* y le partió el brazo con fuerza, todos los que estaban cerca pudieron escuchar el chasquido. El jinete cayó al suelo desmayado por el dolor y fortuitamente se partió el cuello contra una piedra.

Silwen lanzó un hechizo con sus últimas fuerzas de poder pero este llegó muy debilitado a su enemigo, que apenas notó un debil destello que le dejó algo cegado, aunque no lo suficiente para perjudicar su defensa.

Bledwyn por su parte volvió a fallar en el intento de lanzar una flecha correctamente, y esta vez el proyectil ni si quiera avanzó unos cinco metros desde su posición y se clavó en el suelo.

 -¡Tenemos que concentrar nuestro ataque en una zona!, ¡Bledwin apoya!

Lanzaba más que órdenes, consejos;ordenes muy generales como para seguirlos al pie de la letra

El elfo saltó hacia adelante cruzando las llamas imaginarias, blandiendo su espada larga hacia su enemigo. El elfo levantó la espada, y, desde arriba, la bajó con fuerza para que golpeara el cuello del jinete.