Partida Rol por web

Tukk se aseguró haber cerrado bien la puerta tras de sí mientras oía los golpe sordos de las últimas flechas al clavarse al otro lado de la hoja.

—Bueno, está claro que no estamos solos —refunfuñó mientras iba a ver si Snorri estaba herido—. Vale, estás como una rosa —dijo al mago tras un vistazo—, al menos nuestros anfitriones son malos tiradores. Me parece bien lo de tratar de bajar —asintió a Montero—. Busquemos una salida.

Si el arte le interesaba mínimamente no lo demostró. Talan diría que, de haberlo necesitado, el enano las habría usado como pañuelo. Tukk se frotó las sienes de nuevo para mitigar el dolor de cabeza. Blasfemando algún improperio en enano para el cuello de su camisa, ¡Stulktio! era su favorito, dedicó sus esfuerzos en encontrar una puerta oculta tras las pinturas sin alejarse mucho del insufrible mago. 

-Guardad silencio, maese Talan. Apuesto a que esos que nos disparaban al otro lado tendrán alguna manera de llegar aquí. - Dijo Snorri en tono sombrío y con su habitual condescendencia.

Aún a pesar de la reprimenda, valoraba el gusto del bardo. El mediano había pasado por la sala a toda prisa, sin prestar atención a las magníficas obras que allí se exponían, y por su parte, el enano refunfuñaba como de costumbre. Snorri hubiera apostado a que ni se había fijado en los notables lienzos y las magníficas y exquisitas pinceladas de las que estaban compuestos. El mago se acercó a aquel que tenía el cielo pintado de manera extraña y lo examinó con una expresión mezcla de curiosidad y extrañeza, preguntándose qué habría querido representar allí el autor. Se hablaba de artistas que llegaban a perder la cordura por culpa de sus obsesiones con obras semejantes, y se preguntaba si aquel era el caso.

-Aguardad un momento, tal vez podamos sacar algo interesante de esto. - Dijo ante la evidente prisa del enano y el mediano.

Franerick empezó a notar algo extraño en el ambiente. Al principio lo había achacado a la adrenalina, pues había esquivado la muerte por un pelo, pero debía tratarse de algo más. Más temprano que tarde, al nerviosismo general se sumó una profunda sensación de desagrado. Bigotes también lo notaba y se arrebujaba en el bolsillo de su chaleco. ¿Provenía acaso de los cuadros?

Snorri parecía muy interesado en descifrar el significado oculto del cielo estrellado en Camille, que también había llamado la atención del mediano. No obstante, ninguno de los dos logró sacar nada en limpio del lienzo. Eran constelaciones extrañas y nada más.

Talan se sentía con suerte. Su afinado sentido del gusto zumbaba como nunca. Fue examinando cuadro a cuadro y todos le parecían obras maestras. La pincelada, la maestría en el manejo del color y la composición. Si encontraba al comprador adecuado, ganarían una fortuna*.

Tukk parecía más interesado en buscar salidas y posible pasadizos ocultos. La habitación constaba de dos puertas: por la que habían entrado y la que se hallaba al fondo de la sala. Aparte de esas dos, solo pudo entrar grietas muy pequeñas por las que ni siquiera podía cabría el mediano, pero sí estaban embadurnadas de aquella extraña melaza negra. En cuanto se percató de ese detalle, descubrió que había varias manchas en las que no se había fijado. La mayoría se concentraban en Marina 2, el cuadro que estaban estudiando Talan y Franerick**.

Un horror. Un trabajo hecho por un completo amateur. Un "dominguero", como se decía en las ciudades. Que estuviese en la misma sala que aquellas obras de arte era un insulto al buen gusto y ofendía visiblemente a Talan. Franerick, por su parte, estaba más interesado en la forma de cuadro. Tardó unos segundos en percatarse, pero era evidente que aquella obra no era bidimensional ni estaba pintada sobre un lienzo. De hecho, había un detalle que inquietó todavía más al mediano: Marina 2 respiraba.

Franerick dejó de observar el cielo pintado para comenzar a buscar con la mirada qué estaba sucediendo. Pero había algo en el cuadro de Marina 2 que no le cuadraba... literalmente. De todas formas, sintió cierto mareo que seguramente hasta Bigotes podía sentir porque se arrebujaba en su bolsillo. ¿Sería la melaza negra que parecía concentrarse allí?

-¿Pueden... sentir eso?- preguntó confuso -Creo que... respira...- dijo dando unos pasos hacia atrás y señalando el cuadro, buscando el banco que tuviera más cerca.

Talan pasó del deleite al fastidio al observar la poca calidad del cuadro Marina 2. No hacía si no ensombrecer la calidad de las otras obras, que por cierto quizás podían comerciarse a buen precio en alguna ciudad próxima.

- Mmmm algunos de estos cuadros, ese no claro - dijo mirando despectivo a Marina 2 -, bien podrían venderse. ¿Será posible sacarlos de sus marcos y transportarlos?

Se preguntaba mientras se volvía a la parte trasera del lienzo para ver cuan difícil sería llevárselos.

Tukk embrazó de nuevo el escudo temiéndose lo peor y se interpuso entre el cuadro "Marina 2" y Snorry a fin de protegerlo de cualquier ataque. Es asunto de magos nunca se era lo suficientemente precavido. Gruñendo, afianzó lo pies con todos los sentidos alerta. Esa melaza negra le daba muy mala espina. ¿Cómo, que un cuadro respiraba? Su mano derecha buscaba incoscientemente el pico de batalla en su cinto.

Snorri continuaba mirando ensimismado el cielo nocturno de Camille cuando vio por el rabillo del ojo que el enano alzaba el escudo y se colocaba entre él y la pintura que miraba el mediano. Extrañado se rascó el cogote y miró a Tukk como si éste se hubiera vuelto loco de remate.

-¿Pero qué hacéis? - Dijo arrugando el ceño. -¿No veis que sólo es un cuadro?

El cuadro tembló.

Talan, que estaba a punto de darle la vuelta al marco, apartó la mano instintivamente. Algo en el aire vibró, dándole de lleno al pobre Franerik, que sintió un horror indescriptible e irracional*.

La tela se despegó del marco, extendiéndose y ondulando de forma amenazante. Al verse rodeada —y que Talan no parecía tan afectado como Franerick— se abalanzó como una exhalación hacia las grietas llenas de melaza.

Franerick tropezó hacia atrás con el banco, cayendo de espaldas y de cabeza al suelo. El miedo, el horror de vislumbrar algo que no podía siquiera expresar con palabras, sólo con un profundo miedo que no lo paralizaba, sino que no le permitía pensar. ¿Qué había sido eso? ¿Estaba teniéndole miedo a un cuadro? ¿Qué había sucedido?

No lo entendía, y por más que se esforzaba en pensarlo, no podía. Se percibió tomando con ambas manos el colgante de piedra, aferrado con tanta fuerza que los nudillos estaban blancos. Era como si de un ente ajeno a su cuerpo se tratara, porque no podía hacerse reaccionar.

Estaba en el suelo, quieto, entre las cosas de la mochila, balbuceando palabras que intentaban encontrar un orden para describir lo que había sentido y visto, pero ni siquiera él lo tenía claro. Sintió a Bigotes, temblando tanto como él en el bolsillo más recóndito de su ropa.

-¿Qué...?- intentó de nuevo -¿Qué... fue?-

No entendía, y no podía hacer nada al respecto.

El elfo reaccionó rápido sin saber muy cómo a la inesperada reacción del cuadro.

- ¡Maldito lienzo huidizo! ¡He dicho que te vendería a buen precio y no te escaparás!

Dijo mientras se posicionaba para tratar de interrumpir la huida del ser amenazándole con su espada. No sabía muy bien si sería sensible a su filo pero esperaba poder contenerla.

El mago alzó la vista para contemplar como la tela del cuadro escapaba de su marca y huía de ellos tras golpear de algún modo a Franerick. Talan se lanzaba hacía el cuadro espada en mano, pues a pesar de su poca calidad artística, todos sabían que un cuadro que se movía de aquella forma era una obra que bien podría valer unos cuantos reales de oro. El golpe de Talan fue preciso, la tela se removió en el aire y cayó como una hoja a los pies de Snorri, quien se apresuró a colocar su bastón sobre el lienzo antes de que reaccionara para evitar que escapara.

-¡Quieto ahí, amigo mío! - Dijo el mago dando un paso lateral y clavando el bastón en una punta.

Aquel trapo viviente despedía un olor infecto, nauseabundo, acre, como de otro mundo. Ese aroma imposible debía de haber sido lo que había aturdido a Franerick de aquella manera. Tukk no se lo pensó dos veces cuando el mago atrapó a aquella cosa bajo su bastón y golpeó tan rápido y tan fuerte como pudo. Aquel extraño ser podría liberarse y envolver el pie de Snorri. No podías fiarte de un trapo viviente mágico, ¡cualquier cosa podría suceder!

—¡Ahí, sí! ¡Sujétalo, ya es mío! —gritó mientras claveteaba aquella cosa con su pico de batalla de aspecto antiguo y su nariz bulbosa enrojecía por el esfuerzo.

La criatura trató de huir, pero el filo de Talan logró interceptarla. Cayó con estrépito al suelo. Trataba de revolverse violentamente hasta que Snorri la detuvo con su bastón. Aunque su piel era dura, la espada del bardo logró dañar una de sus… ¿alas?

Ahora que la tenían a buen recaudo, pudieron observarla con claridad:

^{Fuente: Manual de Monstruos de la 5ª Edición del juego más famoso del mundo (ligeramente retocado para la ocasión).}

Snorri logró retenerla lo suficiente como para que su compañero le asestase un duro golpe que atravesó a la criatura cerca de la cabeza. El daño provocado por el pico de Tukk hizo que revolviese con mayor intensidad, tratando de luchar por su vida*. Como una exhalación, lanzó lo que parecía ser su cola hasta rodear con fuerza el cuello del enano, que sintió cómo perdía el aire mientras unas afiladas púas se hundían en su carne**.

Cuando logró retener al lienzo bajo su bastón, Snorri se percató de que aquel cuadro era realmente más feo de lo que incluso habían visto en un primer momento. ¡Por las musas del pintor Caluverio! Si incluso tenía alas y dientes, y unas extrañas garras. Vamos, que aquello tenía de cuadro lo que Snorri de bravo guerrero. Por ello, el mago dio un salto hacía atrás y agitó un dedo en el aire para después apuntarlo contra la criatura. El dedo del mago se iluminó con un brillo azulado y de él salió uno de sus proyectiles mágicos.

Talan se vio impresionado al comprobar que se trataba de un lienzo animado, con una cola llena de púas y un rostro endemoniado que rezumaba odio. Dudo unos segundos donde lanzar su siguiente ataque, si a la cabeza para dejarla aturdida o a las alas para evitar que escapase, pero finalmente fue el lienzo que decidió cuando dirigió su cola hacia el cuello de Tukk. No pudo hacer mucho el bardo, pero al interponer su espada en la trayectoria consiguió que la cola no atrapase completamente el cuello del enano.

Mientras, balbuceaba palabras, intentando continuar la oda que le estaba componiendo a barbudo compañero:

… y el avezado Tukk con el pico en la mano...

… corrió sin miedo contra el lienzo…

… lo clavó sin pensar ni un momento…

… en que le vil criatura…

- Diantres, ¿qué rima con mano?

Tukk boqueaba por su vida manoteando la espinosa cola alrededor de su cuello, sorprendido de cómo se habían vuelto las tornas de repente. El destello azulado del conjuro de Snorri y el familiar olor a fresas silvestres, los dardos mágicos del mago siempre dejaban ese olor en el aire sin saber por qué, le sacaron del estado de shock en el que se encontraba. Tan rápido como pudo trató de introducir la punta metálica de su pico de batalla entre el cuello y la cola de aquel monstruo de pesadilla. Si pudiera encontrar un hueco podría hacer palanca para poder respirar.

Cuando logró finalmente levantarse, vio un caos increíble en la sala. Ya no había un lienzo extraño, ya no había una situación sólo extraña. Ahora había una criatura extraña ahorcando al enano, mientras el mago y el elfo intentaban sacarlo de encima, cada uno a su forma.

-¡Bigotes! ¡Nhtnht!- dijo reponiéndose de la impresión, aunque aún aturdido y confuso.

Sacó el arco y tomó una flecha. Apenas apuntó, y soltó la flecha. En el momento en que la flecha se clavó en una de las alas de la criatura, Bigotes se prendió a esa misma ala con una ferocidad inusitada para un roedor tan pequeño. Desgarraba con sus dientes afilados, sin dejar de recorrer el cuerpo membranoso de esa criatura con mucha velocidad y agilidad.

Una serie de estallidos azulados cegaron a la criatura, que aulló de dolor. Talan trató de ayudar a Tukk, pero la intervención de Franerick logró salvar la situación.

Tras un último estertor, el "lienzo falso" aflojó lentamente la presa que ejercía sobre el cuello del enano y cayó pesadamente sobre el suelo de piedra.

Y se hizo el silencio.

Hasta el momento no lo habían notado, pero su ausencia repentina lo había dejado en evidencia: hasta el momento, un pitido constante les había acompañado desde que habían entrado en la sala. Para Franerick era un soplo de aire fresco, pues dejó de sentir aquel miedo irracional que le había dejado completamente confuso*. 

Había sido un combate sucio, pero en el que no tuvieron que lamentar grandes pérdidas. El resto de cuadros parecía intacto, y ahora que el farsante había abandonado su puesto, sobre el sexto marco se hallaba el verdadero Marina 2: un paisaje marino, donde una pequeña pinaza llega hasta un gran arrecife donde parece erigirse un extraño monolito.

Ajeno a este descubrimiento, Franerick se dispuso a recoger al valiente Bigotes, que todavía roía una de las alas de la criatura, cuando se percató de un detalle en el que no habían reparado antes. Entre las pinceladas de su lomo pintado, el "artista" había tenido el ego suficiente —y la imprudencia— de dejar su firma:

B. Virutas

-¡Malnacido arrogante chupacabras! - Blasfemó Snorri al ver la firma del falso lienzo. El simple nombre de Bertolo Virutas era de las pocas cosas que le hacía perder la calma. -¡Cuando agarre a ese timador maldito os juro que lo voy a convertir en escarabajo!

Snorri dio un puntapié a la criatura que yacía muerta en el suelo y miró al resto del grupo.

-Suficiente arte por hoy. Sigamos.

Talan recuperó el aliento mientras observaba la criatura que había brotado del marco para asegurarse que no se movía más. Tras unos segundos, y ante las prisas del mago, se permitió tomarse un tiempo para volver a mirar la habitación.

- ¿Tanta prisa tenemos Snorri? ¿O tienes miedo de que tu libro de conjuros también cobre vida y salga huyendo? No creo que debamos dejar pasar la oportunidad de admirar estas maravillosas pinturas.

Dijo el bardo dirigiendo su atención a los cuadros. Había intuído que se podría sacar algún dinero por ellos así que se dispuso a sacar alguno de los lienzos para tratar de revenderlos más adelante. Al dirigirse al cuarto del que emanó la criatura se detuvo a contemplar la firma.

- B. Virutas... ¿de qué me suena?*