Partida Rol por web

Franerick se había quedado quieto apenas entró. Escuchó las palabras de Tukk, pero estaba queriendo dilucidar si era su hermano o no. Miró a Bigotes, buscando alguna seña de que era él...

-¿Gronkar?- preguntó, con una voz entre entusiasmada y melancólica -¿Eres tú?-

La figura encapuchada se enderezó. De sus harapos emanaba el hedor empalagoso de la putrefacción, pero también pudieron apreciar la portentosa figura que había debajo. Era alta, fornida, de piel curtida y grisácea. Bajo la capucha solo podían distinguir su mentón.

Se interpuso entre el tablón y los aventureros, irguiéndose con una postura amenazante.

—No quiero haceros daño, pero si no abandonáis ahora mismo este lugar, yo…

La amenaza se desvaneció entre sus labios al escuchar a Franerick.

La figura se retiró la capucha, disipando de pronto el hedor y llenando la estancia con un aroma fuerte pero bastante más agradable que el de la putrefacción. Olía a cuero, sudor y metal*.

En lugar del monstruo Laurence se encontraron con un semiorco. Un individuo corpulento como un ogro, pero con un rostro amable en el que se dibujaba una sonrisa nostálgica.

—¿Franerick?

A pesar del entrañable reencuentro familiar, la atención de Snorri estaba puesta en lo que de verdad importa: beneficios. Y el laboratorio del geómetra no estaba desprovisto de semejantes encantos, por supuesto. Desde instrumental médico de calidad incuestionable —y probablemente caro—, hasta la inmensa variedad de viales repletos de pociones y extractos alquímicos. 

Sin embargo, pese a los estudios de Snorri, le era completamente imposible distinguir las propiedades de las pócimas a simple vista. Necesitaría un examen riguroso* para desentrañar sus secretos.

Tras el susto inicial, Tukk descompuso su pose de interlocutor vehemente venido a menos y dejó espacio a Franerik y su ansiado reencuentro familiar. Raro, pero familiar a la vez para el mediano, es de suponer. Las muestras de afecto ajenas le producían cierta incomodidad, quizá por que a los enanos les educan en la austeridad emocional de familias normalmente volcadas en su duro trabajo. Como sea, el enano se echó a un lado algo incómodo y guardó silencio mientras observaba a aquel par. 

Snorri, que contemplaba los frascos alquímicos, escuchó como transcurría el reencuentro familiar a su espalda y se dio la vuelta mirando a Franerick con la sorpresa marcada en sus ojos. El lenguaraz mago no pudo evitar soltar una exclamación, mezcla de sorpresa y de incredulidad, y soltar una pregunta con un marcado tono agudo.

-¿Este es tu hermano? Seréis de padres distintos. No hay duda. - Dijo examinando al ogro de un vistazo y comparándolo después con el mediano. -Si esos son hermanos, entonces Tukk y yo somos padre e hijo. -El mago tuvo la decencia de no comentar aquello en voz alta.

Sacudiéndose las terribles connotaciones que tendría el hecho de que Tukk fuera su hijo, o peor aún, su padre, el mago volvió a la tarea que tenia delante, que era valorar el uso que podían tener las pociones que el Geómetra allí guardaba. Lamentó no haber atendido a más a las insufribles clases de la señora Crockstand, su profesora de alquímica avanzada en la universidad. Lo cierto es que las pociones nunca habían sido su punto fuerte.

-¡Hermano!- exclamó con los ojos nublados por las lágrimas, mientras corría apenas más despacio que Bigotes, trepándose (ambos) al semiorco.

Le dio un abrazo y no reprimió sus sollozos.

-¿Qué ha sucedido aquí? ¿Qué es lo que buscas?- dijo cuando pudo recomponerse con una sonrisa bonachona y enjugándose las lágrimas, mientras Bigotes iba dándole lengüetazos a la mano ahora salada.

Había oído la pregunta de Snorri, pero no la procesó producto de la emoción. Seguramente en breve la recordaría...

Franerick se sorprendió al darse cuenta de que sus pies ya no tocaban el suelo. Gronkar le había levantado de un abrazo, procurando que bigotes no sufriese ningún percance en el proceso. Una vez dejó en el suelo a su hermano y al roedor, recuperó la compostura. Los ojos del semiorco también estaban húmedos y le temblaba la voz.

—Perdonad todos. Tukk, ¿verdad? Lamento no poder ayudaros con la Sala de conjuración, tengo que ayudar a mis compañeros. Estoy a punto de encontrar la forma de hacer que vuelvan a la normalidad, lo sé.

El semiorco hizo caso omiso del comentario de Snorri, pero no pudo evitar fijarse en su túnica y su interés por los frascos del laboratorio. Al hechicero seguía sin reconocer el contenido de los frascos por mucho que se esforzase.

—Eres un mago, ¿no es así? ¿Puedes ayudarme? Si me prestas tus conocimientos, te ayudaré a desvalijar el alijo secreto del geómetra. Hace años que no baja de los Salones y dudo que a Isbin le importe.

Franerick se pasó el brazo, no necesariamente dejando más limpio el rostro. Pero al menos se habían secado un poco las lágrimas, o más bien mezclado con tierra.

-Vimos a Bertoldo... muy viejo- dijo el mediano -¿Qué le pasó? ¿Y a los demás?-

No conocía a todos, sólo de oído, pero le llamaba la atención lo que había sucedido a su congénere.

Snorri finalmente desistió con los frascos, pociones, pócimas y demás recetas alquímicas que había en el laboratorio. Desde que dejó la Academia apenas había pisado un laboratorio y sus estudios se centraban más en el trabajo de campo, por lo que apenas pudo reconocer más que un par de pociones clásicas que servían como base para otras mezclas. Prefirió no tocar nada y dejó todo como estaba, pues recordaba como había provocado una reacción tremebunda al equivocarse al mezclar ácido clorhídrico con sulfato de sodio, o algo así. La verdad fuera dicha, Snorri no prestó demasiada atención a lo que ponía en la etiqueta y ni siquiera en ese momento supo lo que había mezclado.

La voz del semiorco llamó su atención cuando le solicitó ayuda, y con gran curiosidad por cuál podía ser el secreto del Geómetra, se acercó hasta donde estaba Franerick con su... hermano.

-Claro - Dijo alegremente. - ¿En qué puedo ayudarte?

Gronkar se acercó a la tabla para enseñársela. En realidad, la respuesta a ambas preguntas era esencialmente la misma.

—Esta es la "obra maestra" del geómetra: la abominación. A Isbin le gusta llamarla Ralph. Probablemente habréis oído sus bramidos si ya lleváis un tiempo rondando este complejo. ¿Recordáis la sala con un gran foso y sierras? No es solo una trampa para ahuyentar o acabar con los intrusos: es también un recolector de piezas para las aberraciones nigrománticas del geómetra.

El semiorco hizo una pausa, esperando que los aventureros sumasen dos y dos. Especialmente si se habían encontrado con Bertoldo.

—Mis compañeros de la cofradía y Ralph son el mismo ser. Lo que queda de ellos, al menos. Mi intención, hechicero —le dijo a Snorri—, es revertir lo que les hizo el geómetra. Durante todos estos años he estado estudiando sus artes. Anatomía, nigromancia, alquimia… Pero siento que me falta algo.
»Y a Bertoldo hace años que no le veo. Solo sé que escapó con vida y que se siente tan avergonzado que se ha recluido en los Salones verticales. No sé mucho más, él ni siquiera sabe de mi existencia. Al igual que Isbin, el geómetra y el resto de sus súbditos, cree que soy un no muerto más. Una de sus aberraciones.

-Pues precisamente nosotros lo teníamos aquí hace un momento... - Dijo el mago girándose para darse cuenta que el viejo mediano ya no estaba allí con ellos. -Anda. ¿Dónde diablos se ha metido Bertoldo? Es imposible que haya ido muy lejos, si estaba medio inconsciente. ¿Se lo habrá llevado esa culebrilla suya?

El mago dio un último vistazo a los alrededores e incluso se levantó la túnica para asegurarse de que no andaba el mediano por allí perdido. Después cayó en la cuenta de lo que le proponía el semi-orco que, según aseguraban, era pariente de Franerick, por mucho que él no les viera el parecido.

-Entonces, si no te entiendo mal... ¿Me estás pidiendo que te ayude a crear a tus amigos a partir de los restos del tal Ralph? - Snorri le había entendido perfectamente, pero de ser posible dudaba de que tuvieran la habilidad para llevarlo acabo. Por no hablar de las consideraciones éticas que aquello significaba.

Tukk miraba la escena desde un segundo plano, sin atreverse a intervenir en asuntos de magos. Era bien sabido que más de un tunante había acabado convertido en sapo, o algo peor, por mencionar las palabras equivocadas de un encantamiento. Ya fuera movido por desafortunadas negligencias o supina ignorancia de sus peligros el resultado podía ser fatal. No, a un Sorenson no le pillarían en esas, no era una forma digna de morir. La magia para los magos. Les dio algo más de espacio.

En estas estaba cuando le asaltó un pensamiento funesto ¿Y si el Geómetra estaba realmente muerto? El Imp había mencionado con sorpresa el hecho de que el asqueroso y traicionero hombre araña exhibiera el colgante del hechicero. ¿Y si los huesos del archimago se blanqueaban al sol entre las telas de araña que habían visto al fondo del abismo bajo los Salones Verticales?

Franerick, que compartía sin saberlo algunos de los temores y precauciones del enano Sorenson, veía con incredulidad a su hermano. No porque no lo creyera capaz de estudiar esas temáticas, sino por la intención de hacer algo que, para el pequeño mediano, escapaba a las posibilidades de inclusive su imaginación.

-Wow... ¿todo eso estuviste estudiando?- preguntó más como un pensamiento dicho en voz alta, que para tener una respuesta -Es decir, ¿crees posible que vuelvan a ser ellos? ¿Realmente ellos?- preguntó, ya que había compartido con uno o dos algún que otro trabajo y también le parecía increíble que pudieran tenerlos de vuelta.

En su rubro, había pocas personas confiables, y cuando uno las encontraba, había que aferrarse para no tener que buscar otras.

Por momentos se daba cuenta de la mirada furtiva del mago, que iba de él a su hermano mayor. ¿Qué le pasaba?

-¿Estás bien, Snorri? ¿Tengo algo en la cara?- preguntó casi con cierto mal humor, algo que le sucedía cuando estaba con su hermano: se envalentonaba.

Snorri compuso un gesto de extrañeza ante la pregunta de Franerick. No entendía a qué se debía el mal humor y la pregunta, pues él solamente había estado buscando a Bertoldo a quién había perdido de vista después del descenso a la Segunda Planta en el que tanto el señor Virutas como Tukk habían querido comprobar el color y el detalle de las esmeradas baldosas del suelo. Pero el mago no había mirado intencionadamente a Montero en los últimos minutos y ahora simplemente estaba charlando con su hermano, bastante sorprendido por la propuesta de rearmar los trozos de la Cofradía.

-¿Qué? No, no tienes nada. Todo bien, tranquilo. - Le dijo respondiendo de modo literal, pues al no comprender por qué le preguntaba aquello pensó que quizá al mediano le preocupaba que se le hubiera quedado alguna migaja del desayuno o algo en la comisura de los labios.

Entonces, si no te entiendo mal... ¿Me estás pidiendo que te ayude a crear a tus amigos a partir de los restos del tal Ralph?

—No es "crear", sino deshacer lo que ha creado el geómetra. Tengo los conocimientos y los materiales, pero no el poder. La fuente de magia del geómetra se encuentra en su sala de conjuración. Si mi hipótesis es correcta, extrae energía cósmica de otras dimensiones para sus extraños diseños.

-Wow... ¿todo eso estuviste estudiando?- preguntó más como un pensamiento dicho en voz alta, que para tener una respuesta -Es decir, ¿crees posible que vuelvan a ser ellos? ¿Realmente ellos?- preguntó, ya que había compartido con uno o dos algún que otro trabajo y también le parecía increíble que pudieran tenerlos de vuelta.

Gronkar sonrió, poniéndole una mano en el hombro a su hermano.

—Llevo años aquí encerrado, hermano, y solo los libros de Isbin han evitado que perdiese la esperanza y mi cordura. A cambio, solo tuve que vagar por el complejo para ser sus ojos y oídos. Una vez aprendí a evitar a los siervos del geómetra —señaló la capa de olor putrefacto que llevaba puesta minutos antes—, fue pan comido y pude centrarme en rescatar a mis compañeros. Incluso a Bertoldo. Con la ayuda de Snorri, creo que puedo intentarlo. 

-No es una tarea sencilla eso que propones. Haría falta elaborar un complicadísimo ritual que lleva por nombre el gallo de Bruster. Requiere gran cantidad de energía, pero además se corre el peligro de que la forma corpórea de quien realiza el ritual adquiera una composición totalmente aleatoria. No lo llaman el gallo de Bruster por nada. Jean Villeque Bruster, fue el mago que desarrolló el ritual y terminó convertido en una criatura semejante a un gallo. Fue la mascota de la Academia de Schwarzendorf hasta su muerte. Decían que daba buena suerte y de hecho el equipo de windypolo se hizo con el campeonato nacional durante diez años seguidos. - Snorri rememoró sus tiempos como ala zurda de las Palomas de Schewarzendorf, cuando era una joven promesa que apuntaba a la liga profesional antes de descubrir su afición por la absenta.

-Como os digo, solo el 20% de las veces sale bien. Y cuando digo bien estoy obviando los otros efectos secundarios. Es posible que quien era moreno vuelva rubio, quien era alto vuelva bajo, o que las partes de los susodichos se... mezclen. Skarf Dovensson no volvió a ser el mismo salvaje guerrero desde que un gallo de Bruster terminó colocándole los brazos de su hijita pequeña cuando querían extirparle una verruga. Además, no solo necesitaríamos gran cantidad de energía. También sería necesario que la... con perdón, Abominación estuviera, no solo presente, sino además bien quietecita para minimizar las posibilidades de fracaso. Y antes de que a ningún enano barbudo se le ocurra blandir el hacha, añadiré que también debe estar viva. O al menos con el tipo de vida que la mantiene ahora. Matarla, es decir, romper su hechizo, haría que las partes que la componen aceleraran su proceso degenerativo. Vamos, que serían cadáveres. Porque esa es otra, en algún sitio de este complicado lugar habrá unos generadores que estén manteniendo viva a la criatura.

Snorri se sentía mareado después de tanta verborrea. Y eso que le encantaba escucharse a sí mismo. Finalmente alzó un dedo y miró preocupado al semi-orco.

-Y dada la tendencia del Geómetra a derivar, realizar integrales, parábolas y demás, me jugaría el cuello a que no solo se trata de un complejo hechizo de nigromancia, sino que también hay algo de geometría euclidiana detrás de todo el asunto. Y... y luego está todo el tema de la enfermedad. ¡Necesitamos encontrar la cura!

Tukk, que estaba a punto de replicar algo respecto al modo de afrontar el encuentro con la Abominación, se guardó sus palabras para si refunfuñando algo en enano mientras rezongaba arrugando el bigote con frustración. Estaba claro que esperaba poder pegarle a algo a falta del Geómetra. Suspiró y aceptó con estoicismo las palabras del Snorri. Aunque no había entendido nada después de "gallo de Bruster", decidió que si fruncía en entrecejo lo suficiente, con simulado interés, nadie le preguntaría. Era un pésimo actor.

—Haced lo que tengáis que hacer, pero que sea rápido —añadió tras carraspear—. Tenemos que encontrar el pasadizo a la Sala de Convocación antes de que perdamos la cabeza. Encontrar ese alijo no estaría mal tampoco y no me parece un mal sitio para buscar el pasadizo.

Talan tuvo una epifanía al oír las palabras del mago y sacó a toda prisa el mapa de Bertoldo.

—¡Es aquí! ¿Veis? Donde pone "No entrar, por aquí merodea la abominación". Antes me acerqué a esa puerta y noté cómo se me erizaba el vello, ¡tuvo que ser por la electricidad estática!