Partida Rol por web

—Es cierto, esa es la sala de los generadores. Lo más probable es que encontréis ahí a la abominación. ¿Pero qué es eso de una enfermedad? ¿Os encontráis bien?

Acostumbrado como estaba a rostros grotescos o macilentos, no reparó en el paupérrimo aspecto de Franerick y sus compañeros.

—¡Por los dioses! ¿Qué os ha ocurrido? Si puedo ayudar, pedídmelo y dadlo por hecho.

-Es una larga historia. La vidriera del Geómetra se rompió y alguna maldición desatada en la sala de conjuraciones ha provocado una enfermedad que afecta al pueblo ese de allá abajo. Y también a nosotros. Por eso debemos actuar cuanto antes. La enfermedad todavía nos afecta levemente, pero si no nos damos prisa en cuestión de horas podemos acabar calculando áreas, grados y segmentos. Deberíamos seguir con nuestro plan inicial antes de ponernos con la nigromancia.

Al mago no le entusiasmaba tener que vérselas con la abominación y con los conjuros que proponía Gronkar, pero a pesar de su rechazo a aquella idea le movía más la urgencia de tener que liberarse de la enfermedad. Especialmente tras ver como había afectado el siguiente estadio a Bertoldo. No sabían cuanto tiempo les quedaba antes de empeorar de nuevo.

Algo aturdido por la cháchara de Snorri, sacudió la cabeza como ganado que espanta una mosca y frunció el ceño de nuevo.

—Sí, el cuadro del Geómetra —asintió Tukk—. Vamos, vamos. Ven con nosotros si quieres —comentó a Gronkar antes de encaminar sus pasos a la pinacoteca del piso superior—. La familia es importante, permanecer unidos.

El enano palmeó el hombro de Franerick al pasar a su lado. En el fondo compadecía a los Cienleguas. Si el Geómetra había sido pasto del hombre araña lo tenían crudo, no estaba seguro de que Snorri fuera tan bueno, pero un poco de esperanza no hace daño a nadie.

Franerick, que ante la alegría de encontrarse con su hermano, es como si hubiera olvidado que estaba realmente enfermo. Y ante el recordarlo, se tambaleó levemente.

-No estamos bien, pero mejor si nos ponemos manos a la obra o estaremos peor- dijo con una leve sonrisa, que Bigotes acompañó con unos chillidos.

Franerick abrió la marcha esta vez, sintiendo más pesada la mano de Tukk de lo que hubiera pensado.

-Luego te ayudaremos con lo que quieres hacer por tus compañeros, ¿no es cierto Snorri?- le dijo al mago mirando hacia atrás.

Extrañamente, Bigotes emergió de entre la pelambre de Franerick, y se paró en dos patas. Cualquiera podría decir que había puesto las otras dos patas en jarra... pero nadie lo creería.

Gronkar accedió a acompañarles a la pinacoteca del geómetra, pero no sin antes ataviarse de nuevo con la extraña capa que desprendía un hedor a podredumbre. Al resto de aventureros les ofreció prendas similares hechas de remiendos y parches de cuero.

—Es lo único que me permite mezclarme entre las criaturas que sirven al geómetra —explicó—. Os ruego que uséis estas capas por si nos topamos con alguna, puede que hasta nos vengan bien cuando nos acerquemos a la abominación.

Desandaron el camino, subiendo por las escaleras de la biblioteca hasta la terraza. Isbin parecía algo alicaído y se había enterrado en su sillón de oreja sin prestar mucha atención a los que entraban o salían. 

Al entrar en la pinacoteca, se encontraron con que el cuerpo inerte del lienzo falso había desaparecido. La incómoda sensación de que les observaban les acompañó hasta que se toparon de frente con la pintura cuya composición geométrica recordaba a la hermosa estructura de la vidriera.

Snorri miró con repulsión la capa que les tendía Gronkar, la sujetó con el brazo alargado y arrugando la nariz. No tenía la menor duda que la dejaría caer en un descuido en cuanto tuviera ocasión, lo cual vendría a ser en cuanto el semiorco se diera la vuelta. Por ninguna razón del mundo iba a dejar que aquel olor a podredumbre se le pegara al cuerpo. La nariz del mago era bastante sensible y su memoria olfativa tan delicada que el olor le perduraría aun después de diecisiete baños.

Para su sorpresa el cuadro falso que les había dado un buen susto a la entrada se había ido del lugar, Snorri pensó que el Geómetra tendría un buen servicio de limpieza a pesar de todo. Snorri dirigió su vista hacia el cuadro que representaba la composición de la vidriera y lo señalo con un dedo.

-Fijaos. Aquí donde vimos la grieta en la vidriera, también aparece en el cuadro. -Antes había estudiado con detalle la vidriera para descubrir la pequeña grieta por lo que se había familiarizado con él. Justo donde el dedo del mago señalaba se encontraba una pequeña marca, como si alguien hubiera pretendido representar con fidelidad el estado actual de la vidriera. -Es un cuadro mágico. No hay duda. Si lanzáramos una piedra contra la vidriera veríamos aquí los desperfectos ocasionados. - Explicó el mago.

Tukk observaba el cuadro mientras el mago hablaba con su vervorrea habitual en asuntos mágicos. Snorri tenía razón aquello apestaba a magia, pero había algo más, algo raro que le provocaba cierta inquietud, algo que no llegaba a comprender, como un pálpito. El enano estrechó los ojos y frunció el poblado entrecejo hasta que parecía que iba a darle un patatús. Entonces se dió cuenta. 

—​​​​​​¡Pero si está al revés! —señaló acusadormente al cuadro mientras agitaba su rechoncho dedo en dirección al colorido lienzo. 

¡La vidriera de la pintura estaba invertida! Como si la vieras en un espejo. ¿Qué diablos podía significar aquello? 

-¡Pues claro que está al revés! - Exclamó irritado el mago, como si aquello no necesitara explicación de lo evidente que resultaba. -El cuadro es una cerradura. Si queremos abrirla para acceder al pasadizo solo tenemos que darle la vuelta... - Snorri giró el cuadro, le dio un par de vueltas y cuando volvió a colocarlo sobre el atril la imagen estaba bocaabajo y con los colores cambiados, -...hasta que encontremos la combinación que lo abre.

Tukk estaba en lo cierto, el cuadro parecía estar invertido. Esa era la clave. Lo que habría pasado inadvertido a simple vista, resultaba ahora evidente gracias a la sutil aparición de la grieta.

Sin embargo, cuando Snorri trató de girarlo en varias direcciones, no pasó nada. El lienzo seguía exactamente igual que antes.

—Creo que Tukk se refería a otro tipo de "inversión", maese hechicero —sugirió Gronkar—. Tal vez haya alguna forma de plasmar esta composición para ponerla del derecho sin estropear la obra.

Franerick, que miraba atento a lo que sucedía, levantó un dedo, al que se encaramó Bigotes levantando los suyos de la pata izquierda. Parecía ser zurdo el ratón.

-¿Y si lo colgamos... al revés?- preguntó, mirando primero a Gronkar, luego a Tukk, y finalmente a Snorri -Con la pintura hacia la pared- agregó al ver la mirada de todos.

Tukk miró a todos alternativamente, circunspecto. Ya no le sorprendían las saliadas de tono de Snorri, había a aprendido que era su orgullo el que hablaba.

—No sugería nada en concreto, solo apuntaba algo que me parece raro. ¡Ah! ¿qué se yo de magos geométricos? —levantó los brazos para bajarlos luego—.  Ese es su campo —señaló a Snorri con el pulgar—. Si me preguntáis a mi, buscaría un espejo. Pero no pienso andar jugando con esa pintura par acabar convertido en babosa o algo peor.

El enano se hizo a un lado tratando de recordar si había visto un espejo en estas ruinas. 

-¿Mago geométrico, yo? - Dijo indignado Snorri. -¡Por favor! ¿Pero qué clase de desprecio es ese? La geometría es la más inútil de las ciencias mágicas. Yo soy un mago físico, experto de la Teoría Elemental y gran conocedor del campo de la Óptica. - Snorri no pudo mantener la dignidad durante mucho tiempo, aquejado por la tos de la enfermedad que había producido la más inútil de las ciencias mágicas.

El mago se recompuso, carraspeó la garganta y debió sentir alguna molestia, pues en vez de seguir calentándoles la cabeza con su verborrea, tomó una de las baldosas sueltas del suelo, hizo unos movimientos con la mano frente a ella y dibujó en su superficie una extraña runa. Automáticamente, la superficie de la baldosa comenzó a reflejar la luz y adquirió el comportamiento de un espejo. Snorri lo sostuvo triunfal y lo colocó frente al cuadro.

-Dime, Franerick. ¿Qué ves?

Al principio no pasó nada. La losa reflejaba a la perfección el lienzo, con su intrincado diseño, pero Franerick no tardó en percatarse de que había algo extraño en aquel espejo.

Ante la atónita mirada de los presentes, Franerick, el único que había estado observando el espejo directamente, desapareció en apenas un parpadeo.

—¡HERMANO!

-Tranquilo... - Dijo Snorri molesto con el grito desgarrador que había pegado el semiorco y que le había hecho cerrar los ojos y encoger el cuello. -Solo ha atravesado el umbral. Anda, venga. Échale un ojo al espejo y así lo compruebas tú mismo. - Lo cierto era que el mago deseaba quitarse de en medio al chillón ese antes de que se pusiera a dar más voces. 

-Vamos, todos. - Insistió el mago. -Que ya me canso de sostener esto. - El mago se lamentaba de no haberse hecho con una piedra más pequeña.

Gronkar se recompuso un poco y miró al mago.

—Lo siento, todavía hay muchas artimañas del geómetra que me pillan por sorpresa. Sabía que ocultaría algún enrevesado sistema de pasadizos, pero esto…

Y sin mediar más palabra, el semiorco se lanzó a través del espejo. Talan le siguió tras titubear un poco, dejando a Tukk y a Snorri a solas.

—Venga, venga, menos cháchara, que a saber qué se ha encontrado el mediano al otro lado —refunfuñó ante la respectiva de cruzar mediante la magia pese a saber que no había otro remedio—. Snorri si acabo convertido en algo que nos ea yo mismo al otro lado, no habrá pacto de honor que te salve, ¿estamos? —Amenazó con su rechoncho dedo al mago antes de posar su vista en el espejo y desaparecer.

Transportando con cuidado la redoma*, los aventureros descendieron las escaleras de caracol del mirador para reencontrarse con Isbin, que seguía cabizbajo sobre su sillón de orejas. Aunque la luz diurna seguía iluminando todo el complejo, el pequeño elemental de tierra se empeñaba en mantener viva la chimenéa mediante hechizos para que la biblioteca fuese el lugar más confortable de las ruinas a pesar —o precisamente, debido a su naturaleza, gracias a— las ingentes cantidades de polvo y ácaros.

Todavía seguían dándole vueltas al plan para capturar a la sabandija de Bertoldo Virutas. O, al menos, su hijo el de las manos largas**.

El diablillo se incorporó un poco dentro de su sillón de orejas favorito al ver que llegaba visita desde ela segunda planta. Aunque seguía alicaido, parecía animarle un poco la presencia de Gronkar.

—¡Hola, Laurence! Veo que todavía estás guiando a los aventureros de ayer. ¿Habéis encontrado lo que buscabáis?

-Entonces tendremos que encontrar una habitación con menos salidas, que podamos controlar fácilmente. E insisto en que mi hechizo nos ayudaría a tener controlada la zona y nos avisaría cuando Bertoldo, o quien leñes sea, pase por ahí.

Snorri cargó con la redoma, con todo el tacto que pudo reunir. Era curioso ver lo patoso que era habitualmente y lo cuidados que se volvía cuando trataba con productos alquímicos o mágicos. Cualquiera diría que se trataba de las mimas manos. Cuando llegaron a la biblioteca, Snorri se dirigió al duendecillo con una sonrisa.

-¡Y qué bello lugar! Laurence es el mejor guía que podíamos haber encontrado, ¡y no lo digo por decir! Ahora mismo nos llevaba a esa sala... esa que tiene apenas un par de entradas y un montón de escondites en su interior. ¿Cómo era que se llamaba...?- Dijo esperando ver si Isdin completaba la frase.