Partida Rol por web

El enano encajó el empujón de Snorri con extrañeza, ajeno al castigo que acaba de ejercer sobre el juanete del mago. Evidentemente el mago apenas logró moverle más de unos centímetros y el guerrero miró a Montero con cara de: ¿Y a este qué le pasa ahora? Enseguida compuso un bufido resignado y un encogerse de hombros que venía a decir: Magos, ¿quién los entiende? Sin perder de vista al feo monstruo, dejó que todos los compañeros pasaran delante, por si aquella cosa horrible le daba por atacarles por la espalda como la araña traicionera que era.

A Montero no le sorprendió tanto que Talan hubiera "convencido" a la criatura, ya que su propio hermano había "logrado" lo mismo. Y ya conocía el resultado.

-Cuidado con éste...- le dijo a Tukk mirando al attercopus, luego de encogerse de hombros levemente ante la mirada que le había dedicado el mago.

Y una vez pasaron, les dijo a todos.

-No se fíen, que mi hermano logró algo parecido y luego nos cayeron encima- dijo con cara de pocos amigos, sin guardar el arco, y con un Bigotes asomado por el cuello que tampoco parecía tener buenos recuerdos.

Franerick todavía no las tenía todas consigo. Su hermano había tenido un percance con criaturas como aquellas, sabía que no debía confiarse. Sin embargo, había un detalle en el que no había reparado antes. Tanto el attercopus como las arañas eran rollizos y estaban bien alimentados. Si bien no lo suficiente como para que abandonasen sus instintos más primarios, era evidente que no pasaban hambre.

A su espalda, el attercopus y sus arañas continuaron preparando trampas entre las columnas derruidas de los salones inferiores. Aunque hubiesen logrado pasar, no tenían la garantía de que pudiesen volver por el mismo camino que habían tomado.

En cuanto alcanzaron la grieta, la sensación de vértigo cesó. Notaron un hormigueo en el estómago y en el oído al situarse bajo la cúpula de piedra. La gravedad, según pudo cerciorar Snorri, había vuelto a ser estable. Seguían pegados a la pared de la montaña, pero ya no corrían peligro de caer al vacío tras un mal paso.

Antes siquiera de poder escudriñar la nueva oscuridad que se abría ante ellos, Bigotes advirtió a Franerick de que no estaban solos. La sala estaba vagamente iluminada gracias a la pálida luz lunar que recogía el complejo sistema de espejos de las ruinas, pero por el rabillo del ojo pudieron discernir movimientos escurridizos entre las sombras. 

A Snorri no le tranquilizó mucho que las gordas arañas estuvieran preparando trampas a sus espaldas, y esperaba que pudieran sortearlas a la vuelta de algún modo o encontrar una salida alternativa. Sin embargo, se sintió aliviado de que la gravedad volviera a coger fuerza en la nueva sección donde se encontraban. Indicó al grupo que ya podía volver a caminar con normalidad, y para demostrarles que era seguro dio un brinco y chocó los talones alegremente.

Poco después, el movimiento inquieto de Bigotes le hizo ponerse alerta. Él también creyó sentir que algo rondaba en los alrededores y que entre las sombras había algo acechando. Con disimulo, aguzó el oído y la vista, mirando de reojo hacia el lugar donde se esperaba que llegara el peligro y se preparó ante cualquier eventualidad.

Talan respiró aliviado cuando atravesaron la grieta y la gravedad parecía comportarse un poco más como se supone que debía comportarse.

- Impresionante paso de baile Maese Von Wurbat. No nos habías contado que habías estado en la academia de Upadancia¹. – bromeó ante el saltito del mago.

Observó su entorno para ver cómo era la nueva estancia, pero unos movimientos en las sombras le hicieron ponerse en alerta de nuevo. Sacó su arco mientras miraba alrededor para asegurarse de que no les acechaban más amenazas.

Tukk agradeció que su barba cayera como debía de ser cuando la gravedad se volvió estable de nuevo. Tras las palabras de Franerik levantó la guardia mientras asomaba su bulbosa nariz sobre el escudo y trataba de llegar al mago bailarín. Las sombras se arremolinaban a su alrededor, pero eso no hubiera sido problema para sus ojos de enano de no ser porque allí no parecía haber absolutamente nada. 

—¿De qué estáis hablando, seguro? —preguntó frunciendo sus pobladas cejas.

Snorri aguzó el oído. La advertencia de Franerick le puso en alerta, preparándolo para un repentino ataque del attercopus y sus arañas. Sin embargo, lo que percibió en las oscuridad era bastante diferente.

A su alrededor, reptando sigilosamente por las paredes, el techo, o desde las columnas; un grupo de humanoides se arremolinaba, acercándose cada vez más. Figuras del tamaño de Franerick. Demasiado flexibles como para tener huesos. 

Aunque todavía no había alcanzado a identificar a los asaltantes, Snorri tenía claro que se aproximaban con intenciones hostiles. Tukk parecía ser el más adelantado y, por tanto, el más propenso a recibir una no demasiado agradable bienvenida.

-Tan seguro como que la sopa moja tu barba. - Le dijo al enano al tiempo que daba un par de pasos atrás y se preparaba para lanzar un hechizo contra las criaturas hostiles y blandas que se acercaban desde las sombras.

-¡Tukk, coge tus armas! ¡Presto! ¡Allí! - Gritó señalando hacía las paredes, luego al techo y las columnas, donde unos extraños seres se preparaban para saltar sobre ellos.

Tal y como había advertido Snorri, no tardaron en oír una algarabía que reptaba en su dirección. Provenía de todas partes. Su vista todavía se estaba acostumbrando al cambio de luz. Aunque Talan y Tukk gozaban de una vista prodigiosa en la oscuridad, los sistemas de iluminación que había instalado el geómetra eran capaces de confundir incluso a un avezado explorador de la infraoscuridad.

Pese a las siluetas claramente humanoides, el sonido que captaban sus oídos les recordó más al de una babosa reptando junto al oído. Algo frío y húmedo que se arrastra en la oscuridad y chasquea sus babeantes mandíbulas con expectación.

El sonido que procedía de aquel lugar entre las sombras no fue mejor que la siniestra imagen anterior. Todavía no podían ver bien a las criaturas, pero ya desagradaban al extremo al bueno de Snorri. Arañas antes, babosas ahora... fuera lo que fuera que apareciera por allí no era plato de su gusto.

Franerick estaba listo, con el arco y la flecha ya colocados, y semi tensado... las piernas, cortas pero fibrosas, estaban levemente flexionadas, listas para propulsionar al mediano hacia la esquiva de los ataques que pudieran llegar de los ángulos que podía cubrir. El que no podía, que era su espalda, estaba el armatoste de Tukk, que seguramente se quedaría donde estaba.

El mediano sentía a Bigotes nervioso...

-Tranquilo... tranquilo...- dijo en un susurro apenas perceptible, ya que parecía más un murmullo ratonil que otra cosa.

Al sentir que algo se les venía encima, Talan se puso en tensión y preparó su arco espada corta en posición de guardia para enfrentarse a lo que sea que les acechaba

Tendrían una estructura similar a Franerik. No mucho más altos, desde luego, pero sí mucho más escuálidos y retorcidos. Se arrastraban sobre sus dos piernas con un desagradable y húmedo sonido de succión. Si tuviesen que describirlos de algún modo, a la pálida luz que reflejaban los diseños geométricos de las ruinas, habrían dicho que parecía una mezcla impía entre un hombre y una sanguijuela.

Su piel era oscura. Al final de sus largas y gomosas extremidades se sacudían flácidamente manojos de tentáculos salpicados de ventosas.

Las criaturas se acercaron, amenazantes. Era difícil determinar el número en la oscuridad. Algunos surgían de entre las grietas. Otros siseaban entre sí, observando a los recién llegados con sus ojos negros como cuentas.

Una de ellas, la más cercana, extendió el brazo a gran velocidad. Snorri vio como una mano formada por tentáculos se abalanzaba sobre su cabeza y cerro los ojos instintivamente. Pero lo único que sintió fue un sonido metálico y una fuerte reverberación. Tukk había logrado interceptar el ataque, interponiendo su escudo en el momento oportuno. 

Con el enano situado ahora en la vanguardia, el grupo estaba colocado en forma de cuña, perfectamente situado para una estrategia defensiva ventajosa*. 

Un segundo ataque surgió de entre las sombras. Talan logró esquivarlo en el último segundo gracias a la alerta del mago, pero la finta le hizo perder el equilibrio. Ahora se encontraba a merced de un nuevo grupo de criaturas que se aproximaban por el flanco izquierdo**.

El sonido del impacto contra el escudo de Tukk hizo que Snorri soltara un suspiro de alivio. Había sido él quien había puesto al grupo en alerta, pero de no ser por el enano ahora el mago estaría comprobando para qué servirían aquellos tentáculos viscosos de las criaturas, algo que se le antojaba muy poco apetecible.

Snorri dio un salto atrás y apuntó con su dedo a la criatura, proyectando un brillante rayo de luz que atravesó como un aguijón ardiente a la criatura. Snorri sonrió satisfecho hasta que comprobó con horror que el resto de seres se habían fijado demasiado en él debido al brillo resplandeciente que brotó de sus manos.

El elfo mantenía la guardia en alto para defenderse de las criaturas. No sabía cuantas ni de donde salían estas alimañas pero sabía que eran repugnantes y no tenían ninguna buena intención. Se encontraba dubitativo si lanzarse al ataque o conservar las fuerzas y finalmente se decidió por no lanzar ataque, observar, de donde venían y cuál sería su punto débil.

Al ser alcanzada por el proyectil arcano de Snorri, la criatura aulló de dolor mientras su carne se calcinaba. Las que encontraban alrededor sisearon y siguieron avanzando, apelotonándose. El cadáver quedó sepultado rápidamente por sus compañeros.

Talan, por su parte, aprovechó que Tukk hacía de muro enano para otear la profundidad de los Salones, buscando puntos flacos. No tardó en percatarse de algo interesante.