Partida Rol por web

El temblor en el bibote de Tukk y los ojos fijos en auténtico Bertoldo indicaban a sus amigos que apenas podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Una cosa era segura, aquella alimaña que tenían de frente, si alguna vez ha bia sido un mediano, ahora tenía más que ver con las arañas traicioneras que habían dejado atrás. La repulsión que le causaba la idea de una unión con una de aquellas criaturas babosas le hizo arrugar la nariz más de la cuenta. Miró a sus compañeros y estaba claro que no estaban para combatir a nadie.

—Vale, auténtico Bertoldo. Supongamos que te creemos y decidimos ayudarte —dijo masajeándose la sien dándose tiempo para borrar de su cabeza la dandesca imagen de la concepción entre especies—. Necesitamos deshacernos de la maldición antes  ¿Tienes idea de qué la causó hace dos semanas o cómo revertirla? En nuestra actual situación no somos de mucha ayuda. Todo comenzó a raíz de un temblor, creo. Y luego nos cuentas más de esa abominación. 

Talan levantó una ceja extrañado cuando Bertoldo, el viejo, les presentó a su consorte. No sabía muy bien cual debía ser el protocolo para responder a la presencia la "Reina" así que esperó que su paupérrimo estado le excusase de comportarse de acuerdo a la etiqueta. Siguió en el suelo, arropado por la capa, atento a la historia que contaba el mediano, y asintió a la pregunta de Tukk:

- Sí, deberíamos tratar de curar esta maldición, y saber que criatura de la biblioteca te refieres. ¿No será ese diablillo que encontramos?

El anciano se encogió de hombros.

—No sé nada de ninguna maldición, pero seguro que tiene que ver con el geómetra. Se supone que es el dueño de estas ruinas, pero no le he visto el pelo nunca. Si es capaz de crear esos monstruos que tiene por sirvientes, debe ser un hechicero bastante turbio… ¡Ah, sí! La criatura de la biblioteca es el diablillo ese. Solo le he visto de refilón, pero creo que está compinchado con la abominación.
»A lo que iba: Os ayudaré con la maldición, faltaría más, aunque sé tanto como vosotros. Sé que la entrada a su sala de convocación está por alguna parte, pero jamás encontré la forma de entrar. Aunque puedo haceros un mapa una vez descanséis. 

Snorri se desilusionó un poco tras la respuesta del mediano a las preguntas de sus compañeros. Esperaba que el viejo Bertoldo supiera algo de la maldición geométrica que les estaba afectando tangencialmente, y cuando les confesó que nunca había visto al Geómetra incluso tras llevar toda una vida allí abajo, a Snorri le decepcionó bastante. Aún así agradeció la ayuda que el mediano se interesaba en brindarles.

Snorri vio que alguno de sus compañeros se encontraba algo afectado tras el encontronazo con las bestias de Bertoldo, por lo que lo más sensato era parar a descansar un momento y dejar que retomaran el aliento. A él mismo no le vendría mal algo de descanso, pues la cabeza empezaba a darle vueltas con formas triangulares y romboides que quería alejar de su pensamiento.

-Su pariente pelirrojo. - Dijo Snorri para sacar algo de conversación mientras tanto. -El tal Junior, ¿también tiene como nombre el de Bertoldo Virutas?

La cabeza de Talan no daba para mucho más, y parecía que iban a descansar un rato, así que trato de derivar la conversación hacia lo que más le interesaba, reposar:

- ¿Hay algún sitio adecuado para dormir por aquí? - Dijo mientras miraba con desconfianza a las tentaculares criaturas que estaban a su alrededor.

Franerick abrió un ojo primero, y vio a un triangular Bigotes frente a él, con cara de pocos amigos. Intentó modular una palabra, pero no le salió. Le daba entre gracia y mareo. Giró levemente la cabeza, y vio un círculo enano, y un cilindro con túnica. Soltó una carcajada, y volvió a cerrar los ojos.

Si no fuera que se sentía mal, muy mal, pensaría que había comido las setas alucinógenas que consumía con su hermano cuando festejaban un buen trabajo.

No se había perdido palabra, sólo que las  había escuchado como dentro de una cacofonía de colores y formas. Sí, así de extraño se sentía el mediano.

-¿Dijo... di...jo... "La in...trép...pida co...fradía..."- preguntó levantando cabeza -¿La que... li...li...lidera Gron... Gronkar len... lengua de plata?-

Poco a poco iba recorrando algo de su lucidez... entre formas geométricas danzantes.

Sin bajar de todo la guardia, y maldiciendo los juanetes que le estaban matando, Tukk se dispuso a sentarse junto a la pared. Indicó a Sonrri con un gesto que no se separara mucho y dejó su pico bien a la vista para disuadir cualquier intento de acercamiento de la parentela del auténtico Bertoldo. Rescató una pizca de queso de uno de sus bolsillos y rumió un poco su malestar mascando bajo el bigote. Aquello no le gustaba nada, tendrían que encontrar esa sala secreta del Geómetra antes de que le les explotase la cabeza en coloridos fragmentos poliédricos. No era el final apropiado para un Sorenson, ni para nadie en relidad. Observó a sus compañeros en silencio mientras masticaba el trocito de rancio queso enano. Después, su atención volvió a Bertoldo de quien no se fiaba un ápice , esperando percibir en algún momento un gesto que traiconase su aparente buen talante con el grupo. 

La noche cerró lentamente su telón de penumbra sobre los salones. A medida que el rey Virutas les guiaba por la caverna, descubrieron que había dos salas* cerca del trono que formaban una cruz. Se asentaron en la de la izquierda. Esta habitación era sustancialmente más cálida y agradable, alfombrada por pieles de alimañas cosidas entre sí y con lo que parecía un jergón de paja.

—Aquí duerme mi hijo, Bertoldo junior —respondió el anciano—. Ahora mismo no está, pero dudo que le moleste. Le gusta deambular por las ruinas. Y sí, es pelirrojo como su padre, pero comparte muchos más aspectos físicos con su madre. Por eso me extraña que le confundieseis con un mediano. Mucho menos con uno tan guapo como yo, claro.

Notaron movimiento a su alrededor. Los estranguladores se movían frenéticamente, sacando basura de la habitación para que pareciese más confortable. Al fijarse detenidamente, podían comprobar que antes de la limpieza debía estar tan desastrosa como el cuarto de cualquier adolescente.

A la tenue luz de los grabados geométricos y los hongos fosforescentes, pudieron distinguir que las paredes estaban decoradas con finos mosaicos donde se representaban dos cíclopes luchando entre sí. Los ojos de las criaturas eran cristales de color rojo engarzados en la piedra.

Cuando la sala estuvo impoluta y relativamente perfecta para los huéspedes, Virutas les dejó privacidad para que pudiesen descansar adecuadamente. Pese a la aparente hospitalidad, no olvidaban que se encontraban a merced de un ejército de seres de la infraoscuridad y que probablemente bastaría con un gesto de Bertoldo para que les liquidasen. Por suerte, un nuevo día amaneció en las ruinas sin que ninguno de nuestros héroes sufriese más percance que el de la espantosa maldición geométrica.

* * *

A la mañana siguiente…

Los motivos geométricos de las paredes bañaron la habitación con una luz rosácea. Desde la habitación podían oír los pesados ronquidos el rey Virutas, destacando como una tuba de latón entre los cuchicheos de sus leales súbditos.

El amanecer de dio de bruces contra los ojos de los cíclopes, cuyas pupilas de cristal parecían brillar con luz propia. El ojo experto de Tukk determinó que no se trataba de ningún rubí, aunque sospechaba que el geómetra no habría puesto un detalle tan superfluo cuando toda la decoración de las ruinas parecía tan pragmática.

Tukk se despertó como su una mula le hubiera coceado durante la noche. Su cara y sus exabruptos en enano dejaban claro que no había descansado nada bien. Había tenido sueños extraños que no acababa de recordar y le dolía la espalda por el frío y una mala postura durante la noche. Aquellas ruinas cada vez le gustaban menos y para colmo de males el sueño no había conseguido desterrar el insidioso dolor de cabeza. Con el pelo alborotado, se irguió y se puso la armadura sin dejar de refunfuñar antes de hacer nada más.

—Buenos días a todos, por decir algo —gruñó—. Estas cosas no nos han devorado durante la noche, ya es algo, aunque a lo mejor deberían haberlo hecho —dijo llevándose la mano a la espalda con una mueca de dolor—. Recojamos el campamento y veamos el mapa que Bertoldo nos prometió. 

Bufó y se ordenó las barbas tras echarse algo de agua fresca a la cara. Rescató algo de queso rancio de alguno de sus bolsillos y se lo metió en la boca por todo desayuno.

Los ronquidos de Bertoldo no dejaron a Snorri descansar muy bien, además de que el mago no estaba acostumbrado a dormir a la intemperie. Cada vez que conseguía encontrar una postura cómoda y estaba a punto de quedarse dormido, un fuerte ronquido del mediano le desvelaba completamente. Tardó un buen tiempo en lograr conciliar el sueño, moviéndose de un lado a otro, colocándose de lado, bocaarriba, del otro lado y vuelta a empezar. Sus pensamientos, además, tampoco le ayudaban a conciliar el sueño. Parecía como si su cerebro hubiera decidido tener más actividad que de costumbre, recordándole situaciones pasadas, misterios por resolver en aquella aventura y una buena cantidad de figuras geométricas. Finalmente, el mago terminó durmiéndose por puro aburrimiento.

Franerick se despertó con mucho dolor de todo tipo. Se sentía mal descansado, veía formas geométricas danzando a su alrededor, y sentía mareos que venían y se iban.

¿Alguien le había respondido lo que había preguntado? No recordaba mucho lo que había sucedido, pero había una idea persistente que quería hacerse paso entre tanta distracción, pero no lograba ver la luz. ¿Qué era?

-Bertoldo... Bertoldo... ¿qué le pasó? Está viejo...- dijo el mediano, intentando sentarse, aunque sentía un mareo que lo hizo volver a recostarse -No es otro... es él...- masculló mientras se llevaba una mano a la cabeza.

Talan se despertó aun machacado por el malestar y la fiebre. Tardó mucho más de lo habital en poder focalizar la vista y en situarse en aquel curioso ... no sabía bien como llamarlo, si palacio o prisión. Siguiendo las sugerencias de Tukk, se puso en pie para ayudar a recoger el campamento y prepararse para el nuevo día.

El rey Bertoldo se encontraba repantingado en su trono, organizando a sus súbditos. El mediano había aprendido a chapurrear el extraño idioma de los estranguladores. Al acercarse podían escuchar cómo ronroneaba su falsa joroba, donde se ocultaba su inusual esposa.

Saludó con un gesto desganado a los aventureros.

—Buenos días, maeses. Espero que la habitación fuese cómoda a pesar de la escasez de mobiliario. Ahora que tenemos algo de luz podemos ponernos manos a la obra.

De una bolsa de cuero que había visto años mejores, sacó tres hojas de pergamino que contenían el mapa de las ruinas. Este consistía en unos planos de la torre que habían sido cuidadosamente trazados, sobre los que Bertoldo había garabateado dibujos en los márgenes y pequeñas anotaciones*.

—Encontré estos planos hace años. Me he tomado la libertad de "decorarlos" y actualizarlos un poco. Hay habitaciones a las que no he podido acceder por culpa de la abominación y el resto de sirvientes grotescos del geómetra. Espero que os sirva de algo. Si queréis encontrar algo que os ayude con la maldición os sugeriría el laboratorio de la primera planta o la supuesta sala de invocación, aunque jamás he logrado acceder a ella. Debe haber alguna entrada secreta, pero llevo años aquí y jamás la he visto.

Tukk sacudió un poco a sus compañeros para ayudarles a ponerse en marcha. Una vez todos reunidos en torno a los mapas el enano enarcaba una deja y torcía el bigote como si tratara de desenmarañarlos en su cabeza, no sin esfuerzo.

—Vale, muy bien —dijo por fin—. Yo diría que antes de volver a la primera planta deberíamos tratar de buscar ese acceso a la Cámara de Convocaciones, si es que está ahí.

Convencido de sus palabras se dirigió a la pared del altar y se dispuso a buscar cualquier indicio de una puerta oculta o algún mecanismo inusual. Era normal que un halfling viejo, obeso y vicioso no hubiera encontrado nada, pero él, ah amigo, él era un Sorenson y si había un puerta secreta en piedra la encontraría.

—Debería ser por aquí, sí —mascullaba para si mientras revisaba concienzudamente la pared.

Al mediano le gustaban los mapas, pero aún más le gustaba recorrer lo que mostraban los mapas, así que los revisó y gracias a que tenía buena memoria para orientarse y lo que veía, se acercó al viejo Bertoldo.

-¿Puede ser que haya mencionado a "La intrépida cofradía del acero templado"? ¿Conoce a Gronkar Lengua de Plata?- no sabía si adelantarle que era su hermano, y que había venido en su búsqueda, y que esperaba que lo siguiente que había escuchado no fuera verdad, o fuera otra la cofradía... o tantas otras cosas que no quería relacionar con encontrar a su hermano muerto.

Pero calló. Su hermano siempre le repetía que había cosas que era mejor aguardar al momento preciso de decirlas, y no antes, como solía hacer el mediano.

No entendía qué podía haber sucedido, pero sí le parecía extraño que justo un Bertoldo mencionara a la cofradía, y que pareciera que era el mismo que buscaban, pero más viejo. Básicamente... no entendía, y necesitaba preguntar.

Snorri tuvo uno sueños extraños en los que caía incesantemente por los salones verticales hacia el abismo atravesando triángulos imposibles que parecían enlazados con el siguiente a través de uno de sus segmentos. Snorri se despertó varias veces, pero cada vez que volvía a dormirse regresaba a aquella caída sin final hasta que finalmente Tukk le despertó de una sacudida. Hubiera tomado a mal que le importunaran de esa manera para sacarle del sueño de no ser por lo agobiante del mismo.

Mientras se despejaba, y comprobaba por él mismo que el suelo era firme y carente de triángulos extraños, escuchó como Tukk proponía continuar investigando los Salones Verticales en la sala de invocaciones, lo que hizo que el mago se temiera que al enano le diera por abrir cada puerta que encontraran a su paso.

-Debemos deshacernos de esta maldición. Ese debería ser el primer paso. Luego encontrar a Bertoldo... al Bertoldo que nos robó nuestras cosas - se corrigió al caer en la cuenta de que su anfitrión recibía el mismo nombre, - y largarnos de aquí. No tengo mayor interés en descubrir que hay en este lugar más allá de eso. Aunque si quieres empezar por la sala esa para no tener que volver luego, me parece estupendo.

Snorri estudió los mapas del Bertoldo viejo mientras el enano buscaba una entrada secreta. Le llamó la atención una anotación en particular que advertía de no entrar a una determinada sala situada junto al lugar donde acababa lo que caía al foso según el mediano. Bertoldo había advertido del peligro en cuestión de cada sala que aconsejaba evitar excepto en esa. Lo que levantó la curiosidad del mago.

-¿Por qué ha puesto "no entrar" aquí. ¿Qué peligros esconde esta habitación?

Tukk examinó con detenimiento el muro detrás del trono mientras el resto de sus compañeros hablaban con el rey Bertoldo. Los ecos de su conversación resonaban por toda la caverna, amén de los siseos de los estranguladores.

El mural era bastante antiguo y había sufrido un notable desgaste debido al tiempo y los temblores de tierra. El último parecía haber tenido lugar recientemente, probablemente el que había causado la fisura. Coincidía con el hecho de que algunas de las anotaciones del mapa fuesen algo más actuales.*

No obstante, había algo que escamaba al enano. Las composiciones geométricas del mural parecían incompletos. Al principio lo pasó por alto achacándolo al desgaste natural de la roca, pero ahora notaba claramente que era deliberado. Había algo oculto y con lo que sabían era plausible que se tratase de algún tipo de ilusión óptica.**

Ilusiones ópticas, ilusiones ópticas… ¿Cómo podía haber escondido el geómetra algo en el diseño del mural para que estuviese a simple vista? ¿Tal vez requiriese de un instrumento específico para ver la entrada oculta? De pronto se fijó en algo inusual. A excepción de los cíclopes que había en la habitación roja, toda la decoración que habían visto era prácticamente monocroma. Sin embargo, en aquella pared había rastros de pigmentos carmesí y turquesa. ¿Y si Bertoldo había tenido la respuesta delante de sus narices todo aquel tiempo? ¿Y si solo era necesario contemplar la obra desde un prisma diferente?*** 

Mientras Tukk se alejaba para examinar el mural del fondo, el rey Bertoldo trató de responder a las preguntas de los aventureros.

—¿Gronkar Lengua de Plata*? ¡Pues claro que lo conocía! Era mi querido compañero de aventuras. Lloré mucho su pérdida. La última vez que lo vi fue cuando cayó con el resto al foso, cuando huí como el cobarde que soy. 

Bertoldo Virutas se enjugó un par de lágrimas que habían empezado a brotarle. Franerick pudo notar una sombra de arrepentimiento acechando en sus ojos y ahogándole la voz.

—Ojalá hubiese podido hacer más. Pero me dio miedo y la puerta estaba demasiado cerca… Ni siquiera llegué a encontrar ni rastro de su cuerpo cuando descubrí la sala en la que termina todo lo que cae en el foso. Tampoco pude ver su rostro en…

Se le cortó la voz. Cuando Snorri preguntó por las habitaciones garabateadas con advertencias, aprovechó para cambiar de tema.

—La sala de los cadáveres es horrible, pero justo a los lados están las peores habitaciones. En el horno habita una criatura siempre hambrienta hecha de fuego. En la otra vera, donde parece que hay varias salas, no llegué a entrar. Sospecho que son habitaciones o celdas, pero no lo sé con seguridad. Cada vez que me acercaba salían los espantosos siervos del geómetra. Y al verme siempre llamaban a la abominación, el coloso que conoce mi nombre y que desea mi muerte.

Franerick se quedó helado con las palabras de Bertoldo. Por más que habiendo pasado tanto tiempo era de esperar que le hubiera sucedido algo, la voz de su hermano en aquel pozo le había dado esperanzas. ¿Y si había logrado entrar a alguna cámara? ¿O estaba prisionero?

-¿No hay calabozos aquí?- preguntó el mediano -Porque escuché su voz, lo sé, era él, justo cuando pasamos por el pozo- comenzó a inquietarse nuevamente, y el malestar corporal parecía doble en ese momento -¿En dónde se podría ver su rostro? ¿Y si está vivo? No puedo dejarlo aquí... ¡es mi hermano!-