Partida Rol por web

Aprovechadla bien dice... Jo, ¿en media hora qué se puede hacer interesante? Lucía miró a los niños que seguían saltando a la comba y decidió que, para el tiempo que quedaba, jugaría un poco con ellos. Así lo más seguro era que a la hora de comer tendría mucha más hambre... sólo esperaba que no pusieran verduras.

- Me voy a jugar un ratito a la comba.

Fue mi despedida de los chicos con los que había intentado una aventura que había salido tan mal. A ver si por la tarde en el concurso se le daba mejor... ya que las manualidades le gustaban mucho esperaba hacer un buen papel, aunque todavía no sabía la figurita que iba a hacer.
 

- Vaya rollo... musitó Guillermo una vez salvada la vigilancia de la sargento Laura.

Una vez dentro del recinto se paseó con las manos en los bolsillos dando patadas despreocupadas a piedras, plantas y fauna que encontró en su indolente caminar.

- Encima tengo hambre... pensó Guillermo. El aburrimiento siempre le causaba ese efecto., y la perspectiva de una tarde de manualidades soporíferas no ayudaba en nada al rugido de sus tripas.

Lo del pico Tres Mares sonaba bien; claro que no sería una aventura en toda regla, ya que los monitores amenizarían la subida a los chicos (¡puajj..!) y amenazarían con un castigo a quien intentara repetir la frustada escapada que los chicos intentasen. Uzo estaba un poco cansado, sobre todo por eso de escalar y "pegar un brinco" hasta el otro lado de la vaya, asi que decidió ir a su cuarto a por un libro y salir al jardín a leer...

José entro en el recinto cabizbajo,  gracias a los monitores, su aventura había terminado casi sin ni siquiera comenzar. Cuando entró vio a Felipe, que pese a sus esfuerzos, aún no había atrapado a la musaraña.

Una vez conseguido un nuevo objetivo, y como por arte de magia, se olvido del fracaso anterior y se lanzó a correr tras ella junto a Felipe, si la atrapaban y conseguían atarle un cordón de zapatilla alrededor del cuello para pasearla un rato por el comedor, serían los reyes del campamento. Por lo menos hasta que otro niño hiciese algo digno de mención.

Álica vio como el grupo se deshacía poco a poco ¿pero, pero…. Empezó a balbucear no lo intentamos otra vez? Pero ya era demasiado tarde, todos se habían marchado a hacer otras cosas. Rajado, con un fallo se desmoralizan. La niña se marcho dando patadas a las piedras en dirección a su habitación en busca de alguna lectura interesante que no fuera ese fraile gordo y estúpido llamado “Fraiperico”

Los niños no tardaron en sumirse pronto en otras actividades, llegando a olvidar incluso la frustración por haber intentado escaparse y no haber podido. No tardaron en sumergirse en la lectura, en los juegos, las carreras y demás cuando de pronto sonó la alarma para ir a comer. Fue una suerte, porque justo en ese momento comenzó a llover con fuerza, pese a que había muchos espacios entre las nubes que hacían brillar el sol con fuerza. Llegaron corriendo para no mojarse y se encontraron con un plato de pasta con mucha, mucha verdura cocida y salsa de tomate; huevos rellenos y un flan de postre. Las jarras de agua con trozos de limón dentro coronaban, como siempre, las mesas. Marta estaba con un uniforme y cara de cansada. Ya no parecía triste y como se la pudo oír comentar solo quería comer y echarse una siesta.

Cuando terminaron de comer, los monitores dieron cuarenta y cinco minutose descanso antes de encontrarse todos bajo el viejo roblón, para comenzar la competición de figuras de arcilla. La lluvía continuaba, aunque ahora más suavemente. No tardaría en parar de llover.

¿Y qué podría crear Uzo? Pese a que le gustaba la pasta y los huevos rellenos, comió poco, y jugó demasiado con la comida, pues estaba pensando ya en la competición de figuras. Pensó en hacer un pequeño batman (como ese personaje de cómic), pero no se acordaba muy bien cómo era su traje; pensó también en hacer al burro de Juan Ramón, ese tan blandito y tan dulce, pero, a fin de cuentas, parecería un animal normal, sin nada de extraordinario (¿Cómo podría hacerlo con barra siendo todo de algodón?), y fue entonces cuando decidió asomarse a la ventana de su cuarto (una vez que subió a él), para otear vagamente el horizonte en busca de algo... ¡Ya se! -pensó el chaval recordando las viejas tardes de pesca con su padre-.

Y se tumbó en la cama, con las manos entrecruzadas tras su cabeza, y mirando al techo comenzó a sonreir. Parecía ya tener claro qué intentaría diseñar en la competición.
 

Pese a no haber podido atrapar a la musaraña se lo había pasado en grande, correr le divertía, pero a decir verdad no había nacido para eso. Cada carrera que había dado en persecución del animalillo había terminado con José apretándose las costillas debido a un ataque de flato, de todas formas en cuanto se recuperaba un poco volvía a lanzarse a la carrera para acabar exactamente igual que la vez anterior.

La pasta con tomate le encantaba, pero no las verduras cocidas, como decía su padre era mejor darle esas verduras a las vacas que luego ellos ya se las comían y asunto concluido, así que hizo todo lo posible por dejarse la mayor cantidad de ellas en el plato.

¿Cuarenta y cinco minutos de descanso? - Qué iba ha hacer en todo ese tiempo se preguntó, no podía volver a salir pues aunque cada vez con menor intensidad seguía lloviendo. Pasar cuarenta minutos viendo llover a través de la ventana era más parecido a un castigo que a un rato de diversión. Al final decidió pasar el rato practicando con las canicas.

El ejercicio de saltar a la comba había conseguido que le entrase el hambre, y a pesar de que entre los platos que había ese día también estaban las temidas verduras, comió con ganas aunque algunas las apartó a un lado del plato. Seguía lloviendo, lo que quería decir que no podían salir al exterior, y eso significaba aburrimiento y más aburrimiento.

Bueno, siempre puedo subir al cuarto y leer un poco, quizás así se me ocurra algo interesante para hacer con la arcilla esa tarde.

Y tal y como lo había pensado así lo hizo. Cogió el libro que ya había empezado, "Los Cinco en El Cerro del Contrabandista", y se enfrascó de tal manera en la lectura que el tiempo pasó mucho más rápido de lo que había pensado.

Uy, voy a llegar tarde a la competición. Cerró de golpe el libro y salió pitando hacia el viejo roblón.

Guillermo satisfizo su hambre con una dosis extra de huevos rellenos, no dejó de llenarse los carrillos durante toda la comida. Se notaba débil por el esfuerzo realizado, o eso quería pensar. Cuando llegó el flan anduvo atento para conseguir otro más de un niño diabético que tenía controlado desde que llegó al campamento.

Con la barriga bien llena se fue lentamente caminando al roblón y allí se sentó entre las raíces acomodándose hasta que comenzara a llegar el resto de niños.

La niña escuálida comió sin ganas, los macarrones le gustan pero las verduras no, aunque su madre dijera que eran muy sanas sabían a rayos. Miro al grupo que había intentado la huida, todos habían abandonado ya la idea de otra intentona, además en 45 min no tendría ni tiempo de llegar a la valla y mucho menos con el chaparrón que estaba cayendo. Esto es como una cárcel o mejor dicho como un castillo lleno de guaridas que intentan que no escapemos.

La niña iba a proponer la ida de ir a la caseta de la piscina a ver los murciélagos, pero antes de que pudiera decir su idea varios de los chicos se habían marchado a sus habitaciones. La niña subió a su habitación a buscar algún libro que tuviera una buena ilustración de un murciélago.

Poco a poco, los niños fueron llegando a las cercanías del roblóin. Guillermo llevaba un tiempo allí, y el rocio del árbol provocado por la lluvía le había empapado el pel. Los otros niños habían esperado en las habitaciones y estaban completamente secos, pues el chaparrón había cesado, dejando la hierba verde y brillante y el cielo de un vivo color azul. El suelo estaba empapado pero los monitores pusieron por el suelo esterillas y mantas para que los niños se sentasen sin mojarse. Tras repartir un buen montón de arciulla para cada niño, Javi se sentó en el centro, el monitor era el encargado del taller de aquella tarde y vestía con una camisa blanca   corta y unos pantalones vaqueros haciendo que alguna de las niñas mas mayores suspirasen mirandolo.

Bien chicos. Modelar arcilla es muy fácil, pero modelarla bien es algo más  complejo. El monitor sonreía mientras masajeaba con las manos la tierra rojiza  se pringaba las manos.— Lo primero es, con las manos húmedas cortar la arcilla y despues masajearla bien. ¿Veis? Así ¡¡Muy bien Lucia!! Lo vas pillando. Imaginaos que estaís amasando harina para hacer pan o galletas. Pues parecido. despues podeís empezar a trabajar y darla la forma que queraís. Es mejor partir de una fomra básica. Por ejemplo...yo voy a hacer un trastorlillo así que partiré de una forma oval. Cuando tengamos las figuras listas las meteremos en un hormno para secarlas. Y la figura que mejor esté se llevará una figura hecha por mí. ¿Sabeís quienes son? Bueno...MIentras trabajamos os contaré la historia ¿Vale?

El premio merecía la pena. Todos sabiaís que Javi hacía unas figuras chulisimas y que además las pintaba muy bien.

Lo cierto es que tenía algo en mente que intentar moldear, pero no fue hasta bien entrada la historia de los Trastolillos que Javi les contaba cuando Uzo empezó, pues estaba absorto en conocer qué eran esos seres. Realmente le parecían muy simpáticos, y a punto estuvo de hacer él otro también. Sin embargo, tras cortar los trozos principales de arcilla, decidió que intentaría hacer lo que ya había pensado. Cuando comenzó a moldear los trozos cual rodillo y masa de pan, un extremo siempre se le hacía más largo y delgado que el otro (y eso que Uzo "modelaba" a dos manos), y aquello fue la prueba de que hacer figuras de arcilla (figuras buenas y bonitas) no era del todo fácil.

Sin decir nada comenzó a hacer un figura: una cola, unas pequeñas aletas... ¡los ojos! Ojos saltones, y por supueto la forma de unas branquias laterales. Uzo iba mucho a pescar con su padre, y decidió hacer un pez bastante grande, aunque pensó que no tendría arcilla suficiente para hacer cada una de las escamitas del animal, y se enfurruño un poco. Claro que, luego pensó en otro animal: a veces, su padre y él llevaban la captura del día a su abuelita, pues le gustaba mucho el pescado a la plancha. Y cuando iban a verla Uzo siempre estaba contento, porque, aparte de visitarla, le gustaba tocar a Luna, la vieja gata de la abuela. Luna, chupaba las escamas y espinas de las capaturas mejor que nadie (y luego se las comía); era una gata muy agradecida.

¡Eso es! -pensó Uzo-. ¡Voy a hacer a Luna! -y comenzó a moldear lo mejor que pudo...-:

Guillermo se puso perdido durante todo el proceso de modelado, como no tenía claro qué diantres quería que saliera de sus manos no hizo más que dar palos de ciego y al final se dejó llevar por su instinto. Entre sus manos fue creándose una imagen harto reconocible para él: un tricornio. Una forma sencilla pero lograda, con las dimensiones correctas y brillante como si fuera recién salido de fábrica.

Orgulloso, Guillermo admiró su trabajo mientras el resto de niños terminaba.

El tema de las figuras no se le daba especialmente bien a José, lo único que le salía a la perfección era los ceniceros, pero aquello era un concurso y no podía hacer un cenicero como los que hacían en el colé para regalar en el día del padre.

Al final se decidió por un oso amoroso, como esos dibujos de la tele donde salían esos ojos de peluche con dibujos en la tripa.

Alicia cogió un puñado de arcilla y comenzó a hacer el torso, que era un simple cilindro; luego añadió un pelota que haría las veces de cabeza, para que la escultura quedara más graciosa añadió un morrito de cerdo, o eso era lo que parecía; un par de colmillo en la boca; un par de orejas, ahh, y casi se le olvida un par de ojos grandes y graciosos. Las patas junto con las alas fue lo más complicado y lo que más tiempo le llevo, pero tras varios minutos de trabajo quedo satisfecha con el trabajo realizado. Realmente la escultura se parecía a un murciélago con las alas extendidas, pero ya no le quedaba tiempo para hacer el árbol del que colgara boca abajo.

De repente una pregunta le vino a la mente a la niña, ¿los murciélagos tienen cola? Era una pregunta estúpida, pero la niña no estaba segura, los murciélagos eran mamíferos como los gatos, y estos tenían cola, pero también había mamíferos sin cola. Alicia se quedo pensativa.

A Lucía le estaba gustando trabajar la arcilla, la sensación de sentirla entre sus manos y poder crear algo de un simple trozo de barro la fascinaba. Comenzó a hacer algo parecido a un pajarillo con las alas extendidas, pero lo mejor de todo había sido escuchar a Javi alabando su trabajo. Eso sí que le daba ánimos.

Poco a poco la figura iba tomando forma, quizás no la que Lucía tenía en mente pero sí se podía ver que se trataba de un pájaro.

Enrique comenzó a hacer una maravillosa escultura. Era la torre Eiffel:magnifica, grandiosa, con la punta perfecta... perfectamente desigual, con los palitos atravesando la torre semidestrozados ¡y todo eso antes de meterlo en el horno! Pero enrique no era tonto por lo que hizo una masa informe, le añadió un agujero y añadio con aire de superioridad

Es una escultura de Chillida

Los demás niños continuaron haciendo sus figuritas, entre ellas destacaban una curiosa y hermosa serpiente con una cresta de gallo, que Enrique reconoció rápidamente como un basilisco de la mitología local (maldito Enrique, lo sabía todo), un barco pirata y una tortuga. Los mas sencillos eran una vela, una mariposa y un muñeco de nieve. Un chico que venía de Soria, con sentido del humor había hecho un paraguas, mientras explicaba que es que allí si que hacía falta protegerse de la lluvia.Sin embargo, finalmente el murciélago de Alicia había ganado.