Partida Rol por web

El contrabandista empujó al doctor escaleras arriba como si fuera un parapeto detrás del que protegerse. A su espalda Raynan le habló, cambiando el plan que había propuesto entre Johanna y él.

-¿Tan pronto te sublebas contra mí y mis decisiones? -inquirió eAnzak sin mirarle, pero en su cara había una enorme sonrisa traviesa.- Es broma, chaval. Ya sois mayores Johanna y tú para sber lo que tenéis que hacer y qué es lo mejor para el grupo. 

-Cuando acabes con el ascensor sube para conectarte a la consola... pero ten cuidado a lo mejor no se han acabado los tiros -dijo sonriente Anzak mientras subía y empujaba al doctor escaleras arriba. Un brillo acerado se marcaba en sus ojos, denotando la firmeza del humano sin importarle jugarse su pellejo.

—Los putos niños están bien y si vienen refuerzos y asaltan el hangar no les harán nada. Son mano de obra y no una amenaza. Vendrán a por nosotros y en la medida que los niños estén con nosotros estarán en peligro. Deja a los niños en paz y vamos los seis para arriba. El que se despiste, pierde... y ya sabemos lo que implica perder en estas circunstancias.

Klee habló rápido y sin ambages. Como solía hacerlo. Y aún a pesar de que lo que hacía era, como no, protestar y reconducir las indicaciones de Anzak, no dudó un instante de ocupar su puesto en la formación y aprestar su blaster pesado. Una cosa es que dé la brasa y otra que no vaya a matar a cualquiera que se ponga por delante.

—Vamos... —berreó sin mediar más preludios.

Anzak empujó al doctor hacia las escaleras y le obligó a subir mientras le seguía por detrás con el arma apuntándole en la nuca. Klee era el tercero y cerraba la marcha Raynan. Johanna agrupó mientras tanto a los niños en la otra cámara, donde estaba encerrado el doctor y bloqueó la puerta que daba al hangar.

-Aquí estaréis más seguros, no os mováis hasta que vengamos a buscaros.

Las escaleras subían dos tramos hasta que desembocaban en un pasillo. Era sin duda unas dependencias de administración. Se veían cubículos acristalados con monitores y terminales, el suelo estaba embaldosado con elegancia y la iluminación era cálida. Se encontraban en un pasillo que desembocaba en una intersección en forma de "T". A izquierda y derecha desde ahí se iba hacia la zona de oficinas. Justo frente a ellos estaba la sala de seguridad, ahora abierta. Tres hombres estaban posicionados allí, armados con blasters y apuntando al grupo.

-¡Soltad al doctor y no os pasará nada! -gritó el que parecía el capitán.

Anzak obvió el comentario de su socio y siguió subiendo empujando al doctor. Tenía razón en que seguramente a los niños no les harían nada, pero no quería que entrasen sin más en aquella sala, así que había que dejar a alguien que vigilara y mantuviera a raya a quien quisiera entrar.

Al llegar a arriba había un comité de bienvenida esperándoles, algo que el contrabandista suponía que ocurriría. El humano, bien parapetado en la espalda del doctor, sonrió y les habló.

-Bueno, yo lo veo de otra forma, soltad vosotros las armas y no os haré daño a ninguno... empezando por el doctor, claro -terminó diciendo para que se dieran cuenta de que se cargaría a la pieza básica que transformaba la especia y que era básico para su negocio-. Os juro que no quiero estar en este sitio más de la cuenta. Así que si todos colaboramos en poco tiempo nos habremos largado. Hemos venido a buscar a un niño, en cuanto lo tengamos nos iremos. Es solo un niño. Lo cogemos y cada uno a lo suyo -mintió el contrabandista. Quería hacerles ver que la negociación era posible y que creyeran que con solo entregarles a un niño todo estaría solucionado. Era algo que se podían permitir.

-¡Venga, tirad las armas! -ordenó a los tres tipos que había allí.

Ray subió el último del grupo por las escaleras, haciendo caso omiso a lo de coger un arma ¿qué iba a hacer con ella? ¿matarse a si mismo?

Al encontrarse con el equipo de seguridad que pedía su rendición maldijo por haber gastado la granada aturdidora aunque... bien pensado, eso les había dado tener en su poder al doctor.

La amenaza de Anzak parecía convincente pero la pregunta era ¿aquellos tipos valorarían la vida del doctor por encima de sus posibilidades? Era bastante difícil.

Se mantuvo alerta hacia la parte de abajo, por si acaso les venían los problemas del lado que menos esperaban.

Los guardias no se inmutaron ni un ápice ante la amenaza de Anzak. Siguieron apuntando al grupo con mano firme. El doctor sudaba pero no se movía ni un milímetro por si todos se ponían a disparar.

Entonces otro hombre apareció desde una de las esquinas. Iba vestido también como el resto de guardias, pero tenía una insignia en uno de los hombros. Sin duda era el que comandaba toda aquella tropa.

-Amigos, creo que esto se nos ha ido un poco de las manos a todos ¿no? Os diré lo que vamos a hacer. Vais a largaros de aquí en el cacharrito en el que habéis venido. Dejaréis aquí a los niños y al buen doctor y nosotros, en cambio, no os acribillaremos. Me parece que no sabéis con quién os estáis metiendo al haber irrumpido así, aquí ¿Qué pretendías? ¿Vais a acabar con todos nosotros? ¿Y luego, qué?

El joven ingeniero no sabía muy bien qué podía hacer en aquella situación. El tipo aquel de los galones no parecía ser un cualquiera... si no el típico veterano curtido al que las bravatas le podían dar igual. Y es que en esa situación igual hasta el doctor era prescindible.

Lanzó una vistazo al tipo desde detrás de sus compañeros para ver si podía entender la expresión del tipo, pero lo cierto es que él siempre se había llevado mejor con las máquinas que con las personas... y mira que había hecho intentos por mejorar aquello.

Tras aquello observó su entorno para ver si podía indicar a sus compañeros una mejor forma de sacar partido a la situación...

—¡A tomar por culo!

El ambiente estaba calentito y los ánimos de los contendientes parecían una olla en ebullición. Aquel tipo que parecía un sargentillo chusquero de la guardia de aquel garito los tenía bien puestos, pero era un farol y a alguien tan vil y taimado como Klee no se le iba a pasar por alto. ¿Cómo si no se explicaba que no hubiese empezado a disparar como un loco? Aquella cara de póquer podría valer con un aficionado, pero el piloto ya estaba bien curtido en timbas de dudosa índole como para saber que, por mucho que lo intentase, la mano de aquel tipo era débil. Apenas había tres blásteres del otro lado mientras que aquí...caramba, solo dos. Pero usar al doctor como cobertura también contaba.

Así que tras su voz chillona dando por zanjada la fase de negociación, el blaster pesado de Klee disparó con determinación sobre el jefecillo de aquella escuadra. Si Anzak no le echaba huevos al asunto y seguía allí pretendiendo que se rendirían con el poder de su mandíbula cincelada, estaba listo.

Anzak miró al sargentucho chusquero que les salió para darles el alto. En todos los sitios había un hombre, encargado de la seguridad de un garito, que se ponía chulo y pretendía dárselas de tipo duro. Lo malo es que realmente solían ser duros, lo bueno es que tras descubrirse, si acababan con él los demas se hacían caquita y se rendían más fácilmente.

Con esto en mente la siguiente jugada del contrabandista era clara, pegarle un tiro. Pero Klee, que de aguante siempre iba justito, hizo lo que él iba a hacer. Sonriendo Anzak siguió con su plan.

-¡No estamos para más gilipolleces, ni más intentos de que nazca un héroe entre vosotros! ¡No os lo voy a decir más, tirad las jodidas armas y tumbaos en el suelo boca abajo con las manos en la espalda! ¡¡YA!!

Anzak sabía que era mejor no tener que disparar más pues se arriesgaban a que alguno de ellos pudiera acertarles.

Klee era un hombre de gatillo fácil. Por eso cuando el sargento les interpeló de aquella manera casi condescendiente, el rodiano pensó que aquello ya era la gota que colmaba el vaso. Apuntó casi sin pensar y abrió fuego con su blaster pesado. El impacto alcanzó al hombre en un lado del pecho abriendo un agujero chamuscado bastante feo. Con un gesto de estúpida sorpresa en su rostro, el humano cayó hacia adelante.

Los otros se quedaron helados. Anzak notó como a uno de los hombres le temblaba ligeramente la mano y aprovechó para volver a pedirles a gritos que se rindieran. Los guardias se miraron entre sí. Sopesando en silencio si cobraban lo suficiente como para jugarse la vida ante aquellos locos. Decidieron que no, puesto que soltaron todos las armas en el suelo y se tumbaron.

Anzak mostraba un rostro de furia asesina, pero todo era pura comedia, por dentro se estaba riendo de lo bien que le había salido la artimaña, aunque hubiera disparado si no hubieran soltado las armas.

Empujó al doctor hacia adelante, sirviéndole de escudo todavía por si se escondía alguien. Cuando llegó a la altura de los tipos, tirados en el suelo fue pegándole patadas a sus armas alejándolas de ellos y luego se cercioró de que no había nadie escondido. Entonces, y solo entonces, soltó al doctor, no de muy buenas formas, pues lo lanzó al suelo junto con el resto de gente.

Luego, poniéndose detrás de ellos para que no le vieran, poniéndoles así más nerviosos, habló a sus compañeros.

PARTE A (si SÍ hay más salas que ver y verificar que no hay más gente)

-Socio, vayamos a ver si hay más gente por aquí.

-Niño, coge un arma de estos tipos y quédate aquí detrás. Si uno se mueve, por poco que sea, lo fríes. No te la juegues, fríelo como al grandullón que se pasó de listo, pues igual.

Cuando Ray se hizo con un arma y se puso en el lugar de Anzak, justo detrás de ellos, el contrabandista miró a Klee y le hizo una señal para que fuera por un pasillo. El iría por el contrario para verificar que en las salas no hubiera nadie más.

PARTE B (si NO hay más salas que ver y verificar que no hay más gente)

-Socio, ayuda a Doc con ascensor, me fio de que se haya hecho con él.

-Niño, haz tu magia. Primero bloquea el ascensor. No quiero sorpresas. Luego cierra la entrada y salida de este lugar....si es que se puede. Y por último mira las comunicaciones.

Tras dar las instrucciones, Anzak se dirigió a los que estaban en el suelo*. Bien, os voy a hacer unas pregustas. Si las contestáis en tiempo y forma no habrá ningún problema y saldréis con vida de esta. Si no... pues habrá que incentivaros de alguna forma, comentó sonriente el contrabandista.

-Primera ¿Hay alguna forma de salir de la mina que no sea el ascensor? Tenéis diez segundos para contestar ¡Diez, nueve,... -Anzak apuntó a uno de ellos, con su bláster en modo aturdir,

Anzak comenzó a dar órdenes con rapidez mientras mantenía vigilados a los que estaban en el suelo. Después le hizo una seña a Klee y se dirigieron a explorar el resto del nivel.

La zona administrativa estaba desierta. Aquellos cuatro seguramente eran los encargados de velar por la seguridad exterior de la mina desde su cubículo. Sin embargo, en la pared del fondo, la norte, había otro juego de compuertas cerradas. El humano y el rodiano convergieron en ese punto desde dos sitios distintos. Después, el capitán presionó el botón que abría la entrada.

Tras las puertas había un amplio habitáculo metálico con mesas grandes llenas de equipamiento para el refinado y procesado de la especia. Una docena de científicos se movían de acá para allá haciendo su trabajo, con mascarillas cubriéndoles la cara, y ajenos a lo que había pasado fuera. Con el ruido de los procesadores y el ajetreo del laboratorio, sumado a la estanqueidad de la habitación, era normal que no se hubieran enterado de nada.

El chico suspiró al ver que todo se había resuelto de la forma más... brusca que podía imaginar. El rodiano le empezaba a preocupar de veras. Tenía el dedo demasiado ligero en el gatillo... aunque acertado.

Al ver que sus compañeros querían irse a explorar y dejarle a él el marrón de vigilar a aquellos dos pobres infelices, puso los ojos en blanco primero, y luego miró al "Capitán" con cara de malas pulgas.

Pero finalmente hizo el paripé. Tomó el bláster, se alejó unos pasos y los sostuvo asegurándose de que apuntaba hacia delante y no hacía si mismo. Por suerte aquellos dos estaban tirados en el suelo y no podían ver la cara de preocupación de Ray.

Mmmmm... este es un modelo sin modificar... ¿tenía seguro no? Si... estaba aqui. Joder Ray, los has reparado o modificado cientos de veces. Sabes para qué sirve cada pieza, asi que no hagas el idiota.

-Ya habéis oído a mi jefe. -comentó con toda la seguridad que pudo reunir- Si alguno intenta alguna bobada, recibe una descarga de bláster... y no lo recomendaría. -se mojó los labios- Es curioso ¿verdad? Cómo la inducción magnética del dispositivo de conversión transforma el gas comprimido en un rayo de partículas capaz de atravesar la carne... aparte de provocar un impacto de unos... mmmm... casi 500 Julios a esta distancia, lo cual suele tumbar al más pintado... salvo que sea un tipo muy, muy resistente o tenga una buena armadura, y yo no os veo ese tipo de armadura, claro...

Mientras seguía apuntando a los dos tipos en el suelo, aquellos tecno-cháchara le ayudaba a mantener la calma... en el mejor de los casos, aquellos tipos pensarían que era un experto en armas -que lo era, pero en arreglarlas- y en el peor, que estaba más loco que el rodiano.

Tras verificar los pasillos y cuartos de oficinas vieron que estaba todo despejado. Pero, al final del pasillo norte llegaron a una puerta blindada. El contrabandista miró a su socio encogiéndose de hombros y accionó el sistema de apertura de la puerta. Cuando se abrió vieron que habían dado con la sala de cocina. Ahí era donde se sintetizaba la droga, con muchos aparatos y una docena de personas fabricándola.

Anzak miró rápidamente buscando alguna salida y al no verla sonrió. Eran ratoncillos que estaban en una jaula y que solo hacían girar la rueda...rueda que, por supuesto, engordaba la cuenta bancaria del matón de turno, en este caso Ferrek. El contrabandista pensó un momento y se encogió de hombros. Volvió a cerrar la puerta y disparó al mecanismo de apertura. No podrían escapar y si lo hacían tardarían tiempo, cosa que ellos no tenían.

-Bueno, creo que estarán con sus cosas un rato por lo menos -dijo divertido. Luego le hizo una señal a Klee para que volvieran a la sala donde habían dejado a Ray.

Raynan compensaba su nerviosismo y falta de entendimiento de armas haciendo lo que mejor sabía: hablando sobre el funcionamiento de las mismas. Entonces escuchó otra descarga de blaster. Pero no oyó gritos de dolor ni disparos de respuesta, así que supuso que todo iba bien. Segundos más tarde regresaron sus dos camaradas.

Cuando sus dos "socios" regresaron, Ray soltó se quedó mucho más calmado.

-Han sido unos chicos buenos y no han querido moverse y probar la física de los blásters, lo que demuestra inteligencia. Bien por vosotros. -se aseguró de que la pistola tenía el seguro puesto y se la guardó en un bolsillo... por si Klee o Anzak le volvían a pedir que hiciera el paripé.

-Supongo que es hora de hacer "mi magia" ¿no? -terminó de decir en un pequeño susurro mientras entraba en la sala de seguridad y buscaba la terminal del ordenador central que controlara todo aquello.

Se crujió los dedos y empezó a teclear... 

-Vamos pequeña, dile a Ray todos tus secretitos, no seas una mala chica... Yo se que estas deseando contármelos -comentó por lo bajo a la nada.

Anzak guiño el ojo a Ray mientras asentía sonriente a las palabras del muchacho. Luego miró a los prisioneros y sin dejarles de poner su mirada en ellos se dirigió a sus socio.

-Socio ayúdame a atarles con cinta adhesiva*, manos a la espalda, pies por tobillos y boca... y si quieres ojos también -pidió Anzak a Klee, dejando claro que no quería decir sus nombres. No quería tener sorpresas y atados les costaría más y al privarles de los sentidos les intimidaría cosa que ayudaría a soltarles la lengua.

-Mira a ver qué hace Doc y si necesita ayuda -dijo cuanto hubieron terminado de atarles-.  Y si no lo ha hecho ella, bloquea el ascensor... no te lo cargues, solo bloquéalo, seguramente lo tengamos que usar para subir a los chavales -matizó a sabiendas de que su socio tomaría la ruta fácil si no le decía nada.

-Bien ahora os toca a vosotros -dijo ya refiriéndose a los tipos que tenían retenidos, tumbados en el suelo-. Quién de vosotros era el encargado de la informática. El que sea que asienta con la cabeza -ordenó el contrabandista apuntándoles con el bláster pesado, volviéndolo a poner en modo aturdir precivamente y sin que le vieran.

Klee estaba a medio camino entre satisfecho y decepcionado. Y aunque puedan parecer estados emocionales contradictorios, así era él... pura contradicción. Por un lado Anzak había decidido, por fin, tomar las riendas del asunto y no dejarse amilanar de nuevo por aquella panda. El rodiano sentía que poco a poco se estaban metiendo en la boca del lobo y que pronto les pesaría gravemente. Y todo por unos críos. Pero al mismo tiempo el liderazgo de su socio resultaba contagioso. Su manera de bloquear la puerta de aquel laboratorio, por las bravas, le sedujo. Y el trato a los prisioneros, si bien no era el que él tenía en mente, no estaba del todo mal. Eso sí... no pensaba callarse y pro eso decidió poner su granito de arena en aquel asunto.

—Ahora mismo... "socio". —El apelativo sonó con retintín. Casi como una burla, pero comedida. Algo para hacerle entender a Anzak que él tampoco tenía la más mínima intención de usar nombres.

Rápidamente empezó a ejecutar aquel trabajo de inmovilización* de los guardias sin escatimar en cinta. Mejor que sobre que no que falte.

—Y, por cierto... —añadió acercándose a las cabezas de ellos para no tener que levantar la voz. —Este sistema de manteneros quietecitos me parece un desperdicio de tiempo... y de cinta. Mi método sería más rápido y eficaz. Si queréis comprobar como de eficaz es mi método solo tenéis que intentar revolveros y acabaréis como el imbécil de vuestro comandante. Así que colaborad, responded a las preguntas y la cosa irá rápida y, muy probablemente, indolora. 

—¿Habéis enviado alguna transmisión desde que estamos aquí? —Preguntó finalmente poniéndose en pie y volviendo a encañonarles con el blaster pesado. —Si tenemos visita todo se volverá mucho más desagradable. Para todos.

Raynan entró en la sala de seguridad y se sentó tras las consolas. Empezó rápidamente a examinar el sistema. El programa de bloqueo de seguridad era bueno, bastante bueno para un puñado de contrabandistas de poca monta, pero él era mejor. No le costó sino un par de minutos acceder al control total de la instalación. Lo podía manejar todo: las barreras de la puerta de entrada, cámaras, compuertas estancas, sistema de refrigerado, ascensores, todo. Demonios, hasta podía sobrecargar los reactores que daban energía a este lugar y hacerlo saltar todo por los aires si quería.

Fuera, uno de los hombres asintió ante la pregunta de Anzak. Se llevó de regalo el no tener la boca amordazada. Cuando Klee preguntó por lo de la transmisión, dijo con voz temblorosa:

-Pues sí... cuando empezó el tiroteo abajo en el garaje, enviamos un... mensaje de socorro a... la base. Ya sabe... a Ferrek. Toda esta operación es suya...

Anzak chascó la lengua al oír al tipo. Había supuesto que habían contactado pero le habría encantado equivocarse. 

-Vale, no queda otra que darse prisa -dijo encogiéndose de hombros y aceptando lo que les iba a venir-. ¿Cuánto hemos tardado en llegar hasta aquí? pues ellos lo harán en una décima parte...

-Tenemos que hacer que los niños de las minas entren en el ascensor e irles sacando poco a poco.

-Tenemos que buscar un vehículo que pueda llevarnos a todos... nosotros y los niños.

-Tenemos que acabar con este sitio y, si puede ser que afecte a Ferrek cuando venga...y que no afecte a sus trabajadores... si puede ser.

-... a ver ¿qué más tenemos que hacer?... 

El contrabandista iba numerando en bajo las cosas que debían hacer mientras andaba de un lado para otro. Entonces se le ocurrió. Bebían buscar toda ayuda que pudieran en aquella estación. Anak se dirigió al tipo que había hablado y le volvió a preguntar

-¿Tenéis alguna cárcel o algo así? Si es así dónde está -preguntó el contrabandista-. Y, otra cosa, cómo hacéis para que suban los niños arriba.