Partida Rol por web

La nave se posó suavemente sobre la arena salpicada de escombros. La plataforma de desembarco bajó con lentitud hasta tocar tierra. Rachas de arena se levantaban de vez en cuando a causa del viento. También traía consigo el olor a humo.

Raynan entró llevando a Anzak cogido del brazo. El capitán cojeaba visiblemente de una pierna pero sonreía satisfecho. Minutos después entró Johanna llevando a la tropa de niños que miraba impresionada la nave. Iban a estar un poco apretados.

Los cuatro amigos se encontraban en la cabina cuando una enorme mujer de piel azulada entró también. Seguramente había sido ella la autora de los precisos disparos que habían eliminado a sus enemigos.

Quedaba ahora la cuestión de devolver a los niños a la ciudad y decidir qué iban a hacer a continuación.

Ray todavía tenía tierra hasta dentro de los calzones. Su último movimiento para fundirse con la duna y que los de aquel esquife no le vieran tenía un coste: aguantar arena hasta en las gónadas.

No obstante, cumplió su función de apoyo a Anzak.

-Eres un maldito loco, pero yo lo soy más por seguirte. -comentó el joven mecánico que aún no se creía el haber salido con vida de todo aquel follón... bueno, lo cierto es que aún no habían salido del todo- Madre de las tuercas, sólo teníamos que hacer algo para conseguir una pieza para tu nave y ahora tenemos la nave llena de niños y ningún viso de conseguir la pieza que necesitábamos para...

La retahíla de protestas se vio interrumpida por la aparición de la enorme ¿chiss? 

La mujer era tan imponente como atractiva... era de esas personas que se veía que tenías que andarte con mucho ojo o acabar, como mínimo, sin dientes.

-Vaya... parece que tenemos una nueva tripulante... -comentó de forma afable sacudiéndose la arena del pelo.

-Eso es, parecer simpático es lo importante... o al menos inofensivo... -pensó Ray.

Klee bajó a la carrera por la rampa de acceso de la Fénix para comprobar que su socio aún estaba entero.

—Jodido loco... —maldijo sin poder borrar la sonrisa del rostro. —Me alegro de verte entero. Bueno... más o menos. —corrigió al comprobar la herida de la pierna de Anzak. —Ya me dirás dónde quieres que descarguemos a toda esta chiquillería. La ciudad no es lugar seguro para ellos y tampoco podemos recorrer la galaxia con la Fénix llena de críos. En fin... tú sabrás. Seguro que alguna idiotez tienes ya en mente aunque lo importante es abandonar el sistema lo antes posible. Ya me contarás cómo te las has ingeniado.

El piloto rodiano reparó en la chiss a quién dedicó una sonrisa aún más amplia así como un guiño de uno de sus grandes ojos morados. Aquellos disparos habían sido sencillamente perfectos. Le congratulaba sobremanera saber que no había errado su ojo con ella. Sin duda captarla como tripulante había sido un acierto total. 

—Por cierto esta es... eh... er... estooo... ¿cómo me dijiste que te llamas? —preguntó sinceramente. El rodiano no era el tipo más educado en esos asuntos. —Yo te di un nombre falso cuando nos conocimos en la tienda de Walburgg, la verdad. Te lo digo ahora que ya sé que eres de fiar. Ya ves... soy un tipo desconfiado. Pero nos hemos ayudado mutuamente y eso me gusta. Vendrá con nosotros hasta... hasta que ella quiera. Es lista y sabe manejar un arma. Por cierto, guapa... mi nombre verdadero es Klee y ellos son Anzak, esa de ahí es Johana, el chaval es Raynan... ¿y tú?

Anzak subió a la Fénix ayudado por Ray y por Klee. Nada más llegar a la zona común, al sofá semicircular, se desplomó y se quedó tirado. Sonrió cuando sus dos compañeros se hicieron eco de su estúpida acción contra los esquifes que le habían costado la herida en la pierna.

Pero la sonrisa se borró al instante cuando apareció la chiss en la habitación. Como si una inyección revitalizante le hubieran puesto, Anzak se levanto y se dirigió hacia la mujer.

-¿Y esta tremenda a la par de bella sorpresa, quién es? -preguntó colapsado por la imponente figura de tez azul y penetrantes ojos rojos.

-Soy Alana. Aunque me podéis llamar Sky. Y eche el freno a las monturas, capitán. No hace falta que se levante, desde ahí me puede ver muy bien.

Después miró al resto de compañeros.

-¿Qué clase de gente sois? No tenéis pinta de esclavistas -dice llevando el pulgar hacia atrás, donde la chavalería exploraba la nave asombrada.

Ray enarcó una ceja al ver que Anzak hacia el amago de levantarse para saludar a la tal Sky, pero luego sonrió de oreja a oreja al ver la respuesta de la chiss. 

-Si me preguntas a mi te diré que somos una pandilla de locos. A cuál peor. -elevó los hombros- Soy Raynan Frek… soy nuevo por aqui también. Iba a prestar mis servicios como técnico y… por el camino me he visto arrastrado a una loca misión de rescate de… estos críos. ¿Esta va a ser la norma “Capitán”? -comentó con cierto rintintín. 

-Igual podemos llegar con los sublumínicos a algún lugar cercano pero… ¿qué vamos a hacer con la chiquilleria? ¿Devolverles a sus casas?
 

El contrabandista se detuvo al instante y levantó las cejas sorprendido ante la fuerza de aquella mujer. Entonces fue cuando la analizó detenidamente*. Se notaba que era una especie de mercenaria o caza-recompensas, alguien con quien debían tener cuidado. Esta gente no se solía relacionar con nadie a menos que tuviera un objetivo y necesitara de más gente o de una coartada.

-No te preocupes que no muerdo -dijo Anzak volviendo a la normalidad, sonriendo y volviéndose a sentar, para que no se notara que estaba analizándola-. Contestando a tu pregunta, he de decir que no, odio a los que trafican con personas... abiertamente, claro, pues casi todo el universo está en una situación parecida a la esclavitud aunque -dijo mirando al suelo algo melancólico, como si recordara algo, pero al memento levantó la mirada y miró sonriendo a los ojos de la chiss.

-Y ahora cuéntanos, ¿qué has venido a hacer aquí?, a éste planeta; y, por supuesto, ¿cómo has acabado en mi nave? -sin que se le notara el contrabandista comenzó a tocarse la pierna dolorida y poco a poco fue acercando su mano a la culata de su bláster pesado. No se fiaba de nadie y menos de una soldado que aparecía de la nada en su nave, aunque le hubiera salvado el culo. Sin duda esa actitud le hacía seguir vivo todavía.

—Pero bueno... —exclamó el rodiano con un chillido agudo. —¿Se puede saber desde cuándo te has subido tanto a las barbas, chavalín? —preguntó inquisitivo a Raynan ante aquellos comentarios que tildaban de chalados a los dos veteranos. —Más te vale atar en corto tu lengua que aquí aún hay rangos y la experiencia es uno y muy importante. Si no te gusta te dejamos aquí en medio del desierto y vuelves a la ciudad andando. A ver si así se te aclaran las ideas.

El piloto gruñó malhumorado y se fue a ver de cerca la herida de su socio. No tenía mala pinta y probablemente tras unos días de reposo quedaría como nuevo. Aunque no sabía si era algo a celebrar.

—Anzak, esta es... ¿Alana? —Klee preguntó ligeramente haciendo memoria y descubriendo con agrado que ella también le había dado a él un nombre falso. Le gustaba sentirse entre iguales y sí, ser un trilero y un tramposo era algo bueno para Klee. —Me ha ayudado no solo a sacar vuestro desagradecido culo —gritó girándose de nuevo hacia el mecánico —del aprieto en el que estabais. También me ha ayudado a conseguir la pieza que la Fénix necesitaba. Y gratis. —puntualizó verdaderamente orgulloso de ello. —Bueno... a cambio lo único que nos pide es que la saquemos de este sistema. Lo que implica que podemos ir a dónde nos dé la gana. Preferiblemente salir de este planeta para no volver jamás a él. No creo que ni la gente de Ferrek ni la gente de Walburgg nos reciban con los brazos abiertos. Eso sí... lo primero en efecto, como dice el chaval, ir a dónde quiera que vayamos a dejar a estos niños y olvidar este tema de una vez por todas. 

-Los niños deben regresar con sus familias. Yo me ocuparé de eso, Anzak. Creo que la vida que lleváis no es para mí. Demasiada violencia. Me quedaré aquí e intentaré que estos chicos encuentren a sus padres.

Estaba escuchando a la tripulación intentando decidir qué hacer, cuando vi el movimiento del capitán hacia su bláster. No necesitaba saber más, era hora de poner las cartas sobre la mesa. Saqué mi bláster sin remilgos y apunté a las partes de Anzak mirándole a la cara.

No se te ocurra hacer ninguna tontería o te quitaré las ganas de ligar para siempre... total no lo necesitarás.

Cuando apartó su mano del bláster, bajé el mío pero no lo enfundé, miré a todos y continué mi exposición.

Tengo un gran dilema y espero que se resuelva de inmediato. Me contrataron para acabar con el tipo de la tienda, el sullustano que os metió en el negocio a cambio de la pieza... si, esa pieza que ya tenéis, gracias también a mí, de nada. Por ese trabajo iba a cobrar 800 créditos de los cuales ya me adelantaron 200, con lo que me adeudan 600. Pero sabía que si además os llevaba conmigo me darían 2000 créditos por cada uno, o 1000 si os llevaba muertos, que también es dinero.

Pero hay algo en lo que coincidimos capitán y es que no todo vale, hasta yo también tengo línea rojas. Y una de esas son los esclavos y los niños. Por ahí no paso.

Que hayan aparecido estos niños os ha salvado la vida. Yo he perdido 600 créditos y un potencial jefe que me diera más trabajo.

Me encogí de hombros y guardé mi pistola bláster en su funda.

Ahora sí que tenemos que irnos y lejos de aquí pues sabed que os buscarán, de hecho pondrán precio a vuestras cabezas...a la mía no, pues yo sí que he hecho mi trabajo, que le ha salido muy barato.

No creo que sea buena idea dejar a los niños en este lugar, pues los volverán a coger como esclavos y las familias tampoco los han buscado mucho, quizás en otro mundo al cuidado de un mayor que les enseñe y eduque... pero lo que digáis.

Ray no perdió detalle de lo que hablaban unos y otros. Enarcó una ceja ante la bravata del rodiano, sin darle mayor importancia pues empezaba a entender que aquella forma de mantener la “jerarquia” y “veterania” debía ser importante para él. Una especie de “ritual”. 

Tuercas y relés. Está claro que ojitos-rojos es de armas tomar. Pensó al ver la reacción de la chiss. Por suerte las cosas volvieron a su “cauce” pero todo lo que dijo a continuación planteaba más y más preguntas. Contrólate Ray… no es momento de ponerse nervioso y hacer preguntas. Eso es. La pieza. La tienen. Haz el trabajo, salgamos de aqui y luego iremos preguntando en mejores momentos.

-Caray Johanna, parece una tarea tediosa pero… creo que lo harás bien -comentó de forma simpática. Se quedaban sin médico pero aquel trabajo parecía más apropiado para la chica y nunca se sabía cuando volverían a cruzarse- En fin, pues si tenéis la pieza que faltaba, me voy a reparar este trasto. Que para eso estoy aqui después de todo ¿no? -terminó de comentar sin perder su sonrisa habitual. 

El contrabandista se quedó quieto, preocupado, sin mover un dedo cuando la chiss le apuntó con su blaster. Luego, con mucho cuidado retiro lentamente la mano de su blaster y las levantó en señal de que se rendía. Al final tenía razón y aquella hermosa mujer de piel azul era más de lo que parecía.

Pero lo que les contó dejó atónito a Anzak y pareció ver una salida al conflicto.

-Así que si te sacamos de este planeta ¿nos perdonas la vida? -preguntó ahora ya sí con una media sonrisa en su cara-. Yo acepto la propuesta, pero que sepas que si vienes con nosotros estarás ayudándonos de alguna forma, o por lo menos conviviendo con nosotros, lo que te haría complice o compañera nuestra y eso pondría en peligro también tu cabeza.

-Y te digo esto porque yo también quiero ser sincero contigo. Me has caído bien y es de ser buena persona advertirte de lo que podría sucederte si vienes con nosotros.

—Así me gusta... que hagamos tratos que nos beneficien a todos. —celebró Klee alzando los brazos y voceando de júbilo. En realidad por un instante se temía lo peor. Ni en sus mejores momentos podría haber hecho frente el botarate de Anzak, con más suerte que talento, a una tipa como aquella que tenía pinta de desayunar tipos como los de aquella nave cada mañana. Y evidente era que Anzak no estaba en ese momento en sus mejores días. Por otro lado, en realidad aquella casualidad de que la mujer adecuada estuviese en el lugar adecuado era demasiado óptimo como para ser verdad, pero eso no le restaba mérito a la serendipia.

—Eso no es problema, socio. —corrigió en seguida al humano. —Y es así porque nadie sabe que ella está con nosotros ni que está saliendo del planeta en nuestra nave. La única persona que nos ha visto juntos es el asqueroso de Walburgg y entiendo que ahora está frito, ¿verdad, Alana? Bien podría ser que ella, tras haber hecho la parte del trabajo que le correspondía hubiese intentado dar con nosotros y no hubiese tenido éxito. La discreción es una buena idea ahora mismo. Por eso propongo hacer lo que sea que vayamos a hacer con los chiquillos y poner varios sistemas de por medio entre esta bola de polvo y nosotros. Y eso implica hacerlo a toda leche. Johana, ¿tu te encargas? ¿Dónde quieres que te dejemos?

-Dejadme en la ciudad. No creo que vuelvan a coger a estos niños como esclavos. Toda la operación ha desaparecido. La mina y la especia han sido destruidas. Ya no hay nada que sacar de allí.

Anzak miró a Johanna pero esta vez no había ninguna sonrisa en su boca. Sabía que su amiga se lo decía en serio y que una vez que tomaba una decisión la seguía a rajatabla.

El contrabandista levantó las cejas y se encogió de hombros mientras suspiraba.

-No te voy a intentar convencer pues te conozco y sé que esta decisión la tienes muy meditada -comenzó diciendo Anzak.- Solo te pido que cuentes con nosotros si tienes algún problema. Acudiremos lo antes que podamos.

-Pero antes de que te vayas, hazme un último favos, cúrame la herida de la pierna... no lo digo por mí , lo digo para que me metas mano y te lleves un buen recuerdo -dijo el humano sintiendo y guiñándole un ojo a su amiga.

Me siento en una de las sillas y reviso los créditos que le había cogido a Walburgg para que pareciera un atraco.

Aunque he perdido 600 créditos, por lo menos algo me he llevado. Aún así me tendrán que decir dónde me llevan para saber dónde puedo quedarme.

Después de contar lo que había "sacado" y mientras Anzak se despedía de su amiga, que al final se quería quedar con los niños, me acerqué a Klee y le hablé.

Oye, no sé si tenéis una habitación común para todos o las chicas están en un lado y los demás en otro... a lo que voy, ¿me puedes enseñar un sitio donde dejar mis cosas? Y si ya me haces una visita guiada por la nave te lo agradecería. Si no puedes enseñarme algún lugar por motivos de seguridad lo entenderé.