Partida Rol por web

Galmor golpeó con fuerza al bandido, pero sin ánimo de matarlo. Prefería cogerlo vivo y que pudiera darles información sobre la banda de ladrones. Se preparó para seguir golpeándole hasta dejarlo inconsciente, pero de repente la vegetación empezó a crecer desmesuradamente atrapando al enano que furioso, empezó a forcejear con fuerza para librarse de las plantas que pronto lo cubrieron por completo. Poco a poco la ira se iba apoderando de Galmor al ver como no podía hacer nada contra las lianas que lo atrapaban sin remedio, mientras frente a él el bandido parecía poder moverse con menos dificultad.

Pero , qué demonios....???!!!!!

Las lianas cubrían casi por completo al enano, pero éste no se daba por vencido y en un alarde de fuerza Hinchó  sus músculos de tal forma que todo su cuerpo aumentó de volumen repentinamente, rompiendo de este modo las enredaderas que le atrapaban y quedando así libre. Galmor echó un rápido vistazo a su alrededor. Al ver que sólo uno de los bandidos parecía atrapado y   que Julianna y posiblemente Atala estuvieran también retenidas por la vegetación, Galmor no esperó a que su enemigo se rindiera y le asestó otro seco pero duro golpe con el mango de su martillo para quitárselo de en medio cuanto antes y poder así ayudar a sus compañeras.

EL QUE SE RINDA VIVIRÁ!!!! EL QUE LUCHE MORIRÁ Y PARA EL QUE HUYA TENEMOS SAETAS!!! RENDIROS RUFIANES!!!

Fadrique observó desde su escondite cómo iba el combate. Muy desagradable, pensó al ver los primeros tajos y golpes. Pero, ya que todavía no podía intervenir (esas enredaderas hubieran hecho puré de sus debilitados músculos) se dedicó a observar si veía al bandido que se temía que estuviera oculto tras los otros.

Tras el corte hacerle un corte en la pierna Atala se queda enredada entre las lianas que ha convocado Anru.

Desde tu posición, alcanzas a ver una figura bastante más grande que la de los bandidos, que se mantiene quieta. No será más de 20 o 30 metros desde donde están, pero se logra fundir bastante bien con la oscuridad de la noche.

Por las leves sombras que proyectaba la pelea y la flama del fuego distinguís pequeños rasgos de la cara del ser. Un semiorco sin duda alguna.

El ladrón que estaba agarrado por las plantas, comienza a hacer fuerza, aunque inútilmente, para romper las mismas. Así mismo el poder de la naturaleza es más fuerte que el humano y se nota como aprietan más a medida que el bandido trata de librarse.

Galmor, por su parte, continuando con su intención de no matar, y poniendo los pies sobre terreno seguro sin ser agarrado por las plantas, golpea nuevamente a uno de los bandidos con su mango del martillo. Con la suerte de colocar el golpe justo en los testículos de su enemigo y dejándolo tirado y fuera de combate.

Atala no corre la misma suerte que Galmor, tratando de librarse de las plantas pero en su lugar logra hacer que la atrapen. 

El segundo bandido que había logrado liberarse del hechizo de Anru arremete contra el enano que había bajado a su compañero, pero gracias al intrincado terreno por el hechizo no logra conectar el golpe y la espada pasa cerca de la armadura del enano pero no llega a impactar siguiera.

El dracónido sopesó la situación, parecía que el enano lididaba con un tercer bandido. Su ballesta se paseaba de un lado al otro. tenían a uno insconciente para interrogar así que se dispuso a disparar al tercero pero temió darle a su compañero así que optó por otra opción: la magia. Deju´`o junto a él la ballesta y comenzó a conjurar musitando unas palabras arcanas y trazando unos complejos gestos con las manos invocando su magia.

Fadrique, al ver al tipo escondido, pensó rápido. Tomó su maza e invocó a La Señora de la Luz, la de las siete estrellas. Era una invocación simple, casi de niños. Algo para asustar a los ignorantes... pero aquí podía ser útil.

Salúdame, Señora, entonó en un melódico farfullo. Yo te saludo, Señora de la Luz.

Anru observa que el hechizo fue lanzado a destiempo y el embrollo ha terminado por obstaculizar a sus compañeros, quizá más que al enemigo, consciente de que lo mejor es dejar que la naturaleza descanse, se limita a romper su concentración y dejar libreas amigos y enemigos. Enseguida toma su bastón con ambas manos y nuevamente enfoca su mente en la madre única. –Fuerza de las tormentas, tranquilidad de los lagos, fortaleza de los robles, dame por favor la sabiduría de ver la debilidad de tus enemigos. Apenas un instante después de terminar sus palabras, el bastón toma un cierto color verdoso y Anru rodea al enemigo con el que se enfrenta el enano, pero dirigiendo el paso al lugar donde ha visto surgir al grupo de maleantes.

Una vez liberada de las enredaderas, Atala, golpea al ladrón con la parte plana de la espada para dejar a este incosciente también.

Mientras todos estaban tratando de doblegar a los bandidos, Anru rompe su concentración y permite que, tanto bandidos como aliados, se liberen de las plantas que habían salido súbitamente del suelo mientras convocaba otro hechizo que imbuye su arma de color y radiante magia.

Mientras el gnomo se dirige hacia los pastizales por los que habían aparecido los bandidos, nota como una gran luz comienza a aparecer en el mismo. Al principio es pequeña y no muy notoria, aunque un dejo de temor aparece en el rostro del ser de las profundidades, mas a medida que esta iba creciendo pudo notar a un ser de carne y hueso a pocos metros de donde estaba él.

De reojo, Anru mira hacia atrás y logra observar que Fadrique esta levantando las manos hacia su diosa dispuesta claramente en los cielos de esta noche, con lo que se da cuenta de que, aquella luz misteriosa, no era más que una plegaria hacia Selune que se había concretado.

El gnomo alcanza a vislumbrar a un semiorco de gran porte frente a él. Que sorprendido por la luz de atrás y asustado por la misma no logra apreciar al pequeño frente a él.

Por su parte, Atala logra salir de sus ataduras y en un movimiento reflejo pega con el lado plano de su espada al bandido que también estaba atado por las lianas, dejándolo inconsciente al momento en que pensaba que se había liberado de sus males.

me acerco por el lado del bandido que esta luchando con el enano intentando darle con el pomo de una de mis dagas para dejarlo insconciente. Para intentarlo dejar insconciente, aunque me muerdo el labio al forzarme por no usar las dagas correctamente e intentar acabar con la vida de ese bandido.

Galmor aprovecha el ataque de Julianna para rodear al ladrón ahora que está intentando esquivar los ataques de la Tieflin, para darle con su martillo en la boca del estómago y dejarlo fuera de combate durante un buen rato.

ÉSTE ES NUESTRO, EL RESTO IR A POR EL QUE FALTA!!

Grita el enano en clara alusión a Atala y Heskan, que aún permanecían cerca de la escena.

El ladrón que quedaba de pie miró a su alrededor y observó que quedaba solo él de pie. Miró de reojo hacia la plantación y vio a su jefe parado y observando al grupo y a sus seguidores caídos... Claramente algo lo tenía asustado al bandido.

La razón volvió a este al recibir el duro culataso de la daga de Julianna, lo que hizo que trate de reaccionar contra el enano, pero este fue mucho más rápido y como consecuencia cae al piso de rodillas con una arcada en la boca que le hace vomitar sin control por el golpe de Galmor en su estómago. 

Si bien no logra caer inconsciente, el guerrero y la ladrona comprenden claramente de que no volverá a levantarse para luchar... al menos podrá escaparse un par de metros pero sería bastante fácil lograr atraparlo.

El dracónido fija su mirada en el último ladrón que queda de pie y se centra en su objetivo. invocando sus fuerzas arcanas que se arremolinan a su alrededor pretende dar un golpe definitivo sobre éste. Invoca una bola de fuego en sus manos y lo lanza hacia su objetivo.
- ¡Ra - gra-dasha- Rragha Draca! ¡Que la fuerza del fuego te abrase y sientas la agonía en tu interior!
El rayo de fuego sale de las manos de heskan y vuela hacia su objetivo.

Comprendiendo que la prioridad es que ningún bandido escape y viendo que el último en caer va a estar un buen rato fuera de combate, el enano lo deja en el suelo y se dirige hacia el que estaba escondido y que ,, gracias a la luz del sacerdote, ahora es bastante visible

RODEADLO, QUE NO ESCAPE!!!!

Grita Galmor mientras se acerca a la figura del semiorco después de dejar a su último rival dolorido y tendido en el suelo.

RINDETE Y PUEDE QUE VIVAS!!! le grita desafiante y sin ningún miramiento al único de los bandidos que queda. 

Fadrique se unió a la acción persuasiva del enano saliendo del granero con su túnica y su manto que colgaban en ordenados pliegues, mostrando el símbolo de su Diosa en sus armas teñidas de rojo.

¡Ríndete, oh extraño en la noche! ¡Ríndete y serás tratado con justicia! De lo contrario, atente a las consecuencias.

Levantó la mano que llevaba la maza con autoridad, y la luminosidad que había rodeado al semiorco se transformó en una serie de chispas eléctricas que se combinaron con un viento que venía, sin duda, de lugares remotos y escondidos para perturbar su espíritu. El viento ominoso llevó hasta el semiorco el último susurro de Fadrique: "de lo contrario... "

El gnomo estaba a punto de solicitar la ayuda de la fuerza universal de la vida por un medio poco diplomático, sin embargo el esfuerzo conjunto de sus compañeros parecía buscar infundir temor al orco que dirigía el ataque, por lo que cambia de intención y  se dispone a intentar evitar la huida del enemigo.  -Despierta del pequeño corazón de tu semilla, eleva tus sinuosas curvas por sobre la tierra, ya que suplico tu auxilio en esta contienda. Eleva su encomienda de ayuda, al tiempo que nuevamente dibuja un arco que rodea al orco.

Las luminarias de atrás del semiorco comenzaban a cambiar para transformarse en leves chispas de colores, lo que no llamaba demasiado la atención de aquellos ojos clavados en nuestros héroes.

Su posición no cambiaba ni se inmutaba demasiado por las lindas palabras de los que habían logrado abatir a sus seguidores.

Malditos debiluchos, debería haberlos matado yo mismo. Piensa para sí mismo mientras escruta a aquellos que se van acercando y tratando de flanquearlo. 

Las palabras del clérigo denotan cierta duda por parte del jefe de los bandidos. Con lo que retrasa sus intenciones de moverse hacia ustedes, dándole tiempo a Anru para que castee su conjuro y el Semi Orco no se de cuenta de ello.

Probablemente por la leve oscuridad que había, ya que solo lo podían observar gracias a las chispas y a la visión nocturna (aquellos que la poseen), no dieron cuenta de la enorme hacha que llevaba consigo. La cual levanta con una sola mano y se la pone sobre los hombros mientras infla el pecho hacia ustedes.

Al momento en que intenta dar un paso hacia adelante con claras intenciones de hacerles frente y entablar combate, el semiorco nota que sus pies están clavados en la tierra. Una mirada fugaz hacia abajo le da a notar que, al igual que sus compañeros, ha quedado atrapado por esas mugrosas plantas. 

- AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHRRRRRRRRRRRRRGGGGGGGGGGG!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! - un grito que puede llegar a desgarrar la tierra se escucha de aquel ser, la furia y la frustración por no poder librarse se hace palpable, y notan como, poco a poco, aquellos ojos negros van inyectándose, poco a poco, con sangre.

Atala se acerca un poco, pero al darse cuenta de la temible arma que lleva decide mantenerse a una distancia segura en el costado contrario al que se encuentra Galmor.

Este será más dificil de capturar que los otros tres.

Atala decide enfundar la espada, coge la ballesta y prepara un virote en él. La muchacha coge el arma con las dos manos y apunta al enorme enemigo, pero los nervios le juegan una mala pasada y el disparo se le va muy lejos de su objetivo.