Partida Rol por web

El silencio del parque es interrumpido por el ocasional tranvía nocturno que se desplaza en soledad. Ya no hay rastro de los corredores nocturnos, y ni siquiera en el corazón de Majorstuen, una zona fértil en comercios y restaurantes franceses y noruegos, se percibe actividad alguna.

Al lado de un raro ejemplar de supermercado abierto todo el día, donde un cajero con ojeras les observa con resignación, se encuentra la entrada de la moderna biblioteca Deichman en Majorstuen. Las puertas automáticas no parecen notar vuestra presencia. A un lado de las puertas y sujeto a la pared, un lector de tarjetas permanece trancado dentro de una caja de metal. Pueden escuchar de forma algo amortiguada música dentro del recinto.

Lisa's kissing men like a long walk home
When the music stops
Take a tip from me, don't go to the park
When you're on your own, it's a long walk home

Quien sí percibe vuestra presencia es una joven uniformada, que se acerca a vuestro encuentro tal vez con demasiado ímpetu, acomodándo su dorado cabello por el camino. Parece contenta de tener una excusa para levantarse de su escritorio. En su bonito rostro de ojos azules leen una disculpa implícita mientras, desde al otro lado de las puertas automáticas, dice:

- Lo siento, pero la biblioteca cerró hace ya más de una hora. Volverá a abrir a las ocho.

Sonríe con cierta tristeza. Su aburrimiento es patente, pero la naturaleza de su trabajo le impide hacer nada al respecto.

- Señorita, estoy seguro de que tendrá la deferencia con nosotros de permitirnos ojear unos libros. No tardaremos mucho. *Echa un vistazo a la jóven más a fondo e intenta una treta* Disculpe... ahora que lo pienso, su cara me suena.

-Espero que tengamos suerte y encontremos lo que buscas -dijo a Ellinor mientras caminaban en dirección a la biblioteca.

Era ya entrada la noche. Escuchó pasar el tranvía, que aún vacío, transportaba recuerdos de su vida. La vida humana que no hacía tanto había perdido. Era un sonido nostálgico que de algún modo la reconfortaba.

Al pasar junto al supermercado observó al cajero y sus ojeras hasta las rodillas. Tentada estuvo de entrar a comprar una chocolatina que no se comería y a darle un minuto de conversación, pero tenían una tarea pendiente.

Se cogió amigablemente del brazo de Ellinor, si ella lo permitía, quedando ambas dos pasos por detrás de Aksel, dejando la sensación a la bibliotecaria de que tenía una conversación a solas con él. Le miraba con curiosidad, pensando en que aun aparentando menos edad, el Ventrue parecía haber nacido antes que ella, que las dos, en realidad.

Una fugaz sonrisilla apareció en su rostro al escuchar el comentario que le hizo a la chica uniformada, y pronto relajó por completo su expresión, a la espera de conocer la respuesta de la joven.

La joven pestanea un par de veces, como asimilando las palabras del Ventrue.

- ¿Ojear unos libros? Si quieren devolver unos libros para ahorrarse la multa, no hay problema, tan sólo entregenlos por el buzón de la entrada y yo me encargaré de escanearlos. - dice, más que nada para evitar dar otra negativa y sonar comprensiva. - Pero no pueden ingresar ahora mismo, lo siento.

Ante la sugerencia del Ventrue, se acerca un poco más a la puerta entornando los ojos, escrutando detenidamente las facciones del hombre elegante, sin poder decidir si realmente se trata de alguien conocido.

- Si... *digo acercandome a la cristalera, sonriendo, tranquilamente* ... te he visto en la Universitas Osloensis... ¿Por que no nos abres? A nadie le importa y nadie te llamará la atención, te lo prometo. *Tras unos segundos de sonrisa, remato, forzando la voluntad de la chica, co voz seca* Abre.

La chica luce algo confundida durante unos instantes, pero recupera la compostura rápidamente. Se aleja brevemente de las puertas e ingresa algo en una computadora de escritorio.

Inmediatamente se escucha un click en la esquina superior de la entrada. El indicador de encendido de las cámaras de seguridad ha pasado de rojo a apagado. Vuelve a aproximarse y de su bolsillo izquierdo saca una tarjeta que pasa por el lector. Las puertas automáticas se abren finalmente.

La chica queda algo embelesada - ¿o tal vez intimidada? - ante la figura de Aksel, pero no muestra indicios de querer detenerlos tras ingresar en la biblioteca.

Tras ingresar a la biblioteca, Ellinor, que hasta entonces había permanecido cogida del brazo de Tarja, se suelta y les explica a ambos.

- Hay una voz que... siempre... - se detiene, dubitativa. Luego, con algo más de resolución, agrega.

- Durante la reunión en Vigeland he utilizado mis poderes para escrutar en el alma de uno de los Tremere. Ya sabéis, el del bastón. Me resultó sospechoso -  confesó resignada encogiéndose de hombros. La verdad es que necesitaría de su ayuda para descifrar el contenido de las visiones.

- Luego comenzaron las visiones... en una habitación. Siempre en la misma habitación. El piso tenía un patrón de baldozas oscuras y blancas. Antigua. En la habitación hay una mesa, y sobre la mesa, siempre hay una persona atada de pies y manos. Al menos una de ellas era una vampiro con un tercer ojo en su frente. Los he visto sufrir mucho. - el aullido de dolor del último aún resonaba en sus oídos - Parece el laboratorio de un científco, pero de otra época... no sabría precisar cual. Tal vez del siglo XV, XVI o XVII. Hay muchos lentes y espejos en la habitación. Me gustaría descubrir la identidad del científco.

En otras circunstancias no hubiera confiado aquello, pero temía que sus visiones estuvieran relacionadas con alguna de las tareas que les habían sido encomendadas. Finalmente, agregó:

- También quiero buscar información acerca del parque Vigeland. Las esculturas... vosotros lo habéis oído. Los Tremere tienen algo raro montado allí. Y tampoco puede hacer daño recabar información acerca de obras de arte perdidas por alguno de los pintores que han resurgido en los últimos días.

Aksel se separó de sus compañeras. Los libros no eran su especialidad aunque si que le gustaba curiosear los títulos. Habia leido demasiados libros con el paso de los siglos... ahora, era mas bien amante de internet... Aún asi se maravillaba de como algunos libros que en su día arrasaron, ahora eran grandes olvidados, y grandes olvidados, habian sido elevados a la categoria de obra maestra... Las obras maestras eran sujetos cambiantes, según su criterio. Los únicos libros que siempre tenian sentido eran los de cuentas para el; balances, debes, haberes...

Dedicó la noche en el silencio a buscar algo fuera de lo común, dejando a Tarja y a Ellinor a su aire, para que no le distrajesen.

Arqueó una ceja, mirando cómplice a Aksel. -Muchas gracias -sonrió a Ingvild cuando pasó por su lado. No había sido complicado acceder a la biblioteca.

Se quedó unos segundos en pie, contemplándola. Le encantaba ese entorno privilegiado lleno de tesoros, algunos conocidos, otros por descubrir. Tantas vidas, tantas historias, tanto conocimiento contenido en páginas amarilleadas por el uso y el tiempo. Sería imposible determinar cuántas mentes se habían nutrido de cada libro, ni la influencia que habrían ejercido en ellas.

Inspiró. Siempre le había atraído el olor a libro nuevo, pero las bibliotecas olían de otro modo, tenían cierto aroma mezcla de nostalgia, sueños y promesas. Desprendían un halo de conexión con muchas de las obras pictóricas que ella restauraba.

-Bien... -se sentó informalmente de lado sobre una mesa, mirando a Ellinor con los brazos cruzados, esperando con amabilidad y curiosidad lo que quisiera explicarles. La escuchó atentamente y luego se concedió un par de segundos para ordenar aquella información.

-Entonces, ¿esas visiones están relacionadas con el señor Moser? -repiqueteó suavemente con los dedos sobre la superficie de la mesa. Recordó que tampoco Irina se fiaba de él-. ¡Qué interesante! -se quedó pensativa un instante-. ¿Sería posible que el científico fuese él mismo, tiempo atrás?

No sabía cómo funcionaba exactamente el poder de Ellinor, pero resultaba de lo más estimulante.

-Me gustaría ayudarte con las visiones, pero no sé acerca de tu poder. ¿Puedes acceder a ellas cuando te lo propones? ¿Hay algún modo de que puedas ampliar su duración o los detalles, o de obtener otras nuevas?

Se levantó de la mesa. -Creo que te dejaré a ti la información relacionada con el hombre del bastón y yo buscaré libros sobre Vingeland en general y sus esculturas en particular. ¿Te parece bien? -sonrió con simpatía. Si no había objeción u otra sugerencia, se encaminaría hacia las estanterías para regresar después junto a la Brujah, con varios libros en sus brazos.

Al pasar el umbral, Aksel sonrió a Tarja por el reconocimiento y ignorando a Ingvild, para que pudiera serenarse, se adentró en los pasillos. No se oian sus pasos.

Hermoso angel de la noche, Tarja sin duda. Buena compañia para disfrutar de la velada... pero no nos distraigamos con superficialidades.

Ellinor sopesó la sugerencia de la Toreador por unos instantes.

—Sí, definitivamente, podría tratarse de la misma persona. Aunque en mi visión era mucho más joven.— añadió, pensativa. Sonrió ante la siguiente pregunta de la joven al tiempo que negaba con la cabeza.

—No puedo controlar lo que veo, ni cuándo lo veo. A veces no pasa nada en absoluto.— aseveró con un encogimiento de hombros. —Pero tu plan me parece adecuado. Manos a la obra, que no estoy segura cuánto tiempo dure el encantamiento de la señorita.— al señalar a la joven guardia de seguridad, notan su mirada perdida en uno de los estantes de devoluciones en la recepción —Sería una lástima tener que ejercer violencia alguna en su contra.

Mientras recorren los pasillos de la moderna pero acogedora biblioteca, de muebles de madera al estilo escandinavo, notan que los distintos estantes se encuentran prolijamente catalogados, algo que facilita enormemente vuestra búsqueda. El primero en dar con algo es Aksel, que rápidamente comparte su hallazgo con el resto del grupo.

En sus manos yacen dos tomos, uno bastante pequeño, de tapa blanda y con cierto uso, y otro más grande, de tapa dura y más voluminoso que el primero. Se trata, respectivamente, de Vermeer: Catalogue raisonne, por Christopher Wright y Johannes Vermeer: Complete Paintings por Karl Schütz. El tomo correspondiente a Caravaggio es mucho más extenso, y el de Rembrandt se asemeja a una de esas biblias de Gutenberg que ocupan toda una estantería por sí solas. Es evidente que no podéis leer todo en una única noche, por lo que deberéis invertir algo de tiempo de lectura en vuestras noches.

El siguiente descubrimiento es por parte de Tarja. En sus manos se encuentra Embrace of Life: The Sculpture of Gustav Vigeland por Nathan Cabot Hale. Una revisión preliminar les brinda la siguiente información respecto al parque y su significado.

Nadie conoce con certeza el significado de las esculturas que adornan el parque. Diversas interpretaciones han sido propuestas. Entre ellas, que las piezas representan la resurrección del hombre, la lucha por la existencia, el deseo humano de alcanzar lo divino, la trascendencia de lo cotidiano o la repetición cíclica de la vida. Cuando Vigeland fue consultado acerca del significado de su trabajo, su respuesta fue críptica:

- Esta es mi religión.

Finalmente, la búsqueda de Ellinor rinde frutos, al menos parcialmente.

En sus manos se halla A History of Optics from Greek Antiquity to the Nineteenth Century, por Olivier Darrigol. Tras analizar las imágenes de lentes y prismas y otros instrumentos, Ellinor reconoce, en la sección correspondiente al siglo XVII, alguno de los dispositivos que ha notado en las visiones de la habitación. Pero este tomo también es extenso y requiere de una lectura concienzuda.