Partida Rol por web

¡Allí está! ¡Esa es la hembra idónea, el perfecto receptáculo! Sin mácula física ni espiritual, prestando oídos, sucumbiendo a sus resonancias. Está acompañada por aquellos dos machos, condenados de antemano, y aquellas dos hembras insulsas, y este acontecimiento se le antoja maravilloso como el hallazgo de una perla en un lecho cenagoso. Puede verla porque Él no está sólo aquí, agazapado detrás de la frente de la mujer cautiva, sino que Él puede estar en todas partes, ora en los corazones de los adeptos que lo habían abrazado incondicionalmente, ora en la forma de un viento aullante a ras de los campos minerales y de las copas de los árboles.

¡La quiere, debe poseerla! Desposará a la virgen y llevará sus restos ensangrentados y salpicados de semen sobre sus espaldas hasta el lecho sagrado; una virgen, pero no como esta pobre criatura que se arrastra y ríe en la penumbra, una cáscara tan sólo llena de malignidad hacia la mujer rubia que abraza con fuerza a su futura novia.

Ante semejante criatura me quedo pasmada, inmóvil e indecisa durante unos segundos sin poder reaccionar. Una vez lo hago miro a mis compañeros esperando una reacción por parte de los demás ¿qué hago? ¿qué es todo esto? Dios mío ayudanos... Llevando mi mano a la herida en el cuello, retrocedo unos pasos....

Dios mío, tenemos que salir de aquí... esto no puede estar pasando... no puede... NO PUEDE!!!  Joder, joder, joder salgamos... vámonos de aquí!!!!!

A pesar de aquella aterradora imagen, parece que Pacojo mantiene lo suficientemente la cordura, y se da cuenta de que aquel "zombie" se dirige hacia la puerta...que....habia dejado antes abierta. Rapidamente se da cuenta de que no va a poder hacer nada con su peso, y su poca agilidad. Asi que actua con presteza.

-Rapido Alberto, cierra la puerta.

A esto me uno con candelabro en mano, acercandome a la puerta, pero intentando no dificultar la llegada del joven a esta, para que la pueda cerrar. A medida que se acerca Alberto a la puerta voy observando si esta, está siendo abierta por aquel ser. En caso de que asi sea, intento lanzarme contra la puerta, para con mi peso cerrarla y aplastar al individuo en descomposicion.

Al ver la criatura que el retirar de las cortinas ha dejado al descubierto, siento como si toda la sangre me fuera directamente a los pies. Doy dos pasos hacia atrás, quedándome apoyada en la pared mientras intento sobreponerme al mareo. Aprieto fuertemente a mi hija, que todavía se encuentra desvanecida e intento sobreponerme... Por un fugaz instante me ha dado la impresión que se trataba de mi primo José. No, no puede ser... Dios, ¿que está ocurriendo aquí?

Veo como el ser ese se dirige hacia la puerta, horrorizada dirijo mi mirada hacia allí... Mierda, nos la hemos dejado abierta!!... Me siento incapaz de hablar o actuar, observo como Francisco José le ordena al chico joven que vaya a cerrarla... Joder... ¿Por qué no vas tú? Pensamientos que van cruzando mi mente mientras mi respiración intenta volver a la normalidad.

A Alberto le tiemblan los labios, quiere decir algo. ¿Qué era aquello, el superviviente de un accidente de tráfico, de avión…? Aquel tipo obeso le está hablando de cerrar la puerta de la calle, sólo que él se obstina en comprender. Deja de sujetar a Isabel (quien se detiene en el vano de la puerta, desde donde puede observar el pasillo y la puerta de la calle) y balbucea:

-¿Cecerrar la puerta?

Pero sus pies ya se apresuran hacia allí, porque intuye que ese despojo andante que arriba es peligroso, como la loca que tienen encerrada, o peor incluso.

¡Los segundos de indecisión ha resultado ser preciosos! Ya está a punto de encajar la hoja de metal en el marco cuando, el brazo del hombre se escurre entre la apertura y pugna por volver a abrirla.

Esa cosa tiene una fuerza terrible: este hecho se le pone inmediatamente de manifiesto. Sus pies resbalan sobre las losas mientras carga con el hombro e intenta machacar el miembro contumaz.

-¡A… ayúdame! –le grita a Francisco José, que viene a pocos pasos por detrás.

Francisco Jose rapidamente no lo duda, se abalanza sobre la puerta con el candelabro en mano para intentar ejercer presion suficiente como para cerrarla. Era esto para lo que se habia estado preparando. Intento no perder el equilibrio, y con un grito de esfuerzo ayudo a Alberto. Por la mente de Francisco paso la esperanza de que a aquel "zombie" se le apuntase alguna parte del cuerpo por su presion sobre la puerta. Pero no deseaba verlo, tan solo queria que la puerta se cerrase, luego ya pasaria lo que fuese...

Viendo la cara de terror del joven, lo unico que puedo hacer es mirarle con una mirada clara, y de apoyo, una mirada que le haga perder el terror, que se vea confiado, capaz de hacer frente a la situacion. Esa misma mirada que dirigio a Silvia e Isabel y con las cuales pretendia transmitirlas confianzas. No sabia si funcionaria con Alberto, es mas no sabia si habria funcionado con las mujeres, pero lo que si sabia es que era lo unico que podia hacer por aquellas personas en esa situacion, intentar darles esperanzas haciendoles saber que estaba alli...aunque lo que tambien podia hacer para ayudarles era cerrar la puerta....desde luego...

Con un repentino empellón, aquel ser vence las resistencias de los dos hombres y logra deslizar medio cuerpo entre el marco y la hoja. Los desgarros espeluznantes en su cuerpo son ahora evidentísimos, y un charco de barro y sangre se forma a sus pies de inmediato. El monstruo extiende su mano derecha en dirección a los defensores.

La garra se cierra ansiosa sobre los dos hombres que resoplan y farfullan tratando de contenerlo en el umbral, hasta que por fin se afianza en la bata de Alberto y con un poderoso impulso comienza a desplazarlo; su mejilla izquierda comienza a resbalar por la superficie pintada, camino de las fauces del captor.

Horrorizada puedo observar como la criatura coje por el cuello a Alberto, y con una demostración de fuerza sobrehumana empieza a acercárselo a sus fauces abiertas.

Intento pensar con lógica, encontrar alguna forma de salir de esta pesadilla. Me parece estar en alguna escena sacada de una película de zombies. Nunca me han gustado este tipo de películas, y me encuentro que no sé como actuar. Mi niña, es lo único en lo que puedo pensar, tengo que salvarla y sacarla con vida pase lo que pase.

Me dirijo hacia la cocina, suelto un brazo, manteniéndola cogida con el otro, empiezo a abrir los cajones. Busco desesperada un cuchillo, algo con lo que poder defenderla... Me suena que mi tia siempre tenía los cuchillos gordos en el tercer cajón...

Al ver como aquella cosa comienza a tirar de Alberto, salgo de mi estado de pasividad e indecisión y me dirijo rápidamente hacia la puerta para tirar de Alberto hacia dentro. No... esa cosa no puede llevárselo. Me acerco tórpemente hacia él, lo más rápido que mis piernas me lo permiten. - Alberto ! Alberto ! - grito mientras forcejeo para tratar de volver a meterle dentro.

Y alli estaba Paco, quien se lo diria, se supone que venia a "buscar al amor de su vida", a un pueblo perdido en la insolita y perdida Andalucia, pero se habia encontrado en un pueblo paranormal, con fenomenos un tanto extraños, sonidos en su cabeza, apariciones, y ahora ese hombre que desprendia un olor sepulcral. Ese olor le recordo al de algunos cuerpos de momias, que habia analizado en una beca que tuvo en el museo del Cairo. Analizo por su mente aquellas "lecciones de anatomia" ya que al fin y al cabo ambos eran muertos. Quizas las articulaciones seria mas fragiles por la dureza de los tendones, y ademas a Alberto le estaban agarrando. No lo dudo mas. Mientras que las imagenes de momias, piramides, organos momificados, junto a olores pestilentes se agolpaban en su cabeza, Pacojo no dudo, viendo que una mano era suficiente para poder manipular bien el candelabro, apoyo la mano izquierda sobre la puerta, con el fin de empujar la puerta, justo despues de golpease con todas sus fuerzas en el brazo del muerto. Entonces si que dudo. Esa fuerza no seria suficiente, asique opto por agarrar el candelabro con ambas manos, y ejercer toda su fuerta sobre la pestilente articulacion del codo de aquel ser. Despues de liberar al chico, ya se veria si se podria cerrar la puerta...

-Aparte chico...grito Pacojo mientras arremetia con ira...

Alberto gime, incapaz de articular palabra, mientras distingue más y más cerca los dientes de la criatura. Justo detrás de él, Francisco José dudando entre blandir el candelabro con una mano o las dos, recula unos pasos persiguiendo arrojar un golpe demoledor, pero con tan mala fortuna, que tropieza con Isabel, quien corría en ayuda de su compañero. La mujer recibe un fuerte golpe en uno de sus senos y su arrojo queda frustrado; el arqueólogo por su parte, pierde todo el aplomo y el candelabro se le escurre de entre las manos como si estuviese vivo. Sus nervios son un cable en tensión a punto de deshacerse, y se tambalea desorientado, contemplando el objeto a sus pies.

En ese mismo instante, las fauces del monstruo no lograban despedazar la mejilla del muchacho por puro milagro, y éste extraía nuevas energías en la desesperación, zafándose finalmente, reculando hacia atrás. La puerta termina de abrirse cuando la criatura penetra emitiendo un extraño mugido y se abalanza contra ellos.

Mientras tanto, Silvia ha corrido hasta la cocina, a rastras con su hija, y ha comenzado a trastear en los cajones. Ahora puede escuchar con mucha más claridad los aullidos y risas de la que fuera su prima Carmela.

-¡Me cago en todos tus muertos! ¿Qué cojones te pasa? –grita el muchacho encorajinado segundos antes de tratar de patearle el pecho al monstruo.

Pero hay charcos en el suelo y el espacio es reducido, dificultades que le llevan a errar. Mientras su pie derecho se desliza inofensivo hacia un costado de la bestia, está gritando a los demás:

-¡Ayudadme, cojones!

En posesión ya del cuchillo, me dirijo de vuelta a la entrada... Noooo!! Ese ser infernal ha conseguido abrir la puerta... Pero.... ¿Qué está pasando aquí? Aprieto con fuerza el cuchillo. Nunca lo he usado contra nadie, y temo no ser capaz... Miro a mi pequeña, todavía se encuentra desvanecida. Tengo que protegerla, conseguir salir de aquí... Pero la puerta se encuentra colapsada por ese monstruo. Y no podemos pasar...

Cariño, mamá te va a proteger, susurro mientras que con un beso la desposito en el sillón y me doy la vuelta con el cuchillo alzado.

AAAAhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!Con un grito que sale de lo mas interior de mi ser corro, corro y descargo con toda mi rabia el cuchillo, dándole en el pecho con todas mis fuerzas, hundiéndolo hasta el mango y llenándome de un líquido que podría ser sangre.... MUEREEEEEEE!!!!!!!!! Grito retirando limpiamente el cuchillo...

Isabel lleva la mano a su seno tras recibir el golpe de Francisco, más en ese momento, con la tensión de la escena, ni siquiera percibe una pizca de dolor. Al ver el candelabro del hombre caerse, aprovecha el momento para agacharse tórpemente y recogerlo, blandiéndolo después en su intento de ayudar a su compañero. La mujer se abalanza sobre aquella criatura azotándola con el candelabro y gritando como una posesa. No sabe de dónde saca las fuerzas, ni el valor, pero en aquel momento no tenía tiempo de parar a plantearse esa cuestión.

La situacion cada vez era mas confusa y tensa. Paco, habia dudado, y eso no se lo podia permitir en una situacion tan peligrosa. Siempre habia pensado que en caso de encontrarse frente a la muerte, reaccionaria, no la pifiaria, sino que actuaria con teson y precision. Pero ahora que habia llegado ese momento, todo se habia vuelto nublado, sus manos temblaban y su cuerpo apenas podia hacer lo que el pretendia. Sus piernas tropezaron, y cayo al suelo. Alli estaba Paco, de nuevo en la misma habitacion, con la muerte delante de el, y sin poder hacer nada, ya que su posibilidad habia pasado. Una enorme fatiga recorrio su cuerpo, y sus pensamientos y gestos se transformaron en decepcion, mirando aturdidamente todo lo que ocurria a su alrededor. Debia salir de esta situacion cuanto antes. Debia enfrentarse a los problemas, no como hizo con Elena. Plantar cara a la situacion. Francisco, debia, levantarse.

Habiendo Isabel fallado su golpe por centímetros, la irrupción de Silvia los toma a todos por sorpresa. La hoja que empuña, de grandes dimensiones, entra y sale con un chasquido sobrecogedor en el cuerpo de la criatura.

Ésta, con el corazón seccionado en dos, se detiene para vomitar un caudal de sangre turbia antes de lanzarse hacia el tropel de movimientos que le impiden apoderarse de la novia.

Pero el esfuerzo es demasiado para él y cae de bruces en el suelo.

Ahora trata de levantarse con torpes movimientos, mientras adelanta las manos tratando de aprisionar a alguno de los defensores por los tobillos.

Alberto, incapaz de pensar en nada más, aprovecha para sacudir una tremenda patada al parietal izquierdo del tipo.

El crujido subsiguiente les hace componer una mueca de asco.

El hombre cabecea y acaba de derrumbarse. Un charco de sangre comienza a formarse debajo de su sien quebrada.

El muchacho, espeluznado, se apoya a continuación contra la pared y se frota el pie, sin poder apartar la vista del cuerpo, que no se mueve.

-¿Qué está pasando? Oh, dios, ¿qué está pasando? -musita.

A tiempo he apartado el pie de las garras de esa ser... Intento calmar mi respiración acelerada... Me disponía a intentar clavarle nuevamente el cuchillo, cuando Alberto parece poner fin a esta agonía. Parece que nadie entiende lo que está ocurriendo en este pueblo. Desde que hemos llegado ha sido un no parar de sucesos al cual mas escabroso. Este casi que los supera a todos... Sacando fuerzas de ya ni se donde, me dirijo hacia el sillón donde dejé a mi hija. No se que está ocurriendo, pero una cosa si que tengo segura. Tengo que sacarla de aquí.

Mientras me dirijo al sillón, me giro un momento, ahora parece que he recuperado algo la voz, y que los nervios me van a dejar hablar. Deberíamos irnos de este pueblo... Juntos creo que tendremos alguna posibilidad de huir.

Justo despues de que Alberto acabase con la cabeza de aquel ser, cierro la puerta de la casa, ya que no deseo la visita de nuevos amigüitos y despues voy corriendo hacia la puerta del cuarto de baño en donde esta encerrada Carmela. Me aseguro de que la puerta esta bien cerrada y la bloqueo con el mueble mas grande cercano. Aun permanece en mi cabeza la imagen del monstruo asomado a la ventana, y mas aun la risa perfida de la señora dentro del cuarto de baño, mientras entraba en la habitacion aquel fetido. Despues de haber echo todo esto, vuelvo a armarme con el candelabro que habia caido al suelo, y le pido disculpas a Isabel por el golpe de antes.

-Lo siento, el terror me pudo. Espero que no sea nada, despues del mordisco de la señora esto era lo que le faltaba.

Me preocupo por ella y por su estado fisicio. Las palabras de silvia son muy ciertas. Tenemos que salir de aqui, y no podemos dejar atras a esta mujer, a pesar de lo herida que este, pero si lo estuviese quizas nos retrasaria asi que hay que procurar que no sufra mas fisicamente. Es en este momento cuando de nuevo Helena pasa por la cabeza de Paco, aquella mujer, el anillo, los latigazos, todo tenia que tener un porque, y necesitaba saberlo, necesitaba saber si Helena estaba mal. Paco entendia lo que decia Silvia, queria alejar a su hija de alli, pero Paco necesitaba saber, porque Helena le habia llamado para que viniese a este pueblo tan siniestro, y que ademas no pare de oirla y ver referencias suyas. En este debate interno de Paco, a las palabras de Silvia, solo pudo responder con un silencio.

Ahora, pasado ese punto de tensión, el dolor de su pecho crecía. Se llevaba un mano a él con un gesto de dolor en su rostro, sin embargo negaba con la cabeza al hombre - No se preocupe, no es nada...

Alberto, te encuentras bien? Pedazo hijo de puta! pero qué coño era eso? Joder! La señora tiene razón, será mejor salir de este puto pueblo cagando leches, antes de que nos den por culo a todos. - A pesar de su mal estado, parece que la ordinariez de Isabel, seguía latente, quizás más, dadas las circunstancias.