Partida Rol por web

Pobre iluso, de verdad lo lamento mucho por ti,  pero no tengo tiempo para mis procedimientos standard, así que voy a ir por la vía rápida,  vas a ver como mola,  es mejor que la tortura. - digo con total parsimonia mientras le doy la espalda a Pug y lleno una licorera con el contenido de la jarra.

Sabes fantoche, no suelo envenenar a mis sospechosos, puesto que después de ello tienen la mala costumbre de morirse, pero contigo haré una excepción, pues creo que en el hotel te dejé claro que a mi los procedimientos me importan menos que el excremento de un gusarajo.

Listo ya está tu trago. Espero lo disfrutes tanto como yo. - sentencio dándole aún la espalda a Pug y colocando la jarra sobre una mesa auxiliar.

Ahora malnacido, vas a beber esto, sólo un trago basta para asegurar tu viaje al otro mundo, la muerte será lenta y dolorosa, pero duvertida para mi. - añado mientras me giro hacia Pug con la licorera en mano y una expresión  maniaca en el rostro.

Y si quieres saber porque te estoy matando, pues es simple,  no quieres colaborar conmigo y me quieres denunciar, que mejores motivos que esos. 

Dicho esto, avanzo hacia Pug y me paro justo a su espalda con la intención  de sujetar su nariz con dos dedos haciendo pinza, para forzarlo abrir la boca para respirar y vaciarle el contenido de la licorera en la boca.

Era importante acudir con premura a la reunión si no querían llegar tarde y ya se les empezaba a agotar el tiempo. La mayoría de los asistentes estarían tomando sitio en las tribunas de la sala del pentagrama para escuchar el comunicado, y por todos era sabido que, una vez llegasen la ministra Picquery y el jefe de seguridad Graves, ya no permitirían la entrada a los más rezagados y constaría en acta su ausencia. Para ausentarse de una reunión extraordinaria había que tener una excusa realmente superlativa, pero Irene Kneedander entendió, por extraño que aquello resultase, que evitar la muerte del Pukwudgie y de la niña era motivo suficiente para excusar a su subordinada.

- Hablaré con el alto mando para que no la penalicen por su ausencia, señorita Selwyn, voy a intentar proporcionarle algo de tiempo. No obstante, todavía debo pensar que sanción le impondré por quebrantar las normas y no informarme a mí y a sus superiores,... Hablaremos largo y tendido en cuanto regrese, y de inmediato vendrá a informarme a mi, a su jefe de escuadrón o si así lo exigiesen, al alto mando. Este asunto es más siniestro y complicado de lo que aparenta y siguen habiendo muchas incógnitas por resolver... y posando su mano delicadamente en la barbilla, como meditando la pregunta, no tardó en volver a inquirir. Cuando su hija menciona a su abuelo, ¿se está refiriendo al Capitán de Aurores, el señor Jon Selwyn? Supongo que habrá asistido a la reunión, o que en su defecto los altos mandos tendrán constancia de su paradero... Sean como sea, el señorito Kriegh les proporcionará un traslador para acercarles hasta la entrada de Ilvermorny, y ya desde allí será trabajo suyo encontrar la localización que mencionaba la criatura. Tienen como máximo de tiempo para llevar a cabo su cometido hasta mañana al mediodía, es todo lo que puedo ofrecerles. Después me veré obligada a informar de todo, y no ponga en duda que poco me importará que le quiten la acreditación y la expulsen de la sede.

Esperaba haber sida bastante clara, e incluso saliendo todo bien y logrando salvar al pukwudgie y a la pequeña, Diana no iba a quedar exenta de responsabilidades. 

- A mí no se me requiere en la reunión extraordinaria. Puedo acompañarla si así lo desea, aunque el pukwudgie mencionó solamente a Diana para acompañarles... - razonó James Sullivan, quién no sabía bien cuál sería la mejor forma de proceder. Podria acompañarla todo el camino por el bosque, pero poco antes de llegar, permanecer al margen para no ahuyentar a ese Chamán pukwudgie o lo que sea de lo que hablan. En fin, lo dejo a vuestro criterio, pero me ofrezco a ayudar a mi compañera.

Nadie podía negar que James estaba ayudando en todo cuanto podía, y que probablemente sin sus intervenciones, la cosa hubiese sido bastante peor. La subdirectora del departamento de quedó pensativa, pero finalmente asintió y creyó conveniente que les acompañase, mencionando un escueto, "iros ya, se os acaba el tiempo".

Tras aquello, tanto Irene Kneedander como la señorita Rhydderch abandonaron el lugar, yendo a la reunión.

Paul y Kate estaban sorprendidos por la reacción magnánima de la subdirectora, por lo que se reflejó alivio en sus rostros cuando vieron la posibilidad de quizá conservar sus puestos. Kate abrazó a Diana y se puso a llorar, estaba bastante afectada por todo lo ocurrido y en cuanto se separó de la joven Selwyn, le dio muchos ánimos y fuerza para que lograsen encontrar una cura. No era necesario intercambiar palabras para saber que la joven se desvanaría la cabeza para tratar de encontrar algún remedio o solución, leyendo toda clase de libros para facilitar en lo posible el éxito. Por su parte, Paul no tardó en buscar en la sala adyacente un traslador que tenía forma de pecera esférica, y depositarlo en el suelo del despacho.

- Bueno, ya está todo listo y preparado. Este traslador os llevará justo a la entrada de Ilvermorny, cerca del único árbol de serpiente que hay, el que creció en el sitio donde fue enterrada varita de Isolt Sayre... - les explicó el joven, quién hubiese deseado acompañarles al igual que Kate, pero que no tenían otra opción que permanecer en el Departamento haciendo sus horas de trabajo. Desde aquí intentaremos seguir indagando y ayudándote en lo que podamos, ya lo sabes. Entonces sacó de un estante unas pociones ya preparadas, dos para ser exactos, y se las tendió a Diana. No son la gran cosa, pero te servirán para forzar a recobrar la consciencia al pukwudgie si termina inconsciente, detener las posibles convulsiones y atenuar ligeramente el dolor... Seré claro, el vómito de sangre por la boca ha sido lo primero del proceso de deterioro interno, pero va a ir a peor a medida que vayan fallando uno a unos sus órganos vitales. Esto solo... ralentiza el proceso. No permitas que permanezca inconsciente mucho tiempo, pero no las malgastes innecesariamente, solo en extrema necesidad...

Ya solo restaba que los implicados apoyas en la mano en la pecera a la vez, y ser transportados hasta el colegio de Magia y Hechicería de Ilvermorny.

Alma Rhydderch e Irene Kneedander abandonaron el departamento del Cuerpo de Protección de las Especies Mágicas y se dirigieron sin mayores contratiempos hasta el Salón del Pentagrama, habilitado como sala de conferencias, y a al cual se accedía atravesando la enorme imagen de la presidenta Picquery situada en el mismo vestíbulo de entrada a la sede.

La estancia ya estaba repleta de magos y brujas de toda índole en las tribunas, todos ellos altos cargos dentro del MACUSA, entre los que destacaban los directores y subdirectores de los distintos departamentos, y todos los aurores encargados de preservar el Estatuto de Secreto, distribuidos según su escalafón. Otros tantos magos y brujas estaban accediendo en esos instantes y terminando de ocupar sus respectivos lugares, pero a Alma no le pasó inadvertido que era notable la ausencia de los miembros de su escuadrón, jefe de aurores incluído, siendo ella la única representante del grupo. También estaba vacío el espacio que debería ocupar el Capitán de Aurores, Jon Selwyn, por lo que al contrario de lo que se esperaba la subdirectora Kneedander, no iban a poder encontrarle allí y ponerle al tanto de lo ocurrido con su hija. El murmullo era generalizado, y los rostros de la mayoría denotaban preocupación, no terminando de entender las razones por las que se había elevado el nivel de alarma y las consecuencias que aquello conllevaría a sus funciones. 

No le fue difícil a la joven Rhydderch encontrar con las mirada a Edward Limus conversando con dos de sus subordinados un par de gradas más abajo, de los cuales aunque no recordaba sus nombres, si que le sonaban sus rostros por ser dos viejos sabuesos del departamento. Al parecer mantenían una conversación bastante seria, y experta como era Alma analizando la conducta, gestos y expresiones corporales, era fácil advertir que a Edward no le estaba gustando el rumbo de la conversación, por sus movimientos intermitentes moviendo los dedos y el torcer los labios, tan característico de su persona en situaciones de tensión. No obstante, incluso antes de que la joven pudiese plantearse si quiera acercarse disimuladamente y espiar la conversación, hicieron acto de aparición por las puertas la Excelentisima presidenta Picquery y el Muy honorable Director del Departamento de Seguridad Mágica,  Percival Graves.

Con gesto serio y sin muchos preámbulos, fue la presidenta Seraphina Picquery la primera en intervenir desde el estrado.

- Damas y caballeros, gracias por acudir con tanta presteza y en tan breve lapso de tiempo a esta reunión extraordinaria. No se les hubiese notificado acudir hasta aquí si la situación no fuese realmente de extrema necesidad, y espero que tomen en consideración mis palabras en el devenir de sus futuras acciones. - la presidenta tomó un breve descanso para resaltar y hacer énfasis en su siguiente frase - Extraños sucesos de los cuales todavía no tenemos una explicación lógica y clara han propiciado que debamos incrementar el nivel de alarma de exposición del Mundo Mágico, por el uso indebido de la magia, hasta el nivel 5, y desde ahora se tomarán medidas exhaustivas para paliar este intento indiscriminado de romper reiteradas veces el Estatuto de Secreto con una respuesta contundente y eficaz por parte del MagiCongreso contra los infractores. Todo el Departamento de Aurores será movilizado y se les encargarán distintas misiones para afrontar la amenaza, encontrar a los culpables, y de ser necesario, someterlos y tomar las medidas necesarias para que no se repitan estos desagradables altercados... Pero sin más, cedo la palabra al Director del Departamento de Seguridad Mágica, Percival Graves, quién abordará en más detalle los sucesos acontecidos y el modus operandi de los distintos escuadrones, y del resto de dirigentes de los demás departamentos, quiénes extremarán la seguridad de sus zonas, iniciarán los protocolos establecidos en estos casos y trabajarán en conjunto con el Departamento de Seguridad para facilitar las labores. 

Y tras aquel breve discurso de Picquery, Percival Graves fue quien tomó el lugar en el estrado que momentos antes ocupaba la presidenta, dispuesto a explicar en más detalle los sucesos acantecidos en las últimas horas.

El director de Seguridad Mágica, quién se había mantenido en absoluto silencio y con rostro adusto, agradeció con una leve sonrisa que la presidenta le permitiese exponer los últimos sucesos, y aguardando a que el murmullo disminuyese tras la intervención de Seraphina, inició la explicación de los acontecimientos.

- No me andaré con rodeos. Esta noche han habido varios ataques simultáneos en los que se ha usado la magia, que entendemos han sido orquestados de forma premeditada, y a la par perfectamente coordinados y ejecutados, atentando contra distinguidas autoridades del mundo Nomaj del condado de Nueva York, y más en concreto de los distritos de Manhattan y Brooklyn. El senador del partido Demócrata James John Walker fue atacado en un acto, una gala benéfica, en el Hotel Army Plaza de la Avenida Broadway, a sólo unas manzanas de aquí, y aunque resultó ileso, hay varios heridos y muchos nomajs han debido ser desmemorizados... y lo más sorprendente, testigos afirman que se encontraron dos muertos en el fondo de uno de los ascensores, pero que posteriormente sus cadáveres desaparecieron sin explicación lógica... - aquello solo ya parecía un despropósito, pero aún había más.

También han atentado contra el senador republicano Frank Dan Waterman y su esposa en su propio domicilio, en el barrio de Greenwitch, y ahora mismo están ambos siendo atendidos en el Hospital Presbiterian. Aunque sus vidas no corren peligro, todavía permanecen en estado de inconsciencia. También nos han informado apenas hace unos minutos, que nuestros hombres han frustrado el atentado contra al alcalde John Francis Hylan, cuando regresaba de ver un partido de Hockey sobre hielo de los New York Americans, en el  Madison Square Garden IV. - relató con seriedad y contundencia, y visiblemente molesto. Aún con todo, quedaba un asunto pendiente que relatar, y todos los presentes pudieron comprobar que Graves buscó a alguien en concreto entre la audiencia, pero que al no encontrarla, buscó a su inmediato superior, tampoco estando presente. La paciencia se le agotó y prosiguió su discurso. También hemos encontrado el cadáver del Capitán de Aurores, Jon Selwyn, en una de las riberas del río Hudson y estamos realizando la autopsia para verificar las causas de la muerte. ¿Dónde está su hija Diana Selwyn? Más bien, ¿Dónde está todo el escuadrón de Montgomery? Como sea, aguarden todos en sus respectivos departamentos y esperen en breves instrucciones. Concluye la reunión.

Y no, no habrían preguntas que responder. Iban a tratar todas las investigaciones con suma cautela y esa era toda la información por el momento, que Alma intuía no sería toda la que que dispondria el alto mando. Probablemente, interrogarían a gran parte del personal por separado para ir acotando sospechas y asignarían las distintas misiones por separado.

Montgomery observó la cara de loco que tenía el tal McCarthy. Realmente dudaba que aquel individuo hubiera pasado siquiera un exámen psicotécnico.

-Joder... He visto tipos menos trastornados en las celdas de Azkaban -comentó el jefe auror, con sorna mientras prestaba atención a cómo se desenvolvía el interrogatorio de Riley. Le dirigió una mirada a Woodbridge, intrigado-. ¿Y bien? ¿Qué era lo que quería contarme en privado?

Salí de la sala de interrogatorios junto a mi superior y tomamos posición detrás del espejo para no perder detalle de la “entrevista” que Riley iba a tener con MacCarthy. Me entretuve un tanto con una pequeña mancha que había aflorado en mi manga derecha... dejando que corriese el tiempo. No quería parecer ansioso por contarle a Montgomery lo que había averiguado, y además necesitaba ordenar mis pensamientos. La experiencia además me había enseñado que la prisa traía descuidos, y si algo no era el viejo Woodbridge, era un ser descuidado.

Mantuve mi silencio mientras Riley comenzaba con su numerito frente McCarthy cuando mi jefe volvió a preguntarme sobre lo que quería decirle. Bien, señor. Usted por su posición, debe de saber que determinada zona de Manhattan es controlada por un clan de vampiros, ¿cierto? - dije a Montgomery - Pues el tipo que ve ahí enfrente de Riley no fue envenenado, propiamente dicho. Lo correcto sería decir que lo habían infectado. Un vampiro lo había mordido, y de no ser por mi intervención, ahora sería uno de ellos... o no sería, punto. Ese hombre ha sufrido un viaje de ida y vuelta al mundo vampírico, con todo lo que eso conlleva, por tanto, que esté tan trastornado es solo una consecuencia lógica de ese suceso.

Dejé que mi superior mascase mis palabras, y sacara sus propias conclusiones, pues teníamos poco tiempo antes de tener que presentarnos a la reunión a la cual habíamos sido convocados. Y aun había ciertas cosas, ciertos detalles que tenía que comentar, y todo ello sin perder un ápice de lo que sucedía en la sala.

Esta noche es el segundo caso que me he encontrado, y eso me tiene ciertamente desconcertado No me pregunte nada aun, pues no puedo darle detalles, tengo un auténtico galimatias en la cabeza, y necesito ordenar los pensamientos. Solo he compartido con usted la información de la que estoy seguro, la que puedo certificar, el resto se lo presentaré en el correspondiente informe. 

No me fio de MacCarthy, y no me fio del doctor Miller. De algún modo están relacionados, de algún modo les une un vínculo, el cual debo de averiguar. 

En cuanto al interrogatorio, creo que sabe tan bien como yo que será del todo infructuoso.

-Vampiros... -Montgomery escupió esa palabra, casi de mala gana. Detestaba a aquellas criaturas.

Lo cierto es que seguían caminando entre teorías sobre lo que había podido suceder entre Riley y McCarthy, y los datos seguían variando, pero al menos ahora gracias al análisis del medimago podía hacerse a la idea de que McCarthy no había sido envenenado, sino infectado por un vampiro.

-Todo indica que, de un modo u otro, Miller está metido en esto -declaró Montgomery, observando cómo Riley llevaba a cabo el interrogatorio-. Aunque hay una gran contradicción entre lo que usted ha averiguado y lo que me contó Riley. Él afirma que McCarthy fue envenenado por un individuo que se hizo pasar por nomaj y que intentó clavar una especie de cuchillo ritual en la espalda de McCarthy. También hay otro detalle que le interesará saber, Woodbridge: McCarthy iba acompañado por un japonés de unos treinta años, con el cabello negro y al que se refería como "maestro". ¿Quizá se trate del vampiro que infectó a McCarthy y el cuchillo ritual sea algo totalmente ajeno, que Riley ha considerado como causante del "envenenamiento" erróneamente? Es lo único que se me ocurre. No dudo de Riley, pero su relato es un tanto confuso.

McCarthy seguía mirando compulsivamente a todos lados, buscando una forma de salir de allí. Puede que con anterioridad ya hubiese sido acusado de algún delito y sometido a interrogatorio, y que por ello, no se viese tan intimidado y dubitativo como  lo estaría otro en la misma situación en la que se encontraba. Lo que no esperó fue la reacción de Riley, que en vez de enfadarse y quizá darle un par de puñetazos para hacerle cantar, se lo tomó con normalidad, casi como disfrutando de aquello, y se puso a servir en una licorera el contenido de aquella jarra que Pug ya había visto que se preguntaba que diantres sería.

- ¿Me tomas el pelo? Eso no puede ser veneno... Si me hicieses algo estarías acabado, imbécil. Aquí el único culpable es usted y no yo, así que deja de jugar y llame a sus superiores inmediatamente. ¡Exijo un juicio justo y tener presente a un abogado! - ​​​​​-Continuó Pug con su diatriba, aunque un leve deje de duda empezó a aflorar y ya no sonaba tan convencido como antes. Seguía pensando que todo aquello era una soberana mentira, pero imposibilitado de pies y manos, sin nadie más a su alrededor, y observando como poco a poco Riley se situaba a su espalda y le tomaba de la cabeza, tapándole los orificios nasales y obligándole a abrir la boca, para hacerle tratar el contenido de lo que allí hubiese, su semblante se iba tornado más nervioso y palido. ¿Qué coño haces? ¡No voy a beberme esa mierda! - Pero igual que había mostrado signos de temor y duda, puede que incluso temor y miedo, al momento volvió a recuperar un rostro maníaco y a reír compulsivamente, para después mirar a Riley con una sonrisa demente y hablar en un tono de voz completamente distinto hasta el momento. Tengo unas ganas enormes de desmembrarte a trozos y saborear tu sangre, jajaja. Voy a ser yo quién te mate después, si no acabas conmigo ahora, ¡Lo juro! ¡Mátame si eres un hombre!

No obstante, tras aquella frase completamente fuera de contexto, su cara recobró ese temor que empezaba a dejarse entre ver, y su mirada se perdió en la licorera que cada vez estaba más cercana a su boca. Compulsivamente empezó a moverse de lado a lado para intentar soltarse de sus ataduras, incluso hasta el punto de hacerse daño así mismo y sangrar allí donde estaban las cuerdas inmovilizando, y amenazando con caerse con todo el peso al suelo. ¡No quiero beberme eso! ¿Envenenarme dice? ¡Maldito enfermo! ¡No le creo! ¡Suélteme! ¡Quiero a mi abogado!

Todo olía a ese malnacido y por cómo se comportaba Graves, él también lo sabía, o debería saberlo, Alma estaba suponiéndolo tan solo, mientras sus ojos se entonaban y comenzaba a dar algunos pasos hacia delante cuando se hizo evidente que el jefe buscaba a alguien. Quedó en primera línea, con esa postura que parecía estar desafiando a Graves pues si se trataba del temido mago, Alma no reconocía órdenes ni superiores. Graves lo sabía, la conocía perfectamente, no por nada había sido su mentor. La chica apretó los dientes con fuerza y dio unos pasos más hacia delante, esperando que todo terminase y poder hablar con el imponente hombre.

ademas tendría que dar las malas noticias a una de sus compañeras aunque si había alguien más dispuesto, ella lo de opondría, no era tan cercana a la mujer como para comunicarle la noticia aunque estaba más interesada en saber en qué andaba el auror para saber porque lo habían matado. Tragó saliva, repasaba lo visto en el rostro de Eddy. 

— está metido él— le dijo a Graves cuando le salió al paso, el hombre no tenía respuestas que dar, pero a ella sí — ¿es él? — volvió a preguntar, sin alzar la voz, pero si con más vehemencia. Graves conocía esos ojos, Alma no estaba fingiendo sus emociones y podía ser peligrosa si no se centraba.   

Jajajajajaja, abogado dices, este es mi puto reino y aquí se hace mi voluntad, ahora vas a echarte un buen trago. - respondo casi pletórico.

Mira idiota, gracias a tun numérito en el ala médica, es poco probable que me quede algo que perder, ahora puede que incluso esté en búsqueda y captura, por lo que tu muerte no representa nada para mi, pero tu, pues te voy a dar una oportunidad para salvar tu puñetera vida. - digo con frialdad mientras fuerzo a Pug a beber de la licorera.

Tienes alrededor de diez o veinte minutos para beber el ántidoto no lo recuerdo bien, hace mucho que no preparo ese veneno, pero si lo quieres, dame información, algo que me lleve a una captura importante y me permita salvar mi carrera o quedate callado y muere sin dar lata. - sentencio con total desprecio hacia Pug mientras camino hacia el otro extremo de la mesa, depositando un vial con agua al otro extremo de la mesa.

Y bien idiota, ¿Quieres morir luego de seís días de vomitar y cagar sangre sin parar o vas a salvar tu puñetera vida? ¿Dónde está tu maestro? ¿Porque el Senador? ¿Dónde se oculta Grindelwald? Habla ahora y puede que te de el antídoto o niégate y muere, pues te aseguro que moriré antes de darle a nadie la receta del mismo. - añado mientras juego con el vial entre mis dedos, listo para dejarlo caer al suelo y me giro hacia el espejo, dándole la espalda a Pug, para hacerle una señal a Woodbridge para que irrumpa a la sala y confirme mi pantomima.

-Gracias señora Kneedander. – dijo asintiendo a sus palabras y al ofrecimiento de James.

Una vez Irene y Alma se fueron y Paul le dio las indicaciones pertinentes, Diana se centró unos instantes en sus dos compañeros de departamento.

-Nunca podré agradeceros lo que habéis hecho por mi hija, nunca… - Les dijo antes de usar el traslador, se habían jugado su puesto por ella, por salvar a su hija, eran más que compañeros, eran amigos, y como esos había pocos en el mundo.

Diana los miró con infinito cariño, y eso era algo que la mujer no solía mostrar a menudo por lo que podría sorprender a los dos jóvenes y asegurarles que ella eso no lo olvidaría jamás.

-Vamos…

La mujer guardó las pociones en su bolsito mágico y agarró el traslador que puso en medio del grupo que formaban con su hija, el pukwudgie y James. Instantes después aparecieron justo en el lugar indicado por Paul.Diana miró a su alrededor y a pesar de la delicada situación en la que se encontraban, no pudo evitar que una sensación de nostalgia la invadiese por dentro al volver a su antiguo colegio, cuantas travesuras había realizado allí y cuanto había aprendido…

-Bien cariño, indícanos el camino para llegar lo antes posible. James, ¿puedes llevar a Wamssutta? Si él lo permite claro… así iremos más rápido, el tiempo es crucial… - dijo mirando finalmente a su hija para que trasmitiese aquello al pukwudgie.

Abrí la puerta dando un sonoro portazo... algo que no encajaba para nada con mi forma de actuar. Yo era un tipo tranquilo, nunca dejaba que mis sentimientos influyeran en mi trabajo. Totalmente aséptico. Afortunadamente el señor MacCarthy no me conocóa, o no podía conocerme, y por tanto nuestra actuación no quedaría desmontada.

Pero que haces, loco, ¿te atreves a usar eso aquí? ¿No sabes que deja un rastro facilmente identificable para un mero ayudante de forense? - dije, en un susurro lo suficientemente poco discreto para que Pug pudiese oirlo, pero que le dejara la sensación de que no era mi intención que lo oyese.

Me da lo mismo que jodas tu carrera, pero la mia ha sido intachable durante casi 3 décadas, y no pienso dejar que esto me salpique. Dame el antídoto para que pueda dárselo, y te pido que abandones la sala a continuación.

Miré con disimulo hacia el espejo, para hacer una señal a nuestro jefe de que el plan continuaba el camino previsto.

Señor MacCarthy, permita que me presente, soy el auror Woodbridge, medimago. Le ruego que disculpe los modos de mi compañero Riley, se deja llevar por el ímpetu en ocasiones - dije, tendiendo la mano hacia Jonathan para poner énfasis en que me diese el vial mientras miraba fijamente los ojos del prisionero - ¿me permite el antídoto, John?

No, Woodbridge, el destruyó mi carrera y ahora lo veré morir a menos que me diga lo que quiero saber, si no habla, dejaré caer el antídoto y me largaré de aquí para no volver. - sentencio con fiereza mientras me preparo para arrojar el vial al suelo.

Montgomery observó cómo Woodbridge entraba en la habitación para continuar con lo planificado, reforzando la actuación de Jonathan Riley y haciendo pensar a Pug McCarthy de que había sido envenenado. El jefe auror decidió permanecer en la sala anexa siendo un mero testigo de la situación, esperando que la treta de su subordinado diera resultado.

No estaba al tanto de que hubiera vampiros implicados en la situación de McCarthy hasta que el medimago se lo había revelado. ¿De qué modo encajaban los vampiros con Grindelwald y las Reliquias de la Muerte? Montgomery aún no era capaz de apreciar esa conexión, pero viendo que en esos instantes sus dos subordinados no podía verle, tomó su petaca y le dio un largo trago.

McCarthy no las tenía todas consigo y dudaba de las palabras intimidantes de Jhonatan, indicándole que lo que le había forzado a tomar era un letal veneno y que poco o nada le importaba su vida, siendo que por su culpa le había jodido su carrera profesional. Aún meditaba en el asunto forcejeando intermitentemente para intentar liberarse, cuando hizo acto de aparición Woodbridge en la estancia. Aunque ambos aurores hablaron en voz baja, Pug pudo escuchar al completo lo que susurraban entre sí, creyendo entonces a ciencia cierta que el muy cabrón le había envenenado de verdad, y que sólo el supuesto antídoto que sostenía entre los dedos era su única salvación.

Ver cómo discutían entre sí y el antídoto se balanceaba iba poniendo francamente nervioso al tipo, quién intentaba posicionarse en favor del médico, quizá esperanzado en que fuese más fácilmente manipulable si se quedasen a solas.

- ¡Eh imbécil! Hazle caso a tu amigo medimago y dale el antídoto... Solo de ese modo puede que responda alguna de las preguntas que quieras hacerme, aunque no por ello te vas a librar de que te despidan por haberme dado una paliza inhumana. - comunicó McCarthy envalentonándose un poco, pero todavía con la mirada fija en el frasco que intuía, era su única salvación. En cuanto salgas por esa puerta, tras haberle entregado el antídoto, tienes mi palabra de que hablaré.

Nada podía asegurarle al grupo de que fuese cierto lo que decía o de si mentiría, pero por primera vez, ya fuese cierto o no lo que dijese, el tipo ya no se mostraba tan reacio a colaborar. ¿Valía la pena intentar dejar a Woodbridge y McCarthy a solas?

La despedida fue muy emotiva y tanto Kate como Paul le desearon al pequeño grupo que tuviese éxito en la aventura que iban a emprender, la cual no estaría exenta de peligros. Todos eran conscientes de que una vez se alejasen de los límites del Colegio de Magia y Hechicería de Ilvermorny y se internasen en la espesura del bosque, su seguridad pendería de un hilo si no iban con sumo cuidado, y si ya era un peligro moverse por esos páramos a la luz del día, más aún lo era hacerlo en la oscuridad de la noche, donde solo el el tenue brillo de la luz de la luna o de sus varitas les iluminarían.

En efecto, y justo tras aparecerse con el traslador, pudieron observar como el cambio horario auguraba que apenas restaban unos pocos minutos de luz natural. Tenían suerte de que al haberse trasladado a otra zona del continente americano más occidental, no hubiesen llegado en noche cerrada, pero inevitablemente la mayoría del trayecto que recorrerían hasta alcanzar la ubicación a la que se dirigían, la harían sin apenas visibilidad. El ambiente era muy frío y helado en aquella época del año, con todo el paisaje nevado allá a donde sus ojos llegaban a alcanzar. El castillo se alzaba imperial frente a sus ojos, majestuoso y mágico, rodeado de una espesa niebla alrededor, dándole un aire mucho más místico.

James fue el primero en intervenir, una vez todos terminaron de deleitarse con las maravillosas vistas del paisaje nevado, con Ilvermorny como monumento destacado en el horizonte.

- Bueno pequeña - le mencionó a Emma con una leve sonrisa - Estamos en tus manos para que nos conduzcas hasta ese emplazamiento del que nos habló Wamsutta, ¿Tienes claro el camino que debemos seguir? No te preocupes por tu amigo, yo me encargaré de que esté protegido y seguro todo el trayecto, y que no pase frío, ¿De acuerdo? - y recitando un hechizo en voz baja a la vez que aleteaba su varita, ambas pudieron observar como su mochila se transformaba en una especie de cesta mullida y cómoda, donde depositó con suavidad al pukwudgie, que pese a que respiraba con dificultad y se le veía sufriendo internamente, no podía estar en mejor situación dadas las circunstancias. James también logró que un hechizo de aire cálido se mantuviese de forma permanente logrando que el interior de la cesta permaneciese a una temperatura cálida y óptima. Es lo mejor que se hacer, espero que sirva en cierta medida, Diana. Vamos, debemos ponernos en marcha de inmediato, deben de quedar a penas veinte minutos antes de que sea completamente de noche... Recordadme dentro de un rato de verificar que Wamsutta permanece consciente, por si debemos darle una de esas pociones, ¿De acuerdo?

Y finalmente le dedicó una sonrisa cálida y sincera a Diana, apoyando su mano con suavidad en el hombro de la joven, para infundirle ánimos y serenidad.

Enma había asentido a las palabras de su madre y de James, y aunque extrañaba su varita mágica, la cual en esos instantes permanecía en el Departamento de Varias por ser vacaciones pero que le hubiese servido de ayuda para orientarse mejor, aún con todo parecía tener claro el rumbo a seguir. Con determinación intentó explicarles lo mejor posible cuál sería el recorrido a seguir, para que tuviesen claro a qué se enfrentarían.

- Las tres veces que he ido hasta el árbol madre siempre ha sido acompañada de Wamsutta y a plena luz del día... - explicó siendo realista y un pelín preocupada por si eso podía suponerles un problema. Tampoco he ido con todo a nuestro alrededor nevado, y a ver, no sé cómo explicarlo, él siempre parecía estar completamente atento a todo y capaz de preveer cualquier peligro. Recuerdo que una vez me hizo detener la marcha y dar un pequeño rodeo por un camino secundario, aunque nunca me explicó la razón de ello. - entonces intentó hacer memoria de todo lo que recordaba, y aunque seguramente olvidaría algunos detalles relevantes, al menos esperaba que fuese útil - Primero debemos andar paralelos al río, es un camino con cierta pendiente ascendente pero bastante cómodo. Calculo que son unas dos horas a paso medio, y finaliza justo cerca de una especie de acantiladomcon una cascada, que deberemos bajar por una especie de salientes. A mí me daba bastante respeto bajar por allí, pero para Wamsutta era como saltar de roca en roca como si nada, le envidio por ello... Una vez abajo, hay una especie de lago con nenúfares de distintos colores, y también hay lotos azules que Wamsutta me prohibió tocar. Supongo que al ser invierno, todo eso no estará y solo veremos una superficie grande congelada, pero solo son suposiciones. Y bueno, desde allí hay que cruzar por una especie de puentes enormes, que en realidad son las raíces de los árboles que sobresalen. Y tras un pequeño estrecho entre dos paredes, cruzas una especie de cueva y llegas al otro lado, donde ya se ve el gran árbol madre y lo que se considera el hogar de la tribu. No sé si olvidó algo, pero debería bastar... En total son unas seis horas de viaje, por lo que si ahora son las doce, dudo que lleguemos antes de las seis de la mañana...

Dicho todo aquello, la adolescente se alegró muchísimo de que James acondicionara tan bien la mochila que cargaba a cuestas para que Wamsutta estuviese a refugio de las inclemencias. De momento no nevaba, pero nadie aseguraba que no pudiese hacerlo en breves.

En un momento dado, iniciada ya la marcha, Enma le susurró al oído unas palabras a su madre dedicándole a su vez una sonrisa pícara.

- Mamá... ¿Quién es el hombre que nos acompaña? Reconozco que es muy guapo, inteligente y valiente... me cae bien. ¿Es...tu novio?

Tras una hora y media de camino, Wamsutta había dejado de estar consciente. ¿Tratarías de despertarle con un enervatte o emplearías la poción?