Partida Rol por web

Mustafá había negado la anterior pregunta de Bazlaf, pero éste había notado que no decía toda la verdad, pues era muy evidente tal titubeo. Cuando los hombres de la aldea comenzaban a marchar en grupos de búsqueda, éste se acercó a vosotros, y comenzó a hablar. Y no es que la hubiera visto, sino que se le olvido decir que...

Se me olvidó decir -no es que se le olvidara, sino que pronunció tal fórmula como excusa- que fuimos... ejem... fuimos a las ruinas de la torre, Rabea y yo, unas ruinas que hay aquí cerca, al lado de un riachuelo, y que dicen que está, nosé, maldita de antiguos cristianos... Fuimos allí para preparar el anuncio de nuestro amor, porque sabíamos que nadie nos molestaría, y también a hablar, y también... ejem... Pero no vimos a nadie -el muchacho se sonrojó y ruborizó-. Acto seguido se abrazó a Rabea y vosotros partísteis, no sin antes escuchar a algunas mujeres de Dar-el-Geuza susurrar entre dientes:

Los "sayatín"... "sayatín"... las criaturas... ¡y de noche!

A veinte minutos a pie de la pequeña aldea, alcanzásteis una torre en ruinas, cercana a la orilla de un riachuelo. Todo estaba en silencio y la vegetación, fruto de la oscuridad nocturna y el semblante de las ruinas, ofrecía un aspecto siniestro. Tan sólo se oía el continuo discurrir del agua: ese lugar estaba abandonado, y cuantiosos cardos y matorrales crecía dispersos por la zona.

Visiblemente decepcionado por no haber encontrado más que una oscura torre en ruinas... Bazlaf había pensado que la torre estaría en mejores condiciones. Empezó a mirar de un lado a otro para comprobar si estaba la chica por allí.

Hoy definitivamente, no era su día. Con la buena vista que disfrutaba normalmente, debía ser la oscuridad o la noche pero o era capaz de distinguir absolutamente nada.

Deja que te acompañe - Le dijo a Bazlaf - Puede que la chica este dentro de la torre.

Nadie se aleja así  ano ser que no quiere que le encuentren, tanto si es por su propia voluntad o por que alguien haya querido aprovecharse de una chica sola - Alí apretó el puño sobre su espada. 

Espero equivocarme sobre esto último, pero de llegar a ser cierto el tipo lo pagará con la vida- En su voz se podía distinguir la ira y la preocupación 

Padre mio, que estoy que tiemblo... ¿có... cómo vais a entrar a ahí? -decía Rachid mirando al cielo y rezando a Alláh-. Vaya fiesta del fuego... -murmuraba el hombre-. Venga, acabemos a ver si está ahi la joven, que seguramente esté con algún zagal... habráse visto.

Entonces entrásteis todos en las ruinas.

Nada más entrar notásteis el frío que hacía allí dentro, pese a que era verano, pero era un lugar más o menos alto, y cerca del río, con lo que incluso a veces se formaban neblinas fruto de la "rasca" nocturno. Al entrar comprobásteis que lo único que quedaba en pie era una torre, y que la planta baja era totalmente ruina y estaba abierta en su techo, con lo que podíais contemplar bien el cielo.

Había una escalera que subía a la torre, y parecía que ese era el lugar perfecto para esconderse. Os introducísteis en la abertura de la base de la torre y subísteis sus maltrechos escalones. Iban en caracol hacia arriba y algunos estaban degastado y caídos. Sin duda estaba en muy mal estado, y era normal, incluso que lugares como ese tuvieran leyendas tan negras.

Una vez arriba, no encontrásteis nada; no había muebles ni ningún obstáculo donde poderse esconder o ocultarse, incluso la torre estaba "desmochada", y tenía una abertura debido a su pobre estado. Rachid comprobó las esquinas, pero sin rastro de Nuba. sin embargo, al daros la vuelta, vísteis que había una sombra en el comienzo de las escaleras que bajaban (desde vuestra perspectiva), impidiéndoos el paso para descender... ¿quien era? ¿Nuba? ¿algún campesino que decidió batir esa zona? No, no, no... ninguno de ellos, habría que ser muy osado para adentrarse alli, y eso pensásteis una vez vísteis tal silueta...

Y comprendísteis que quienfuera aquello no era de este mundo... ni quizá de esta época.

Parece un soldado cristiano, pues tiene cruces cristianas en su ropa. Claro que comprendísteis que era una especie de fantasma, pues, al acercarse, notásteis que su silueta no era definida, apenas se veían claramente sus piernas y brazos y avanzaba como sin andar, como flotando...: realmente terrorífico. Vuestro jefe Rachid se orinó en los pantalones.

Bazlaf se quedó totalemente petrificado. Cerró los ojos, intentando hacer desaparecer aquel fantasma, pero de alguna manera, aún con los ojos cerrados tenía la imagen grabada en su mente, de manera que era imposible hacerle desaparecer. Volvió a abrir los ojos e intentó pensar, pero era inútil. No podía pensar ni moverse...

—Qué diablos es eso—dije aterrorizado—será mejor que corramos—.

Se quedó mirando a aquella cosa durante lo que le pareció una eternidad. Su cuerpo temblaba y no precisamente a causa del frío. Recordaba la historia que habían contado durante la fiesta, cuando la oyó pensó que era una de las muchas historias que se cuentan para entretener o asustar a los niños.

Vamonos de aquí antes de que sea demasiado tarde.

En esos momentos, la extraña figura ataviada con espada y ropas de soldado ennegrecidas y ensangretadas se acercó rápidamente a Hamza ¡Casi no lo véis! y acto seguido, como si de un humo de fogata se tratase, comenzó a desvanecerse ¡mientras SE INTRODUCÍA EN EL CUERO DE HAMZA! Por sus ojos, por sus oídos, por su nariz... ¡Parecía estar poseyéndole!

El joven árabe estiró su cuerpo, se volvió rígido y sus ojos se pusieron tan blancos como los de esa extraña figura que, ante vuestro asombro había desaparecido (como ya comento no se ha marchado, sino que parece que se ha metido en el cuerpo de vuestro compañero).

Sin embargo, en cuestión de momentos, Hamza comenzó a agitarse violentamente, como poseido por el Mal, y en seguida vísteis cómo el espectro salía de su cuerpo, por los mismos orificios, un espectáculo realmente aterrador y aberrante... Cuando estuvo fuera, parte de su silueta se recompuso y vísteis cómo salió huyendo escaleras abajo (todo ello en forma de fantasma, por supuesto, es decir, lentamente y como "flotando" en el aire).

Ay, Madrecita de mi vida... -decía Rachid con la mano en el corazón y harto acongojado-. Va... vámonos de aquí, ¡¡por Alláh, que no quiero más cristianos los ver!!

- ¡ARGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHH! - gritó Bazlaf de puro terror y sin ton ni son salió corriendo paradójicamente escaleras abajo. Tenía que salir de aquella torre como fuese, que le diesen castañas al tesoro a la torre y a la cristiandad entera.

Lo sentía mucho por Abdallah pero no podía seguir allí... corrió hasta salir de la torre y se lanzó al suelo y empezó a rodar como un poseso por el suelo como intentando purificar su cuerpo, aunque en realidad él no había sido profanado. Puede que lo que quisiera purificar fueran sus ojos o su espíritu o quizás sólo había perdido la cabeza.

Se me olvidó decir: haced un Otead (PER)

Alí se alejo a toda prisa de la torre. Ahora estaba seguro de que la chica no estaba en ella. 

Cuando se hubo alejado algunos metros de la misma, se giró para observarla - Nos hemos librado de una buena, pero aún hemos de encontrar a la chica.

Intentó centrarse en la tarea que tenía delante, y así poder olvidar lo que habían visto, aunque dudaba que lo pudiera olvidar

Tras salir de las ruinas escaleras abajo y luego al exterior como alma que lleva el diablo (quizá nunca mejor dicho), vuestro corazón late por la prisa, y a lo lejos veis todos como una pequeña luz, a unos cien metros aproximadamente. Está a ras del suelo, entre unos arbustos y tiene toda la pinta de ser una fogata. Rachid anhela no volver a a ver a ese espíritu... le daría un infarto real del miedo...

Jadeando señala la luz a lo lejos

- ¡Mirad allí! si eso es una hoguera, demos gracias a Allah si se trata de la hija del bueno de Abdallah. Vamos hacia allá- se veía que su voz era aún temblorosa, se acababa de poner en pie y llevaba la túnica blanca llena de barro y manchas.

¿Donde?- Preguntó al tiempo que dirigía la mirada hacia donde les había indicado Bazlagf.

Es cierto, hay una hoguera- Alí suspiró aliviado al verla

Vayamos a ver, quizás sea ella