Partida Rol por web

Mientras Zuri abría la puerta, todos tomaron sus posiciones: Viviana se fue a la cocina y las demás se fueron a atender a los clientes. Apenas este abrió la puerta, los primeros clientes se quedaron mirándolo como si él fuera el ángel y no Gabriel. Estaban tan cautivados que muchos fueron los que se arrodillaron a sus pies y juntaron sus manos mientras contemplaban su babosa figura - Es... maravilloso... - y no parecían importarles en absoluto los cuernos en su cabeza. Su figura era tan estelar y cautivadora que hubo muchos que ni siquiera siguieron a sentarse, sino que le hicieron corrillo en toda la entrada.

Aquellos que no habían alcanzado a ser cautivados por su belleza, siguieron entrando a continuación. Gabriel, Tanya y Xiao Mei fueron las encargadas de atender a aquellos que se sentaban en las mesas, siendo de varios grupos. Claro que decir que Gabriel estaba atendiendo a los clientes era ser amables con la contribución de la ángel, pues esta parecía más una lámpara de tamaño humano que una mesera. Los grupos a los cuales ella se acercaba resultaban bastante molestos, pero la pequeña zombie llegaba con su atuendo y parecían olvidar su mal humor.

- Oye, ¿puedo cargarte? - decía una clienta cautivada.

- ¿Y yo puedo tomarme una foto contigo? - decía otra.

- ¡Quisiera llevármela a casa! - replicaba otra.

Afortunadamente, había sido rápida para evitar la insatisfacción de los clientes.

Aquellos a quienes Xiao Mei no alcanzaba, eran atendidos por Tanya, quien al menos había recordado apuntar las órdenes de los clientes. ¿De dónde había sacado la libreta? Tal vez de alguna parte de su baboso cuerpo. Lo cierto era que muchos clientes estiraban la mano para tocar su cabello. Este era el que más llamaba la atención.

Viviana, por su parte, se había vuelto a poner su uniforme para preparar las órdenes y todo se veía perfecto. Ahora, ¿quién llevaría las órdenes para cada mesa?

De repente, un fuerte silbido atraviesa el aire y la frente de Zuri es atravesada justo en el entrecejo por una bala. Este no tiene tiempo de reaccionar y cae hacia atrás encima de sus admiradores, quienes gritaron consternados (hombres y mujeres) por la sangre de color oscuro que ahora caía por la herida de bala. Al comprender lo que había sucedido, fueron muchos los que gritaron de pánico, mientras otros protegían al demonio como si fuera su nuevo Mesías, soportando a la turba furiosa por él para que no lo lastimaran. Los clientes gangster estaban alarmados y ya habían sacado sus armas buscando al culpable. El cartucho recargándose sonó de nuevo y ahora no sabían bien quién sería el próximo, pero si no actuaban, era posible que corrieran la suerte de Zuri. Este era inmune a balas comunes, afortunadamente, pero igual debía asegurarse de que la herida se cerrara para poder actuar*.

Toda la voluntad que había juntado la pequeña zombie comenzó a tambalearse de nuevo cuando se amontonó la gente. Por suerte Zuri estaba allí y con su brillo encantó a varios, pero incluso así fue un poco complicado tratar de lidiar con los más entusiastas que pudieron librarse de la adoración al demonio.

Afortunadamente pronto llegó la ayuda y con ello fue un poco más fácil centrarse en sus clientes, mismos que parecían tener suficiente si la pequeña zombie pasaba unos minutos cerca de ellos, o al menos esa impresión le dieron al inicio.

Quien no lo tuvo tan fácil fue Gabriel, sin embargo recordando su nerviosismo inicial e instintivamente dispuesta a ayudar a la de pesado frente, la china se esforzó para cubrir su parte de los deberes al tiempo que también se encargaba de lo que la luminosa dejaba.

—E-esto… p-por favor sigan a Xiao Me… —estaba diciendo cuando la quisieron cargar. No era algo que a ella le molestara del todo, pero en ese momento la zombie creyó que lo ideal era ir haciendo que las personas avanzaran para evitar congestionamientos y mayor molestia en algunos. —N-no puede llevarse a Xiao Mei a casa, Xiao Mei trabaja aquí —dijo después haciendo una reverencia a modo de disculpa por decir la verdad. —¿Una foto? T-tal vez… p-pero primero debe sentarse —explicó con ganas de meterse dentro de su pijama y desaparecer. —Xiao Mei tratará de complacer a todos lo mejor que pueda —aseguró en medio de reverencias y otras reacciones monas. Poco a poco toda la carga fue aligerándose y con ello la criada más bajita pudo volver a sonreír con dulzura.

Sin embargo cuando Xiao Mei pensó que lo tenían todo controlado un ruido ensordecedor la hizo estremecer y de paso tirar la bandeja con las órdenes que llevaba cargando. —¡Kya! —gritó automáticamente. Enseguida las personas que comenzaron a inquietarse y a arremolinarse en torno a donde estaba Zuri formaron un peligroso escenario para la zombie. Debido a su tamaño la maid no podía ver claramente lo que pasaba más allá y así mismo era difícil de notar, esto provocó que pronto se viese atrapada y confundida entre el laberinto de piernas y torsos. Tal era su situación que Mei ni siquiera podía distinguir la luz de Gabriel o el cuerpo gelatinoso de Tanya, además el miedo que se estaba esparciendo en el público se le contagió en forma de ansiedad.

—¿P-pero qué sucede? A-alguien a-ayude a Xiao Mei, p-oor favor… ¿q-qué fue ese ruido? —preguntó con una vocecilla que casi era tragada por el gentío. Sus ojos arcoíris estaban a punto del llanto debido a la desesperación.

Que Livia estaba prendada del amo no era novedad alguna, y su corazón habría dado un vuelco si no se tratase quien era ella. Recordaba cómo las primeras veces que el amo la había acariciado se había derretido cual flan bajo el sol, o cómo sus mejillas se sonrojaban con la mera presencia de él. Pero a esas alturas las cosas habían cambiado un poco ¡¡Por supuesto que seguía poniéndose nerviosa en algunas ocasiones!! ¡¡Y que incluso Vlad le hacía sonrojar con algunos detalles!! Pero con el tiempo había aprendido a controlar aquellas cosas, y no era tanto su parte inocente la que salía... Si no su parte más adulta.- Una propuesta poco inocente...-Se acomodó, dejando caber su peso sobre el cuerpo del amo cuando este la acomodó.

Un escalofrío recorrió la espalda de Livia al notar las manos de Vlad, esta sonrió divertida. La joven sabía lo que al amo le gustaba, y cómo le gustaba. Por eso mismo sus movimientos eran cuidados en todo momento, vigilando la reacción de este por si algo no le gustaba o por el contrario le agradaba. Llevó una de sus manos hasta la frente de él para retirar algunos cabellos, dejando despejada aquella mirada plateada que tanto le encantaba y enamoraba. Lentamente bajó la mano por su mejilla en una delicada caricia.- Sabes que soy solamente tuya...-Sus palabras fueron cómo un suave ronroneo, se inclinó lentamente para besar los labios del hombre. La mano que hacía unos instantes se paseaba por la mejilla de él la deslizó entre el cabello y la nuca.

Con una determinación renovada, Tanya se dispuso a desempeñar su tarea en el bar. Con libreta en mano, una que se había sacado de quién sabe dónde, y temblando como un flan, no se esperaba la estampida de clientes que esperaban fuera por entrar al café. Aquello era más de lo que podía manejar, y por un momento pensó en escurrirse y esconderse, pero la detuvo su férreo compromiso al amo, así que se tragó todo su miedo y vergüenza y salió a atender a los humanos temblando y con una tímida y tensa sonrisa.

Tomar las órdenes era algo relativamente sencillo para Tanya. Aunque tardaba un poco en hacer los apuntes, escribía bien y con una letra bonita, siendo algo bastante sorprendente tomando en cuenta que era un slime con poco cerebro. Aunque lo último quedaba perfectamente comprobado cuando quería llevar alguna orden... pues acababa tropezándose con sus pies solo para mandar volando las bandejas que tomaba cada una de las veces. Entre ello y sentir que los humanos le tocaban el cabello, Tanya estaba a punto de ponerse a llorar hasta que escuchó los gritos y el desorden que se formaba alrededor de Zuri.

La libreta de Tanya cayó al suelo cuando esta la soltó acallando un grito de horror. Comenzó a abrirse paso deshaciendo la forma de sus piernas para moverse rápido, y fue entonces que vio a la pequeña Mei siendo encerrada por la gente, apenas y logrando ver algo de su uniforme. Sin pensárselo mucho, la slime se abrió paso entre la multitud gracias a su gelatinoso cuerpo hasta llegar a donde Mei estaba para alzarla y sentarla en uno de sus hombros.

—¿Xiao Mei está bien? —preguntó Tanya preocupada, llevándose la otra mano a la boca por lo de Zuri— Tanya te pondrá a salvo —y resistiéndose a ir de inmediato a donde Zuri estaba para poner a salvo a la pequeña Xiao, se dispuso a buscar un lugar seguro para la pequeña.

En la cocina Viviana estaba suficientemente atareada como para no enterarse demasiado de lo que ocurría en el exterior. Centrada en su tarea, se movía con agilidad y concentración, pendiente de que nada se quemase, todo tuviera un sabor delicioso y los platos quedaran dignos de una foto. ¡Es el primer día, tengo que esforzarme! Incluso cualquiera que pasara cerca de la cocina podría verla con una sonrisa o tarareando alegremente. 

Dejó de cantar alegremente cuando empezó a escuchar los gritos del exterior. Se asomó con preocupación a la zona de los clientes y abrió los ojos como platos al ver al mayordomo en el suelo con la herida de la bala en la frente. En ese momento los pedidos pasaron a un segundo plano; no podía quedarse de brazos cruzados mientras había disparos en el local. Y mucho menos puedo permitir que les hagan algo a los demás...

La mirada de Viviana se afiló con ese pensamiento, y moviéndose a una velocidad sobrenatural, atravesó el salón andando por el techo y evitando chocarse con toda la multitud. Desde arriba sería mucho más fácil poder ver a los que llevaran armas y no parecieran clientes de los que ya estaban allí. En cuanto lo encontrara, Viviana se lanzaría como una sombra contra él o ella, buscando apartar el arma lo más lejos posible de ellos.

Estaba captando mucha más atención de la que era necesaria, pues su principal misión era que todos disfrutaran del lugar y se llevasen una buena sensación de la hospitalidad de Vlad, sin embargo debía reconocer que los humanos le resultaban de lo más interesante. Quizá fue por ello que no se percató de quienes decían que querían llevarse a Xiao Mei, o que tampoco se percató de la amenaza escondida entre la multitud, al menos no a tiempo, ya que la bala impactando en su cuerpo sí se lo reveló.

Mientras caía, agradeció no ser un mortal o, de otro modo, estaría convertido en un amasijo de carne sanguinolenta en el suelo, sin embargo... estaba molesto, las sombras recubrían su cuerpo con aún más celo que sus recién adquiridos devotos -de los cuales quizá debería plantearse segar algo de fe- y acariciaban la herida abierta y la cerraban con un cuidado que rallaba lo lascivo.

Se fue incorporando mientras la herida se cerraba con una única palabra.

¿Quién...?

Que alguien ingresara sería algo bastante inconveniente, aunque en realidad era poco probable, ¿verdad? Solo pensar todo el trabajo que había por la apertura del café hacía prácticamente imposible que alguno de tus compañeros tuviera tiempo de siquiera intentar entrar allí, pues deberían tener las manos llenas con los clientes. Había sido orden directa del amo atender el café y aunque este parecía estarse recuperando, de verdad parecía querer descansar un poco de sus labores de anfitrión.

También estaba la parte en que era obvia la preferencia del amo hacia ti. Bastaba con ver la ubicación de tu habitación con respecto a tus demás compañeros, justo frente a las escaleras que llevan a la habitación del amo... Aunque era posible que solo ustedes dos conocieran el motivo de aquella ubicación tan peculiar.

Fue entonces que le contestaste y mientras te contemplaba descender para besar sus labios, susurró seductor - Buena chica - para luego corresponder a tu beso. En lo que duró aquel íntimo encuentro mostraste por qué eras la amante del amo. Tus labios rozaron su piel de la manera correcta, tus manos pasaron por los lugares correctos mientras tus acciones solo despertaban la más profunda lujuria en Vlad. En realidad sabías bien lo que hacías y lo demostraste con creces. Aquella había sido una buena forma de hacer que se recuperara porque poco después estaban ambos con la cama algo desordenada y las sábanas revueltas como si hubieran hecho parte de aquel encuentro. Había una enorme ventaja en ser vampiros ambos y era la resistencia. Un humano sucumbiría en poco tiempo, pero no era su caso.

Con su torso desnudo, Vlad acarició tu cabello bicolor ahora suelto - Creo que me siento mejor - dijo con tono juguetón. De seguro se refería a la afección que había mostrado antes.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Horas? ¿Minutos? Lo cierto era que habían estado muy ocupados para estar pendientes de algo como eso.

Corriste tan rápido como pudiste para poder intentar localizar a los culpables, cosa que se hizo sencilla poco después. Fue solo un momento, pero una figura traslúcida entró en tu rango de visión sosteniendo lo que parecía el rifle de un francotirador. Además, su apariencia era bastante andrógina. Se sobresaltó al verse descubierto y se hizo invisible de nuevo. Junto con este, el arma desaparecía. ¿Cómo era posible? Tal vez lo bueno era que el techo había quedado tan limpio que podías ver claramente sus pisadas ensuciando aquello que habías trabajado tanto por limpiar.

Tanya fue rápida en sacar a Xiao Mei a salvo y ponerla en un lugar lo suficientemente alto para que aquellos humanos que parecían verla como una linda mascota parlante no pudieran aplastarla. Y es que con la conmoción era de esperar que no fuera sencillo poder ver a la pequeña zombie con facilidad. Ya encima de la alta slime azul, la zombie podía ver mejor que había aún algunos clientes que no parecían saber qué hacer, si quedarse o irse. ¿Qué harían con ellos? ¿Los interrogarían a todos? Los gritos continuaban.

Mientras Viviana caminaba por el techo en búsqueda de culpables, los adoradores de Zuri lo rodeaban y buscaban que nadie dañara más su cuerpo, aunque algunos se asustaron al verlo revivir. Sabían que era un monstruo ¿y eso les sorprendía? Lo más seguro era que fueran cosas de humanos. La herida sí que se cerró pronto, pero estaba la sangre de un espeso negro manchando su uniforme y parte de las paredes. Para cualquier vampiro, la sangre corriendo por las paredes sería poético, pero pobre de quien le había disparado al príncipe de la oscuridad. Gabriel se quedó tan impresionada que no supo qué hacer. ¿Tal vez curar a Zuri? ¿Y si lo calcinaba? Se quedó “pensando” en sus opciones por el momento.

Tal vez la ángel no podía pensar por el tamaño de sus atributos, pero pudiera que otros se preguntaran: ¿qué había pasado con Livia? Todavía había clientes saliendo, huyendo despavoridos, pero aún quedaban algunos. ¿Estaría el culpable entre ellos o acaso aprovechó la conmoción para salir de allí?

Su larga melena bicolor caía suelta sobre su piel desnuda, cubriéndola de esa manera de las miradas curiosas. Aunque no era cómo si lo hiciera queriendo, que la viese el amo desnuda no era nada nuevo ¡¡Y menos tras haber compartido lecho en ese mismo momento!! La joven se removió entre las sábanas para quedar así apoyada sobre el pecho de Vlad sus ojos centelleaban llenos de ilusión, le encantaba pasar esos ratos con él, aunque sólo fuese acostada junto a él o hablando. Ante su comentario, esta llevó un dedo hasta la nariz del hombre y le dio un toquecito juguetón.- Cómo te gusta que te consienta...-Rió divertida, y negó con suavidad mientras disfrutaba de las caricias.- Pero me alegra saber que estás mejor... Me tenías verdaderamente preocupada.-Su tono varió ligeramente a uno más serio, dejando claro que lo que decía era cierto.

Con suavidad se removió hasta quedar sentada sobre la cama, con su cuerpo rozando el del amo. Con la sábana se cubrió ligeramente, pero manteniendo esa sensualidad tan suya. Lo miró unos instantes.- Por cierto...He visto cómo miras a Vivi ¿Acaso hice algo para que quieras sustituirme?.-Pese a su sensualidad, la joven hizo un puchero enorme, cómo si se tratase de una niña pequeña.

Las chicas se movían -bueno, menos Gabriel, pero ¿Quién podía culparla de que la sangre no le llegase a tiempo?- y trataban de ponerse a salvo o de buscar al culpable. Por su parte el demonio se fijó en cómo algunos mortales se sorprendían de su resurrección y aquello provocó una sonrisa en él, incluso que se relamiera, era como un modo perturbado de adoración y resultaba sencillamente deliciosa. Tampoco quería que el pánico se extendiese ni le gustaba que su sangre mancillase aquellas paredes.

No obstante, había una amenaza para los invitados.

Yo les protegeré.

Prometió a aquella marabunta de humanos y arrancó a buscar al culpable. Más le valía estar lejos, porque el mayordomo no escatimaría en energías para llevarlo con la esfinge. Pero algo más le preocupó: ¿y si...?

¿Señorita Viviana, ve algo? -preguntó, viendo que ella tenía una posición superior- ¿Señoritas Xiao Mei y Tanya?

Viendo cómo Gabriel seguía absorta también se dirigió a ella.

Señorita Gabriel, cuide de los clientes.

Viviana se detuvo en el momento en el que se encontró con el culpable, parpadeando confundida. ¿Pero cómo...? Volvió a parpadear al ver a la figura desaparecer de nuevo, girándose y mirando hacia arriba (o más bien al suelo) al escuchar su nombre. El caos se había apoderado del local, pero ver que Zuri se había recuperado la tranquilizó un poco. ¡Igualmente, no puedo dejar que se escape!

- ¡Tiene un rifle de francotirador y se puede hacer invisible! - respondió, echando a correr de nuevo por el techo - Y no sé cómo ha llegado hasta aquí arriba...

La joven vampiresa frunció los labios con enfado al ver cómo el techo volvía a ensuciarse por culpa de aquel que había individuo, que además les había atacado. Siguiendo las huellas, comenzó a coger velocidad y apretó los dientes, dispuesta a saltar encima de él o ella. Sabía que no era suficientemente fuerte como para poder detenerle, pero si podía atraparlo de alguna forma, con eso sería suficiente.

—S-sí… Xiao M-Mei se asustó un poco, pero c-cree que se le pasará. Gracias, Tanya —en los brazos de la slime la zombie contestó y hasta logró juntar el suficiente optimismo para estrecharla con cariño y gratitud. A través de sus frías manitas la criada más bajita pudo sentir la textura única que tenía el cuerpo ajeno, sin embargo eso lejos de molestarle o asustarle hizo que la china se sintiera cómoda pues tocar a Tanya era como manejar jalea. —A-ahora Xiao Mei cree que es buena idea ayudar a los otros, Tanya, que parece que hay alguien malo —señaló una vez que escuchó a Zuri y a la vez obtuvo una visión privilegiada para su altura aunque no al nivel de Viviana que parecía inquieta.

—¡Xiao Mei no ve nada, pero Viviana, si pones a tiro al culpable Xiao Mei tal vez pueda hacer algo!  —ofreció con ciertos reparos ya que no quería utilizar eso si le era posible, pero luego de haber necesitado ser salvada de la gente no tenía la cara para ofrecerse a ayudar a Gabriel con los clientes.

—T-Tanya, ¿crees que Livia estará… ya sabes, bien? —enseguida preguntó a la slime pues la de cabello bicolor era la única faltando allí, por lo tanto quien más peligro podría correr desde su perspectiva luego de ver cómo Zuri demostró sus sombríos dotes.

Apenas se alejó lo suficiente del tumulto de gente, la slime se permitió respirar, rebotando un poco sobre sí misma. Que la pequeña Mei estuviera a salvo la alivió, pero aún quedaba poner a salvo a todos los demás. Estiró un poco su cuerpo para buscar por encima de las cabezas humanas a los demás, dándole más visibilidad a Mei también.

—Tampoco veo nada —dijo Tanya ante la pregunta de Zuri, y lo que dijo Viviana le preocupó. Miró a la pequeña que decía poder hacer algo preocupada. Sabía que su cuerpo podía resistir balas, ¿pero y el de sus compañeras? Zuri se había levantado, ¿pero las demás lo harían? Tanya ya había muchos humanos caer por esas cosas metálicas y no levantarse más—. Tanya no quiere que Xiao Mei no se levante más —dijo la slime con ojos llorosos.

Ante la mención de Livia, se recordó de la chica. Giró el gelatinoso cuerpo hacia todas partes buscando a la chica. ¿Dónde estaba? Comenzó a temblar un poco, ansiosa.

—Tanya no sabe cómo está Livia. ¿¡Livia!? —empezó a llamar en voz alta por encima de la cabeza de todos. ¿Dónde estaba la colorida chica?

Una estruendosa explosión se produjo en la sala, y al mismo tiempo el cuerpo de Zuri se precipitaba al suelo, inerte. Inmediatamente el caos se hizo presente. Aquellos clientes, sobre todo clientas, que se habían quedado hipnotizadas por la elegancia y la imponente presencia del mayordemon, fueron los primeros en sucumbir al caos.

Las chicas respondieron rápido al ataque, y mientras todas ejecutaban un plan para encontrar al agresor y mantener la tranquilidad de los clientes… Gabriel se había quedado embobada mirando una de las esculturas que adornaba el salón. Era una grotesca escultura de un demonio, o quizás era un vampiro, no, estaba segura de que era un demonio, pero tenía enormes alas de murciélago, debía ser un vampiro; la cuestión es que Gabriel no entendía por que aquella escultura debía tener cara de enfado, la boca abierta como si quisiera zampar una tarta de un solo bocado y la lengua fuera.

Fue entonces cuando el ángel escucho su nombre por parte del mayordomo, acompañado de una orden. La angélica mujer, que aun vestía aquel ajustado uniforme de enfermera, con un cantarín “Haaaaiiii” brinco con una amplia sonrisa hasta los clientes que había ignorado por uno tiempo mientras observaba aquella escultura.

Los clientes estaban asustados. Gabriel con voz dulce y notable tranquilidad les acompañaba de vuelta a sus asientos repitiéndoles lo mismo – Todo forma parte del espectáculo – Al fin y al cabo, no estaban haciendo cosplay para nada.

De hecho, ella era la más importante en todo el espectáculo, ella era “La Doctora Gabriel”. Un ángel que ha dedicado toda su vida a especializarse en la salud tras ver sufrir a un chico joven al que no pudo salvar, jamás se lo perdonaría por ello su objetivo es salvar a todo el mundo sin objeciones, también trata perritos y gatitos, es un buen argumento para una serie de TV o eso es lo que ella pensaba de su recién creado personaje para su supuesto rol.

Sea lo que fuera que le hubieran hecho, de verdad parecía que el amo se encontraba mejor. Tal vez había sido porque, en medio de todo, te había mordido y había tomado un trago de tu sangre. Eso no era poco común siendo vampiros… compartir sangre era parte de todo ello.

La estampa de tener solo tu cabello cubriendo tu cuerpo era tentadora para Vlad, cuyos ojos brillaban nuevamente con solo eso y se rio juguetón ante tus palabras para luego acariciar tu cabeza al detectar tu tono serio – Lo lamento. Lo cierto es que debemos encontrar a esos imbéciles que creen que detendrán nuestros planes. Ya verán – y un brillo peligroso apareció en su mirada… claro que se esfumó cuando preguntaste por Viviana y tosió para aparentar que no había perdido su temple.

Te acarició el rostro con delicadeza – Jamás querría reemplazarte y no has hecho nada malo, dulce Livia - ¿entonces qué era? -. Solo que ella tiene su propio… atractivo y es una de los nuestros. ¿Cómo no podría fijarme en ella? Aunque nunca perderías tu lugar. Llevamos siglos juntos -.

Fuera por suerte o casualidad, escuchaste algo de ruido. ¿De dónde provenía? Escuchaste la voz de Viviana gritando para luego escuchar a una alarmada Tanya gritando tu nombre. ¿Qué estaba pasando abajo?

Algunos eran los clientes que habían empezado a temblar por lo que hizo el ahora sexy mayordomo, aunque habían otros que se regodeaban en lo dantesco de la escena. Mientras la negra sangre que gotaba se mezclaba en algunas partes con el “gel para el cuerpo” que el mayordomo llevaba encima, no faltaron los humanos cuyas mejillas se tiñeron de un intenso rojo… tanto hombres como mujeres. Era muy posible que Zuri pudiera tener su propio harem si solo se lo propusiera.

Tanto Xiao Mei como Tanya estaban buscando a Livia, que incluso debería ser fácil de ver en medio del tumulto de gente que aún salía huyendo del local, pero no era así. No podían verla. ¿Sería su estatura o realmente no estaba allí? La última vez que la vieron fue llevando al amo a descansar a sus aposentos. ¿Se había quedado allí? ¿Había sido capturada por otro de los aparentemente fantasmagóricos francotiradores?

Gabriel siempre brillaba, pero ahora su brillo tenía el acompañamiento de un traje de enfermera. Por esto, cuando los clientes la veían aparecer, todos parecían quedar maravillados por sus… alas. El brillo de estas los maravillaba tanto que todos asentían como autómatas mientras se devolvían a su asiento. Claro que la ángel no podía acapararlos a todos, así que algunos aún huían, pero al menos el caos empezaba a reducirse.

Viviana, mientras tanto, parecía bastante firme en su objetivo de alcanzar al fugitivo que solo ella podía ver. ¿Por qué podía seguirlo? Sencillo, el techo había quedado impoluto y ahora… se estaba llenando de pisadas. Ella saltó hacia abajo (porque está en el techo) y logró aterrizar en el “aire”, aunque pronto apareció una figura. La figura forcejeaba bajo la capa negra que la cubría, lo que llevó a que esta se rompiera y la verdadera figura del francotirador era ahora visible.

El rifle se veía enorme y a pesar de esto, esta aparente chica fantasma lo manipulaba con facilidad. Como una bestia salvaje, Viviana se aferró a su cabello - ¡Suéltame! ¡Sucia chupasangre! - y la voz bitono de aquella maid oscilaba entre la gruesa voz de un hombre y la aguda voz de una mujer. Bueno, no parecía que tuviera la capacidad de liberarse o Viviana era una pequeña cazadora muy efectiva.

- Espero que sepan esconderse bien... Porque no seré una buena chica cuando los encontremos-Livia se mordió el labio de manera juguetona, aunque su voz no denotaba que se refiriese a algo sexual o juguetón, si no a algo mucho más peligroso y oscuro. Livia tenía un sentido de la protección por el amo que era difícil de explicar, y él sabía perfectamente que ella haría lo que fuese si él se lo ordenaba. Cuando le acarició la cabeza cerró los ojos unos segundos disfrutando, aunque los volvió a abrir cuando él cambió el tono y la conversación tras la pregunta de la vampira.

Si bien había sentido ciertos celos al ver cómo miraba a Viviana, no se sentía intranquila o desconfiada por ello ¿Qué pareja vampírica se quedaba en algo único? Raro era el vampiro que no compartía cama con más de una doncella o varón... Después de todo el límite del placer estaba en la mente de cada uno y ser abiertos daba demasiado juego. Aunque también era cierto que ella quería seguir siendo la favorita ¡¡Por supuesto que sí!! Y lucharía por ese lugar con uñas y dientes... ¡¡Cómo si se tratase de una gativampira!! Hizo un sonidito parecido al de una leoncilla.- Lucharé por mantener mi puesto de favorita -Asomó la lengua entre los labios de manera coqueta.- Pero... Cierto es que Viviana tiene un encanto que es imposible de pasar por alto.-Se inclinó un poco sobre el hombre, acercándose a sus labios para hablar.- Pe...

No había terminado, ni siquiera empezado la frase cuando sintió las voces fuera. El cuerpo de la vampira se tensó ante el inminente peligro que percibió en aquellos gritos.- Algo no anda bien...-Y mientras decía aquellas palabras ya había saltado de la cama para ponerse las ropas a una velocidad vertiginosa, que sólo Vlad podía seguir por su condición de vampiro. En apenas unos segundos estaba vestida y peinada perfectamente. La mirada de Livia se veía oscurecida.- Siento tener que irme así... Querido mío.-Con un parpadeo se acercó a él para depositar un beso en sus labios.- Mantente aquí por ahora... No querría que nada te pasase.-Dicho aquello salió de manera rápida de la habitación en dirección a las voces que la reclamaban.

Casi transformada en un tentáculo con ojos que tenía una pequeña zombi subida al hombro... sí, una imagen bastante curiosa de ver, Tanya seguía buscando a Livia con los ojos llorosos. ¿Y si le había pasado algo? Por suerte, Gabriel había conseguido atraer la atención de la gente que no era rarita y estaba fascinada por Zuri. Su tarea se vio interrumpida cuando vio a Viviana luchar con la figura invisible, hasta revelarla por fin. Apenas vio a la culpable de todo con esa gran arma, se movió con rapidez hasta el lugar de los hechos, elevándose en el aire como una ola con sus ojos volviéndose aterradores.

—¿Me la como? —le preguntó a la vampireza preparándose para lanzarse sobre la terrorista apenas se lo ordenaran.

Vivi, aun siendo pequeña como era, se lanzó encima de la figura salvajemente, con los ojos rojos brillando más intensamente. Con las manos y las uñas formando una garra, arrancó lo que cubría a la figura, quedándose con la otra mano aferrada a su pelo. Viviana apretó los dientes, mostrando un poco más sus pequeños colmillos, mientras se mantenía enganchada a la fantasma. Su gesto serio se esfumó un momento al escuchar a la fantasma, momento en cogió aire, apretando las mejillas. 

- ¡¿Sucia?! ¡Aquí la única sucia eres tú, mira cómo has dejado el techo...! - replicó Vivi, realmente ofendida por eso. Dándose cuenta de que no era el momento de eso, volvió a su gesto serio y tiró con más fuerza del pelo de la francotiradora, intentando detenerla un poco - Ni se te ocurra volver a insultarme a mí o a mi amo. ¡¿Quién te envía?! Responde, o si no acabarás formando parte de Tanya...

Haciendo la presa más fuerte, Viviana hizo gesto de llevarla hasta la enorme slime. Y aunque en cierto modo la pequeña vampiresa estaba aterrada de que Tanya se la comiera a ella también, confiaba en que su compañera supiera distinguirlas y sirviera para amenazar a su intrusa... ¿Verdad? ¿V-verdad que no me va a comer?