Partida Rol por web

Alex se quedó cruzado de brazos. León nunca le había contado exactamente qué paso con Clem, pero solo hacía falta escucharle hablar de ella y las miradas para entender lo dolido que podía estar ahora.

Se reojo miró a Shirin, que como a él, le venía todo aquello de nuevo y estaba un tanto desorientada. Él estaría igual pero así como quien no quiere la cosa ya había recibido algo de esa medicina 'americana'.

— Joder y yo que pensaba que en Londres estaba lleno de scumbags, pero for the love of the queen, aquí parece que no os quedáis cortos. Qué manera de reventar la fiesta ¿no? — espetó enfadado mientras leía rápidamente la pantalla de su móvil la notificación del mensaje de León.

— Yo pensaba que la mas caradura de aquí era Cassie, pero madre mía, os estáis luciendo algunos. — dijo mirando a Cassie de reojo, si a esas alturas con lo que había bebido y fumado estaba ya sin filtro. Le guiñó un ojo aunque no supo si ella llegó a percibirlo, tenían sus diferencias pero solo la había usado de manera auxiliar, sin querer meter mas mierda al asunto.

Se giró otra vez hacia Shirin.

— Nos íbamos a retirar al palacio ¿no? quizá antes de lo esperado. Esta fiesta está ya reventada oficialmente.

Se dio media vuelta y siguió a León. No iba a hacer ninguna estupidez ¿verdad? Bueno él tampoco estaba para controlar a nadie en esos momentos.

Incluso Cassie parecía quererse apuntar, y aplaudo mi capacidad previsora al pedir un coche grande en el que poder ir cómodos los ahora cinco, pero todo mi entorno comienza a difuminarse tan pronto soy consciente del regreso de Clementine y Aaron al patio de la piscina.

Juro por la Virgen que lo habría soportado. Después de todo, ¿no fui yo la que le dijo a Aaron que primero tenía que volver a verla a ella? ¿Porque sabía que la única forma en la que yo puedo ser atractiva para nadie es si mi mejor amiga no está? Es un hecho contra el que ya no me peleo y la mirada de él al verla me dijo todo lo que había que saber de mis posibilidades.

Lo que hace que se me anude la garganta y me paralice, móvil en mano con el seguimiento del coche, es verles venir directamente hacia mí de la mano. Como si la conversación entre Clem y yo no hubiera valido nada, como si Aaron no hubiera dicho palabras a las que no pensaba atenerse. Como si entre los dos hubieran decidido que, ya que iban a herirme, lo harían juntitos.

No sé bien qué cara he debido poner para que León reaparezca de entre la gente y me arranque de mi posición, manteniendo y luego agrandando la distancia entre mi corazón tenso y el espectro de mi pesadilla.

Oigo a Shirin preguntar pero no alcanzo a responder, pues en shock no soy más que una marioneta tirada por León bajo lo que se sienten cientos de miradas de pena.

“Pobrecita Jimena”

“¿Has visto qué piernas más gordas le hace ese vestido? Normal que la hayan rechazado dos tíos”

“Qué escapada más patética…”

Él dice algo sobre el coche. Puedo comprobarlo en el móvil, aún fría e incapaz de reaccionar correctamente.

— Sí… Es el Land Rover grande dorado…

Al entrar en los asientos traseros del coche, con mi chaqueta y mi bolso sobre el regazo, todo me viene encima y comienzo a lagrimear como un grifo entreabierto. ¿Qué mierdas pretendían acercándoseme así, en público y después del post de Gossip Girl? Puede que no lo hubieran leído, pero eso significaría que habían estado demasiado ocupados… Oh Dios, no.

Intento salvar lo posible de mi maquillaje usando los costados de mis manos como presas, apretando bajo mis ojos, pero no hay manera. Nunca me había afectado tanto esto como lo ha hecho ahora.

Al menos puedo agradecerle a León que me sacara de ahí antes de que hiciera más el ridículo. Pero por el momento sólo me sale sollozar inconsolable, y hasta el conductor parece inseguro sobre si preguntar la dirección. De todos modos no estamos todos. Al menos el tinte de las lunas traseras me permitirán algo de privacidad para desahogarme a gusto.

Estaban llegando a ella, habían cosas que decirse aunque Aaron no las supiera ni las hubiera pensado pues estas cosas no se planeaban "Hey ¿recuerdas que te dije que tuve una relación de meses con tu amiga? La pensamos retomar... (?)" No, ni de eso estaba seguro; quizá subestimó cuanto había calado la atracción que Mena sentía por él, eso le atormentaría luego... ella era muy especial, si fuera por Aaron le llenaría los bolsillos de victorias, si tan solo pudiera mandar en el alma, si fuera libre de amar seguramente la amaría. Entonces ante sus ojos como una quimera entre halcón, León se cruza y se la lleva de la mano; es ese momento en que Aaron nota en la actitud paralizada de Mena que se da cuenta de estas cosas, todo fue en un instante pero no llega a ver a León con rencor por quitarle a Mena la resolución de este conflicto, no le competía forzar su elección... pero es que Aaron no tenía idea que no se trataba de cuanto él calase en el corazón de Mena, sino de cuanto le afectaba que viera la parte tóxica de su relación con Clem repetirse una vez más ¿él solo sería un huésped de paso o llegaría a intentar cambiar algo?

-¡Mena!-

La llama con fuerza, para intentar pasar por encima de la gente conversando, los pies pegando el suelo y la potente música; no hubo caso, Aaron tuvo que actuar, así que comenzó a andar entre la gente, no le era complicado apartarlos para pasar pero cada vez se alejaban más y había más prisa, además tenía mucho cuidado de no tirar demasiado de Clem y no dejar que la gente que él pasaba la pudiera atropellar.

Saliendo de una aglomeración sería cuando se giraría a ver a Clem, asegurarse que estuviera bien, entonces su mirada le expresa que debe atrapar a Mena por ambas, o eso se decía, que lo que haría no era egoísmo sino lo opuesto. Entonces suelta su mano y comienza a correr como el enorme atleta que es pero no quiere es. Esquiva gente y empuja con cuidado a otros -¡Mena!- estira su mano para intentar alcanzarla, ni León arrastrando a tanta gente podría alejarla de él pero las cosas importantes siempre pasan en unos instantes. Los largos dedos de Aaron se estiran y llegan a tomar los de Mena, fuese que ella dejase una mano al aire involuntaria, voluntariamente o simplemente no lo hiciera; fuese que ella quitara la mano o que el mismo León la siguiera llevando, el agarre de Aaron no es lo suficientemente fuerte para retenerla como pretendía y termina siendo una caricia que ambos podrían recordar luego como el símbolo de la imposibilidad o el fracaso de Aaron en llegar a ella.

¿Por que no la llegó a detener? No sería falta de voluntad por parte suya. Ante tan presurosa carrera Aaron había generado una sucesión de eventos entre la gente que estaba cerca que llevaron a un descuido por parte de una camarera, que terminó chocándose con él, derramando las copas de licor sobre él, lo que le hizo reaccionar y dio la oportunidad a la fuga.

Entonces Aaron solo quedaría ahí, siendo visto por quienes reconocieron el accidente, miraría que la camarera estuviera bien y al confirmarlo solo podría ver como Mena se marcha con el resto de gente, ignorando su entorno. Ya sabiendo que ella subiéndose al coche significaba que no podría detenerla por más que quisiera y tampoco tenía un derecho o reclamo de nada, solo era un tonto que cometió una tontería.

Tras ayudar a la camarera sin haber podido detener al grupo de Leon, Alex y Mena (o quien más fuese con ellos), Aaron volvería a la fiesta mientras se quita la camisa, algo cabreado, algo deprimido peor sí afectado. Detestaba la idea de haber lastimado a una persona con todo su ser.

No sería el único sin camisa en la fiesta pero quizá en esta zona sí (o de los pocos), quedaba buscar a Clem de regreso, primero volvería a donde dejó a Clem al inicio de su carrera.

Aunque tenía un gesto de cierta congoja y la cabeza abajo, su musculoso cuerpo brillaba por los líquidos que lo manchaban, se había olvidado que parte de quitarse la camisa había sido para limpiarse un poco, cosa que no dejó hacer a la camarera por que tuvo prisa de salir de esa escena.

Al volver con Clem o sin ella, sugeriría ir al bar, ahora si le urgía una copa a él. 

Era curioso, jamás había tenido planes con nadie, salvo sus amigas y esto de ser pareja, organizar, estaba siendo una hermosa experiencia que no pude negar que me estaba gustando y mucho. Era un dulce total Ax. 

—Por mi lo celebramos cuando quieras, sabes que desde este paso dado, quiero todo contigo y de la forma que más te guste— confesé entre caricias, recorriendo con mis labios el cuello del rubio—. 10 de octubre, me gusta. Organizaremos algo lindo, ya verás lo bien que saldrá ese festejo. Tendré que comprarme algunas cositas de lencería para sorprenderte... Uhm, ya se me ocurren muchas ideas. 

Tras decirle esto le regalé un guiño de ojos, me gustaría probar un montón de cosillas con él desde la intimidad de la pareja. Después cuando comenzó a hablar raro me quedé mirándolo a los ojos riendo y al ver por dónde iba, abrí mis ojos de par en par emocionada. ¡No lo conocía! 

Rápido me subí encima de él y lo abracé ilusionada. 

—Puedo acomodarlo, me encantaría. Además no lo conozco, siempre quise y no se dió. Es un perfecto festejo de cumpleaños—dije al darle un beso—. Eres un sol Axwell. 

Después escuché que el móvil sonó, lo cogí y le mostré la novedad de GG. 

—Ahi tienes, montando el pollo. Pero no me importa, estar contigo es hermoso. 

Axwell abrió los ojos como platos cuando Fifi mencionó lo de comprar lencería para sorprenderle en su cumpleaños.
¡Te he mentido! ¡Mi cumpleaños es mañana! dijo en un tono jocoso, porque tener que esperar más de un mes se le hacía muy largo.

La idea de ir a Disney World pareció gustarle, así que ya tenían plan para dentro de un par de semanas.
¡Vamos a pasarlo genial, ya verás! Ya te imagino con las orejitas de Minnie Mouse… y tendría que estar tan mona…

Luego llegó el mensaje aquel, Fifi miró a su teléfono y le mostró la pantalla. Gossip Girl estaba actualizando sus redes.
¡Te dije que había cámaras! dijo entre risas Vaya, eso me corta bastante el rollo, porque con uno no tengo suficiente… la besó de forma descarada, apretando su cuerpo contra el de ella.

Se supone que había venido aquí a liarla, a hacer que esto fuera una fiesta memorable. Pero, ahora soy un hombre comprometido… dijo en un tono jocoso ¿qué quieres que hagamos? preguntó, acariciando su pelo.

—¿Somos del mismo signo? ¡Que locura!—dije al mirar sus ojos, muy sorprendida—. Uy, quiero eso. Me compraré algo súper sexy para ti que combine con las orejas. Que guay, me encantará que festejemos los cumpleaños así. 

Y me le tiré encima, ya en modo abrazos y besos. Llenando de mimos ese cuerpo tan sexy que tenía. Si es que el rubio me puede, su cuerpo, esa personalidad, que locura. Después cuando leímos lo de GG, soltó una carcajada y correspondió al beso con ganas de más. 

—Que poco me importa, el lío lo hará el inglés —dije entre sus brazos, riendo—. Si quieres bajamos, nos toca hacer frente al caos. Me odiara mucha gente, estás conmigo, pero eso me la suda. Soy una mujer comprometida y con el mejor chico. 

Rápido volví a morrear esos labios, que delicia de ser y ya después desnuda como estaba me incorporé de la cama. 

—¿Vamos o segundo round? —pregunté traviesa. 

El corazón de Clementine se hunde cuando ve a Mena y a León alejarse rápidamente de la fiesta en cuanto sus ojos se encuentran. Intenta alcanzarles, pero no sin mucho éxito. Aaron se le adelanta y pronto también acaba por perderle de vista. La chica siente una punzada de dolor en el pecho mientras observa cómo se desvanecen en la distancia, sin siquiera mirar atrás.

La sensación de abandono y soledad se apodera de ella, como si un gran abismo se hubiera formado entre sus amistades más cercanas y ella. Una oleada de vergüenza la recorre cuando se da cuenta de que todos en la fiesta la están mirando, y puede sentir cómo los murmullos y las risas se ciernen sobre ella.

Clementine se siente humillada, como si hubiera cometido un error imperdonable. Sabe que será la comidilla de Gossip Girl por su estupidez. Las lágrimas amenazan con escapar de sus ojos, pero se obliga a contenerlas, manteniendo la cabeza en alto, aunque por dentro su confianza se tambalea. No puede darle esa dicha a Gossip Girl.

Intenta buscar el apoyo de otros rostros conocidos en la multitud, pero solo encuentra miradas de curiosidad y juicio. Se siente como si estuviera en medio de un vendaval emocional, luchando por mantenerse firme mientras el mundo a su alrededor se desmorona.

— ¿A dónde se han ido? Joder, ni he podido decirles nada. — Les pregunta a Shirin y a Cassie, que están cerca de ella. No es particularmente cercana de la segunda, pero ésta también parece abandonada por su mejor amiga. La miseria adoraba la compañía. — Necesito un trago... — Murmura mientras escribe algo en su móvil.

León bufa al entrar junto a Mena y Alex en el coche, agobiado. No sabe exactamente de dónde ha salido ese instinto de protección sobre la latina, aunque puede imaginar que esa empatía le viene de antaño; de todos aquellos años que él también se sentía inferior, o insuficiente, o inseguro. Ve venir el llanto de Mena incluso antes de que sus ojos empiecen a lagrimear, y enseguida le pasa un brazo por los hombros para reconfortarla. No se le da especialmente bien eso de consolar, ya que su método para sí mismo consiste en disfrazarlo todo de sarcasmo así que espera que su cercanía sea suficiente. 

En el fondo sabe que él también necesitaría ser consolado, sólo por cómo le hace sentirse la comparación con el tío ese enorme que iba de la mano de Clem. Aún no sabe quién es, o de dónde ha salido, o lo que tenía o dejaba de tener con Mena para que ella se vea tan afectada.

— Vale, necesito que me pongáis al día con todo esto porque Gossip Girl nunca es del todo fina ni fiable para estas mierdas — chasquea la lengua — Aunque aún me pregunto cómo coño se entera de todo. ¿Tiene cámaras por toda la ciudad? Ha tenido que costarle jodidamente caro. Lo primero que quiero saber es quién se supone que es ese tío y por qué diablos estás llorando por él. Aunque sinceramente

Mira a sus dos amigos, esperando algo sin saber exactamente qué. El tema es que Shirin no aparece y él empieza a impacientarse. 

— A ver, tengo pastillas, un par de porros liados y una caja sorpresa que no he abierto. La princesa Shirin se lo pierde, por indecisa, así que nos largamos — se inclina para hablar con el conductor, aunque una mano se queda cogiendo una de las de Mena, por soporte emocional para ambos. Podría tenderle la otra a Alex, que el pobre también tiene lo suyo — No es un palacio, pero mis padres han comprado una segunda vivienda en Hudson Yards, un ático — les cuenta — Ahora mismo está casi vacío porque apenas hemos empezado a amueblarlo pero tiene lo suficiente como para pasar un buen rato. ¿Qué decís?

Mientras sus amigos se deciden y el conductor espera confirmación, saca el móvil. Su expresión se ensombrece un poco y termina tecleando rápido una respuesta antes de volver a guardarlo.

— ¿Entonces…?

El volumen de la música en el patio de la piscina ha ido subiendo gradualmente al punto que su ritmo puede sentirse en prácticamente toda la mansión Vanderbilt, si bien en algunos rincones menos que en otros. Para Axwell y Fía es apenas el vuelo de una mosca entre el aislamiento de la habitación escogida y lo embebidos que están el uno con el otro.

En el pasillo, sin embargo, al haber diversos ventanales abiertos de par en par, el reggaeton a todo trapo mueve las piernas y las caderas de una Tilly considerablemente ebria. En su mano tintinea la llave maestra de la mansión, en un llavero con el escudo Vanderbilt, y en la otra tira de la mano de un moreno que ni siquiera sigue la etiqueta de vestimenta del evento.

Entre risas buscan algún rincón en el que desaparecer. Ser una personalidad pública es muy estresante, ser anfitriona de una gran fiesta como esta es peor… ¿No puede una joven universitaria hermosa, rica e influyente regalarse un descanso en su propia casa? Bueno, de su hermano William…

Parece que no. Tan pronto abre la puerta de la habitación que consideraba apartada y desocupada la anfitriona se da de bruces con una Sofía desnuda y un Axwell no mucho más tapado en la cama. Como buena amiga de Melisa ninguna de sus caras le es desconocida, haciendo del encuentro lo suficiente chocante para garantizar un silencio breve pero incómodo.

Su acompañante se asoma al no comprender bien por qué no han entrado. Se trata también de un chico no mucho más mayor, de facciones latinas y sonrisa pícara, que como es natural aprovecha para echar una mirada a la menor en su traje de cumpleaños.

— ¿Con su hermano, Fifi? —el tono de Tilly no es del todo ofendido aunque lo pretenda, ya que la situación le parece mucho más entretenida que escandalosa. Sobre todo cuando se entere Mel. — Geez, ya no hay nada sagrado en este país… Por favor…

Suelta al chico para echarlos a los dos a aspavientos, dramáticamente masajeándose las sienes con la mano que aún sostiene la llave maestra como haría una madre decepcionada. Pese a que no conoce al moreno, este le regala una palmada de aprobación a Axwell cuando él cruza la puerta. De este modo la habitación intercambia sus visitantes.

Pero Tilly ha echado llave desde dentro nada más cerrarla.

Ahora que estaban refugiados dentro del coche se tomó un momento para respirar hondo y evaluar la situación. Sin duda su huida había sido captado por muchos, entre ellos GG o alguno de sus espías, así que le habrían dado otra buena pieza de contenido, aunque tampoco le preocupaba demasiado, el daño ya lo había hecho.

— Míranos, aquí escondidos como ratas cuando hemos sido nosotros los perjudicados. ¿Porqué siempre pagan los bullieds y no los bulliers? — se preguntó, aunque era consciente que él habría estado muchas mas veces en el otro bando.

Abrazó a León con un brazo y con el otro rodeó a Mena, tratando de animarla un poco o consolarla.

— Por un lado, me apetece largarme del lugar.. pero quizá eso les pondría las cosas demasiados fáciles al resto. Por otro lado me apetece volver a la fiesta y darles guerra, a la vieja usanza. Combatir el fuego con mas fuego ¿no?

Quizá era el alcohol, el porro o la situación, pero se estaba empezando a envalentonar y a ponerse guerrero.

Aunque me gustaría no soy capaz de responder a las comprensibles dudas de León. Una angustia tensa enclaustra mi pecho cuando trato de respirar, muy cercano a un ataque de ansiedad como no lo tenía desde hacía meses, limita mi habla y debo aligerarla como puedo obligándome a controlar mi respiración.

Mi mano se aferra a la de León cuando le da al conductor la dirección, si la he entendido bien justo al lado del puente de Brooklyn. Va a ser un largo viaje…

Alex, comprensiblemente, es el primer azote que recibe por parte de Gossip Girl y como buen niño rico su reacción termina siendo devolverse. Recibo un abrazo de su parte y ni siquiera soy capaz de advertirle que volver ahí sólo daría más material a Gossip Girl para tildarle de rechazado y despechado.

Así, el conductor le da el tiempo justo para bajarse del coche antes de que arranque sólo con León y conmigo a bordo. Los verdaderos vapuleados que parece que nunca aprenden.

SPOTTED! Un caballero inglés de vuelta a la batalla tras una retirada estratégica, armadura recién pulida. ¿Es este el gallardo arrojo británico con el que tiempo atrás conquistaron más de medio mundo?

¡Recolecten todo el té que tengan en casa, amigos! Nos vemos en Boston para una recreación histórica; América no agacha la cabeza sin pelea.

La prueba está en que el español y la latina han partido en su carruaje dorado hacia la puesta de sol.

A mí esta película me suena mucho…

Como si la angustia en mi pecho fuera meramente ambiental, una vez la mansión Vanderbilt es apenas una mota en el retrovisor del Rover, parece que recupero el control de mis pulmones para empezar a respirar cada vez más hondo. Con ello mis lágrimas empiezan a frenar y recupero también la percepción de mi móvil vibrando contra mis piernas a través del bolso.

Me imagino qué será. No estoy de humor.

Por fin giro la cabeza para mirar a León, agradecida por haberse quedado conmigo incluso si escapar de la fiesta es también en su beneficio. Clem me recordaría que fue él quien la rechazó la última vez y que no tendría derecho, pero igualmente, ¿cuándo le ha llevado a él de la mano en público de esa manera en todos sus meses de “quiero y no puedo”? Ha tenido que ser igual de duro.

Cuando finalmente puedo, me hincho entera con una inspiración y suspiro despacio, apoyando la cabeza en su hombro con la vista en la luna frontal.

— Aaron. Le conocimos este verano, pero para variar, prefiere a Clem…

Así, con paciencia y por no quedarme en silencio la hora y pico de viaje hasta Manhattan, le relato la historia de cómo colé a Aaron en una presentación de la discográfica de mi padre a principios de verano, cómo seguimos hablando por Instagram el resto de las vacaciones y cómo nos reencontramos a mi regreso de Los Ángeles. También de cómo Clementine me habló de su idílico romance de verano en Italia, de cómo me enteré de que se trataba del mismo Aaron y de la conversación que tuvimos ambas antes de venir a la fiesta.

Axwell se hacía ya una imagen mental de Fifi con lencería sexy y las orejas de Minnie Mouse; todo a la vez.
Era un poco fetiche, pero joder, ¡quería ver algo así!

Abrazó a Fía cuando habló sobre bajar y hacer frente a los comentarios y miradas de la gente, luego de que aquella publicación de GG les hubiera puesto en escena.
La gente se aburre mucho y critica como deporte.
No perdamos el tiempo dándoles cancha. opinó, y es que aunque fueran a salir de aquella habitación, no veía necesario perder el tiempo aguantando según que comentarios o reproches.

Si me lo preguntas así… sus manos agarraron con fuerza sus nalgas, mientras la morreaba de forma descarada, dejando claro cuál era su respuesta.

Pero entonces, la puerta, ¡se abrió!
¡¿Qué coño…?! miró cómo entraban una chica unos años mayor que ellos, cuya cara le sonaba de algo, acompañada de un tipo latino que parecía su perro.

Cuando soltó aquel comentario, Axwell puso los ojos en blanco, suponiendo que el motivo por el que le sonaba era porque se trataba de una amiga de Melisa.
Qué fastidio…

Prácticamente los echaron de allí, y teniendo en cuenta que era la dueña de la casa, no era como si pudieran discutir, aunque Axwell esperó a que Fifi se hubiera vestido.
¡Ya vamos, ya vamos! se quejó ante las prisas de Tilly, y es que no iba a dejar que echaran de allí a Fifi en cueros.

Se puso el bañador y recogió su ropa, mirando con indiferencia al tipo que le daba la palmada. En otras circunstancias a lo mejor hubiera bromeado, pero ahora estaba bastante cabreado por la forma en que les estaban echando.

Una vez fuera en el pasillo, Axwell miró a Fifi.
Esa era la tal Tilly, ¿no? Joder, encima de grabarnos entran por la cara… qué asco de casa. se quejó.

No sé si vale la pena seguir aquí… insinuó, y es que aunque tenía algunos juegos pendientes, todo aquello estaba volviéndose surrealista, con gente espiándoles e interrumpiendo su intimidad.

Y allí estaba, perdida en este hombre que tranquilamente me vuelve loca por su personalidad y para que mentirnos, su delicioso cuerpo. Si que estuve de acuerdo con las palabras del rubio, tenía razón, no se le podía dar más aire a toda esa situación. 

—Cuánta razón, yo es que me la suda todo siempre pero ahora que estoy contigo. No quiero mierdas—dije con total sinceridad entre besos, ya preparada para seguir jugando con él —. La próxima no te pregunto y tomo todo de ti... 

Entre besos fui jugando con los roces, acariciando su torso, el cuello mientras ya entramos en esa fase de pura conexión química, era bestial la piel que teníamos. Solo que de repente escuché la puerta abrirse y rápido giré para ver quién era, me esperaba lo peor. Al ver que se trataba de la dueña de casa, no supe mucho que decir al principio. 

—Si, con él y para largo. 

Mi descaro a veces era terrible, no solía controlarlo demasiado y quizás esto lo heredé de mi querida amiga Cassie que solía ser así. De todos modos cogí mi vestido y me lo puse rápido, tenía el cabello súper alborotado y el maquillaje... Desaparecido. Los besos, el intenso sexo que tuve con Ax, creó este aspecto más pos party que elegancia total. 

—¡Ya! Nos vamos y... ¡Perdona por usar tu habitación! —dije entre risas con las sandalias en la mano y el vestido ya puesto, eso sí de la mano con quién de ahora en más es mi novio—. Nos toca escape con estilo, me gustan esas cosas. 

Me reí por eso y en cuanto nos quedamos en el pasillo, aproveché para colocarme las sandalias. Por suerte eran fácil de poner, no sería un problema realmente. 

—No le des importancia Ax, pero si mejor vayamos a mi piso. ¿Te apetece quedarte conmigo hoy?—pregunté sonriendo, ya al menos algo decente pero tenía aspecto de haberlo pasado super —. Nuestra estadía caducó aquí. ¡Vamos! 

Llegó de nuevo a la fiesta, frotándose las manos y con una sonrisa ancha en su rostro.

Aunque se había subido momentáneamente al coche junto a Mena y León finalmente bajó de él antes de que el coche se fuera del lugar. Alex acababa de entrar en la escena de New York y aunque había sido una entrada a traspiés no tenía problema en recuperarse y segur para adelante.

Leer el comentario de Gossip Girl no había hecho mas que darle mas motivación para todo aquello. ¡Se empezaba a poner interesante!

— Al final he preferido quedarme, eso de antes no fue mas que una finta. Supongo que al final todo el mundo estará esperando el desenlace de mi desencuentro con Fía y tampoco voy a dejar a los espectadores sin el drama final ¿no? — dijo soltando una carcajada.

Al llegar evaluó de nuevo la situación y recorrió con un barrido toda la sala de la fiesta.

Después del lío montado por la publicación de Gossip Girl y por la repentina entrada a su habitación de la que se suponía, era la dueña de la casa, el ambiente estaba enrarecido y marcharse parecía la mejor opción.
Fifi estuvo de acuerdo, pero dijo algo que le dejó intrigado: “mi piso”.
No imaginaba a su familia viviendo en un piso… bueno, podía ser uno muy lujoso… pero tampoco sería muy normal que a su edad ya tuviera piso propio, ¿o sí?

Podemos seguir la fiesta en tu piso. dijo, guiñándole un ojo y confirmando que iba a ir con ella.

¿Y has dicho tu… piso? No estarás pensando en… no, aún era muy pronto para que le presentara a sus padres …¿tienes un piso sólo para ti? preguntó finalmente, pues su padre no le iba a regalar uno hasta que tuviera la mayoría de edad. Y eso si cumplía su palabra.

Sea como fuera, se puso la camisa sólo por encima (sin tiempo para abrocharla) y se colgó del hombro el pantalón y el chaleco. La chaqueta, pasaba de ir a buscarla y la corbata… no se acordaba ni de dónde la había tirado.
Así que, de esa guisa se dirigieron hacia la salida, para averiguar dónde les habían aparcado sus coches.

SPOTTED! Ginebra y Lanzarote huyendo con la ropa en las manos a la contraluz del sol poniente. La mala suerte ha querido que no se crucen con el Rey Arturo en el salón de entrada de la mansión pero habría sido un lugar extraño para un duelo a muerte de espadas.

Si somos muy afortunados podremos ver la continuación de esta tragedia celta otro día...