Partida Rol por web

—Quita de enmedio— le dijo al extraño elfo con un perro.

Con un movimiento descendente, Shatumal descargó toda su considerable fuerza y el peso de la lanza en la cabeza del pandillero. Así era como había que tratar a esa gentuza.

Shatumal pulveriza de un lanzazo al ultimo pandillero, que cae sin decir ni "ay".

Vuestra atención se vuelve hacia el borde del muelle, donde el hombre que se agarraba al borde esta a punto de soltarse.

Iowar se puso de los ultimos en intentar ayudar a subir a esa pobre gente pero cuando tiraba ellos estaban recuperando cuerda y cuando recuperaba cuerda sus compañeros estaban estirando...

El crujido del craneo del bandido pone punto y final a la escaramuza portuaria, para satisfacción de la guerrera elfa, que asiente secamente y gruñe como muestra de respeto a su compañero.

Sin embargo, el chapoteo y los lamento ahogados de aquellos otros desgraciados atraén rápidamente la atención de Tira que, a grandes zancadas, se pone a la altura de sus camaradas de armas. Con gesto impaciente, se desembaraza del escudo y envaina su espada, lista para prestar sus musculos a la tarea de rescatar a las pobres almas que luchan por no perecer en el frio abrazo de las aguas portuarias...

Intento ayudar en lo que puedo, pero me doy cuenta de que mis esfuerzos son estériles.

Denaiuen también intenta aportar su granito de arena, pero su fuerza es insuficiente.

—Grumj

Shatumal se había tomado su tiempo comprobando que todo estuviera despejado y en calma. Cuando cayó en la cuenta de que había gente ahogándose, caminó con pasos lentos y pesados.

Los músculos bajo la grasa se tensaron y la cuerda se movió con aparente facilidad.

—Debiluchos...

La joven elfa se sonrojó violentamente hasta la punta de sus delicadas y perfiladas orejas. Trabada por su propio equipo y repentinamente mareada, la guerrera no puede prestar todo el apoyo que desea. Subitamente, Tira se aleja del musculoso semi-orco y de sus compañeros, dejandoles espacio y dandoles la espalda.

Aunque parece que los prisioneros estan a salvo, la elfa no se interesa más por ellos, centrando su atención en las sombras del puerto. Decidida a usar su rabia para despejarse y centrarse, Tira se acercó hacia donde habia caido su escudo y se lo embrazo de nuevo con un gesto contrariado.

Despues de lanzar una somera mirada a los caidos, para cerciorarse de que no iban a darle más problemas, la joven guerrera retrocedió hasta donde sus camaradas se arremolinaban en torno a los mojados supervivientes.

Con algún esfuerzo por parte de Shatumal, izáis a los colgantes que resultan ser un antiguo guardia de la ciudad, un comerciante de cera, el erudito Yargos Gill (los tres estaban jugando a cartas en la taberna cuando entraron los pandilleros), y el mozo de taberna que salió a dar aviso a la guardia. Todos se muestran efusivamente alegres por haber sido salvados de una muerte cierta y, excepto Yargos, se muestran ansiosos por volver a sus casas.

El erudito se muestra muy agitado, y en cuanto estáis solos se dirige a vosotros con tono imperativo: El libro, el libro. ¡Estos hijos de puta me lo quitaron y uno de ellos se fue con él mientras el resto nos traian aquí. ¡Hay que recuperarlo!

¡Todo Absalom corre peligro si no lo recuperamos!

- "¡Vaya! Pero lo que nos encargaron a nosotros era ponerle a salvo a usted en la Sociedad Pathfinder, señor." -

Limpio mi espada corta de sangre en las ropas de uno de los pandilleros mientras digo esto, mirando muy serio al erudito.

Ciertamente, pero lo querian en la sociedad por el simple echo del libro. Asi que si nos queremos ahorrar el toque de atencion pero sobretodo el andar hasta alli para volver, voto que alguien lo escolte hasta la sociedad y vuelva para continuar la busqueda si es que nos lo piden los superiores.

Deja unos segundos pensando....

A no ser que encarguen el trabajo a alguien mas capacitados y experimentados.

- "Lo cual, por otra parte, tampoco sería de extrañar." -

¡No, no hay tiempo que perder! dice Gill cada vez más nervioso.

Si el libro de claves cae en malas manos puede ser usado para alzar de entre los muertos a los antiguos componentes del Nivel Negro, la quinta columna que tenía como misión sabotear la ciudad para debilitarla ante una invasión naval de los taldanos.

Habrá que buscar respuestas, y lo primero que hay que averiguar es dónde tenían su guarida estos perros

- Yargos Gill, nos envia el capitán Adril Hestram, de la Sociedad Pathfinder- Dijo Tira, a modo de presentación- Nuestra tarea es devolverle a la Sociedad sano y salvo... así como sus últimas adquisiciones.

La guerrera elfa, ya junto a sus camaradas, frunció el ceño, mientras iba comprendiendo que no les quedaba más remedio que tomar una mala decisión.

- Asi pues, tranquilizese... Le hemos encontrado y encontraremos ese libro...- Tira asintió para sí, todavía intranquilia y molesta. Se encaró con Anaxagoras y le preguntó- ¿Alguna idea de donde pueden esconderse? No me parece que ninguno de estos pueda ser de ayuda, pero quizas convendría asegurarse.

Tira miró enderredor, sin demasiadas esperanzas de que los cadaveres rotos de los pandilleros fuesen a servir de mucho.
 

Ayudo a Tira a registrar a los muertos, por si hubiese alguna pista.

Sabueso de guerra nessiano

- "El tatuaje indica que son de una banda organizada. Seguro que deben de tener su guarida en la ciudad." -

—Jum. ¿Y ahora qué? ¿Partimos cabezas por la ciudad hasta que alguien nos hable de la banda?

Lo decía en serio. Al menos era la mejor alternativa que se le ocurría a él.