Partida Rol por web

Colt Huston es el agraciado con el periódico dichoso, y lo lee mientras por encima de su hombro se amontonan las cabezas.

Haaaaahahahahahahaaaaaaa. Se parte de la risa y se palmea las rodillas mientras pasa el ejemplar ya bastante maltratado, para que los demás puedan leer también.

Miles, Lawrence, Halperin y tú estáis en un tren, de madrugada y de camino a una zona en las inmediaciones del sector fabril de Chicago. Váis a uno de los almacenes-fábrica de la Boeing, donde se han estado modificando vuestros aviones.

La ruta iba por Albany, Syracuse, Rochester, Buffalo, Cleveland, Toledo, South Bend y Chicago. Será un viaje largo. Aunque todo el mundo va dormido o medio dormido, Longfellow ha cogido un periódico antes de salir, y lo lee con calma. A la hora o así, os despierta:

Mi... mirad esto. Va... vamos a te... a tener compañía en el po... en el polo.

Os señala un artículo que tiene reseña en la primera página.

Sutton no puede evitar soltar una risotada que rebota por todo el pasillo una vez consigo tomarlo de las manos de Colt.

Una mujer... - consigue murmurar entre su acceso de risa.

Palmeando la espalda del mecánico, hace entrega del periódico al siguiente en el pasillo y trata de contener su risa mientras mira si Starkweather vuelve por el pasillo.

En fin, parece que vamos a tener que apretar todos el culo y ponernos en marcha antes de lo previsto... - resume - Así que, ya que estamos todos en pie con tal agradable despertardor - su tono muestra una mezcla de humor e ironía, el humor inglés, que le llaman - qué mejor que un temprano desayuno y aprovechar bien la jornada.

Tras ello, da otro par de palmadas más a Colt, con quien parece que hará buenas migas en el viaje, y se dirige a su habitación a asearse y vestirse.

Mujeres, mujeres, mujeres... si que va a ser entretenido el viajecito, murmura Myers al recibir el periódico a su vez, que viste un sorprendente pijama de seda natural. Muy elegante. Y lo del combustible, es verdad, ya me parecía a mi que cargaban y descargaban las cosas más veces de lo normal.

Orgelfinger balbucea, no se sabe si sorprendido por un imaginario alud de odaliscas en el barco o aterrado ante la posibilidad de cientos de misteriosos saboteadores. Al final opta por callar lo primero (algo sonrojado) y dice:

¿Cree que corremos peligro, señor Abermale?

Na, na, na. Tranquilo muchacho, y vete a dormir, que a tu edad es muy necesario. Lo del combustible seguro que es una simple chapuza, tan común en estos degenerados tiempos que corremos. Abermale está masticando algún tipo de olorosa delicia... una chocolatina rellena de licor, al parecer. Dobla el brillante papelito del envoltorio con pulcritud y lo guarda en el bolsillo de la chaqueta de su pijama a rallas.

De verdad que no puede esperar a una hora menos intempestiva..., espero que la noticia merezca la pena. me incorporo y me froto los ojos para intentar centrar mi atencion en tan importante noticia. Una vez leida y medio comprendida, todavia estoy dormido, le paso el periodico a Halperin mientras asimilo lo leido, menuda gracia, al final esto va a ser una yinkana entre millonarios. Si esto va a ser de esta manera ya me estais poniendo al dia con las mejoras que van a tener los aviones porque el delta,de momento,es mas rapido. y con esto me preparo para la retaila que va a soltar miles, que se esta despertando en este momento. quizas esto le haga reaccionar y me escuche, aun estamos a tiempo.

Cuando estaban en el SS Gabrielle el Doctor caminó junto al bueno de Sir Sutton para cumplir con las rutinarias tareas que les habían encomendado. Resultaba fundamental la disciplina y la información relevante a la hora de sobrevivir en un medio tan poco agradecido como era el polo. Saludó educadamente al resto de los componentes que formaban el equipo y se talló para acabar con las formalidades.

-Un placer conocerle Sr. Pickwell- el doctor le tendió la mano para recibir el fuerte apretón del piloto –Soy el Dr. Hirsch, psiquiatra- las palabras de Hirsch apenas se escucharon pues Miles le interrumpió apartando de un manotazo el cigarro que Sutton se disponía a encender.

Acompañando al resto de los presentes aprovechó para calentarse el cuerpo con un trago del whiskey que le ofrecieron –Tal vez podríamos hacer algo de presión para que incluyan a las damas en la expedición. Resultan imprescindibles para mi estudio- El asunto de perder al género femenino parecía afectar realmente al humor de Arthur, ya era la segunda vez que hacía referencia al mismo tema, y necesitaba encontrar algún aliado entre sus compañeros si iba a plantarse frente a los organizadores con una petición tan en contra de la decisión que habían tomado. 

Si, si, es algo más rápido, dice Miles, claramente molesto por esa circunstancia. Pero carga menos, solamente tiene un motor, y malo si se le estropea, menos autonomía (unos trescientos kilómetros menos, si no recuerdo mal) y un menor techo de vuelo... 22.000 pies, creo. Va muy justo, si quiere seguirnos a donde vamos. Pero la mejor ventaja que tenemos, para mi, es que con 360 metros de pista podemos aterrizar, y el Nortrop necesita 400 como mínimo. Son pequeños detalles, pero... recuerde que no tenemos pista de aterrizaje esperandonos.

Además, ¿se da cuenta de lo ligero que es ese avión? ¿Qué le parece que puede pasar con el mal tiempo? Será mejor que embarquen muchas pastillas para el mareo, hehehehe.

Ese Northrop entra en pérdida a los 100, nosotros a los 90. Somos más grandes, pero más maniobrables. No se, compañero, no veo más que ventajas. Y llevamos tres.

Lo que si me gustaría ver es el autogiro ese. Curioso, muy curioso. Me encantaría echarle un buen vistazo. Conozco toda la teoría, claro, pero no he visto las tripas de ninguno de esos.

El frio de la mañana se colaba por el bajo del batín rojo que Arthur se había puesto sobre el pijama para salir a ver que ocurría en el exterior. Algo turbado por el modo repentino al levantarse se frotó los ojos y volvió a entrar en la habitación para calzarse –Bueno señores, parece que tenemos que ponernos en marcha y conseguir todo el equipo que necesitemos si debemos marcharnos dentro de una semana- Aproximándose a “Colt” miró por encima de su hombro para leer la noticia –¡Excelentes noticias! Que las damas nos acompañen será algo que ninguno olvidaremos. De eso estoy seguro- Su mirada, ligeramente irónica se posó por un instante en Sir Sutton, que parecía el más mujeriego de los presentes –Bien, vayamos a desayunar. Quiero ver si me encuentro con el médico de abordo- Tras decir esto, volvió a su camarote y se dispuso a asearse para bajar a la cubierta donde se dispondría el desayuno.

Halperin ha estado escuchando reflexivamente. Espera hasta que se hace un buen silencio, en el que poder ordenar sus ideas y pensar lo que va a decir.

Bien, lo que a mi me gustaría saber es qué otras dos expediciones van a ir al Polo, tal y como pone al final del artículo este. Mastica sus palabras antes de seguir. No me preocupa la velocidad. Como dice Miles, es mejor llegar de una pieza. Y parece que Lexington va a ir acompañada de periodistas solamente. En realidad, la noticia vamos a ser nosotros, cuando se harten de hacer fotos al hielo. Nosotros llevamos científicos.

Tras semejante demostración de sociabilidad, Halperin parece quedar exhausto.

El "médico de a bordo" está a unos dos metros de Hirch, leyendo a su vez el periódico, muy satisfecho por lo que lee, al parecer. Lleva solamente unos calzones largos y unas pantuflas de cuadros, pero no parece preocupado en absoluto por su aspecto.

Ya ha encontrado usted a ese médico, hijo mío, dice en tono paternal. ¿Qué le preocupa?

Menudo temperamento tiene el señor Mills, pero lleva razon , los vapores de la gasolina son altamente inflamables y debemos tener cuidado. Respondo al saludo del doctor Hirch con un fuerte apreton de manos, quizas demasiado, debo recordar no ser tan brusco...

Creo que mi posicion no es de mucho peso para esta expedicion, no se como podria presionar para que sean incluidas las damas en la aventura, si es que ya esta decidido que no vendran. Reflexiono por unos instantes y pienso que quizas se obtendrian mejores resultados si se aborda el tema con mas cautela...

Yo no soy un actor importante en este reparto, pero si a usted lo apoyasen el resto de cientificos podria ejercer suficiente presion como para incluirlas, por mi parte no tengo ninguna duda de la valia de la señorita O´connel y llegado el momento cuente con mi apoyo.

Al cabo de un rato, despues del follon de las fotos y demas caigo en la cuenta de las palabras del buen doctor y me pregunto en que consistira ese estudio que tiene que incluir imprescindiblemente a mujeres.

A las cuatro horas de viaje (todo el mundo va despertando, y muchos se dirigen al vagón restaurante, para desayunar) el revisor se acerca por el pasillo, esquivando gente que viene y va y llamando:

Señor Miles. Señor Patrick Miles... señor Miles. Señor... ¿Si? ¿Es usted el señor Miles? Buenos días. Tenemos un mensaje urgente, ha subido en la estación de Stockport...

El viaje ha transcurrido yendo al norte, siempre paralelo al Hudson. Y hace ya mucho rato que han acabado los miserables arrabales de Nueva York, para dejar paso a una campiña cada vez más feraz y hermosa. El día está resultando muy despejado, solo unas pocas nubes sobrevuelan el cielo azul. Ahora la temperatura es perfecta, pero seguro que dentro de unas horas hará mucho calor.

El revisor entrega un papel con un telegrama urgente:

Cuando Miles le pregunta, dice: quedan unas dos horas para que lleguemos a Albany, señor. Tienen tiempo de sobra para desayunar.

ALBANY, 2 DE SEPTIEMBRE, 10:00 am

Desayunados en el tren, llegar a Albany, una ciudad pequeña, pero moderna, y buscar un taxi es todo uno. Los cuatro vais haciéndoos cábalas sobre el motivo por el que los jefes han decidido tirar la casa por la ventana, y bastante contentos por haberos ahorrado un viaje que podía durar tranquilamente 30 horas, puede que más.

El aeropuerto es pequeño. El señor Jacob Petersen es el gerente de la Boeing ahí, y os lleva inmediatamente a las pistas, donde os espera un aparato igual al que vais a examinar, pero de serie. Al parecer se ha preparado todo rápidamente mientras estábais en el tren, y ahora lo están llenando de combustible, revisando los sistemas y demás.

Los comentarios del señor Miles caen como losas, parecen irrevocables, pero...

Bien, lo que usted comenta es cierto, pero no todo es lo que parece. Usted es Ingeniero Aeronautico y por lo tanto tambien cuenta con una licencia de vuelo, por lo que el pilotar no le sera desconocido.

Como bien sabra, las cualidades de un avion son las cualidades del piloto que lo maneja, he visto verdaderas proezas en aparatos realmente poco dotados para el vuelo. El aparato que eligio la señorita Lexington seguro que no es la primera vez que lo pilota. un motor conlleva menos mantenimiento y menos probabilidades de fallo.

Su avion es mas ligero pero solo tiene que llevar periodistas, nosotros una ingente cantidad de pertrechos. Ademas seguro que ella no va a llevar el aparato al limite de carga con lo que no se vera afectada en el techo de vuelo ni en la velocidad como nosotros, por lo que vi en el muelle, me parece a mi que seremos las mulas de carga de esta expedicion.

Como bien apunto aterrizaremos en suelo sin preparar y nuestros aparatos mas pesados se comportaran peor, tendremos que hacer las aproximaciones de forma impecable, ella no tiene este problema, necesita mas pista, bien, pero le vale cualquier sitio como a nosotros.

Me quedo unos segundos pensativo y añado: Me encanta su aplomo y confianza cuando trata este tipo de asuntos, Supongo que su opinion influyo en el señor Moore cuando decidio contratarme, quizas sea la experiencia que aporto por haber volado ya con el 247 y una cosa le dire, el avion es muy noble y vuela solo pero si falla un motor hay que ser verdaderamente habil para poder aterrizarlo, se convierte en una pesadilla porque con un solo motor no tiene potencia para poder seguir volando y creame, ya tengo experiencia en ello.

Por eso insisto en que seria muy util poder disponer de unos motores mas potentes.

Bien, ya lo he soltado. Espero que el señor Miles tome en consideracion mis palabras y las medite aunque solo sea un segundo... en fin debajo de esa facha de gruñon seguro que hay un buen tipo, sino no estaria aqui.

Si usted no ve inconvenientes no veo porque tendria que preocuparme yo, y le dedico la mejor de mis sonrisas, al fin y al cabo no es mas que otra conversacion tecnica.

Por cierto a que hora abren el coche restaurante, guiño un ojo a Longfellow a modo de complicidad me ha dado hambre despertarme a deshora.

Petersen va hablando todo el rato hasta llegar a la preciosidad que os espera en la pista.

Están nuevecitos, y ustedes van a tener la oportunidad de probarlo. No tiene ni 45 horas de vuelo. Es el que solemos utilizar para viajes privados, pero ustedes mismos podrán pilotarlo, y nos lo traerán de vuelta. Dos pilotos ¿verdad? Usted y... usted. Ah, encantado. Vengan, tenemos preparado un pequeño refrigerio para el camino... los ha hecho mi mujer ¿saben? Van a tener la extraordinaria oportunidad de probar su receta especial para sandwich. Una salsa que... ya verán, ya. Se acerca a uno de los mozos de pista que está vigilando unos paquetes.

Si que tengo que pedirles un favor: ¿podrían llevar estas valijas a Chicago? Tienen sitio de sobra... os da instrucciones para la entrega. Ahora mismo les están instalando dos asientos... es que los habíamos desmontado, para poder hacer unos ajustes, si. Nooo, no, nada importante, no se preocupen. Tienen los dos asientos en cabina y estos otros dos. Ah, parece que ya han acabado con las ruedas. Bien -mira el reloj- tengo que dejarles. En una media hora estará todo, pueden ir subiendo a la cabina, para revisar los cuadros. El señor Flattery -le llama- Señor Flattery, los pilotos. Si. Ellos harán la prueba desde la cabina. Bien. Los dejo. Ha sido un placer. Os entrega una tarjeta. Llamen si pasan por aquí con más tiempo, estaré encantado. Adiós, adiós.

Entretanto seguía la conversación que había llevado todo el día a Miles y a Pickering. Mientras probaban los cuadros, y hacían el ok a los mecánicos (Longfellow estaba fuera, curioseando, como no podía ser de otra manera, las tripas del avión) cuando se encendía la luz que debía encenderse, al hacer determinados contactos, o necesitaban comprobar algo. Halperin, por propia voluntad, se había puesto de copiloto, y estaba probando la radio. Estaba claro que quería ver cómo se las manejaba el nuevo. Pero Miles seguía con lo suyo.

No, no... no tengo licencia ¿sabe? Le parecerá estúpido, pero le tengo pánico a pilotar. Será por eso que se me da bien mi trabajo. Por supuesto que he cogido algún avión, claro... no soy un maldito ignorante, no ponga esa cara. ¿Que un motor lleva menos posibilidades de fallo? Pero oiga, si falla el motor, se van a la mierda, se hacen puré ¿qué me dice a eso? No creo yo que les valga de mucho el paracaídas, si van a acabar en medio de la nada, esparcidos en varios kilómetros... pero paso de eso, na, que da mal fario, no hablemos de accidentes. Nosotros tenemos dos motores, y, espero, excelentes pilotos, que ahora veremos cómo se las apaña usted, hehehe. Menuda encerrona ¿eh?

Y su avión será más ligero, y tendrá que llevar solo cámaras y tíos con libretas, pero ¡narices! ¿Es que tiene cera en los oídos? ¡Nosotros llevamos tres! ¡Tres como este! Y no olvide que podremos hacer vuelos de reconocimiento en el Farichild, que es un moscardón, vale, pero volar vuela también. Cuatro aviones. Y, en cuanto al aterrizaje, lo que cuenta es la estabilidad del aparato, que el gasto en modificaciones ha sido hecho precisamente en el tema estructural, y en los alerones. Han sido reforzados los esquíes para evitar los baches... Que siiiii -te palmea la espalda- que vaaaale. Si tuvieramos un motor más potente estaríamos mejor. Pero no hay pasta para más.

Para entonces ya está todo listo, y tenéis que despegar. Longfellow se sube, frotándose las manos y cierra la puerta exterior. Los operarios de pista retiran la escalera y comienzan a hacer señales. Halperin está a punto para comenzar.

Ale, mozo, a ver cómo te las apañas. Pista dos. Termina Miles, y se arrellena en su asiento, fuera de la cabina.

Y bien, dijo Whitston, cuando terminó de leer el periódico. Se sentó en una de las tres butacas que había en el abarrotado despacho de Menez. ¿Qué hacemos? ¿Intentamos localizar a la "belleza rubia", para ver si nos hace un sitio? Por lo que pudimos descubrir ayer, Starkweather y ella deben odiarse a muerte.

- Yo pude hablar con el señor Moore, pero no saqué nada de provecho. Mi currículum lo seleccionó él, y su socio tal y como creíamos es el cargado de prejuicios. Me ha pedido que espere esos dos días que nos dijo en la nota para tratar de hacerle cambiar de opinión, pero tampoco presionará demasiado al respecto. Por ese lado no hay mucho que podamos hacer salvo esperar. No sé muy bien por donde seguir, lo que estamos haciendo es algo que jamás había hecho hasta ahora.