Partida Rol por web

Ya poco o nada podemos hacer por los que han caido, Maldigo a esos seres. Igual se estan tratando de curar o reponer, igual era el momento de liquidarlos, antes de salir, se que estamos mal, pero es una ocasion unica, creo que habria que hacerlo por Bauman, por Pooster, por todos. ¿Que me dicen amigos?

Estaba Aramiker mirando la torre para intentar orientarse. Recordó el mapa de la gran sala dentro del anciano constructo de los Antiguos, el mapa que representaba toda el área en que se encontraba. Los temblores de tierra le hacían tambalearse. Al fondo, recortadas contra un cielo escarlata, las imponentes siluetas dentadas de las montañas le dieron una clave. En torno al agujero en el centro del suelo de aquella sala había representadas cinco montañas situadas alrededor del perímetro, como insinuando el pentágono tan redundante en todo lo que hacían aquellos seres. Se dio cuenta de que ese agujero en el mapa coincidía con el inmenso valle que formaban los cinco picos que ahora veía en la lejanía. A ellos se podía acceder desde el mismo valle en el que ella y la torre estaban por una estrecha garganta que casi podía llegar a distinguir entre la ventisca.

Pensó que la zona de aterrizaje de los aviones estaba justo en el lado opuesto a dicha garganta y a los cinco gigantes cercanos. Estaba a punto de volverse en esa dirección para retomar su huida cuando la inquietante regularidad de los temblores se rompió para hacerse más violenta. De las cúspides de los cinco picos pudo ver lo que debían ser enormes peñascos cayendo. Ahí, en el centro de aquel pentágono telúrico debía estar el epicentro del terremoto, a juzgar por la súbita violencia con que desmenuzaba las montañas. Desde ahí vino como una luz negra, una deflagración que provocó una onda expansiva que creció y creció distorsionando las formas, que alcanzó el valle y, con él, a la intrépida periodista y la llevó a otro de esos viajes en el tiempo, que la devoró...

(Una eternidad, ha pasado una eternidad donde la sucesión de imágenes pierde la coherencia por la increíble variedad, donde el punto de vista humano es tan remoto que el cerebro no acierta a interpretar lo que siente. La incoherencia y el más puro aburrimiento: eones en una avalancha de información tan enorme que vale tanto como un largo vacío gris y sin forma.)

...hasta pasar de largo dejándole la impresión de remotos recuerdos imposibles de extraer de su mente como algo claro. Se sentía como si le hubieran dado la vuelta para, de nuevo, ponerla del derecho con tanta violencia pero tanta rapidez que no le había dado tiempo para disgregarse a lo largo de varios kilómetros cuadrados. Piadosa, la mente se cerró a la experiencia y a su parte consciente solamente le llegó la sensación de un súbito mareo.

Los temblores habían parado completamente. El viento había cedido hasta quedar como cuando habíais llegado al valle de la torre. La realidad parecía más sólida. Al menos parecía sentirse como... si, como antes de que comenzaran los temblores. Daba la sensación de que al comenzar a trepidar el suelo las cosas se habían raído, desgastado, perdido coherencia. Todo volvía a ser sólido. Había un fenómeno diferente: el granizo seguía cayendo, pero un granizo que parecía diferente: más grueso (a pesar de la protección de la capucha, los golpes hacían daño, uno le dio en la mano y le hizo dar un grito). Pequeños agujeros en la nieve aparecieron a cientos todo alrededor. Pequeños pero mucho más grandes que un vulgar granizo. Algunos de los pequeños meteoros habían perdido fuerza al rebotar contra Menez, y al caer a la nieve no se habían hundido. No eran bolas de hielo. Parecían pequeñas piedras de entre uno y tres centímetros de diámetro, pulidas como el vidrio y de un intenso color negro.

El granizo cesó de caer. Blandos copos de nieve ocuparon su lugar. La temperatura ascendió perceptiblemente.

Los decididos, aguerridos, desesperados simios, pertenecientes a una joven pero vigorosa raza recién llegada al anciano escenario del universo, se dispusieron a lanzarse a la carga para terminar de acabar el trabajo emprendido con tanta fatiga y tanto miedo, cuando la inquietante regularidad de los temblores se rompió para hacerse más violenta. En la sala aparecieron grietas. Los delicados relieves tallados en los muros perdieron la forma y la cohesión para volverse, en gran parte, arena. Vino como una luz negra, una deflagración que creció y creció distorsionando las formas, que alcanzó a los jóvenes primates y los llevó a otro de esos viajes en el tiempo, que los devoró...

(Una eternidad, ha pasado una eternidad donde la sucesión de imágenes pierde la coherencia por la increíble variedad, donde el punto de vista humano es tan remoto que el cerebro no acierta a interpretar lo que siente. La incoherencia y el más puro aburrimiento: eones en una avalancha de información tan enorme que vale tanto como un largo vacío gris y sin forma.)

...hasta pasar de largo dejándoles la impresión de remotos recuerdos imposibles de extraer de su mente como algo claro. Se sentían como si les hubieran dado la vuelta para, de nuevo, ponerles del derecho con tanta violencia pero tanta rapidez que no les había dado tiempo para disgregarse en forma de vapor a lo largo de cada centímetro cuadrado de la torre. Piadosa, la mente se cerró a la experiencia y a su parte consciente solamente les llegó la sensación de un súbito mareo.

Los temblores habían parado completamente. La realidad parecía más sólida. Al menos parecía sentirse como... si, como antes de que comenzaran los temblores. Daba la sensación de que al comenzar a trepidar el suelo las cosas se habían raído, desgastado, perdido coherencia. Todo volvía a ser sólido. Esa solidez parecía emanar de los nauseabundos tallos y ramajes. Parecía llegar del sonido tintineante de los cristales del piso inferior. La inquietante sensación de que la torre funcionaba volvió con fuerza, con mucha fuerza. Parecía como el canto victorioso del que, peleando contra fuerzas abrumadoras, ha arañado un segundo más de mísera existencia: mísera pero dulce como la miel, ya que diminuto era quien la sentía.

El sencillo canto del Soggoth sorprendió a los exploradores tirados por los suelos a causa de la experiencia, recogiendo las armas y mirándose los unos a los otros. El ser volvía tan contento como siempre, bajaba sin la cabeza de Pooster, frotándose las pinzas y otros innominados miembros, ilusionado por que tenía una misión, un trabajo por hacer. Se notaba en su sencilla psicología que era alguien con una misión en la vida.

La sensación de vértigo provocada por su huida y los temblores era indescriptible incluso para alguien con un léxico tan rico como el de la periodista. Tratar de orientarse así era algo complicado pero la terrible urgencia de saber que la muerte estaba cerca le hizo sacar fuerzas de flaqueza. Dio las gracias por haberse detenido en la estancia de la torre en la que estaba el mapa tridimensional. Gracia a eso había encontrado al menos la dirección hacia la que dirigirse. Justo entonces una luz negra la alcanzó y casi cayó de rodillas sobre la nieve del mareo.

- ¡Ugh!- No sabía si era el pie que se la congelaba o que todo se seguía moviendo. Pasó un rato quieta, inmóvil, como si estuviera viendo a la misma Muerte que venía a por su cabeza. Como un conejillo paralizado por el miedo que tan sólo espera ser engullido de una vez por todas para que se detenga el sufrimiento. El golpe en la mano la sacó de su ensimismamiento y la periodista comenzó a recuperar el control de su cuerpo y mente.

- Muévete Aramiker.- Comenzó mirando alrededor de sus pies. Su mente se ponía en funcionamiento sopesando la altura de la nieve, si el suelo ya no se movía, qué temperatura hacía, si seguía nevando. Se agachó para retirar la nieve alrededor de uno de los extraños meteoritos y a punto estuvo de coger uno con la mano desnuda.

- Cuidado.- Aquellas piedras le eran familiares y no le traía un buen presagio. Rebuscó entre sus cosas y tomó algo sólido donde meter la piedra negra y pulida. Se sorprendió a sí misma con un pensamiento que iba destinado a un futuro a largo plazo. ¿Significaba eso que no se rendía? Tras eso comenzó a ponerse en movimiento en la dirección marcada.

Desvalida, desorientada, al borde el colapso, sin fuerzas más que para girar la vista a un lado y otro, Charlene permanecía de rodillas en el suelo. Trataba sin mucho éxito de recargar la escopeta, con gesto mecánico, como para aferrarse a un clavo ardiendo de realidad en medio de aquella caótica locura.

Trató de levantarse, desmadejada y torpe, pero decidida, mientras gritaba simplemente- Salgamos de aquí, ahora...

Charlene tenía razón; había que salir de allí. Parecía que el Shoggoth ya había terminado con la cabeza de Pooster, o sea que probablemente buscaría otra para seguir con su trabajo. Y si para conseguirla tenía que arrancarla de un cuerpo, bueno... no parecía que fuera un problema grave para él.

Venga, movámonos. Hay que salir de aquí.

La experiencia con las visiones no había dejado a Chester especialmente transtornado; no era más que una nueva y ligeramente perturbadora experiencia - otra más - de las que habían vivido dentro de aquel lugar.

No sé qué es lo que acabamos de ver, pero el plan sigue siendo el mismo: seguir a las criaturas, ver si nos llevan a una vía de escape y reunirnos con los demás. El resto es secundario.

Antes de seguir su camino, Chester lanzó un último vistazo a la enorme masa verde translúcida que silbaba con aparente alegría.

Tenemos que seguir, o esta cosa nos va a convertir en su próximo trabajo de artes plásticas.

Más vale no perder el sentido del humor...

No hizo falta preocuparse mucho por laborioso engendro que bajaba por la rampa. Los exploradores, ahora que el suelo no temblaba, fueron rápidos como centellas en abandonar la sala tronco-cónica por esa misma rampa pero hacia abajo.

Por el rabillo del ojo veían cómo el confianzudo trabajador de la torre tomaba con delicadeza el cuerpo aún caliente de Baumann y se lo llevaba hacia un lateral.

La sala de los cristales también fue un trámite. El rastro de fluido que iba dejando el Antiguo malherido seguía hacia abajo, pero no parecían estar esperándoles emboscados en sitio alguno.

Terminaron todos (afortunadamente Acacia se había repuesto y ya no gritaba, y los oídos internos ya no tañían por simpatía por los petardazos y disparos, aunque a todo el mundo le dolía la cabeza), en la gran sala pintada, donde la columna central que habían dejado arriba dejaba lugar al pozo, de donde bajaba otra rampa (interna) dando vueltas y vueltas.

A esta sala llegasteis por un lateral. El rastro maloliente hacia el pozo así que, al parecer, los Antiguos habían descendido a las profundidades, dejando la vía de escape libre. La salida de la torre estaba por otro de los cinco umbrales que se abrían en el perímetro de la estancia. Aquí los murales no habían sido tan dañados como arriba por el terremoto, todavía conservaban su belleza.

La intrépida periodista guardó una muestra de esos extraños meteoros muy aprisa y se puso en camino, ahora que había desentrañado la dirección general de donde venía.

En el camino se perdió varias veces y estuvo a punto de caer en un socavón tapado por la nieve. Fue en el último momento cuando lo vio. Se había olvidado, con las prisas, de que había que ir tanteando el terreno poco a poco. El pie lo tenía insensible ahora, a pesar de que no hacía tanto frío. Eso y que no terminaba de ver dónde estaban los aviones le tenía muy nerviosa.

Otra vez se había perdido. Miró atrás. La torre. Los cinco picos. Estaba en la dirección correcta, pero ahora iba enfilada hacia la interminable llanura, y eso no podía ser. Sobre todo porque cuanto más se distanciaba de la torre más frío hacía.

Llegó a la conclusión de que se los había pasado de largo, así que regresó.

Por fin divisó las formas grises de lo que le habían parecido unas rocas. Como estaban en el lecho de un antiguo río, no estaban precisamente a la vista desde cualquier lado. Se dirigió hacia ellos maldiciéndose por haber pasado por alto esa referencia tan útil: no había más que llegar al río y recorrerlo, aunque con la perra suerte que estaba teniendo, capaz de haber seguido el río por el lado que no era, así que mejor así.

La pierna cuyo pie ya no sentía le latía de manera preocupante. Ay, ay, a ver si no iba a perder algún dedo.

Qué angustia producía verse perdida y con la muerte pisándole los talones. Tuvo que rectificar el rumbo en varias ocasiones y era en esos momentos donde agradecía tener una cabeza privilegiada. En su larga vida había vivido momentos tensos y eso había dado a la periodista nervios de acero. Ya divisado el curso lo que había sido un río le pareció mucho más fácil la tarea de encontrar los aviones por lo que la mente le daba para pensar en qué iba decir a Miles y Halperin cuando llegara. Sería una ironía llegar a su posible salvación y que el loco le pegara un tiro por considerarla una de los extraterrestres. Quizá su pie congelado ablandara el corazón de Halperin y le hiciera entrar en razón sobre que era humana. Quizá hasta estuviera tan loco como para cortárselo si es lo que hiciera falta hacer.

Yo iria a por esos cabrones ahora mismo, no les dejaria reswpiro, sangran y por ende pueden morir. Han caido muchos pero los que quedamos clamamos justicia, que les parece amigos?

Reaccionando ante las palabras de Chester,  igual que un engranaje vuelve a encajar en su sitio,  dice:  estoy de acuerdo sigamos a esos bichos y acabemos esto de una vez.

De repente, al ver el Soggoth comienza a sacar de nuevo el bote y comienza a destaparlo mientras sigue mecánicamente al grupo 

Chester deseaba con todas sus fuerzas perseguir a los Antiguos y acabar con ellos, como ellos habían intentado hacer con la banda de exploradores. Pero la poca Cordura que aún quedaba en su interior le dijo, con una vocecilla agónica, que sus años de intrépido aventurero estaban a punto de quedar atrás. A meros minutos de quedar atrás.

El audaz fotógrafo no se veía capaz de dar un paso más en el interior de la torre. Sencillamente, no podía. Había visto amigos decapitados, monstruos del espacio exterior (al menos tres distintos), razas prehumanas y, probablemente, incluso la formación del Universo, que poco tenía que ver con lo que creían conocer.

Se detuvo ante la atónita mirada de los demás. Ya se imaginaba sus comentarios. Si llevaba todo el camino espoleándolos para seguir adelante, ¿cómo podía detenerse ahora, estando tan cerca del final?

Pero así sería.

Haced lo que queráis, pero Charlene y yo nos quedamos aquí. Ella está muy malherida, y seguir de caza extraterrestre sería demasiado arriesgado para ella. Para los dos -se corrigió con rapidez. - Nosotros os esperaremos fuera. Intentaremos dar con los demás, recuperar fuerzas y explicarles todo lo que hemos visto. Dudo que nos crean, a ratos no me lo creo ni yo, pero ¡quién sabe! En cualquier caso, mucha suerte, cazadores. Cuidados mucho.

Dicho esto, Chester se acercó a Charlene, le ofreció su hombro y ambos empezaron a dirigirse hacia la salida, apoyándose ahora en la cordura de uno, ahora en la pierna del otro.

Hará frio afuera... - asintió simplemente Charlene a las palabras de Chester, aferrandose a él como si fuera el último leño flotante en medio del dilulio universal.

Miró fijamente durante unos breves instantes hacia cada uno de los miembros de la expedición que tan temerariamente habían decidido continuar en aquel lugar infernal. Probablemente, esas miradas querían ser una tácita despedida, individual y sentida, pero se quedaron en un simple gesto bobalicón y agotado. Apenas podía mantenerse sobre sus piernas.

Abriendo y cerrando el bote de alcohol miró a todos sus compañeros sin decir nada y con la mirada medio ausente comentó: no podemos dejar estos bichos aquí. 

Guarda el bote bien cerrado y revisa el rifle, una vez comprobado que estaba cargado se dispone a proseguir la persecución. 

Meyer,  viene?

voy con usted.no le dejare solo ante lo visto.

La rampa descendía por el borde del pozo describiendo una curva en el sentido contrario a las agujas del reloj. Era empinada y traicionera. No tenía más de un metro de ancho y carecía de pasamanos. Las únicas medidas de seguridad eran unas estrías transversales dispuestas en el suelo de forma regular y separadas un palmo entre ellas. Estas estrías habían sido recorridas tantas veces que en muchas zonas habían quedado completamente desgastadas. El aire del pozo era sofocante y muy seco, ascendía en una continua brisa desde las brillantes profundidades rojas.

Los muros cilíndricos del núcleo del pozo eran lisos y sin adornos. Nada perturbaba la uniforme monotonía, excepto una serie de pequeños nichos vacíos de unos 15 cm de ancho por 25 de profundidad  y 60 de alto dispuestos cada doce metros a lo largo de la rampa. Eran las únicas características visibles hasta alcanzar la primera abertura, que estaba a más de 80 metros pozo abajo.

Habíais tenido que girar dieciséis veces bajando la empinada espiral hasta llegar a este lugar donde se abría una arcada en la ligera curva que describía la pared. Tenía tres metros de alto y algo más de uno de ancho, con la misma curvatura pronunciada de la mayoría de las entradas de la fortaleza. Una cortina de toscos materiales vegetales colgaba desde arriba hasta el suelo. La cortina no estaba sujeta a los lados, y podía echarse hacia un lado fácilmente con un áspero sonido que recordaba a la hierba seca.

Al otro lado de la cortina la arcada continuaba en una larga y recta entrada. La entrada era alta, pero estrecha, como el arco. El espacio se veía reducido aún más cada seis metros a causa de unos gruesos abultamientos que parecían soportes, dispuestos a los lados de la pared. En los puntos estrechos el pasaje era de un metro de anchura. El aire de la entrada era más fresco que el aire en el pozo y estaba enrarecido con el omnipresente hedor. Todo a lo largo del pasillo se abrían seis entradas, tres a cada lado y en oposición unas a otras. Tras cada abertura colgaba una cortina como la de la entrada.

Mirasteis al suelo, para ver por dónde iba el rastro de "sangre": se dirigía hacia a abajo, seguía bajando por la rampa en espiral.

Después de observar el suelo y ver que las manchas de sangre seguían por el pasillo le dijo a Meyer: seguimos?

sin dudsrlo amigo, son crueles asesinos y han de recibir una dosis de su propia medicina, vayamos