Cuando, por fin, llegaste al campamento todo estaba en silencio. Los aviones, quietos, como muertos. La nieve había sellado las ventanillas, de manera que era imposible saber si había o no luz dentro, al menos sin auparse e intentar rascar la capa de nieve y hielo.
Tu pie mojado parecía como una especie de bota ajena a tu cuerpo salvo que, al pisar, hacía que molestos hormigueos ascendieran por tu rodilla. De momento no sentías dolor, pero anticipabas lo que vendría tras el episodio.
La torre se veía a lo lejos, recortada contra la mole oscura de las montañas. Su luz volvía a brillar con más fuerza que antes. Tus ojos lloraron, las oquedades en tu cabeza estallaron con un plop, como si la presión hubiera cambiado repentinamente cosa que, que tú supieras, era muy notable que ocurriera por solo mirar una luminaria. Pero, al parecer, el Ojo no estaba mirando en tu dirección, y apartaste la vista rápido.
Miraste ambos aviones. Debías elegir a qué puerta llamar: ¿al Belle? ¿A vuestro baqueteado Boeing?
Salir de la cámara del pozo, fuera de la influencia del interior de la torre fue un inmoderado alivio, tanto que casi dolía. Esa presión constante, constante sobre vuestra psique, empujando una y otra vez, una y otra vez...
Cerca del inicio del corredor que descendía hasta la primera cámara, donde habíais dejado parte de la impedimenta, estaban también vuestras ropas: y os hacían falta, ya que el calor había desaparecido. Había aquí otras ropas que no había antes: una parka con los logotipos de la expedición Barsmeier-Falken.
Siguiendo el camino hacia el nivel del suelo, ya en la cámara-vestíbulo, descubristeis que alguien había revuelto en vuestras provisiones con bastante descuido: faltaba parte de la comida.
Una vez en el exterior, el frío os abofeteó el rostro: no es fácil pasar de temperaturas tropicales como las que habíais disfrutado en la zona central del constructo a los muy calurosos (para estar en la Antártida) -10º que os recibieron en la puerta. Nevaba. Unas huellas se alejaban de la torre. Parecían botas con un pie pequeño y casi estaban cubiertas ya, porque la nieve era gruesa y abundante a pocos metros de la pared. Cerca del borde de la torre el suelo todavía estaba bastante encharcado y libre de nieve. Encontrasteis, a la luz de las linternas, que había algo que antes no había: gravilla. Pequeñas piedras por todo el suelo hasta donde alcanzaba la vista de la zona sin nieve esparcidas aquí y allá. Unos curiosos cantos rodados de uno o dos centímetros de diámetro, ovalados y de color negro.
Tirada oculta
Motivo: superv polo chester
Tirada: 1d100
Dificultad: 57-
Resultado: 49 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: superv polo charlene
Tirada: 1d100
Dificultad: 23-
Resultado: 32 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: orientarse charlene
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 98 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: orientarse chester
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 65 (Fracaso)
Vusotros me diréis qué hacéis ahora.
El calor había ido secando los rastros de sustancia apestosa de la rampa. Bajasteis otras pocas vueltas de espiral. La ausencia de rastro (o, quizá, la mayor dificultad de encontrarlo, que habría que ver si seguía ahí) no fue problema hasta que encontrasteis otra salida lateral: esta era más ancha y más alta que la de arriba. También estaba tapada con cortinas hechas de algún tipo de materia vegetal, algas o algo parecido. La rampa seguía descendiendo. ¿Cabría ir por el lateral o, en cambio, seguir bajando?
El latido psíquico de la torre se había amortiguado hasta que ya no fue una molestia. Vuestras sinapsis neuronales, sin duda, sintieron un inmoderado alivio.
¿Seguír bajando? ¿Ir por el lateral? Quedarse un rato para intentar rastrear con más cuidado?
¡Por fin! Allí estaban los dos aviones. La esperanza volvía a ser el sentimiento predominante después de una angustiosa búsqueda lastrada por una pierna inservible. La posibilidad de regresar con vida a la civilización hacía que la idea de ser una tullida sin pierna para siempre se le antojara un mal menor. Se acercó al desvencijado boeing de la expedición Starkweather-Moore y llamó a la puerta de una manera difícil de confundir con un extraterrestre. No quería que Halperin le pegara un tiro por decir que había llamado como si fuera un carambolo.
TOC, TOC-TOC-TOC-TOC...TOC, TOC
- ¡SOY MENEZ!¡ABRAN, ¡RAPIDO! Necesito ayuda.¿Halperin?¿Miles?
Tirada oculta
Motivo: Ocultar Pistola
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 10 (Exito)
¡Bang!
Te recibió el poco amable sonido de un disparo. Apagada por causa de la muy bien aislada carlinga, se pudo escuchar la voz de Halperin: ¡Noooooo! ¡Están por todas partes! ¡Los extraterrestres están por todas partes!
¡Bang, bang!
No parecía un avión muy saludable. Recordaste que Miles y Rucker estaban en el otro avión. Quizá fueran una compañía más apetecible. Quizá pudieras ir adelantando el trabajo y liar a Halperin, ya que necesitaríais el avión. Y a él mismo, si queríais que volara con cierto aplomo. Charlene, aunque supiera algo de pilotaje, no te había parecido muy segura en el viaje de ida, cuando había tomado los controles como copiloto.
Quizá Pooster volviera de la torre de una pieza. A él se le daba bien tratar con locuelos.
Al salir de aquel edificio Chester siente un alivio inmediato; su cerebro volvía a funcionar de una forma más o menos normal. Se abrazó a Charlene con fuerza, como si quisiera asegurarse de que realmente habían logrado salir vivos - y cuerdos - de allí. Tras lo que le pareció una eternidad, Chester se separó de Charlene y la observó de arriba a abajo.
Princesa, estás hecha unos zorros - dijo con media sonrisa, intentando quitar algo de hierro a su apurada situación. Bueno, tenemos que ponernos en marcha.
Lo primero que le sorprendió fue la "alta" temperatura que había allí fuera. Chester se arrodilló y acarició algunos de aquellos cantos rodados, haciendo que se deslizaran por el suelo.
La nieve... se está deshaciendo. Es como si alguien hubiera puesto en marcha una estufa. En la Antártida, ni más ni menos.
Volvió a levantarse, jugueteando con algunas de aquellas piedras en la mano.
Bueno, querida, hemos salido vivos, pero aún estamos a muchas millas de estar a salvo. Deberíamos tratar de dar con los demás, y creo que la mejor forma sería seguir estas pisadas - dice, señalando el rastro de pequeñas pisadas de botas que se alejaban de la torre. - ¿Estás lista para seguir un poco más aún?
- Ehm...- El brazo que llamaba a la puerta de su avión se quedó tan congelado como su pie. Renqueando correteó hacia el otro.
- ¡Miles! Abra, abra, soy Menez. - Halperin había perdido definitivamente la chaveta. Vale que ella tampoco estaba en su mejor momento, pero ¿qué demonios veía el piloto por todas partes? Se veía incapaz de hacerle razonas en esos momentos. Necesitaba primero descansar en caliente aunque fueran unos minutos.
La puerta se abrió tras unos angustiosos segundos. ¡Joder! Tronó la voz de Miles. ¡Me cago en Dios, Menez, pasa, pasa! Mientras Menez intentaba subir se dio cuenta de que tenía dificultades, así que le echó un brazo a la solapa y casi la aupó en volandas del puro nervio que tenía. ¡Puta virgen y puto coro celestial! ¡Me cago en el Santo Grial! Halperin está como una chota. No se muy bien cómo vamos a salir de aquí. Y espero que los demás no se retrasen más, porque el oxígeno no es eterno, ¿sabes?
Acomodó a Menez. ¿Qué te pasa? La miraba fijo. Parece que has visto un jodido fantasma. ¿Tengo monos en la cara? ¿Dónde están los otros?
Miró al pie de Menez. ¿Qué coño te pasa en el pie? A su lado, Rucker seguía inconsciente, pero parecía vivo. Hacía tanto calor que casi le estaba dando un síncope a la periodista.
maldita sea, falta el rastro
Y se pone a mirar el suelo para asegurarse donde sigue el rastro
Motivo: Buscar rastro
Tirada: 1d100
Dificultad: 48-
Resultado: 88 (Fracaso)
A pesar de su boca de cloaca Menez se alegró tanto de ver a Miles que casi se lanzó a sus protectores brazos como una burda damisela en apuros de los cuentos de caballería.
- Qué me va a contar de Halperin. Está en nuestro avión solo pegando tiros y bramando que hay extraterrestres por todas partes. Ha hecho bien en quedarse aquí usted solo...Pero no le culpo, ¿sabe? Encontré a Baumann en un hoyo y el muy cabrón ,una vez fuera, me obligó a punta de escopeta a ir allí, a la torre. Merecido se tiene lo que le pase allí. No se puede imaginar lo que he visto en esa torre a la que se dirigieron los demás. Los carambolos están vivos, dos al menos, con mis propios ojos los he visto mientras acababan con la vida de la Lexington. Y eso no es todo. Algo más terrorífico aún había allí. Salí despavorida huyendo y abandonando a los demás allí a su suerte. Me pareció escuchar la voz de Chester, quizá Charlene también, no recuerdo bien. Si ella volviera podría ser nuestra salvación si es capaz de despegar el avión. Hubo un terremoto y explosiones, tiros...era una locura. ¡Oh, no sabe lo mal que lo he pasado!- Cuando hizo referencia al pie Menez se lo miró por primera vez con detenimiento y preocupación reflejada en su rostro.- Ayúdeme a quitarme algo de ropa. Estoy sudando como un pollo. Así, con cuidado.- Se fue desvistiendo y, cuando estuvo cómoda, se puso manos a la obra con el pie.- Creo que se me ha congelado. La bota se rompió y me entró humedad. Veamos que hay ahí.- Dijo con resolución mientras se quitaba la bota. Sabía que le iba a doler.
Tirada oculta
Motivo: Primeros auxilios
Tirada: 1d100
Dificultad: 35-
Resultado: 33 (Exito)
La bota no se ha roto, indicó Miles más tranquilo. Creo que te has puesto esa polaina del revés.
Desnudaste el pie, que estaba completamente blanco. Con paciencia y agua tibia revivió poco a poco. Suerte que no hiciera realmente frío en los alrededores. El ejercicio también había hecho su función: aparte de alguna ampolla y bastante piel despellejada, quizá la pérdida de una uña, no parecía que fuera a dar más problemas. ¡Poca cosa al lado de lo que hubiera podido ser!
Miles no parecía haber reparado en tu pistola oculta, aunque en la actual posición se estaba clavando en tus riñones cosa mala.
Los demás van lentorros, puede que haya que ralentizar el ritmo, pero conversación, toda la que quieras, oye :)
Charlene respiró profundamente el aire relativamente cálido del exterior de la estructura. El enorme alivio que sentía se traslució palpablemente en su rostro y su lenguaje corporal; apenas pareció costarle vencer su natural y arisca tendencia a rechazar las muestras de efusividad, permitiendo a Chester abrazarla de aquella forma. Probablemente él la notaría un poco rígida, pero en cualquier caso, si salían de esto, suponía que tendría que acostumbrarse a dejar que la tocara cuando se sintiera inclinado a hacerlo, y más valdría empezar cuanto antes.
Creo que este calor les permitirá salir, Ches... - dijo reflexiva, dando un cariñoso apretón al brazo de Field al tiempo que hablaba, como si no quisiera abandonar el contacto - deberíamos darnos prisa. Busquemos a los demás y vayamos hacia los aviones. Los disparos parecían provenir de allí - señaló en la dirección en la que habían dejado los aparatos; parecía que había ocurrido hacía una eternidad - No tengo un buen presentimiento...
La persona que había dejado esas huellas parecía haberse perdido. Lo peor es que vosotros mismos no sabíais muy bien por dónde tirar, así que no tuvisteis otra que seguir esas huellas. Había un punto en el que daba un raro rodeo (las huellas se estaban ya tapando por la nevada, pero todavía eran pequeñas depresiones de suaves bordes inconfundibles), hasta que no estuvisteis ahí mismo no os disteis cuenta de que el rastro esquivaba un socavón en el terreno.
El camino duró mucho más que a la ida. Hasta que el rastro no llegó al viejo lecho del río donde los aviones habían aterrizado, no os aclarábais. El rastro seguía el lecho en una dirección que resultó ser la correcta.
Cuando, por fin, llegasteis al campamento todo estaba en silencio. Los aviones, quietos, como muertos. La nieve había sellado las ventanillas, de manera que era imposible saber si había o no luz dentro, al menos sin auparse e intentar rascar la capa de nieve y hielo.
La torre se veía a lo lejos, recortada contra la mole oscura de las montañas. Su luz volvía a brillar con más fuerza que antes. Vuestros ojos lloraron, las oquedades en vuestra cabeza estallaron con un plop, como si la presión hubiera cambiado repentinamente cosa que, que vosotros supierais, era muy notable que ocurriera por solo mirar una luminaria. Pero, al parecer, el Ojo no estaba mirando en vuestra dirección, y apartasteis la vista rápido, antes de que os descubriera.
Mirasteis ambos aviones. Debías elegir a qué puerta llamar: ¿al Belle? ¿A vuestro baqueteado Boeing? Las huellas, que casi habían desaparecido, habían ido primero al boeing. Luego se dirigían al Belle y ya no seguían más.
Tirada oculta
Motivo: seguir rastros charlene
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 65(-30)=35 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: seguir rastros chester
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 12(-30)=-18 (Exito)
Me tenéis que decir qué hacéis, mozos. ¿Abajo o por la puerta a la que habéis llegado? Y decidlo roleando, no en notas.
- Ah...que torpe...- Exclamaba Menez al ver la simpleza del origen de su problema en el pie. Aguantaba el dolor con gusto viendo que las previsiones para su pie eran más halagüeñas de lo que se esperaba.- Miles, si Chaerlene no vuelve...Halperin es el único que puede pilotar esto. Además, si se acaba el oxígeno tendremos que irnos. Yo quiero morir en esta mierda de sitio.- La mujer bajó la mirada y la mantuvo en el suelo. Finalmente afrontó la realidad y buscó el cuerpo del Rucker.- ¿Cómo anda Herr Mostacho?
No te preocupes, iremos al ritmo que haga falta.
Si yo fuera esos seres, y los tengo por inteligentes, saldria por el lateral, esperando que los perseguidores siguieran bajando, creo que esta entrada seria la opcion mas logica, que piensas amigo? seguro que tratan de despistarnos, vamos a echar un vistazo aqui? sino sabemos que el otro camino es bajar, no es dificil..
por mi lateral
Miles sumó dos y dos. Menez se había ido con Baumann, el otro piloto y no estaba contando con él. ¿Entonces Baumann...? Menez, no me tengas así, joder. Cuéntame qué ha pasado, por los clavos del jodido Cristo.
Parece que los que aún quedan aquí han decidido refugiarse en el Belle. Estará menos maltrecho... vayamos hacia allí.
Medio andando, medio arrastrándose, Chester se dirigió hacia la puerta del Otro avión. Al pasar por el lado del viejo Boeing le vino un curioso sentimiento de nostalgia. Sutton, Dominique, la pareja de escandinavos... ¿qué habrá sido de todos ellos? ¿Seguirán aún vivos? ¿Estarán dentro del avión, esperando recibir algún tipo de noticia? Pronto lo sabrían.
Ánimo, princesa, ya falta poco.
Chester trató de esbozar una sonrisa, para darse ánimos tanto a ella como a sí mismo. La verdad es que les vendría bien volver a ver caras conocidas y que aún estuvieran pegadas a un cuerpo. Chester apenas se atrevía a recordar todo lo que acababa de suceder en la torre. Si pudiera, lo borraría de su memoria para siempre. Ni siquiera se atrevía a mirar en dirección a la Torre; temía que el más pequeño vistazo podría hacerle perder la poca cordura que aún le quedaba. Su mente se aferraba a este mundo con la punta de los dedos, y la más leve sacudida podría hacer que se precipitara al más oscuro abismo de la demencia.
Chester se acercó hasta la puerta del Boeing y soltó por un instante a Charlene. Toma -le dijo- Sujétame el rifle.... y no dudes en usarlo si lo que sale de esta puerta tiene más ojos o miembros de la cuenta, ¿de acuerdo?
El cuasidesquiciado fotógrafo golpeó la puerta con fuerza. ¡Ah del avión! ¡Somos Charlene y Chester! ¿Hay alguien ahí dentro? ¡Abrid, pandilla de vagos! ¡Hace un frío del carajo!
Mientras esperaba una respuesta, se volvió de nuevo hacia Charlene. Recuerda: dos ojos, cuatro extremidades. Esto es lo normal. Menos, es malo. Más, es muy, muy malo.
Perdón por el despiste en el posteo. Si mal no recuerdo, antes del parón tú posteabas martes, jueves y sábado, ¿verdad?
Voy a recuperar el ritmo.
No veo nada, este camino me parece tan bueno como seguir bajando
Lateral también
Toma -se escuchó apagada la voz de Chester proveniendo de fuera- Sujétame el rifle.... y no dudes en usarlo si lo que sale de esta puerta tiene más ojos o miembros de la cuenta, ¿de acuerdo?
Luego se escuchó más alto, porque parecía que proyectaba su voz contra la puerta. ¡Ah del avión! ¡Somos Charlene y Chester! ¿Hay alguien ahí dentro? ¡Abrid, pandilla de vagos! ¡Hace un frío del carajo!
Mientras esperaban una respuesta, Chester volvió a decir a alguien que venía con él. Recuerda: dos ojos, cuatro extremidades. Esto es lo normal. Menos, es malo. Más, es muy, muy malo.