Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 5 (viaje por aire): hacia el hielo.

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18/11/2014, 21:20
(Starkweather-Moore, científico desquiciado) Pierce Abermale

Abermale, al escuchar la noticia, comenzó a llorar desconsoladamente. Enormes lagrimones le caían por las mejillas ennegrecidas por el humo de los hornillos. La boca formaba una mueca fea y triste. Tiró a la nieve su vaso de café con leche condensada y se hizo un ovillo en un rincón de la tienda donde celebrabais la conferencia.

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18/11/2014, 21:50
Dominique Pickwell

Es el cafe con leche mas rico que he probado en la vida. Con la mirada seguia todas las preguntas que me iban haciendo mientras me apuraba el cafe y pedia otra taza mas.

El punto de avituallamiento esta muy cerca, comprobe lo que nos dejaron y esta todo correcto. Hemos tardado un poco mas en llegar porque quise tomar notas precisas de la ubicacion saco de dentro del cortavientos el plano con las notas tomadas que entrego a mis compañeros pilotos, y preparar la pista alisando y marcando con banderas donde tomar tierra. En el plano tambien he marcado la ruta de aproximacion y los vientos dominantes de estos ultimos dias.

El trabajo que nos espera sera duro, los bidones de 200 litros de gasolina seran dificiles de mover, asi que segun veniamos pense en la idea de repartir la gasolina que nos queda y volar con los dos aviones a la vez, en lugar de hacer un par de viajes con uno y tener dos campamentos al mismo tiempo, creo que seria lo mas sensato para quienes trabajen, ahorrariamos tiempo y gasolina.

Creo que quienes mas peso sobre esta decision tienen son los pilotos y los guias polares, pero quiero la opinion de todos, en mi caso ya no piloto, ahora soy uno mas.

Una vez dicho esto contemplo las caras de mis amigos preguntandome si habran tenido tiempo para solventar sus "roces". Parecen mas animados, tengo la impresion que si lo han hecho...

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19/11/2014, 22:23
(Starkweather-Moore, técnico) Patrick Miles

A ver, a ver, jefe. ¿Qué pasa si hay que hacer dos intentos de aterrizaje? ¿Me lo puedes decir? Todo depende de cómo piensas que está la pista, joder. Yo te digo que como haya que hacer dos pasadas, con el combustible repartido en dos aviones nos la jugamos. En cambio, si va un avión solo, los pobres desgraciados que tengan que ir solamente tienen que volver con algunos bidones, lo necesario para volver los dos con garantías de poder dar un par de vueltas si se tiene viento cruzado o, Dios no lo quiera, racheado. ¿Me explico?

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21/11/2014, 11:11
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Sutton se desentendió de la conversación pues él no entendía nada sobre aviones y sus despegues y aterrizajes. En vez de eso se preocupó por Abermale y su reacción ante las palabras de sus compañeros.

Ciertamente estaba preocupado por él, mas aun si cabía desde su cada vez mas estrambótico comportamiento después de la terrible tormenta, (Por no hablar de la horrenda efigie de nieve que había erigido). Así pues se aproximó al pobre hombre que se encontraba hecho un ovillo y le palmeó los hombros con suavidad en un intento de darle consuelo.

La verdad es que había percibido de que los cambios de humor del meteorólogo discurrían en los intervalos de tiempo en los que se desataban las tormentas, y no pudo dejar de preguntarse si de alguna manera el pobre hombre les podría servir para la función por la cual se había unido a la expedición, pese a su deplorable estado. Lo que estaba claro, es que necesitaban reunirse con premura con el resto de los compañeros de la expedición y el doctor Hirsch.

   - No se nada de aterrizajes, pero sugiero que partamos en cuanto nos sea posible.- Dijo con voz pausada.- Abermale cada vez esta peor, y necesita comenzar su tratamiento con el doctor Hirsch cuanto antes mejor.-

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21/11/2014, 21:09
(Starkweather-Moore, técnico) Ralph Dewitt

Lo que a mi más me jode es tener que hacer el viaje sin calefacción para ahorrar. Y recuerda que aquí hay que calentar motores durante mucho más tiempo, lo que gasta mucho combustible. Ralph, al igual que Halperin, se había hecho un par de quemaduras en los dedos, por el frío pasado en la anterior etapa al tener que dejarlas quietas sobre los mandos demasiado tiempo. Mira, si hay que tardar un poco más pero estamos más seguros, casi mejor.

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21/11/2014, 21:13
(Starkweather-Moore, técnico) Douglas Halperin

Venga, jefe, vamos nosotros. Te vienes de copiloto y me dices dónde y cómo. Nos llevamos a Nils. Diría que entra otro y que aun nos sobra peso para el combustible extra.

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21/11/2014, 21:20
(Starkweather-Moore, científico desquiciado) Pierce Abermale

Abermale levantó la mirada al sentir que posaban una mano sobre su hombro.

No quiero ir, explicó pacientemente, no quiero ir ahí porque está oscuro.

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21/11/2014, 21:23
Guardián de los Arcanos

El Enderby hizo su viaje de ida y vuelta en unas diez horas, entre unas cosas y otras. Entretanto, en el campamento los que se habían quedado tenían trabajo: desmontar, empacar, clasificar.

Field, por la posibilidad de hacer algunas buenas fotos, se había ido hacia donde, a los pies de un inmenso glaciar, había sido depositado el cargamento. Fue complicado, pero se hizo. Llevar los bidones en dos pequeños trineos, tirados cada uno por dos de vosotros, equipados con raquetas para la nieve y varas para tantear el camino era lento y molesto.

Todo el mundo comenzaba a adquirir (por la vía dura, teniendo que curar ampollas producto de la congelación) bastante práctica en lo que era la rutina del polo. Pronto comenzaría una fase más cómoda de su educación, aunque también más peligrosa: eran esos momentos en los que dejabas de pensar en los pequeños gestos necesarios para evitar el peligro, en los que te confiabas, en los que esa confianza podía resultar mortal. Pero de momento el humor subió algunos puntos y, cada vez que alguien tenía que entrar en la tienda, inspiraba profundamente el denso aroma que exhalaba y exclamaba: ah, el olor del hogar.

Una vez los dos aviones hubieron llegado a la base del glaciar, tras muchas horas de trabajo, se montó de nuevo un campamento provisional. Era necesario reposar, antes de cargar los pertrechos. Ahí había mucha vida: focas, pinguinos gentoo y emperador, los primeros pequeños y rápidos, y los segundos grandes, apiñados en tierra en aglomeraciones compactas. Había una gran manada de focas en los acantilados y playas de guijarros cercanas al lugar. El griterío era enorme. Mucho más lejos, a lo largo de la costa, se veía una pequeña cala donde Charlene señaló, ayudada de unos prismáticos, a un grupo mediano de leones marinos.

Al día siguiente se comenzó el lento proceso de carga, mientras mecánicos y pilotos levaban a cabo los primeros trabajos de mantenimiento antes del vuelo: calentar el aceite que previamente se había extraído del motor, calentar con un soplete de keroseno y la ayuda de los dispositivos diseñados por Miles (que eran alimentados por una batería cargada por pequeños molinos desmontables que habían estado trabajando toda la noche) los motores, los conductos de líquidos y gases, comprobar los sistemas de dirección, retirando hielo de las juntas y moviendolos en todas las direcciones posibles y lubricándolos con grasa precalentada. Por último, y una vez arrancados los motores, debían permanecer a bajas revoluciones durante al menos una hora.

Dijisteis adiós por fin a la Isla de James Ross. Nadie tenía muy claro qué día era. El tiempo aquí estaba hecho de jornadas de trabajo seguidas de las horas necesarias de descanso. La larga duración de la luz solar tenía a todos bastante activos. Tanto que de vez en cuando había que obligarse a descansar; por eso, estar de nuevo sentados en la pequeña cabina del Enderby sin nada que hacer resultó bastante extraño y confuso.

El tiempo estaba algo nublado, pero el viento no había dado problemas, y los pilotos no esperaban turbulencias graves.

Las siguientes etapas, por suerte, fueron fáciles. Bien. Decir fáciles es decir que no hubo tormentas que os pillaran desprevenidos o problemas verdaderamente graves que os pusieran en aprietos serios.

El siguiente campamento fue instalado en una costa árida y gris, con un tiempo neblinoso. Había nevado copiosamente sobre el cargamento y apenas se consiguió descubrir la bandera roja desde lo alto. Estaba situado en la única zona a la vista donde los acantilados dejaban paso a uno de esos gigantescos glaciares que ya os habíais acostumbrado a ver desde el cielo. El glaciar desembocaba en un golfo angosto, con una isla rocosa en medio. En este campamento la nieve estaba blanda, no como en la llanura azotada por los vientos en la Isla de James Ross (no confundir con la Isla de Ross, que era vuestro destino), y eso dio pie a muchas interminables lecciones por parte de Gunnar sobre cómo adaptarse a las nuevas circunstancias. Montar y desmontar, vigilar los detalles, robar ratos de ocio cuando se podía, consumir suficientes líquidos para evitar la deshidratación, comer en abundancia para evitar congelación, vestirse cada vez que se salía o entraba de las tiendas, marcar caminos para evitar perderse, vigilar las grietas ocultas por la nieve recién caída. Nunca salir del campamento solos y sin equipo para al menos tres días. Toda esa cantidad de enloquecedores detalles tenía que hacerse sitio en vuestras mentes e ir formando lentamente circuitos neuronales en vuestro cortex cerebral, hasta que ya se hicieran sin pensar conscientemente en ellos.

La siguiente etapa era la final. Estaba ya bien entrado el mes de octubre, y no se había recibido por radio informe alguno: normal, dadas las inclemencias magéticas que había siempre en lugares cercanos a los polos. Normal teniendo en cuenta que las únicas radios que llevábais eran las de los aviones, y que no se usaban mientras estabais en tierra, que era donde transcurría la mayor parte del tiempo.

Durante ese vuelo hubo que sobrevolar otra tormenta, pero ya Sutton había comenzado a leer en el comportamiento de Abermale, y pudo avisar a tiempo. Por su lado, los pilotos y copilotos ya no se fiaban ni de su madre, y gastaban algo más del preciado combustible para volar en capas atmosféricas donde el aire estaba más enrarecido, dando menos sustentación, pero más estabilidad, a las alas de los boeing.

Una vez más la suerte sonrió al equipo, ya que acababais de dejar la parte más turbulenta del frente nuboso cuando, a lo lejos, se divisó una columna de algo que no era vapor de agua. Era una columna la que ascendía siguiendo la dirección del viento dominante de un color amarillento, la señal inconfundible de actividad volcánica, de fumarolas, vapores elevados a la atmósfera por algún tipo de actividad volcánica. Era el monte del terror. El monte Erebus en cuyo pie debíais aterrizar.

Por esas fechas, la enorme placa de hielo que cubría el Mar de Ross penetraba mucho hacia las aguas, y casi no se veía el final (la Barrera de Ross) desde el avión. Cierto es que muchas nubes, restos del frente que acababais de sobrevolar, impedían la visión. Por el calendario del Gabrielle sabíais que una vez en tierra era muy posible que pasarais hasta un mes esperando a que llegaran vuestros compañeros, y antes de eso deberíais ver llegar al Talahasee de Lexington (y restregarles por las narices que habíais sido los primeros en llegar, a decir de Starkweather).

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21/11/2014, 23:53
Chester Field

No se esperaba todo aquello. Creía que todo aquel tiempo pasado en Alaska le habría preparado para esto, pero la verdad era que nada te preparaba para la Antártida. 

Vivir con la presencia constante del Sol no había sido difícil; sencillamente tenías que obligar a tu cuerpo a dormir cuando estuviera cansado, algo que no era especialmente complicado dado el ritmo de trabajo que se había impuesto en el campamento. No podían saber si era de día o de noche sin mirar sus relojes, pero maldita sea si su cuerpo no les pedía sus horas de reposo.

La fauna tampoco estaba nada, nada mal. Chester había tomado algunas fotos que serían la envidia de sus compañeros del National Geographic. Pingüinos, focas - de las que incluso empezaba a aburrirse - e incluso una colonia de leones marinos. Aquello sí era algo que valía la pena ver.

Incluso la relación con Charlene se había - je je - enfriado. Ambos estaban demasiado ocupados y agotados como para pensar en historias de novela rosa de a penique la docena. Si en algún momento futuro podían dejar de preocuparse por los aviones, las provisiones, el equipo, las tempestades o el olor a mierda de las tiendas, seguro que encontraban el modo de hablar de lo suyo. Pero no había prisa; docenas de cosas pasaban delante de aquella historia, que cada vez le parecía más y más lejana.

Chester se alegró cuando dieron la orden de desmontar el campamento y cargarlo todo en los aviones. Allí donde fueren, seguro que no sería tan malo como aquello. O al menos perderemos de vista el monstruo de Abermale - pensó. - Y quien no se consuela es porque no quiere.

Montar campamento, desmontar campamento. Al ser algo temporal, creyó que podrían ir más deprisa. Pero no; los Hermanos Troll - así había decidido bautizarles, por su origen y pesadez - insistían en que tomaran todas las precauciones necesarias y aún unas pocas más. Les hacía caso, claro - ¿quién iba a discutir con unos trolls? - a regañadientes al principio, mucho más en serio cuando casi se cae por una grieta oculta por la nieve cuando no estaba prestando atención. En aquel lugar, ellos eran los que tenían que acertar siempre; la Antártida solamente tenía que pillarte una vez con la guardia baja para acabar contigo.

Se alegró cuando dejaron aquel nuevo campamento; significaba que estaban más cerca de su objetivo final. Y ahora, por fin, podía verlo. El Monte Erebus. Pocas veces en la historia alguien se habría puesto tan feliz al ver un inmenso volcán humeante justo enfrente suyo. Así era la Antártida; había que buscarse las pequeñas alegrías donde buenamente se pudiera.

Chicos, lo hemos logrado. Al fin hemos llegado, y estamos todos de una piez...

Se calló. Todos, todos de una pieza, no. Estaba Abermale. 

Y sonreía.

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23/11/2014, 13:53
Guardián de los Arcanos

El glaciar Barne desciende por las laderas oeste del Monte Erebus y forma un acantilado de hielo en el lado oeste de la isla de Ross, entre el cabo Barne y el cabo Evans. Es el nombre de Michael Barne, el oficial de la expedición de Robert Scott Descubrimiento, 1901-1904.

El monte Erebus se encuentra en la Antártida y en él se mezclan hielo y fuego. Situado en la isla de Ross es uno de los cuatro volcanes de la zona, pero el único activo. Forma parte del anillo de fuego del Pacífico y su altura aproximada es de 3794m. Su nombre proviene de un barco el Erebus, que junto con el Terror formaron una de las primeras expediciones de Sir James Clark Ross a la Antártica en 1841. Fue explorado por primera vez en 1908 por la expedición Sir Ernerst Shackleton.

Aunque su actividad se resume a un lago de lava permanente y emisión constante de nubes de gases, Erebus es un volcán poligenético, es decir que no responde a una tipología concreta y es por tanto bastante inestable y uno de los más estudiados del mundo. La base del volcán es de morfología tipo escudo, y la parte superior es un estratocono al igual que el Etna. Su erupciones suelen ser de tipo estromboliano, pero también suele tener erupciones de cenizas y flujos de lava internos. En su entorno hay numerosas fumarolas, que generan extrañas formaciones de hielo, todavía en estudio. La actividad magmática interna del volcán, hace que se derritan zonas más débiles de la gruesa capa de hielo que envuelve el volcán, creando uan espectacular red de cuevas interconectadas bajo la superficie.

Extrañas estructuras de hielo producidas por las fumarolas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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24/11/2014, 21:51
Chester Field

Bueno, aquel era su destino. Ahora solo faltaba esperar al resto de la expedición, dirigirse hacia las montañas inexpugnables, cruzarlas, llegar al otro lado, tomar buena nota de todo y volver.

Chupado.

Mientras los pilotos decidían cuál sería un buen sitio para aterrizar, Chester empezó a tomar fotos del volcán. Aquella combinación de hielo y fuego no se veía todos los días, y era importante documentar no solo su existencia, sino también su comportamiento.

Esperemos que no entre en erupción mientras nosotros estemos por aquí, ¿verdad chicos?

Chester estaba extrañamente excitado, impaciente por poner los pies fuera del avión: parecía que ya se le había olvidado lo agotadora, repetitiva y literalmente apestosa que era la vida en un campamento antártico. Pero al fin y al cabo aquello era para lo que se habían pegado todo aquel viaje, ¿no? Para explorar un mundo nuevo y desconocido.

Y frío del cagarse.

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25/11/2014, 20:54
Guardián de los Arcanos

Bajar y poner el pie en el "suelo" todavía no fue, técnicamente, llegar al continente. Lo más liso que había a mano era la placa de Ross que, decían, podía llegar a tener más de medio kilómetro de espesor. Era este una especie de glaciar monstruoso que vertía una y otra vez grandes icebergs al mar. En el momento en el que llegasteis se estaba comenzando a delinear claramente lo que se suponía que iba a ser su límite veraniego, y el mar cercano era un hervidero de témpanos de hielo del tamaño del Empire State que circulaban con lentitud siguiendo las evoluciones de las corrientes profundas del agua.

Trabajo no era lo que faltaba: un campamento provisional y la elección de uno permanente que debía ser pensado para recibir a la expedición al completo. La opción evidente era la falda del Erebus, no demasiado cerca de las zonas donde la nieve podía estar hueca debido a las emanaciones cálidas ni demasiado lejos como para estar metidos demasiado profundamente en la placa, con los riesgos que suponía estar expuesto a sufrir la dinámica del hielo, que podía moverse, quebrarse, hundirse... quién sabía sin un buen glaciólogo como Winslow a mano.

La solución de compromiso fue tomada tras tres días de constantes caminatas aquí y allá. Finalmente elegisteis una cota adecuada a vuestras necesidades. El caso es que el sitio debía ser alisado, señalizado, protegido y situado en una posición que no era la misma que hubiera resultado ideal si no hubierais traído los Boeing (había que poner los aviones en un sitio cercano a la pista de aterrizaje, desde donde se pudiera llegar rápido para hacer el mantenimiento diario).

En resumen: trabajo, trabajo, trabajo, y después, un poco más de trabajo, por si os habíais quedado con ganas.

Una vez conseguido localizar el campamento, hubo que trasladar todos los enseres ahí, montar las tiendas, preparar el terreno... tuvisteis dos tormentas de mediana intensidad durante la hazaña. Total: otra semana más en la que los días parecían juntarse unos con otros.

Tras eso todos pudisteis disfrutar de algunas horas de tiempo "libre" cada día. Era un tiempo que, idealmente, sería cada vez más extenso, hasta llegar a completar lo que en realidad sería una jornada de trabajo en la especialidad de cada uno. No exactamente, en realidad: los empleados por la expedición tenían la misión de ayudar a los que habían pagado por estar aquí. En ese sentido los empleados estaban más o menos al servicio de Sutton y Charlene.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pickwell y Sutton, aunque no haya decisiones que tomar, debéis postear.

El que yo no os ponga en dos caminos y os pregunte si preferís uno u otro no significa que no haya nada que decidir, eso por supuesto. Pero aun no habiendo nada que hacer, estáis aquí para contar una historia, no solo para leerla: yo deseo escuchar vuestra historia, y si os aburre que no haya un conflicto a mano, lo creais.

Comprendo que estas escenas de transición resulten complicadas, pero son lo que son. El caso es divertirse, y divertirme a mi también ¿vale?

Tras echar la bronca a los no-posteadores (gracias, Chester) paso a daros una o dos opciones:

Al final de la escena, os daré la consabida tirada de experiencia de supervivencia en el polo, pero vais a pasar casi un mes en el campamento al pie del Erebus, así pues os daré la posibilidad de aumentar esa habilidad de la siguiente manera: aprender forzando un poco las cosas implica riesgos (apartarse de la vigilancia de los guías, sobre todo), y las condiciones en la antártida son muy arriesgadas, así que por cada tirada de experiencia extra que deseéis supondré que habéis asumido riesgos por el valor de 1d6 de daño.

Vosotros me decís cuántas tiradas de experiencia hacéis y yo tiro el daño. Presupongo que si llegáis a más de la mitad de vuestros puntos de golpe, os quedáis en las tiendas el resto del tiempo, no hacéis las tiradas que os queden y os dedicáis a curaros.

Esta habilidad, supervivencia en el polo, es más importante cuanto más avance la partida: estáis avisados.

Vamos a pasar casi un mes de tiempo del tirón, así que deseo que describáis lo que hacéis. Según sea eso, puede que estemos más o menos representándolo, claro, pero vuestros pjs están aquí para currar, se supone, y han llegado, y el tiempo es oro puro, así que se supone que deben aprovecharlo.

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25/11/2014, 23:52
Dominique Pickwell

Notas de juego

No te cabrees jefe, he tenido dos dias de narices y no he mirado ni el correo, siento no haber podido avisar.

Lo que hecho en falta es la segunda parada, eran dos aprovisionamientos antes de llegar y me he quedado un poco "descolocado" al leerlo. Si tenemos combustible me gustaria explorar por esta zona: 49º 54' sur, 69º 6' Este. Son las famosas Islas Kerguelen de La narración de Arthur Gordon Pym, tambien la isla Tsalal: 83º 21' sur, 43º 51' este, o la isla Bennet: 82º 50' sur, 43º 20' este.

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26/11/2014, 19:32
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

Alégrate de no haber tenido que hacer eso: significa que os han salido las tiradas.

El combustible lo tenéis justo para ir, cuando llegue el Gabrielle, al lugar donde desembarquen. Date cuenta de que solamente calentar motores lleva más de una hora, porque hay que hacerlo gradualmente. Pasar de los -30 grados a los cientos de grados que pilla un motor en marcha provoca graves dilataciones que, como no vayan lentas, rajarían cualquier junta o pieza.

Y ahora postea, mamón.

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26/11/2014, 21:30
Dominique Pickwell

Lo que mas me preocupaba del viaje era lo desconocido, y no por no tener informacion suficiente, no, sino por tener a un monton de amigos bajo mi cargo. La aventura siempre me gusto, de hecho en Alaska hice mis "travesuras" mas de una vez, para el tramo de la Antartida esperaba mas o menos los problemas que nos encontramos en nuestra primera parada. 

Lo que no esperaba y me resulto de algun modo extraño es no tener ningun incidente con la segunda parada y con la llegada al monte Erebus, despues de todas las desventuras hasta llegar aqui. Al final los dioses han sido generosos y solo han castigado al pobre Abernale.

Ya tenemos montado el campamento y los dias prometen ser terriblemente monotonos por lo que dedico mi primer rato libre a situar las islas de las novelas que lei sobre las desventuras del pobre Pym que narraron Edgar Allan Poe y Julio Verne.

Las islas Kerguelen las situo en el medio de un triangulo comprendido entre Surafrica, Australia y la Antartida, mas o menos en medio de la nada. La isla Tsalal en la vertical entre Surafrica con Madagascar y practicamente en el sur magnetico, otra en medio de la nada, y la isla Benet mas o menos al lado, pero en la vertical de Madagascar.

Parece ser que me voy a quedar con las ganas de ir a estos sitios, a no ser que la aventura de la Antartida nos lleve por la zona, o el viaje de vuelta de un rodeo de narices... Bien tendremos que matar el tiempo de otra manera.

Hablando de matar... se me esta ocurriendo otra idea. Voy a consultar a nuestros queridos guias si querrian enseñarme a tirar con rifle bajo estas condiciones climaticas tan adversas e intentar a la par de surtirnos con algunas pieles de foca.

Tambien podriamos hacer una excursioncilla al monte Erebus y cojer un poco de soltura con el manejo de esta situacion.

Voy a ver que me dicen...

Notas de juego

Mecagoenlamadrequep... la maldita pagina o la mierda de adsl me han sacado de la web cuando tenia escrito al menos 25 lineas...

Ale a empezar de nuevo... me c... en to.

Mi personaje tiene la intencion de practicar el tiro con rifle en condiciones adversas para subir del basico y de potenciar mas la supervivencia con una excursion al monte o donde se llegue.

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27/11/2014, 00:19
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Se podía decir que Sutton estaba relativamente contento de haber llegado finalmente a su destino, pero desde luego aquella sensación de satisfacción no podría ni siquiera compararse a la alegría que recorrería su cuerpo el día que se marchasen de aquel infierno de hielo y frío tan intenso que casi le congelaba las ideas. 

Por la parte positiva había logrado desentrañar los gestos y tics de Abermale, que en cierta manera le permitieron predecir los cambios atmosféricos con relativa antelación, lo que sin lugar a dudas les sería útil para prepararse ante posibles tormentas de nieve.

Dispuesto a no quedarse atrás llegado el momento de que toda la expedición volviese a estar reunida, convino sus horas de cuidar a Abermale con la practica de técnicas de supervivencia bajo la tutela del los hermanos Sorensen. Si quería enfrentarse a los eventuales problemas que a partir de entonces seguirían apareciendo en su camino, desde luego quería estar tan preparado como le fuese posible.

Notas de juego

Mi personaje se dedica a practicar su habilidad de supervivencia, hasta que le sea posible.

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27/11/2014, 21:11
Guardián de los Arcanos

Fueron unos días movidos, muy movidos, sobre todo porque varios de los componentes de la expedición sufrieron las consecuencias de intentar forzar la máquina con el entorno. Pickwell, por su parte, se estuvo horas y horas tirando a las focas con su rifle. Eso tras varios días, le reportó bastantes focas. Se fue animando. Se confió. Un buen día se echó el rifle al hombro y comenzó a andar monte arriba. Tenía su equipo, por supuesto: comida, combustible, una lona que, con un poco de maña, podía convertirse en una tienda individual.

Tras meter el pie en un agujero y estar dos horas intentando sacarlo sin destrozarse la piel, llegó cojeando al campamento, con un trapo atado al tobillo ensangrentado y con los dedos de los pies completamente blancos.

Peor fue el caso de Sutton y Charlene, con los agujeros. Buscaban fósiles y para ello hacían agujeros en el hielo. Sutton ponía mucha atención a las explicaciones de Gunnar. Pero los guías eran guías, no profesores. Gunnar daba demasiada información y Nils no daba ninguna. Uno de sus agujeros se les vino encima mientras trabajaban. No habían debido bajar una fuente de calor al fondo. La capa de hielo tenía en algunas zonas kilómetros de espesor, pero en las cercanías de las fumarolas era no solo más fina, también era más inestable y blanda. Estuvieron dos horas casi enterrados hasta la cintura hasta que alguien pudo echarles una cuerda.

Los miembros congelados se ponían negros. Había que mantener el calor constante y no demasiado fuerte. Había que hacer dolorosas curas todo el tiempo. Era necesario esperar a que la piel muerta cayera y se pudiera observar si el interior del miembro había sido afectado fatalmente antes de cortar. Cortar era una operación que aquí nadie se atrevía a hacer, de todas maneras. Para eso habría que esperar a que llegaran los demás compañeros con Greene y con Hirsch. En estos días la morfina de la expedición se redujo notablemente. Las tiendas donde estaban los enfermos fueron ahora adornadas con un nuevo aroma: el de la carne pudriéndose lentamente. Los enfermos tenían febrículas constantes, cuando no crisis de fiebre con todas las de la ley.

Así fueron pasando los días. Chester se entretuvo en fotografiar todo. Los que se encargaban del mantenimiento de los aviones, de vez en cuando, probaban con la radio. Las primeras noticias fueron del Talahasee de la señorita Lexington. Había estado encerrado en el hielo dos días, pero ya había conseguido liberarse y pronto veríais su silueta recortada contra el horizonte.

Estos días la barrera había sido presa de mucha actividad: enormes masas de hielo caían, enormes masas de hielo iban derivando poco a poco hacia el norte. Poco a poco los huecos en el mar eran mayores y la barrera de Ross mostraba sus hielos más antiguos, esos que resistían verano tras verano sin caer, los que terminarían formando la frontera con el mar durante los meses cálidos.

Ya casi no había noche, apenas un par de horas. El resto del día era un crepúsculo constante o un sol que alargaba las sombras hasta casi el infinito. La temperatura a veces ascendía a unos calurosísimos 15 grados bajo cero. Esos días todos salían fuera y jugaban partidos de futbol o pequeños campeonatos de bolos (los bolos habían sido idea de Nils, que era todo un campeón, y cuando ganaba una partida, casi parecía humano).

Tuvisteis que soportar otras dos tormentas de nieve y muchos días en los que el exterior era una masa gélida y gris, donde no se veía nada a dos metros.

El 9 de noviembre se avistó al Talahasée y se consiguió contactar con el Gabrielle. Fue un día lleno de alegría. Lo habíais conseguido. Era algo patente desde hacía muchos días, pero con el barco de Lexington a la vista y escuchando los gritos de alegría de Starkweather por la radio, se os hizo presente de golpe. Un subidón como ese era lo que estabais necesitando. Los guías permitieron una fiesta por todo lo alto, con las reservas de chocolate y licor a disposición del que quisiera atiborrarse o embolingarse a gusto: incluso los enfermos tuvieron su parte.

- Tiradas (7)

Notas de juego

Sutton, me temo que has tenido mala suerte, tienes 13 puntos de vida, pero los dos dados suman 11, ya que tiro el segundo por que el primero no había pasado de la mitad, por tanto, tus intentonas te llevan casi demasiado lejos. Te quedas a 2 puntos de vida. Tus tiradas de experiencia extras: 2 Tira constitución x5, si no la sacas, probablemente perderás algunos dedos (ya veremos cuales).

Suponemos que las anteriores heridas os las habéis curado, ya que eran muy leves.

Pickwell, casi igual, pero mejor. Te quedas a 4. Tiras constitución x5, si no la sacas, perderás un dedo (ya veremos cual). Dos tiradas extra de experiencia.

Charlene se queda también bastante perjudicada.

Los que se han congelado seriamente pueden tirar un dado de tres para reducir daño por los cuidados posteriores.

Los demás salen de trance con pequeñas congelaciones sin importancia y con muchos sabañones.

El subidón cuando llega el Talahasee os reporta 1d6 de cordura a todos menos a Pickwell, que sube 1d8, ya que es el artífice de vuestra gesta.

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27/11/2014, 23:43
Dominique Pickwell

Estando el la tienda con los demas convalecientes arranco este pequeño dialogo sin dirigirme a nadie en particular.

Que bien me las prometias subiendo la montaña hasta que "meti la pata", espero haber aprendido la leccion y no volver a confiarme en esta tierra traicionera. Cada vez que me curo el pie y veo los dedos negros no puedo dejar de pensar que seguro que pierdo alguno. Y menos mal que hay morfina, sino seria insoportable

No se porque pero estoy recordando el dia que tuvimos el incendio en Nueva York y me viene a la mente las caras de la gente de Lexinton cuando nos pasaron en el muelle. recuerdo ver en sus caras el exito y en las nuestras la frustraccion, creo que tendriamos que hacer algo al respecto y devolverles la jugada.

Habia pensado en hacer un fuego para que vean que estamos aqui, y radiar un mensaje como dandoles la vienvenida por haber conseguido llegar, no se, algo sutil que les toque un poco la moral. tambien estaria bien que lo oyeran en el Gabriele, seguro que los gritos de alegria de Starkweather nos llegan sin necesidad de radio.

Que me decis, ¿les preparamos la fiesta?

- Tiradas (2)

Notas de juego

A ver que dedo me cortas... que te veo venir

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27/11/2014, 23:33
Chester Field

Chester llevaba semanas fotografiando el mismo paisaje, y la verdad es que vistas cien fumarolas, vistas todas. Y estaba ya harto de fotografiar a Charlene y Sutton como los Atrevidos Exploradores del Ártico. Que sí, que vale, que la verdad es que se habían ganado el derecho a ser llamados así por méritos propios... pero le tocaba las narices tener que fotografiarles tanto. Aunque después del accidente le resultó imposible seguir enfadado con ellos y su dinero: ver cómo les habían quedado las piernas hizo que sintiera auténtica pena por su estado, y pasó más de una noche al lado de Charlene, intentando ayudarla a soportar el dolor - aunque solamente fuera haciéndole un poco de compañía. 

Cuando vieron que el barco se acercaba, Chester apenas pudo creer lo que veían sus ojos. ¡Eran ellos, ellos de verdad! No había tiempo que perder; Chester fue a buscar su trípode y su mayor teleobjetivo. Varias expediciones habían retratado ya su llegada a la Antártida, claro, pero ¿quién había retratado antes la entrada de un barco de aquellas dimensiones, rompiendo los hielos del continente, abriéndose paso a las bravas por el territorio más inhóspito que la humanidad jamás hubiera pisado? Estaba ante una perspectiva única, y no pensaba desaprovecharla. Además, el licor de la fiesta le había puesto de buen humor, y se sentía con ánimos - y algo achispado - para intentar algo distinto.

Aprovechando que había echado mano a su equipo, pidió a toda la banda que se juntara en la enfermería para tomar una última foto de grupo antes de que llegaran los demás. - Al fin y al cabo ya no tendremos que seguir soportándonos los unos a los otros: llega un buen montón de gente nueva con la que ser insoportables. - dijo en plan jocoso.

La foto salió tan bien como podía esperarse de una foto tomada en una enfermería improvisada. Todos estaban allí: Nils, Gunnar, Miles, Charlene, Sutton, De witt, Halperin, Longfellow, López... y Pickwell, que había demostrado tenerlos bien puestos llevándolos a todos hasta allí. - La verdad, hubo momentos en los que pensé que no lo conseguiríamos. - Fue entonces cuando se volvió de nuevo hacia Abermale, a quien intentaba evitar; no le gustaba estar cerca de él, le ponía nervioso.

Bueno, señor Abermale, con un poco de suerte va usted a empezar a recibir los cuidados que necesita y se merece. Sinceramente, no creo que vaya a echar de menos su bobalicona sonrisa - añadió, mientras se encendía un cigarrillo, el penúltimo que le quedaba; suerte que ya llegaban refuerzos... o eso esperaba.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Que yo me entere, máster; tú posteas martes, jueves y finde?

No sé por qué aún pensaba que ibas en lunes / miércoles / viernes, pero ahora que me fijo en las últimas fechas, la cosa está clara.

En cualquier caso, a Chester ya le parece bien jugar sobre seguro y no arriesgar sus escasos y preciosos puntos de vida :)

Joer! A 39 de CORdura! Casi fresco como una rosa! Si no fuera porque Chester ya empezó con una ficha medio muerta, al igual llegaría a ver el final de la aventura y todo :)

Cargando editor
28/11/2014, 00:16
Dominique Pickwell

Notas de juego

Creo que se han perdido las tiradas que he hecho, estando escribiendo ha posteado Chester y al enviar mi mensaje no veo el resutado de estas.

Constitucion (40) la he fallado con un sesenta y pico, y recuperar cordura he sacado un 7. 

Diegus, por un casual ves mis tiradas, te vale con lo que escribo o te las repito.

Ya me diras