Partida Rol por web

Continuo con la escena:

Segun te voy llevando hacia Sutton tengo la ocasion de decirte en voz baja y muy cerca de tu oido lo siguiente: Perdona chico por la colleja, no quiero hacerte daño pero tienes que simular que te estoy castigando, sigueme el juego, ya te lo explicare mas tarde.

Segun nos acercamos a Sutton le propino otras dos patadas en el culo y una colleja mas (todas simuladas) al tiempo que digo en voz alta, ...y no causes mas problemas, es la ultima vez que te lo digo...

Cuando estamos junto a Sutton continuo en el siguiente post...

Cuando llegamos junto a Sutton, que estamos ya mas apartados del grupo, os comento... Perdonad la escena, no vehia como sacar al chico de esta situacion, lo mas probable es que se fuera a hacer puñetas la poca sintonia que tenemos con la Lexington, Nandan quedate de momento hasta que se calmen las cosas ayudando a Sutton con la preparacion del terreno. Como vas amigo Sutton, tomatelo con calma, el chico te hechara una mano. luego vengo a veros.

Me separo y me alejo caminando energicamente, representando que sigo enfadado...

De camino de vuelta noto que todas las miradas se centran en mi, hasta el de la camara me esta grabando, que verguenza siento, pero se me pasa en seguida cuando veo al que tenia cogido a Nandan. Me parece bien que veles por vuestros enseres, pero eso no te da derecho a maltratar a un niño, para eso estamos nosotros que nos encargamos de su educacion y maneras de comportarse. La proxima vez que le eches la mano encima no sere tan amable... y me voy dejandole con la palabra en la boca.

Es cuando paso junto a los aun sorprendidos Peabody y Menez que le digo Menez, ahora no es el momento, cuando estemos esta noche en la tienda hablamos de lo que quiera. y camino de nuevo tomando la direccion hacia Kyle hasta permanecer junto a el y al operador de sonido Chip.

El chico es un poco travieso y muy curioso, pero no tiene malicia, perdonad la escena, pero alguien tiene que decirle donde estan los limites. La proxima vez que quiera curiosear por ahi pedira permiso antes de arriesgarse a otra colleja. 

Como me comentabas Kyle, antes de la interrupcion, no creo que Starkweather tenga nada que ver, nosotros tambien hemos tenido nuestros "percances" volando y en el barco, y es posible que vosotros podais tener aun a vuestro saboteador en vuestro grupo. Como os comentaba antes venimos a ayudar, por donde podemos empezar...

Chester sigue entrecerrando los ojos y tratando de distinguir algo en medio de toda aquella nieve, hielo y viento. Al final no puede hacer otra cosa que darse por vencido y tratar de fotografiar lo que sea que Maggie está viendo allí.

Cuando la chica empieza a hablarle de los usos del flash, Chester no puede hacer más que sorprenderse ante el experto conocimiento de las más modernas técnicas fotográficas del momento

Si apenas hace un par de años que tenemos flashes... mira tú por dónde con Maggie.

Sin pensárselo dos veces, saca su cámara con flash acoplado, ajusta una de las bombillas de un solo uso y se prepara para disparar.

Por favor, aléjese un poco; estas pequeñas sashas tienen la desagradable tendencia a explotar en temperaturas extremas si no han sido tratadas adecuadamente, y no quisiera yo que se viera usted lastimada por una lluvia de metralla de cristales.

Tras el aviso, Chester trata de sacar la mejor fotografía posible de las supuestas huellas misteriosas.

¡Vaya como las gastaban en el campamento Lexington! Realmente sólo pretendía curiosear. ¿Sabotear? ¿Él? De la que Pickwell le arrastraba lejos del mecánico de la otra expedición, Nandan puso cara de congoja.

—Pero... se juro, señor Pickwell. No estaba haciendo nada malo. Sólo quería ver cómo eran los aviones por dentro. 

Con cara desconcertada se quedó con Sutton, pero gritó hasta el corrillo.

—¡No estaba haciendo nada malo! ¡Solo quería ayudar!

Bajando el tono de voz miró a Sir Anthony.

—De veras.

Desde el otro lado, dónde Pickwell le había arrastrado, Nandan gritó al corrillo de hombres.

—¡No estaba haciendo nada malo! ¡Solo quería ayudar!

Luego agachó la mirada, un poco avergonzado.

- ¡Claro que sí!- Revolvió el pelo de Nandan como una amantísima madre que no veía maldad alguna en los actos del fruto de su vientre.- No tenemos otra cosa que hacer que pagar a un saboteador después de lo que hemos pasado en nuestra propia piel.- ¿Pero es que no se enteraban de nada los de la Lexington? Si hasta habían salido en los periódicos por todos los sabotajes sufridos durante el trayecto en el Gabrielle. Incluso habían perdido al bueno de Herr Kleiver. Pero claro, esos dos rufianes maleducados no sabrían ni leer. Menez hizo caso a Picwell y se acercó a su interlocutor, Kyle Williams.- Eso no es más que una soberana majadería. Si no han sido capaces de identificar a su Jonás no es problema nuestro. Creo que la información que podemos darles al respecto podría serles de ayuda, puesto que, si no me equivoco, los sabotajes podrían venir de la misma mano negra.- Dejó caer como si nada que tenían información valiosa al respecto, pero no iba a dársela si su trato con respecto a ellos no mejoraba.

Tim observa los gestos, como se expresa y analiza las palabras del enfermo. Le hace un par de test rapidos de conducta, para saber si esta afecctado por un alocura trasnsitoria o hay algo mas, su serenidad le hace dudar y decide comprobar si esta mintiendo o si esta convencido de ello.

Tras su analisis, hace un par de ultimas preguntas.

Bien amigo, como vera aqui ya no hay arañas, se han ido. veo que ha sido su fobia a las mismas lo que ha llevado a esto, ¿le ha ocurrido lo mismo a su compañero? ¿el tambien veia arañas?

Al comprobar que la situación en lo que respectaba al pequeño parecía bajo control, Peabody se decidió a participar en la conversación, si bien someramente, para darle la razón a Menez en su diatriba.

Es cierto. Hemos perdido a un compañero, hay otros y otras heridos, casi incinerados. De hecho, todos hemos estado a punto de perder la vida, por llevar sin saberlo un traidor entre nosotros - afirma reflexivamente, casi para si mismo - El suyo, su Jonás, tratará de hacer el mayor daño posible, no hay duda. Y si lo consigue, sin duda vendrá a por nosotros. Creo que estamos en el mismo barco. En cuanto al muchacho..., ya lo ven, sería incapaz de hacer daño. Solo ha sido una chiquillada, por la que pueden estar seguros que será reprendido severamente. Al fin y al cabo, estas circunstancias son difíciles para todos, y más para alguien tan joven...

¿Mi compañero? No tenía compañero alguno. Yo estaba solo, solo entre todas esas arañas, dice el pelirrojo Dinsdale. Curtis mueve la cabeza con signos negativos. Esa sencilla prueba ya la hemos hecho, doctor, creo que prueba que el nivel de inmersión en su alucinación era muy profundo. ¿Puede tratar a Bradbury? Caso de encontrarnos con complicaciones sería bueno que pudiera cuidar de si mismo, aunque fuera de manera elemental.

Te pones a la tarea con la una vez más extraña renuencia a participar de Hirsch. No consigues que despierte, lo intentas cun unas sales y algunos pequeños estímulos bien estudiados, pero nada. Sin embargo sus reflejos te sugieren que el estadio de catatonia no durará más allá de unos días. Algo habitual, empero, es que una vez salga sufra una profunda amnesia que, como mínimo, cubrirá el tiempo en que sucedió el trauma. Se lo comentas al doctor Curtis y estás unos momentos ayudándole a hacer las curas, pasado ese tiempo ya no te parece que haya mucho más que hacer, a menos que se te ocurran más preguntas. Durante las curas Dinsdale canturrea y parece bastante relajado.

Claro, claro. Ha habido un tipo con alas que ha viajado de un barco a otro haciendo de las suyas. Venga, despejen y si quieren ayudar, háganlo, pero no aquí. Como ven los aviones están estupendamente. Hay mucha basura que tirar ahí mismo, señala la tienda de la radio. A nosotros déjennos en paz.

Tuvinnen, el otro guía de Lexington, se ha acercado a ayudar al grupo que está montando las tiendas. Gregor y Olav charlan un rato con él, aunque solamente está cómodo hablando finlandés, así que es con Olav con quien lo hace más. Con esa ayuda extra, las dos tiendas que traíais se montan en un periquete, ya que Gregor está más bien ocupado controlando a los perros mientras gruñe algo así como "dónde se habrá metido O'Connel"

Dice que cree que los autores de todos sus problemas son esos dos que están en el hospital. Los locos, dice luego en un aparte Olav a sus compañeros.

¡Vívora!

¡Bufón!

¡Bruja!

¡Incompetente!

¡Mejor será que te muerdas la lengua, mocosa o, que Dios me confunda si no te voy a dar unos azotes!

Starkweather, tras haber arreciado el tono y la altura de los insultos que cruza con Acacia Lexington, sale de la cabaña común como una exhalación. ¡La Antártida no es lugar para una histérica! Se acerca a las tiendas que estáis montando. ¿Qué se creen que hacen? ¡Nos vamos! Vayan haciendo algo de comer, descansaremos una hora y volveremos inmediatamente.

Gregor y Olav se miran entre si y a Sutton. Suspiran y se ponen a hacer lo que les ha dicho James con ostentosa resignación.

Chester hace varias fotografías del rastro que Maggie ha dejado cuidadosamente intocado hasta donde llega, tras unas rocas. Ahí fotografía el lugar donde, según Maggie, se ha hecho un pequeño fuego. En el lugar, Chester encuentra algo así como una piltrafa requemada. Es un trozo de tela al que hay adheridos algunos pelos rojos y otros castaños, todo ello bastante perjudicado por el fuego.

¡Así te pudras, mentecato! Con una voz que haría palidecer a una verdulera, Acacia despide a Starkweather desde la puerta de la cabaña, para luego entrar cerrando de un portazo.

Sutton observó los acontecimientos con aprensión.

Una cosa era saber que no eran bien recibidos, pero ver como aquel tiparraco agarraba violentamente a Nandan le enojó a sobremanera  y a punto estuvo de dejarse llevar por un arranque impropio en él y hacer que se aproximase a aquellos dos matones maleducados para golpearles con la pala en sus duras molleras.

Por suerte, la rápida intervención de Dominique impidió que eso llegase a ocurrir y la situación fuese a mayores. Pero aun así su gesto no se suavizó un ápice. Podía desagradarle aquel lugar y denostar estar en aquella expedición, pero el muchacho era la única compañía constante que había tenido en su encierro autoimpuesto y aunque probablemente no lo admitiría en voz alta, le caía bien.

A su llegada a su lado, asintió conforme pero circunspecto a las palabras de Dominique.

   - No te preocupes muchacho.- Le dijo al preocupado Nandan.- No es culpa tuya que esos hombres sean unos... indispuestos mentales. Haz lo que ha dicho el señor Pickwell y quedate conmigo mientras montamos las tiendas.-

Y dicho esto se puso a darle al trabajo.
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Rato después, deteniéndose ante el griterío de Starkweather y Lexinton observó la penosa escena apoyado en la pala con gesto indolente. Desde su punto de vista las cosas ya iban suficientemente mal, como para que los lideres de las dos expediciones se dedicasen a lanzarse los trastos a la cabeza en vez de colaborar por el bien común de sus empleados. Pero bueno, al parecer todo aquello que no formase parte del ego personal era algo carente de interés para ambos contendientes.

Para alguien como él, que formaba parte de la nobleza inglesa, sabía apreciar a la perfección un comportamiento tan rancio como británico. Y luego su abuelo se preguntaba por que prescindía de seguir sus arcaicas formas y pretendidas muestras de dignidad...

las palabras de Starkweather, le cabrearon aun mas de lo que ya estaba, pues tras un día de caminatas y haberse partido el lomo resultaba que el trabajo no había servido para nada y se veían obligados a volver sin apenas descanso.

   - Normal, una perdida de tiempo seguida de una orden tan impulsiva como insensata, como todo en esta expedición.- Bufó con desaprobación.

- Jefe, con todo respeto, me parece demasiado peligroso volver de noche, la temperatura va a descender mucho más, y será muy difícil ver los peligros del hielo. Reconsidere la opción de quedarnos. Por otro lado he encontrado algo, que me gustaría comentar con ellos, puede ser o no importante pero no me parece juicioso dejarlo pasar.

Chester saca un lápiz de carboncillo de su bolsillo y, con mucho cuidado, trata de meter el trozo de tela dentro de la caja en la que venía la bombilla del flash, ahora ya inservible.

Sería interesante descubrir de qué color tienen el pelo los dos hospitalizados - piensa, mientras regresa con el grupo al escuchar el toque a rebato de Starkweather.

Chester aparece detrás de Maggie, sin saber muy bien qué hacer; había logrado escaquearse de las tareas más duras, y creía que al menos ahora podrían descansar, pero resulta que lo que hay que hacer es recogerlo todo y volver por donde han venido.

Pues vaya plan - reniega con gesto agrio. - Pero lo primero es lo primero.

Chester se acerca a Starkweather y trata de que le haga algo de caso, pese a que por lo que parece en aquel momento se lo llevan los Diablos.

Disculpe, pero cuando ha estado en la cabaña con los enfermos, ¿por casualidad ha llegado a verles? Sé que la pregunta le parecerá de lo más impertinente, pero, ¿podría decirme de qué color tenían el pelo? Podría ser una tontería, pero me da la impresión que he encontrado algo que probablemente añadirá otra capa de misterio a todo este ya de por sí enigmático asunto - concluye, mientras trata de enseñarle con cierto disimulo la cajita donde ha guardado el trozo de tela con los pelos adheridos.

Si me lo permite y con todos mis respetos Señor Starkweather,  volvernos ahora ni de broma, bastantes riesgos hemos corrido esta mañana saliendo tan precipitadamente como para volvernos DE NOCHE porque tenga una rabieta con subidas de humos. Un caballero con su posicion no puede rebajarse y tener una riña de adolescente con la lider de la expedicion contraria.

Un señor como es usted, ante todo debe dar ejemplo de templanza y saber hacer. Le recuerdo que cuando estuvimos en graves apuros esa lider envio sin tardanza ayuda muy valiosa para con el bienestar de tres de su equipo.

Si usted tiene una opinion contraria a las formas de hacer de esta mujer ahora no es el momento de intercambiar pareceres, sino de demostrar tambien su generosidad al prestarse a devolverla el favor con creces.

Le encomiendo a usted a tomarse su tiempo y reflexionar los proximos actos que de seguro seran los mas sensatos para ambas expediciones.

Seras el jefe pero las decisiones tomadas tan a la ligera en esta tierra suelen llevarse a alguien de por medio y no estoy dispuesto a que muera nadie solo por un capricho tras un enfado de niño rico.

Si al final opta por que pasemos aqui la noche podremos compartir nuestras investigaciones y dar tiempo a que se calmen los animos, asi usted podra volver a ofrecer la generosa ayuda que tanto necesitan, y a nosotros investigar un poco mas lo sucedido.