Partida Rol por web

Al girarse, vio nuevamente la escena que había intentado borrar de su mente.

Aquella criatura infernal forcejeando con el doctor. Un cúmulo de emociones le sacudieron la mente.

Miedo.
Ese monstruo representaba todo lo que habían sufrido en este interminable camino. Un ser agresivo, incomprensible, peligroso, antinatural e impredecible.
La mano de Andrea temblaba mientras apuntaba a la bestia.

Angustia.
El temblor del suelo le rememoraba aquella experiencia claustrofóbica en la sala donde se mutilaron. Podría cerrarse todo y quedar allí encerrados para siempre.
El sudor recorría su frente y su boca estaba completamente seca.

Amor.
Tras ella, estaba la salida, si huía, se acabaría la pesadilla. Y quizás, quizás, Robert la estaría esperando.
Sus piernas querían salir de allí.

Tristeza.
Quizás Robert no estuviese ahí fuera. Quizás Robert se haya quedado aquí para siempre.
La vista de Andrea se centró un poco en aquel monstruo.

Admiración.
Allí estaba Cameron, el hombre más valiente que jamás había conocido, luchando, a pesar de sus heridas, contra una criatura abominable, sin miedo alguno.
La mano de Andrea dejó de temblar mientras apuntaba a la bestia.

Valor.
La muerte de Yusuf... La desaparición de Robert... Aquel sacrificio eterno sangriento en la sala... Todos esos momentos horribles se desvanecían en su mente y solo aparecía la risa inocente cubierta de barba y bigote pelirrojos de Whitaker. Debían salir juntos de allí. Robert estaría orgulloso de ella.
El dedo apretó el gatillo con firmeza y determinación sin pestañear
 

El rostro de Cameron se cubrió de sangre mientras observaba atónito como la criatura, la cual intentaba atacar al doctor con toda su furia, abría los ojos de par en par mientras lentamente caía al suelo.

La criatura rápidamente se vio adornada con un charco rojo que provenía de su cabeza. Andrea, había disparado con éxito la pistola alemana que encontraron en otra de las salas ¿había salvado la vida del doctor? ¿pero a qué precio?

Ambos os mirasteis, jadeando por la tensión y la adrenalina. Ante vososotros quedaba una sala de trono si una dueña, pero también estaban los cascotes de piedra cayendo de forma violenta en esa misma habitación.

Un rápido vistazo os hizo comprobar que un sinfín de rocas habían sepultado la que parecía ser la única salida de la pirámide. No sabíais cuanto tiempo quedaría antes de que aquella pirámide subterránea se viniese abajo.

Si dedicabais unos segundos a mirar el cadáver, comprobasteis que éste empezó a adoptar la forma de una mujer, pero no aquella mujer de morenos cabellos y nariz egipcia. En su lugar era el cuerpo de una mujer escuálida de pelo rubio y corto, ojos azulados y marcas y arañazos por toda su piel.

Tuvisteis unos instantes para reuniros, para miraros cara a cara. Para analizar todo lo que había sucedido, todo lo que habíais sufrido, todo lo que habíais logrado y también todo lo que habíais perdido.

Estabais juntos, vivos pero... ¿y ahora qué?

El disparo salió y Andrea cerró los ojos con fuerza, asustada por el ruido producido, pero sobre todo por las consecuencias de su acción.

Tras un silencio eterno, los abrió y pudo observar como la criatura aún caía hacia el suelo, víctima de su decisión.

No quiso mirarla más. Anduvo aún temblorosa. No estaba orgullosa de su acto. Aunque tampoco arrepentida. Su único deseo era acercarse a Whitaker, comprobar que no estaba herido.

Un profundo alivio le recorrió el cuerpo al ver que seguía con vida. Aquella muerte que le perseguiría toda su vida, parece ser que había merecido la pena.

No dijo nada. Solo quería llorar. Necesitaba que alguien la consolara. Derrumbarse por fin en una habitación y que la dejasen tranquila.

Pero la realidad era tan cruel, que le impedía descansar, ya que la propia sala era quien se derrumbaba en esos momentos.

Completamente nerviosa, intentaba pensar. Solo había dos elementos importantes en aquella sala sin salida. Siéntese en el trono, quizás pare. Fueron las únicas palabras que escaparon nerviosas de su boca al observar uno de esos dos elementos., mientras seguía frotando en la palma de su mano el segundo elemento.

Como quien se toma una medicina sin querer notar el sabor, Andrea agarró el anillo con los dedos de su mano izquierda y los introdujo en su mano derecha, justo en el mismo dedo dónde se encontraba la alianza de Robert

Notó la fuerza del hachazo, y por un momento creyó que todo saldría bien. Había conseguido apartar su cabeza, pero no sangraba y antes de que pudiera revolverse la bestia lo arrastró. Si la única baza de la sorpresa no podía deshacerse de ella. De forma desesperada Whitaker intentaba interponer el hacha entre los dos en forma de pica, pero eso también falló. AAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAA gritaba haciendo fuerza de lado a lado lanzando su peso para liberarse. Lo atrajo cerca de un tirón hasta notar la pestilencia en sus fauces, y Cameron quemó su ultimo cartucho… - GRMM  ¡¡¡ MUE – REEEEEEEEEEEEEEEEEEEE !!! maldijo empujando con los brazos hacia arriba levantando la cabeza de la criatura, apartándola de la suya en un pulso suicida. Aguantó lo que pudo, pero, como si fuera un niño sus fuerzas se desvanecían y poco a poco la criatura bajaba el hocico, a cámara lenta, venciendo la resistencia. Cada vez más cerca, le temblaban los brazos. Ya no podía contenerla. Era mucho más... 

FRAP

De pronto un chorro de sangre arterial le salpicó. No entendía que pasaba ¿le había desgarrado? ¿se estaba muriéndo? En medio del desconcierto aguanta, aguanta, necesita tiempo… miró a la cara de la guardiana esperando ver la desolación del vacío… y sin embargo, vio miedo, vio como aparecía la luz de una consciencia mientras le soltaban del brazo. Como si cambiara de piel una serpiente la mandíbula, las protuberancias de esa criatura encogían tomando forma humana, pero los ojos no cambiaron. Pánico. Lo entendió, la mujer sangraba profusamente del cuello. Cuando cayó de rodillas Whitaker vio a su espalda, en el fondo la figura de Andrea, todavía con la pistola en la mano, y se le heló el corazón. Lanzó el brazo hacia ella y fue a gritar, pero solo le salió un susurro entrecortado…

… n..o … 

En un instante, la guardiana se desplomó enfrente suyo con aspecto casi humano, y al mirar rápidamente a Andrea mientras se acercaba a trompicones vio como el techo cedía a su espalda y se desplomaba sobre el túnel. de salida… NO… Cameron se dejó caer de rodillas, si fuerza, al lado de una mujer rubia: un soldado ario, cubierto de sangre y cicatrices, alguien que parecía sacado de una sala de torturas. Completamente abatido, Whitaker miraba al suelo, no podía reunir fuerzas para mirar a Andrea y aceptar que ella moriría por su culpa… todo…. para nada… y que con ella, se perdería todo… le había salvado pero…  ¿por qué?  ¿por qué?... oh Andrea… pobre Andrea… 

Siéntese en el trono, quizás pare

se incorporó como pudo cuando la oyó llegar, con lagrimas en los ojos…  parará… le puso las dos manos en las mejillas recogiendo su cara como si fuera un cáliz, y le dijo, los siento Andrea, lo siento mucho, sonriendo y llorando a la vez. Se dio la vuelta si más, solo había una cosa que podía hacer ahora. Algo con lo que comprar tiempo… para ella. Se movió en dirección al trono… con anticipación. Esa idea que tanto lo había atraído, estar a un paso de otro mundo, de conocer sus secretos le producía ahora un terror incapacitante. Había visto a la nada en la mirada de la guardiana, había visto las cicatrices en el cuerpo de la mujer ¿a que se estaba condenando? Subió la plataforma pensando ¿merece la pena? Ya estamos muertos, estamos muertos los dos… esta muerta las historia… esta muerto mi padre… estamos… estamos muertos…al lado del trono se dio la vuelta, Andrea lo miraba desde abajo, insegura de que estaba pasando. Una pequeña idea se formo en su cabeza. No creía que fuera esperanza, no le quedaba. O quizá si. Pero también era rebeldía y orgullo. En el medio de ese caos, se acordó de su madre. Se acordó de su padre, de su casa en Cambridge, Massachusetts, que hace tanto que no pisaba, de como Esmerada, su asistenta salvadoreña lo reñía porque la tenia lleva de los papeles de papa, de sus divagaciones. Recordó su doble vida, como lo había mantenido oculto al Prof Spitz y como había llegado hasta aquí solo. Ha muerto demasiada gente.Recordó que no había sido completamente sincero, y al ver a Andrea ahí se le rompió el corazón. La Historia no puede morir. Alguien encontrará este sitio por mi. Pero esto, esto es mi responsabilidad... pagaré lo que haga falta para que ella salga de aquí. Levantó la cabeza mirando en su dirección ladeadamente. Se quitó la bandolera y la lanzó con fuerza debajo de las escalares en su dirección. Gritaba por encima del estruendo: 

- ¡SAL DE AQUÍ!   ¡NO DEJES QUE TE ATAQUE!

Puso las manos en la boca haciendo una especie de megáfono improvisado.

- ¡¡PUEDE QUE SE HAYAN ABIERTO SALIDAS!!  ¡BUSCA LAS MARCAS EN EL MAPA!

- NO HAY TIEMPO… VETE… le hizo un gesto con la mano VETE, y levantó la mano en señal de despedida, son una media sonrisa… adiós… dijo para si en medio del ruido, intentando no llorar. Sorbió los mocos… in nomine patris… inspiró hondo… et filis… agarró el amuleto de su padre… et spiritus sancti… cerró los ojos… Amen…

Se sentó en el trono de las hijas del Sol.

Con los ojos cerrados y el brazo derecho en el trono, la figura enclenque del doctor se sentó con la cabeza baja, como alguien exhausto que no piensa volver a levantarse. Se hizo el silencio. Un silencio absoluto y perturbador por su carácter súbito, que no cuadraba con la noción de que estaba derrumbando el techo sobre sus cabezas. Un observador atento habría contenido la respiración al ver como esa figura sentándose no parecía pararse al llegar al trono, si no que por un breve momento pareció avanzar a través suyo, acelerándose de una forma extraña. El desconcierto duraría poco, solo hasta comprender lo que estaba la vista. EL cuerpo de Cameron J Whitaker fluía, caía al suelo convertido en una arena fina. La silueta perfecta de su figura, las facciones de su cara se quebraban poco a poco descomponiéndose y Whitaker desaparecía, disolviéndose en una nube de polvo a los pies del trono de Atón. Su barba se desintegró como un castillo de arena rojo, en medio del silencio, se escuchaba solo la fricción de una cascada de arena - sssssssszzzsssss. En el interior, una forma tomaba cuerpo. Como si un núcleo se estuviera deshaciendo de una vieja costra de barro emergía la figura inmóvil de un joven desnudo. La arena se deslizaba sobre su piel como agua. El joven egipcio, permanecía con la cabeza agachada y todavía reclinado hacia delante tal y como lo había estado Cameron. Sin embargo, era más bajo, mucho más fuerte, y con el pelo y la tez morena. Tras varios segundos, el último grano cayó en el suelo, desvaneciéndose. La figura del hombre inspiró fuertemente, y levantó la mirada. Clavo sus ojos inmediatamente en las pupilas de Andrea. Una mirada despierta, solida, inquisitiva, penetrante. El joven parecía buscar con calma la respuesta a algo, sin atisbo de debilidad, maldad o de clemencia. Serio y sin perderla de vista se recostó en el trono. Miraba a Andrea como una roca, inspeccionándola. Retiró la mano del asidero. Levantándola levemente le ofreció la palma a lo lejos, en modo de saludo y de pronto, dos arrugas se dibujaron alrededor de sus ojos marcando el principio de una resolución. Al instante se convirtió en la viva estampa de alguien que de pronto, por sorpresa, recuerda la marca de galletas que comía de niño. Y sonrió, llevado por la nostalgia.

Con mucha más agilidad dirigió una mirada a la espalda de Andrea, y a suelo, reconociendo el entorno. Volvió a mirarla con gesto de complicidad, y tal y como estaba giró la muñeca y cerró su puño - BBBRRAAAAMMMMMMMMMMMMMMMMMM. Las paredes y el techo medio derruido de la sala, el cadáver de la mujer, y los escombros que bloqueaban el paso, todo pareció derrumbarse bajo su propio peso, convertido en una lluvia fina de ceniza blanca que lo inundaba todo. La capa de nieve que se formaba al caer al suelo parecía derretirse fundiéndose poco a poco penetrando la roca y dando una forma nueva a la piedra. La ceniza resbalaba por el cuerpo de Andrea sin el más mínimo esfuerzo. Sin embargo, cada partícula que tocaba la piel desnuda de ese joven se pegaba a su cuerpo. Capa a capa, la ceniza fue esculpiendo sus ropajes y el tocado de lo que parecía un sacerdote de la dinastía XVIII. En el pecho, un disco solar. La lluvia arrastro consigo casi todo, y la sala, y los pasillos quedaron completamente diáfanos. Solo el trono, de oro macizo permanecía en pie. Las paredes eran completamente planas, de roca pulida y mucho más claras. Grabadas en el suelo y en el techo, dos líneas circulares de jeroglíficos enmarcaban el recinto donde ardía una llamarada blanca. Su reflejo en la pared y en la capa de arena que ahora cubría la cámara proporcionaba una fuerte sensación de claridad. Incluso a un beduino le recordaría a la luz del mediodía en el desierto. Sentado en el trono y despojado de cualquier adorno superfluo, el joven miraba a Andrea con una sonrisa. Finalmente dijo, - Andrea, se rio abiertamente al oírlo. Incrédulo. Parecía pensaba en voz alta… Si. Ese es tu nombre. Ha sido tanto… tiempo, o quizá no. No aquí, ni para ti. Su voz tenia un timbre cálido. - No temas. Nos ilumina la luz de Dios. Vivirás.  Sentenció. – Claro que si. Amiga mía y acto seguido se levantó para ir a su encuentro.

A pesar de los gritos de Cameron para que Andrea huyera, no se movió en absoluto. Estaba decidida a salir con su compañero de travesía, y quizás, el miedo que aún sacudía su cuerpo, le impedía realizar cualquier cambio brusco.

Observó con esperanza el camino de Whitaker a aquel trono. Deseaba con fuerza que aquel temblor acabase y poder escapar juntos de aquella pesadilla.

El doctor se sentó.

El silencio.

Hasta la respiración de Andrea se detuvo.

No, no, no. El exterior estaba en completa quietud, pero su corazón empezó nuevamente a reaccionar con una intensidad gigantesca, ante la transformación que se estaba produciendo delante de sus ojos.

No, no, doctor, no. Nuevamente su garganta se quedó sin fuerza.

Y al mismo tiempo que aquel hombre tocó con su puño el trono, el cuerpo de Andrea se sacudió al unísono de pies a cabeza con un único pensamiento. Hay que huir.

En sus ojos se celebraba una batalla. El miedo impulsaba sus párpados a moverse temblorosamente, mientras la tristeza luchaba por segregar las últimas lágrimas profundas por la pérdida de aquella persona que había llegado a considerar un amigo.

Claro que si. Amiga mía

Aquel hombre no era su amigo. Pero el miedo era tan fuerte que ni tan siquiera se atrevió a contradecirle. Sin embargo, en cuanto se levantó, Andrea retrocedió instintivamente.

Y acto seguido, se giró buscando una salida en aquella nueva sala.

Al ver que Andrea retrocedía, el joven egipcio se sorprendió y se paró a medio camino con cara de desconcierto. Cuando se dio la vuelta nerviosa, como un cervatillo acorralado…  la sorpresa se transformó en una tristeza palpable, en la cara de la soledad. Eso dije ¿no es cierto?... "vete"... "vete"… Nunca lo haría Andrea. Soy… bueno, yo. Cameron. Sus recuerdos y sus emociones… son míos. Hablaba como explicándose la situación, concentrándose en recobrar el hilo de cosas que le parecian tan lejanas. No creo que pueda decir que soy… el mismo. Hay cosas… la vida… las… hay cosas, Andrea, en las que… estaba equivocado. Pero otras son verdaderamente maravillosas. Ojalá… pudieras comprenderlo. La luz es del hombre, Andrea. No hay conflicto, solo luces, y sombras. 

- Antes de marchar, has de saber algo más sobre de este lugar, pero no tienes nada que temer de mi. La salida siempre estará abierta para ti.  Hizo un gesto con la muñeca describiendo un arco y parte de una de las paredes laterales y de la del fondo opuesto de la cámara se desmoronaron como la arena en un reloj hasta formar una rampa a sus pies en forma de L. La estructura recorría las dos paredes de la sala rectangular ascendiendo desde el extremo donde se situaba en trono hasta la boca de un túnel en el extremo opuesto, rodeando la llama que bailaba en el centro de la sala. - Eres libre de tomarla. Sin amenazas. Sin condiciones.

Hizo una pausa esperando su reacción, y recordando. A cada segundo que pasaba las sensaciones lo anclaban más al presente, a este mundo - No podremos cenar, ni podré preparar Shoo-flye pies... dijo de repente como hablando para si mismo. Con una sonrisa triste, miraba a un lado, simplemente saboreando ecos de otra vida, dura y dolorosa, pero preciosa en su fragilidad. – Yo, no puedo acompañarte… lo siento… realmente lo siento. He de protegerlo. La luz no puede vivir sin el hombre, y los hombres no han de sumirse en la oscuridad.

Mientras Andrea buscaba en vano una salida en aquella cárcel de ilusiones, la voz de aquel hombre continuó avanzando para su desgracia.

Nunca lo haría Andrea. Soy… bueno, yo. Cameron. Sus recuerdos y sus emociones… son míos

Intentaba no prestar atención a sus palabras para no desviarse de su única escapatoria, sin embargo era imposible que su cabeza no acabase escuchando y analizando sus comentarios.

No creo que pueda decir que soy… el mismo. Hay cosas… la vida… las… hay cosas, Andrea, en las que… estaba equivocado. Pero otras son verdaderamente maravillosas. Ojalá… pudieras comprenderlo. La luz es del hombre, Andrea. No hay conflicto, solo luces, y sombras.

¡Qué se calle! ¡Qué se calle! Era lo único que podía pensar desesperadamente en aquel momento. No había ninguna salida en aquella sala. O si la había, estaba completamente oculta. ¿Un nuevo sacrificio? Todos sus némesis se le aparecían angustiándole sin dejarle pensar claramente

Antes de marchar, has de saber algo más sobre de este lugar, pero no tienes nada que temer de mi. La salida siempre estará abierta para ti.

Al momento que escuchó esas palabras, vio como una parte de la sala volvía a transformarse dejando una abertura. Aunque sintió un ligero alivio al saber que no estaba encerrada, se tornó en un temor mayor al mirar de reojo  a aquel hombre y comprobar como era él con su sola voluntad quien modificaba el entorno.

¿Sería una trampa? No podía decir nada. Era un animalito indefenso en manos de su amo. Ningún ápice de valentía resurgía en ella.

Eres libre de tomarla. Sin amenazas. Sin condiciones

Intentó reunir valor para mirar a ese hombre a los ojos, con la esperanza de descubrir si habría verdad. Sin embargo, esa mirada era infinita. Parecía estar en cualquier lado y al mismo tiempo no existir.

Andrea decidió mirar a la salida. Si era una trampa, moriría igualmente. Avanzó lentamente por aquella rampa sin querer mirar hacia atrás-

No podremos cenar, ni podré preparar Shoo-flye pies...

Se detuvo. Al igual que su corazón. Se giró. Y volvió a mirar a aquel hombre, esperando encontrar una sorpresa positiva. Sin embargo, allí seguía ese hombre.

Yo, no puedo acompañarte… lo siento… realmente lo siento. He de protegerlo. La luz no puede vivir sin el hombre, y los hombres no han de sumirse en la oscuridad.

Andrea nunca había entendido nada desde que cayeron a ese lugar. Por suerte, un arqueólogo le había hecho de guía, de ayuda, había sido capaz de darle voz a aquellos textos escritos, vista a aquellas imágenes incomprensibles e incluso oído a cualquier peligro acechante. Ese arqueólogo había sido capaz de dar luz a su oscuridad. Al igual que ese extraño hombre que ahora se encontraba delante suya.

Se quedó en lo más alto de la rampa, observando que sí, fuera había una salida a aquella pesadilla.

Mirando a ese hombre finalmente al vacío de su mirada, su cara pasó por fin a tener más esperanza que miedo, y le dijo con la misma voz con la que habría preguntado a Whitaker muchas de sus múltiples preguntas Si tú no puedes acompañarme pero quieres protegerme, ¿podrías traer a Robert conmigo?