Partida Rol por web

...sangre sobre esta ¡MALDITA PIEDRA! 

Whitaker está medio de pie, apoyándose en el altar con los dos brazos y con la cabeza hacia abajo. Levanta la frente un poquillo al oír como se desespera Andrea. La ve al otro lado de la cámara, a través de cristales sucios, llenos de polvo y gotitas de sangre. No ha funcionado. Es... Es hora.

La sangre es la llave...

Asiente resignadamente. - Ya… Se reincorpora con un quejido casi de anciano - Aaiiiifff. Se mueve con más calma. Sus movimientos parecen los de un jubilado resignado a ir al lavabo por octava vez. Pone los brazos en jarra un momento. Esto llega hasta aquí. No hay otra salida. Miraba el altar como a un rio, como algo inamovible. Es un sacrifico. Lo sabes. ¿no?.  Se quita la bandolera lentamente, guardando el cuaderno y el medallón, que esta hecho un cisco. Saca un pañuelo del bolsillo y limpia las gafas con parsimonia. Las deja guardadas en un compartimento de la bandolera que deja apoyada en una pared, junto a su sombrero. No vas a morir aquí. NO vas a MORIR aquí. Al darse la vuelta, se acerca a recoger la antorcha y va hacia el altar. La deja recostada en la pared justo a su lado. A contra luz, le comenta a Andrea algo mientras se remanga las mangas de la camisa. -Andrea, voy a intentar algo… tú… lo primero, tranquila. Con parsimonia, se baja los tirantes. -Plas, cae uno. – Voy a hacerme un corte ¿si?… dijo con naturalidad - Solo si ves que la vibración va a funcionar, que esta vez cambia algo… El otro tirante se lo desata y empieza a hacer un nudo pasando una de sus extremos por una hebilla. Le queda un lazo corredero. Lo aprieta bien. - jmhmm… mira a Andrea, - … coge la daga, y si hace falta más sangre, me ayudas. 

Se agacha a recoger la espada corta del suelo, y se arrodilla frente al altar, en uno de sus lados pequeños. Este es TU mundo. TU mundo. VAMOS. Se sorbe la nariz con gesto de concentración, y se pasa la mano por la cara limpiándose la mezcla de sudor sangre y tierra, como preparándose para una foto. Tantea el peso de la espada en su mano derecha, y mueve los dedos de la mano izquierda. Con ella, coge el medallón de oro que le cuelga del cuello, suspira y se lo lleva a la boca. Al darle un beso cierra los ojos, pensando en sus padres. Solo pasa una fracción de segundo, pero a él parece una eternidad. De súbito se acuerda del olor de la casa en la que vivían, del despacho de su padre. Es como si lo tuviera en frente. De las yincanas y los juegos de la búsqueda del tesoro, y ahí, lo ve claro…

…recordó la trampa del molinero y el puente levadizo. Quien empuja la rueda tiene que quedarse al otro lado. En los juegos de Padre nadie la resolvía porque a nadie se le ocurría quedarse atrás. Dios Santo. Rey eterno del cielo. Puso la mano izquierda bien abierta, apoyada en el altar. Abrió los ojos. Tu amor me sostiene y me …. da…. la… vi…. DA !!!!

¡¡  CLAAAAAANNKKKKK-KKKKK-KKKK-kkk-k-k    !!

El sonido seco, metálico, reverberó en toda la cámara. En un rápido movimiento circular y sin mirar siquiera abajo, Whitaker había bajado la espada con violencia. El rebote contra el mármol fue tan fuerte que el latigazo del puño hizo que la espada se escapara volando. 

¡¡¡¡¡  AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRGGGG-AAAAAAAAAAAAA ¡¡¡¡¡

Una sombrea negra atravesaba en diagonal los dedos de su mano izquierda desde un rasguño en el indice hasta el nudillo de su dedo meñique. 

¡¡¡¡¡ AAAAAAAAAAIIIIIIIIIIIIIIRRRRRRRRRRRRRAAHHHHHAGGGRFFFFFMMMMMMMM ¡¡¡¡¡

Al girar la mano, parte de las dos primeras falanges de su dedo corazón, anular y las tres del dedo meñique hasta el nudillo rodaron sobre el altar.

¡¡¡ GGHHGGGGGWAAAAAA¡¡¡   AAAAAAHHHhhaaaaa

Por una décima de segundo parecía no sangrar, como si su propio cuerpo se hubiera visto sorprendido in fraganti, pero repente:  borbotones. Whitaker deja la mano encima del altar con una mueca de verdadero horror. Empieza a desangrarse. Sabe que no pasará demasiado tiempo antes de que se desmaye. No pudo evitar mirar de reojo al lazo de cuero a sus rodillas, y a la antorcha. AGUANTA. AGUANTA.

¡AAAAhhh! ……. Aaahhh….  ggggghrrrmrmmmfffff….

 Vamos. Vamos. Tran-qui-lo. - Gghhhhmffff…. 

- A-A-Andrea tu… tu tran…quila…. ¿si? Estate atenta grrmm cerro los ojos con gesto de dolor. - lo mismo tienes que empujar algo….

Aquí tenéis vuestro sacrifico. Cerró los ojos para no ver la escena macabra que se desarrollaba delante. Era demasiado. Intentó evadirse. Si tenía que irse, hacerlo en paz, difuminándose en su propia historia. Se tranquilizaba pensando en esto como en la culminación de un gran misterio. A la altura de cualquiera, Plinio, Herodoto. El mayor secreto del los imperios antiguos desde los hititas a los asirios, mayor que la torre de babel. La pirámide del Sol. Recordó la formula que encontró tiempo atrás en la tumba de un sacerdote en Amarna, las ruinas de la ciudad de Atón  ¿Cómo era? “Acepta mi cuerpo. Dador de la vida y señor de las estrellas. Rey de todos”... bueno… Akenatón, hemos estado juntos toda la vida. Te conozco mejor que nadie. Si. Es apropiado. Aquí tienes gggrffff  un sacrificio… … … … venga, tranquilo Cameron… es ahora o nunca. La que haga falta. Tiene que ser la que haga falta…

- ...ahora o nunca, dijo en un murmuro. Si le hubieran preguntado, no habría sabido decir si había abierto la boca.  Alguien tiene que salir. Sigue pensando, mantente pensando… eeeee, si, el pastel de zanahoria de mama, si. Que rico, en mi graduación cuando vinieron todos los primos de…

La imagen fue dantesca. La sangre comenzó a emanar y a teñir de rojo el altar.

Todo comenzó a vibrar, no solo el trozo de piedra que teníais delante, sino toda la sala. La vibración era más intensa que nunca y notabais que algo se movía ¿era la puerta?

El Doctor tenía la tez pálida, todo le temblaba, pero aquel gesto os había dado una pista más: ibais en la dirección adecuada.

Sin embargo algo sucedió que no os gustó tanto, la vibración, a pesar de ser más intensa y expandirse más allá del altar, parecía que no generaba que la salida fuese revelada ¿a qué se debía? ¿es que quería más sangre? ¿es que aquel sacrificio no era suficiente?

Whitaker mantuvo los ojos fuertemente cerrados. TRATRATATATRATRATRATATATA Los campos de maíz. TRATRATRATRATRATRA. Si, que tranquilos, el viento, la granja del tío Albo. Incluso el olor a estiercol. Que contenta estaba mama cuando hicieron las paces, cuando vino el abuelo Abraham. El olor a te y a las madalenas de limón de las tías.  TRABRABBRRRRRRRRAABRRRRRRR. Al sentir todo temblar con tanta violencia, no pudo menos que obligarse reconocer lo que pasaba, y preguntar ¿es suficiente? ¿Andrea, es sufi… suficiente? GGRRRRRRRRRROOOOOOMMMM Entreabrió los ojos mirando a la puerta. Le parecía que estaba haciendo un intento por levantarse, pero no acababa de conseguirlo. GRRRRRRRRRRR estaba en tensión chocando contra algo, demasiada fricción. No podía con el peso. ¿dependerá de cuanta gente este en la sala? ¿una polea invertida? pero, entonces, ¿y si ni siquiera yo soy suficiente? ¿necesita todavía más sangre? La que haga falta. Tiene que ser la que haga falta…. tranquilo. Piensa en casa.

 - Andrea ¿recuerdas… recuerdas lo que te dije, lo de la daga? En este punto el dolor era lo de menos, era solo algo sordo que se extendía por su brazo. ¿Crees que esta a punto de funcionar?  Pero notaba como se le revolvía el estomago y se iba la cabeza. No se encontraba bien. -Es ahora, ahora o nunca.  En este momento la miro a los ojos, con tranquilidad. No quería irse con angustia en los labios. Estaba TRATRATRATRATRATRA todo dicho. Volvió a cerrar los ojos. No quería morir en medio del caos y era consciente de que no podía durar mucho más así. Todavía podían salir de aquí, quizá los dos. TRATRATRATRATRA Si no, por lo menos Andrea. Pobrecita vrouwtje dijo muy bajo. Arrastrada a todo esto. Tranquilo. Estoy en las manos del señor. Me arropas en el camino de las sombras, sacias mi sed en el desierto. Me libras del peligro. GGRRRRRRRROOOMMMM Estoy contigo. En casa. Mama saca las galletas del horno, todo esta en paz, y papa…

Voy a hacerme un corte ¿si?

Ante este comentario, Andrea miró un poco asustada e instintivamente apartó la vista, asintiendo con la cabeza.

Continuó escuchando lo que le decía el doctor pero sin mirar. Como solía hacer en las pelis de miedo cuando iba al cine con Robert. Miraba al techo ¿quizás estaría la salida ahí arriba? Miraba al suelo ¿y por abajo?

¡¡  CLAAAAAANNKKKKK-KKKKK-KKKK-kkk-k-k    !!

Escuchó aquel ruido y se le heló la sangre. No miró. El morbo era muy poderoso. Pero no miró.

¡¡¡¡¡  AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRGGGG-AAAAAAAAAAAAA ¡¡¡¡¡

Escuchó aquel gritó y miró. Sí miró. En un primer momento se quedó horrorizada. La sangre salía en todas direcciones hasta que el Doctor, como si de una manguera se tratase, consiguió reconducir la sangre sobre aquella piedra. Era espeluznante.

Andrea se quedó petrificada. Iba a vomitar mirando aquella carnicería. Le temblaba todo el cuerpo. Se estaba mareando. Aquellas falanges, aquella mano deformada. Ese color. E incluso ese olor. No quería estar allí. Apartó la mirada y cerró los ojos.

¡¡¡¡¡ AAAAAAAAAAIIIIIIIIIIIIIIRRRRRRRRRRRRRAAHHHHHAGGGRFFFFFMMMMMMMM ¡¡¡¡¡

Los gritos del Doctor seguían y Andrea también continuaba hipnotizada por el terror sin abrir los ojos. Deseando muy fuerte despertar de esa pesadilla. Cuando los abra, todo habrá sido un mal sueño, estaremos en la cama del hotel rumbo a las pirámides, sí. Pero... ¿y si no?. ¿Y si esto era real, aquí y ahora?

¡¡¡ GGHHGGGGGWAAAAAA¡¡¡   AAAAAAHHHhhaaaaa

Esos gritos eran reales y eran de Whitaker. Era real. Estaba sufriendo... y ella allí pensando en sus tonterías. Tenía que ayudar. Tenía que hacer algo.

¡AAAAhhh! ……. Aaahhh….  ggggghrrrmrmmmfffff….

Se armó de valor. Tragó saliva. ¡Doctor! Lo miró a los ojos. Esquivaba mirar esa mano. Como si no existiera.

lo mismo tienes que empujar algo….

Sí, Sí. Como un soldado. Empezó a empujar aquel altar completamente mojado. Nada. Se volvían a derramar lágrimas en sus ojos. Intentaba empujar aquello. Empujaba aquello con todas sus fuerzas con los ojos cerrados, aunque el olor se metía en su nariz. Abría los ojos exclusivamente para mirar a Whitaker a la cara. Estoy aquí, estoy aquí. Decía con un intento de sonrisa húmeda por las lágrimas.

Aquello había vibrado mucho, mucho más que antes. Pero no del todo.

¿Crees que esta a punto de funcionar? 

Miraba nuevamente a Cameron a los ojos. Pero se quedó en silencio sin responder ¿Había perdido su mano para nada? Ese hombre había demostrado una valentía fuera de lo común. Pero hacía falta más sangre. Era evidente. Y... el color de la piel de Cameron no mostraba que ese hombre pudiese permitirse más perdidas. Los pensamientos aparecieron en Andrea y las lágrimas pararon.

Pensamientos estúpidos y probabilidades de supervivencia chocaban y concurrían en su mente.

El muñón de un pie oculto bajo un zapato en una fiesta donde todos le sonreían vs andar por aquella pirámide sin poder apoyar un pie

¿La mano? Jamás. ¿Un guante? ¿Y en verano? Sus poses haciendo selfie y con la otra mano sosteniendo algo eran poderosas. Pero más aún intentar salir de ahí con una mano menos.

Seguían las opciones en su cabeza. EN SU CABEZA... ¿La oreja? El corazón se le paró. Sería horrorosa. Nuevamente comentarios ofensivos de personas sin escrúpulos en sus fotos golpeaban su mente ¿Con un sombrero? Sería ridículo siempre con un sombrero.

No, no podía. Se palpó con su mano la oreja y pensando en aquella pérdida. Es imposible. Desgraciar mi cara. Pero ¿no sería la pérdida menos dañina para aquella pirámide? Si, pero ¿¡para su futuro!? ¡Una mano o un pie se pueden ocultar con más facilidad que un rostro!

Pensando tan rápido, sin querer sus ojos se quedaron sobre el altar y tuvo que volver a ver aquella mano completamente destruida.

Instintivamente sus ojos se fueron hacía Cameron. Cada vez más pálido. Sufriendo. Tras su sacrificio.

Andrea cogió la daga aún ensangrentada. Ni una mínima sensación de asco. ¿Miedo? Quizás. Pero sobre todo pena, supervivencia y solidaridad.

La acercó a su rostro, casi sin pensar lo que hacía. Pudo notar el olor de la sangre al pasearla por su nariz. Agarró su oreja izquierda con la mano zurda. La estiró rápido. Y con la mano derecha bajó con una determinación que incluso a ella mismo le sorprendió.

No esperaba tan poca resistencia en la carne. Aquella daga estaba realmente bien afilada. Sin mirar, sabía que la oreja se había desprendido del todo. La notaba en su mano izquierda, flotando. La soltó encima del altar con cierta tranquilidad. Como quien deja una rodaja de salami. No quiso mirar. Acercó la cara y la giró, como si con el espíritu de su oreja quisiera escuchar lo profundo del altar.

De repente llegó el dolor abrumador al tiempo que notaba y escuchaba asquerosamente el goteo de su propia sangre sobre la piedra.

No gritó. El dolor era tan intenso que no gritó. Ni llorar podía. Se mordió el labio para intentar esquivar el sufrimiento. El dolor era tan intenso que ni se percató que se acababa de orinar encima.

El silencio se apoderó de aquella sala por un segundo, pero no se apoderó de su mente. ¿¡QUÉ HAS HECHO!? Era lo que escuchaba en su interior. Pero otra voz que cada vez se hacía más grande ¿Habra servido para algo?

El sacrificio que llevó a cabo Andrea junto con el realizado por el doctor, provocó que aquella habitación terminase mostrando una imagen horripilante de lo que significaba llevar a cabo un sacrificio.

Los restos yacían sobre la piedra empapada en sangre mientras todo seguía vibrando con gran intensidad. Una intensidad que para vuestro temor, no fue suficiente para que terminase de abrirse la puerta que os conducía a la salida.

El dolor formaba parte ahora mismo de vuestro presente. El dolor mezclado con el miedo de seguir ahí atrapados y de luchar contra hemorragias que debían mantenerse controladas para no caer derrumbados al suelo.

No se oía nada más allá del estruendo de la vibración, pero al sentir la a Andrea pasar a su lado, Whitaker levantó la cabeza y abrió los ojos. No miró al altar. Vio como tenía la cara vuelta y el pelo manchado de sangre. ¿la cara? ¿en una oreja? GRRRRRMMMMMM. Gotas de sangre caían sobre el altar, pero no se notaba al cambio. Más sangre Andrea. Es función del peso, y no nos dejaran salir sin un precio. O morirás. Eso hizo que Whitaker hiciera de tripas corazón, y saliera de su letargo. TRATRATRATRATRATRA No podía dejar que ella también muriera aquí.

Levantó una rodilla como pudo quedando, con una hincada en el suelo y el brazo derecho apoyado en la arista del altar y el izquierdo sobre el, burbujeando. - No hay salida. Hazlo sin pensar. Una herida que pueda cauteri… le costaba hablar. Agachó la cabeza intentando no marearse y siguió mirando al suelo. - Es la sangre, el riesgo… la cantidad necesaria depende de tu peso. Hazte una herida abierta, pero limpia, que pueda cerrarse con fuego… o se...  suspiró... acabo.

Andrea sintió la vibración. Arrodillada frente al altar, tenía las manos apoyadas en aquel pedestal, tanto su palma herida como la otra, empapadas en la sangre que allí había caído derramada por ambos; la cabeza girada, dando la espalda a Whitaker para evitar ver su mano mutilada, el reguero de su oreja cortada le salpicaba la mejilla izquierda cuando caía sobre la piedra, el olor a salado le inundaba las fosas nasales. Y el dolor, el dolor...

Pero ninguna puerta se abrió. No fue suficiente. Y ya sí, las lágrimas también se derramaron por su rostro, siguiendo cruelmente por la gravedad, el mismo camino que la sangre de su oreja, aumentando el escozor.

Permanecía en silencio. Quería que aquello se acabase. ¡¿QUÉ MÁS QUERÍAN?!

No hay salida. Hazlo sin pensar. Una herida que pueda cauteri…

Su mente empezaba a bombardearla nuevamente con posibilidades y consecuencias. No, no, no, no, no.

Es la sangre, el riesgo… la cantidad necesaria depende de tu peso. Hazte una herida abierta, pero limpia, que pueda cerrarse con fuego… o se... acabo.

¿Una herida abierta? Sí, mejor que más cortes. ¿En el muslo? Sangraría muchísimo seguro. ¿En el antebrazo? También. Sería suficiente... ¿no?

Andrea se incorpora, temblorosa, jadeando. Un cosquilleo extraño le inunda el lado izquierdo de su cabeza, como si su cuerpo aún sintiese el espíritu de su oreja.

No... Un corte en la palma y no fue suficiente, un corte en la oreja tampoco... ¿una herida abierta? No se quiere quedar corta. Su cerebro es bombardeado por infinidad de hormonas y sensaciones que le hacen pensar de una manera cada vez más extraña.

No responde a Whitaker. Apoya su pie izquierdo en el pedestal, desabrocha el zapato con torpeza por el dolor que sufre, lo retira, y luego el calcetín, llenos de sudor y polvo.

Observa su pie, blanquito y completamente limpio. Ajeno a toda la situación que les rodea. Las lágrimas vuelven a brotar. Mira sus dedos. Meñique... anular... ¿corazón? Su cerebro ha evolucionado. Sí, corazón también. La sangre es la llave... Recita en voz baja, temblorosa. Mi corazón... Añade también sin emoción en sus palabras. Vuelve a coger esa maldita daga. El cuerpo se estremece. Mira a Whitaker. No... no tiene fuerza

La coloca entre su dedo indice y corazón del pie izquierdo. No es lo suficiente grande para hacerlo de manera limpia. Suelta la daga, sigue temblando. Coge aquella espada. La coloca en el mismo lugar y sí. Ese filo tan grande y esos dedos tan pequeños... Apoya el talón y levanta los dedos. Agarra la espada con las dos manos y empieza a girarla de manera que la hoja quede horizontal y poder lanzar el tajo rápido hacia la izquierda y cortar sus tres últimos dedos. En cuanto empieza a girar el pomo con la muñeca, nota cortes, el frío acero y la sangre. No hay vuelta atrás.

Tira con todas sus fuerzas hacia la izquierda. El dolor es tan fuerte que ni su pie intenta oponerse, pero nota rápidamente que no conseguirá cortarlo, así que con su misma pierna izquierda hace un gesto brusco hacia la derecha, hacia el filo de la espada.

Si aquello provocó ruido, ella no escuchó nada. Se desequilibra. La espada ha salido de su pie. Mira de reojo y observa que sus 3 dedos han sido cortados, aunque dos de ellos aún sobreviven por el pellejo pegados al pie, de manera asquerosa. Pone el pie encima del pedestal y cae hacia atrás de espaldas y grita, grita mucho

Y después de notar una fuerte vibración, la esperada revelación se cumplió. Dos puertas se abrieron, uno en cada extremo de la sala.

Una puerta fue la misma por la que entrasteis, la otra comunicaba al pasillo opuesto.

No sabíais cuánto tiempo durarían las puertas abiertas, al igual que no sabíais cómo os iba a repercutir vuestro sacrificio pero una cosa teníais clara: lo habíais logrado.