Partida Rol por web

Estaba en una casa a las afueras, lo tenian en una habitacion encerrado asi. Lo habian mutilado o el se habia mutilado no lo se. Pero para que hable habra que ponerle una lengua, la suya no esta y ha echo algo para que no se regenere.
digo girandome y mirandole primero a el y luego a ti Creo que ha visto algo que no le gusto o algo que no deberia ver, pero ha demostrado no tener aguante.
En cuanto a los Sabbats, la verdad aunque le tuvieran encerrado lucharon para que no le pudieramos coger, pero no valio John es muy bueno en su trabajo. Lo que mas me preocupa es que uno de ellos era un Mano Negra y si sus amigos lo descubren ya sabes que significara.

- ¿Y no te parece extraño que un ex-sheriff experimentado como él se hubiese dejado coger tan fácimente? - pregunté pensativo a Marizsa.

- En fin, al menos podrá escribir - dije sacándome mi libretita y un bolígrafo de un bolsillo. - Adelante

Yo no digo que se dejara cojer, sino que estaba alli. Creo que estaba con ellos, por lo que sera pero estaba replico mientras me acerco y le levanto la cara Estas muy mal, asi que sera mejor que tomes la sangre que te dare, te dara fuerzas para aguantar. Pero no intentes nada cuando te soltemos o te aseguro que lo que te iba a hacer el principe seria una caricia comparado con lo que yo te hare. El fuego te consumira desde el interior hacia el exterior

- Yo me lo creería - dije con una sonrisa ante el comentario de Marizsa. Realmente conseguía inspirar confianza, aunque no por ello iba a bajar la guardia.

Me apoyé en la pared mirando como la vampira desataba al prisionero. Aquello parecía la típica película policíaca, con el "poli bueno" y el "poli malo", solo que verdaderamente no había en aquella sala un solo resquicio de bondad.

- Vayamos por partes, señor Johnson. Me gustaría que me explicara porqué participó en la... revuelta de hace unos meses contra el príncipe. El resto de participantes podrían haber tenido algun motivo pero usted... su posición era inmejorable y Jackius le trataba relativamente bien. No conseguía nada con ello, a no ser que hubiera algo más.

Mis ojos escudriñaron los suyos penetrantemente.

- ¿O tal vez tenga alguna relación con el Sabbat? Escriba o hable, señor Johnson. Si no, tal vez se lo pregunte Marizsa con otras "palabras" - comenté con una media sonrisa socarrona.

LA sangre de la herida de Marizsa se desliza hacia su boca, le da lo suficiente para que se recupere. Una risa sale de su garganta al oir su frase mientras sus brazos libres comienzan a escribir.

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Cuando el antiguo sheriff hubo acabado de escribir me acerqué calmadamente a él, aunque sin sacarle el ojo de encima, y recogí la libreta para leerla. Una vez hecho volví a tirársela al regazo y volví hasta mi posición mientras hablaba.

- Estoy seguro de que sabría suicidarse de manera efectiva, si tanto sufre con su condición - contesté con expresión casi de aburrimiento, no esperaba que tuviéramos a un "pobre" mártir entre las manos... - Explíquese, señor Johnson. ¿Que ocurriese otra vez qué? ¿Quién no hubiera sobrevivido matando a quién en su apartamento? ¿Y quién no le dejó?

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escribe con lentitud mientras arrastra el lapiz por el papel.

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Cuando el antiguo sheriff dejó de escribir me acerqué para ver que ocurría ya que parecía como si hubiese... ¿muerto? No podía creerlo. ¿¡Realmente teníamos un maldito mártir!? No podía ser...

Conseguí sacar la libreta de entre sus frías manos mientras le hacía un gesto a Marizsa para que lo "despertara" para que dejase de actuar.

Leí entre los característicos sonidos de una tortura, solo que faltaban lo más importante: los gritos. ¿Era posible que aquél imbécil se hubiera suicidado?

- Marizsa - comenté levantando la vista - ¿Qué puedes decirme de un apartamento... una mujer... el señor Johnson...?

Me acerco y le levanto la cara mientras compruebo que sigue vivo

Creo que solo esta agotado, puedo intentar hacerle hablar pero no se si aguantara lo que le tengo preparado te miro de reojo mientras le descubro el pecho y pongo la mano sobre el, comienza a oler a quemado, la carne se esta quemando y queda la marca de mi palma en la carne mientras me aparto negando intentare mañana ver si puedo hacerle crecer la lengua de nuevo, aunque no prometo nada.

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Podria ser Graziella, por lo que parece antes de que muriera el otro primogenito toreador tuvo una extraña visita en su casa y casi muere, puede que se refiriera a ella, aunque hay tantas mujeres en la city que tambien podria ser una mortal.

- Déjelo, ya continuaremos mañana si es necesario - dije pensativo.

- Otra vez esa neonata... ¿Qué relación puede tener una don nadie como ella en todo ésto? ¿Porqué todo acaba terminando en ella y en aquella misteriosa "justicar"?

- ¿Qué es eso de que tuvo una extraña visita? - pregunté interesado.

Pues, por lo que parece, recibio una visita extraña. No vio a nadie solo que su cuerpo se entumecio, que las sombras casi la engullen. Si no llegan a llamarla puede que hubiera sucumbido me encojo de hombros un tanto extrañada pero nada mas. Bueno, si hemos terminado puedo acompañarte a tu refugio o dejarte cerca de el. TEngo que hacer algo antes de irme a descansar, visitar a un amigo

- Debió ser el mismo sheriff, que la visitó. ¿Pero porqué querría matarla?

La proposición de Marizsa me hizo decidirme a dejarlo por aquella noche. Al fin y al cabo ya era tarde y me iría bien reflexionar en los montones de información que había recopilado esa noche.

- Está bien, gracias - contesté guardando la libreta y el bolígrafo y disponiéndome a marcharme con ella - Solo una cosa... supongo que no habrá problemas en mantenerlo vivo, al menos hasta mañana ¿no? El príncipe no parecía muy contento con él, precisamente...

Si, sin problemas. Digamos que sera el principe pero no me cae bien. Los tiempos de Mithras si eran buenos digo mientras salgo de la habitacion y cuando lo haces tu cierro la puerta con llave que me guardo en el bolsillo del guardapolvos Ademas tendre a un ghoul vigilando la puerta por si acaso, no sea que sea sonambulo y le de por venir a verle a mediodia.

- Entonces tal vez te guste como acabe todo ésto... - contesté con una media sonrisa saliendo con ella de la habitación - Gracias.

Tras darle la dirección del hotel Athenaeum a Marizsa nos dirigimos hacia allí en su moto. Incluso las bullicosas calles de aquella gran ciudad se encontraban relativamente silenciosas a aquellas horas de la madrugada.

Tras agradecer de nuevo a Marizsa su colaboración, me despedí de ella y fuí hacia mi suite. Instalé de nuevo las pesadas cortinas que solían viajar en mi equipaje y me aseguré que no entraba ni un solo resquicio de luz. Calmadamente puse el cartel de "No molestar", cerré la puerta con llave y me senté en la cama.

Me quedé unos instantes mirando aquella extraña espada, que reposaba sobre la mesilla de noche, aunque mi mente ya había tenido suficiente por aquella noche. Mi mano se acercó hacia el interruptor de la luz. Iría a dormir y...

Heché un último vistazo a la espada. Me concentré y la toqué. No costaba nada intentarlo...

Un bosque, oscuro, una mujer que corre detras de algo o alguien no estas seguro solo que esta ahi. Se para y desenvaina el arma, golpea en el aire, sangre. Un ser cubierto de verrugas supurantes que se agarra el vientre con gesto de dolor antes de caer al suelo de rodillas.

Valerius, cazando a los de tu nueva familia. Hardestadt estara orgulloso del perro que ha entrenado. Gitana

Abrí los ojos inquieto ante la visión que había tenido, y no por haber "presenciado" otra muerte, evidentemente.

Esa justicar...

- En fin - pensé mientras me echaba sobre la cama - al menos conozco ahora su cara...

El sobrenatural sopor que embargaba a los de mi raza al amanecer empezó a inundar mi ser, con la suavidad del algodón pero la determinación de un sedante.

No le hice esperar.

Mientras caes en sopor, mientras el sueño te invade, los pensamientos vuelven a tu cabeza a comenzar a hilvanarlos. Una espada, gente con extraños sueños, en los que se ven obligados a hacer algo que no quieren. Una neonata que ha sido convertida en primogenita de su clan y que parece ser protegida del principe, una justicar que no conoces de nada o eso parece por que lo unico que te viene a la memoria es que la tal Valerius era una Ravnos y nadie en su sano juicio le daria un cargo asi a una ravnos o tal vez si, malditos gitanos. Tu acompañante, que es extraña, usar fuego contra un herido de una manera tan brutal, como si la taumaturgia corriera por sus venas y...Suena el telefono, ya ha atardecido, tu pensamiento al abrir los ojos no es quien te esta llamando sino que realemente los ojos de Valerius, de tu vision son iguales a Marizsa y que su rostro es...si no supieras que seria imposible dirias que son como dos gotas de agua.

- Maldita gitana... ¿y si...?

Había despertado realmente alterado, por no haber caído antes en aquella relación... ¿Pero era realmente posible? Aunque si fuera así... ¿Porqué diablos querría ocultarse a mis ojos? ¿Y qué se traía entre manos?

Tardé unos segundos en tomar consciencia del insistente timbre que no paraba de sonar. Cogí el teléfono de un manotazo, de manera que casi se cayó la parte fija al suelo.

- ¿Si? - pregunté consiguiendo, sin duda, ocultar mi enfado.

Buenas noches, te he despertado para decirte que consegui que le creciera la lengua, me ha costado mucho pero al menos lo he conseguido escuchas al otro lado y un suspiro largo lo malo que aun asi no quiere hablar y no ha probado nada de sangre de la que le hemos dado, esto mas parece una sangria que otra cosa. Y en otro orden de cosas, hable con Graziella, parece que anoche tuvo otro de esos sueños aunque esta vez no ha sido tan malo al menos no ha sangrado

Si fuera humano hubiera suspirado en aquel momento. Pero hacía ya mucho tiempo que lo había olvidado.

- Ok, muchas gracias. Ahora voy hacia allá. Nos vemos ahí - respondí amablemente a Marizsa y colgué el teléfono.

Me tomé una ducha. La verdad es que siempre que podía me bañaba, en un cruel recuerdo inconsciente, supongo, de los ratos pasados en aquellas magníficas bañeras de detallados relieves de principios de siglo. Al fin y al cabo tenía toda la eternidad por delante...

Pero ese día no había tiempo que perder. Demasiadas preguntas sin responder bailaban por su cabeza.

Cuando estuve listo me dirigí mediante un taxi a donde habíamos estado la noche anterior. El interrogatorio continuaría.