Partida Rol por web

Paragon Square era uno de los corazones de Halcyon City y la Avenida Saint Trinian era su principal arteria. Numerosos edificios de interés histórico se alineaban en sus aceras mientras que un tráfico que variaba desde lo fluido a lo decididamente atascado nunca cesaba de circular del todo por sus seis carriles. 

Aquella noche, el tráfico era escaso pero no tranquilo: unos pocos coches y algún autobús se vieron sorprendidos por una banda de motoristas uniformados de negro. Parecían seguir las evoluciones de un escuadrón de tres helicópteros armados que a su vez escoltaban a un gigantesco helitransporte del que colgaba lo que parecía un trozo de edificio: la Sala Turquesa del Ala Este del Museo de Historia.

Todos ellos lucían el emblema del Ojo de Serpiente.

La banda armada había asaltado el Museo y, empleando un cortador laser de alta potencia de uno de los helicópteros, se habían llevado lo que buscaban de manera literal.

He aquí un esquema de la situación (perdonad por lo burdo y la falta de escala): Warhead se aproxima arriba a la izquierda, los helicópteros escoltan al helitransporte por arriba y los motoristas, por abajo. La Sala Turquesa cuelga del helitransporte por medio de unos cables de acero. 

Mientras tanto, dentro de la Sala Turquesa el nuevo proyecto de exposición sobre ooparts(1) había volado por los aires en el más estricto sentido de la palabra. Y no porque su pieza estrella, un supuesto motor atómico con más de dos mil años de antigüedad hubiera decidido sobrecargarse de repente.

La doctora Livingstone se había quedado trabajando con la becaria hasta tarde cuando el ruido de disparos llamó su atención. No era algo raro: el museo era asaltado con frecuencia y por eso contaba con un importante dispositivo de seguridad. Pero cuando el guardia de seguridad Rosenberg cruzó la puerta perseguido por seis hombres armados la doctora supo que la exposición tendría que ser aplazada.

Y eso fue justo antes de que la sala temblara como si levantase el vuelo.

Brynhildur, he aquí un esquema de la Sala Turquesa (de nuevo, pido disculpas si es un poco cutre).

Warhead picó a toda velocidad hacia la preciosa carga que llevaba el helicóptero de transporte. No tenía ni idea si había gente dentro de la sala antes de que la arrancaran del resto del edificio. ¿Cómo demonios lo han hecho? La idea del héroe era aproximarse lo más posible al objetivo del ¿robo?, ¿secuestro?, ¿expropiación?, para evitar que los helicópteros de combate usaran su armamento más pesado contra él. ¿Y luego qué? No podía derribar a ninguno sobre la ciudad. Mejor esperar a ver dónde se dirigían.

Avisó de la situación a sus compañeros y se preguntó cómo leches iban aquellos tres a participar en una persecución aérea y terrestre sin vehículo propio y sin poderes de vuelo. Joder, vamos a tener que solucionar ese problema más pronto que tarde.

—Armadura, necesito datos del vehículo camuflado de la calle Lafayette.

La primera reacción de Brynhildur fue anteponerse a los débiles mortales a los que había cogido cariño estas últimas semanas y defenderlos de la amenaza, pero entonces, justo antes de actuar, se dio cuenta de su situación: estaba transformada con su forma midgardiana, sin sus vestimentas, armas o porte asgardiano superior. ¿Cómo reconocerían aquellos sicarios en ella su raza, la inevitabilidad de su derrota, si no podía mostrarse como era realmente? Es más, si revelaba su verdadera identidad su contrato de aprendizaje¹ se disolvería como por arte de magia y su posición económica se tambalearía. Debía seguir comportándose como la débil y mortal Bryn.

La solución debía ser menos obvia, más meditada, menos física: aquella era la ciudad de los héroes, Halcyon City, seguro que habría ya alguien acudiendo al rescate. Lo que debía hacer era brindarles una oportunidad, servirles a los sicarios en bandeja. En cualquier caso una distracción le serviría a la asgardiana para escabullirse y cambiar de forma, pudiendo al menos colaborar en deshacerse de aquellos malhechores.

Así las cosas, con las mujeres no presentando una amenaza, Brynhildur sólo había sido golpeada, igual que la doctora Livingstone; el guarda, que sí suponía una amenaza al haber tratado de empuñar su arma, había sido herido con una de aquellas extrañas armas. Bryn no había acusado apenas el golpe, gracias a su constitución asgardiana², pero la doctora no estaba para fiestas y el guarda necesitaba atenciones médicas, aunque al menos no había muerto cumpliendo con su deber. Todavía.

Aquellas armas que portaban los malhechores podían servir de base para su propia derrota, pues para su desgracia la asgardiana había visto cómo las usaban y creía poder emplearlas para devolverles el daño causado y más. Las ventanas parecían un punto flaco y Bryn, acurrucada contra una esquina junto con su mentora, estaba esperando su oportunidad para propiciar la caída ─literal─ de los sicarios...

El pesado helitransporte no era rival para la más maniobrable Mark 8. Warhead aterrizó sobre la sala Turquesa con un ruido metálico. 

* * *

En la Sala Turquesa, los oídos alienígenas de Brynhildur notaron un ruido en el techo amortiguado por el rugido de los rotores.

Caminó por el tejado del la Sala Turquesa, buscando alguna claraboya o abertura similar para echar un vistazo al interior. No podía entretenerse mucho, porque estaba seguro de que alguno de los enemigos le habría localizado. Necesito algún sistema de camuflaje en la armadura, pensó.

Cuando le llegó el informe de la armadura y descubrió que era Darklaw el que acechaba, tuvo algunos sentimientos encontrados: el justiciero intervendría sin lugar a dudas y eso podía ser tanto bueno como malo. Por el momento decidió limitarse a informar a sus compañeros que, extrañamente, no daban su estado o localización. A ver si voy a tener que hacer esto yo solo...

—Estoy en el tejado del objetivo. Procedo a examinar el interior de la Sala. He detectado al Clawmóvil de Darklaw en la trayectoria de huída de los ¿ladrones?

Aún encogida en un rincón de la sala, Brynhildur no se podía considerar una damisela en apuros. Desde luego no se consideraba una. Ni en términos asgardianos. Si se tratara de salvar el pescuezo bastaría con que saltase por una ventana y se convirtiera en cuervo, o se encarara a aquellos sicarios directamente (aunque las armas que portaban seguramente no eran para hacer cosquillas).

No obstante se encontraba atada de pies y manos porque lo que quería era salvaguardar a sus amigos, la doctora Livingston y Rosenberg, el guardia. Aunque tal vez pudiera hacer algo diferente, menos físico. Sí, menos físico...

Desde el rotocóptero podían ver la mole del helitransporte sobrevolar la Avenida Saint Trinian. 

La agente Gilbear habló a través del pinganillo para hacerse oír por encima del estruendo de los rotores:

-No puedo acercarme mucho: tengo pendiente el curso de combate aéreo. ¿Dónde os dejo?

Uno de los helicópteros soltó un disparo de advertencia en su dirección. 

Warhead calculó rápidamente sus opciones: podía esperar a que el convoy criminal llegara hasta el puente del río Pancoma para minimizar los posibles riesgos del derribo de los vehículos aéreos; pero también correría el riesgo de que la Sala Turquesa terminara en el fondo del agua... No parecía del todo convencido.

Miró hacia el transporte, descubrió la trampilla de la que salían los cables y decidió entrar volando por ella. Una vez dentro disparó varios proyectiles deslumbrantes para incapacitar a la tripulación antes de dirigirse a toda prisa hacia la cabina.

—¡Quieto todo el mundo*! Depongan las armas y aterricen el vehículo —ordenó con la voz amplificada por la armadura. No esperaba que nadie le fuera a obedecer, pero al menos se merecían una advertencia.

No pensó muy bien en las consecuencias que podía implicar hacerle promesas a Kiri, pero en esta situación en la que se habían quedado tirados sin transporte por su incapacidad para controlar sus emociones era lo menos que podía hacer. Analizó la situación desde la ventana del vehículo.

- Qué cojones, se han llevado LITERALMENTE un cacho del museo por los aires... Dentro puede que haya más civiles aparte de mi padre, pero paralelamente también deberíamos detener esta locura cuanto antes. - Señaló al helitransporte que cargaba la Sala Turquesa por encima de la ciudad. - DJ, ¿tú podrías pilotar eso? - Vale, venía del futuro y se le daban bien los trastos, pero asumir que podía pilotar cualquier vehículo o manipular toda tecnología igual era pasarse. O no. Aún desconocía todo el potencial de sus habilidades.

- Yo necesito entrar en el museo. ¿Puedes dejarnos en el techo? - Estaba nerviosa y aún podía sentir como le temblaba todo el cuerpo, tenía que darse prisa.

Sin decir ni una palabra Debbie había oupado uno de los asientos traseros del rotocóptero. Las credenciales de la mujer que había acudido en su ayuda la identificaban como miembro de A.E.G.I.S. y eso provocaba sentimientos encontrados en la joven viajera. No había tendio buenas experiencias con ellos en el futuro y dudaba que en el presente fuera a ser muy diferente.

Durante el trayecto aprovechó para trastear con sus dispositivos. Debía estar preparada en caso de que algo se torciera. Los informes de situación de Warhead seguían llegando por el canal del equipo.

- ¿Darklaw? ¿Qué hace esa vieja gloria aquí? - preguntó en voz alta inconscientemente - ¿No se supone estaba de misión con la Legión Máxima? Espera... el incidente en Zarkovia no es hasta la semana que viene. Eso quiere decir que... ¡Urgh! Mi cabeza...

El disparo de advertencia obliga a Debbie a centrar su atención en el peligro inminente.

- ¿Pilotar el qué? - asomó la cabeza por detrás del asiento del copiloto hasta pegar casi la cara en la luna del vehículo - ¡Joder! Bueno... si conseguimos evitar a los helicópteros, aterrizar sobre el bloque de hormigón, trepar por el sistema de sujección y reducir a la tripulación... quizá pueda hacer algo. Una vez piloté uno de esos... en un... simulador. Pero no será tan distinto, ¿no?

Debbie estudió con detenimiento el estado de la situación. Salvo por el ataque gratuito por parte de uno de los helicópteros no parecía haber señales de lucha. Warhead debía estar dentro del ala del museo o bien dentro del helitransporte. Hacerse con el control de los vehículos que custodiaban el botín podía ser sumamente complicado, por lo que dirigió su vista a la carretera. Los vehículos motorizados podían ofrecerles una forma relativamente sencilla de seguir la situación de cerca, aunque eso dejaría a Kenji a su suerte...

- Sino podríamos hacernos con una de esas flamantes motos - comentó adelantándose a la posible negativa de la agente - y confiar en que nuestro amigo y su armadura sean capaces de aterrizar aquel enorme armatoste.

El Toro observaba el enorme helitransporte, los helicópteros y las motos. Tenían que acercarse de algún modo, y lo antes posible.

—Las motos no van a servir de nada —dijo, en respuesta a la idea de Debbie—. Tenemos que llegar hasta el helitransporte y detenerlo, no debemos dejar a Warhead solo en eso. 

Miró a sus compañeras. —¿Puede alguna de ustedes distraer o inutilizar aunque sea temporalmente a los helicópteros para que podamos acercarnos? Creo que podría saltar hasta el helitransporte desde arriba. Incluso llevar a una de ustedes conmigo y que la otra trate de acceder directamente a la sala donde están los rehenes —miró a Bool al decir esto último; era la más motivada para tratar de salvar a esa gente.

El Toro valoró el salto que tendría que dar. Si se ponían sobre el helitransporte, podría dejarse caer hasta el techo y de ahí, abrirse paso al interior. Lo veía factible. Lo peor que podría pasar era que se cayera al suelo y se quedara fuera de la persecución. Aunque igual ahí podía agenciarse una moto...

La agente Gilbear dejó escapar un suspiro.

-Adiós a mi cena romántica con velas y vino. 

El rotocóptero dio un gran rodeo para enfilar la avenida manteniendo la distancia con los helicópteros enemigos pero el que había hecho el disparo de aviso se despegó de la formación y abrió fuego. 

-¡Mierda!-exclamó Gilbear haciendo maniobras evasivas pero un disparo alcanzó el fuselaje-Sólo podré dar una pasada. La palanca de la izquierda de vuestros asientos os eyectará hacia arriba o hacia abajo dependiendo de hacia donde tiréis. Que valga la pena, BLITZ Squad. 

La doctora se inclinó hacia Brynhildur:

-En realidad, trabajar en el museo no siempre es así... espero que no te lleves una mala impresión de tu primer día. 

El brazo izquierdo del guardia de seguridad colgaba inerte a un lado. Aunque hacía esfuerzos por disimularlo, era obvio que le dolía. 

-¿Qué van a hacer con nosotros?