Partida Rol por web

Al ver que Debby se sentaba en el suelo y que todo parecía volver un poco a la normalidad, El Toro se quitó la máscara. No la dejó demasiado lejos, sino en su bolsillo, doblada tres veces como hacia habitualmente. Héctor miró al suelo —Está ahí, Kenji. A tu derecha, entre unas cajas de pizza —dijo, señalando el lugar donde se encontraba el casco. 

Mantuvo las distancias con la aparente chica del futuro. No terminaba de fiarse de ella y no descartaba que en algún momento usara alguno de los juguetitos que había mostrado en la pelea.

Y, joder, vaya pelea. Había molado un montón. 

Kenjiro se puso el casco (joder, si lo tenía delante) con una mezcla de determinación y creciente confusión. Activó el visor y vio un montón de datos correr delante de sus ojos.

+++Coincidencias "Debbie Jay" en el área metropolitana: 56. Introduzca criterios de búsqueda.

+++Análisis retinal+++

INCONCLUSIVO

+++Analizando estructura ósea+++

Sujeto de raza mestiza... estimado al menos un 42% de ascendencia africano-negroide... Introduzca muestra genética. 

Mierda de armadura... Por más que esperaba la computadora no arrojaba ningún dato acerca de posibles combinaciones genéticas entre su familia y la de Chas. Podría ser verdad lo que les estaba contando o una trola como un piano.

—Mi armadura dice que busques mejores argumenos para defender eso que afirmas. Tú puedes ser tan sobrina mía como Willow la novia de Héctor. Sin pruebas no hay galleta —se encogió de hombros, miró a sus compañeros y se encogió de hombros de nuevo—. De momento mueve el culo y ayuda a recoger. De aquí no se pira hoy nadie sin dejar esto limpio como una patena.

Y sin dar ejemplo se fue hacia su armadura para quitarle toda la porquería que tenía pegada.

- Uhm, tienes razón... - Echó otro vistazo al destrozo que habían causado en el local, no habían sido nada considerados con el regalo que les hizo el señor O'Donnell. Fue a por un par de escobas y le lanzó una a Debbie, esta vez con intención de que la atrapara, no de atravesarla. - Debbie ayúdame a barrer toda la mierda del suelo, Héctor recoge los trozos más grandes. - Dijo señalando el televisor que se había cargado hacía escasos segundos. - Veré si hay algo que pueda hacer para arreglarlo. - Miró a Debbie y corrigió. - Bueno, algo que podamos hacer para arreglarlo. - ¿Si o no? Aquí la que venía del futuro y tenía trastos super molones era ella, seguro que entendía de aparatos.

Se puso a barrer los cristales un poco a regañadientes. Si usara sus poderes podría dejar el local en perfectas condiciones en un abrir y cerrar de ojos, pero le encantaba aleccionarse a sí misma sobre la responsabilidad que conllevaba practicar hechicería. Lanzar llamas desde las palmas de las manos para darle una paliza a un malo era una buena razón para la que sí podía recurrir a la magia, limpiar el local cuando tenía un buen par de brazos funcionales y una escoba no.

Debbie se incorporó con desgana. Limpiar no era lo suyo. Sobre todo la limpieza manual. Suspiró con astío y gran volumen y se unió a los esfuerzos de Willow por recoger aquel desastre. Con la torpeza de quien no ha tocado una escoba en su vida, claro.

- Dejádmelo a mi. Si me dais unos minutos puedo intentar apañar vuestra televisión - levantó entonces la mesa volcada para descubrir bajo ella el viejo aparato de radio - y quizá esto de aquí ¿Es una vieja Emmerson 2000? Bigby tenía una igual en su taller. Podría retocar el condensador cerámico y aumentar la frecuencia de resonancia para...

Y dejando caer la escoba la recién llegada se sentó con la radio sobre el regazo.

El local estaba realmente hecho un asco pero le fastidió tanto las órdenes de Kenji como su broma sobre su "imposible" noviazgo con Willow. Él sabía que era imposible, pero no hacía falta que se lo recochinearan por la cara. Pero cuando Willow le dijo que se pusiera a recoger, Héctor asintió mientras se frotaba la nuca. Sin la máscara no tenía superfuerza, pero Héctor llevaba tiempo entrenando en varios gimnasios y cargando enormes trozos de carne cuando curraba en las carnicerías de los García, así que el trabajo físico no le asustaba.

—Ummm... ¿y con eso qué hacemos? —dijo, señalando el enorme hueco que había dejado en la pared al atravesarla, mientras movía la tele y la dejaba cerca de la chica del futuro. Le echó un vistazo discreto mientras no le miraba, tratando de buscar parecidos con Chas, Kenji o cualquier otra persona que conociera. ¿Del futuro? Bueno, igual sí, o igual no. En cualquier caso, no le iba a quitar ojo de encima.

Durante un rato, el único ruido fue el de los escombros y los cristales al ser retirados. Podrían ocultar el estropicio ya que tenían desconectada la red de cámaras de  O’Donnell (para su disgusto) pero los agujeros de la pared requerirían atención: un póster, una cortina...

La radio que Debbie manipulaba emitió un pitido mezclado con estática. Los expertos dedos de la chica del futuro manipularon los diales con destreza.

-... IIIUUUpo armado aero-motorizado en retiradCHACK... NIAAOOOvenida Saint Trinian direcciónOOOAOOOnorte... FFFFsalto Museo de Historia, Ala Este...PRRRRRRTZSolicito refuerzos...

La transmisión fue interrumpida por un pitido de alarma, luces rojas y un monitor iluminándose: la alarma de intrusos. 

La pantalla cambió a una imagen de la entrada solar donde una chica rubia de pelo largo con camiseta de tirantes mascaba chicle con aire arrogante. Tenía una mano en la cadera y sujetaba el móvil en la otra. 

-Anda, Héctor, ¿esa no es tu hermana?

Debbie se quedó sentada, con la mirada perdida en algún punto entre el dintel de la puerta y el reposabrazos del sofá. Sus manos quietas sobre las bobinas de la radio. No era capaz de sintonizar del todo la señal, pero había sido suficiente. Suficiente para ponerle la piel de gallina.

- Ya ha empezado - alcanzó a musitar - Es... es demasiado pronto...

Con gesto confuso dejó el viejo transistor a un lado y levantó apresuradamente una de sus mangas. Debía comprobar otra vez el registro. La fecha, la hora. Nerviosa se puso de pie. Ni siquiera se dió cuenta de quién dió la voz de alerta ante la presencia de la segunda intrusa de la tarde. Murmurando para sí dío un par de pasos hacia un lado y hacia el otro. Entonces se volvió hacia los integrantes del supergrupo. Estaba asustada.

- Sé que no termináis de fiaros de mi - admitió mirando a Kenjiro - Pero debemos largarnos de aquí. Ya mismo. Es importante. Esa emisión... el ataque al museo... no debería suceder hasta dentro de una semana. De ser así el señor Rosenberg...

Demasiado pronto. No estaba preparada. Intentaba recordar, pero era en vano. La cabeza le daba vueltas. ¿Qué había cambiado? ¿Había sido ella? Mierda, mierda, mierda. Aquello era el inicio del fin y no estaba segura de poder hacer nada para evitarlo. Si tan sólo el viejo lobo estuviera allí. Él sabría que hacer. Él siempre sabía que hacer.

Kenji escuchó el mensaje de radio.

—Parece la policía. El museo de Historia... Hostias Héctor, ¿qué hace tu hermana en el refugio?

El chico comenzó a meterse en la armadura pero se detuvo un instante para mirar a DJ. Si resultaba no ser quien decía ser estaban en un buen aprieto, porque conocía sus tres identidades secretas. Pero cuando se dirigió a él su instinto le dijo que, por el momento, era mejor tenerla lo más cerca posible de ellos.

—Cuéntanoslo por el camino. Willow, Héctor, la BLITZ Squad va al rescate. ¡En marcha, peña! ¡Al museo de Historia!

Miró el boquete de la pared, pensativa. - Héctor el póster que has dibujado es muy bonito, tan bonito que podríamos ponerlo justo ahí, ¿verdad? - Al menos, temporalmente, haría el apaño. Siguió barriendo sin mucho entusiasmo hasta que la radio capturó una señal. Se detuvo en seco, tratando de causar el menor ruido posible, su deber como héroes autoproclamados era acudir a estas señales, y más aún cuando había metahumanos, tecnología super avanzada o seres de otras dimensiones de por medio.

No parecía nada fuera de lo normal, no era la primera señal de radio de la policía que interceptaban. Un asalto era aceptable, quizá la parte de aero-motorizado era la que más le inquietaba, probablemente se tratara de algún vehículo. Sin embargo la reacción de Debbie fue lo que acabó por preocuparla, parecía asustada, como si ya supiera de qué se trataba todo esto. Y coño, si venía del futuro tenía todo el sentido.

- Señor Rosenberg... ¿Mi padre? - Agachó la cabeza por unos segundos, como si estuviera organizando sus pensamientos. Y ya organizados levantó la cabeza de nuevo, pero no como Willow, sino como Bool. - Vamos. - En un pestañeo se había transformado en su identidad de heroína y salió corriendo por la puerta del local. Vale, su padre era un racista de mierda y un capullo, pero era su padre y no podía hacer como si nada si descubría que estaba en peligro. Además, no podía dejar que palmara sin pagarle antes la universidad.

—Esperad, esperad —dijo Héctor, levantando los brazos. —. O me libro de mi hermana o, como vea lo que ha pasado aquí, mañana lo sabrá todo el instituto. Eeeh... no sé, id vosotros delante, yo os alcanzo luego.

Dolores miró su móvil, hizo una pompa de chicle y miró con creciente disgusto a Bool que acababa de salir del local. 

Dolores García había nacido para abeja reina y no toleraba la competencia. 

Allí estaba Dolores, sentada en su coche y con cara de pocos amigos. Su cara de siempre, en realidad. 

—¿Qué pasa, Dolores? —dijo Héctor. Y antes de dejar que su hermana metiera baza, decidió pasar al ataque—. Oye, de lo que hemos estado hablando antes... que he hablado con Angus y hemos quedado en verle —hizo un gesto con su mano señalando a los compas que estaban a su espalda— pero está un poco lejos, ¿podrías llevarnos en tu coche? Seguro que le mola ver tu buga. 

Dolores contempló a su hermano de pies a cabeza con los ojos entrecerrados mientras mascaba chicle. Luego miró a Bool y sonrió como una hiena. Abrió la puerta del asiento trasero. 

-Claro, Héctor: irás detrás. Mi coche, mis normas. 

Sonrió a Bool:

-Willow, ¿verdad?. Casi no te reconozco con ese color de pelo.... tú, delante conmigo. ¡Ay, mi amiga, tenemos tantas cosas de que hablar!

Dedicó una breve mirada a Debbie antes de indicarle el asiento trasero junto a Héctor. 

-A ti no te conozco: Angus no me había dicho que tuviera una hermana... (1).

Hay cosas que nunca cambian. Y nunca cambiarán. La soberbia del ser humano, el poder del dinero y las ganas de tocar la moral de algunas adolescentes. Debbie no tenía hermanos o hermanas (aunque siempre quiso tener alguno), pero no era del todo ajena a las argucias de la harpía que tenía delante. Eso no quitaba para que su triquiñuela surtiera el efecto deseado.

- ¿Hermana? ¡Oh, no, no, no! Soy Debbie, su... prima, sí. Acabo de llegar de... - algo en las palabras de Héctor le indicaba que debía guardar las apariencias delante de su hermana - Gracias por llevarnos, por cierto.

Nerviosa, Debbie montó en la parte trasera del coche. No porque la presencia de Dolores le intimidase lo más mínimo, sino por el hecho de estar metiéndose en el interior de una lata de sardinas propulsada por combustible fósil y un motor de combustión. ¡Combustible! ¡Combustión! ¡¿Es que no lo veis?! No por nada los vehículos eléctricos acabaron por reemplazar aquellos peligrosos armatostes.

Willow sonrió de vuelta a Dolores como si fuera su amiga de toda la vida. - ¡Jaja! ¿Verdad? ¡Estoy irreconocible! - Exageró cada expresión que hizo, como si estuviera recién salida de una lobotomía. - ¡Fíjate que yo a ti si te he reconocido incluso sin verte, con ese olor a puta como para no hacerlo! - Soltó una carcajada, la misma que soltaría con un grupo de chicas casi tan tontas como Dolores.

No estaba para tonterías, su padre estaba en peligro y en su cuerpo estaba almacenando una peligrosa cantidad de energía arcana, y por si eso no fuera poco también había un ente en su interior que aprovecharía la más mínima oportunidad de tomar control sobre ella. Se subió en los asientos delanteros del coche, pero no en el del copiloto. - Venga, ¿que no subes? ¡Tenemos tantas cosas de qué hablar! - Se hizo la sorprendida. - Ah, ¿esto? No te importa que conduzca yo, ¿verdad?

Enfurruñado por la pequeña mezquindad de Dolores de sentarle atrás pero no queriendo liarla más, Héctor se sentó atrás, al lado de Debbie Jay. ¿Prima de Chas? Bueno, vale, puede colar. 

Mientras se sentaba, cogió el móvil y escribió la dirección del Museo de Historia en la app de mapas para poder ir guiando a su hermana y...

...

¿...Willow acaba de llamar puta a Dolores?

¿Y se ha sentado para conducir ella?

A Héctor casi se le cayó el móvil al suelo. Tardó un rato en darse cuenta de que tenía la boca abierta.

Kenji salió por detrás del estudio, por el mismo camino que había utilizado la chica del futuro para colarse. No dedicó ni un segundo a evaluar cómo lo había hecho ni si había provocado algún daño en los sistemas de seguridad. Su prioridad ahora era adelantarse al grupo y evaluar la situación en el teatro de operaciones... Mierda, se me está pegando la forma de hablar de mi viejo... Su padre... Quizás no sería mala idea abrir un canal de comunicaciones con él ya que, muy a su pesar, le había arreglado todos los desperfectos de la armadura sin apenas quejarse ni pedir nada a cambio.

Conectó los propulsores de sus botas y se lanzó hacia el cielo a toda velocidad.

—Warhead para equipo, me dirijo hacia el museo. Intentaré transmitiros en directo el escenario y me abstendré de intervenir hasta vuestra llegada, salvo causa de fuerza mayor —comunicó a la BLITZ Squad, a DJ y a Sean O'Donnell—. Voy a ejecutar un vuelo de reconocimiento a media distancia en primer lugar.