Partida Rol por web

PUEBLO DE TRUNAU: CASA ENREDADA:

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: JUSTO DESPUÉS DEL OCASO.

Ekaterina se encogió de hombros en respuesta a la pregunta de Dragos, aunque viendo el poco higiénico aspecto que presentaban sus manos y el atípico color que las manchaba que en nada recordaba a fluido humanoide alguno, a pocos espías debían haberse enfrentado. Lo que más se les había parecido eran los cuatro humanos que les habían emboscado subiendo las escaleras de la Iglesia de la Plaga, pero dado su modo de obrar, atacando en lugar de limitarse a observar y escuchar, tenían más pinta de asesinos que de otra cosa. Pero vamos, alguien debía haberlos mandado, alguien que sabía que estaban allí, y ese alguien podía haber obtenido perfectamente esa información de unos espías que aún no habían visto y que probablemente les seguían vigilando.

Fuera como fuera estaba lo suficientemente cansada como para que no le importara aquello. Además quedaba la cuestión de la herida que había sufrido. Era una herida menor, sin importancia, pero desde que la rata la había mordido se sentía un poco débil, y eso sí que la preocupaba. Esperaba que solo fuera fruto del cansancio y estar como nueva a la mañana siguiente, aunque todo ello después de un muy necesario baño.

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DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO.

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Caminando, lentamente, recorrieron el perímetro externo del Este de Trunau hasta llegar a la puerta principal en pocos minutos. Escuchó lo que cada uno tenía que declarar con respecto a hallazgo de objetos y le llamó la atención el amuleto que Garinya mostró. Retuvo aquello en su mente y continuó escuchando, especialmente a Ertiznao el Peticionario, a Momo la Compungida y a Tronquito el Poeta.

Asintió con la cabeza a este último por buena parte de lo que replicó a la gnomo, aunque aquello no lo hacía perfecta. Absolutamente al contrario, pero gracias a esa imperfección, su tartamudeo, quedaba configurada como quien realmente era: Momo. Le aportaba autenticidad. Al igual que él mismo, pues era ciego, o por ejemplo Ertiznao que era... bueno, era un goblin.

Con aquellos pensamientos pronto sintió la tierra endurecida y allanada de la plaza del Santuario y supo que frente a ellos estaba ya la Casa Enredada. Momentos después entraban en la posada y el invidente se acercó hacia una de las mesas, esquivando con cuidado las sillas y encontrando una donde dejarse caer.

Escuchó el rezongar del jabalí y el ruido característico del andar de la mujer alada.

- Garinya, ¿Podrías enseñarme el amuleto, por favor? - preguntó mientras la gente aun iba entrando y sentándose. A la par escuchó una pregunta con tono grave, identificando la voz de Dragos -. Dos de sus cuerpos en la Casa de la Plaga y otros dos huyeron - contestó escuetamente -. No fueron muy comunicativos - afirmó ladeando la cabeza a un lado y mostrando una herida cerca de la base del cuello.

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El vikingo se hallaba sentado encima de una de las mesas del salón de Casa Enredada. Sobre sus rodillas descansaba la espada larga de Iomedae que le había entregado Winn. Sus dedos acariciaban el frío metal mientras escuchaba el vaivén de la conversación que trataba sobre el reparto del botín conseguido. Le pareció de justicia que el reparto fuera, en efecto, a partes iguales.

-Gratitud por la espada, espero darle buen uso y que en mi mano nos sirva más que la anterior espada, comentó cabizbajo. Le resultaba difícil olvidar aquel desgraciado golpe donde su arma se había partido contra aquellas columnas.

-Creo que pronto podremos averiguarlo, pues me imagino que la amenaza sobre Trunau sigue como antes de nuestra visita a la Casa de la Plaga.

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DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO.

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Sentado en la mesa de la casa enredada permanezco con la cabeza apoyada en mis manos, pensativo. La situación se está complicando, y mucho.

Trunau está bajo ataque. Pero contra este enemigo yo no sé defenderlo. Mándame una horda de orcos y los asaetaré hasta que dejen de moverse. Pero enemigos que no muestran su cara... me lamento amargamente.

Muevo la cabeza, buscando despejar mi mente. Observo a aquellos que se sientan en la mesa. Apenas unos desconocidos extranjeros en muchos casos. Antes de nada, creo que es justo y que hablo por mi propio capitán si os agradezco a todos, de corazón, la ayuda prestada.

Suspiro. Bien, creo que sería oportuno que todos expresáramos nuestro punto de vista respecto de todos estos acontecimientos, ¿no os parece?

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- O-oh sssí, uhm pppper-fec-ta.- Dijo con marcado tono irónico la gnoma y se cruzó de brazos con el ceño fruncido y el morro torcido. Aún así las bellas palabras que le dirigió Troquito  le llegaron al corazón y tuvo que contenerse para no llorar allí mismo.  Se giró para secarse los ojos con el extremo de la manga simulando que algo se le había metido en el ojo y luego se quedó cabizbaja sumida en sus pensamientos. Intervino de nuevo sólo para indicar a los demás que había que ir a buscar a Haluk Molok.

- Pi-Piero dijo que que fffuéramos a buscar a Haluk en lo que uhm él re-regresaba.- Una puesta en común como sugería Wilbur podría estar bien. Ella pensaba que algo se le escapaba en todo aquello y, aunque no quería un enfrentamiento con un ejército de orcos, también temía un complot organizado a gran escala contra Trunau.

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De momento no parecían estar por la labor de decir mucho, y él poco tenía que compartir a decir verdad. Tomó asiento y observó el estado en general, bastante lamentable, antes de hablar de nuevo.

-Algo o alguien acechaba a la muchacha por la noche. No llegué a atraparlo, pero estuvo ahí. No creo que las sombras sean seguras en Trunau, ya no al menos-explicó. Tras eso observó con leve curiosidad la suciedad de las manos de Ekaterina, que parecía ser algún tipo de residuo extraño, antes de mascullar algo por lo bajo y hacer un rápido gesto con una mano. Un segundo antes habían estado sucias, pero ahora estaban limpias. 

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Haluk Molok se encontraba delante de la vivienda donde residía la semiorca llamada Brinya Keler. El día estaba terminando y poco a poco el sol se iba perdiendo en el horizonte. En poco tiempo ya habría cambio de turno y podría retirarse a descansar, no ha logrado poder identificar a las personas que acechaban a su protegida, la presencia del hobgoblin obligó a los enemigos a mantenerse cautelosos sin acercarse ni dar pasos en falso.

El hobgoblin miraba a su diestra y siniestra, viendo a los transeúntes de Trunau pasar por delante de la casa de la semiorca. Allí se quedó el cruzado cual soldado adiestrado en mantener su posición y no moverse de la zona, fuera cual fuera la circunstancia. Se había llevado comida y bebida para aguantar todo el día y a esas últimas horas de sol se iba comiendo una pieza de fruta, una vez terminada tiró el tronco en la basura. Hizo uso de su magia para disfrazarse, pero no había forma de hacer que los seres hostiles que acechaban a Brinya cometieran un error para delatarse.

Ya pasado el ocaso Haluk miró hacia la calle a la espera que apareciera Dragos y se realizara el intercambio, así podría compartir unas palabras con él y luego ir a informar al grupo, esperaba que ya se encontraran en la Casa Enredada.

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- Ya temía yo que corriera peligro, aunque ahora que sabemos que el cuchillo no fue robado, no entiendo por qué.

Estábamos peor que al principio. O yo lo estaba, porque al menos antes creía tener una teoría.

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Luego del escape de los asesinos, el grupo salió de la Casa de la Plaga, cansados y heridos. Si bien, había sido una jornada extremadamente agotador y muy peligroso, pudieron descubrir cosas importantes que tenían que ver con los extraños acontecimientos que está asolando a Trunau. Peludo participó todo lo que pudo y cree haber sido de cierta utilidad, pero no considera que la investigación haya sido decisiva.

"Aún no sabemos quien mató a Rodrik."

Win le felicita por haberlo hecho bien y Peludo se deja acariciar mientras le comenta con su ronroneo que él también. El grupo avanza hacia el pueblo mientras intentan decidir qué hacer con el adolescente, si llevarlo a su hogar hoy o a la mañana siguiente. También están hablando y haciendo acopio de las cosas encontradas en la Casa de la Plaga. Peludo no está interesado en los enseres humanos, pues nada de eso le será útil ahora, pero recuerda algo que no ha olvidado ni por un instante.

Se acerca a Momo y le maúlla:

 - "Mrii." (Creo que ya puedes devolverme mi anillo.)

A aquel gato no le sirve de nada ese anillo, pero es suyo y lo quiere de vuelta. Continúa cerca del grupo hasta que se encuentran con el hobgoblin y el hombre alto, quienes se unen al grupo y juntos, siguen todos en camino a la posada para poder discutir acerca de lo sucedido y de qué pasos deben seguir.

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Momo había olvidado completamente el anillo que le había prestado el gato. Sí, el gato, no se equivocaba. Y es que Peludo, el gato de Win, o su lazarillo, según se mirase, no era un gato normal. Bufaba, paseaba altivo, ronroneaba, se le erizaba el pelo, se limpiaba el trasero con su propia lengua y escupía bolas de pelo, como los gatos a los que estaba habituada, pero también miraba con esos ojos amarillos e insondables que ponían los pelos de punta, y lanzaba ácido cuando marcaba territorio. Eso sin contar con que le había visto hasta leer y escribir. Casi se había caído muerta entonces. Así que, aunque hubiera querido hacerse la tonta o la distraída para quedarse el anillo tan bonito que llevaba Peludo, cuando éste se le acercó y le dirigió un maullido de advertencia, Momo se resignó a devolvérselo.

- A-ah, sssí, es uhm vvverdad.- Justo las palabras de Tronquito le habían subido un poco la moral. Sin embargo, al verse en aquella rocambolesca situación, no pudo evitar sentirse algo ridícula y sonrió.- Yo-yo ttte des-desposo.- Dijo mientras introducía el anillo en la cola del gato. Dudaba de que volviera a presentársele una ocasión igual en toda su vida.

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HORA: PRIMERAS HORAS DE LA NOCHE.

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HORA: PRIMERAS HORAS DE LA NOCHE.

Escuchó lo dicho por Dragos y la respuesta de Garinya. Realmente, ¿qué sabían'

-Creo que deberíamos poner en claro y sobre esta mesa qué cosas hemos averiguado entre todos y qué sabemos realmente. Quizás así podamos elaborar algún tipo de teoría, por absurda que sea, y sobretodo, determinar cuáles deben ser nuestro siguientes pasos -dijo Tronquito mirando a unos y a otros-. Y para eso deberíamos estar todos aquí. Como bien dice Monique, Piero dijo que debíamos ir en busca de Haluk. Yo estoy dispuesto a ir a por él. ¿Alguien quiere acompañarme? -dijo al tiempo que se ponía en pie dispuesto a salir en su busca.

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HORA: PRIMERAS HORAS DE LA NOCHE.

Sus manos, manchadas por esa mezcla pegajosa y reseca de sustancias que habían formado costra, quedaron inmediatamente limpias tras las incomprensibles palabras musitadas por Dragos. Al verlo, al sentirlo en su propio cuerpo, reaccionó con la misma sorpresa mostrada el día anterior al recuperar el plato limpio de la cena. Lo miró con extrañeza antes de apartar las manos, que ocultó a su espalda entre avergonzada y preocupada.

- ¿Gracias?- Dudó. Dudaba. La magia era la herramienta de su madre, y su madre...

Rehuyó su mirada e intentando no pensar en ello, buscando una forma de escapar, se subió a la conversación que mantenía el resto.

- Freetown odia a Trunau. Bajo la iglesia habían empezado un túnel. A lo mejor querían acercarse todo lo posible a Trunau sin ser vistos para atacar.

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Win hubiera preferido cenar algo y echarse a dormir. Se sentía molido, ya que al parecer él había sido de los que más habían sufrido ataques de las criaturas y emboscadores en la Casa de la Plaga. Gracias a Garinya se sentía algo mejor, por ello suspiró y asintió con respecto a quedarse un poco más a hablar sobre lo que habían descubierto.

Fue a expresar sus pensamientos cuando alguien habló sobre Haluk y Tronquito pidió compañía para ir a buscarlo. El ciego volvió a suspirar, principalmente porque estaba ya sentado y no le apetecía levantarse, pero hizo un esfuerzo físico y de voluntad y se alzó.

- Iré contigo - afirmó. Las calles de Trunau no eran lo seguras que debieran ser. Mejor ir en compañía por si acaso -. No creo que Brinya corra peligro real excepto, quizás, una represalia por hablar con nosotros y darnos respuestas sin saberlo ella, sin ser consciente que nos ayudaba. A pesar de que ella ignorase todo lo que está sucediendo y nos ponía sobre la pista. Rodrick se encargó que su prometida desconociera sobre lo que él sabía - opinó, dando a entender su creencia personal de que la semiorco no debería estar en peligro real y que la marca en la casa era dirigida hacia el difunto, no hacia la mujer.

Giró su rostro ciego hacia el lugar donde Momo le pedía matrimonio a Peludo e hizo un gesto inquisitivo con la cabeza al felino para ver si quería quedarse a seguir con sus esponsales o darse a la fuga dejando a la novia plantada e ir con él y Tronquito en busca del hobgoblin. Lo que prefiriera.

- Recuerda que luego tienes que besar a la novia - le musitó al felino con sonrisa aviesa.

- Por cierto... - comenzó a decir mientras hurgaba el interior de un saco y extraía un par de objetos sobre la mesa -. Son un camisote de mallas y un alfanje. Si alguien los necesita que los coja - dijo dejándolos allí.

Caminó hacia Tronquito, dispuesto a seguirle en pos de Haluk cuando la gente comenzó ya a exponer ideas sueltas, aunque sin formular una teoría.

- Entre el camino de ida y vuelta igual se me ocurre alguna - susurró al arbóreo.

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El vikingo se puso en pie. Estaba agotado, y con pocas ganas de charlar. -Voy a retirarme a mis aposentos, dijo y mostró una sonrisa a los presentes. -Llevad cuidado si váis por el pueblo. Trunau no es un lugar seguro.

Ya no lo es...

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Suspiro viendo como la gente empieza a abandonar la reunión. Lo cierto es que se está haciendo tarde.

Garinya, espera, te acompaño. Es mejor que nos movamos en pareja míno.

Observo el interior de la posada. Cuidense digo en general. Luego espero a Garinya.

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Win esperó a que quizás otro se uniera a él y Tronquito en busca de Haluk. Finalmente así fue: novio a la fuga Peludo se le unió. Asintió con la cabeza y fue a comentar al hombre-árbol la disposición de ambos de seguirlo... cuando advirtió que el arbóreo ya no estaba. Debía haber salido ya, cansado de esperar.

Para ser un árbol es muy activo, admitió el ciego que salió al exterior en su búsqueda. Pero no lo halló. Tampoco lo vislumbró Peludo. El ciego suspiró y mirando a su felino amigo realizó con un gesto de barbilla la señalización hacia un lado. Uno que daba al Santuario, pese a que el invidente no era capaz de verlo. Sencillamente intuía, sabía que era por allí. Y si no, siempre tenía a su amigo minino y lazarillo que lo corregía o precisaba.

Cogió al gato y mientras lo acariciaba se dirigió al hogar de los iomedanos. Olía a comida.

Sopa, reconoció Win. No era gran cosa, pero mejor eso que un vacío y rugiente estómago. Aquella noche Peludo volvería a cenar mejor que nadie en el Santuario.

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Peludo mueve los bigotes, divertido, por las palabras de Momo cuando le coloca el anillo en la cola. Luego continúa su camino con la cola erguida y luciendo orgulloso su anillo. Cuando llegan a la Casa Enredada, después de cierta conversación, el grupo concluye que es mejor dejar para el próximo día el discutir de lo sucedido.

"Estoy cansado, pero siento que algo nos falta."

El gato busca algo que comer mientras los humanoides discuten pero solo piensa que es hora de llevar a Win a dormir pues el ciego no solo está cansado sino también herido. Él necesita descansar para poder reponerse de lo vivido y estar bien al día siguiente.

Peludo se acerca a Win y se queda junto a él, esperando a ver a donde quiere ir para acompañarle de cerca. Ayer nos atacaron lobos, pero ahora puede haber cualquier otra cosa por ahí acechando y preparándose para atacarlo. Debo siempre acompañar a Win y jamás dejarle solo.

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Dragos se encogió levemente de hombros ante el dubitativo agradecimiento de Ekaterina. Por suerte o por desgracia, el resto estaban cansados, y cuando ellos partían a descansar, a él le tocaba deambular por las calles. Sin embargo, antes de eso, debería comer algo, pues estaba recién levantado y hacía ya muchas horas que no tomaba nada en absoluto.

-Si no te importa, me serviré algo Ekaterina. Tengo que comer antes de salir a dar una vuelta-explicó. 

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El ghoran avanzaba a buen ritmo por las calles de Trunau, disfrutando del frescor de aquellas primeras horas de la noche y de la humedad ambiente que era casi como una golosina para él. Le hubiera gustado que alguien le acompañara en el camino pero tampoco podía negar que disfrutaba de aquella inesperada y breve soledad que le permitía reflexionar acerca de todos los acontecimientos del día. Había sido una jornada larga y sin duda interesante, una verdadera y para nada pequeña aventura que había hecho que todo su cuerpo vibrara de excitación. 

Tenía ganas de alcanzar a Momo, que había salido presurosa antes que él, y poder departir acerca de todo lo ocurrido con aquella pequeña e inteligente aspirante a alquimista. Además, quería reforzarla. Sentía que la gnomo no se quería lo suficiente, que había en ella una pequeña sombra fruto de una autoestima no demasiado elevada. Pero era inteligente y con un poco de empuje por su parte, estaba seguro que aprendería a aceptarse tal y como era y ese pequeño paso seguramente la ayudaría a conquistar pequeñas victorias como seria superar su tartamudez.