La luna en Llamas

Arkin sólo ve el helicóptero partir, y en él, su amiga Peyton, Creed se la había llevado lejos y la perderían para siempre, pero siente en su pecho el peso de su amaba, desnuda y con el pecho ensangrentado. ¿había muerto?. No siente su respiración y el peso de su cuerpo es mayor que cuando se colocaba sobre su cuerpo a descansar desnuda luego de haberle hecho el amor.

Arizona estaba un poco más lejos, tampoco se movía, sólo logró escuchar el grito de Dante que tambaléandose hacía el triste  intento de correr tras el helicóptero, pero caía de rodillas,  con sus ojos fijos en aquel helicóptero en que se llevaban a su mujer.  Cayó al suelo, apoyándose en sus manos,  incluso la que estaba rota y con la piel quemada. Gritó con violencia que apesar de no estar en estado crinos pareció un aullido de guerra.

Pero Arkin estaba más preocupado por Illana, la jaló de los hombros, y despejó el cabello de su cara, ahí escuchó su respiración,  y abrió sus ojos, estaba viva, herida, pero viva, la bala  había entrado en su hombro y lo había traspasa, pudo morir si esa bala hubiera entrado más abajo, o si se hubiera quedado en su piel, la quemadura entorno a la piel demostraba que había sido de plata el proyectil. Se habían preparado para aquel asalto.

-Arkin... Arkin - Dante había recobrado algo de cordura y se acercaba ahora más adolorido a la pareja, pero al verlos moverse va donde Arizona para poner su mano en su cuello,  en su rostro se mostraba el miedo, pero al comprobar sus signos vitales, se alivia. Dante estaba ensangrentado, su hombro, su costado en donde las garras había entrado, aunque Creed no estaría mucho mejor, si embargo el desgraciado le había dejado un recuerdo en su brazo.

- ve a nuestra tribu,comprueba que estén bien y trae refuerzos. La guerra ha comenzado - exclama poniéndose de pie, con los ojos amarillos, parecía ignorar el dolor por completo, sólo estaba lleno de ira.

La luna en Llamas

Subes al Helicóptero,  y por desgracia ya no tienes fuerzas para defenderte, y Creed te pega a su cuerpo, colocando sus dedos en tus ojos haciendo que los cierres, pero luchas dando un manotazo, deseas ir donde tu marido, con la pequeña Arizona y los chicos, Creed, toma un pañuelo y lo pone en tu boca, olía a amoniaco y luego te fuiste durmiendo, viendo a los oscuros ojos de Creed, sintiendo el aroma de su sangre también y el olor a muerte que expedía.

Despertaste, era ya de día, y estabas en una cama, tus heridas, que eran pocas, estaban tratadas, te sentías mareada y demasiado cansada. No sabes si lo que pasaste había sido una pesadilla o qué, pero en la habitación donde estabas demostraba que no. Era una cama amplia con dosel y un alto respaldo. Las cortinas estaban corridas y había sido la luz del sol la que te había despertado,

A tu lado, un mesa con una bandeja, en donde había un vaso con jugo una manzana, justo al lado de la lámpara.  No ves nada más extraño, sólo que frente a ti una mesa de arrimo con un florero con rosas rojas, y una carta. Te miras, llevas una fina camisa de dormir, algo que jamás habrías usado...

Arkin lo vió todo con exactitud. La bala que retumbó en sus oidos, el impacto que al menos había hecho caer a Arizona, aquella niña, que cayó de mala manera en el suelo.

Pero, durante un segundo, se paró el tiempo, y en medio de todos aquellos desastres, viendo que Dante se acercaba a la niña, y que este seguía con vida, su cuerpo empezó a volver a su aspecto humano, para sostenerla entre sus brazos.

Con una mano la tomaba de la nuca, y con la otra, la sacudía, tratando de que volviese en sí. Sintió que no respiraba, que su cuerpo pesaba.. Las evidencias eran...

No.. No podía ser..

La tomó de una mano, mientras empezaba a hablarle, aun cuando su gesto empezaba a alterarse, cada vez mas.

-Vamos Illana... No puedes dejarme ahora... Somos un equipo ¿Recuerdas?

Apretó su mano con mas fuerza mientras su cuerpo temblaba,  temiendo que se hubiera ido... Entonces buscó la herida, esperando encontrarse lo peor.

Pero la herida estaba en el hombro... La de la bala. Las quemaduras resultaban mas graves que los de una perforación con bala normal. Se hubiera regenerado en breves... No. Aquello era obra de una bala de plata, sin duda.

Pero estaba en un lugar que no era letal. Aquello no podía ser la causa de una muerte...

Entonces, volvió a sentirla. A sentir su respiración, y después, a ver sus cautivadores ojos.

Una vez establecieron contacto visual, el muchacho sonrió, y aliviado, la abrazó con cuidado de no lastimarla mas.

Y allí, abrazándola, dejo correr una lágrima, oculta entre los cabellos rojizos de la Fianna. La besó con delicadeza, volviendo a sus labios, y le dijo.

-Por un segundo... Pensé que te perdía...

Le dijo mientras pasaba una mano por su rostro, de manera cariñosa.

Entonces se permitió mirar hacia Dante cuando este le habló.. No le preguntó cómo estaba, sabía que su orgullo se heriría si le preguntaba si necesitaba ayuda.

-Cuida de la niña, Dante. Estaré pronto aquí.

Asintió con la cabeza y volvió la mirada a Illana.

-Eh, preciosa... No te muevas. Deja que tu cuerpo se recupere antes de intentar moverte... Te han atravesado con una bala de plata y necesitas cuidado. Yo me encargo de todo.

Le dió un beso en la frente, y la tomó en volandas. Entonces empezó a avanzar, cargado con la licana, en dirección hacia la tribu.

Illana apuntó su ataque a Sebastian y logra que suelte a la pequeña, pero apenas dirige su atención hacia su blanco, escucha una explosión. Al instante, Illana sale hacia atrás y siente un fuerte ardor en su hombro. Su cuerpo comienza a temblar y siente que sus fuerzas la abandonan. Aquel ardor empieza a esparcirse por todo su cuerpo, haciendo cada respiración, cada movimiento, cada reflejo una agonía infinita. El dolor se seguía esparciendo como veneno mientras comenzaba a desaparecer su pelaje rojizo y sus manos relucían frente a sus ojos. Lo único que pudo hacer fue soltar un quejido que parecía más un aullido de un cachorro lastimado antes de perder toda conciencia de sí misma.

Sentía su cuerpo helado e inmóvil. El cuerpo de la licana sufría de una terrible agonía y sólo quería dejar de sentir dolor, librarse de ese sufrimiento que llenaba su cuerpo. Su temperatura era baja, sudaba frío y la respiración era difícil. Una lágrima bajó por su mejilla, no podía lidiar con el dolor.

Lejos de ella, escuchó una voz familiar, una voz que le daba alivio escuchar y con respiración agónica, trata de incorporarse. Sus ojos se abren sólo un poco y puede ver una sombra frente a ella. Por su olor sabía que era Arkin pero no salían palabras de su boca. Illana temblaba sin control y su temperatura corporal era bastante baja para un licano. Trata de decir algo pero sólo se escucha un gemido más, como si de un mudo se tratara, pero las lágrimas no se hicieron esperar.

Su respiración era entrecortada y su cuerpo estaba a la merced de su prometido, pues ella no estaba en posibilidad de moverse. Cuando él le explica que su herida fue por una bala de plata, Illana entiende la razón de su tormento. Arkin la alza entre sus brazos y al momento de tocar su pecho, se deja caer sobre él. El dolor no le permitía dormir pero no tardó en perder el conocimiento una vez más.

Su cuerpo desnudo se llenaba de escalofríos y a pesar de haber perdido el conocimiento, seguía temblando. Su respiración se hacía cada vez más difícil. ¿Será que los efectos de las balas de plata tendían a empeorar?

Dejaron  aquel lugar de muerte y sangre, el lugar sagrado de los licanos ahora había sido mancillado por Creed, el que parecía tener una fuerza superior a la de cualquier licano, una fuerza que estaba cercana a la demoniaca. Dante tomó a Arizona en en su brazo y asintió a Arkin, el que salió corriendo rumbo a la tribu Fenrir.

Al llegar los licanos estaban alborotados, ya habían visto las explosiones, y el fuego en el cielo, y buscaban a Dante, pero este no estaba en ningún lugar, sin embargo al ver a Arkin aparecer, los licanos dejaron de hablar y salieron al encuentro. John, uno de los antiguos y fuerte licano avanzó hasta donde el heredero.

- que ha pasado? - preguntó conteniendo la rabia, al ver a su compañero herido y la licana también. Una de las hermanas corrió con una manta para cubrir la desnudez de ambos y todos fueron hacia la casa de Dante, en donde todos se reunían. Una habitación circular en donde los Fenrir se congregaban para tomar las decisiones más importantes, y ahora Arkin estaba en medio, mientras pedían sus hermanos explicaciones. Illana había sido separada de él, y puesta cerca, en la misma habitación, en una camilla, en donde las mujeres veían que le había pasado.

Arkin se dejó llevar por la corriente de Garous hasta la habitación de su padre. Todos aguardaban con expectación las palabras de Arkin, el heredero de Dante.

Una vez se llevaron a Illana de su lado, le dirigió una mirada de cariño,  y le dió un último beso en la frente. Cuando pudo apreciar que estaba bien cuidada, tomó las riendas de su nueva labor, y con la poderosa voz que Gaia le había dado, comenzó a hablar.

-Hermanos, la guerra ha comenzado. El consejo de ancianos ha caido,y la tribu de los Fianna que residían allí. Creed se personó en el lugar, junto a los demás traidores a nuestra causa.

Esbozó un gesto de repudio, aunque negó con la cabeza para continuar.

-Intentaron llevarse a una niña, una tal Arizona. Pero conseguimos detener a Creed en su empeño, aunque ello nos costó algunas heridas.

Resultaba evidente en su cuerpo, pero mas en el de la Fianna que estaba con él.

Suspiró, respiró profundamente y continuó hablando.

-He de comunicaros que no hay bajas. Tenemos que ir a recoger a Dante, quien me ha enviado aquí para transmitiros este mensaje y conseguir refuerzos. Se ha quedado con la niña, y yo no podía traerlos a todos. Dante está herido... Pero vuestro lider no ha perecido.

Tras ello miró uno a uno, a todos.

-Garous, la batalla ha comenzado. Las fuerzas de Creed y sus hombres está teñida de un poder extraño, maléfico. Yo lo vi con mis propios ojos... Y nuestro Alpha con su carne. Veréis las quemaduras que ha provocado un demonio en él.

Luego comenzó a avanzar hacia la puerta, mientras seguía hablando.

-Pero lo mas importante es que tienen de rehén a Peyton. No voy a permitir que uno de los nuestros caiga en manos de ese traidor, y espero que ninguno de vosotros lo haga. Tenemos que recuperarla... Es hora de acabar con esto. Preparaos para la batalla, que un equipo recoja a Dante y Peyton, y empecemos a planificar la guerra.

Levanta un brazo y mirándolos a todos, grita, rugiendo casi como una verdadera bestia, como si fuera su bestia interior la que clamara aquello

-¡DERROTAREMOS A NUESTROS ENEMIGOS! ¡DESTRUIREMOS A CREED! ¡RECUPERAREMOS A PEYTON! ¡POR GAIA!

Sus ojos se abrieron con la luz de la mañana, al principio su mano buscó el cuerpo de Dante en el otro lado de la cama, pero no estaba. Eso la hizo sentir una extraña sensación en el cuerpo que la llegó a asustar ¿No había despertado aún? Levantándose miró a su alrededor, demasiada calma para tal tormenta. Lentamente se mordió el labio nerviosa, sin dudarlo bajó las piernas, dejándolas colgadas por el lateral, sus ojos aún se veían algo forzados por la claridad, lo que provocase que estos estuviesen entrecerrados. Dejando las manos apoyadas en los lados del cuerpo se impulsó despacio, hasta posar los pies en el frío suelo. Su cuerpo se resintió, obligándole a emitir un suave quejido, quizás no eran demasiadas las heridas que adornaban su cuerpo, pero eran las suficientes cómo para hacerla sentir dolorida y incómoda. Demasiado incómoda.

Cuando la claridad no era una molestia, sus ojos caminaron por la habitación, quedándose con cada detalle. Estaba segura de que nunca antes había estado allí, ningún mueble le sonaba, ni tampoco el lugar. Era algo nuevo para ella y cómo cachorra que era, sintió que todos sus sentidos se activaban de nuevo, dejándola en alerta continuamente. Sus ojos no pudieron evitar bajar, al hacerlo se encontraron con aquella fina prenda que cubría el cuerpo de la peliblanca, la verdad era que jamás la había usado y su olor la desagradaba, al igual que el lugar. Quería irse y lo haría.

Con pasos seguros se acercó a la mesa, tomando el vaso de zumo con una de las manos y con la otra la nota que había escrita bajo el ramo de rosas rojas. Mientras daba un largo trago al zumo, con la intención de aliviar la sequedad de su garganta, sus ojos pasaron por toda la línea escrita, quedándose con cada palabra allí plasmada... Dejándola de nuevo, junto al vaso se giró. Casi corriendo se dirigió a la puerta, sus pies estaban desnudos, ella lo sabía, pero quería salir de aquel lugar, estaba inquieta, cómo una loba alejada de sus lobeznos. 

El dolor no se quería ir y la herida no se quería cerrar. Al parecer, debían limpiar su piel de los restos de plata que pudieran quedar o que aún le hacían daño porque el terrible ardor de su hombro se hacía más intenso.

Entreabre los ojos al sentir el beso de Arkin y lo mira suplicante para que no la deje sola. Extraños la recibían y aunque ella sabía que Arkin no la dejaría si no estuviera en buenas manos, se sentía nerviosa.

Los recuerdos de la batalla y de lo ocurrido volvían a ella con gran velocidad y esto hizo que comenzara a dolerle la cabeza. Aún se sentía muy débil, su temperatura era muy baja y sudaba frío. Su estado parecía no mejorar todavía.

Aún quienes la habían separado de su prometido no habían hecho nada por ella y su dolor hacía que su impaciencia creciera, así que apenas logró fijar un recuerdo, la adrenalina recorrió su cuerpo, el dolor desapareció por un instante y en lugar de ello, un calor interno la invadió y pudo sentir el dolor de su tierra, la agonía de los ancianos y la muerte de su tribu. No sabía si habían sobrevivido, no sabía nada de ellos.

Comenzó a llamar a su alfa, entre un grito y un rugido. - ¡Gissiel! ¡Gissiel! - repetía una y otra vez. Trataba de que no la tocaran y no la silenciaran, pues no confiaba en si podrían hacerle daño. De moverse, quita la sábana que cubre su cuerpo, quedando desnuda una vez más y sus ojos comienzan a tornarse amarillos. Era el dolor contenido de su gente, de la posible muerte de su alfa y todo lo que habían vivido lo que había hecho que Illana se perdiera de esa manera. Su corazón estaba destruido y el único allí que podía tranquilizarla era su prometido.

Los licanos guardaron silencio,  mientras Arkin tomaba el puesto de  Dante y anunciaba lo que estaba pasando, cada una de sus palabras alentaron el corazón de los licanos que cuando él terminó su arenga y el rugido,los demás lo secundaron y salieron de la cabaña,  organizando grupos para poder ir a la tribu de los fianna en el acto y poder ayudar, de momento sólo eso se podía hacer.

Pronto amanecería y la luz del sol dejaría ver la devastación de ese terrible día. Hecho esto, condujeron a Arkin a una cabaña más solitaria, y llevaron a Ilanna, entre cuatro licanas, porque la joven no se dejaba tocar, estaba vuelta loca, ahí, intentando hacer algo, pero su cuerpo estaba mal trecho, como el de todos.

Las mismas mujeres atendieron a los dos licanos, y otra vez estaban cubiertos de vendas, y solos, de nuevo solos y ante la incertidumbre de lo que estaba pasando.

"tu vida es la más preciada joya"

Esa era la frase que salía en esa nota, escrita con una pulcra caligrafía. Tu cuerpo tiembla, sientes que aún no tienes la fuerza para transformarte en licana, no, es como si esa parte de ti hubiera sido arrancada, además, tus piernas se estremecen, estas vendada por completo, y una camisa de dormir te cubre, ¿quién se habría tomado tantas molestias?.

En eso la puerta se abrió y lo logras ver ahí, parado, a Creed, no está vestido de negro, sino, que lleva un pantalón de pana una camisa, como si fuese el más normal de los hombres, trae consigo una bandeja con desayuno.

- buenos días - dice, su tono no deja de ser burlezco,lo sientes - ¿cómo has amanecido pequeña? - preguntó, dejando la bandeja sobre la cama, ves la puerta abierta, podrías escapar, pero esta se cierra de golpe...

Se dejó guiar hasta la nueva cabaña, siendo por fin aquello que estaba desde hacía mucho tiempo destinado a ser.

Dejó que las otras licanas lo trataran y tras ello, Arkin se colocó al lado de Illana, tratando de calmarla, tomándola de una mano fuertemente hasta que se marcharon  con los cuidados acabados.

Sonrió levemente y se quedó de cuclillas al lado de donde la tenían tumbada.  Asumía que las heridas de la pelirroja eran mas serias que las suyas, así que, en silencio, se mantuvo, ahora tomandola de la mano y mirándola directamente a los ojos.

Con profunda tristeza, solo dijo un par de palabras.

-Los encontraremos... Confía en mi.

Tras ello, con mucho cariño, la besó en la frente y se quedó allí, rodeándola con sus brazos con sumo cuidado para no lastimarla.

La guerra llamaba a la puerta... Esta vez el conflicto se había hecho mas presente en sus vidas.

Y en el fondo de su corazón sabía, que muchos ya habían perdido la vida... Y que otros tantos importantes en su vida, podrían perderla.

Era un momento de reflexión, un momento para tomar fuerzas...

Para la gran guerra.

Illana luchó mientras la trasladaban y la adrenalina aún no abandonaba su cuerpo. Sus ojos eran de color completamente ámbar y a pesar de lo maltrecho que estaba su cuerpo, no dejaba que eso la detuviera, pues estaba decidida a buscar a su alfa.

Las cuatro mujeres la trasladaban y ella no dejaba de luchar pero mientras la trasladaban, luchaba con menos intensidad. Comenzaban a tratar sus heridas y ella no dejaba de rugir por el dolor que le producía. Aunque poco a poco la adrenalina de su cuerpo iba bajando y el dolor de sus heridas se hacía palpable nuevamente. El ámbar de sus ojos iba tornándose poco a poco en los azulados ojos llenos de paz y tranquilidad habituales de la fianna. El ardor de sus heridas bajaba y con ello su agonía.

Cuando las mujeres se retiraron, Illana las miró agradecida y esperaba que entendieran que no había querido portarse así. En eso, su prometido se acerca a ella y ella sólo puede recibirlo con una débil sonrisa. El dolor de sus heridas había bajado pero aún eran lo suficientemente profundas para no permitirle libertad de movimiento. Recibe el beso en su frente con cariño y cierra los ojos por un momento. Luego, lo mira y cuando se dispone a hablar, una lágrima solitaria se desliza por su mejilla - Espero que haya quedado algo que encontrar - sonríe débilmente y mira al techo. Se sentía culpable por todo lo que había sucedido, pero había algo que quería decirle a Arkin.

Mira a su prometido y con un tono agridulce, le dice - Diste un gran discurso. Serás un excelente líder - pone su mano libre sobre la mejilla de su prometido, la acaricia con dulzura y luego pasa a acariciar el cabello de Arkin. Comienza a pensar y baja su mano con rostro triste. No sabía cuál había sido el destino de su tribu después de lo que pasó. ¿Y si todos había muerto? ¿O si Gissiel no estaba y ahora ella era la alfa? No se sentía preparada, después de haberle fallado a su gente y a los ancianos.

Mira al techo de la cabaña por un momento y luego dice - No sé si yo lo pueda hacer. Les he fallado, no estuve con ellos para luchar, para defenderlos. He fallado como beta, Arkin - retira su rostro para mirar a otro lugar, incapaz de mirar a su prometido al rostro.

Le dolía el cuerpo, cualquier movimiento era como una tortura para ella, pero quería salir de allí. Mientras iba hacia la puerta, se fijó en cada rincón de su cuerpo, estaba vendada con gran mimo y cuidado. Llevó las manos con la intención de quitarse las vendas, pero cuando estaba apunto de hacerlo, la puerta se abrió dando a pasa a una silueta conocida para ella. Sus grandes ojos se clavaron en los de él, pero pasaron después hacia la puerta y nuevamente a él.- Maldito traidor...-Masculló mirándole fijamente. Se aproximó a él, mirando la bandeja del desayuno, solo sonrió de lado.-No me llames así, saco de pulgas... No tienes derecho-Susurró con enfado.

-¿Dónde estamos? ¿Qué quieres de mi? -Intentaba controlarse, sentía que quería saltar sobre él pero de hacerlo, solo conseguiría que la hiriesen. Ni siquiera se veía capaz de transformarse, algo la bloqueaba.- Juro que te mataré... Yo no soy cómo tú y a la mínima que intentes hacerme algo, te arrancaré la piel...-Sí, era una amenaza. Quizás solo palabras, pero palabras muy ciertas.

Arkin sonrió al escucharla intentando darle ánimos por lo que había tenido que hacer, pero pronto la miró con algo mas de rudeza a los ojos.

-¿Recuerdas cual era tu última misión, la misión que te dió tu alpha? Te dijo que despertáramos el poder de los croatanos, que juntos, consiguieramos convertirnos en la esperanza de los licanos... Y lo has hecho.

Comentó, dando énfasis en el que ella lo había hecho. Si no hubiera sido por ella, no habría conseguido calmarse y mantener la cordura en aquel estado.

-Gracias a ti hemos podido al menos recuperar a Arizona... No te cargues con culpas que no te corresponden. Tu sitio estaba ahí, junto a mi... E hicimos lo que pudimos. No te castigues mas. No has fallado: Has cumplido con tu cometido, mejor que nadie.

Dicho esto la abrazó un tanto mas fuerte, mientras su respiración se acompasaba. Cerró los ojos, y finalizó..

-Todo va a estar bien... Vamos a seguir luchando, y acabaremos con lo que nos ha sido designado. No sabemos qué ha pasado con Grissiel y con los tuyos, es posible que en algún lugar hayan conseguido escapar, y no se hayan podido poner en contacto con nosotros. No pierdas las esperanzas. Y lucha... Porque toda Gaia te necesita.

Illana mira a Arkin sorprendida. No sabía muy bien qué decir, así que se limitó a responder al abrazo de Arkin.

Él tenía razón pero estaba la posibilidad de que hubiera perdido a toda su tribu. Ella conocía la crueldad de la que Sebastian era capaz y temía que así fuera. Se sentía asustada pues ella venía preparándose para suceder a Gissiel toda su vida pero no creía que sería en unas circunstancias tan apremiantes como las que estaban enfrentando.

Illana soltó un débil gemido de dolor y le dijo a su prometido con suavidad - ¿Y tú? ¿También me necesitas, Arkin? - se sentía vulnerable y a pesar de las circunstancias, estaba decaída y triste. Además, su imposibilidad de moverse con libertad la hacía sentirse peor. Ella debía estar ayudando a otros, debía estar cuidando de los heridos, haciendo los homenajes a los caídos, pero no tendida en una cama sin poder ayudar.

- Debo ayudarles, debo hacer algo. Quedarme aquí es declarar mi derrota -.

Continuó con su abrazo, y cuando ella le pregunta aquello, el muchacho la mira a los ojos, con total calma.

-Claro que te necesito a mi lado. Sin ti, nuestra misión no va a poder ser completada... Sin ti, yo jamás podré ser el guerrero que tengo que ser, el lider de los míos... Te necesito a ti. Porque sin la calma que me transmites, solo soy un lobo que vive por y para la guerra, por y para la sangre. El camino que me espera sin ti a mi lado es... Un camino de autodestrucción.

Luego la suelta del abrazo y la toma una vez mas de la mano, cuando ella de nuevo empieza a querer caminar y ayudar. Arkin niega con la cabeza.

-No puede ser ahora, Illana. Ayudarás, cuando te encuentres mejor. Mientras tanto, poco podemos hacer.. Date un par de días, y podrás estar mejor, podrás ser la lider que todos esperan. Pero no te fuerces. Las guerras no son de un día... Y tu y yo comenzaremos nuestra particular batalla juntos.

Aunque a partir de ahora y mientras Dante siguiese herido, probablemente las decisiones de la tribu pasarían por él. Sabía que estar cuidándola a ella a veces iba a ser dificil. Tendría que encontrar el equilibrio entre una cosa y otra, entre estar dando órdenes, y cuidar a su amada, ahora en un momento de tanta necesidad.

Esperaba que en unos días, ella volviese a estar a su lado, caminando, sin dolor. Mientras tanto, el tiempo en el que él no fuese necesario para el mandato, se mantendría al lago de la Fianna.

Illana sonríe por las palabras de Arkin. De cierta manera, era algo que necesitaba escuchar por lo triste que estaba. Necesitaba una palabra de aliento en su momento de vulnerabilidad y era algo que su prometido había entendido.

A pesar de que Arkin la soltó del abrazo, ella dejó su mano sobre su mejilla y el contacto nuevamente con su lugar de descanso, hizo que sus heridas ardieran. Una mueca de dolor se dibujó en su rostro y luego le dijo a Arkin - Tú no eres sólo un lobo sediento de sangre, mi valiente guerrero. Has vivido mucho tiempo dedicado a la batalla, pero tu corazón es la más grande de tus fortalezas. Yo lo único que hice fue recordártelo - lo acaricia con cariño y mira un momento al techo.

Luego, comienza a recordar lo que sucedió pero después de atacar a Sebastian, no sabe muy bien qué fue lo que sucedió, sus recuerdos eran muy confusos. A pesar de lo que puede dolerle escuchar qué sucedió, le pregunta a Arkin - Arkin, ¿Qué sucedió después de lograr liberar a Arizona? La verdad es que... No puedo recordarlo con claridad. Sólo recuerdo haber caído de la escalera y un terrible dolor en mi hombro. ¿Qué pasó con Peyton y Dante? ¿Cómo está Arizona? -.

Como de costumbre, la mirada y las palabras de la Fianna logran encontrar el resquicio del corazón de Arkin por el que entrar, haciéndole sonreír, con cariño.

Por un momento se relaja un tanto, al menos hasta que ella le pregunta por el resultado de aquella batalla.

El muchacho toma fuerzas de donde le quedan, respira profundamente y se aventura a decir.

-Conseguimos salvar a Arizona... Y dante... En fin, sobrevivirá... Pero tendrá marcas de por vida. En cuanto a Peyton, ella...

Quedó callado por un segundo, dejando que el silencio hablase por él, y tomó la mano de ella con fuerza, hasta que sintió valor para recuperar el hilo.

-No conseguimos salvarla, no ahora.. Pero lo haremos.

- ¿Fue Creed quien se la llevó? - Illana estaba preocupada. No sabía qué terribles cosas podían hacerle a una joven como ella, más siendo ella tan impulsiva.

Esperaba que Peyton no la pasara muy mal. Ella sería el señuelo perfecto para los licanos y para Dante. Dante no permitiría que su captura quedara impune y toda la responsabilidad recaería en Arkin. Illana lo mira y con una sonrisa cariñosa le dice - Debes ser fuerte, mi guerrero. Tu padre te necesitará, aunque no lo diga. Su corazón debe estar dividido y sé que serás el apoyo que le hace falta -.