Partida Rol por web

Había mostrado nuevamente sus cartas, y había ganado por segunda vez después de un numero ya incontable de partidas. No era malo para esas cosas, y había aprendido un par de trucos útiles para el juego hace unos años. Era un buen método para distraerse de la irritante espera... ya habían pasado una hora, quizás dos o tres. Y no habían noticias acerca de los transportes, era como si el mundo estuviese conspirando en su contra.

Tenía que entregarle el unico cartucho que le quedaba al tío de Zarya en Tretjakowskaja, al menos ese era el único lugar donde estaba seguro de que podía encontrarle. Él se ocuparía de entregárselas a su buena amiga. Era lo menos que podía hacer a cambio del favor que ella estaba haciéndole, cuidar a un alma joven no era nada fácil en los túneles y a pesar de todo ella lo hizo con gusto, era agradable encontrar esos pequeños atisbos de humanidad en las ruinas de un mundo desolado. Pero bien sabía que su tío se retiraría unos pocos días después de que le llegase la carta con la información, quizás si tenía suerte el seguiría ahí, en Tretjakowskaja, esperándole. No podía perder esa oportunidad, aunque todas las cartas parecían jugar en su contra en este momento.

Salió de su ensimismamiento con la llegada de los nuevos transeúntes, era un grupo no muy pintoresco pero aun así le resultaba curioso. No se comió mucho la cabeza al ver la cruz roja que era casi tan resplandeciente como un halo de luz sobre la cabeza de un ángel, sonrió por esa comparación. Había asumido que esos dos eran sus acompañantes, o al menos quienes les escoltaban... eso pensó del que tenía un aspecto que se acercaba a lo militar. Cuando vio al segundo hombre se palpó la chaqueta y arrastró el saco más cerca de sus piernas en un gesto no muy sutil. Conocía bien a las ratas de túnel y sabía que estos estrechos sectores del metro ligeramente abarrotados de personas eran uno de sus muchos campos de practicas. Lo primero que hicieron fue bombardear con preguntas a los pocos comerciantes que se encontraban también esperando, una pequeña charla se llevó a cabo y finalmente se sintió como un estúpido al saber que iba a ser casi imposible que pudiese concluir ese viaje antes de que fuera demasiado tarde y su contacto en la siguiente estación se hubiera ido. Se estaba quedando sin tiempo y alternativas.

Finalmente jugó su última mano con poco interés en saber si había ganado o perdido, y se estiró un poco. Demostrando la diferencia de tamaños entre las pocas personas que estaban jugando junto a él. Les superaba casi en una cabeza a todos, parecía un autentico mastodonte. Finalmente observó a los presentes y se encogió de hombros. —Eso es porque generalmente se han atrevido a aventurarse grupos muy pequeños, o inexpertos propensos a perderse. No es una sorpresa para nadie.— Terminó diciendo mientras levantaba el saco y lo dejaba reposando sobre su hombro. —Además, yo también dejaría esas amenazas si no quisiera que mi negocio flanqueara debido a que los viajeros empezaran a utilizar el túnel de mantenimiento.

Se percató de la supuesta doctora. ¿A dónde cría que iba? Su socio era Andrey, no ella. Creía haberlo dejado claro. Viajar con una mujer era un problema. Si era joven y atractiva, más aún. "Y además pelirroja, eso es llamar al peligro". En los túneles los hombres siguen sus instintos para sobrevivir. Buscan satisfacer sus necesidades primarias; comida, sueño, cobijo. Sexo. La supuesta doctora era demasiado llamativa, cualquier banda de desgraciados podría querrer hacerse con ella, o bien por sus servicios o bien por su trasero. Era un contratiempo para moverse por los túneles.
Pero si era cierto que sabía cuidar. "Ratón, Ratón, Ratón. Demasiadas cargas. Un soldado que cuida de su supuesta hermana embarazada, una llamativa mujer, un fantasma que dice haber encontrado un mito. ¿Lo próximo que será? ¿Volar?". Si, se metería un petardo entre las nalgas y vería cuanto podría saltar.
—Chica, chica, venga, acércate—miró a Andrey, resignado —. ¿En serio vas a venir? ¿Sueles hablar de algo que no sea la madre Rusia? Ni siquiera te has presentado, ni dado las gracias, ejem... Bueno ¿Qué más da? Te llamaré Rusia—emitió una sonrisa que no se vio porque llevaba la máscara puesta —. Si vamos a hacer esto vamos a hacerlo con discrección. En los túneles habrá más gente. No nos fiamos de nadie, a nadie le decimos que buscamos a Semenovich, no queremos que nos peguen un tiro otros que busquen el avión. ¿Entendido? ¿Sabeís mentir?—Andrey era como un mastín, leal y letal, pero no muy ladrador, sobre la mujer, bueno, estaba por ver, pero de momento era callada como una piedra. "Y eso la hace más atractiva ¿No crees?".— Yo me ocuparé de hablar. Y de mentir, si hace falta. No es que tenga mucha experiencia pero alguna vez he tenido que hacerlo.

Ratón era un tipo estilizado, atlético, ágil, que se movía con seguridad. Sus ropajes oscuros y su rostro, del que solo se veían sus ojos y un pedazo de piel blanca, le conferían un aspecto ligeramente siniestro. Cuando se colocaba lejos de la luz había que mirarle dos veces para asegurarse de que seguía allí. Igual que una rata de los túneles, él pertenecía a las sombras, a las humedades y al sufrimiento. Era una parte más de un paisaje triste y traicionero.
El grupo de comerciantes, a la espera, no era una buena señal. Les bastaron unas pocas palabras para averiguar que ya empezaba a tener contratiempos. "¡Si no hemos más que empezar!". No era una buena señal para empezar una empresa pero, claro, en el Metro no hay buenas señales. A no ser que tengas la suerte de haber nacido en la Hansa como ciudadano. Aquel mundo de orden, trabajo y gobierno, aquel mundo tan falsamente humano, había quedado atrás, junto con sus luces, su comida sana, sus hospitales. Y sus mentiras. Los hombres de verdad se encontraban en los túneles. La humanidad era cobarde, mezquina y traicionera. Esa era la clase de gente con la que él sabía tratar.
Había mutantes en las cercanías. Las lanchas no vendrían. Miedo. O sensatez. Él tampoco se arriesgaría si tuviese dinero. "Mentira, tu vendrías con tu lancha y cobrarías el triple." Había una docena de comerciantes. Un buen grupo. Todos armados, con ellos tres sumaban quince. Suficiente para frenar un ataque mutante o para disuadir a un grupo de atracadores. Si lograba convencerlos, claro.
Empezaron los primeros problemas. A Ratón no se le escapó como uno de los tipos miraba a Svetlana. Le hizo una seña a Andrey, una que no trató de ocultar, quería que el mirón supiera que le había visto. A su vez, adoptó una actitud protectora con la mujer dando un paso al frente. Esperaba que Andrey le siguiera el juego. Solo quería dejaro claro que si la querían a ella tendrían que pasar por encima de ellos dos. O por lo menos de Andrey, que era fuerte y decidido.
Otro tipo aseguró sus petates al verle. "¿Me he topado contigo antes, amigo? No, me acordaría de una cara tan seria.". También miró a Svetlana. Ratón entornó los ojos y le susurró algo a su compañera.
—¿No puedes ser un poco menos atractiva? No quiero que Andrey tenga que golpear a uno de estos tipos por no saber mantener el pajarillo dentro de su jaula —se quejó.
El grupo de mercaderes habló. Había otro camino. Siempre lo hay. Más oscuro, más peligroso. De nuevo el miedo. Ah, pero con el miedo se podía tratar. El tipo desconfiado se puso en pie para tomar la palabra. "Es enorme, joder. ¿Qué le dan de comer? ¿Doble ración de carne de rata?". Por instinto, llevó la mano a su puñal. Pero habló bien. Así que había agallas escondidas dentro de alguno de esos tipos. Interesante. Sería más seguro caminar por el túnel en mayor número. Esperar era una locura. El avión no podía quedarse esperando. Habría otros, más intrépidos, más osados, que lo estarían buscando ya. El tiempo era un enemigo más.
Cogió aire, se preparó. "Venga, vamos allá". Se acercó a los comerciantes.
—¡Este señor tan grande e imponente tiene toda la razón! Los tontos se pierden y los idiotas mueren. ¿Hay tontos e idiotas aquí? Yo no los veo —su voz era joven pero sonaba decidida, segura, firme, Convincente —.Claro que no hay noticias de que nadie haya vuelto por ese camino. Si borramos de la ecuación a los idiotas y a los tontos ¿Qué nos queda? Un camino seguro que los barqueros no quieren que conozcamos. Amigos, eso les chafaría el negocio. Pero ese túnel de mantenimiento es seguro, al menos lo es tanto como subirse a una lancha. ¿Sabeís nadar? Porque yo no —gesticulaba mucho, dando enfasís a sus palabras. Una vez alguien le había llamado "vendebiblias" —. Todos tenemos negocios que hacer más adelante. Un grupo fuerte y grande puede ser una garantía. Al menos es mejor que esperar mientras la competencia revienta nuestros precios ¿No? De dónde yo vengo los otros mercaderes son tan feroces como ratas hambrientas. Quedarme aquí esperando me hace perder dinero. Y a vosotros. —Apelar al dinero nunca estaba mal, pero también podía apelar a otras cosas más profundas, solo por si de verdad había algún tonto entre ellos —.Yo soy muy joven, pero seguro que alguno recuerda cuando estos túneles eran nuestros, y con nuestros quiero decir de la Madre Patria, de la humanidad. Entonces ni mutantes ni criminales nos asustaban. Bastaba un grupo de hombres decididos para limpiar el camino. Hombres como nosotros. Claro que antes estaban hechos de otra pasta...aunque me gustaría creer que aún queda alguien así... —y ya está, ya solo queda el broche final. Se le estaba secando la boca. Paró un momento para beber agua, "Y darle algo de dramatismo a mi discurso". —Esa chica es médico. Viene con nosotros. No está en el menú señores, así que aparten sus ojos y sus intenciones de ella. Pero es médico, significa que ella puede tocarte a ti y tú a ella no —soltó una risilla —. Mi otro amigo es Andrey, es mi amigo. Que digo mi amigo, es como mi hermano. Después de tanto tiempo vagando por los túneles...donde pone el ojo, pichummm, pone la bala. Es letal en todas sus facetas y capaz de cubrir unas espaldas si apuñalar a nadie. No saldría de mi casa sin mi buen Andrey. Para mí es lo que se llama "una garantía" —miró al túnel de mantenimiento —. Nosotros vamos a ir, eso está claro. Si el grupo es lo bastante grande no nos molestaran los posibles criminales y si tenemos suerte, evitaremos a esos mutantes lujuriosos. Y si, teneís razón. Uno puede perderse ahí dentro, son complicados esos malditos túneles. A no ser que uno vaya con el hombre adecuado. Y, oh, vaya, amigos, ¿Saben quien es el hombre adecuado? Alguien que haya cruzado ese túnel en más de una ocasión, alguien que conozca el camino, aún entre las sombras. Y doble "oh, vaya", porque el hombre adecuado soy yo —alzó las manos como un gran mago que hubiera terminado un sorprendente truco y espease una ovación —. Soy un guía magnífico. No me metería ahí de no serlo, tenedlo por seguro. Soy el tipo adecuado, seguidme y no tendréis que esperar a que una gamba en celo suba por la orilla y quiera fornicaros el trasero. Acompañadnos, solo os costará unas pocas balas...

Marek observo como el Rata de Alcantarilla se marcaba un momento de macho protector intentando por supuesto ser respaldado por el Viejo Conocido... La idea le hizo contener la risa que iba aflorando un poco, que disimulo tosiendo. A esto habia degenerado la sociedad? Temerosos de ser asaltados por otros, pensando lo peor en cada esquina, no podia culparles ciertamente pero le decepcionaba que fuesen tan evidentes con sus temores. Finalmente, Rata de Alcantarilla se marcaba otro momento genuino, apelando a los pobres infelices que esperaban a las barcazas para ir por los tuneles. Habia considerado esa opcion al llegar, pero apenas veia a algunos miembros competentes en el grupo y no habia entablado aun dialogo. Al fin y al cabo, necesitaba un pretexto para todo lo que tenia en la cabeza y siempre habia odiado la charla vacia. El Tahur Gigante estaba en lo cierto sobre los tuneles: No habia funcionado antes porque no tenian la pericia, equipo y numero suficiente para lograrlo, pero no era imposible. Finalmente se decidio a hablar tras el discurso patriotico y valeroso de Rata de Alcantarilla. Miro al explorador a los ojos:

- No tienes que apelar al sentido del patriotismo de los aqui presentes, eso se vino abajo con las bombas para muchos de los supervivientes que caminamos por los subterraneos. No dudo de que entiendas de tuneles, y no dudo de que Andrey parezca un buen soldado, pero te recomiendo ser mas crudo, claro y sincero con los aqui presentes. - Se levanto para mirar a todos. Su altura no era gran cosa para la media rusa, apenas 1,8m no habian sido mucho antes de las bombas. Su constitucion lo hacia bastante similar a Andrey, otro viejo militar seguramente.- Damas y caballeros, el tunel es una buena opcion, sera duro, es territorio desconocido y como siempre que un pionero le echa cojones a la vida, algunos lo pagan en sangre. Yo pienso acompaniar al Senior Patriota, a Andrey y a la doctora en el camino al otro lado de los tuneles. - Miro al Tahur Gigante.- Creo que tu eres otro aventurero capaz, siempre viene bien hacer amigos capaces. - Volvio su mirada al explorador de nuevo.- Me gustaria ser claro como el cristal en este sentido: No me gustan las amenazas, los que lo hacen acaban muertos y no es un intento de intimidar, es una certeza. No se con que gente estaras acostumbrado a toparte, pero de donde vengo no asaltamos a mujeres. Dicho sea de paso, me parecio enternecedor el momento de macho protector, pero aqui Doc parece tener mas cojones que muchos de los presentes. Lo que me recuerda... - Saco del bolsillo un par de balas de clase militar, nuevas, bien pulidas. Y se acerco con naturalidad a la doctora con sonrisa sincera y gentil, cogio una de sus manos con su mano derecha y con la izquierda quiso depositarle las dos balas.- Doctora, una es un pago por adelantado, los Dioses saben que puedo acabar necesitando una sutura en algun momento. La otra es lo que llamo mi "Garantia de confianza": Si en algun momento consideras que hago peligrar su vida, sabe como usarla, si en algun momento considera que soy de fiar, me la devuelve. - Solto con suavidad su mano con la sonrisa sincera y gentil aun puesta. Volvio al explorador con su mirada seria de nuevo.- Por mi parte, considera el coste en balas pagado cuando algunas de las cosas que pululan por ahi intenten fornicarte el trasero, Marek Viktorovich, espero que sea un viaje encantador. - Le tendio la mano al explorador. Inclino la cabeza un poco para hablar al resto.- Si alguno quiere unirse, es el momento y sera un placer hacer la travesia a su lado. Personalmente no quiero peso muerto, y que nadie se preocupe por pagar, aqui el que venga debe saber cuidar su culo, con eso paga por su peaje. Voluntarios?

No era el único al que le gustaba hablar, eso quedaba claro. ¿Marek había dicho? Iba a hacer buena parte de su trabajo por él. Convencer a un buen grupo de gente para atravesar el túnel. Ellos tenían que cruzarlo, si o si, contar con más gente sería de utilidad. Si, estaba pensando en escudos humanos. La vida era duda. Encaró una ceja con solo una de las cuestiones que había dicho el tal Marek.
—No sé de donde vienes tú, seguramente de alguna estación. Yo duermo, como y vivo en los túneles, donde no hay ley, ni luz, ni agua caliente. Y donde no se respeta nada. Y he visto a gente que parecían ser muy simpáticos hacer cosas terribles, a mujeres, ancianos y niños. Siempre al más débil. No me fío de un tio que se vende tan bien como tú, Marek —claro que no, se parecía demasiado a él —. No necesito una niñera, Marek. Sé usar una de estas —dijo palmeando su Bastarda —. Así que tienes que pagarme. Como todos. Vendo un camino. Un camino que puede usarse más de una vez. Seguro que a nuestros amigos mercaderes eso les interesa—sacó un pequeño saquito y lo arrojó al suelo —.No soy un salvaje, cada uno que ponga lo que pueda, pero no lo haré gratis. El conocimiento es poder. Y yo necesito balas—se encogió de hombros. Ellos dormían en camas con sábanas limpias no a diario, pero si de vez en cuando. Él dormitaba, siempre con un ojo abierto, de agujero en agujero. Aquello tenía que valer algo —. Puedes llamarme Ratón, Marek, señor Patriota era mi padre.

Andrey quedó perplejo ante toda la palabrería de Ratón, acostumbrado a los monólogos del Führer y sus subalternos, escuchar hablar a ese hombre era casi hipnótico, aunque luego solo sacara en claro dos o tres cosas de las que decía.

Se limitó a un segundo plano mientras le daba la charla al grupo que esperaba allí, aunque no pudo evitar mirar con mala cara al gigante, ¿Estaba todo el metro libre de estándares raciales? La pelirroja era de fuera, eso era obvio y por mucho ruso que hablara no se le iba a quitar de la cabeza. ¿Madre Rusia? Y un cuerno, seguro que es checa o polaca. Pensó, aunque nunca había visto a uno mas allá de la mira de su fusil, y de las purgas hace ya mucho tiempo. Pero ese tipo grande, le daba mala espina, le recordaba a la clase de personas que serían eliminadas por el Reich, era incapaz de quitarle el ojo de encima, sus manos casi le pedian a gritos que alcanzara su fusil y le apuntase. Se contuvo a duras penas.

Cuando Marek habló se acercó a Ratón y trató de llevarlo unos pasos hacia atrás para hablar con él mientras ojeaba las caras nuevas. 

-Hey... Socio... Creo que esos de ahí no han pillado un rifle en su vida... Y si lo han hecho... Dudo que tengan mucho entrenamiento, no sería muy difícil deshacernos de ellos entre los dos pero... Si van a venirse con nosotros, no me fío de... De marchar junto a ellos, creo que... Creo que deberíamos decirles que avancen en el frente, así podremos tenerlos vigilados... Y...-

Carraspeó y miró al grupito de nuevo. Tenía el fusil bien cerca, por si las moscas.

-Crees que... ¿Podríamos cobrarles algo por venir con nosotros? ¿Ah? En la próxima estación estaría bien que compraramos munición y... Víveres, apenas me quedan filtros... ¿Que dices?- Lo miró, aguardando una respuesta, él tenía mas labia y confiaba en que pudiera sacarles un puñado de balas a cada uno.

La cara seria de Marek pasó a una sonrisa siniestra, década y media prácticamente de la misma rutina disciplinada lo había convertido en un arma templada y lista para disparar. Su voz se moduló para ser lo bastante baja para pasar solo para ellos dos y los más inmediatos.

- De donde vengo no importa, he pasado el suficiente tiempo en los exteriores para saber lo que es el hambre, el frío y la incertidumbre, pero no muestro mis miedos cuando hablo. - Se echó a reir de verdad.- No estaba vendiéndome bien, estaba siendo claro. Tú crees que conoces la ruta, si la conocieses de verdad no necesitarías voluntarios, tendrías suficientes balas y tipos duros como para hacer el camino cómodamente siguiendo una ruta trazada, que no tienes. No tienes que ser mi niñera, y yo no seré la tuya, tu no serás mi guía y yo no seré el tuyo, seguimos el mismo camino, nada más. El resto que haga lo que vea conveniente. Como mucho te daré una bala si dejamos de parecer tipos duros y hacemos el trabajo de tipos duros. - Señaló con la cabeza mediante una ligera inclinación a Andrey "Viejo Conocido".- Creo que el señor Andrey quiere hablar contigo, Ratón. Una pena no haber conocido a Señor Patriota, nunca sobran los patriotas que sirvan al orden de la Madre Patria.

Ahora ese tipo empezaba a sonarle hasta hostil, ¿Como mucho una bala? ¿Y si te quito el arma y todo? ¿Eh?

Andrey tragó saliva y levantó levemente su arma, una bastarda, dando a entender que si bien no era un gran orador, podía compensarlo escupiendo por la boca de su fusil. -Mas respeto cuando hables con mi socio, no somos tus camaradas de la línea roja, ¿Entiendes? Si vais a ir por los túneles, encabezáis la marcha ¿Me escuchas? Y sin tonterías...- Dicho esto volvió la mirada en Anton.

-Y ese no viene, que se quede a esperar la jodida lancha, tu no vienes.- Se inclinó un poco hacia Ratón para aclararle el asunto. -Ese tipo no me gusta, no me gusta nada, me da muy mala espina, no lo quiero cerca-

Parecía que Herr Andrey "Viejo Conocido" tenía agallas, pero no era el más listo de su grupo. Esto se podía convertir en un baño de sangre si alguien cometía una estupidez. ¿Se estaba perdiendo el temple en la sociedad? Empezaba a extrañar la disciplina de su lugar de origen. Lo miró a los ojos:

- Si fuese tú, no levantaría esa puta arma, la bastarda no es famosa por su fiabilidad, pero es de gatillo sensible. Y un malentendido es lo que menos necesitas, no sé a qué estás acostumbrado, pero no soy como ellos. - Se echó a reir sin apartar los ojos de él.- ¿Línea Roja, por qué basura me tomas? Creo que te has confundido en tus pesquisas. Si crees que me voy a intimidar es que lo tenéis bastante jodido. - Respiró lentamente. No quería alterar el pulso en caso de que Andrey hiciese una tontería y tuviese que responder a ella.- Lo diré una sola vez, cortad las amenazas o te doy mi palabra de que antes de que acabe la semana te arrepentirás de ello. Y tristemente no es una amenaza, es una jodida certeza.

"Genial, un bocazas y un gatillo veloz, por el jodido bigote del Fürher, me voy solo y a tomar por el culo o me voy con el gigante y que le den a estos tipejos. Baja el arma, amigo, o morimos como mínimo uno de los dos" Y con este pensamiento se preparó para lo que quiera que pudiese pasar.

Había visto con anterioridad a tipos como Marek. El frío del Metro se había colado tan profundamente dentro de ellos que habían perdido la parte que les hacía humanos. Daba escalofríos. "El cabrón habla como un jodido fantasma. Seguro que cuenta unas historias de terror muy buenas, pero no es el momento".
—Pues claro que tengo miedo, el miedo me ha mantenido vivo hasta ahora—no iba a entrar en ese juego, Marek era un militar o algo parecido. Un lobo, un depredador. Él era un ratoncillo —.No necesito voluntarios. Soy un mercader. Vendo un camino, una oportunidad. En los túneles todo se vende. No negaré que es más fácil atravesar ese túnel en compañía, por eso he pedido una cifra, solo la voluntad.
Y entonces Andrey salió a defenderle. Quizás no era el momento más oportuno, pero el gesto le conmovió a la vez que le entristeció. ¿Cuánto hacia que nadie daba la cara por él? Ya ni se acordaba. Demasiado. Nadie lo hacía en el metro. ¿Por qué si Andrey? Si, era como un buen mastín, leal y noble.
Entonces se metió con el gigante. "¿Pero qué necesidad hay de echarnos más mierda al cuello? Arghhh". Ocultó su frustración gracias a la máscara. Puede que no llegasen ni al túnel si seguían en ese tono. Él mismo era culpable por querer jugar a ver quien la tenía más grande. "Negociar, eso es lo que tengo que hacer. Negociar."
—Mi amigo Andrey no habla en serio. Ja, ¿Esa ha sido buena, eh? Bien, esperad, tengo que aclarar unas cosas con mi socio...
Pero Marek no iba a dejarlo. Miraba fijamente a Andrey. Sabía lo que venía a continuación, un duelo de miradas, la tensión dura que podía cortarse con un cuchillo. "Mierda, mierda, mierda". Era culpa suya, él era el negociador. Marek había resultado ser demasiado duro, y arrogante, hasta le había tirado los trastos a la chica. Era otro de gatillo fácil. Con uno era suficiente, dos era como juntar fuego con pólvora.
"¿Y ahora que estás haciendo Ratón? Lo que llevo haciendo los últimos días, el idiota por un motivo que ya no me compete". Y se puso en medio, justo delante de Andrey. No quería problemas. Para nada. Ya había bastantes en el Metro como encima provocarlos.
-Andrey, amigo. Baja el arma. No es necesaria. De verdad. Deja que me ocupe. Solo palabras. Aquí nadie es enemigo de nadie —se giraría hacia Marek —. Mi amigo está nervioso, Marek, pero no se lo tengas en cuenta ¿Vale? Un tipo como tú, con hielo en las venas, ya ha visto esto antes. Solo ha sido un maletendido. Ja, ja, ¿Lo pillas? Ya veo, no eres de los que tienen sentido del humor. Bueno, no pasa nada. Pero si, lo piensas...es para reirse. Venga, relaja esos músculos, fumate un cigarro o lo que sea. —No quería nada de esa mierda, tampoco la necesitaba. Estaba en medio de dos hombres armados defendiendo ¿El qué? Ah, ya, un agujero. Un ratón defendiendo un agujero —. Mira, Marek, y los demás también, escuchad. Esto es lo que hay. Puedo guiaros por ese túnel. Contamos con una médico en el grupo. ¿Os interesa? Bien, pero hay que pagar. Yo iré delante —para negociar siempre tiene que haber un tonto que ceda, oh, novedad, el tonto era él —.Vostros tras de mí y en la retaguardia Andrey y la doctora —tal y como quería Andrey, esperaba que eso bastase —. Tengo que caminar a ciegas, en la oscuridad. Y ver si alguna parte del túnel se ha inundado, hundido o ha sido invadida por mutantes. Yo corro ese riesgo, y lo hago gratis por mis amigos. A los demás les cobro. ¿Interesa la oferta? Ahí está el saco. ¿No interesa? Ya está, no hace falta jugar a los pistolas. ¿Bastante claro para ti, Marek? Seguro que si, lo has pillado a la primera. Y ahora, si me disculpaís, mientras pensaís si venís con nosotros o esperaís durante días a una barca que no va a llegar tengo que hablar con mi socio y la doctora...solo unos momentos. Si, si, id pensando en mi oferta. No vaís a encontrar nada mejor. Y sería una tontería esperar aquí varios días solo por unas pocas balas.
Había cogido a Andrey por los hombros y casi tironeaba de él para llevarle lejos de aquella gente. Hablarían en privado, esperarían a que los mercaderes decidiesen y luego se irían, ellos tres solos u otros tantos. "Genial, va a ser una fiesta de lo más movida".

Anton tuvo que soportar el parlotear de ambos bandos durante un corto tiempo, le entretenía el ligero debate que se estaba llevando a cabo por saber quien era el de los huevos más grandes. Casi podía recordar a todos los conocidos que murieron por esa misma práctica, cuando vio que era la oportunidad de expresar su opinion las cosas empezaron a salirse de control. ¿Cómo había pasado todo esto tan rápido?. Sin dudas se sentía disgustado por la forma en la que el "mercader" y sus allegados habían irrumpido en el lugar, y la gota que derramó el vaso fue la acción premeditada del militar. Estuvo a punto de arrojarse a por él como un mastín que se lanzaba a morder la mano de su agresor, se acercó un par de pasos e hizo un gesto con la palma de la mano derecha intentando ser sereno.

—Ya nos dejaste en claro que no eres un orador, compañero. Pero todavía tienes algo de tiempo para demostrar que no eres un descerebrado. Estás a punto de usar una de las armas más caprichosas del metro en una parada con una docena de viajeros... armados. Si fuera tú me preocuparía en dejar que la rata de tunel haga el trabajo de comunicación por ti.— No intentaba sonar muy suave, no era su intención. Su voz era rasposa y áspera como dos rocas entrechocando entre sí, o como la de alguien que en los viejos tiempos se hubiera bebido una botella de ron seco entera. Su semblante estaba un poco impregnado de sudor, pues sabía que si el muchacho jalaba el gatillo más de uno iba a salir herido. Cuando vio que la rata de túnel seguía solicitando un pago por la compañía casi podía echarse a reír... ¿acababan de apuntarles con un fusil y luego les ofrecían viajar con ellos por un precio? había conocido bandidos más generosos. —Dile a tu amigo que no le estaba pidiendo permiso para ir con él. Tengo la misma prisa que vosotros, y a menos de que sepa ofrecer una disculpa dudo que alguien quiera cambiar de posición.

Miró a un lado, a Marek, y agachó un poco la cabeza. Observó sus ojos, no con una mirada cómplice, lo que le faltaba es que él también resultara ser otro buscaproblemas del montón. Acomodó su saco y suspiró observando como se iban retirando la rata de túnel y el militar, junto con la joven a un lugar más privado.

Bajó algo la cabeza y se alejó junto a Ratón.

-¿He hecho algo mal? Solo quería dejar... Dejar claro a esos tipos que no van a subirsenos a las barbas, ¿Te fías de ellos? No me gustan, tienen pinta de oportunistas, ¿Y esa mujer que va con ellos? Seguro que la tienen secuestrada.-

Los ojos acerados de Marek seguian en Andrey y Raton, que ahora estaba entre ambos:

- Yo no tengo el gatillo suelto, mientras las amenazas y bravuconadas se acaben todos podremos estar en paz. Esto es innecesario, quereis ir en esa direccion, nosotros tambien, no podeis aparecer aqui e inspirar confianza con las maneras que el ha demostrado. Vamos a descansar y que cada uno reflexione hasta el amanecer, entonces decidiremos que sale de esto. Y sobre las tareas de exploracion, trazado de rutas y cazar posibles enemigos - Su mente volvio a los ultimos meses fugazmente, apenas un segundo o dos.- Es mi especialidad, aunque en unas horas nos sacasemos las tripas no voy a dejar a nadie jugarse el culo solo mientras duermo la siesta.

Una vez se fueron, se acerco al gigante sentado.

Normalmente se quitaria esa tension de encima y volveria a respirar con normalidad en lugar de ralentizar sus pulsaciones, pero no sabia que podia suceder en adelante, aunque esperaba que los nuevos hubiesen captado el mensaje: No se puede mear en las botas de gente que no conoces porque no sabes lo que puedes encontrar. El tal Raton parecia conciliador, eso le tranquilizaba, solia detestar a los cobardes pero en el caso de las Ratas de Tunel era parte de su forma de vida, era lo que les hacia ser buenos en su trabajo. Se acerco al gigante y tras mirarlo, levanto una ceja para marcar al suelo, preguntando asi si no le importaba que se sentase. A los dos segundos se sento y saco una petada metalica de color entre gris piedra y negro practicamente llena y un paquete con unos cuantos cigarros. Saco un cigarro y se lo encendio antes de ofrecer uno al gigante. Su voz estaba modulada para no levantar ruido:

- Se que la cosa ha escalado demasiado, pero a veces hay que dejar claro que no es buena idea ir meando en botas de desconocidos. Un cigarro, algo de vodka? No es de seta, asi que aprovecha. - Se echo a reir, y esta vez no era tan siniestro como antes.- Que opinas de este grupo, nos podremos fiar? Me gustaria saber si, llegado el caso de que fuesemos estas interesado en que hagamos equipo en tener los ojos abiertos... En caso de que haya problemas de actitud letales. - Dio una calada larga. Exalo lentamente.- En caso de que no vayamos con ellos, somos dos y seguramente encontremos a mas dispuestos entre los aqui presentes. Yo puedo ayudar a hacer de explorador, pero necesito mas manos. - Se echo a reir un par de segundos.- Aunque ya has oido mi nombre, me gustaria presentarme, Marek Viktorovich, un placer.

Había dado unos pocos pasos hacia atrás después de ese último intercambio de palabras, su entrecejo estaba alzado y se había cruzado de brazos. Se colocó al lado de un pequeño muro de no más de un metro de altura, ahí vio como se acercaba Marek. No le había demostrado ser un potencial peligro durante la espera de las lanchas, no al menos como el militar, al menos esa era la primera impresión. Eso le tranquilizaba un poco. Cuando le preguntó si podía sentarse cerca este asintió con la cabeza lentamente, no había terminado de apartar la mirada en la rata de túnel ni en el militar, perdido en sus pensamientos hasta que la voz de Marek le había sacado de ese estado meditabundo. 

—¿Donde lo has conseguido?— No pudo evitar preguntarlo después de coger de la petaca de vodka. La cual había aceptado con gusto para beber un par de tragos, no muy largos, no quería ser descortés al beberse más de lo que podrían haberle ofrecido, él sabía que era muy capaz de eso. Casi sonreía al pensar en eso. Carraspeó un poco y se limpió los labios con el reverso de la manga. —De los que están aquí... solo un mercader lo suficientemente codicioso y desesperado como para acompañarles lo haría, tengo una visita importante que hacer en Tretjakowskaja. Bueno, igual que muchos aquí. Así que es ir con ellos o ir solo.— Terminó diciendo con algo de sorna. Luego entregó la petaca y siguió hablando con los brazos cruzados. —Parece que confían tanto en nosotros como nosotros confiamos en ellos. La rata de túnel al menos intenta mantener el control. Pero hay que evitar que el otro muchacho se acostumbre a subir el tono cuando la situación no lo amerita.— Suspiró y luego escuchó a Marek. Parecía tan desconfiado como él. Y al no conocer las intenciones de ese grupo al menos podía congeniarse con ese individuo... «Si nos quieren joder, al menos podríamos cuidarnos las espaldas...» Asintió con la cabeza y se frotó un ojo con los nudillos. —Sí se da el caso... será lo mejor, Marek. Soy Anton. Solo intenta no provocarles demasiado, la rata de túnel parece apenas poder controlar a su sabueso.— Fue lo último que dijo, y le ofreció su mano, era un hábito al que ya estaba acostumbrado. Cuando no hay nada bueno que decir, mejor no digas nada.

—¿Algo mal? No, no, que va. Ahora saben que tenemos malas pulgas y estamos un poco locos, se lo pensarán dos veces antes de subirsernos a las barbas, como dices.—Claro que la situación no es ideal. "Nunca lo es"—.El caso es...que no conozco ningún camino y no creo que ese túnel sea seguro, así que necesitamos a esa gente. Seguro que hay mutantes ahí dentro. O peor, otras personas —paseó de un lado a otro, un poco inquieto —. Solo quería sacarles un poco de dinero. Yo tampoco ando bien surtido de material. Bueno, si no quieren pagar hay otras formas de cobrarse —. Meditó, aunque no era tan tonto como robar al tal Marek, sangre de hielo, y tampoco al gigantón —.Voy a volver ahí, aquellos que no sepan empuñar en arma que paguen. El resto no. ¿Te parece? Intentemos ser sus amigos, pero con un ojo siempre en ellos. No...no tienen que gustarte. A mi no me gustan, solo hay que tolerarlos. Como cuando coges un resfriado, ¿Entiendes? Les sufrimos y ya está. Pero les vamos a necesitar si hay problemas. ¿Te parece bien socio?—Esperó a que dijera algo antes de hacer nada —. Eso si, les diré que partimos ya. Tenemos prisa. Y tranquilo, tranquilo, te haré quedar bien.

Anna se sentía sucia, una sensación habitual en los oscuros túneles, sucia en su interiror. El rostro tenía algo de ollin, la ropa polvo, su pelo estaba algo rígido ya que no había visto agua ni champú en diez días o ¿fueron quince?. El tiempo pasaba lentamente allí abajo, era un forma de "disfrutar" aún más de la miseria y así por de ver lo peor de la especie humana durante más tiempo.
Esa suciedad no era algo que le importase a la joven y bella Anna, se sentía sucia por todo lo que había tenido que realizar para poder llegar hasta allí y sobre todo por lo que acaba de hacer. Sus sueños seguirían atormentandola durante semanas recordando una y otra vez lo sucedido. El precio que había pagado sería poco si lograba alcanzar el botín. Recordar a ese asqueroso, gordo y grasiento, sus ojos puestos sobre ella, vicio.. Fue asqueroso y le encantó ver cómo le cambiaba el rostro al ver el arma en sus manos, apuntando ahí abajo solo unos segundos antes de disparar y verlo retorcido en el suelo. Gritos de agónico dolor ¿Habría muerto? Le robo todo lo que necesitaba y le pisó la cabeza en repetidas ocasiones, no abusaría de más niños nunca más.

Anna se levantó decidida, retornando de sus pensamientos a la realidad de los túneles. Se estaba discutiendo de precios y de quién era el más "hombre" - Cerdos inútiles- Se retiró la capa que cubría su cuerpo, era conocedora de sus encantos, de como atraía las miradas y los deseos de la escoria. No le iban a arrebatar la posibilidad de conseguirlo, podía matar a muchos de los que allí se encontraban, a nadie le importaría y con ello demostraría que ahí mandaba ella.
Disculpen Caballeros... Andaba suavemente, deslizándose sobre la dura superficie del suelo -Todos podemos aportar algo y cuantos más seamos, más sencillo será sortear los peligros que podamos encontrar- Hablaba despacio, en voz baja, casi susurrante y siempre con su dulce y agradable sonrisa.
Cada vez me cuesta más interpretar a "la niña" ¿Cuando terminara todo esto? - Yo quiero acompañaros ¿puedo?

Marek le tendió la mano para estrechar la suya como era tradición. Estaba sentado a su lado, fumando mientras miraba el horizonte y ocasionalmente hacia él. En realidad estaba atento a Anton, a la zona desde donde llegarían las barcazas y al lugar donde se habían ido los otros, todo a la vez:

- Bueno, digamos que pertenecía a cierto oficial que ya no va a necesitarla... - Sus ojos se habían quedado mirando al horizonte unos segundos.- Puedes conservarla si quieres, tengo algo más de licor y me gusta compartir. - Volvió a la normalidad.- A unas malas podríamos ir ambos solos, sería jodidamente arriesgado pero peores temporales habremos capeado. Tengo... Cierta intuición con Ratón. Se ve bueno, para ser uno de las Rata de Alcantarilla, pero de verdad me teme. He visto el miedo en las caras de muchas personas en los últimos doce años, él no sería tan estúpido para arriesgarse a jugar contra mí. -Respiró hondo de una manera cargada de ese aura fría de la discusión con Andrei.- No te preocupes, ya les ha quedado claro como les pueden ir las cosas si intentan mear en nuestras botas. Una vez avisados, saben que la próxima no avisaré, ni me verán ni mucho menos quedará nada que ver. - Miró a Anton.- Podemos llegar al otro lado, juntos, como un equipo, ya lo verás. Yo cubro tu espalda, tu cubre la mía, dormiremos por turnos, te daré los detalles... Un viejo truco, de tiempos aún más viejos. Y desgraciadamente no podemos confiar en nadie más por el momento. - La joven que se quitó la capa captó su atención. Puso de nuevo su sonrisa de lobo, pero no cometió el error de mirarla a ella. "Buen truco, querida, Ilsa sabía hacer lo mismo, aunque no parecía una muñeca de porcelana indefensa... Eso te lo reconozco" pensó para sí mientras la veía por el lateral de su visión. Ninguna mujer que sospechase que unos hombres peligrosos andan tras mujeres se quitaría casi toda su cobertura de ropa delante de ellos... Sin duda era una araña joven, pero prometedora.- Esa chica, no mires directamente a ella, la que ya estaba aquí con nosotros envuelta en una capa. Quizás cuando acabemos esta conversación deberíamos dejar que se uniese a esta expedición.

Había estrechado su mano firmemente y con energía, y asintió con la cabeza para darle un par de tragos más al vodka. Mantuvo la petaca en algún lugar cercano. Si Marek iba a querer también no iba a realizar objeciones. Se pasó una mano por la nuca y luego se cruzó de brazos, observando momentáneamente al grupo que seguía inmiscuido entre sus planes.

Cuando Marek empezó a hablar se limitó varias veces a aprobar con la cabeza lentamente. No le parecía un punto de vista completamente errado el de aquel sujeto, era la mejor apuesta por los momentos... —¿De verdad no te gustan, eh?— Terminó diciendo con una articulación de los labios que tiraba a una sonrisa, luego asintió con su cabeza. —No se que razones tienen para tanta paranoia, quizás se dirigen a algún lugar importante, o son transportistas de algo. No creo que la doctora sea tan importante o tan ingenua como para necesitar de una escolta.— Mencionó después mientras se pasaba una mano por la barbilla, cuando notó la voz de la muchacha joven y la advertencia de Marek realizó un encogimiento de hombros cargado de desinterés. Ya hace un tiempo le habían dejado de interesar los placeres carnales, siempre fue un hombre dedicado a la familia y aunque era dado a la bebida las mujeres eran el menor de sus intereses. 

—Es toda tuya.— Mencionó casi a punto de sonreír —Pero no estaría aceptando demasiados extraños en nuestro "equipo", es tentar a la suerte... siendo tú me cuidaría los cojones.