Partida Rol por web

Porfin, despues de semanas de travesia, avistais la ciudad comercial de Hillsfar, una ciudad grande ,donde esperias encontrar mucho trabajo como aventureros por libre, pues venis a ella buscando ocupacion. Desafios y puede que algun tesoro o recompensa pueda caer en vuestras manos. Tiempos de guerra han quedado atras y la aventura es una buena salida para hombres como vosotros y esta es la mayor ciudad mercantil de la region por lo que buscais un buen negocio en ella

Desde la proa del barco , veis el puerto en la orilla y tras el la gran ciudad fortificada, se dice que es gobernada con mano de hierro, pero es una buena oportunidad para nuevos emprendedores, y esperais conseguir alguna de sus riquezas ,pero las mentes de vosotros sus tripulantes ,tienen mas cosas en las que soñar, cada uno un objetivo propio, o bien su relacion con los demas miembros del grupo , lo que les pasa por la cabeza ante las nuevas e infinitas posibilidades que se les abren tan solo lo saben ellos.

Los días se hacían largos mientras los aventureros navegaban en el mar. Cuando el barco llego a las proximidades del puerto, el druida se sintió aliviado, pues la navegación no era lo suyo.
Al desembarcar el Sibelius no tenía ningún objetivo en especial, ya que la vida en la ciudad no era lo suyo y si en la vida en el bosque. Igual esto lo veía como un desafío a sus habilidades y conocimientos. En ese momento observa a su peculiar compañero Ralo.
- Crees que nos podremos desempeñar bien en este ambiente inhóspito para nosotros?
Ahora solo faltaba llegar al puerto y ver con que se encontraban los navegantes del navío.

Hillsfar aparecía en el horizonte tan majestuosa como esperaba.

En una ciudad como esta, con un ritmo comercial tan voraz, seguro que hay lugar para alguien como yo. Espero encontrar algún trabajo peligroso pronto. Tantas semanas de inactividad en este barco me están volviendo loco.

Asenoc miraba atento la ciudad mientras comía despacio una manzana. Cuando hubo terminado lanzo la manzana al aire, todo lo lejos que pudo del barco, tan lejos que seguro utilizo algún truco de mago para ello. Mientras la manzana desafiaba la ley de la gravedad en el aire lanzo un rayo de intenso fuego hacia ella incinerándola por completo.

Tic Tac Tic Tac

Sentada en uno de los extremos del barco, veía embobada el botín de mi última aventura. El colgante era precioso, que suerte que ese feo troll era lento para moverse. Y ese brillo, ese brillo hacía que mis ojos brillaran y me pongo toda colorada.

Cuando caigo en la cuenta de que lo he sacado demasiado de mi morral lo guardo nuevamente, junto con una hermosa gema que también había encontrado en aquella torre con habitaciones de cuadros interminables.

Un relampago a lo lejos me hace caer a tierra.... bueno, es una forma de decir, todavía estamos en el agua... bah, en el barco, por lo que la madera podría considerase tierra... los árboles nacen en la tierra... es una analogía aceptable. Pienso mientras asciento con la cabeza mis propios pensamientos.

Pero aquel rayo me llamó la atención. Estamos de día, y no hay nubes. ¿De donde salió? ¿Hay algún mago en el barco? Sería mejor investigar, me encantan los magos. Sus trucos de fuego son lo mejor, pero nunca ví uno que tirara rayos. ¿Qué podría hacer un mago con rayos?

Dispuesta a averiguarlo comienzo a caminar por el barco antes de que llegue al puerto. Capaz que en el camino encuentro algo de utilidad para mi viaje.

Tras haber servido como mercenarios bajo el mando de cierto noble ambicioso habíamos decidido permanecer juntos. La combinación de nuestras habilidades se mostraba más que eficaz contra casi cualquier amenaza.

La seguridad que nos proporcionábamos mutuamente por caminar juntos bien merecía la pena.

Fueron dias muy duros, agotadores y sangrientos en los que aprendimos a confiar los unos en los otros.

Cuando las ambiciones del noble fueron satisfechas nos quedamos sin trabajo. Noticias de una ciudad con abundantes oportunidades nos llegaban constantemente.

Finalmente... acordamos viajar en busca de nuevas oportunidades.

No obstante… Asenoc podía sentir una presencia más en el barco. Alguien con quien no habíamos hablado y que tampoco habíamos visto hasta el momento.

Lo cual significa que debe ser un experto en ocultación. No me hará daño conocer a ese individuo.

Me giro despacio sacando otras dos manzanas de mi bolsillo y hago un gesto de ofrecimiento con una de ellas.

¿Tomarías un aperitivo conmigo mientras llegamos a puerto?

Me llamo Asenoc. Un placer conocerte.

Amanecía cuando la gran Galera entraba en la bahía de la fantastica ciudad de Hillsfar, su mar plateado resplandecia, mientras que la nave surcaba con paso majestuoso las pocas millas que la separaban del puerto de atraque.

Kiyra era una mujer aguerrida y de fuerte carácter. Era espectacular y llamaba la atención sobremanera, especialmente su melena de color azabache.

Había pasado la mayor parte del viaje meditando sobre la misión que tenía en sus manos, nada más y nada menos que promulgar  los dogmas y fe de la Iglesia al servicio de Corellon Larethian, su deidad. Ya había demostrado su valía en anteriores misiones, puesto que era una experimentada guerrera, tocada por la gracia de Corellon, había salido victoriosa de sus diferentes misiones. Sin embargo como acólita, comenzaba a sentir el impulso de obrar en nombre de Corellon, soñaba con crear una capilla en aquella ciudad o quien sabe quizas un Templo algún día. Ella era una mujer ambiciosa, y más peligroso aún, era una devota acerrima.

Desperto de su ensoñamiento, volviendo a la realidad cuando vio al mago lanzar un conjuro, y la expectación que este creaba. Había coincido con algunos de aquellos aventureros en el pasado, especialmente con Sibelius el druida, aún recuerda la horda de orcos que oso invadir un bosque sagrado y como los exterminaron entre ambos, aquello fue grandioso. Y por ende se había ganado su respeto.

Al mago que se hacía llamar Asenoc, no lo conocía muy bien, igual que a Ralo, pero eran conocidos de Sibelius y eso era garantía suficiente para ella.

Respecto a Amaralys, la conocia lo suficiente, como para mantener a buen resguardo sus pertenencias. Intentaba no darle nunca la espalda.

Desde proa ya se avistaba  la gran ciudad fortificada, llena de oportunidades y esperanzas.

Me escurro entre la gente mientras trato de ganarme un par de monedas en el camino, pero no tengo mucha suerte.

Al llegar a la zona donde suponía estaba el mago un personaje me ofrece una manzana.

- Hola! Me encantan las manzanas. Muchas gracias. - le digo con una sonrisa - Mi nombre es Amarilys - digo mientras me paro más erguida para parecer un poquito más alta. - Dime... ¿Has visto quien fue el que tiro ese rayo en el agua? Fue algo magnífico.

Muerdo la manzana y comienzo a hablar después de tragar el bocado… dando unos segundos para la teatralidad.

Pues es un conjuro bastante sencillo. Creo que cualquier mago puede lanzarlo. Cuando termines esa manzana lo haremos una vez más. Estoy tremendamente aburrido en este barco.

Mientras tanto… ¿Qué te trae a esta ciudad Amarilys?

No he podido evitar fijarme en que te gustan los bolsillos ajenos… pero deberías limitar tus intentos a lugares donde exista una ruta de escape. ¿Si te pillan robando en el barco que harás? Bueno… quizás seas una excelente nadadora.

Sonrío mientras doy otro mordisco…

- ¿Robar? ¿Quién esta robando? Yo soy una observadora Señor... me ofende. - le digo con disimulado enfado, ya que saber que este hombre es el que tira rayos acapara más mi atención antes que andar viendo bolsillos ajenos. - Debe ser magnífico poder hacer magia. Una vez intenté, pero terminé quemandole la barba a uno de los magos y tuve que escaparme, debe haber sido que toque alguna botella que no debía. Los magos no saben escribir me parece, nunca le ponen etiqueta a nada. ¿Cómo puede saber una que tiene cada cosa? - mientras me frunzo de hombros y niego con la cabeza.

Rio a carcajadas.

¡Hahaha! ¡Qué gran verdad! Los magos son unos inútiles. Memorizando todas esas palabras y formulas durante horas para conseguir realizar actos mágicos que por naturaleza no les han sido concedidos.

La conversación con Amarilys era muy entretenida. Tanto que estaba olvidando mis deseos de matar durante un rato. En un instante me doy cuenta de ello.

Vaya. Podría resultar realmente útil tener a esta ladronzuela cerca. Me podría ayudar con mis problemas de autocontrol.

Mira… estamos llegando. ¿Por qué no vienes con mis amigos y conmigo a tomar un buen plato caliente? La comida del barco es asquerosa.

Eso sí… ten cuidado a quien “observas”… no queremos problemas con la gente equivocada…

Me quedo pensativa ante esta propuesta. Me vendría bien un poco de compañía, ser una observadora del mundo y su gente a veces es muy solitario. Así mismo debería ir con cuidado, no vaya a ser una trampa y me quieran secuestrar y pedir rescate a... a... nah, no hay nadie a quien pedir rescate, y seguramente me voy a poder escapar si es necesario.

- Bueno, acepto, pero yo tomaré mejor un plato frío. Si está caliente me va a ampollar las manos y me va a doler mucho. - digo mientras veo mis manos y abro y cierro los puños. - Y dime ¿quiénes son tus compañeros?

Mientras el druida hablaba con el orco, por un costado ve el destello de un rayo pareciendo rara su procedencia, pues estos se originan verticalmente y de abajo hacia arriba. Este era extraño, pues tuvo un desplazamiento inclinado y la procedencia fue desde el barco.
Sibelius, se dio vuelta y enseguida se dio cuenta de donde provino tal poder. En ese momento se empezó a camiar hacia el que el creía que había creado tal poder.
- Hola. Permiteme presentarme. Mi nombre es Sibelius y por lo que veo te gusta jugar con los poderes de la naturaleza. Le dijo al encapuchado.
 

Hola Sibelius. ¿Qué tal estas?

En efecto, a falta de algo mejor que hacer, estaba practicando mi puntería…

Permiteme que te presente a Amarilys.

Me he tomado la libertad de invitarla a comer con nosotros... si te parece bien.

Cuando Asenoc le presenta a la mediana, Sibelius responde.
- Hola  Amarilys. Sientate con nosotros. A que te dedicas? Si se puede saber. Pregunta mirandola seriamente.
Ahora solo faltaba desembarcar y poder recorrer la ciudad viendo donde se podrían hospedar y buscar algún trabajito.
- Asenoc, ten mas cuidado donde apuntas tus rayos. No debemos llamar demasiado la atención, por el momento.
Por el momento el grupo estaba tranquilo y el druida quería que permaneciera así.
 

Kiyra se apróximo con paso decido al Grupo reunido entorno a Sibelius, y haciendo gala de hermandad le mostro un saludo respetuoso a su viejo amigo. A continuación saludo a Asenoc, lo habia conocido recientemente, pero Sibelius daba fe de él, igual que del semiorco- extraña alianza con una criatura nacida de la oscuridad.

Despues de saludar a ambos, se dirigio a Amaralys: Mi nombre es Kiyra, ofeciendole una mano, encantada de conocerte.

Luego mirandola fijamente le dice: Nos llevaremos muy bien, siempre y cuando respetemos nuestras posesiones.

Y a continuación dejo que ella hablara.

 Los heroes siguen conversando animadamente entre ellos y recordando viejos tiempos y anecdotas de guerra en comun , con lo buenos que eran los viejos tiempos cuando habia mas accion, y que ahora tendrian que buscarse la vida para encontrarla, en tiempo sde paz 

Su conversacion se vio interrumpida por la llegada a puerto y el consiguiente registro y muestra de documentacion de viaje , con unos guardia que subieron al barco y no dejaban salir a cada uno hasta no tomar los datos pertinentes , tambien pusieron un lazo amarillo sobre las armas de una mano y un lazo rojo en las de dos manos , advirtiendo de su uso adecuado de las armas en la ciudad y al ver al grupo aguerrido de aventureros que no se metieran en lios en la ciudad con ellas

- Hola, un gusto conocerlos a ambos. Yo me dedico a pasear. Soy una observadora. ¿Y de qué se preguntaran ustedes? Pues de todo lo que me llame la atención. Y puede estar tranquila señora Kiyra que sus pertenencias no corren ningún peligro, mis ojos se encargarán de que ningunas manos intrusas (*) toquen sus cosas.

Cuando iba a continuar hablando llegamos al puerto, con lo que me quedo contemplando los muelles y lo que se podía apreciar de la ciudad. Posteriormente entran los guardias y nos etiquetan las armas, cosa que no me causa mucha gracia, pero había que cumplir por ahora y no armar revuelo.

Después de hablar con los viejos conocidos y con los nuevos, el druida observa como van llegando al puerto. La guardia de inspección del puerto no le cayo bien al Sibelius, pues eran arrogantes. De mala gana deja que marquen sus armas y no tiene papales para entregar, pues de donde el proviene no existen tales cosas.
Lo que el Druida no quería hacer, era entregar un soborno para que lo dejen entrar. Pues a esos guardias inútiles no les dejaría ni una moneda de cobre.
En ese momento el druida se coloca a un lado y deja que sus compañeros resuelvan la situación.
 

Como de costumbre Asenoc no llevaba armas encima. Salvo algún cuchillo entre sus pertenencias los guardias no pudieron encontrar nada especial.

No obstante, no puso buena cara cuando marcaban las armas de sus compañeros.

En cualquier caso… ya estaban dentro. Ahora era momento de buscar trabajo.

Bueno… ¿qué tal si vamos a alguna posada, tomamos algo de comer y preguntamos cómo van las cosas por aquí?

- Me parece bien, vayamos para alguna posada. Allí podremos estar un poco mas tranquilo. Le responde a Asenoc. 
- No quiero permanecer un segundo mas en este lugar.
Sibelius no soportaba mas la presencia de los guardias y se quería retirar lo antes posible de ese lugar.