Partida Rol por web

Sam bajó la mirada al suelo pensativa. — Sur de este continente... — Susurró para sus adentros tratando de hacerse una idea qué demonios era el sur del continente. Sus educación no daba para tanta geografía, por desgracia. Aún así se dio por satisfecha con aquella respuesta. — Me gusta Cabra. — Dijo dedicándole una sonrisa cómplice.

Tras esto, aceptó su pésame y se encogió de hombros. — Gracias viejo, se lleva como se puede. — Puesto que había dejado constancia los muchos años que tendría, Sam se dirigió a él con toda la confianza del mundo. Como si lo conociera de toda la vida. Igual debería pararle los pies, pues ella se sentía cómoda con aquel hombre tan extraño pero agradable. Asintió con la cabeza a sus palabras y frunció ligeramente el ceño, mostrando su preocupación. Después negó con la cabaeza. — Ni puta idea de quién fue el cabrón... — Musitó apretando la mandíbula. Si había una cosa que hacía para sobrellevar mejor la pérdida, sin duda era refugiarse en la rabia y las ganas de matar al que hizo aquello. — Lo que sí se, es que cuando lo encuentre... Mi cara será la última que vea. — Se mordisqueó el labio fantaseando con la idea.

El cabra sonrió ante la preferencia de Sam. Pronto parecía dejar los gestos serios aunque rápido volvía a ello cuando lo sentía necesario. No hizo comentario ante su vejez, ya que el insulto más grave habría sido que le digiera antiguo.

“Puedes tenerlo por seguro…” le ofreció. “Si es alguien que tenía algo en contra de tu manada posiblemente te perseguirá a la nuestra también. Por lo el infeliz que lo haya hecho terminara en nuestras manos de aluna forma.” Comenta haciendo cierta referencia a una defensa ahora que sabían de un posible enemigo. “Aunque si has perdido a tu manada en la alcantarilla tendrás que esperar antes de tener esa venganza.” Comento tal vez refiriéndose a lo desconocido.

Ya habían cruzado el portal de salido del refugio tomando algo de aire y sin poder resistirlo mirando a esa cruz brillante en el monte que le daba el nombre a la ciudad. “Mira sere sincero y dire que no me agrada del todo que te hayan agregado de esta forma a nuestra manada. Pero por otro lado yo no sere quien para expulsarte de este, ese será nuestro líder si asi lo considera.” Le informo con una voz calmada alejando su mirada de esa cruz. “Mientras tanto, si deseas preguntarme algo además de mi origen puedes hacerlo incluso podemos hablar de nuestra senda.”

Sam se encontraba pensativa, con la mirada perdida en el frente mientras hablaban, pensando en todo el tema que rondaba en torno al asesino de su antigua manada. Cabra tenía razón, y se encontraba realmente agradecida de pensar que tendría al menos algún tipo de respaldo. — Sí, lo sé... Y siento traeros problemas, tío. — Murmuró aún con aquella mirada pensativa.  

Aún así, continuó caminando junto al Gangrel en dirección, supuso, a su refugio. Cuando dijo aquellas palabras, la mirada de Sam cambió. Se clavó en él y lo miró confusa, con el ceño fruncido. — Eh, oye, yo no he pedido ayuda ni compasión de nadie. Esto ha sido idea de la arzobispo, a mi no me mires... — Alzó las manos como si estuviera quitándose la culpa. — Sé cuidarme perfectamente sola, lo he estado haciendo toda mi puta vida, como para que ahora tengan que andar haciéndome de niñera... ¡Já, venga ya! — Estas palabras eran casi más para ella misma que para su interlocutor. Pero se la veía enfadada. Sí, le molestaba bastante sentirse como que estaba siendo una carga para otros y formando parte de algo a lo que no había sido invitada.

Suspiró, frustrada y apretó los puños. — Cuéntame... Supongo... Sobretodo. Realmente soy tan nueva en este mundo de la noche... Que quizá muchas cosas de las que tengas para contarme, no las conozca... — Se encogió de hombros, continuaba levemente enfadada.

Tal vez al final de la noche se dirigiría a su refugio pero en esa ocasión solo elegio salir fuera del refugio comunal. Ahí afuera el Sabbat seguía mostrando su presencia, estando algunos robando autos y otros violentando o amenazando a los pocos mortales que eran tan estúpidos para pasar por ese lugar a esa hora.

“Pudiste negarte.” afirma el gangrel como si fuera algo verdaderamente posible, no solo una estupidez de un cabeza de pala. “Igual no te preocupes no creo que en nuestra manada haya una niñera, si pruebas ser tan eficaz como dices entonces tendrás a cuatro hermanos que te protegerán como uno mas.” Le respondia el gangrel que notaba su tono, pero igual no se lo dejaba fácil o como si creyera al cien por ciento que era como ella decía.

El gangrel se rasco su barba pensativo ante el comentario de ser nueva en esto. “Ayudaria que me digieras específicamente que necesitas saber.” Dijo esperando que ella pensara mejor su pedido aunque no por ello no le contesto parte de lo que quería. “Empecemos con la senda. Como podria saber es una camino que debemos usar para guiar nuestras nuevas vidas. La senda que compartimos nos hace reconocernos como los mejores cazadores en comparación con los demás por lo que tus habilidades deben enfocarse en ello. Pareces alguien peleadora aunque como eso te ayuda con tus presas? acaso las golpeas o derribas para tomar tu alimento de ellas? En si te pregunto como cazas?” pregunta a ella.

Se encogió de hombros a la opción de negarse, no tenía nada que responder sobre eso pues, ni siquiera se le había pasado por la cabeza. ¿Por qué iba a querer negarse a estar con una manada en lugar de quedarse sola otra vez? En el fondo, aunque disfrutara de la soledad y no necesitara compañía, le sentaba bien. Así que no dijo nada más sobre aquello, el viejo tenía razón. Y se ganaría su lugar en manada aunque le costara a ella misma adaptarse. 

Nuevamente encogimiento de hombros en cuanto a qué quería saber. Realmente, ni ella lo sabía. ¿Qué narices quería saber? ¿Todo? ¿Nada? En ese momento pasaba por una fase de importarle todo más bien una mierda. Aunque escuchó lo que el viejo le tenía que contar. — Bueno, depende de quién sea o cómo me encuentre yo ese día. Hay veces que me apetece jugar a hacerle creer que tiene oportunidad de escapar de mi... Otras, voy al grano. — Ladeó la cabeza, como si se preguntara qué tendría eso que ver. — Aunque disfruto bastante con la violencia gratuita. Si tengo motivos además para usarla... Buah — Entrelaza sus dedos y los estira crujiéndolos mientras sonríe.

Te escucha con atención y asiente ante tu forma de cazar, notando tu pregunta que estaba en tu cabeza. “Jugar con tu presa te permite mejorar tu caza de cierta forma, aunque no hay nada de malo en ir rápido por su sangre. Ambos son buenos métodos para seguir nuestra senda como corresponde.” Dijo el hombre pensativo. “El motivo tambien es importante. Porque cazamos es muy importante y por eso te hago estas preguntas.”

El hombre vuelve a sonreir al escuchar el crujido de tus nudillos. “Tal vez ya te lo hayan explicado pero nuestra senda se basa en nuestras habilidades naturales de cazador. Muchos vampiros se sienten inclinados en usar armas para matar mortales pero ambos sabemos que somos lo suficiente superiores a ellos para no necesitar nada mas que nuestro cuerpo.” Dice elevando su mano y mostrando como una de sus manos se habia convertido en unas largas garras.

“Yo puedo ayudarte en convertirte en la cazadora que buscas, una que no solo vaya tras mortales. Sino contra nuestros enemigos en las otras sectas, contra cazadores mortales o incluso contra los hombres lobo.” Decía con ciertas ansias y deseo en especial con esa ultima mención. “Ser nueva en esto te hara sorprenderte bastante con lo que estas por ver, pero eso no es malo te permitirá aprender mas. A ser una mejor cazadora y poder de saciar a tu bestia como deseas.” Le expreso como si la aleccionara.

Entonces volvió a verla. “Podriamos salir juntos en la próxima caza.” Sugirió de repente.

Sam escuchó atentamente todo lo que el Cabra tenía para contarle, le parecía realmente interesante y creaba en su interior unas ganas locas por empezar a poner en práctica todo lo que le decía. Se mordía el labio impaciente mientras se agarraba una mano a la otra constantemente de la pura inquietud. Era bastante expresiva en cuanto a sentimientos o cosas que le rondaban la cabeza. — Me gusta tío. Seh, me encanta, en serio. Quiero ser una puta cazadora y poder destrozarlos a todos. ¡Wuhuuu! — Gritó dando unos saltitos acompañados de unos pocos puñetazos al aire, presa de la adrenalina que tanto la controlaba. 

— Me parece de puta madre viejo, ¡vayámos juntos! ¡Me caes bien! — Dijo pegándole con el puño en un hombro de manera amistosa y con total confianza. — Nada de armas, seh. Sólo nuestro cuerpo. Por cierto, me molan un taco tus garras tronco. Ojalá yo tuviera de esas... — Decía mirándose sus propios puños cerrados. 

El cabra miro con una pequeña sonrisa la emoción de su compañera, viéndose complacido que esta expresara tal entusiasmo y lejos de ser un anciano amargo que habria descalificado esa forma de festejo, este la dejo hacer. “Me alegra que te guste tanto, se nota que nos llevaremos bien.” Comento sonriendo mas ampliamente.

De repente cuando te ve saltar no puede evitar reir un poco y ahí su sobrenombre sale a la luz. Su risa era una rara con su cadencia y lo primero que te venía a la cabeza era una cabra haciendo ruido. Sin duda en oídos mas sensibles seria molesta la risa de cabra de aquel gangrel.

Este para con el puño que recibe, entendiendo lo amistoso de este aunque Sam descubre de paso que es mas duro de lo que parece su piel o tal vez si era como parecía. “Podrias tenerlo, aprenderlo. Cuando hagamos el vinculum para unirte a nuestra manada te será mas fácil aprender no solo de mi sino de los otros. Esa es nuestra ventaja, todos nuestros dones se comparten.” Le informo.

Sam estaba totalmente de acuerdo en que se llevarían bien, el viejo era enrrollado, no el típico muermo que esperarías que fuer alguien con... ¿Qué? ¿100? ¿200? ¡¡¿¿500 AÑOS??!! En eso estaba pensando cuando le habló de poder aprender de él y de los otros. Ahí se le encendió la bombillita. ¡Cierto! Qué idiota. Recordaba que su hermano le había hablado de esto también. Lo había olvidado por completo. Se rascó la nuca y sonrió. — Cierto, cierto... Estaba olvidando algo tan interesante como eso. — Murmuró con la mirada pensativa unos segundos, aunque en seguida volvió a mirarlo. — Ya entiendo lo de Cabra... Seh... Lo entiendo... — Y rió ella de vuelta. — Pero no pasa nah, está bien ser diferente. — Lo miró entornando los ojos y se atrevió a formular la pregunta al fin, como si le quemara si no la hacía. — Oye, viejo. ¿Cómo de viejo eres? Quiero decir... ¿Cuántos años tienes? — Siempre se le había hecho fascinante conocer gente con cientos de años. Desde que formaba parte de aquella inmortalidad, le gustaba ir preguntando sobre la edad de la gente. Igual algún día molestaría a alguien... 

Ahí si la olvido con confusión y algo de extrañeza ante su olvido de un rasgo tan importante de su sociedad, una que no solo ayudaba a encontrar mejores formas de mejorar a los miembros de la manada sino tambien ayudaba a chequear si habia algun camarilla o traidor entre ellos si se rehusaban en tomar parte de este.

“Es mejor ser diferente, ya que eso es ser libre Sam.” Le acompaño en su sentimiento de paso agregando de su filosofía.

Fue la pregunta de ella lo que le sorprendio, no era una pregunta frecuente y èl en verdad se estaba tomando su tiempo para responderlo. “Mas de 100 años seguro. Aunque no estoy seguro cuanto tengo en realidad. Mi memoria anda algo perdida en ciertos temas, no se mi edad exacta, la definición de mi nombre o donde he nacio de nuevo o donde naci siendo mortal.” Comento no pareciendo hacerse el interesante, sino siendo sincero en sus perdidas pero lejos se veía de preocuparse por ello.

— Seh... — Murmuró Sam asintiendo con la cabeza totalmente de acuerdo. Alzó después la barbilla, pues se había quedado mirando al suelo unos segundos, pensando en la libertad y después sonrió. — ¿En serio no te acuerdas, tío? — Emitió una pequeña carcajada risueña. — ¡La hooostia! ¿Por qué? ¿Tan viejo eres? — Lo miraba amigable y con una sonrisilla de niña traviesa en la cara. Siempre le había molado meterse con los que eran mayor que ella llamándolos viejos, era gracioso. Aunque siempre se la devolvían diciéndole que ella era una cría, y en su derecho estaban. — Tengo ganas de tener tanto años yo también y no poder acordarme de nada. Molaría... — Fantaseó con la idea de no recordar todo lo que había vivido hasta ahora.

El gangrel siguió la mirada de ella queriendo ver que miraba en el suelo y de paso evadiendo a la cruz. “Te cuidado con lo que dices, me vas a hacer sonar como si fuera un antiguo.” Dijo este que a pesar que aceptaba el chiste, le volvia a aleccionar antes que digiera una tontería como si fuera una cria.

“No se, he peleado con muchos ahí abajo. Tanto camarilla, como hermanos y otros seres. Creo que alguno me ha hecho algo de mal a mi cabeza, por eso no recuerdo esos detalles. Aunque tampoco he sido mucho de contar los años.” Comento el gangrel restándole importancia al tema al final. No parecía ser algo que lo tuviera en vela aunque sabia que tenia sus años encima.

Casi rio ante el comentario final, antes de cambiar sus gestos. “¿Tanto quieres olvidar?” pregunto con mas seriedad. “Los recuerdos se pueden modificar, pero no se i olvidar las cosas te sirvan. Seguro que lo que sabes te ayuda a tener mas razones para pelear y matar.” Dijo apretando su puño frente a ella. "Aunque si es cierto lo que pienso sobre mi perdida de memoria, puedo ayudarte a olvidar. Que te parece una pequeña practica hermana? No usare mis garras."

La chica se llevó una mano a la boca cuando escuchó las palabras del Gangrel. Tenía razón. El gesto era tal como el de alguien de dice una palabra mal sonante y segundos después se da cuenta de lo que dijo. — Totalmente de acuerdo, perdona. — Musitó haciéndole ver que comprendía que le dijera eso. No es que fuera su intención ofenderle, por supuesto.

Escuchó atenta sobre su perdida de memoria. Era probable que alguien tuviera algo que ver en eso... sí. Asintió con la cabeza, aunque por mucho que se hiciera una idea, no supiera realmente qué o quién podría conseguir tales efectos. — Suena como una gran putada. ¿No hay forma de revertir lo que sea que te pase? — Lo miraba interesada de verdad en la respuesta. — Podría ayudarte. — Se encogió de hombros. Ella se ofrecía siempre para ayudar a quienes les caían bien. Kapuka se lo había ganado ya.

— Sí, tienes razón pero... No sé, realmente sí que me molaría olvidar toda la mierda. — Suspiró y volvió a encogerse de hombros. — Yo creo que seguiría tiendo la misma sed de sangre, sólo que no recordaría el por qué. — Alzó las cejas dudosa, creyendo en esa posibilidad, pero aventurándose. — ¿Dolerá? — Frunció el ceño. — Quiero decir, me la pela el dolor, ¿sabes? Pero por saber... Aún así, seh, mañana. — Levantó el pulgar sonriendo.

“Eres muy confiada hermana, igual no hay nada que perdonar.” Comento el hombre con una leve sonrisa, lejos estaba de la molestia el gangrel.

Encogió sus hombros. “No lo he intentado de verdad, es un trabajo que necesito que lo haga alguien de mucha confianza y hasta ahora no lo he encontrado.” Comento el hombre viéndose algo pensativo. “Puede ser, aunque tampoco es necesario que te esfuerces mucho. Estoy bien como estoy.” Dijo con calma si bien no la incentivaba mucho en ese camino tampoco se lo prohibía.

Se puso a escuchar atentamente lo que decía ella, asintiendo a un par de sus puntos. “Doler? No se, yo no puedo hacerlo.” Expreso pensando que hubo alguna confusión en sus palabras. “Estaba bromeando no puedo hacer tal cosa, ni se como lo hicieron conmigo.” Le aclaro. “Por otro lado el entrenamiento dolerá, tiene que dolor para que mejoremos hermana.” Comento con cierta maldad.

“¿Mañana entonces?” pregunto curioso de postergar el entrenamiento aunque no pareciendo dispuesto a apurar su decisión.

De repente Sam entendió todo. Se llevó una mano fuerte a la cara con un facepalm en toda regla y suspiró. — Vale, qué gilipollas soy... — Y después se echó a reír por ser tan ingenua. — ¿Sabes qué pasa? Soy tan novata en este mundo que... yo que sé... Cualquier cosa me creo ya! — Siguió riéndose con lágrimas en los ojos de lo sumamente imbécil que se sentía en el fondo. — Quiero decir... Después de tener que creer que existen los vampiros.. ¡No, no existen! ¡Eres uno de ellos! O sea... Qué cojones, ¿sabes? Ya te crees todo. — Rió un poco más aunque finalmente las carcajadas cesaron y simplemente suspiró con un largo "Aiiiiiish...".

— Cuando quieras. Siempre me parece buen momento para entrenar. — Se encoge de hombros y mueve el cuello a los lados, como calentando.

El gangrel la miro sin creerlo y encogio los hombros. “Me di cuenta. Ten cuidado con eso pequeña, mejor sea que aprendas rápido que los novatos son los primero en caer.” Le advirtió con algo mas de seriedad a la que tenia en ese momento la joven. “Comprendo lo que dices y siendo el sacerdote me imagino que tomas muy enserio mis palabras. Traare de bromear menos para no confundirte.”

Tras sus consejos la vio volver a la calma y asentir un par de veces. Observo a su alrededor y la llamo para que lo siguiera. Pronto estuvieron en un edificio abandonado cercano al refugio comunal donde podrían tener algo de privacidad.

“Mejor peleemos en privado. Los demás hermanos no tienen la necesidad de ver lo que haremos.” Dijo haciendo sonar sus nudillos y desprendiéndose del sobretodo que tenia ensima.

Sam atendió a los consejos del Gangrel y, por un momento, se le encogió el corazoncito que había bajo esa piel tatuada que le hacía sentir como una armadura. "Pequeña" le había dicho. Como si de verdad le importara ella o sintiera alguna clase de afecto. Sam sabía e intentaba convencerse de que no era más que una forma de hablar. Aun así, no podía negar en su fuero interno, que le había movido un poco la fibra sensible que alguien la tratara de aquella manera. 

Su cabeza asintió levemente, escuchándole de fondo de sus pensamientos. No es que no le estuviera prestando atención, pero le escuchaba en segundo plano. Finalmente, volvió a la realidad, sintió los pies en la Tierra y le asintió firmemente a su propuesta. Había caminado junto a él hasta aquel lugar quejumbroso al que habían llegado. Estaba de acuerdo en eso de la intimidad. No dijo nada. 

Ella no tenía de nada de lo que desprenderse, no es como si llevara un abrigo. Iba ligera de ropa. Saltó un poquito apoyando el peso en una pierna y después en la otra mientras movía el cuello. 

Kupuka tiro su cabeza para atras dando un ligero rezo en castellano, antes de bajar y sonreir emocionado. Pronto lo viste trotando en su lugar y moviendo con una facilidad que no imaginabas en quien parecia tan viejo pero era claro que era un vampiro y pronto ella averiguaria que tan entrenado estaba.

"Empecemos."  dijo el gangrel como una advertencia antes de acercarse. Rapidamente lo tuvo lo suficiente cerca para que un puño le intentara llegar al estomago de Sam.