Partida Rol por web

Sam tenía claro su objetivo. Amy le había dejado espacio de sobra como para que no la cortase por accidente y el ligeramente perturbado Ochoa observaba la escena acongojado, en una postura que, sin que él lo supiese, era similar a la que Ron había tomado dentro del armario que ahora le servía como catafalco espacial, peor donde él agarraba su manta ignífuga, Lemon tomaba las cuentas de su rosario.

Amy tragó saliva (O lo que fuese que había en su organismo sintético que simulaba la salivación de los humanos), consciente de que faltaba menos de un minuto para que aquel fenómeno que estropeaba y reseteaba todo el equipo mecánico de la nave volviese a acontecer (En caso de que realmente obedeciese a un ciclo concreto de tiempo. Era algo que te hacía consciente de tu finitud, peor también de aquello que te hacía diferente: no, no eras humano...

El láser en el extremo del brazo derecho del exoesqueleto ocupado por Sam comenzó a brillar, indicando que estaba en funcionamiento, tan solo tenía que presionar el pulsador a fondo y aquel vector de corte comenzaría a horadar aquella horrible efigie que posiblemente nunca podrían borrar de sus pesadillas. Apuntó más o menos a media altura de la escultura, justo por encima de los cuerpos que se doblaban, en postura de adoración ante ella. Contó hasta tres y... 

Todos vieron el haz anaranjado brillar... Brillar en la oscuridad... Disolviéndose en esta... Porque el fenómeno había vuelto a ocurrir. Sam, apesadumbrado por no haber logrado su objetivo, miró en dirección a Amy, a pesar de la falta de luz fue capaz de percibir el brillo de sus lentes artificiales: sus ojos estaban abiertos, esta vez no se había desconectado.

Y en ese momento todo se llenó de una luz sonrosada, pegajosa, que parecía distorsionar las imágenes de aquello que rodeaba a los personajes. Aquella iluminación alucinógena surgía de la escultura, era como si emitiese borbotones iridiscentes  que se iban apagando a medida que llegaban a su base mientras los cadáveres que tenía a su alrededor parecían moverse lentamente, como si aún quedase un último rastro de vida en ellos. 

Los zarcillos de energía luminosa que ya habían visto en ocasiones anteriores volvieron aparecer, brotando de los cadáveres en dirección a la escultura, otros tentáculos parecían venir desde el exterior de la bodega, puede que brotando del resto de la difunta tripulación de la Alexis, alimentando a aquel infernal icono alienígena. Los muchos ojos que cubrían su distorsionada anatomía se abrieron, lanzando haces de luz violeta en todas direcciones.

Un remolino de energías parecía volver transparente la puerta de la bodega, mostrando cómo las energías absorbidas por la escultura eran devueltas hacía el rojizo planeta en torno al que orbitaban, como si la horripilante escultura fuese un transformador de algún tipo que cambiase los componentes de la energía absorbida, alimentando con un destilado de almas lo que quiera que habitase bajo la atmósfera del Planeta Muerto.

Y sobre aquel remolino se abrió otro, en el que comenzó a destellar una silueta aterradora. Algo parecía formarse en aquel umbral, puede que una criatura similar a la que se había enfrentado con Ron, la hermana de aquella que ahora flotaba en el espacio con el marine, si las granadas no la habían destrozado por completo.

La criatura parecía fluctuar, pero iba ganando nitidez, como si estuviese en una frecuencia perdida, pero ganase nitidez al asimilar lo que esta dimensión le exigía para poder ser sólida. Caminó un par de pasos al frente, desde aquel abismo imposible, y se tornó tan sólida y real como Sam, Amy y Lemon.

Abro mis ojos tanto como puedo. Casi se me salen de las orbitas.
Avanzo hacia la criatura al ver que Sam no ha llegado a cortarla. Por un momento me detengo, luchando contra mi programación.

- ¡¡Abrid la escotilla y la tiraré al vacío!!

—¡Agarraos lo que podáis! voy a intentar abrir la esclusa.

Sam empezaba a enloquecer de puro pánico, las visiones de aquella cosa se le estaban metiendo en el cerebro, podía sentir esa miasma rosada y verdosa penetrando en su cuerpo, invadiendo sus células y alojándose en sus pulmones y podía sentirlas dentro de los ojos, podía sentir que aquella cosa no estaba allí fuera emanando de la jodida estatua sino dentro de sí mismo intentado partirle el alma por la mitad.

Solo quería acabar con aquel sufrimiento, lanzarse torpemente con el exoesqueleto para intentar a abrir la esclusa, aunque le arrastrase al espacio, eso sería lo de menos, casi un alivio.

Solo quería que Ochoa se quedase que salvo en la cabina de la maquina y Amy consiguiese empujar la estatua lo suficiente sin verse arrastrada. 

- ¡QUE ES ESO! 
El joven medico no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. Intentó poner en marcha la robusta pala mecánica, y tal vez, maniobrar para embestirla inmovilizando aquella monstruosidad contra los tabiques o en caso de tener la oportunidad, si aquella compuerta les diera paso, enviarla al espacio junto a su hermana...    

El no haber caído en aquel torpor artificial parecía haber devuelto a Amy sus energías, superando un miedo que parecía atenazar a sus dos compañeros humanos, envalentonándose con la intención de lanzarse hacia aquella criatura. Peor al acercarse a ella, comprobó que no se había solidificado por completo, todavía fluctuaba entre el maldito lugar desde el que venía y la realidad que ocupaban los frenéticos pasajeros de la Medellín.

Algo en el pecho de Sam parecía a punto de quebrarse, había leído las descripciones en los manuales, había asistido a otra gente que le había susurrado esas sensaciones mientras le apretaban la mano antes de aflojarla para siempre. Estaba al borde del infarto, pero todavía... podía... hacer... algo... más... Algo... más...

Lemon observó cómo las cuentas de su rosario comenzaban a flotar en el aire, formando un rostro aterrador que le susurraba cosas horribles mientras toda la estancia se disolvía en una mezcolanza de cadáveres y adobe, como si estuviesen en las entrañas de una construcción impía elaborada tanto con materiales convencionales como con restos de inocentes. Había caído en la locura mientras sus compañeros, ajenos a su estado, pugnaban por dar un paso más para tratar de librarse de aquella cosa.

Aunque fuese lo último que hiciese, Sam no entendía nada de lo que estaba pasando a su alrededor, solo quería abrir la esclusa, como si fuera la puerta por la que salir de esta pesadilla.

Se aferró al mecanismo de la esclusa y se dejó las últimas fuerzas en conseguir abrirla, el corazón bombeaba tan fuerte que podía oírlo entre toda aquella locura, de hecho, era lo único que oía…y el chasquido, el chasquido del mecanismo de la esclusa que había cedido, y se abría hacía la nada.

No conseguiría alcanzar el anclaje de seguridad, pero igualmente sus piernas lo intentarían, aunque ya podía sentir la voz del vacío reclamándole.

Mientras Sam trata de abrir la esclusa y la criatura de pesadilla se materializa, como un presagio de muerte,trato de empujar el horrible ídolo. Tengo la vana esperanza de que su destrucción evite que sigamos varados, ya que no hará más de nexo con el mundo que podemos ver y que sin duda parece ser el origen de todo el problema.

Concentrada como estoy en la grotesca divinidad, no llegó a anclar el exoesqueleto.

Sus manos temblaban incontrolables. Era como aquella vez donde la mala praxis lo alejo para siempre de la medicina. Un hilo de sangre flotaba desde su boca hacia el rosario. ¿Se había quedado dormido? ¿Qué clase de pesadilla era esta? Su dios lo había abandonado y condenado al ostracismo del espacio exterior. Ya habían pasado muchos años de esa cirugía. 
Tomo un par de pastillas y las trago junto con su propia sangre.
- El escalpelo... ¿Dónde está ese desdichado escalpelo? ¡Tengo que hacer algo con este cacharro! 
Tomando el casco entre sus manos y hablando fuerte por el canal interno; grito con esa calma habitual de Ochoa
- Amyyy, Saaam, por un momento pensé que los había perdido. ¿Necesitan ayuda? ¿Qué es esa cosa que está tomando forma? ¿Estoy despierto o dormido... Siguen ahí?

- ¿QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO AHÍ? ¿DE QUÉ ESTÁIS HABLANDO? ¿QUÉ COSA, OCHOA? Diablos, no se os puede mandar a por pizzas, ¿Eh, tíos? Espero que sea una inocentada... Decídeme que todo está bien por ahí, hijos de puta... Tenemos que irnos cuanto antes.

Era difícil poder creer que la voz de Klaus llegaba desde una nave a unos cuantos cientos de metros de la bodega de la Alexis, donde la locura y el frenesí por actuar había caído sobre los exploradores de la Medellín.

Sam, al borde del infarto, había logrado abrir la esclusa, las compuertas comenzaban a abrirse lentamente, como si su mecanismo también se hubiese visto afectado por el abandono y los periódicos pulsos electromagnéticos, pero la succión del vacío exterior ya comenzaba a azotar los objetos no anclados de la bodega. El contenido de las taquillas abiertas y los restos de los cadáveres que adoraban la espeluznante escultura del centro de la sala comenzaban a aletear en dirección a la oscuridad exterior.

Amy, a su vez, envalentonada tras librarse del último apagón, demostrando que estaba por encima de los imperativos de su existencia artificial cuando lo ponía todo de su parte, aproximó su coraza a la efigie de cien ojos y doce brazos, alargando la pinza que obedecía a su brazo izquierdo y clavándola en la irregular superficie del icono, mientras usaba como buenamente podía el brazo acabado en un arpón para empujar aquella cosa abominable en la dirección de la hambrienta abertura hacia el espacio exterior.

Ochoa, recuperado, veía a sus compañeros esforzándose por conseguir lo imposible mientras aquella cosa se solidificaba tras Amy, como si se dispusiese a atacarla para salvar aquella efigie impía.

Trato de empujar al ídolo al vacío. Ante la presencia de la criatura no me veo capaz de llegar a tiempo antes de que me use como saco de boxeo.

- ¡Maldita sea! - grito al ver como se tuercen las cosas.

Sam estaba a punto de ser succionado por la abertura demencial hacia la nada, entonces lo vio claro, y todo el tiempo se detuvo, como si pudiese ver a la vida a cámara lenta, todo estaba en silencio y sentía una paz casi incomprensible, parecía felicidad, así debía sentirse la felicidad.

No intentó agarrarse ni asegurarse, solo pensaba en una cosa, enganchar su arpón a aquella monstruosidad obscena, y dejarse ir al vacío como lastre para arrastrarla consigo hacia una muerte segura.

Pero ni siquiera veía el arpón, la mirada se nublaba y sentía que el corazón se salía de su pecho, quizás no fuera felicidad, quizás solo estuviera desmayándose, quizás ya estaba muerto y aquello no eran más que los últimos reflejos eléctricos de su cerebro.

Frustrado por no poder ayudar a sus compañeros con este cacharro, Lemon toma el casco y transmite a la Medellín...
- KLAUUUSSS! TENEMOS UN PROBLEMAAA TIOOO, ¿A DONDE ME HAS ENVIADO? ESTO ES EL MISMISIMO INFIERNO
Ochoa en un ataque de verborragia incontrolable escupió todos los últimos acontecimientos: la efigie, el monstruo, Amy y Sam (que podía ser despedido hacia el espacio exterior).
- CAP ESTO ES GRANDE: necesitamos ayuda...  

Sam se encaró con aquella cosa desde su espalda, pero al presionar el gatillo vio que el láser no se había terminado de recargar, quedando indefenso frente...

Frente a eso. Amy se había apoyado con toda su fuerza contra aquel icono impío pero este se resistía a su empuje. No prestaba atención al nuevo ocupante de la bodega, solo a aquello que pretendía arrojar muy lejos de allí, pena que aquel bloque abominable pesase un quintal.

Ochoa suplicaba a su (no muy valiente capitán) que acudiese en su ayuda, mientras entraba y salía en oleadas de alucinaciones incomprensibles, apabullantes.

Y la criatura terminó por solidificarse, peor dando la espalda al icono, encarando a aquel que abría la esclusa de la bodega, Sam, desapareciendo de su punto de entrada para rematerializarse ante él, procediendo a emitir un desgarrador grito en su rostro, por si con su lento derivar hacia las puertas del más allá no tuviese suficiente. La descarga de una aliento que olía a dolor y la putrefacción de un mundo muerto inimaginable se perló cobre el rostro del currito, quien se vio forzado a cerrar los ojos, deseando que aquel horror absoluto no fuese lo último que viese en este mundo.

- Maldita sea... JODER... Ya vamos, tíos... YA VAMOS... Coño, Claudia... ¡¡¡¡Corre CORRE!!!!

Podíais escuchar a Rex y la marine corriendo, posiblemente por el cordón umbilical que unía las dos naves, pero todavía tardarían un poco en llegar, y a saber con qué estampa se encontrarían.

Al fin comprendía la horrible verdad, aquella masa amorfa hacía de repetidor y trasformador, y estaba unida a algo allá abajo, en el planeta, algo que no quería ni imaginar, algo que seguramente escaparía a la comprensión humana. Aquellos tripulantes de la Alexis tocaron lo que no debían, ignorantes en su antropocentrismo, quizás debían haberse tomado más en serio las mierdas de ciencia ficción que leían, de eso iba el género, al fin y al cabo, de avisarnos sobre las consecuencias de nuestra arrogancia.

Esta extraña lucidez solo podía ser la antesala del fin, dicen que lo contrario de la fe, no es la duda, sino el miedo, ya no sentía miedo.

Ignoré la amenaza que escupía muerte en mi cara, su grito infrahumano y el terror que me causaba, y me dirigí decidido al icono que empujaba Amy, tenía que acabar con ello, y darles una oportunidad, cualquiera hubiera hecho lo mismo por mí, solo que el destino, no les había elegido a ellos.

—¡Suéltalo Amy, solo suéltalo y apártate, solo apártate, AHORA!

Lo agarré tan fuerte como podía con el exo, y en un último esfuerzo mío y de su mecánica, hice todo lo que pude por separarlo del suelo para reducir su resistencia, lo demás, sería cosa del vacío.

El silencio era blanco… y por mi mente solo pasó un recuerdo, el que dicen que fue el último verso de un antiguo poeta allá en la lejana y también antigua tierra….

Estos días azules y este sol de la infancia

Consciente de que Sam se perderá en el espacio dudo entre empujar de nuevo o retirarme. Cuando me decido no consigo ejercer la fuerza suficiente sobre el maldito ídolo y mi esfuerzo es inútil. Tan inútil como mi intento de anclarme al suelo y aferrar mi existencia a esta nave varada.

Cuando aquel cacharro comenzó a ser succionado por el vacío del espacio exterior supuso histérico que estaba condenado. Espero hasta el ultimo momento y salto por su vida hacia el punto de anclaje. 
Lo consiguió a la primera, sin poder evitar el asombro y la emoción. Su suerte nunca había sido una aliada en su vida. Lo acompañaba allí a donde fuera y no podía escapar de ella a pesar de haber abandonado el planeta Tierra. Mala suerte siempre, en cualquier punto del universo. Pero ese momento fue distinto o así lo creyó por un instante. ¿Había sido su dios? 
Cuando se giro buscando a sus compañeros descubrió con horror lo que sucedía. Mala suerte...