Partida Rol por web

-Veamos si sacamos algo en claro.

Reviso el terminal que he usado para evitar que la atmosfera abandonase la nave e intentar encontrar algún dato de interés.

- Klaus -le digo al autoproclamado capitán -Estamos tratando de averiguar que sucede aquí. Algún tipo de fenómeno nos dejó aquí varados. También deberías saber que hay algún tipo de criaturas peligrosas y una especie de totem desconocido que da mucho yuyu.

—Escucha payaso pelirrojo, en primer lugar, si te has despertado con algún problemilla lo siento mucho, pero gracias a nosotros que no estás durmiendo para siempre en ese garito, así que cállate de una puta vez.

—Segundo, hemos perdido a Ron, repito Ron ha caído, aquí hay algo, me oyes, aquí hay algo que se ha cargado a una tripulación entera, creemos que Ron ha tenido que detonar sus grandas, seguramente se vio rodeado.

—Y ahora que parece que te has quedado mudo, atiéndeme, necesitamos refuerzos en la primera cubierta, que Ochoa nos espera allí, y estad preparados para cerrarlo todo si damos la orden, estemos o no de vuelta en la nave, ¿me has entendido?

Mientras hablaba, Amy había decidido terminar de echar un vistazo, así que mientras se encargaba del panel revisaba los soportes vitales, buscando cualquier anomalía, encontraran algo o no, tendrían que bajar lo antes posible, mientras aun tuvieran una vía de escape.

Hubo unos segundos (como cinco o seis) en los que Klaus cerró el pico somatizando la información que Sam y Amy le habían desgranado.

- Me cago en la puta ¿RON? PAra alguien que me podía llevar el ritmo en una buena noche de farra va y es el primero que palma.- Bajo la bravuconería del pelirrojo se notaba su auténtico sentimiento de dolor al escuchar la pérdida de su colega, al que se dedicaba a llamar PADREEEEEEEEEEEEEE cuando ya se habían pasado de alcohol y drogas. Ron a su vez le solía contestar usando el apelativo DESPOJO, con algo menos de cariño que el falso capitán de la Medellín.

- Ok... Si creeis que Pink os puede... No, a la mierda. Pink se queda guardándonos el culo por si esas 'cosas' ue decís se digan en asomarse al cordón umbilical de la Medellín. Tía, ponte el puto uniforme ligero y quédate cuadrada en ese puesto ¿ENTENDIDO?

Amy y Sam pudieron escuchar un apagado y distorsionado SI de fondo que debía de pertenecer a la última marine de la Medellín.

- Me voy a tirar un rato tratando de implantar en la CPU de RA recuerdos falsos y sospechas que lo induzcan en su programación de paranoia por las risas, ya que el reseteado le ha sentado como el culo, pero NO CORTÉIS LA COMUNICACIÓN EN NINGÚN MOMENTO y si necesitáis algo... Pues no sé qué deciros ¿Que os follen?

Otros 5 segundos de tenso silencio y chispazos de estática.

- Tenéis que sacarnos de aquí... Y tenéis que venir con nosotros. Nos quedan muchas bodegas por vaciar, hostia.

Eso era lo más parecido a un mensaje conciliador y cargado de esperanza que nunca nadie podría escuchar de los labios de Klaus Rex. El tío era un puto imbecil, pero amaba a su tripulación más de lo que nunca reconocería.

"Doc" Ochoa es un medico retirado prematuramente de su profesión. Aparentemente rompió el juramento hipocrático de manera flagrante y por eso se dispuso a tomar unas vacaciones lejos de casa.
Es de carácter tranquilo, por momentos demasiado.
- Hola Pink, ¿cómo has estado bonita?, el capitán me ha enviado a echar un vistazo y de paso darles una mano a Sam y Amy. ¿qué tal si me das luz verde, por favor? 
La parsimoniosa y melódica voz del "Doc" Ochoa, siempre exasperaba a todos, quizás esa fue la causa de esta designación...
¿O el mismo se había postulado? El "Doc" era muy reservado con lo suyo y guardaba muchísimos secretos. Lo extraño era que de pronto y con denodado arrojo se lanzara así, como si nada; sobre todo después de los acontecimientos recientes. 
A continuación se hizo la señal de la cruz, beso un rosario que colgaba fuera de su traje y se preparo para dejar atrás a la Medellín. 
El señor es mi pastor nada me puede faltar...

- Ten cuidado ahí fuera, cariño.- Masculló Claudia bajo por su intercomunicador, a sabiendas de que por fin descubría públicamente uno de los secretos más públicos entre los tripulantes de la Medellín: su tonteo con Lemon, que siempre se daba contra ese cock blocker que era Dios, al menos para Ochoa.

Mientras decía esto, abría la compuerta de la Medellín para que el doctor comenzase su andadura por el conducto umbilical que unía ambas naves. Lemon escuchó claramente cómo la nave volvía a cerrarse a su espalda. Ahora estaba en manos de la entidad que jugaba a los dados con la humanidad, porque para él era así.

Los primeros exploradores que estaban en la Alexis le hicieron un somero resumen de lo que había pasado mientras alcanzaba la entrada que le condujo a la primera cubierta de la nave abandonada.

Amy revisaba la computadora encargada de almacenar la información sobre la navegación de la nave, pero había sufrido la misma suerte que los androides y el resto de computadoras. Conservaba una información llena de glitches y errores sobre la salida de la Alexis del planeta donde habían realizado la excavación del tótem de la bodega, 18 días antes, y algo más de información sobre sus movimientos anteriores, pero no había nada que les pudiese servir de ayuda ahora mismo. Mientras trabajaba no perdía de vista a los gusanos alienígenas, pesadillas que se arrastraban por el rabillo de su ojo.

Sam, por su lado, había revisado las lecturas de los soportes vitales. Ambas cámaras estaban vacías, el que quedaba a mano derecha del pasillo seguía funcionando correctamente, el de la izquierda lucía paneles reventados desde dentro, garantizando que estaba más allá de cualquier posible reparación.

Sam rezaba a su manera para que la solución al problema del motor de salto estuviera allí, en la primera cubierta, pero no las tenía todas consigo.

Le explicaron a Ochoa lo poco que habían averiguado, lo que habían revisado sin encontrar nada, y la extraña actividad que habían percibido en esa primera cubierta.

Ahora tendrían que decidir qué hacer.

—Sea lo que sea debe ser rápido, y esta vez sin separarnos, no podemos arriesgarnos.

Esa sala parece el epicentro de la actividad, una vez que la abramos no creo que haya vuelta atrás, lo que propongo es que revisemos el resto de la cubierta antes, y si no queda más remedio, abramos esa maldita compuerta.

—Pero tenemos que estar todos juntos en esto, ¿Qué os parece?

-Tienes razón Sam, no podemos tener más bajas y hemos de continuar juntos.
>> ¿Quieres esperar a que lleguen los demás o prefieres ir registrando la cubierta?

>> Entendido voy hacia ustedes <

El "doc" se movía con calma, no tenía ninguna prisa. Quizás algo habían pasado por alto en la primera revisión.

Amy y Sam lograron esquivar a aquellos gusanos asquerosos, haciendo una parada junto a la consola custodiada por los dos androides pasados de rosca para abrir las puertas de la primera cubierta y volver a dejar cao a Eowin cuando comenzaban a pasarse los efectos de la dosis de jarabe de palo que le había propinado el mecánico de la Medellín.

Sus pies volaron escaleras abajo, yendo al encuentro de su compañero, el excéntrico Lemon, pero ambos pudieron notar una punzada de inquietud al pasar junto a la puerta sellada de la segunda cubierta. Llegaron a su destino justo cuando Ochoa parecía dispuesto a subir las escaleras en su busca, quedando los tres legos de la Medellín en el mismo punto por el que habían arribado en la Alexis. La diferencia era que ahora estaban todas las puertas abiertas, y aun sin detectar señales de vida con el escáner de Amy, podían escuchar los sonidos de cosas, cosas horribles, moviéndose tras los tabiques de los cuartos de aquel nivel, tratando de alcanzar la abertura más próxima para ir al encuentro de aquellos que les habían liberado.

El "doc" mostró aquella sonrisa ya famosa en toda la Medellín y a continuación apuró sus movimientos para colocarse junto a sus compañeros. 
- Señorita Shaw, Brett; lamento lo sucedido con su amigo, el bueno de Johner, Q.E.P.D....
- Por cierto, he notado los movimientos erráticos detrás de los tabiques! Imagino que son los animales que infestaron esta nave. Si son tan peligrosos podría ser una opción ventilarlos hacia afuera para acabar con ellos... antes que ellos acaben con nosotros.
- He visto desde afuera la fisura abierta, desgraciadamente por los explosivos del marine. Podríamos atraerlos a ese sitio y luego dejar que el espacio haga el resto. Nosotros tenemos trajes...
- Pero yo soy solo un médico; no un estratega, ¿no se que les parece a ustedes este plan? Luego ya podremos revisar este lugar mas tranquilos. 
- Dios, está de nuestro lado...  
Concluyó Ochoa, besando la cruz que colgaba de su traje. Siempre llevaba ese rosario a todas partes y sus murmullos eran interpretados como rezos por sus pares. Ochoa era un hombre muy religioso, ligado a su vez a la ciencia medica moderna. 

—Tranquilo Ochoa, no podemos despresurizar la nave hasta que no encontremos lo que está provocando que los motores de salto no funcionen, si no solucionamos eso, estamos a la deriva.

—Y ten cuidado, esas cosas no son “animales”, esas cosas son… bueno, sinceramente, no sabemos lo que son, pero quizás tu dios nos deba un par de explicaciones.

Sam se adelantó, con el fusil preparado hacia las tres puertas que había mas cerca, en el extremo opuesto a la sala de maquinas que ya habían explorado sin éxito. Allí había una especie de recibidor desde el cual podía asomarse a las tres salas y echar una primera ojeada desde fuera.

—¿Amy estas bien? —había notado algo raro en la sintética, no sabía decir que era pero después de sus ausencias, parecía que algo no terminaba de ir bien.

Recordando al desgraciado de Eowin Sam empezaba a temer cosas mucho peores que la muerte.

- Estoy bien -le sonrío a Sam y me dispongo a seguirle - no tienes de que preocuparte.

Reviso el cortador para que esté listo.

- Exploremos esto y busquemos una solución, no podemos pasarnos aquí toda la eternidad.

Tras aquel mínimo inciso sobre el estado de la sintética y la reunión con el recién llegado Lemon, Sam se lanzó a revisar las puertas más cercanas, comenzando por una sala de soporte vital similar a las que había revisado en la tercera cubierta. Esta también estaba dañada, algo que se podía ver a simple vista, atendiendo a los cables rotos, los chispazos y el líquido que cubría el piso. Varios gusanos como las que ya habían encontrado se freían sobre sus propios jugos, posiblemente debido a las descargas eléctricas sufridas incesantemente en aquella pequeña estancia.

Cuando los tres visitantes de la Medellín se asomaron a la segunda puerta, se encontraron con los restos de lo que parecía ser el laboratorio de la Alexis. Toso su equipo estaba reventado y destrozado, con fragmentos del mismo incrustado en sus paredes, cubiertas por marcas de manos rojas y todo tipo de líquidos de origen desconocido. Parte de sus papeles y periféricos cubrían o se hundían en el interior de tres cuerpos muertos, en el centro de la sala. En un lateral había un acceso de aire roto que parecía dar al cuarto contiguo. En su interior se mueven otros 4 gusanos de pesadilla, pero dos de ellos parecen sufrir algún tipo de alteración frente a los que ya habían visto, al lucir una especie de cuerno óseo en su frente, como si fuesen unicornios salidos de un mal viaje de ácido lisérgico. Estos parecían más despiertos que los dos ejemplares con cola de chorro ácido, se giraron hacia la puerta como si hubiesen oído a los exploradores de sus oscuros dominios.

Uno lanzó uno de sus apéndices puntiagudos en la dirección de Sam, pero este chocó contra el tabique, junto a la puerta. Pero aquello solo azoró aún más a su compañero, que también agitó su cabeza antes de lanzar con un asqueroso siseo aquel proyectil hacia el mecánico.

Ante la hostilidad de las nuevas criaturas que nos encontramos, agarro a Sam y tiro de él. Retrocedo con él, para alejarnos del peligro y tratar de cerrar de la puerta.

-¡Atrás!-le grito - No creo que haya nada interesante.

El miedo era tal que Sam casi anticipó el ataque y consigió apartarse de la puerta justo a tiempo para que Amy terminara de sacarle de la trayactoría de los proyectiles.

Había faltado poco, y estaba claro que toda precaución era poca.

Pero allí tampoco había nada útil, y eso era desesperante, tendrían que seguir buscando.

—Cerrremos aquí y siguamos buscando...

Con un fuerte sobresalto, Ochoa retrocedió asustado. 
- ¿Qué ha sucedido en esta nave??? Ese labo parece el mismísimo infierno, no creo que podamos hallar algo bueno acá sin arriesgar nuestras vidas. 
- He traído algunos Stims Sam y creo podrían ser de utilidad ¿quieres uno?
- Para tí Amy tengo un poco de goma de mascar... termino, guiñando un ojo a la señorita Shaw. Luego continuó diciendo:
- ”Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia." Santiago 1:2-5 ...
- EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS SU PALABRA ES CAMINO Y VERDAD Y EN LA MESA DEL ALTAR NUESTRA VIDA, NUESTRA VIDA.
Y extendió sus manos a ambos compañeros ofreciendo "aquello" en comunión... 

Miro a Ochoa unos segundos, sin prestar mucha atención a sus palabras y a su ofrecimiento. Prefiero ayudar a Sam a cerrar y atrancar la puerta, si es posible.

-En algo tienes razón, esto es un infierno y debemos abandonarlo cuanto antes.
>> Sin olvidar el hecho de que tenemos que averiguar como hacer que la nave funcione correctamente.

El proyectil óseo salió disparado por encima del hombro de Sam, estampándose en el tabique, a su espalda, por un pelo. Había tenido más que suerte. Amy fue capaz de volver a cerrar la compuerta del laboratorio rompiendo el exterior del sistema de cierre electrónico de la compuerta y cruzando un par de cables, dejando aquellos unicornios de pesadilla a casi un universo de distancia, ya que no parecían gozar del raciocinio suficiente como para poder salir de allí. A dios (L de Ochoa u otro) gracias.

El trío se asomó al acceso del último cuarto que les quedaba por revisar antes de tener que enfrentarse a la temida bodega de carga. Aquello parecía un dormitorio individual. Contra la pared del fondo, bajo un espejo cubierto por una camiseta sucia, descansaba el cuerpo de otro tripulante, decapitado y lleno de laceraciones. EN el parche de su uniforme se lee su nombre de pila Kaul. Amy recuerda de los listados que ha visto en el ordenador que ese era el jefe de personal de la nave.

Sobre su regazo reposa un libro sucio con su propia podredumbre, pero en el que se puede leer el título y autor: DIAMOND DOGS de Alastair Reynolds. Parce una novela barata, antediluviana, de ciencia ficción. En una taquilla abierta, junto al cadáver, se pueden ver una baraja de tarot, un set de piezas de ajedrez aparentemente talladas en cristal, dentro de una funda transparente, y varios dados de diversos colores y número de caras.

En un segundo estante se retuercen tres pequeños gusanos de color púrpura con una apertura similar a un esfínter en su extremo. Parecen abotargados, puede que muertos, pues no reaccionan ante la llegada de los visitantes de la Medellín, como suelen hacer sus otros compañeros.

Algo inquietaba a Amy, pues por la información que había recopilado y lo que recordaba de sus reseteos anteriores (Más por los comentarios de sus compañeros que por consciencia propia), si los pulsos electromagnéticos se sucedían con una regularidad concreta, no debían de faltar más de cinco minutos para que el fenómeno volviese a tener lugar.

Sam estaba a punto de coger la baraja de cartas y echar un vistazo a la taquilla, pero la visión de los extraños gusanos le hizo retroceder, además, el tiempo se acababa, tenían que moverse rápido, los pulsos continuarían y algo en Amy no le acababa de gustar a Sam.

En realidad, no le gustaba nada de lo que estaba pasando.

¿Ciencia ficción?, no me jodas, no tenía ya bastante ciencia en su vida siendo tripulante de una nave intergaláctica que tenía que llenarse la cabeza con más historias. Seguro que en ninguna novela le avisaron de la horrible muerte que iba a encontrar en el espacio. En otro momento se hubiera dejado llevar por esas reflexiones. E irónicamente seguro que se hubiera llevado el libro para leerlo, pero no en esta ocasión.

—Ey chicos, me preocupa el tiempo, no quiero que nos pille el próximo pulso aquí.

No había modo de retrasar lo inevitable, así que Sam les hizo una seña, se dirigía directamente a la bodega de carga, con el fusil preparado, aunque no confiaba mucho en eso.

—Gracias Ochoa, es ahora o nunca, déjame una de esas mierdas, no creo que sea peor que lo que nos espera ahí dentro.

Cogió el Stim, como había visto hacerlo a Ron alguna vez, tenía sus reparos pero esta situación no parecía entender de reparos ni razones, y necesitaba todos su sentidos afilados y alertas.