Partida Rol por web

Si fuese humana estaría sudando a mares. La idea de otro pulso electromagnético que me deje fuera de combate no me gusta nada. Todas esas criaturas parecen más interesadas en los vivos que en los sintéticos, aunque eso no evita que me den caza si se presenta la ocasión.

Sigo a Sam hacia la bodega de Carga y mientras él consume Stim me sitúo a su lado, para cubrirle un flanco.

- Ochoa ¿nos cubres? - le hago un gesto con la cabeza esperando que se dé por aludido.

[Subrutina de programación iniciándose...]

Tras inyectarse el chute de stim, Sam continuó avanzado con sus compañeros. A un lado dejaron la puerta de lo que parecía ser la sala de cápsulas de criosueño. Una hilera de ataúdes vacíos, casi relucientes por comparación con el resto de lo que habían visto. Una ironía aterradora. Por el hueco de la puerta pudieron ver a varios pares de gusanos amorfos, aparentemente devorándose los unos a los otros, a ras de suelo. Ningún cadáver u objeto de interés a la vista.

Y sus pasos terminaron al alcanzar la entrada abierta de la bodega de carga.

Las luces de emergencia imperantes en el interior de la Alexis no eran una excepción en su interior. Las luces verdes fijas, acompañadas por el parpadeo de otros pilotos naranjas bañaban una escena de lo más peculiar: dos exoesqueletos de carga permanecían fijados al suelo, en sus posiciones de descanso, contra una pared, justo en frente de una pala ideada para carretear grandes cantidades de tierra.

Al otro lado de la sala, una pala con un brazo aun mayor también permanecía fija en los cepos empleados para mantenerla en su lugar. El fondo de la sala estaba lleno de palas, picos y sacos especialmente ideados para proyectos de excavación arqueológica. También había dos hileras de taquillas y, entre estas, una esclusa que daba al exterior de la nave, más grande que las del resto de la nave, para poder descargar las piezas de maquinaria pesada que allí se transportaban.

Y...

En el centro de la sala...

Lo que parecía genera todo aquel caos y confusión, o eso les hacía pensar a todos en silencio, creyesen en tales cosas o no...

Un extraño artefacto hecho de metales retorcidos (hierro, carbono, tungsteno y cobalto), conformando una grotesca efigie cubierta de brazos, piernas, cabezas y ojos. Demasiados ojos. Medía un metro de ancho por metro y medio de alto. En torno a aquella burla a todo lo bello y correcto de la creación se esparcía el contenido de varios depósitos de equipaje de la nave: ropa sucia, pequeños ídolos de barro como los que guardaba el enloquecido antropólogo de la nave y pequeños cachivaches tecnológicos destrozados. Sobre este desorden reposaban seis tripulantes muertos de la Alexis, tocando con sus manos o sus frentes la aterradora escultura.

La imagen revolvió las entrañas y las almas de los exploradores de la Medellín. Puede que Ochoa pudiese imaginar aberraciones de aquel calibre cuando trataba de imaginar el infierno con el que le habían amenazado desde pequeño. Puede que la imaginación de Amy para todo lo que pudiese hacer un ser humano fuese capaz de imaginar las más desagradables conjugaciones de horror y albañilería caníbal. Y puede que Sam, en sus delirios, hubiese sido capaz de dibujar cosas feas en la superficie de los albaranes de todas las naves en las que había viajado. Peor aquello no era de origen humano. Eran conscientes de ello y aquella certeza las llenaba de inquietud.

¿Cómo? ¿Por qué? y muy especialmente ¿PARA QUÉ PODÍA EXISTIR ALGO ASÍ? ¿Era un icono que representaba una divinidad alienígena en espera de su baño en sangre de vírgenes y niños para no terminar con las vidas de todos sus incautos adoradores? Puede que nunca encontrasen una repuesta para todo aquello.

Sobre la escultura flotaban zarcillos y tentáculos púrpuras semitransparentes, como los que vieron Amy y Sam durante el primer pulso electromagnético, peor más desvaídos, débiles. Flotaban desde aquel engendro hacia la puerta de carga de la nave, posiblemente comunicándose con aquel aterrador planeta rojo entorno al cual orbitaban.

Ante la visión del aterrador ídolo alienígena me detengo. Trato de procesar que es lo que tengo ante mis ojos. Contemplo la ofrenda de cadáveres formada por la tripulación del Alexis.
Doy un par de pasos hacia el interior y desplazo lateralmente hacia un exoesqueleto de carga, con la espalda pegada a la pared y la mirada fija en esa aberración artificial.

- Me parece que esto no nos aclara nada -susurro, como si temiese que el ser pudiese cobrar vida y meternos en problemas.

Aquella cosa era horrible, e imposible. Sencillamente no debería estar allí ni siquiera existir, parecía una aberración de la mente.

Pero estaba allí y extrañamente eso calmó a Sam, era algo, algo concreto, y la forma en la que emanaban de ella esas extrañas miasmas que parecían alterar la metería a su alrededor le daban un sentido a todo lo he estaba pasando.

Y eso era lo que Sam necesitaba, un sentido para todo aquello.

Allí tenían la solución a sus problemas, aunque ahora habría que encontrar el modo de acabar con eso.

—No os acerquéis demasiado creo que esa mierda es capaz de merarse en tu cabeza y volverte loco. No sé cómo, pero debe ser responsable de que los motores no funciones, parece que está…. conectándose con el planeta e infestando la nave de alguna manera.

—Tenemos que destruirlo, pero algo me dice que no va ser fácil, tengo la sensación de que de alguna manera puede sentirnos… percibirnos.

—¿Alguien tiene una idea mejor, o intentamos volar esta mierda con todo el explosivo que tengamos?

Mientras hablaba Sam no dejaba de analizar la sala, buscando algo más que llamara su atención, algo que indicase cómo funcionaba a aquella cosa, ¿se estaría alimentando de la energía de la nave? ¿se podría “desconectar”?

Además, también buscaba algo, ahora que se sentía mas calmado y centrado, en torno a la extraña estatua, y las cajas y trastos que había por todas partes. Sam buscaba alguna escritura, algún símbolo, cualquier cosa grafica que pudiera pertenecer a la inteligencia o la conciencia que formaba aquella cosa.

Ochoa colapso de inmediato al ver aquella monstruosidad. El infierno existe y no es el espacio interior en cada hombre o mujer; su psicología.
Es un lugar en el espacio exterior y acababan de llegar a él. Era algo así como una profecía auto cumplida, había preparado su mente para este momento pero su dios lo había abandonado. Quería aferrarse a su ciencia y encontrar alguna explicación a todo ésto.

¿Existe dicha explicación? o la tripulación de esta nave cabo las entrañas de aquel planeta pecador y extrajo para nuestro terror a ese demonio impensable. Si existes DIOS, ten piedad de nuestras almas...

Su cuerpo temblaba de forma incontrolada, debía encontrar algo que hacer cuanto antes. Tal vez concentrando su mente en algo comprensible hallara la calma que había perdido. En su formación científica había oído que el mejor modo de proteger aparatos electrónicos era almacenarlos en una jaula de Faraday: un cubo de metales interconectados, preferiblemente cobre y acero de 6 mm de espesor, que pueden actuar como un escudo electromagnético.
Si el problema era el P.E.M. podían construir algo para combatirlo o improvisar con las cosas disponibles en la Alexis. 
- Sam, Amy... ¿han escuchado hablar de las jaulas de Faraday?

Ochoa se extendió en una interesantísima disertación sobre cómo fabricar una jaula Farady, con toda la razón y el empeño del mundo.

Pena que sus compañeros no oyesen lo mismo que él, sus gorjeos y susurros mientras rompía a llorar con la cara descompuesta. Estaba claro que algo se había roto en su interior. Si su fe era tan fuerte como solía tratar de hacer creer al resto, esta había sido un cristal fino y delicado, resquebrajado en un millón de pedazos bajo sus rodillas. Allí permanecía, tratando de dar la espalda a la escultura malsana mientras Amy y Sam trataban de encontrar una solución a la situación.

Sam trataba de encontrar un mecanismo racional que pudiese funcionar con aquel pedazo de locura cristalizado en una forma inenarrable, pero más allá de arañazos practicados sin sentido, no sabía si durante su fabricación o posteriormente, no encontraba nada realmente útil para dilucidar su comportamiento. Peor algo le decía que si, que se alimentaba de la energía de la nave... Y también de los cadáveres que en ella se encontraban. Aquellos zarcillos de energía magenta que volaban hacia ella y salían a su espalda, en dirección a la puerta exterior de la bodega, entre los exoesqueletos y la maquinaria, parecían indicar que actuaba como un acumulador que a su vez expulsaba la energía recibida hacia el planeta en torno al que orbitaban.

Amy estaba en lo cierto en su último comentario, no parecían estar solucionando nada ni encontrando una respuesta para aquello, peor un picor continuo en su nuca le indicaba que el aciago momento en que volviese a enfrentarse al pulso electromagnético estaba cada vez más cerca.

Las opciones se iban revelando entre la incertidumbre.

—Podemos volar esta cosa y toda la puñetera nave, podemos intentar despresurizar esta sala y lanzarla al vacío o hacia el planeta. O podemos intentar aislar esa aberración, tenemos maquinaria, pero no sé si suficiente material para aislar algo tan grande.

—Lo único que no tenemos es tiempo.

Sam miraba a sus compañeros apremiante, necesitaba que todos fueran a una con la decisión que tomaran, porque probablemente saldría mal y todos morirían.

El medico histérico se giro hacia sus compañeros tratando de recuperar la compostura perdida.
- El tiempo apremia, preparémonos para resistir el próximo embate (espeto con los ojos muy abiertos sorprendiendo a sus compañeros que aun lo creían ido); podemos ocultarnos y observar lo que suceda a nuestro alrededor. El señor está con nosotros y tiene un propósito todo lo que vemos aquí.
- Luego, tendremos un poco más de tiempo para planearlo... Esos vehículos se ven lo suficientemente sólidos para servirnos de cobertura y protección. No me importa lo que piensen, lo confieso, soy un cobarde y  prefiero esconderme cuanto antes. Además los explosivos resultan demasiado peligrosos para usarlos a la ligera, QEPD Johner!
Te encomendamos nuestras almas y la memoria de Amy, Señor.
Si ésto es lo que quieres para nosotros estamos dispuestxs a recibir la lección que tengas preparada...
Lemon Ochoa se desplazo a los trancos hasta la maquinaria mas próxima con la intención de abrirla y meterse dentro. Pero antes de saltar sobre ella insistió haciendo gestos a sus compañeros para que se den prisa.
Un poco de prudencia siempre es bien vista por el Señor, sobretodo si debemos enfrentarnos a su Enemigo o sus demonios...

-Deberíamos arrojar esa maldita cosa al vacío.

Me acerco a uno de los exoesqueletos con intención de subirme en él. Me da lo mismo cual sea, mientras pueda agarrar la escultura y arrojarla por la esclusa.
Compruebo que soy capaz de manejar dicho artefacto y que, en caso de que la sala pierda su atmosfera, el exoesqueleto pueda seguir avanzando con normalidad. Ya sea anclado al suelo por electroimanes o por su propio peso.

- Debemos darnos prisa, no quiero que se derrita mi cerebro.

—Espera Amy, creo que he manejado cacharros parecidos antes, demasiados diría yo. —Sam recordaba los peores trabajos que había tenido que aceptar para salir del hoyo cuando le expulsaron del ejecito. Quizás ahora servirían y algo.

—Estoy pensando algo, podemos intentar cortar esa cosa con el láser del exoesqueleto, y después abrir la esclusa, creo que así todo saldrá al vació mientras nosotros nos ponemos a salvo. Si abrimos la esclusa e intentamos manipular eso entero podemos salir todos expulsados, o podría pillarnos otro apagón en medio de la maniobra.

Sam le propuso a Amy que apartase el exo arponero para que el manejase el láser, con la intención de trocear aquella mole.

Me subo al exoesqueleto equipado con un arpón, con la intención de apartarlo para que Sam pudiese manejar el otro.

-Nos prepararemos para cualquier contratiempo mientras lo cortas por la mitad.

Al ver las elecciones de sus compañerxs, Ochoa duda en subir al vehículo con la enorme pala excavadora y por un momento casi decide volver sobre sus pasos para acompañarlos. Siempre ha sido un indeciso y todavía no entiende este arrebato de decisiones que lo trajeron hasta este lugar. 
Finalmente confía en sus instintos y termina entrando en el único vehículo con cabina.  Nunca ha estado en uno de estos; pero supone que no será tan difícil operarlo en caso de necesidad (o un plan "B"). Por otro lado, su estructura se ve realmente solida y ademas, tiene un fuerte brazo extra si se las ingenia para operarlo.
Espero no tener que usar esta pala excavadora, no hay qué cavar... en el espacio exterior.
Espero que estos cacharros no sean nuestras tumbas.
De un salto se monta sobre la butaca y coloca su rosario en el espejo retrovisor; a continuación, se hace la señal de la cruz y encomienda su alma al Altísimo. Todo esto mientras no puede dejar de observar esa abominación horrorosa.
Recuperando un poco la compostura, balbucea en tono muy débil para sí mismo:
- Veamos si puedo entender cómo operar esta cosa. 
Comienza a estudiar los comandos mientras se quita parcialmente el traje de vacío (hasta la cintura) y coloca el casco abierto sobre el torpedo; deja el intercomunicador abierto para no perder contacto con el resto.
- Ya no aguantaba mas ese traje.
Besa la cruz y se concentra. Sabe que algo está a punto de ocurrir y no será nada bueno.
Nada bueno.

En un arrebato de lucidez, Ochoa cayó en cuenta que tenía el escalpelo en la boca.
¿Cómo había llegado eso ahí?
Lo quito rápido, y el filoso metal lacero su lengua y sus labios. El sabor metálico invadió su sistema. Su mirada se perdió en aquellas formas que coronaban la extraña efigie.
Unos extraños sonidos invadían su consciencia y parecían susurrarle vocablos impíos.
O era sólo el efecto de sus nervios y la calma perdida... Jugueteó unos segundos con el frasco de tranquilizantes mientras pensaba en dormir una placida siesta.
"Aquello" estaba por despertar. 

Los nervios de Sam ya estaban a flor de piel, intentaba ignorarar su propia ansiedad actuando rápido, pero ver a Amy de aquella manera entre las luces parpadeantes y los ruidos continuos de la nave, resultaba deshumanizador.

Además, Sam empezaba a temer que los pulsos afectasen de forma peligrosa a su compañera y cualquier gesto extraño le hacía echarse a un lado temiendo algún tipo de brote psicótico, o su versión artificial, literalmente un cruce de cables.

Ahora mismo no confiaba en nada ni nadie, estaba realmente asustado, y empezaba asentir el pánico que produce el aislamiento en el espacio.

Hizo un último esfuerzo para mover su exo lo más rápido posible, queráis intentar hacer al menos un corte en la estatua antes del siguiente apagón, intentaría partirlo por la mitad cegado como estaba, aunque eso quizás solo empeorase las cosas.

—¡¡¡Tened cuidado, voy a cortar esa mierda!!!

No estaba seguro de que le diera tiempo a levantar aquella cosa, intentaba disparar el láser, pero los nervios apenas le permitían hacerse con los controles básicos del exoesqueleto.