Partida Rol por web

Profesor Champollion

Parece increíble que el destino te haya llevado de nuevo a Egipto para colaborar de primera mano en nuevos y singulares descubrimientos sobre tan fascinante civilización antigua. Tu tío-abuelo estaría orgulloso, y pretendes dejar el listón bien alto aportando tus conocimientos al trabajo de tu buen amigo el profesor Bollacher.

Decidiste llevarte contigo a dos de tus estudiantes más prometedores aunque de cualidades diferenciadas. La Universidad de Chicago patrocina el viaje y te has asegurado de que no os falten recursos tanto para la estancia en Egipto como para la vuelta a los EEUU.

Durante el viaje en barco hasta Alejandría conocisteis a un nuevo invitado del profesor Bollacher. Un periodista de Nueva York con pretensiones literarias, con el que el profesor espera cubrir el evento de sus nuevos hallazgos para que vean la luz pública de una forma controlada.

Una vez en Alejandría, apenas tuvisteis tiempo para nada más que montar en un dirigible (zeppelin) que os llevará al complejo arqueológico de Lúxor, donde el profesor Bollacher os espera en la institución americana Casa Chicago.

La carta del profesor aseguraba que un coche os recogería en la pista de aterrizaje del dirigible.

August Mardigan

Te encuentras montado en un zeppelin sacando fotos entusiasmadamente desde una de las ventanillas del dirigible. Abajo, el desierto y los asentamientos egipcios ofrecen una panorámica inmejorable, desde tu punto de vista.

Fue una suerte que el profesor Champollion te eligiera para acompañarle en tan singular viaje. Una eminencia en el campo de la Arqueología era el guía ideal para una expedición que toda América acabaría conociendo a través de la prensa por sus importantes hallazgos, según aseguraba el profesor Champollion. Además, el viaje ha sido subvencionado por la Universidad de Chicago por lo que no tendrás que gastar más que los 20$$ que, con esfuerzo, te han dado tus padres para lo que pudiera surgir.

Durante el viaje en barco hasta Alejandría conocisteis a un nuevo invitado del profesor Bollacher. Un periodista de Nueva York con pretensiones literarias, con el que el profesor espera cubrir el evento de sus nuevos hallazgos para que vean la luz pública de una forma controlada.

Una vez en Alejandría, apenas tuvisteis tiempo para nada más que montar en un dirigible que os lleva al complejo arqueológico de Lúxor, donde el profesor Bollacher os espera en la institución americana Casa Chicago.

Samuel J. Kramer

Te encuentras a bordo de un zeppelin leyendo unos pasajes de una copia del Talmud que te llevaste de viaje a Egipto. Observas a tu compañero Mardigan sacando fotos con su cámara Kodak a través de una pequeña ventana desde donde se ve el desierto y algunos asentamientos egipcios mientras el dirigible se dirige a Lúxor.

Fue una suerte que el profesor Champollion te seleccionara entre tantos estudiantes para acompañarle en tan distinguido viaje, aunque te lo tomas como un premio a tu esfuerzo y dedicación en la Universidad. Sin duda este viaje es una gran inversión curricular por la importancia del profesor Bollacher en el ámbito académico y los importantes descubrimientos que parece haber hallado. El viaje ha sido subvencionado por la Universidad de Chicago y estás dispuesto a hacer lo que sea para dejar el listón bien alto.

Durante el viaje en barco hasta Alejandría conocisteis a un nuevo invitado del profesor Bollacher. Un periodista de Nueva York con pretensiones literarias, con el que el profesor espera cubrir el evento de sus nuevos hallazgos para que vean la luz pública de una forma controlada.

Una vez en Alejandría, apenas tuvisteis tiempo para nada más que montar en un dirigible que os lleva al complejo arqueológico de Lúxor, donde el profesor Bollacher os espera en la institución americana Casa Chicago.

Ervin Price

Eres pasajero de un zeppelin con destino a Lúxor. Viajaste en barco desde los EEUU hasta Alejandría y ahí tomaste vuelo en el dirigible junto a tus nuevos compañeros. El profesor Champollion es un buen amigo de Aaron Bollacher, y a su vez se ha llevado a dos de sus alumnos más notables para que aprendan de tan destacada experiencia.

A bordo del dirigible, observas al joven Mardigan lanzando fotografías con una bonita Kodak desde la ventanilla mientras el chico judío, Samuel Kramer, hojea una versión del Talmud.

Ha sido una suerte que Aaron contactara contigo para ofrecerte el trabajo de cubrir sus hallazgos. Si el viejo está en lo cierto, tendrá una gran repercusión mediática y podría relanzar tu carrera tanto periodística como literaria.
Sin embargo, te llamó y mucho la atención la carta que te envió Rose antes de partir en barco de los EEUU. Parecía un poco decaída y algo preocupada por su marido. Aún recuerdas la aventura amorosa que tuviste con ella una noche de abril hace algunos años. A Rose le gustaba llamar la atención, y estaba dispuesta a acostarse con todo aquel que escuchara sus problemas, y tú, hasta arriba de whisky sin etiquetar pero de inmejorable destilación, escuchaste unos cuantos de esos problemas aquella noche. Una mujer alegre por entonces. No es de extrañar que te enviara esa carta en confianza.

Carta de Rose

Aún indeciso sobre contar al resto del equipo sobre la carta que recibiste de Rose, te das cuenta de que vuestro viaje en dirigible está llegando a su fin.

Lúxor (Egipto)
28 de Agosto de 1926, al ocaso

A pesar de que cuando partisteis de Alejandría en zeppelin hacía un día caluroso y completamente despejado, ahora que os aproximáis a Lúxor veis en tierra los fascinantes complejos arqueológicos sombríos bajo una densa capa de nubes recién formadas sobre el territorio.

Se avecina tormenta. Y a lo lejos ya podéis observar los primeros rayos marcando un cielo encapotado y cada vez más oscurecido. Los rayos iluminan por doquier las estructuras antiguas, como el templo mortuorio de Ramsés II, y asentamientos arqueológicos incluyendo la ciudad de Luxor que ya es visible al otro lado del río Nilo y casi en tinieblas. Las primeras gotas empiezan a caer mientras tratáis de localizar la Casa Chicago a través de las ventanillas del dirigible, pero está perdida en alguna parte entre el laberinto de tiendas de estuco y viviendas apiladas que se extienden por la ciudad como trozos de barro antiguo.

Poco después el zeppelin comienza a descender hacia una pista quebradiza y algo embarrada mientras las lluvia cae cada vez con más fuerza.
Veis sobre la pista de tierra un coche oscuro con una sirena en el capó que lo identifica como de policía y junto a él a tres hombres uniformados con tocado típico egipcio, todos ellos esperando el aterrizaje del dirigible. Más allá, en la entrada a la pista, un segundo coche, también oscuro, esperando probablemente a pasajeros.

Cuando el gentío empieza a salir del zeppelin mientras charlan expectantes por haber llegado a su destino, comprobáis que los policías están solicitando la identificación de todos los pasajeros antes de dejarles marchar.

¿Rutina egipcia o están buscando a alguien en concreto?

Mientras nos aproximábamos a la costa de Alejandría respiré profundamente, era maravilloso todo lo que nos esperaba. Íbamos a estar rodeados de Historia por todas partes. Eran las raíces de mi pueblo, sentí un escalofrío de satisfacción nada más pisar tierra.

Durante el viaje en barco me había presentado a un periodista amigo del profesor Bollacher:

-Eh...hola, mi...mi nombre es Samuel, Samuel Kramer.-Tartamudeé un poco, siempre me pasaba al conocer a gente nueva.

Sin embargo, Egipto nos recibió con mal tiempo. No era una buena señal, a veces tenía esa clase de presentimientos.

Al menos no es una de las plagas de Adonai...-Pensé.

Después nos embarcamos en uno de esos globos gigantes alemanes, Zeppelin los llamaban. Eran amplios, pero no me sentía seguro.

Nunca me gustaron estos inventos alemanes. Un globo tan grande, lleno de gas, surcando el cielo. Algún día habrá una gran tragedia...

Me puse a repasar mis notas del Talmud, en especial aquellas que mencionasen Egipto, a Moshé o las plagas.

Al poner de nuevo pie en tierra respiré aliviado, pero esa sensación duró poco, un control policial nos aguardaba.

De nuevo empecé a sudar y a tartamudear, siempre me sentía culpable al ser registrado por la policía. Me sudaban las manos y solo pensaba en que mi identificación no se empapase para no tener ningún problema...

Había disfrutado como un enano el viaje, pude hacer algunas fotos con mi vieja cámara con la esperanza de poder aprovechar alguna, aunque las imagenes de Alejandría y Luxor desde el aire quedarían grabadas en mi retina por mucho tiempo, y en mi interior pensaba: esto es solo el principio...

Me dispuse a bajar del zepelín con mis compañeros de viaje, fui el último en salir ya que me entretuve guardando bien la cámara para protegerla de la lluvia, bajé en mangas de camisa utilizando mi chaqueta a modo de paraguas, llevaba colgado el bolso con la cámara y el resto de mis pertenencias, lo que menos me esperaba era este clima.

Mi ropa de viaje era un cómodo traje de verano con chaleco de color beige que había sido de mi padre pero que mi madre arreglara para la ocasión y me sentaba mas o menos bien, por suerte no estaba demasiado usado aunque si arrugado por el viaje, la camisa era azul claro, corbata oscura con unas finas rayas en blanco, completaba el conjunto una fedora marrón y unos zapatos de cuero que sentía muy cómodos porque ya estaban usados.

Salí al exterior cubriéndome con la chaqueta y vi que los policías me hacen señas mientras pienso para mi: Maldita sea, ¿es que no ven la que está cayendo?...

Ah, viejo amigo. Pronto tendré el placer no solo de estrecharte la mano sino también de echar un ojo a esa fascinante tumba, pensé durante el viaje en barco hasta Alejandría. Los recuerdos de mis años de estudiante comienzan a aparecer en mi mente: los afortunados trabajos de campo, los apuntes sobre Alejandro Magno bautizando la ciudad bajo su nombre o discusiones sobre la posible organización de su famosa biblioteca. Esto me hizo mirar con una pizca de envidia a mis pupilos, ¡quién tuviese su juventud!

Samuel y August eran los mejores estudiantes de su promoción, pero eran como el agua y el aceite. El primero parecía nervioso con la sola idea de trabajar lejos de la comodidad de una biblioteca, mientras que el otro parecía tan alegre con el viaje que parecía el mismísimo Sandokán. Durante el viaje en dirigible, parecía ansioso por aterrizar y perder de vista aquel vehículo lo antes posible, mientras que August gastaba el carrete retratando todo lo que veía. Tanto era así que tuve que avisarle de que estaba tardando demasiado en salir:

—¡Mardigan, muchacho! Ya ha salido todo el mundo, ya harás todas las fotos que quieras cuando haya escampado.— le digo apurado y enarcando una ceja, pero sin poder contener una ligera sonrisa por lo mucho que me divierten sus disparidades.

Hay que ver cómo se ha puesto el día, y yo que esperaba poder ver en persona los progresos de la expedición..., pienso mientras bajo a tierra. Un grupo de policías parecen cerrar el paso, sin dejar pasar a los pasajeros hasta que muestren sus respectivas documentaciones.

—Muy bien, chicos, ¿tenéis encima vuestra documentación?— pregunto a mis alumnos mientras saco la mía de la chaqueta, intentando cubrirme del aguacero como puedo, y aproximándome a los guardias —Buenas tardes, agentes— saludo, mientras les acerco con cuidado mis papeles —¿Va todo bien?

Ervin saluda a Kramer con una sonrisa.

- Ervin, Ervin Price. Periodista, mantengo buena relacion con Aaron y voy a cubrir la expedicion. Es un placer. Deben estar extenuados Aaron y los suyos ... este es un lugar duro y estos trabajos tienen que ser estresantes.

Al ver que la policia estaba pidiendo documentacion, saco el pasaporte, algo extrañado por tanto revuelo.

Llego donde está el policía y el resto de mis compañeros de viaje, entrego la documentación, aunque me lío un poco entre la chaqueta, el bolso, la lluvia y los nervios del viaje...

- ¡Buenos días!, aquí tiene. - trato de decir en mi mejor egipcio, mientras el policia mira mi documentación saludo con la cabeza al periodista que acaba de hablar con Samuel.

Mientras espero a que el policia termine me sigo cubriendo con la chaqueta, que empieza a estar realmente mojada.

- Menudo recibimiento - esto se lo digo en inglés, a mis compañeros, buscando el doble sentido por lo climático y el control policial.

Ervin arqueo la ceja.

- No se si pasara algo o esto es siempre tan ... intenso.

Bajo una lluvia cada vez más intensa y relámpagos resplandeciendo y tronando por doquier, el policía nativo os toma las identificaciones y asiente murmurando a sus camaradas algo que no conseguís escuchar.

- ¡Ah! Americanos - dice en inglés, con un acento morisco inconfundible. Con una sonrisa afable e irónica contesta al profesor Champollion aunque en realidad se dirige a los cuatro - Pues eso depende. ¿Cuál es el motivo de su visita a Lúxor?

Mientras espera una respuesta, hace un gesto a los otros agentes y estos comienzan a cachearos sin nerviosismos, simplemente haciendo su trabajo.

Noté las manos de uno de los agentes palpándome el traje en busca de cualquier bulto sospechoso. Levanté los brazos a petición de uno de ellos mientras intentaba responder a la pregunta que acababan de hacerme.

—Venimos a ayudar a un amigo nuestro con un estudio arqueológico en Medinet Habu. Como podrán comprobar, mi nombre es Jean-Marc Champollion. Soy profesor de arqueología en la Universidad de Miskatonik, mis acompañantes son August Mardigan y Samuel Kramer, que son alumnos míos, y el señor Price— digo, procurando ser cordial y mantener la calma a pesar de la lluvia —. Hay qué ver qué día hace, agente. ¿Es normal que llueva tanto en esta época?

Me mantengo en un segundo plano, dejando que los policías comprueben mis documentos mientras escucho la conversación que mantienen con el profesor. Algo me dice que es mejor dejarles hacer y ser cordial.

El egipcio tantea curioso el cielo nublado y lluvioso y se rasca distraídamente la poblada barba.

- La verdad, no. - el agente habla en inglés con ese acento característico en esa parte del mundo.

Cuando los agentes terminan de registraros y asienten a su líder, vuestro interlocutor resopla bruscamente y, tras pensárselo un instante, vuelve a hablar.

- Nos han dicho que ciertos americanos están haciendo operaciones de contrabando con piezas de museo por esta región. Debo pedirles que suban de nuevo al dirigible y vuelvan a su país. - dice tajantemente, pero sin brusquedad alguna.

El egipcio parece muy seguro de sí mismo.

Me coloqué detrás del Profesor y de August. No me gustaba que me tocasen extraños y menos, extraños árabes con pinta de tener malas pulgas.

Además nos querían mandar de vuelta a casa... Espero que el Profesor se pusiese firme y no lo permitiese. Me daba en la nariz que no querían preocuparse de nosotros y lo mejor para ellos era arrancar el problema de raíz. Seguro que si insistíamos y ellos obtenían algún beneficio o promesa de beneficio nos dejarían entrar tranquilos, e incluso, nos tratarían con extrema amabilidad. 

Poderoso caballero...- Pensé.

Efectivamente tus pensamientos no te traicionan y detectas cierta inquietud en el policía egipcio.