Partida Rol por web

Spiraling (The 8 Pianos Project)
Dirk Maassen

La mañana del martes se presentó lluviosa y gris. A primera hora, antes de las nueve, los cuatro compañeros estaban reunidos alrededor de una mesa en la cafetería recomendada por Ricardo. Mario había dejado su Prius aparcado en una calle cercana y ahora se preparaban para desayunar. ¿Qué sabían de Sanabrás? Alguno de ellos había buscado información en internet antes de irse a dormir y podría arrojar algo de luz sobre la aldea abandonada. ¿Tendría importancia el lugar? ¿Por qué allí?

—Buenos días Begoña —saludó Ricardo que había sido el primero en llegar—. Lo de siempre, por favor. Pero hoy me voy a sentar en una mesa que voy a tener compañía.

En pocos instantes el café caliente y la tostada estaban sobre la mesa.

—Salgo de viaje en un rato; hacia Sanabrás. ¿No habrás oído hablar de esa aldea? Tengo entendido que no vive nadie allí y que hay ciertas historias de meigas sobre ese sitio.

Begoña se sentó en la mesa frente a Ricardo y comenzó a hablar en voz un poco más baja. Hablaba en gallego. Lo hacía a veces cuando tenía que hablar rápido.

—¿Pero como qué vas a Sanabrás? De visita no irás —dijo reprimiendo una sonrisa—. Hace ya años que nadie vive allí. Algunos dicen que la gente se mudó a la ciudad porque en Sanabrás no había trabajo, ni donde caerse muerto; pero mi abuelo me contó hace tiempo que la gente huyó de allí. No me vayas a tomar por loca, que yo no lo vi ni lo creo, pero dicen que hace mucho tiempo, cada noche, una muchacha en edad de fecundar caminaba hacia la playa y aparecía a la mañana siguiente desnuda y tendida en la arena. Nunca recordaban lo que había pasado. Alguna vez algún paisano dijo ver un ser salir del agua y tomar en carnes a la muchacha, algún borracho recién salido de un bar probablemente. Alguna dijo una vez que había sido forzada pero nunca ninguna concibió.
» El caso es que poco a poco las familias fueron emigrando a otro lugar por miedo a quién sabe qué. Los más cuerdos llegaron a hablar del violador de Sanabrás pero ninguna muchacha recordaba haber sido violada ni mucho menos por quién. Alguno incluso quiso matar a las muchachas por endemoniadas. Ya te puedes imaginar las historias que se crearon alrededor de aquello. Algún resabido llegó a decir que el agua de allí no era buena y que hacía sonámbulos a quienes la veían. ¿Pero por qué solo a las muchachas?

Ricardo tomó un sorbo grande de café y justo en ese momento entró Mario e instantes después llegaron Ana y Kamil. Ricardo les contó lo que le había dicho Begoña y esta asintió cada palabra que Ricardo decía.

—No se qué demonios tenéis que hacer allí muchachos, pero yo de vosotros dejaba aquello tranquilo —dijo mirando al techo de la habitación como encomendándose a algo más alto.

Mario apareció descansado. Contra todo pronóstico había dormido bien. Recién afeitado, con la misma chupa de cuero que llevaba la noche anterior, lucía resplandeciente. Se sentó y pidió un largo de café con una tostada antes de escuchar la historia de Ricardo.

Oye, pues ahora que lo dices todo esto de la playa me quiere sonar. No me vayais a tomar el pelo por esto, pero toda esta historia yo ya la escuché del Iker en la tele. De eso me sonaba Sanabrás. Espera a ver... creo que hablaban de unas movidas en las playas entre la Costa da Morte y las Rias Altas. Orgías de brujas o locos por las playas. Espera a ver que mire.

Mario cogió su móvil y comenzó a teclear con habilidad con la mano derecha mientras en la izquierda sujetaba la taza de café. 

- Sí mira... ah no. Esto habla de Coiro . Eso está en Pontevedra ¿no?, a tomar por culo, no. A ver.... si yo lo ví que lo hablaba el Iker y su mujer la dentarruda, seguro. En la zona del golfo Ártabro decían... Cagun la cona ahora no encuentro nada... 

Molesto, dejó el móvil contra la mesa y se terminó el café - En fin, era un programa que hablaban de sitios abandonados misteriosamente por toda la península. Ya sabéis el tono que le dan a todo. Recuerdo que mencionaban el pueblo de Ochate, otro sitio por cataluña y de aquí de la zona sólo Sarabrás. Y hablaban de que en esa zona se venían viendo de siempre a señoras de cuando en cuando haciendo cosas raras en la playa - Mario imita la voz y los gestos de Iker - ¿Aquelarres?. Y sacaron prensa de principios de los 80 en la que se habían encontrado los cuerpos de dos viejas desnudas entre restos de hogueras en una playa de la zona. Que yo no me acuerdo de nada de eso pero es que estaría más pendiente del coche fantástico que de los sucesos. Por cierto - terminó cambiando totalmente de tercio al acabarse la tostada -  ¿torrijas no tendréis no?.

- Pues estás de suerte.- contestó Begoña - Que torrijas tienen en la pastelería de al lado. Esperad un minuto y voy a por ellas. - la dueña del local salió de la barra mienta - Si viene alguien que espere un momento, que ya vuelvo enseguida. Vaya movida con el pueblo ese, no me acordaba yo del tema de las viejas pero es verdad que algo había leído. 

Se paró un momento en la puerta, antes de salir:

- Y ahora que mencionas al Iker. ¿Sabes que hay un paisano que lleva un blog de sucesos extraños y que viene a veces a tomar el café? Se llama Ramón y trabaja en Correos. Igual él os puede contar más cosas sobre el pueblo ese. Es un tipo un poco rarito pero no es mala gente. Simplemente se cree de verdad todos los rollos de fantasmas y ovnis. Estoy segura que sabrá del tema porque no hay muchos pueblos fantasma en los alrededores. En fin... ahora vuelvo con las torrijas.

Kamil asentia ante la diatriba de la camarera, en Polonia tambien habia muchos cuentos de brujas, trolls, aquelarres y demas folclore. Adrzej Sapkowski se habia basado en dicho folclore para su exitosa saga de libros que luego fue llevada a videojuegos. Asi que entendia perfectamente de que hablaba la mujer. Sin embargo en el folclore polaco, las jovenes si podian quedar preñadas y a veces salian monstruos con apariencia de hombre, niños que no eran del todo normales y tenian talentos que los demas no poseian.

Pero Sanabras le recordo a otra cosa. Le recordo a las charlas que tenia con Teo, como entre hermanos, en los que se contaron toda su vida y peripecias y en las que Teo le hablo de donde habia logrado la explosion creativa de los ultimos años, le hablo de su mentor, Domingo Tomiño y como este le enseño a escuchar al mar.

- Sanabras no fue donde nasio el maestro de Teo? Domingo Tomiño, creo recordar que me dijo que se llamaba. Si... Sabia que ese nombre me queria desir algo. Recuerdo que Teo me dijo que su maestro le cambio la vida cuando le enseño a escuchar al mar, tenia una teoria sobre que la vida venia del mar y que la musica tambien.

Kamil se rasco la cabeza, no queria quedar como un idiota delante de todos, pero las charlas con Teo a veces se ponian muy metafisiscas.

Ana entro justo después de que Kamil se sentara a la mesa –Hola, ya estáis todos aquí- dijo quitándose el bolso y la chaqueta y dejándolo en el respaldo de la silla.

Le pidió un café con leche y una torrija a Begoña y se sentó –Claro, de eso me sonaba a mi también Sanabrás –dijo cuando Kamil habló de la procedencia del maestro de Teo –Recuerdo que Teo tuvo que dar algunas explicaciones ante la policía cuando su maestro desapareció ya que creo que ambos habían viajado allí cuando pasó.  

Repentinamente la sombra de aquel pueblo se cernía sobre el destino de todos con total claridad. Fuera lo que fuera que estaba pasando de pronto aquella aldea abandonada se había convertido en una pieza central del puzzle. Extraños rituales, noticias extrañas, el mentor de Teo y su desaparición. Demasiadas coincidencias alrededor de un único nombre: Sanabrás.

En ese momento Begoña regresó de la pastelería de al lado. Con una sonrisa dejó un bandeja con media docena de torrijas sobre la mesa:

- ¡Aquí las tenéis! ¡Fresquitas del día! - dijo volviendo rápidamente hacia la barra.

La visión del desayuno era un contraste de realidad contra la extraña situación en la que se estaban aventurando.

Kamil disfruto como un enano del delicioso desayuno con productos tipicos de la tierra.

-En Polonia no tenemos de esto- Dijo relamiendose.

Dio buena cuenta de las torrijas con su cuchillo y tenedor, guardando mucho las formas, con un estricto protocolo, seguramente fruto de las lecciones y correcciones de su padre, siempre pendiente de las apariencias.

-Igual deberiamos ir a ver a Ramon, seguro que el sabe mas sobre Sanabras. Yo tambien he traido mi coche-Dijo señalando al audi A5 que habia aparcado en la acera de en frente de la cafeteria. Aparentemente Kamil habia sido mas afortunado que Mario a la hora de encontrar aparcamiento- Creo que podemos ir mas comodos repartidos en dos coches.

- Pero... - Mario habla con la boca llena - ¿qué le vamos a preguntar?. Hola señor funcionario de Correos, ¿qué sabe de la ciudad fantasma de Sarabrás?. No... - traga y pega un trago de agua - seamos serios amigo. Yo no me dejaría llevar por la fantasía. Vayamos al pueblo, veamos qué se cuece con Teo, entendamos de qué va este teatro en el que nos estamos metiendo y ya tendremos tiempo de hablar con frikonautas en otro momento. 

No quería sonar tajante, pero tampoco tenía ninguna intención de darle más visos de realidad a una situación absurda que por momentos se tornaba más y más rara. 

-Estoy de acuerdo con Mario, lo mejor será ir a Sanabrás y ver qué sucede con Teo, no creo que el trabajador de Correos se mueva de donde está.

Ya se sentía lo suficientemente crédula como para encima ir aireándolo por ahí. La experiencia del día anterior se le empezaba a antojar lejana y poco a poco volvía a ser la que era.

Terminó su desayuno y se levantó a pagar –Cóbramelo a mí todo- le dijo a Begoña –Esas torrijas estaban espectaculares.

Tras pagar el desayuno salieron de la cafetería. La lluvia había dado una tregua pero el tiempo no parecía que fuese a mejorar. Según el Google Maps la posición de la aldea abandonada estaba a poco más de una hora.

—Toda pista, aunque sea absurda, debería de ser bienvenida, amigos míos —dijo mientras se ajustaba los botones de la gabardina—. Yo conozco al paisano, viene a veces a desayunar antes de ir al trabajo. Quizá no sea momento para ir a visitarle ahora, es demasiado temprano pero si me permitís...

Ricardo sacó su teléfono móvil de un bolsillo y entró al blog de su paisano. No fue difícil encontrar una dirección electrónica. El detective escribió un mensaje:

"Buenos días. Me interesa el contenido de tu blog y en particular me gustaría saber si tienes información sobre mitos y leyendas de aldeas gallegas. Soy paisano y estoy interesado en particular en la aldea de Sanabrás. ¿Puedes llamarme y hablamos? Te dejo mi teléfono. Gracias"

—Listo, podemos irnos cuando queráis.

-Estupendo- Ana sacó su paraguas para caminar hasta el coche –Creo que deberíamos ir todos en el mismo coche –dijo contestando a la pregunta que había formulado Kamil en la cafetería- Será lo más práctico ¿vamos en tu coche Mario? –Sabía que a su amigo no le gustaba demasiado que otros condujeran por él y además su coche era bastante espacioso –Estaremos cómodos los cuatro dentro.

Con la gabardina puesta y el llavero en la mano Mario asentía al plan intermedio de Ricardo. No desdeñar el contacto pero dejarlo para luego. - Además, seguro que le gusta más que se nuestro primero acercamiento sea de una manera menos personal que presentarnos en su trabajo. Me gusta tu idea Enrique, que nos llame él. 

Ya saliendo de la cafetería sonrió al ver cómo Ana comprendía su fobia a ir de pasajero y sugería que todos montasen en el Prius. 

- Sí, vamos todos en el mío. ¡Que parece que me queráis hacer suplicaros que os montéis en él! ¿No me queréis dejar fardar o qué? ¡Que es ecológico! - miró el reloj - Por cierto, se nos echa la mañana encima... Sanabrás está a una hora. Compremos unos bocatas por el camino por si se alarga la cosa por allá, que seguro que no tienen un Starbucks cerca. 

El viaje siguió el sinuoso trazado de las carreteras secundarias cercanas a la costa. Era una bonita vista para quien tuviera ganas de disfrutarla. Una imagen de postal, con esa lluvia menuda que no cesa, tan típica de Galicia, viendo como el mar rompía inmisericorde contra las rocas de la costa. 'A Costa da Morte'. Costa de la Muerte. Esa costa en la que tantos barcos habían encontrado su final. Conduciendo a través de ese paisaje era difícil no pensar en toda aquella historia como una leyenda más. Después de todo aquel pueblo trataba con la muerte como algo normal, parte del paisaje.  

Salieron de la carretera secundaria a través de una carretera rural. Sólo gracias al GPS sabían que no se habían perdido. En un momento dado Mario tuvo que detener el Prius en lo alto de un mirador. No había más carretera. A partir de aquel punto lo que veían era un sendero en desuso que descendía por una zona de acantilados hacia un conjunto de casas abandonadas que se veían en lo bajo, cerca de una cala. Sanabrás. Eran casas antiguas, de piedras irregulares, en diverso estado de ruinas. En un lado del acantilado destacaba una enorme mansión de tres plantas, una de esas casas que los de la zona llamaban 'de indiano'. Eran mansiones que a principios de siglo habían sido erigidas por los indianos, aquellos que habían emigrado a las américas y habían regresado con una gran fortuna. Ostentosas construcciones para demostrar a todo aquel que pasase por allí la riqueza de su dueño. Ahora, como las casas más modestas de pescadores, estaba condenada por el tiempo. 

Para acceder al pueblo tendrían que descender por un camino abrupto, entre piedras y malas hierbas, durante un buen rato, dejando allí el coche.

Ricardo se mantuvo atento a su teléfono durante todo el viaje. Sin querer reconocerlo, ansiaba la respuesta de ese cartero pero conforme pasaba el tiempo sospechaba que nunca llegaría.

Una vez en el lugar bajó del coche, se ajustó la gabardina y miró hacia aquella depresión.

—Me temo que no queda otra que continuar andando —dijo mientras se encogía de hombros—. Espero que tengáis un buen abrigo, aquí nunca deja de llover.

Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro. Volvió a comprobar su teléfono y ésta vez se fijó en la cobertura. En esas aldeas era muy común perder la comunicación.

—Maldita sea —murmuró al comprobar que la señal de la cobertura de datos oscilaba entre poca y ninguna—. Al menos podemos hacer llamadas... por ahora.

Esas últimas palabras habían ido para todos. Guardó el teléfono en el bolsillo interior de la gabardina y comenzó a andar ese camino hacia la aldea de Sanabrás.

Ana salió del Prius, no sacó el paraguas ya que la fina lluvia no le molestaba, y bservó el camino mientras se colocaba el abrigo gris. Había una buena bajada pero por suerte se había vestido cómodamente para aquel viaje.

No pudo evitar mirar hacia la mansión 'de indiano' abandonada, lo suficientemente tétrica como para aparecer en cualquier película de terror, y se sorprendió al pensar que quizás esa casa tendría un piano. Sonrió.

-¿Damos una vuelta por el pueblo a ver si vemos algo?.

- Si, venga. Bajemos - contestó Mario mientras se abrochaba la chupa hasta arriba y se levantaba el cuello para protegerse del viento.  Miró a Ana - Anda que vas siempre como un pincel Ana... Ese abrigo ¿es nuevo? De Amancio no es... 

Estaba nervioso pero quería dar una impresión de tranquilidad así que intentaba mantener una charla irrelevante mientras caminaba entre las hierbas camino del pueblo.

- Mejor ponedlos en modo avión, que nos quedaremos sin batería en dos diez... 

Kamil se bajo del Prius de Mario y se abrocho su chaqueta y se subio la capucha de la misma.

Mucha gente se pensaba que porque en Polonia hacia frio, los polacos estarian acostumbrados a esa temperatura y ante el clima, algo mas permisivo de España pues no necesitarian si quiera un abrigo. Pero la realidad era que simplemente, los polacos tenian mas experiencia lidiando con temperaturas bajo cero, por lo que afrontaban las dificultades climaticas con pragmatismo y sin dejar nada al azar. En el caso de Kamil, su chaqueta de the north face le protegia tanto del frio como de la lluvia y llevaba una braga para proteger el cuello.

-Teniamos que estar en Sanabras antes de la medianoche, cosa que hemos hecho, pero no se nos especifico en que parte de Sanabras. Igual ya nos estan esperando. - Se arrebujo un poco mas  dentro de su chaqueta para que la lluvia no le molestara en los ojos- Podriamos ir a la plasa, por aquello de que suele ser un lugar de reunion o buscar la casa del maestro de Teo. Creo que en su dia me dijo que era la mas sercana al mar.

Mientras hablaban descendían por el abrupto camino. La niebla marina se elevaba y, junto con la lluvia, empezaba a resultar un tanto molesta. En algún momento indeterminado del descenso se dieron cuenta de que era difícil ver más allá de unos cuantos metros. Eso resultaba inquietante porque desde arriba no parecía que fuera tan densa. De hecho podían ver el pueblo con claridad cuando ahora era evidente que no era así. 

En ese momento sonó el móvil de Ricardo quien, desoyendo el consejo de Mario, no había puesto el modo avión todavía.