Partida Rol por web

Te concentras en percibir la magia a tu alrededor...

Notas la que hay, de forma natural, en el bosque, pero no detectas un aumento o disminución de la misma que te llame la atención.

Llegar al objetivo parecía la parte difícil, pero una vez allí te das cuenta de que tal vez no lo era.

Con cierta ansiedad, miras a tu alrededor mientras sujetas con firmeza tu arma.

Tus ojos van de un lugar a otro y notas el corazón palpitar en tus sienes. Entre la maleza, entre los árboles, entre las ramas... Hay algo... Algo que está ahí... Por todos lados... Os acechan... Ves ojos entre los matorrales... Dientes entre la espesura... ¿O se trata solo de la ansiedad y el miedo a lo desconocido? Nunca habías ido a una zona como aquella... ¿Tus sentidos te engañaban? ¿Había alguien allí? ¿Estabais solos? ¿O el peligro acechaba a apenas un par de metros de vosotros?

Desde luego no esperabas aquella roca... Ni aquellos huesos... Ni que la muerte pareciera estar más cerca que nunca antes en tu vida...

Pero respiraste hondo, cogiste fuerzas de tu interior y serenaste tu corazón.

Miras a tu alrededor y primero te fijas en la gran roca que tenéis delante. Ves nombres tallados. Algunos con más destreza que otros, con más tamaño o menos, pero nombres al fin y al cabo. No identificas runas ni nada que pudiera parecerte mágico o extraño. Parecían solo... Nombres...

Sobre los huesos que hay a los pies ves que todos parecen demasiado limpios, cosa que no te extraña dado que podría haber depredadores o carroñeros que se alimentasen de sus propietarios. Pero, ¿por qué había tantos allí? ¿Había sido de forma natural? ¿No? Lo que sí que ves es, medio oculto por los propios huesos y por restos de hojas y ramas, son lo que quedan de algunas armaduras de cuero. Dado el paso del tiempo y el lugar donde están, era algo que se podía pasar por alto con facilidad.

Te fijas en aquel pequeño claro y te parece normal, hasta que ves un montón de hojas colocadas en uno de los laterales. Unas encima de otras... Como si fueran algún tipo de "cama" o nido, pero de algo bastante grande. Dado el tamaño, lo que hubiera hecho eso podría medir un mínimo de dos metros de altura y, dada su simplicidad, dudabas mucho de que el creador fuera humano. Apostarías más por un mamífero de gran tamaño.

Por otro lado miras la gran roca y te lamentas de no haber escalado más a lo largo de tu infancia. Subir aquello te iba a ser difícil, aunque usarais el gancho y la cuerda que habíais traído. 

Mientras estáis allí, todos miráis a vuestro alrededor, salvo Linna, que se acerca a inspeccionar los huesos con su pequeña daga.

Todo parece tranquilo, por el momento, pero os parece escuchar algo... De arriba...

Al mirar hacia lo alto de la roca, veis una cosa blanca y peluda aparecer en vuestro campo de visión. 

Desde lo más alto, veis los dos y profundos ojos de Gato, que os miran. Tras lo cual bosteza y suelta un maullido leve. 

Todos estamos atento cuando aparecio un felino, uno familia y particular, pino se pone en alerta y saca su arco con un par de flechas preparadas, el gato en lugar de calmarlo le parece mucho mas sospechoso Vimos al gato hace horas... no hay forma de que un animal de se tamaño aguantara nuestro ritmo de marcha por tantas horas, aun si no se detuvo durante la pelea o cuando nos curamos, seguro no es el mismo y es solo algo que intenta tomar una forma amigable...

-Eso no parece normal, ¿como podria llegar antes que nosotros? ¿es el mismo que vimos en la mañana? ¿verdad?

- Porque no es un gato normal. – dijo Linna con naturalidad poniéndose en pie – Solo espero que no se transforme en una criatura enorme que nos muerda – continuo sin atisbo de bromear – Los huesos son de humanoides nada más, ningún animal, a parte de algunos cortes y tal algún cráneo tiene unas perforaciones muy feas de los colmillos de algún animal grande. Así que… - se encogió de hombros - ¿Quién tenía la cuerda? Creo que podría hacer un nudo corredizo y lanzarla para pasarla por la espada; no parece que se vaya a mover y puede ser un buen punto para atar la cuerda y ayudarnos. – comentó.

—No necesita ser un gato especial para ser más rápido que unos torpes bípedos como nosotros —comentó Kait, mirando al animalillo con curiosidad—. Pero ya lo veremos. 

Cogió un poco de comida de entre las provisiones y extendió la mano hacia el gato.

—Ven aquí, pequeño.

Miré al elfo, con una expresión de cierta sorpresa, para luego pasar a la pesadez.

-Es un gato... Va a cuatro patas... Es normal que haya ido más rápido que nosotros. 

Miro la roca y luego hacia arriba.

-Es pequeño. Pesa poco. Seguro que no le costó mucho subir. Pero nosotros... -miré a los huesos y agarré con fuerza mi arma-. Démonos prisa... No quiero estar más tiempo aquí.

Preparada la cuerda levanté la mirada a lo alto de la piedra, di unos pasos a los lados buscando un buen ángulo, me separé un poco y lancé con ojo certero la cuerda para encontrar un buen asidero. Al notar como encontraba el agarre que buscaba pegué un par de tirones para verificar que era seguro y que aguantaría.

Había creído que la valentía era parte de su ser, mas este bosque le causó desconcierto. Hubo de detenerse manteniéndose inmóvil, la vista fija en el felino en cuanto apareció. La magia del lugar les rodeaba, sabía que estaba ahí y ese animal era parte de ella.

- Estoy de acuerdo con Linna, ese gato es inteligente, no es natural. Puede haber venido a ayudarnos, quizás sea eso. 

Rebuscó entre sus cosas hasta encontrar el cincel y el martillo, dejándolo a disposición de quien fuera a escalar primero.

- Me da la impresión de que hay algo alrededor, voy a seguir vigilando, siempre alerta, con inquebrantable fe. Es lo que el Padre Strauss siempre dice "¡nunca debe perderse la fe, ni ante la oscuridad, ni ante el fuego infernal! ¡Cree siempre!" y ahora hay que añadir "¡ni ante los gatos! ¡Cree siempre!".

Entrecerró los ojos, mostrando una pequeña sonrisa después, dando tiempo a que Linna hiciera sus cosas.

Esperad. Su voz suena apremiante. Señala los huesos. Como dice Linna, son huesos humanos. De hecho, si os fijáis bien, y mientras habla trata de apuntar con su índice exactamente a donde hace referencia, aquí, y allí, hay restos de armaduras de cuero. Eso confirmaría que fueran... ¿jóvenes como nosotros? Espero que no estén mandando aquí a otros a la muerte, sería... turbada, no quiere pensar que los mayores sean tan insensibles.

Pero lo que más me preocupa, dice girándose y señalando a otra parte del claro que hasta ahora les había pasado inadvertida, es aquél montón de hojas de allí. Eso es un nido, ¿no creéis? Yo diría que de un mamífero de gran tamaño...

Suspira, y saca su preciado laúd. Nunca se sabe cuándo se puede necesitar. Yo investigaría eso primero. Escalar nos costará, aún con gancho y cuerda, y sólo faltaría que una criatura nos pille a mitad de subida.

La pequeña Lina, con gran habilidad, ata la cuerda al gancho y, con un leve movimiento de muñeca, lo hace girar antes de lanzarlo hacia arriba.

El garfio vuela con decisión y se engancha en la hoja de la espada que hay clavada en la roca. Da un par de tirones y parece que está bastante segura. 

A los pocos segundos, antes de que pudierais decidir quien subía primero, algo se movió entre los árboles.

Al mirar hacia esa dirección tal vez esperabais ver algún otro lobo... No un oso de casi tres metros de altura. ¿Y cómo sabías esto? Porque al veros, se colocó sobre sus patas traseras y soltó un largo y profundo rugido.

No hacía falta ser muy observador para ver que, en su pelaje, había algunas cicatrices o marcas de batallas pasadas. 

Desde luego este enemigo no era como un lobo normal y corriente. Y, aunque solo fuera uno, los huesos a vuestros pies indicaban que no era un enemigo al que se debía tomar a la ligera.

Miré un momento hacia arriba. Debería trepar y seguro que me arrepentiré de esto, peeeroo…

- ¡Entre todos podremos con él! – grité antes de lanzarme al ataque contra el oso rodando por el suelo en el último momento. Lancé dos rápidos ataques con mi daga contra su pata, pero su piel era mucho más dura de lo que había anticipado.

Ya me estaba arrepintiendo…

Ante el aviso de su amiga ya había tratado de fijarse en la dirección indicada esperando encontrar un espíritu o un grupo de ellos, pequeños seres del bosque blancos con grandes ojos negros, así los imaginaba solo que debían de tener grandes bocas para devorar a tantas personas como hicieron.

La realidad era más mundana pero no menos terrible, ¡un fiero oso venía a su encuentro! Y se le veía lleno de poder, su rugido era espantoso mas no había otro remedio que enfrentarlo. 

- A por él... ¡acabará huyendo cuando vea que le resistimos!

Estaba deseando lanzar un conjuro que hiciera su espada más letal y eso hizo, preparándose así para la lucha. Notó una sensación que le daba fuerza, concediendo la valentía necesaria para combatir junto a la mediana. Se acercó a ella rápidamente sabiendo que si la dejaba sola el oso la aplastaría.

No estaba seguro e que las deducciones de mis compañeros sobre los osos fueran las mas apropiadas, hasta donde sabia era muy difícil ahuyentar a un animal de su nido y mas si había crías o algo similar, de momento no se veian pero podrian estar ocultas...

El atacar primero daria mejores opciones para sobrevivir, ya tenia el arco en mano asi que seria mejor atacar. Tomo un poco de distancia asegurandome de que mis compañeros no puedan ser alcanzados por las flechas por un error de mi parte y disparo 2 flechas contra el oso esperando que estas logren causarle una herida considerable, si no es grave al menos dolorosa para que pierda interes lo antes posible.

Do un rapido vistazo hacia donde estaba el gato solo para confirmar si esta o no la rara bola de pelo blanco.

Maldición! La mediana maldice, aunque en el fondo, haber detectado algo sospechoso y haber avisado al grupo ha permitido que el peligro no les haya cogido en peor situación.

Reaccionando con gran rapidez, quizá debido a la inquietud que ya sentía, Mirry se pone a rasgar su laúd tocando una melodía sencilla pero animada. Enseguida, en cuanto ve cómo se posicionan los demás ante el gran animal que les amenaza, trata de situarse en una posición ventajosa por si tiene que tirar de sus recursos de magia oculta.

La pequeña mediana, con aquel laúd entre las manos, es la primera en reaccionar al ver al oso.

Mientras rasga las cuerdas y una preciosa melodía sale de ellas, se empieza a alejar del animal. Despacio, pero todo lo que puede para que no sea la primera en el menú de aquella criatura.

La música invade todo el lugar y, todos los presentes, os empezáis algo más fuertes*

El oso, sin prestar demasiada atención a aquel dichoso ruido, ruge con todas sus fuerzas, llenando todo el claro con aquel sonido. Apoya las patas delanteras contra el suelo y enseña los dientes con rabia. Mira a todos los presentes y parece que Kait llama su atención. Con decisión, de dos zancadas, se planta delante de ella.

Con un nuevo rugido alza las garras y lanza un ataque que la pequeña druida no puede detener. Aquellas cuchillas se clavan en la piel de la mujer y hacen que empiece a caer sangre por su abdomen.

La otra mediana del grupo, sin achantarse por el tamaño de aquella cosa, se lanzó al ataque sin pensar. Saltó, giró y viró, haciendo gala de todo un repertorio de movimientos que tenían la intención de engañar a aquella bestia. Por desgracia, sus ataques solo cortaron parte del pelo del oso, sin llegar a provocarle ningún tipo de daño serio.

Aún así lo había intentado.

Tyrius fue el siguiente, que esta vez no decide atacar de primeras.

El joven agachó un poco la cabeza y empezó a susurrar algo entre sus labios... Algo que solo él podía oír... Y, poco a poco, su espada se empezaron a iluminar... La hoja empezó a parecer más afilada, más letal... 

Una vez concluyó aquellas palabras, se acercó al oso.

El elfo es el último en reaccionar.

Con habilidad, rueda por el suelo para alejarse del oso y saca dos flechas de su carcaj.

Afina la vista y tensa la cuerda para empezar a dar caza a su presa, con la mala suerte de que las flechas impactan sobre el oso, aunque parecen enredarse en el pelo y la mugre que le cubre, sin lograr hacerle ningún daño.

Linna siguió dando vueltas y volteretas entorno a aquella bestia descolosal que había herido a la malhumorada druida. En lo personal Linna no lo sentía demasiado, pero no dejaba de ser una compañera en esta aventura y eso sí le afecto. Lanzó su daga velozmente contra el enorme oso, pero el grosor de la piel y la mugre que se acumulaba en ella era como una auténtica coraza contra la pequeña daga de la mediana. 

Habiéndose situado estratégicamente, en el límite de lo que es la zona más cruenta del combate pero a una distancia segura para conjurar, Mirry sigue animando a sus compañeros para exaltar sus espíritus y, además, se toma su tiempo para lanzar un conjuro que haga todo lo contrario: asustar irracionalmente al animal.

El sacerdote pudo ver a la gran criatura desplegando su poder, había atacado a la mujer y era algo que no había esperado. Se había acercado al oso, nunca estuvo frente a un ser tan agresivo pero decidió enfrentarlo, no podía ser de otro modo.

- ¡Eh, estoy aquí, voy a acabar contigo!

Se dedicó a exclamar queriendo que el oso se sintiera amenazado y se girara hacia él. Con la espada trazó un arco hacia arriba que logró dar contra la piel del animal, con suerte causaría una fea herida.