Partida Rol por web

Mantengo la distancia y disparo contra el objetivo, apuntando un poco mas alto a la cabeza, seria un blanco mas dificil pero con suerte una de las flechas puede causa una herida si logro dar donde tiene menos pelo, tras dispara dos flechas juntas disparo una tercera en contra de la cabeza, aunque a simple vista parece que solo una logra engancharse en el oso, pero no es claro si penetro o no su dura piel.

Kait estaba demasiado distraída, intentando percibir la magia del lugar y no reaccionó a tiempo, cuando la mole de pelos garras y colmillos se irguió frente a ella. La indecisión le cuesta una herida dolorosa herida en el vientre que la deja sangrando profusamente y con la cabeza dando vueltas.

Retrocedió alarmada, pero trató de recuperar la calma y retrocedió y se tocó la herida concentrándose para sanar. 

La pequeña Mirry, que se mantenía a una distancia prudencial, decidió pasar a algo un poco más ofensivo y empezó a entonar otra canción algo más oscura y tenebrosa.

Al escucharla el oso movió las orejas y miró a la mediana. Su expresión cambió por unos segundos, como si estuviera dudando... Hasta que sus ojos se inyectan en sangre y ruge rabioso mientras la espuma sale de entre sus fauces.

Con las garras extendidas, atacó a la persona que tenía más cerca: Tyrius, el cual se había acercado para llamar su atención.

El joven alzó el escudo justo cuando una de sus garras se impactó en la madera, haciéndola crujir bajo el impacto. Por desgracia la otra garra atacó por el otro flanco y rasgo la piel del joven como si de mantequilla se tratase, causando unas largas y profundas heridas en el joven. 

Otro ataque así y será el fin del humano.

Dado que el oso parecía entretenido con el joven Tyrius, Linna decidió probar suerte de nuevo, saltando, girando y haciendo todo tipo de pirutas para lanzar dos rápidas estocadas contra la pata de aquella criatura.

Por desgracia solo pudo desigualar el pelaje del animal, sin llegar a hacerle verdadero daño.

El dolor hace reaccionar a Kait, la cual vuelve en si y decide alejarse unos metros de aquella máquina de matar. Y, una vez a una distancia que considera prudencial, coloca las manos sobre las heridas que le había causado el oso y, poco a poco, estas empiezan a curarse algo más rápido de lo habitual*.

A pesar de las heridas causadas por el oso, Tyrius aún tenía fuerza suficiente para poder dar caza a aquella bestia.

Por eso, ignorando la sangre que salía de su torso, alzó la espada con todas sus fuerzas y la clavo en la pata del oso hasta la mitad del filo. 

Esto provocó que el animal rugiera de dolor ante aquel increíble ataque.

Sin detenerse, el chico sacó la espada manchada de sangre e intentó un segundo ataque. Por desgracia este erró y solo coró parte del pelo del animal.

El último, aunque no menos importante, es el elfo.

Tensa el arco con dos de sus flechas y dispara. Una de ellas impacta clavándose en el cuello del animal, haciendo que un reguero de sangre salpico todo lo que hay a su alrededor. 

Por desgracia la segunda tercera no impacta. Lo mismo que ocurre con la tercera, que se pierden en el bosque.

A pesar de solo haber sufrido dos heridas, ambas deben ser de bastante gravedad, ya que veis al oso balancearse de un lado a otro de forma alentadora para vosotros... Tal vez se esté quedando sin fuerzas... 

Era tontería seguir distrayendo al oso con saltitos cuando tenía a otros compañeros en los que apoyarse. Linna rodó por debajo del oso hasta colocarse detrás suyo justo en el lado opuesto a donde estaba Tyrius; el oso no podría estar pendiente de los dos y así sería más vulnerable.

Saltó y clavó su daga causándole gran dolor al oso. Con el propio movimiento aprovechó para dejar que la gravedad hiciera su trabajo y rajarle toda la espalda conforme bajaba hasta tocar el suelo. Eso le iba a doler de verdad y pronto caería.

Me mantengo a la distancia cargo de nuevo dos flechas apuntando un poco mas bajo, la cabeza pude ser un buen punto, uno letal pero es muy dificil darle, mantengo la mira en su pecho de forma que las flechas tengan mas lugar donde clavarse y disparo dos, una parece lograr clavarse en un punto profundo en el pecho o cuello del oso mientras que la otra solo pasa junto a la cabeza y sobre el hombro de la bestia. Cargo una tercer flecha y disparo aunque con menos suerte que la anterior,  la precion de ver a yrius en peligro me hace dudar por un momento, cuestionando si sera mejor pasarle a alguien mi pocion o continuar disparando para poder derribar a la bestia antes de que esta cause una muerte.

La gran bestia había superado su defensa llegando a desgarrarla, Tyrius notó el dolor lacerante desplazándose por el cuerpo. Aguantó como pudo sabiendo que podía sanarse enseguida recurriendo a los dones que Iomedae le concedía. Estaba mostrando su valor y esperaba que la diosa lo tuviera en cuenta, que otorgara una sanación poderosa.

No abandonó su pose de combate, lanzó un espadazo contra el animal, a continuación hizo algo que nunca se había planteado hacer, dejar que su arma cayera hacia el suelo para poder mover la mano con libertad. Se tocó a sí mismo notando la energía divina reparando ese dolor que tan fuerte se sentía, ¡estaba mejor ahora!

- ¡Lo tenemos donde queríamos!

Exclamó envalentonándose pues además creía que sus amigos le estaban dando duro.

Por un instante, Mirry no puede más que admirar el especímen. Les está pegando una buena tunda, no es de extrañar que el animal haya sido capaz de acabar con muchos de los visit... la mediana se obliga a volver a centrar la vista en su enemigo, pues la había desviado hacia el montón de huesos.

Con un escalofrío, la barda sigue animando a sus compañeros, y viendo que Tyrius está teniendo problemas para mantenerse en la liza, encauza su magia oculta para curar levemente al paladín, que sin duda al sentir el toque mágico sabrá que ha sido obra de su amiga.

Más aliviada, tras haberse curado, Kait dirigió una mirada triste al animal y susurró un "lo siento" en el idioma secreto de los druidas. 

Con gesto abatido, levantó las manos en dirección a la bestia. 

La situación no pintaba bien para el pequeño grupo: Tyrius estaba bastante herido y no aguantaría otra acometida similar, mientras que Kait también estaba tocada.

La mediana, intentando mantener la cabeza fría, pensó que lo mejor era curar a su compañero antes de que ocurriera una desgracia. 

Mientras sigue entonando la canción que daba mayor valor y fuerza a su grupo, cambio algunos acordes para cambiar la melodía. Esta, mucho más suave, empezó a curar con rapidez las heridas de su compañero Tyrius. 

El oso ruge, molesto, como si aquellos si su comida se estuvieran resistiendo más de a lo que estaba acostumbrado. Y tal vez a causa de las heridas o del paso de los años, podéis ver que sus movimientos son algo más lento y algo menos coordinados.

Aún así, tiene capacidad suficiente para abrir las fauces y morder, con fuerza, el hombro del joven Tyrius, el cual grita al sentir aquella mandíbula atravesar su armadura y su carne. Por suerte Mirry le había curado y la herida no causa las consecuencias lamentables que se habría podido esperar.

La pequeña Linna, aprovechando que el oso seguía ocupado con su compañero, giró y le volteó hasta terminar en su espalda.

Con la precisión de un cirujano, clavó su pequeña daga en la espalda de la criatura y, cuando la extrajo, la herida empezó a sangrar de forma abundante... Muy abundante...

Tal vez hubiera golpeado en algún punto sensible... Algún órgano... Algún lugar débil... O tal vez fuera la factura que le estaba pasando el tiempo al oso. La cuestión es que la criatura empezó a tambalearse... Como si perdiera la concentración... El equilibrio... Hasta que cae, desplomado, contra el suelo.

Había dejado caer la espada cuando notó la sanación efectuada por la mediana y pronto las heridas fueron demasiadas para que el oso pudiera soportarlas. Se alegró al verlo caer con todo su peso, Tyrius se agachó también para recoger el arma, luego la levantó enérgicamente hacia arriba.

- ¡Le vencimos, era un animal muy fuerte!

Envainó la espada haciendo un recorrido alrededor con la mirada, él también notaba un fuerte dolor pues el oso dejó huella en su carne.

- Gracias por la curación, Mirry.

Le sonrió con suavidad primero y luego con amplitud. Tras eso colocó una mano en su hombro y estrujó con camadería, mirando a la bardo pensando ya en que podrían contar esa historia en la taberna, un lugar que no solía frecuentar pero a la vuelta podría pasarse, porqué no.

- Lo siento por el animal, a ver si hay alguna manera de honrarlo.

Dijo pensando en Kait, quien quizás propusiera algo.

El oso había caído y todos ellos seguían en pie y respirando. Kait y Tyrius tenían heridas, pero habían usado la magia para curarlas. Ahora sus habilidades serían inútiles. Se encogió de hombros.

Limpió su daga en el pelaje del oso antes de guardarla. Fue hasta la cuerda que había asegurado un poco antes y comenzó a trepar llegando rápidamente hasta la cima. En un instante más estaría allí arriba, podría grabar su nombre y quizás intentar sacar aquella espada. Sería un bonito recuerdo, ya que seguro que Kait no le dejaba quedarse con la piel del oso con la que podría hacerse una manta super calentita para el invierno.

Kait miró de reojo a Tyrus. 

—Los animales no necesitan honores, pero se puede hacer algo para guiar su espíritu. El pobre ya estaba viejo. Quizás fuera mejor que se fuera rápidamente en vez de sufrir lentamente. 

Se acercó al cadaver, se agachó y tocó la piel, cerró los ojos y recitó una antigua plegaria en la lengua secreta de los druidas. 

Percibió un movimiento a sus espaldas y vio como la ágil mediana se trepaba a la roca.

—Ten cuidado, jovencita. 

Mientras Linna trepaba, Kait decidió dar una vuelta alrededor de la roca, para ver si había algo que llamase la atención. 

Una vez vencida a la criatura, la pequeña Linna no pierde el tiempo y, usando la cuerda, sube sin problemas por ella hasta llegar a la parte de arriba.

Kait, por su parte, tras dedicar al oso una palabras, rodea la roca en busca de algo. 

El resto del equipo espera, mientras el bosque sigue silencioso a vuestro alrededor. 

Una vez llegas arriba ves que, tumbado al sol, se encuentra Gato.

Este alza la vista al verte aparecer en lo alto de la roca, y bosteza, cansado. Por lo demás no te presta mucha atención y vuelve a su siesta.

Desde allí puedes ver las copas de los árboles a tu alrededor: todo un manto verde, casi infinito, solo roto en la distancia por los picos de las montañas próximas. 

Ante ti, clavada, ves lo que en su día debió ser una gran espada, aunque ahora se veía oxidada y vieja a causa del paso del tiempo. 

Mientras que en la base de la roca visteis nombres tallados, allí arriba solo hay unos pocos. Muchos de ellos desgastados, otros semi-comidos por el moho, aunque sí hay alguno que otro legible. 

Das una vuelta alrededor de la roca.

Sobre ella, tallados, ves decenas y decenas de nombres... Algunos casi inteligibles por el paso del tiempo... OTros comidos por el moho y la vegetación... Toda una historia de los jóvenes que han pasado por allí...

Pero, a medida que avanzas, recuerdas que, bajo tus pies, también están los huesos y restos de aquellos que no lo consiguieron. 

Miré la imponente criatura, muerta a nuestros pies. No había logrado hacer nada... Los pies se me habían quedado clavados al suelo, y aún así mis compañeros se habían hecho cargo de él sin problemas.

-¿Sería una mala idea intentar sacar algún provecho de la criatura? 

Miró a todos, como si esperase alguna respuesta.

-Estoy segura que su piel sería muy buena para hacer alguna capa o una armadura... Incluso sus huesos, garras y dientes podrían venir bien para armas... ¿Qué os parece?

Miro a mis alrededores, aun me parece pronto para estar calmados, despues de todo se vio algo que parecía un mido, no se mucho de los osos, así que pudiera tener crías o una pareja para en la zona

-¿Tendra algún compañero por aquí cercas? de ser así, deberemos de mantenernos alerta, sobre aprovechar el animal, creo que no es buena idea del todo, la sangre podría atraer a los lobos que vimos mas temprano o a otros depredadores y rivales del oso. Ademas tratar la piel no es fácil, apenas se retira debera de tensarse y limpiarse para quitarle la humedad, no tenemos formas de hacer eso aquí.

Sabia algo de tratar la piel, desgraciadamente no tenia las herramientas, sacar la piel y solo enrollarla podría dañar la piel y seria muy díficil aprovecharla debidamente.

Miro a linna subiendo por la piedra y como clava la mirada en la piedra, preocupandome aun si los cuerpos mas cercanos a la piedra son aquellos que intentaron hacerse de la espada antes que ella, dudo mucho que el oso apilara los huesos tras comerselos en ese lugar para decorar... Al subir mas la mirada busco esa bola de pelo blanco, ¿sera que sigue mirando? ¿escapo? ¿estara tomando el sol ignorante del peligro que pasamos? ¿espera una oportunidad para robarnos las calcetas?

No tardó en entregar el cincel y el martillo a Linna para que pudiera ponerse manos a la obra, ¡pronto estaría el trabajo hecho! Salvo que los temores de Pino se mostraran reales, solo que ya habían vencido a un oso y sería raro encontrar más bestias tan cerca. Incluso pensando de ese modo, tenía la espada en mano y el escudo embrazado, pensando en que tendría que retirar su equipo y hasta la armadura cuando le correspondiera trepar.

- Gracias por elevar esa plegaria, que descanse en paz. En cuanto a estos esqueletos, no tenemos una pala ¿cierto? si fuera así podríamos darles sepultura.

Miró al gran oso preguntándose si retirar la piel sería viable, su mente estaba más bien en los huesos humanos y en completar la tarea de la roca solo que grabar los nombres llevaría un tiempo, eso podía verlo.

Lo primero era lo primero. Se puso manos a la obra a tallar su nombre en lo más alto de la roca.

- ¿Qué haces aquí, gato? – le preguntó mirándolo de reojo – Aún no tengo claro si estás aquí para viglarnos, protegernos u… otra cosa – entornó los ojos un poco.

Oía la conversación más abajo, pero no tenía ganas de participar a gritos. Ella le quitaría la piel al oso y se la llevaría a casa, pero tampoco le iba la vida en ello.

- Listo. – guardó el martillo y el cincel - ¿Qué dices, gato? ¿Probamos como de asegurada está la espada? – le preguntó sin esperar su respuesta - ¿Sí? Claro, parece una espada curiosa aunque esté un poco oxidada.

Probó a tirar de la espada a ver como de sujeta estaba.