Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Sede de la Interpol (Lyon, Francia)

Cargando editor
16/06/2008, 21:21
Director

Cargando editor
16/06/2008, 21:29
Director

Los días especiales no tenían ninguna diferencia con los días normales, existen dos teorías al respecto, la primera comulga con el hecho de que todos los días de la vida de una persona son especiales, una optimista y hermosa visión de las vida, la otra, simplemente se limita a afirmar que únicamente cada uno puede convertir un día en diferente, una visión optimista del ser humano, pensamientos y teorías que quedan reducidas, en la modesta opinión de una minoría, a una suma de simples casualidades, pequeñas y aparentemente insignificantes decisiones que marcan el destino.

Ese día, una agradable mañana de mediados de otoño, el sol lucía perezoso por encima de la colina del ángel que dominaba la antigua ciudad europea, la temperatura rondaba los doce grados a pesar de lo temprano de la hora, tu horario de trabajo era flexible durante alguna misión especial, pero cuando había que ir a la oficina la cosa se estructuraba mucho más, y a las ocho y media debías estar en tu puesto de trabajo, hacía unas tres semanas que acabas de regresar de tu último destino, y ahora simplemente cumplimentabas una ingente cantidad de papeleo e informes varios para cerrar definitivamente el expediente.

Tu despacho estaba situado en la segunda planta del edificio, en la parte trasera, con vistas al elegante jardín que embellecía el complejo, por lo menos había accedido a esa petición, aunque sólo tras seis meses de estar en un despacho de la planta baja mucho más oscuro que el actual, y llamarlo despacho era ser demasiado generoso, pues sólo eran tres paredes de cristal transparente colocadas en modo colmena en una enorme sala de forma rectangular. Las estrictas medidas de seguridad para acceder al lugar eran respetadas con estricto celo a pesar de que tu cara ya ere conocida por casi todos los agentes de seguridad, así que costaba su tiempo superarlas.

El primer contacto con el trabajo solía ser en la pequeña pero casi siempre abarrotada cafetería de la planta baja, donde te esperaba Olivier Rochetaux, uno de los subinspectores que tenías bajo tu cargo, y también tu guía durante este primer año de estancia en la ciudad francesa, era un tipo ya mayor, un agente competente que no desea más cargo del que ostenta, satisfecho con su posición y respetado por casi todo el mundo, de carácter bonachón y gran apasionado de los deportes, siempre estaba dispuesto a echarte a una mano, ya sea en el curro o simplemente para ir a tomar unas copas después del mismo.

Cargando editor
16/06/2008, 21:51
Kanda Takeshi

Aquél día parecía que iba a ser como otro cualquiera. Sin casos a la vista, al menos por ahora, el papeleo se convertía en una actividad para muchos tediosa que yo, sin embargo, veía como una parte más de la rutina del trabajo. Es cierto que hay cosas mucho más emocionantes, pero si uno lo piensa bien sabrá que, al final, sea cual sea su trabajo, acabará aborreciéndolo en mayor o menor medida. Éste es un pensamiento muy común en occidente, cosa que no me ha costado saber al observar y conocer a las personas que aquí trabajan y a mis nuevos compañeros y amigos. El truco para salir del hastío de un trabajo poco estimulante consiste en no pensar sobre los contras del mismo y, simplemente, actuar y trabajar, pues es la obligación de cada uno de nosotros, máxime con el oficio que desempeñamos, volcado en la protección del inocente y del hombre de a pie.

En el kendo, muy cercano como todas las artes marciales japonesas a la filosofía zen, una vez se han aprehendido los movimientos básicos, la postura y, en definitiva, se ha alcanzado una buena base o "kihon", uno mejora conforme va entrenando y enfrentándose a otros kendokas. Pero hay algo fundamental que el kendoka novato no tarda en aprender: el mejor kendo es el que se hace cuando la mente está despejada de cualquier cosa, es decir, está en blanco. Un exhaustivo entrenamiento mental permite conseguir ciertos momentos de "vacío mental", en los que el cuerpo, en completa armonía con la mente, actúa por su cuenta de forma mucho más eficaz de lo habitual. Aquellos que consiguen ese estado de vacío permanente son los llamados Iluminados y, en la mayoría de los casos, se tarda una vida en alcanzar dicho estado.

Así pues, en los momentos en que no queda más remedio que dedicarse al papeleo, procuro vaciar y despejar mi mente, no pienso en lo aburrido del trabajo, simplemente lo realizo. El tiempo pasa rápido, los informes se rellenan casi solos y a la perfección y termino el trabajo con tan buen humor como con el que lo he comenzado. A veces mis compañeros se han sorprendido con esto, incapaces de entender mi imperturbabilidad. Es lógico. En Japón las cosas son muy diferentes a como son en el resto del mundo. No digo que mejores ni peores, simplemente diferentes. Y aquél día, uno más, llegué a la oficina a las 8.30 en punto, ni un minuto más ni uno menos. Es más, como cada día eché un vistazo al reloj de pulsera y esbocé una sonrisa complacida al comprobar que todo iba en orden. Quizá soy demasiado metódico, pero eso no tiene por qué ser necesariamente malo. Al ver al subinspector Rochetaux esperándome en la cafetería como cada mañana, me acerqué a él con una cortés y amplia sonrisa.

-Muy buenos días, Rochetaux-san -saludé con una inclinación de cabeza. No conseguía quitarme aquella muletilla del japonés, pero es que en Japón las formas son algo muy importante. Incluso hablando en francés, inglés o alemán, los otros idiomas que domino además del natal, seguía utilizando aquella fórmula nipona de cortesía-. ¿Cómo ha ido la noche? ¿Todo bien?

Notas de juego

Cojonuda presentación, aunque la experiencia y la información dictan que toda partida que empieza con una música tan bonita acaban mal... xDDDDD

Cargando editor
16/06/2008, 23:15
Olivier Rochetaux

Sentado en el último taburete del fondo a la derecha, pocos se atreven a privarle de su asiento preferido, nunca has comprendido bien esa elección, pues no hay nada reseñable que destaque ese lugar por encima del resto, el francés siempre hacía hincapié en las vistas de las piernas de Joan, la que en algún momento fuera camarera de aquel lugar, pero a la que tu nunca has visto, pues abandonó el puesto antes de que tu llegaras, siendo sustituida por una joven y eficiente chico llamado Jacques.

El subinspector te devuelve la sonrisa y la ligera inclinación de cabeza, nunca has tenido claro si se burlaba de ti, aunque Olivier no parecía de esos, sino más bien de alguien que se adaptaba perfectamente a su entorno, muchos hombres había cometido el error de subestimarlo por su tosca apariencia. Cojonuda chaval, cojonuda, ayer por la noche, Francia ganó el torneo seis naciones de Rugby, ¿Cómo coño no te has enterado?, niega con la cabeza, ciertamente te lo había dicho como dos docenas de veces al día, pero el rugby no estaba entre tus prioridades más inmediatas, a pesar de la insistencia de Olivier en que serías un perfecto medio apertura para el equipo del departamento.

Da un sorbo de la taza de café solo que solía beber, luego la sonrisa se amplia, y además, parece que por fin se acaba el maldito papeleo, creo que tenemos nuevo caso, tómate algo y te lo cuento mientras subimos, ¿de acuerdo?, no le quedaba acento francés, el trato continuo con la multitud de extranjeros que trabajaban en el edificio, hacía que la mayoría de los allí presentes se alienara a un tono neutro de pronunciación, sin embargo tenía una voz gruesa y poderosa, que imponía respeto cuando se elevaba.

Cargando editor
16/06/2008, 23:41
Kanda Takeshi

Tomo asiento sin perder la sonrisa en una banqueta cercana, para poder hablar tranquilamente con mi compañero y subalterno, siempre y cuando encuentre una libre. En caso de que el camarero se acerque por donde estamos, alzo la mano y digo: -Buenos días, Jacques-san, ¿podrías traerme cuando puedas un café con leche, un zumo de naranja y un croissant? Muchas gracias -pido con suma cortesía. No hay que desmerecer el trabajo de nadie, y siempre que algo se pide con amabilidad, el que ha recibido el pedido lo realiza con mejor disposición. Nunca he entendido a esa gente que se pega el día con una cara tan larga como él mismo y pierde todo el respeto por los demás. Flaco favor se hace a sí mismo...
Hecho esto, centro nuevamente mi atención sobre Olivier.

-Disculpa, Rochetaux-san, pero estoy terriblemente hambriento -me excuso por haber descuidado un momento mi atención-. La verdad es que no vi el partido, lo siento. Ya sabes que no acostumbro a ver mucho la televisión y los eventos deportivos no me interesan demasiado. De todos modos me alegro mucho por la victoria -añado, ampliando la sonrisa y alzando el puño en un gesto de victoria-. Sé cuánto te gusta ese deporte, así que imagino que habrá sido, en efecto, una buena noche -por otro lado está el asunto del nuevo caso sobre el que nos va a tocar trabajar. Al contrario de lo que suele pasar por aquí, el hecho de tener que trabajar sobre un caso me provoca una sensación agridulce.

Por un lado es la parte más gratificante y excitante del trabajo: la caza del criminal, la privación de su libertad por su bien y el de los civiles. Hay mucha gente verdaderamente malvada en el mundo y alguien tiene que encargarse de mantener el equilibrio, sacrificarse para cazar a esos maleantes. La parte mala es que, como inspector de la brigada de homicidios, tener trabajo supone que alguien haya muerto. Y en la mayoría de los casos la gente que muere son personas que no lo merecían.

-Así que se acabó el papeleo... -respondo finalmente a ese respecto-. Bueno, al menos tenemos algo más estimulante entre manos. ¿Por qué no me cuentas algún detalle ahora? -pregunto justo antes de que Jacques me traiga el desayuno, que recojo con una nueva y radiante sonrisa-. Muchísimas gracias, Jacques-san -agradezco, entregando una generosa propina al chico. Bebo un par de tragos de zumo mientras centro de nuevo mi atención sobre Olivier, esperando su respuesta.

Cargando editor
17/06/2008, 10:55
Olivier Rochetaux

Olivier siempre te mira como un bicho raro cuando haces ciertas cosas, en más de una ocasión ha murmurado acerca de los locos y extraños que son los japoneses, aunque siempre acompañado de una sonrisa, Jacques asiente con solemnidad y formula un agradecido “de nada”, seguido por “un placer” cuando desaparece de vuestra presencia.

Aún no tengo muchos detalles, tenemos que presentarnos en el despacho de Sartier, aunque él no está, uno de los peces gordos de la división de homicidios, sólo tiene a dos personas suya, un hombre práctico, y sobre todo, muy político, necesario en algunas ocasiones, en otras tremendamente irritante, joven para el cargo, con apenas cuarenta años, ha escalado más rápido en la escala de lo que algunos veteranos consideran aconsejable. Si él no está, y ha dejado el despacho a alguien, es porque esa persona es importante.

Allí nos encontraremos con el Agente Saronno, que es quien parece que se encarga del caso, creo que seremos colaboradores del mismo, dice con una mueca, una vez te dijo que odiaba ese término, le parecía que hacía referencia a ser un soplón, que a otra cosa, nunca entendiste bien esa similitud, desde luego Rochetaux era un tipo peculiar con muchas manías, pero era de fiar, de eso no te cabía duda.

El desayuno termina y ambos agentes os encamináis al lugar de la reunión por un camino que se va haciendo más solitario conforme vais subiendo plantas, la tercera es vuestro destino.

Cargando editor
17/06/2008, 12:50
Kanda Takeshi

Asiento con diligencia con las explicaciones de Olivier sobre el asunto. Así que tendremos que estar a cargo de Saronno, el ayudante del comisario. Bien, la verdad es que seguramente será más competente que Sartier. Alguien que asciende tan rápido sin duda tiene un potencial inmenso, pero en este trabajo la experiencia lo es todo. Por eso soy consciente de que yo mismo, que he ascendido con velocidad en la escala, no debo dormirme en los laureles y dejarme llevar por mi ego, ya que esto puede acabar mal. Poseo algo de experiencia, pero no la suficiente, soy un novato y soy consciente de mi posición. Es lo mejor que se puede hacer para ser eficaz y para seguir adelante, mejorando, evolucionando. Además es de sabios conocer los propios defectos e intentar paliarlos. Terminado, pues, el desayuno, me pongo en pie caminando junto a mi compañero. Conozco el camino, después de todo.

En el camino saludo con una inclinación de cabeza al agente Raziero, encargado de la seguridad en la segunda planta. Un hombre encantador con una capacidad increíble para la seducción y natural como él solo. Después de todo la sangre italiana concede alguno de esos dones, pero con trabajo o con talento para desarrollarlos el resultado es impecable. Aunque quizá se interesa más por las agentes que por perseguir maleantes, y eso le hace merecedor de mi simpatía, pero no de mi respeto. El trabajo que nosotros desempeñamos es demasiado importante como para tomarlo a la ligera. Aunque soy consciente de que en ocasiones es difícil no dejarse llevar por los instintos primarios... Yo mismo al pasar por las escaleras de subida y cruzarnos con la agente Chevalier, a quien saludo cordialmente con una amplísima sonrisa y una nueva inclinación de cabeza, giro la vista para observar su escultural figura.

La agente Chevalier podría haber sido modelo si se lo hubiera propuesto, aunque por razones que me son desconocidas en lugar de ello decidió trabajar para las fuerzas de seguridad internacionales. Quizá algún día le pida una cita, aunque es probable que me de calabazas. ¿Quién sabe? De momento es mejor no centrarse en asuntos tan banales, máxime cuando tenemos un trabajo importante entre manos. Y digo importante porque lo que llega a la Interpol siempre lo es. Ya en la planta a la que nos dirigíamos, nos encaminamos hasta el despacho de Sartier, a cuya puerta llamo un par de veces antes de entrar. -Buenos días, Saronno-san -saludo al cruzar la puerta-. Rochetaux-san me dijo que quería vernos.

Cargando editor
17/06/2008, 18:59
Robert Hamilton

La puerta del despacho es abierta por un hombre, más cerca de los sesenta que de los cincuenta, vestido con un elegante traje, alto, de más de metro noventa y con una buena forma física aparente.

Ya has estado alguna vez en este despacho, vistas a la calle, lujosamente decorado, de forma bastante impersonal eso si, en la parte derecha, unos sillones y una pequeña mesa baja preparada con algunos papeles esparcidos con cierto orden sobre ella, en la izquierda, un busto de una estatua que hace referencia a la diosa Temis, no es especialmente hermosa, más bien parece el único rasgo de personalidad de la habitación, pues desentona con el moderno mobiliario. Una imponente mesa de madera precede a la silla donde habitualmente se sienta Sartier, hoy vacía, y tras ella, una mujer, no demasiado alta, rubia, ojos azules, joven, tal vez demasiado, vestía con unos pantalones vaqueros y una sencillo jersey negro dos tallas por encima de la que le correspondía, miraba por la ventana en silencio.

Encantado de conocerle, señor Kanda, yo soy el agente Hamilton, dice mientras te tiende la mano para estrecharlas, entonces tu mirada se desvía hacia la chica, que en ese momento parece regresar de su mundo.

Cargando editor
17/06/2008, 20:07
Lausanne Soranno

La joven aparta el pelo de su cara el pelo de su cara con ambas manos a la vez, y luego esboza una sonrisa divertida mirando al japonés, rodea la mesa, aunque en el proceso tropieza ligeramente con la silla y da un pequeño traspiés, frunce el ceño sin perder su expresión anterior, mirándote con más aplomo del que esperabas encontrar en sus azules ojos.

Yo soy el agente Saronno, no se preocupe, sucede a menudo dice encogiéndose de hombros y echando un breve vistazo a Hamilton, luego te tiende la mano, Es un placer conocerle Kanda Takeshi.

El bufido de Rochetaux detrás de ti es evidente, para nada le gustan estas situaciones, pero son cosas por las que tienen pasar, aunque es cierto que la chica no aparenta más de veintidós o veintitrés años, y puede que está vez, sus recelos estén más que justificados, porque tiene pinta de cualquier cosa menos de agente de la interpol, ni siquiera Chevalie se aleja tanto de cualquier arquetipo.

Cargando editor
17/06/2008, 21:53
Kanda Takeshi

Vaya torpeza la mía, he entrado con demasiada rapidez y ni me he fijado en el agente Hamilton. No puede ser, no... Antes de nada encaro a este e inclino la cabeza con gravedad. -Mis más sinceras disculpas, Hamilton-san, he entrado demasiado deprisa y no he reparado al principio en su presencia, le ruego me disculpe. Es un placer conocerle -dicho lo cuál vuelvo a estirarme y estrecho la mano que me ofrece. Por otro lado entorno la vista a la agente Soranno. Vaya con la agente Soranno... Es preciosa... Mis pensamientos me traicionan en un primer momento, por lo que me veo obligado a pestañear para distraerles y que no continúen molestando con asuntos que ahora mismo ninguna cabida tienen aquí y ahora.

En el momento en que se tropieza hago ademán de acercarme rápidamente, en un gesto de extrema cortesía que, en realidad, estaba destinado a cogerla si se hubiera caído verdaderamente. Viendo que no es así recupero la compostura al instante, sinceramente admirado por el aplomo que transmiten esos ojos oscuros. Sonrío ampliamente cuando realiza su presentación, aludiendo al hecho de que pensaba que sería un hombre. Aunque en realidad no he cometido ningún fallo, ya que la terminación "-san" puede ir destinada tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo eso no tiene por qué saberlo la agente Soranno, así que el fallo es comprensible. Desvío un momento la vista al escuchar el bufido de Rochetaux... El pobre es un poco maleducado a veces, pero no deja de resultar divertido, en cierto modo.

También hay que decir que hay un dicho de occidente que me gusta: "no juzgues un libro por la cubierta". Antes que ponerme a pensar en posibles escándalos por los que la agente Soranno haya podido ascender tan rápido y tan joven, relacionados directamente con su visible atractivo y belleza, más bien pienso que, sin duda, debe tratarse de una buena profesional. Por tanto, y ya que va a ser mi superior durante esta misión, merece todo mi respeto, el mismo que los agentes Rochetaux y Hamilton. Estrecho también su mano sin reducir la sonrisa.
-Un placer conocerla, agente Soranno. Soy Kanda Takeshi, como ya saben. O como dirían aquí en occidente, Takeshi Kanda -dejo escapar una leve risa a colación del comentario simpático que he soltado. Al fin y al cabo en Japón los apellidos se colocan antes del nombre y no al revés como ocurre en este país y en muchos otros del mundo occidental-. -Antes de nada decir que será un placer trabajar junto a ustedes. Ardo en deseos de comenzar.

Cargando editor
18/06/2008, 00:10
Lausanne Soranno

El agente acepta la disculpa asintiendo con la cabeza, la gente en Europa tiene la extraña tendencia de imitar este gesto, aunque no entiendan bien la solemnidad del mismo, y lo realizan de manera tosca y precipitada.

El contacto es breve, enseguida retira la mano y pasa la mano por cara para apartar el cabello, dejando la mano en su nuca, y su mirada se alterna entre los dos subinspectores, Serían tan amables de esperar fuera unos minutos, me gustaría hablar a solas con el agente Kanda, sonríe lo he dicho bien ¿verdad?, mi desconocimiento del estilo de vida oriental es desalentador, lo siento comenta mientras Hamilton abandona la estancia sin decir ni una palabra, por otra parte, la única respuesta que proporciona Olivier es otro gruñido, esta vez más sonoro, pero obedece la orden, porque poco importa la forma de darla, es lo que era.

La chica, se sujeta la manga del jersey ocultando su mano casi totalmente, mientras que con la otra, te señala los asientos junto a la mesa baja, la puerta se cierra y procedéis a sentaros, al hacerlo, Soranno empuja con el brazo sin querer un dos de las carpetas amarillas pálidas que había en la mesa, tirándolas al suelo, resopla mientras se apresura a recogerlas, tirando otra más en proceso, Lo…lo siento dice cuando parece rehacerse del pequeño lio que se había organizado, volviéndolas a dejar sobre la mesa y ella se sienta con los codos sobre las rodillas y la barbilla apoyada sobre las manos, como esperando algo, luego tras unos instantes, yergue su espalda y sus manos caen en su regazo.

Llámeme Lausanne por favor, me resulta más cómodo dice, ahora con un acento parecido al francés, el único momento en que lo ha delatado, mientras, vuelve a levantar la mano izquierda para colocar parte del pelo detrás de la oreja, Mire, eche un vistazo a estas fotos, te tiende una carpeta, y así, por encima, ves a un tipo grande, vestido de una forma un tanto peculiar, empuñando una espada y un arma, luego el mismo tipo atacando con la espada a otro hombre, y en la tercera una cosa un tanto extraña, una especie de piedra, de la cual parece emanar una luz, colocada en la mano de ese hombre, junto a él, una mujer a la que no se le ve el rostro, empuña el arma, pero al verla más de cerca, te resulta extraña, no logras identificar el modelo de la misma, la chica espera paciente, cuando sueltas el dossier, te mira, Ese hombre asesinó a tres personas, nadie lo vio, entrar, nadie lo vio salir, apenas treinta segundos en la habitación su sonrisa ha desaparecido, sus ojos se esconden tras su pelo.

Notas de juego

Lausanne [lo zan] - Fonética.

Cargando editor
18/06/2008, 00:19
Kanda Takeshi

-Lo ha dicho perfectamente, agente Soranno, se dice tal como se lee en el alfabeto inglés o francés. No se preocupe por eso, para serle sincero yo tampoco conocía mucho de las tradiciones occidentales y más concretamente francesas cuando llegué aquí -respondo a su pregunta con una amplísima sonrisa. Aunque ahora que caigo son el mismo alfabeto... Shibata...* Bueno, tampoco pasa nada por decir alguna incongruencia como esa. Tampoco voy a ofender a nadie, así que puedo estar tranquilo. La petición de la agente me pilla un poco por sorpresa. No es habitual según el procedimiento que ordene salir a otros dos agentes implicados en el caso, pero de momento es algo con lo que no puedo lidiar y darle más vueltas sería una pérdida de tiempo.

Otra cosa que me desconcierta es la torpeza de la agente. Observo, algo extrañado, sus movimientos (aunque todo queda perfectamente disimulado tras la máscara de cordialidad que es mi cara. Después de todo a los japoneses se les da muy bien guardar las apariencias y ocultar de forma natural sus sentimientos y pensamientos). ¿Realmente es así de torpe o finge serlo? Desde luego no parece una agente de policía al uso, pero debo seguir teniendo en cuenta que la primera impresión no siempre es la correcta. Lo primero que hago, eso sí, es ponerme en pie para ayudarle a recoger las carpetas, para después volver a tomar asiento quitándome la gabardina que visto. Recojo la carpeta que me tiende y echo un vistazo algo por encima, más centrado en su explicación. Un asesino que usa espada...

Mi mente viaja atrás en el tiempo...

Spoiler (marca el texto para leerlo):

Era el primer año recién salido de la Central de Policía de Tokyo. Me había graduado con honores y accedí al puesto de inspector en la comisaria de Shibuya, en pleno centro de Tokyo, una de las más importantes. Aquél caso, uno de los primeros, olía a podrido desde el principio. Siempre tuve muy claro, debido a las pruebas, al más que posible móvil y a las circunstancias, que la serie de asesinatos en masa que acontecieron por aquellos días se trataban de ajustes de cuentas. Todas y cada una de las víctimas habían tenido en algún momento de sus vidas contactos con la yakuza y todos ellos habían sido heridos de muerte con un arma blanca de gran tamaño. Lo peor del asunto es que el asesino no sólo se encargaba de sus víctimas principales, sino también de sus familias. Disfrutaba matando, eso estaba claro. El arma homicida era una katana. Yo no tenía ninguna duda de esto debido a mi experiencia con ellas. Después de todo, mi sensei de kendo no sólo me enseñó los secretos de dicho arte marcial, sino también del Iaijutsu, practicado incluso en la actualidad con katanas reales, pues sería imposible practicarlo de otro modo.

El asesino era un profesional que, sin embargo, cometió algunos fallos. Conseguí conocer su identidad, pero cuando fui a detenerle huyó. Le perseguí desde Shibuya hasta Shinjuku corriendo como alma que lleva el diablo. Con lo que no contaba era con que se iba a detener en un callejón y a utilizar el arma homicida, que portaba consigo. Me pilló desprevenido y recibí un corte en el pecho que dejó una larga cicatriz de recuerdo.
El resto no fue difícil. No necesité usar el arma reglamentaria. El asesino no era un buen kendoka. Es más, no sabía kendo. Me fue fácil esquivar y predecir sus movimientos, utilizar una proyección de Aiki-do que le tumbó sobre el asfalto y apartar su arma a un lado. Fue la primera vez que me di cuenta de que las artes marciales también pueden servir en la actualidad para determinados fines positivos no sólo para uno mismo, sino también para los demás. Ese hombre ahora se pudre en la cárcel, donde debe estar. Pero el recuerdo de todas aquellas familias aún me es muy ingrato... Bien cierto es aquello de: "el hijo pagará los pecados del padre".

Durante un instante mi mirada se había perdido, pero vuelvo al mundo real un segundo más tarde. Desde luego hay cosas raras en este asunto. Para empezar esa piedra de la que emana luz... El vestuario no es corriente, como tampoco las personas que usen espadas como arma homicida y, para terminar, pero no por ello menos importante... -Las fotografías... -digo, de pronto, observándolas-. ¿Quién o qué las ha obtenido? Son muy precisas... Increíblemente precisas, de hecho. Habría que enviarlas al laboratorio para identificar a esta mujer -señalo a la chica de la última foto-. Así como la naturaleza del arma homicida. Esa piedra podría tratarse de alguna gema o piedra preciosa a la que una fuente de luz esté enfocando en el instante en que se tomó la instantánea, de ahí el extraño brillo. Eso podría ser útil -alzo la vista de nuevo, buscando la mirada de la agente Soranno-. ¿Las dos personas que aparecen en estas dos fotos aparte del sospechoso son las víctimas? Y, aún más, ¿si el asesino apenas pasó treinta segundos con cada una de las víctimas... cómo se consiguieron estas fotos, como digo, tan precisas?

Notas de juego

*Piensa en japonés, claro, xDDD. Shibata es algo así como mierda o maldición.

Cargando editor
18/06/2008, 12:35
Lausanne Soranno

La chica te mira, sin reparos, desde su falsa ilusión de oculto observatorio que parece mostrar al esconder parte de su hermoso rostro, cuando sueltas las fotos y le haces las preguntas queda pensativa, un brazo sobre el pecho y el otro apoyado sobre él, mordiéndose la uña del dedo meñique.

Son precisas, porque estaban tomadas por un fotógrafo profesional, eso sucedió en un estudio de fotografía, por lo que parece que al asesino no le importaba mucho que lo vieran se remueve algo inquieta, en cuanto a la identificación de la mujer, lo hemos intentado, pero el brillo de ese objeto, o algo en ese objeto, que como puedes ver coge otra carpeta, y extrae de ella una ampliación de la foto, que te entrega, la sostienes para que la veáis los dos a la vez, pues ella pasa el dedo por la imagen para reafirmar sus palabras, no es una piedra preciosa, es un objeto electrónico, muy sofisticado observas como tiene razón, pues puedes comprobar como la luz emana de una pequeña hendidura rectangular en la parte superior de la piedra, como si se estuviera “abriendo” de alguna manera, ha interferido en el negativo, impidiéndonos trabajar con él se recuesta en el asiento, con demasiada brusquedad, y se golpea una de las rodillas con la esquina de la mesa, deja escapar un pequeño gemido de dolor, y se frota la pierna durante unos instantes, aunque lo hace de manera casi automática.

No, ninguna de ellas es la víctima, ambos muertos fueron por heridas de bala, de la chica no tenemos ningún rastro, y el hombre, pues permanece en un hospital de Chemnitz, lugar del suceso, a la espera de un interrogatorio, pues fue herido y aún no se ha recuperado vuelve a apartar el cabello de su rostro, esta vez soplando hacia arriba, con lo que no resulta del todo efectivo, tal vez haya sido un suspiro de cansancio, pues ahora que la miras más de cerca, puedes ver rastro de ojeras.

Cargando editor
18/06/2008, 20:11
Kanda Takeshi

Asiento con gravedad a cada una de las explicaciones de la agente Soranno sin apartar la vista de las fotos, con el ceño fruncido en actitud pensativa, fijándome en cada detalle. -Qué extraño... -digo, cuando termina, frotándome el mentón-. Un asesino a quien no le importa ser visto ni fotografiado, que lleva consigo un artefacto de alta tecnología, según parece; que utiliza un arma blanca de gran tamaño pero todas sus víctimas son por arma de fuego, o al menos las tres conocidas... Así que, reconstruyendo, aquello era un estudio fotográfico en Chemnitz, Alemania. Aquél hombre apareció de la nada, acabó con la vida de tres personas a disparos y desapareció de pronto. No tiene ni pies ni cabeza... -reflexiono, finalmente. Y es que es así... Parece una historia sacada de un monogatari o de una novela más que un caso policial real. En estos casos, cuando la intuición no da muestras de su existencia, lo más lógico y lo mejor es acogerse al método.

-Bien. Tenemos que preparar ese interrogatorio, es fundamental. Hay que localizar a esta mujer -señalo la fotografía-. Si no es una de las víctimas y no hay rastro de ella podría estar en peligro. Probablemente el hombre a quien tenemos que interrogar pueda resolvernos esa incógnita. ¿Es por casualidad él mismo el fotógrafo, Soranno-san? -sé que me ha pedido que la llame por su nombre, pero en Japón a alguien no se le llama por su nombre hasta que no tienes muchísima confianza con él. Por eso prefiero guardar las formas y el respeto por ahora. Reparo en un nuevo ataque de torpeza. De no ser por eso parece perfectamente una policía. Aunque su gesto ha sido muy rápido y automático. ¿Es tan torpe como parece?-. ¿Se ha podido identificar en el laboratorio qué es ese aparato, cuál es su función o alguna otra cosa? Oh, y algo más: ¿quiénes son las víctimas? Supongo que estarán en el anatómico forense de Chemnitz, me interesaría echar una ojeada a los cuerpos. Asimismo, ¿hay alguna prueba física en la escena del crimen que pueda servir para identificar al asesino?

Notas de juego

Observo las fotos detenidamente. ¿Qué ropas lleva el asesino? ¿Se le llega a ver en algún momento la cara?

Cargando editor
19/06/2008, 10:45
Lausanne Soranno

Asiente a tus reflexiones en voz alta, esbozando una nueva sonrisa, es curioso como le cambia el rostro a sonreír, la hace parece aún más joven, Me alegra comprobar su interés por el caso, ¿tenemos que preparar?, da usted por supuesto que mi presencia aquí va más allá de una simple consulta entre agentes para la resolución de algunas dudas, sin perder la sonrisa, que se vuelve un poco más afilada.

Ese aparato es el motivo fundamental de esta investigación, y lo realmente preocupante del caso, el fotógrafo es una de las víctimas, el hombre que está herido es el atacado con la espada, vuelve a recoger una de las carpetas y la abre con cuidado, Las víctimas son Andrea Hassler, una empleada del estudio, Steve Kisimon, un reconocido fotógrafo de modas, y Gabriel Marinelli, un maquillador, en cuanto a pistas físicas, ninguna, no tocó nada que después no se fuera con él, ha vuelto a ponerse seria.

Antes de seguir quiero hacer un pequeño inciso señor Kanda, todo este asunto es confidencial, mientras habla coloco el su cabello detrás de las orejas, con cuidado, parece que le molesta tenerlo en la cara, aunque otras veces es ella quien lo deja caer sobre la misma y si desea sinceramente colaborar conmigo en su resolución, será bajo mis condiciones, ¿de acuerdo? termina sonriendo nuevamente.

Notas de juego

ropas y rostro del asesino (presunto), XDDD.

Cargando editor
19/06/2008, 14:56
Kanda Takeshi

Vaya... Así que no va a intervenir en el caso... Bueno, no es algo del todo raro si está desempeñando ahora mismo la labor del comisario. Lo que sí me choca, y mucho, es su revelación sobre el motivo fundamental del caso. ¿El objeto? Yo soy inspector de homicidios, me muestran un claro caso de homicidio múltiple y me dicen que lo que interesa es un artilugio tecnológico? Mi rostro, sin embargo, se mantiene serio e impertérrito, ocultando a la perfección lo que pienso en este momento. Tomo apuntes en mi libreta, que saco de la gabardina junto con un boligrafo, sobre las víctimas, que es lo que realmente me interesa a mí. Que no haya pistas es algo problemático, pero al menos tenemos una descripción física muy clara. Otra cosa más que me descoloca totalmente: el secretismo. ¿Confidencial? ¿Desde cuándo? Todo en este asunto ya me huele no a quemado, sino más bien a podrido. Es más, ahora sí frunzo ligeramente el ceño, antes de volver a hablar.

-Soranno-san, no sé qué le habrán dicho sus superiores sobre mí, pero yo investigo homicidios y me encargo de perseguir y dar caza a criminales que llevan a cabo tan abominables prácticas... Yo no tengo nada que ver con artefactos de alta tecnología ni con asuntos confidenciales. Esto no es el FBI, la CIA o una agencia de inteligencia de cualquier otro país, dedicada a cosas como esas de las que me habla. Mi trabajo, como ya le he dicho, Soranno-san, es muy distinto. Así que, por mi parte, voy a hacer precisamente eso. Una vez coja al criminal, los dioses lo quieran, seguiré el procedimiento y sus pertenencias pasarán a disposición judicial. Yo no husmearé en asuntos que para nada me interesan y, una vez hecho esto, usted o sus superiores podrán hablar con quien consideren necesario o buscar la forma de conseguir ese artefacto. ¿No quieren que hable con nadie sobre el caso? Muy bien, acepto eso. ¿Quiere que trabaje según sus pautas? Hasta cierto punto, con todos mis respetos, Soranno-san: no haré nada que comprometa mi código de valores y voy a tener presente en todo momento cuál es mi trabajo. No puedo decirle más, Soranno-san -digo, con una firmeza poco habitual y una convicción extrema, reafirmada por la seriedad de la expresión facial.

Cargando editor
19/06/2008, 16:35
Lausanne Soranno

Ríe, ahora de manera un poco sonora, se tapa la mano con la boca para ocultar la risa, Lo siento señor Kanda, perdone, creo que ha habido una confusión, vuelve a echarse hacia delante nuevamente, la consulta era con usted, precisamente por sus conocimientos como inspector de homicidios, debí expresarme mal dice a modo de disculpa.

No me mal interprete, para mi la prioridad principal es encontrar a ese hombre, y yo no pertenezco a la interpol, sino al servicio secreto francés, como usted bien ha interpretado con sus palabras vuelve a recoger todas las carpetas y fotos dispersas por la mesa con gesto más serio, colocándolas una encima de otra, con alguna dificultad, pues se le escapan un par de fotografías de uno de los dossier, luego vuelve a levantar la mirada hacia ti, muy parecida a la primera que te brindó.

No es el procedimiento habitual, pero en contra de la opinión de algunos de mis superiores, yo creo que un cuerpo como el suyo es mucho más capaz de encontrar a ese hombre, así como de analizar las circunstancias que rodean al caso en general vuelve a peinarse el cabello una vez más, Y ahí es donde usted me ha sido recomendado, señor Kanda, le prometo que no tendrá que realizar nada pueda comprometer su código de valores, no estaba segura de ofrecerle trabajar conmigo a tiempo completo, pero creo que no podría encontrar a un hombre más apropiado. esboza una leve sonrisa, es consciente de que no conoce tu código de valores, aunque puede hacerse una ligera idea.

Cargando editor
20/06/2008, 14:25
Kanda Takeshi

Claro... el servicio francés de inteligencia. Sabía que con esta chica había gato encerrado. Al menos ahora buena parte de las incógnitas han quedado despejadas, ahora se entiende todo el secretismo y todas las irregularidades con la agente Soranno. Bueno, me alegro de que sea algo con una explicación tan sencilla, como también me alegro de colaborar con el servicio secreto francés. Esbozo nuevamente una sonrisa amable y de cortesía.
-Bueno, entonces me alegro de que las cosas sean así, Soranno-san. Efectivamente había habido un par de malos entendidos, pero por mi parte ya está todo perfectamente entendido. Dicho todo esto ya sólo puedo decirle que ardo en deseos de comenzar a trabajar con usted -añado, poniéndome en pie y juntando los talones, pegando los brazos a ambos lados de la cintura, rectos, cerrando los ojos e inclinando el cuerpo en una reverencia japonesa muy formal. Tras ello, con la cabeza aún inclinada y los ojos cerrados, doy una palmada sonora, juntando las manos por delante del rostro y exclamo, con efusividad: -¡Muchísimas gracias! -es algo muy común en Japón que se agradezca de esta forma a un superior o a un compañero de trabajo la presencia en una situación o un caso de la forma en que lo he hecho. Es una muestra de confianza y de respeto.

Cargando editor
20/06/2008, 17:00
Lausanne Soranno

La chica sonríe algo sonrojada por tu saludo, ha estado de caerse al levantarse rápidamente cuando tu lo has hecho, pero se ha podido sujetar en el respaldo del sillón y ha salvado mínimamente la situación, Gracias a usted señor Kanda, dice en un susurro apenas audible.

Luego, ya de pie, se le escapa un pequeño bostezo, Entonces tenemos mucho trabajo por delante, usted llevará la investigación, tiene mucha más capacidad para ello que yo, se frota el ojo con la mano, como una niña pequeña, puede usted disponer de los recursos que considere necesarios aquí en su agencia, y si requiere algo especial pidamelo, es libre de poner al día del caso a sus ayudantes habituales, aunque no debe mencionar lo del objeto, eso es lo que es confidencial, esas son las únicas condiciones que le pongo, se te queda mirando expectante, aunque luego su expresión cambia, como si hubiera olvidado algo.

Tengo más información que darle, pero antes necesito saber que todo está conforme y el siguiente paso a seguir, y creo que necesito una Coca Cola termina con una sonrisa, es complicado adivinar la edad de aquella mujer, cuando te mira de forma seria, aparenta diez años más que cuando sonríe.

Cargando editor
22/06/2008, 15:52
Kanda Takeshi

Sonrío igualmente, recuperando una postura más cómoda y más normal según el canon occidental. Acabo de desayunar y soy un hombre a quien le gusta trabajar a sus horas, con los descansos en las horas adecuadas y siempre teniendo en cuenta que la responsabilidad está por encima de todo. Sin embargo mientras se está estudiando un caso, sobre todo si es complejo, el tiempo y los horarios son algo mucho más flexible. Por eso no tengo mucho inconveniente en que lo comencemos tomando un refresco (o que lo tome ella misma) para, después, sumergirnos de lleno en el trabajo a pleno rendimiento.
-Muy bien, Soranno-san, acepto sus condiciones sin nada que objetar, salvo una cosa: ha de permitirme que le invite yo a ese refresco -añado con una mayor sonrisa.