Partida Rol por web

Michael se llevó una mano a la cabeza, intentando silenciar los susurros de basilisco que volvía a escuchar de nuevo y a los que sus compañeros eran totalmente ajenos. El bibliotecario estaba en esos momentos fuera de sí.

-No, no, no puede ser real... No es real... No puedo estar oyendo esto... No vay ningún basilisco... No voy a huir... No es real -comenzó a murmurar Goldman, que en esos momentos hacía todo lo posible por volver en sí mismo.

Por fortuna, esa vez no le fue difícil sobreponerse, convencido de que lo que había oído solo era un efecto más de aquel sitio, que tanto afectaba a las mentes de los magos. No iba a huir, ni a dejar a sus compañeros atrás como las voces estaban pidiéndole que hiciera.

El bibliotecario sostuvo su varita, pronunciando las palabras del hechizo que esperaba que bloquease el nuevo ataque de Bloodborn:

-¡Protego Duo! -proclamó para protegerse y, inmediatamente después, pronunció a toda prisa un nuevo hechizo, apuntando en dirección a Bloodborn y la cobertura tras la que se cubría-. ¡Bombarda Máxima!

El abogado miró al auror con el ceño fruncido - ¿Robado? ¿Lo que hemos robado? Creo que ahí te equivocas Bloodborn. Todos esos documentos son pruebas de lo que habéis estado haciendo a personas "inocentes", por mucho que pudieran merecer algún tipo de castigo, no se merecían ese final - dijo - Guardando esto no se ayuda a la comunidad en nada, con esto no se puede prosperar - dijo convencido.

El ataque que lanzó el auror le pareció algo extraño, como fácil de esquivar. Veía cómo se iba acercando el hechizo a él. Se confió al pensar que podría esquivarlo en el último momento, por lo que recibió un corte un corte limpio en el brazo contrario del que portaba la varita. Maldijo por lo bajo. Levantó su varita, apuntando hacia el auror - ¡Bombarda máxima!

El cuerpo de Tiberius por fin se empezó a quejar en cuanto el corte sobre su brazo empezó a sangrar. El abogado pudo contemplar que una hemorragía estaba comenzando a tener lugar sobre la herida que le había hecho Bloodborn, asi como el sentimiento de debilidad se empezó a hacer presente, acompañado con leves temblores y escalofríos que le recordaban todo el daño que su cuerpo ya había tenido que soportar desde que había despertado en ese horrible lugar.

Parar la hemorragía sería solo una solución temporal, considerando la precariedad en la que se encontraban dentro de esa prisión del demonio. Tenían que salir de allí y cuidar la poca capacidad física que les quedara, ya estaban cerca de lograrlo, pero las heridas sin duda no ayudarían si seguían haciendose más graves…

 El jefe de aurores había realizado un acto desesperado al verse contra las cuerdas, algo que sin duda salió contraproducente al encontrarse a si mismo siendo bombardeado por una multitud de encantamientos como respuesta del grupo que estaba peleando por escapar de una vez por todas de esa prisión, a la que habían sido llevados en contra de su voluntad por supuesto. Tanto Brianna como Tiberius pudieron ver como sus respectivos hechizos penetraban ese cúmulo de tinieblas en el que se había convertido Bloodborn, mientras que Michael fallaba por poco su ataque, todo esto al tiempo que el cuarto integrante del grupo, Erick, trataba de encontrar respuestas a las inmensas habilidades que poseía el jefe de aurores en los libros que había acercado gracias a su conjuro. Entre explosiones, no tardaron mucho en ver que aquellas tinieblas se revertían para dejar ver el cuerpo de Matthew cayendo al piso, entre un agitado jadeo y tosiendo de forma gutural. —Desgraciados… ¿Creen que teniendo pruebas harán algo? ¿Están conscientes? El ministerio no les dejará hacer nada…— Para sorpresa de todos, Bloodborn parecía estar soportando incluso el Petrificus totalus conjurado por Brianna, al menos lo suficiente para hablar y mantenerse a si mismo doblegado contra el suelo, claramente fuera de combate pero indicando un enorme poder y capacidades, mismas que se habían mermado gracias a la mujer del grupo y su gran iniciativa dentro del combate.

—Adelante…— Sus palabras fueron cortadas por una tos que venía con algo de sangre, posiblemente debido a los daños causados por el Bombarda máxima de Tiberius, el cual había dado de lleno al hombre. —Acaben con esto, conmigo… Y escapen, ¿Cuanto creen que durarán si exponen esto?— Bloodborn imponiendose un poco al encantamiento que le estaba paralizando, recargó una mano sobre el suelo, de forma temblorosa mientras alzaba la vista para ver a aquellos que le habían humillado en combate, a pesar de sus habilidades y orgullo. Aún asi, sonrió de forma burlona al decir estas palabras —¡Yo seré alabado por mi servicio! Y ustedes solo serán reducidos a criminales por el ministerio— Volvió a sonreir, mirando a todos uno por uno y jadeando aún.

Tal parecía que la batalla contra el jefe de aurores llegaba a su fin, gracias a las rápidas acciones del grupo en tomar la iniciativa frente a un enemigo que, de haberle dado suficiente margen de acción, habría sido letal en más de una forma. Sin embargo, no habían salido del todo ilesos… Brianna estaba resintiendo aún más que antes todas las heridas físicas, y su cuerpo se encontraba tembloroso y agitado. Tiberius no se quedaba atrás, al haber recibido de lleno todos los intentos ofensivos de Matthew, ahora se hallaba con una clara hemorragía en su brazo, algo que sin duda no era buena señal, pues la debilidad pronto comenzaría a mermarle. Tenían que decidir que hacer con Bloodborn, quién estaba doblegado ante todos y dispuesto a morir por aquello que consideraba lo correcto, sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento o moralidad ante los horrores que había cometido en Azkaban, e incluso tentando a todos al recordarles que el ministerio tomaría represalías contra el grupo.

Por fin, todo apuntaba a que la salida estaba despejada, y con esto, la esperanza de escapar brillaba delante de todos mucho más intensa que nunca.

Para sorpresa del comerciante, todo apuntaba a que las acciones de Brianna, quién habia tomado al toro por los cuernos sin clemencia y a pesar de su estado físico, habían hecho caer a Bloodborn mucho más rápido de lo que cualquiera hubiera esperado, aunque estaba más que claro que las habilidades del jefe de aurores no eran normales en lo absoluto; Conjuros no verbales, sin varita, una resistencia tal que podía incluso doblegado resistir un bombarda máxima, sin contar con que estaba resistiendo de una forma u otra la totalidad del Petrificus Totalus de Brianna. Todo esto pronto fue más claro para Erick quién, si bien los libros que había acercado a si mismo no tenían nada que no conociera, si que vio una pequeña y fugaz visión, delante de él por unos momentos…

—¿Estás seguro Bloodborn? Ya lo probamos en criaturas magicas… ¿Pero en humanos será seguro?— Un hombre decía desde las sombras, parado detrás de Matthew quién se hallaba sujetando un trozo de mármol negro, el mismo material de aquellas runas que teletransportaban a las personas a Azkaban, solo que esta vez, Bloodborn parecía tener el material en su estado más puro, sin refinar. El jefe de aurores veía este pedazo de mármol como si estuviera contemplando un santo grial, sonriendo a las palabras del hombre.

—Tranquilo… Necesitamos avanzar más en la investigación ¿No?— Matthew respondió, mirando con una sonrisa el trozo de mármol. Pronto, una especie de brillo surgió del extraño mineral, brillo que iba siendo absorvido por el cuerpo de Bloodborn. —Solo será un poco… lo suficiente… Después de todo Azkaban es el mejor canalizador de magia— Poco a poco, la visión se fue haciendo borrosa, hasta desaparecer por completo, dejando asi que Erick volviera al presente poco a poco, de vuelta con sus compañeros.

Estaba claro que Matthew había usado la magia oscura que parecía poder absorber Azkaban, y la había canalizado para usarla a su favor, tal vez muy semejante al Boggart modificado que habían enfrentado, solo que a menor medida como ya había dicho el propio jefe de aurores. Sea como fuera, al menos Erick podía estar más tranquilo al ver que si que había un límite para Bloodborn, y que era vulnerable como todos. Erick entonces pudo sentir como la sangre debido al golpe de metralla que había recibido en la cabeza seguía escurriendo, como si su cuerpo ahora que sabía que el peligro del enfrentamiento había pasado, ya estuviera resintiendo todo el daño que había estado recibiendo desde que llegó a esta horrible y maldita prisión. Parar el sangrado sería solo una solución temporal, considerando la precariedad en la que se encontraban dentro de esa prisión del demonio. Tenían que salir de allí y cuidar la poca capacidad física que les quedara, ya estaban cerca de lograrlo, pero las heridas sin duda no ayudarían si seguían haciendose más graves…

— ¡Oh... Cállate...! ¡Desmaius! —

Brianna estaba cansada de toda la palabrería de Bloodborn, así que cuando el hombre empezó a teorizar sobre la respuesta que recibirían por parte del Ministerio, alargó de nuevo la varita y conjuró, esperando que esta vez el hechizo le afectara plenamente y pudieran descansar un poco de voz.

— Rápido, lanzádselo también vosotros, así el conjuro será más poderoso...

Tras eso se volvió hacia sus compañeros. A pesar de la fortaleza que había estado mostrando, su rostro había perdido todo el color y una fina capa de sudor perlaba su frente. 

— Deberíamos llevarlo con nosotros y entregarlo en el Ministerio, junto a las pruebas que has recabado. — Al decir aquello su mirada se dirigió hacia Michael y sus labios temblaron. Estaba exhausta y el dolor era casi insoportable, pero tenía que aguantar un poco más en pie, no podía flaquear, no tan cerca de la salida...

Erick se demoró unos instantes en devolver la respuesta a Brianna, le costaba procesar todo lo que había contemplado en aquella visión. Pero terminó exclamando con una mezcla de miedo y asco: -¡Es como el boggart! ¡Se ha alimentado de la magia de Azkaban para aumentar su poder, por eso es tan fuerte! 

A continuación, se levantó para lanzar su propio Desmaius sobre el aparentemente derrotado Bloodborne pero no terminó de salirle, se deshizo en chispas rojizas a mitad de camino. -¡Maldición! -Se estrujó la frente y se dirigió  a los otros dos-Rápido, hagan ustedes también como ha dicho Brianna, no podemos bajar la guardia, a saber qué más es capaz de hacer si nos descuidamos. 

Deben pensar que estoy perdiendo la cabeza yo también.

-He tenido...otra visión, como en las mazmorras - agitó el libro tratando de explicarse- Estaba tratando de averiguar si el Arlequín había dejado alguna nota...Y vi cómo lo hacían entre Bloodborn y otra persona. Canalizan la magia de Azkaban a través de la piedra y se la insuflan a seres vivientes, es como una esponja de magia oscura...primero lo han hecho con criaturas mágicas y luego él ha sido el primer ser humano en recibirla, es otro más de sus experimentos. 

 -¡Y no sólo eso! -dejó caer el libro y empezó a rebuscar nerviosamente en su túnica en pos de la tarjeta que había aparecido en su almohada- ¡Era la misma piedra, el mismo mármol negro del que están hechas estas condenadas tarjetas ! -la encontró por fin y la arrojó al suelo- ¡Así es como sabía hacia dónde íbamos! ¡Fue con ellas como nos trajeron aquí y nos movían de un lado para otro! No sé si servirán como pruebas, pero tenemos que hacer algo con ellas o las seguirán usando contra nosotros.-

Bloodborn había sido derrotado, al menos aparentemente, pero el bibliotecario no estaba del todo seguro de que el jefe de aurores fuera a caer tan fácilmente.

Escuchó a Brianna y supo que tenía razón, por lo que apuntó con su varita a Bloodborn y decidió pronunciar las palabras de un nuevo hechizo, pensando que quizá se necesitasen dos hechizos aturdidores simultáneos para dejar aturdido a Bloodborn.

-¡Desmaius!

Por desgracia, esa vez, el hechizo del bibliotecario no fue ejecutado correctamente, por lo que por el momento el único Desmaius que había recibido el cuerpo de Brianna era el de Bloodborn.

Por otra parte, las palabras de Erick arrojaban cierra información nada halagüeña sobre Bloodborn y el motivo por el que era tan poderoso.

-Entonces... quizá no deberíamos entregarle tal cual. Este mago es un peligro, una amenaza -advirtió Michael, mirando hacia Bloodborn con temor-. Si Bloodborn olvidase quién es, quizá podríamos evitar que volviera a hacer daño a nadie. Y si hay más cabezas del Ministerio implicadas en esto... Sería una decisión adecuada... -planteó, seguro de que Bloodborn podía haber sido derrotado pero seguía estando lejos de no ser un peligro.

El hechizo de Brianna impactó con contundencia de lleno contra el cuerpo semi-inmovilizado de Bloodborn, sin darle tiempo ni siquiera de volver a hablar. Gracias a esto el jefe de aurores terminó por fin cayendo desmayado contra el suelo, el grupo aún asi, motivado por las palabras de la única mujer del grupo no dudo en lanzar más hechizos consecutivos para finiquitar al hombre que era el principal responsable de crear el infierno mismo en Azkaban, tanto para ellos como para quienes no tuvieron tanta suerte antes que ellos, los encantamientos tanto de Michael como de Erick no fueron efectivos en lo absoluto sin embargo, tal parecía que había sido suficiente con un solo "Desmaius" por ahora, pues tenían a Matthew por fin contra el suelo. La nueva información proporcionada por Erick, ayudaba a entender como era que el jefe de aurores tenía un poder monstruoso, si canalizar la energía tenebrosa y oscura que generaba Azkaban se podía usar de esta forma, sin duda los experimentos habían llegado ya a una fase muy avanzada, mucho más de lo que había parecido en un principio. 

De igual manera, el grupo parecía estar debatiendo cual sería la mejor de forma de proceder contra Bloodborn ahora que estaba fuera de combate e inconsciente, por un lado Brianna sugería llevarlo con ellos y asi entregarlo al ministerio, mientras que el bibliotecario de Hogwarts ponía otra opción sobre la mesa; tomando en cuenta la letalidad y lo peligroso que era Matthew, podrían borrarle la memoria. Las opciones estaban allí, aunque sin duda, llevarle ante el ministerio podría ser arriesgado ¿Y si el hombre no estaba mintiendo y habían figuras poderosas detrás de él? Sin duda buscarían salvar a Matthew y voltearían sus acciones contra todos ellos, aún si ellos tenían ya la documentación que exponía la horrible realidad detrás de aquella prisión.

Por supuesto, todos en el grupo se encontraban ya a unos pasos de por fin obtener su libertad, con la entrada de Azkaban destruida debido al breve enfrentamiento que habían tenido con Bloodborn, tan solo tenían que salir y buscar la forma de huir de aquella isla en la cual estaba construida la prisión. Dejar a Matthew allí y a la merced de las propias criaturas tenebrosas que no tardarían en encontrarle; Los Dementores, podría ser también una forma de brindarle justicia a todos aquellos que habían sido asesinados de formas horribles en nombre del retorcido experimento y bajo la bandera de estar haciendo un bien a la comunidad magica, la decisión, era de todos. Aunque con la gran mayoria de los presentes heridos y cansados, asi como el hecho de que los Dementores podían flanquearles si se descuidaban, tendrían que decidir rápido.

De igual manera, y ahora que Matthew había quedado inconsciente, todos pudieron escuchar un golpe en seco hacer eco de forma repentina; Era Badak, quién había caído ahora que el encantamiento del jefe de aurores se había cortado. El Arlequín Feliz comenzó a toser como ya era costumbre en él, entre guturales quejidos y risas sonoras. Por fin ya nada parecía interponerse entre el grupo y su libertad, una que habían estado deseando muy seguramente desde que llegaron a ese lugar tan horrible y tenebroso.

Desmemorizarlo... Brianna clavó la mirada en un Bloodborn yaciente y frunció los labios. Michael tenía razón, no sabían si habían más peces gordos del Ministerio metidos en aquel vil experimento. Su primera intención había sido la de entregarle y que se ocuparan de él, pero... 

— Está bien, pero si lo desmemorizamos puede que el poder que ha absorbido de Azkaban siga circulando por su cuerpo. — Empezó a decir mientras se acercaba a donde había caído la varita del jefe de aurores y la recogía del suelo. — Seguirá siendo peligroso... — Masculló y se volvió de nuevo hacia sus compañeros. — Aunque olvide quién es... — 

Caminó hasta donde se encontraba Bloodborn y se quedó de pie, contemplándole con la rabia por todo lo que habían sufrido, impresa en su rostro.

También podían dejarlo fuera, indefenso y a merced de los dementores, pero éstos solían cumplir las órdenes del Ministerio y desconocía qué influencia había podido tener el auror sobre ellos. Además, ella no era una asesina y la sola idea de dejar a alguien a su suerte frente a aquellas criaturas le ponía la piel de gallina.

— Sí, creo que ahora mismo es la mejor opción. — Retomó la palabra, tras unos segundos meditando las opciones y levantó la mirada para deslizarla nuevamente entre sus compañeros. — Si estáis de acuerdo, me encargo del conjuro. — Dijo, apuntando a Bloodborn con su varita. Había escuchado como el Arlequín caía del techo, golpeándose contra el frío suelo y una vez más se preguntó cómo podía seguir con vida. 

Su compañera Brianna había conseguido dejar inconsciente al auror. Todos habían aportado su granito de arena en esta lucha, pero sin duda, su compañera había destacado en ésta última - Buen trabajo Brianna, lo conseguimos chicos - dijo con un suspiro aliviado. 

Miró más allá del auror, a la salida Después de todo, vamos a salir de aquí, por fin. Dirigió su mirada hacia el auror mientras escuchaba las palabras de sus compañeros - No hay dudas de que en el Ministerio también habrá más como él y, probablemente, si presentamos el caso, se encargarán de que salga de rositas - comentó con cierto pesar.

Surgían varios modos de proceder y el pelinegro se quedó unos instantes pensativo - No veo mal desmemoriarlo, lo veo una buena opción - se llevó una de sus manos a su cogote para rascárselo - ¿Qué hacemos después de quitarle la memoria? ¿Lo dejamos aquí dentro y que se encarguen las criaturas? ¿Fuera para que se encarguen los dementores? - un escalofrío recorrió su cuerpo cuando mencionó a aquellas bestias. Sin lugar a dudas le tenía miedo y, probablemente, debido a ese miedo, se encontraba dubitativo con esta última opción Se lo merece pero... 

El abogado, después de que Erick explicase todo, buscó entre su túnica la tarjeta también - Entonces, las tarjetas estas cuando vayamos a salir, deberíamos destruirlas... o dejarlas aquí... Porque no creo que sirvan a modo de traslador para volver a casa, ¿no?

El bibliotecario sabía que Brianna tenía razón acerca de Bloodborn. Incluso si lo desmemorizaban, el poder latente en él seguiría existiendo. El problema estaría resuelto, pero solo a medias. Nada garantizaba que Bloodborn no pudiera seguir siendo un peligro una vez que borrasen su memoria.

-Creo que todos sabemos cuál es la otra opción... -dijo Goldman, con inquietud-. Pero ninguno de los cuatro es un asesino. Si le borramos la memoria, sugeriría que cada uno de nosotros le lanzase un Obliviate. Seguirá teniendo todo su poder, pero con un poco de suerte, su mente será como la de un niño pequeño...

Goldman no quería cargar con el peso de una muerte sobre su conciencia, mientras que borrarle la memoria a Bloodborn le parecía más adecuado. Además, si cada uno de ellos efectuaba un Obliviate, la responsabilidad no sería únicamente de Brianna.

-Tal y como lo veo, debemos sacar todo esto a la luz -dijo Michael, sujetando los documentos que había extraído del archivo de Azkaban-. No hablando directamente con el Ministerio de Magia, sino enviando la información a un diario, como El Profeta. Hay periodistas que harían cualquier cosa por tener acceso a un caso como este. En cuanto a Bloodborn, no sé, ¿lo dejamos en la puerta del hospital San Mungo? Si El Profeta saca esta historia a la luz, con los suficientes datos para contrastar, aquellos del Ministerio que estuvieran del lado de Bloodborn le darán la espalda antes de que el caso les salpique a ellos.

Michael dudaba que ellos cuatro pudieran con el Ministerio. No sin ser silenciados y eliminados. Por ello, proponía lo único que creía que pudieran hacer. No podrían acabar con todos los monstruos, pero al menos sí con quien había sido su monstruo.

​​-Con respecto a las tarjetas, tal vez deberíamos destruirlas... -propuso Goldman, aunque no muy seguro. Si alguien tenía una opción mejor, la apoyaría.

Al escuchar la propuesta de Michael, Brianna dirigió su mirada hacia él y asintió con un leve gesto de cabeza.

— Sí, hagámoslo entre los cuatro. Dejemos su cerebro como el de un bebé. Después ya decidiremos qué hacemos con él — Dijo y sus labios formaron una mueca. En otra situación aquella idea le habría parecido monstruosa, pero aquel hombre había hecho tales monstruosidades que no sintió ni un ápice de lástima. 

Decidida volvió a extender su varita y pronunció el conjuro que borraría los recuerdos del jefe de los aurores.

— Obliviate

El grupo que se encontraba a muy poco de obtener la tan ansiada libertad de su horrible experiencia en una Azkaban olvidada y diseñada para llevar a cabo los mas horribles experimentos, se debatía sobre como proceder con el responsable de todo. Todos estaban de acuerdo en que si habían más involucrados de parte del Ministerio, entregar a Bloodborn sería un desperdicio de tiempo y lo más seguro es que le ayudarían para que saliera con total impunidad, además de las claras consecuencias que ellos enfrentarían al oponerse a los peces gordos que pudieran estar metidos en toda esa maldita situación. Michael apuntaba a que incluso tendrían que actuar por medios alternativos si quería exponer toda esa horrible verdad, contactando con personas que pudieran estar interesadas en el caso y hacer que la verdad explotara contra el Ministerio. Volviendo con Matthew, quién yacía aún tirado en el suelo, el grupo decidió hacer uso del hechizo "Obliviate" de forma consecutiva y realizado por los cuatro presentes, de tal manera que dejarán a Bloodborn con la capacidad de un infante y asi, evitar que el hombre, imbuido con magia oscura fuera una amenaza, una acción sin duda inmoral en condiciones normales, pero que en esos instantes, era posiblemente el castigo ideal para alguién que había cometido tantos actos horribles y despiadados usando como excusa el estar haciendo un bien mayor.

Fue asi que Brianna, decidida a realizar lo que ya habían hablado, una vez más terminó de frente a Bloodborn, con su varita extendida hacia el cuerpo que se hallaba contra el suelo antes de empezar a conjurar el encantamiento acordado, de su varita, un manto semi-transparente empezó a caer sobre el hombre, rodeando su cabeza e indicando con esto que el hechizo empezaba a realizar su función, todo apuntaba a que por fin sería la caída del jefe de aurores, convertido en un mago tenebroso gracias a unos ideales extremistas y supremacistas. Estos sentimientos sin embargo, pronto cambiaron cuando todos observaron como poco a poco, este manto que salía de la punta de la varita de la rompemaldiciones se comenzó a corromper… Una aura negra se empezó a expandir, cubriendo poco a poco el cuerpo de Matthew, y causando que el propio encantamiento de la mujer se llenara de esta magia extraña y claramente tenebrosa. Bloodborn soltó un jadeo, seguido de una carcajada gutural mientras su cuerpo parecía recobrar cierta conciencia, la magia que estaba desprendiendo era algo nunca antes visto, energía magica en su estado más puro, al grado de ser visible mientras recorría el cuerpo del jefe de aurores…

Para añadir aún más sorpresas, la figura demacrata e inhumana del Arlequín Feliz corrió y se estampó contra Brianna, rompiendo su hechizo y empujando a la mujer pese a que estaba herida hacía atrás, y de un rápido movimiento también le arrebató la varita que había capturado de Bloodborn, logrando asi hacer un rápido movimiento para lanzar hacía atrás al resto del grupo, tal como había hecho con la rompemaldiciones y de tal forma que todos cayeran en un golpe seco contra la superficie rocosa del exterior de Azkaban. Todo había pasado demasiado rápido, y justo cuando la calma estaba llegando…

Aquella aura tenebrosa que estaba creciendo alrededor del cuerpo del jefe de aurores, fue aumentando en intensidad y brillo a medida que este se iba reincorporando, aunque parecía estar aún demasiado débil como para ponerse de pie. Aún asi, si se prestaba la debida atención, su mano derecha parecía haber sacado de su túnica una roca de marmól negro, que irradiaba el mismo tipo de magia que estaba rodeandole en esos instantes —Son unos malditos… ¿Creen que dejaré que arruinen todo lo que hemos avanzado? Ilusos…— Comentó tosiendo levemente, su mano izquierda se aferró con fuerza en el suelo para asi poder ponerse de rodillas, levantando su mirada para observar con cólera al grupo que había arrojado Badak lejos de él. El pedazo de mármol que seguía sosteniendo cada vez parecía imbuir más energía en su cuerpo. —No dejaré que se vayan… ¿¡Creen que pueden humillarme asi!? No importa si tengo que enterrarnos a todos, tampoco importa si doy mi vida para cumplir con este proposito…— No fue díficil entender porqué decía estas últimas palabras, al ver que tosía sangre mientras acumulaba la energía tenebrosa de Azkaban en su cuerpo; todo apuntaba a que imbuirse a si mismo esta magia, su cuerpo no estaba soportando la misma…

Bloodborn iba en serio, la mano que se aferraba contra el suelo comenzó a crear una grieta sobre el mismo, y parecía que estaba acumulando una especie de hechizo que se empezó a expandir a su alrededor, amenazando con derrumbar todos los cimientos tan pronto este encantamiento explotará, Matthew estaba dispuesto a morir a favor de su experimento en esa prisión, y de todos los secretos que se guardaban allí, mismos que habían sido consentidos por el ministerio mismo, y si moría, se llevaría a ese grupo que había desafiado toda expectativa, aún hasta el punto de conseguir toda la documentación que exponía el oscuro secreto de Azkaban.

Entre una gutural carcajada, dejó que toda esa magia acumulada fuera expandiendose, cuarteando el suelo y creando enormes agujeros que parecían ser una caída libre al vacío y a la oscuridad total, consumiendo también su cuerpo para lograr tal proeza que sin duda, desafiaba toda norma conocida por la comunidad magica. El grupo que se encontraba allí y que había sido arrojado con brusquedad por Lord Badak se encontraba ya fuera de Azkaban, sintiendo la tormenta sobre de ellos mientras contemplaban como el jefe de aurores creaba una horrible descarga de magia, que sin duda se sentía tan abrumadora, que podría hundir toda la isla en la cual estaba contruida la prisión de Azkaban, llevandose a todos consigo. Todos pudieron observar como el hombre, como si su vida dependiera de guardar los secretos de toda esa experimentación y horribles actos cometidos en Azkaban, dejaba por fin que la explosión de magia se alzara contra todo y todos, aunque un fuerte grito de ira salió de entre las tinieblas que había generado —¡Badak!—

Para sorpresa de todos, antes de que la explosión de magia generada por Bloodborn les alcanzara, un escudo se alzó a tan solo unos pocos centímetros de ellos, este mismo trataba de encapsular toda la magia oscura que estaba siendo expulsada por el jefe de aurores, aunque a duras penas lo estaba logrando. Todos podían recordar que el Arlequín Feliz no tenía varita, pero fue en esos momentos que todos tuvieron delante la visión de Badak, sosteniendo la varita del propio Bloodborn previamente arrebatada por Brianna, y creando este escudo magico que brillaba con un tono plateado y dorado, una magia que sin duda sería hermosa de contemplar si estuvieran en una situación diferente. Lord Badak estaba dentro de su propio escudo, de forma que solo las cuatro víctimas de Azkaban se encontraran aisladas del horrible ataque kamikaze que había generado Matthew. —Oh pajarillos… vuelen, vuelen a su ansiada libertad, se lo han ganado— Las palabras del Arlequín sonaban más cuerdas, y sin duda se llevarían una enorme sorpresa al ver que el cadáver viviente que les había acompañado en el descenso de Azkaban ya no se encontraba allí, y en su lugar un hombre hecho y derecho se hallaba protegiendoles, lleno de vitalidad y una aura de sabiduria a pesar de que era un anciano, como si al tener por fin una varita en su mano hubiera adquirido la capacidad de por fin reestablecer, al menos por un breve momento, el como había sido antes de ser consumido por esa horrible prisión.

—Yo lo detendré ¡Su magia es muy poderosa pajarillos! ¡Mi libro!— Miró a Brianna, aunque a reojo pues estaba enfocado en mantener firme el escudo que había creado, uno que sin duda era muy poderoso para contener a Bloodborn —Les ayudará a encontrar la forma de salir de aquí… sean firmes, no dejen que lo que aquí a sucedido quede impune…— Parecía que su aliento estaba flaqueando en esos momentos, usando seguramente toda su capacidad para mantener el encantamiento defensivo firme, pero que estaba siendo superado por la magia oscura que amenazaba con destruir todos los cimientos de Azkaban si se dejaba libre. Lord Badak parecía estarse despidiendo de aquellos que habían logrado superar el infierno mismo, con gran valentía y esfuerzo, y estaba claro que a pesar de la forma en la que le habían conocido, estaba dispuesto a dar la vida por ellos. Pronto, todos pudieron ver como el escudo de Badak se comenzaba a cuartear, indicando que no tenían mucho tiempo para salir de allí, seguramente sin esa impresionante magia protectora, toda la isla hubiera sido cubierta por la temible magia que había desarrollado Bloodborn, y aún asi, lo más seguro era que el área de explosión sería enorme al momento en que reventará toda la energía tenebrosa que estaba siendo contenida.

Tal parecía que tenían pocas opciones para actuar, aunque alejarse lo más rápido posible era lo más importante, no fuera que quedarán atrapados por Bloodborn después de haber pasado por tanto para escapar de allí. Aunque si se tomaban un momento para contemplar el choque de magias entre Badak y Matthew, se encontrarían con dos hombres que sin duda habían superado los límites conocidos… 

Brianna lanzó el conjuro obliviate y se concentró en que éste funcionara contra Bloodborn. Cuando la magia oscura empezó a emerger del jefe de los aurores, envolviéndole y corrompiendo el conjuro de la rompemaldiciones, se quedó ensimismada, sin poder reaccionar, mientras observaba, impotente, como la oscuridad se iba haciendo más fuerte. 

Pudo romper el conjuro, pudo intentar contraatacarle de otra manera, pero su risa la había dejado completamente helada e inmovilizada. 

«Tendría que haberle registrado...»

Pensó al verle sacar un trozo de roca de su bolsillo y seguir acumulando energía oscura. Tenía que hacer algo, no podía dejar que se saliera con la suya, tenía que... Su mano temblaba y un sudor frío y pegajoso recubría su piel... Su cerebro parecía estar registrándolo todo a cámara lenta y no terminaba de reaccionar, cuando de repente sintió un fuerte empujón y dio con la espalda sobre la superficie rocosa del exterior de Azkaban.

— ¡No...! —

El Arlequín le había arrebatado la varita de Bloodborn.

— Auch... —

La lluvia empezó a empapar su rostro y despertó sus sentidos del abotargamiento. Se incorporó, apretando los dientes y aguantando el dolor que latía con cada movimiento y dirigió la mirada hacia la espalda de lord Badak. Contempló el escudo que había creado para protegerles y un gemido de dolor y frustración trepó por su garganta. 

Cuando lo encontraron ella le habría dejado abandonado a su suerte, convencida de que era un pobre alma, los restos de lo que otrora fue un hombre. Había creído que tan sólo era sus despojos y estaba condenado, pero ahora... Ahora le debían la oportunidad de poder salir de allí. Estaba sacrificándose para que ellos... 

Sintió como las lágrimas, ardientes, empezaban a brotar de sus ojos y agradeció la lluvia que las ocultaba de sus compañeros. Brianna deseaba gritar que también huyera, que lo enfrentaran entre todos y no se sacrificara, pero no era tonta y era consciente de que el poder que estaba manejando el auror era muy superior a lo que se había enfrentado nunca. Era consciente de que si se quedaba, el sacrificio del Arlequín sería en vano...

El escudo empezaba a resquebrajarse, apenas tenían tiempo...

— Gracias... — Musitó entre lágrimas — Salgamos de aquí... — Y empezó a correr, sacando fuerzas de lo más profundo de su ser y sacó el libro de lord Badak para buscar la forma de salir definitivamente de aquella pesadilla.

Abrió ampliamente los ojos cuando el auror recobraba la consciencia No puede ser... El abogado estaba siendo testigo de cuán poderosa era la magia oscura y más se convencía de que no le gustaría seguir ese camino ¿De qué sirve tanto poder? ¿Para acabar así? ¿Por una lucha que no merece la pena? pensaba.

El pelinegro iba a lanzarle también el hechizo, pero todo ocurrió demasiado rápido. La reacción que recibió Brianna después de que lanzara su hechizo dejó al abogado en el sitio pensando bien en su movimiento pero Badak fue más rápido que él y, sin saber cómo lo había conseguido, se encontraban fuera. Badak los había salvado y les había estado ayudando todo este tiempo.

Tiberius mientras veía la escena, recordaba ciertos momentos del recorrido que tuvieron por la prisión sin confiar en Badak y ahora se daba cuenta, al cien por cien, de que siempre estuvo de su parte. Se sentía en cierto modo culpable. Miró hacia el interior mientras la lluvia lo iba mojando - ¡Badak! ¡Espero que nos volvamos a ver y que esto sea solo un hasta pronto! Gracias por todo... Brianna tiene razón, ¡vamos!

El bibliotecario no esperaba que Bloodborn recuperara la consciencia de un momento a otro. Era poderoso, mucho más de lo que Goldman hubiera esperado y, a la vista de las circunstancias, empezaba a dudar que un hechizo desmemorizante pudiera ser suficiente para pararlo.

Por fortuna, el Arlequín Feliz recuperaba una mayor lucidez de la que había tenido desde que lo conocían, viéndose incluso como un hombre anciano pero vivo. Michael no podía creer que Badak aún estuviera vivo, que la cordura hubiera regresado a él, pero en ese momento se alegró de haberle salvado. Badak indicaba que debían escapar de allí utilizando el libro que poseía Brianna.

Michael no se quedó quieto, echando a correr junto a Brianna y Tiberius lo más rápido que se lo permitían las piernas, llevando consigo los documentos que había extraído del archivo de la prisión.

-¡Corred! Hay que salir de la isla cuanto antes... Creo que este lugar no aguantará mucho más -expresó el bibliotecario, sin dejar de correr.

Ante la increible escena que tenían delante, con un Lord Badak capaz no solo de ayudarles haciendo uso de magia muy poderosa sino que también de sacrificarse para darle a todo el grupo la oportunidad de huir de ese horrible lugar, todos terminaron haciendo caso a sus palabras. Algunos sintiendo cierto remordimiento por considerarlo un estorbo o solo un pobre diablo más del montón que había caído víctima de Azkaban y los brutales experimentos que allí se realizaban por parte de Bloodborn, mientras que otros se sentían aliviados al haber confiado en él cuando se les apareció por primera vez. Sea como fuera, parecía que esta era la última vez que se verían y sin duda, Lord Badak les había salvado de ser consumidos por la explosión de magia oscura que estaba generando el jefe de aurores, mientras echaban a correr en busca de su tan ansiada libertad, solo un simple vistazo hacia atrás bastaba para ver como el choque de magias entre Badak y Matthew se hacía más grande, amenazando con explotar en cualquier momento a media que la magia protectora de Badak iba cediendo ante el avance de la magia oscura, lo que pasaría a continuación era tan predescible como inminente...

Mientras corrían, todos pudieron sentir un escalofrío recorrer sus cuerpos, a medida que la tormenta que tenían encima se mezclaba con el gélido ambiente que daba la impresión de que les congelaría vivos en cualquier momento, esto sin contar con el daño físico que todos tenían encima, solo el instinto de supervivencia podía explicar como seguían de pié y corriendo para salvar sus vidas. Por si esto fuera poco, el cielo estaba llenándose de un horrible color negro, indicando un enjambre de dementores que lejos de buscar perseguirles como cuando despertaron en la prisión, parecían estar revoloteando agresivamente y sin rumbo, como si estuvieran reaccionando incrédulos ante el choque de magias tan poderosas. A pesar de que no había peligro en esos momentos, ver el cielo tan negro como el vacio mismo debido a estas criaturas no era la escena más tranquila ni esperanzadora de ver, aun asi, pronto el libro que cargaba Brianna se abrió de golpe, brillando y creando un pequeño rastro dorado sobre sus páginas, indicando que estaba sin duda dispuesto a ayudarles a salir de allí.

Esta vez, en lugar de mostrar palabras como si se estuviera escribiendo solo, una voz apacible y senil (Seguramente de Badak mismo) salió de este, lo suficientemente audible como para que todos pudieran escuchar aún en plena carrera:

"Durante mi viaje a Azkaban, me di cuenta que solo existía una forma real de entrar y salir de esta espantosa isla… El Ministerio había dispuesto un único bote como medio de transporte, estaba encantado para transportar fuera de las barreras magicas que rodeaban el acceso a la prisión a cualquiera que le abordara. En cuanto supe esto, me di cuenta que jamás podría salir de aquí… había entrado por mi propia necedad ¿Como entonces esperaba salir de aquí? Ellos jamás me dejarían abordar el bote…"

La voz dejaba un extraño eco que causaba un cierto sentimiento de calidez en medio de la tormenta. ¿Estaban escuchando las memorias de Badak? Había entrado para nunca más salir, su resolución parecía ser absoluta cuando lo había hecho, y sin duda había estado consciente de sus consecuencias… Ahora sabían que debía existir un bote que el Ministerio usaba para entrar y salir de la isla en la que se encontraban, sin ningún auror o guardias del Ministerio a la vista, no existía nada que les impidiera usar el bote para escapar, tan solo debían encontrarlo. Tenían poco tiempo, pero estaban a tan solo un paso de lograrlo, tan solo debían luchar un poco más y tendrian su recompensa.