Partida Rol por web

Russell había logrado que la tetrica y extraña atmosfera que le había invadido tan pronto había llegado a la granja de los Learmonth poco a poco se fuera desvaneciando al menos lo suficiente para sentir un poco de calidez mientras seguía compartiendo dialogo con los dos padres de la pequeña Pennelope, sin embargo aun todo parecía bastante confuso para entender el porque de muchas cosas. Sin embargo, de un momento a otro el señor Roland se puso de pie, como si hubiera entrando en una especie de trance momentaneo y caminó hacía una de las ventanas de la casa, chocando contra esta posiblemente debido a que su estado aun no le permitía medir bien las distancias, parecía como si hubiera visto algo y sin duda algo que no le era muy placentero, pues de un momento a otro se llevó las manos a los oídos y cerro los ojos.

Esto sin duda era una señal extraña que el alienista no podía pasar por alto, sin embargo pronto su atención, ademas de estar en la charla con la bella mujer y con el hombre que se encontraba actuando mas extraño que antes, también tendría que dividirse en lo que se podía mirar a travéz de aquella ventana, seguramente el padre de familia se había dado cuenta antes que todos de aquellas nubes que comenzaban a formarse en el cielo, aunque por supuesto para Russell estas eran formaciónes en el cielo que al menos dentro de la ciudad no eran comunes, una gran tormenta se estaba comenzando a acercar, por supuesto el simple hecho de pensar que una tormenta de tal magnitud azotaría en cualquier momento la granja y sus alrededores no era algo muy bueno para el joven alienista que allí se encontraba, mucho mas porque cualquiera pensaría que el clima estaba perfecto realmente, mientras iban en camino habían notado un cielo bastante despejado, la sola idea de tener que afrontar una tormenta de las magnitudes que parecía aquella tener no era algo que seguramente le hiciera bien al hombre.

Asi mismo, seguramente el resto de sus compañeros si es que se habían internado en el bosque para esos momentos, no podrían percatarse de aquellas nubes dentro de aquella zona, no hacía falta pensar mucho para entender que dentro de aquel lugar muy seguramente los árboles taparán la visión del cielo estrellado, sin embargo poco o nada podía hacer el hombre para alertar al resto de sus compañeros, lo único que quedaba era esperar a que lograrán encontrar el rastro de aquel grito que habían escuchado de la pequeña y que regresarán lo mas rápido posible.

La mujer se encontraba para esos momentos ahora de pie y tratando de darle un poco de comforte a su esposo, con una de sus manos acariciando la espalda del hombre que había tenido aquel actuar tan extraño de un momento a otro, era como si la mujer ya estuviera acostumbrada a que ese tipo de cosas pasaran ¿Acaso estaba relacionado con la tormenta? Tal vez el señor Learmonth solo estaba asustado, aunque ciertamente el hecho de que su esposa estaba consolandole en esos momentos parecía funcionar a medias para que el hombre se relajara, aunque seguía con ambas manos tapando sus oídos, de una forma que recordaba bastante a un niño pequeño.

Sin embargo su mirada estaba aun concentrada en el alienista —Señor Russell ¿Estara bien? Parece que una tormenta se esta formando en el cielo... Dios santo espero que puedan tener tiempo suficiente para encontrar a mi pequeña y traerla de vuelta, seguro asi sera— Comentó en un tono claramente pesado y preocupado por el hecho de que en algún momento la lluvia comenzaría a caer por toda la zona y esto sin duda parecía acongojar a la mujer en gran manera, sin embargo su tono de voz también tenía un aspecto un tanto tétrico, en especial al haber pronunciado las primeras palabras, aunque también parecía que la mujer seguía depositando su fé en que todo saldría bien, como era de esperarse pues después de haber escuchado el grito de su hija, ahora mas que nunca era cuando debía intentar pensar positivo y no dejarse caer por sobrepensar en cosas malas, como la tormenta por ejemplo la cual, al menos aun no había llegado y por supuesto podría retrasarse lo suficiente para no entorpecer nada.

Después de decir esto, dejó a su esposo por un momento, para poder concentrarse en el señor Russell de una mejor manera pues la charla que estaban teniendo le ayudaba a tranquilizarse —Asi que ¿Un alienista? Creo que la mente es fascinante señor Russell, es una profesión ciertamente... no tan usual pero interesante, aunque debe tener mucho cuidado con ello, algunas fuerzas no suelen estar complacidas de que alguién quiera descubrir sus enigmas— Era obvio que Jettie no era una pueblerina común y corriente, sus palabras demostraban que era bastante letrada aunque también, el tono de voz que tenía en esos momentos denotaba cautela, casi como si le estuviera advirtiendo de algún mal que podría llegarle en algún momento, aunque claro podría ser debido a su clara inclinación religiosa ¿Se estaría refiriendo a los tabues de la propia iglesia? O tal vez a dios, sea como fuera era evidente que la mujer pese a ser de un pueblo tan alejado de la civilización mas moderna, tenía ciertos conocimientos interesantes respecto al campo de estudio del doctor.

—Temo que nuestra pequeña no es de ocultar cosas o de actuar extraño, suele contarnos todo de principio a fin aunque ciertamente creemos que como todo niño, tal vez tendría algún escondite dentro del bosque... Que nuestro señor y dios nos maldiga por no haber prestado mas atención, ese lugar no es apto para que haya niños jugando aunque por eso, tratamos de mantener siempre la barda que delimita la granja en el mejor estado posible al menos...— Terminó de contar, tratando de responder lo mejor posible a la pregunta que el alienista la había hecho, tratando en todo momento de cooperar con la causa lo mejor posible.

El maldito maletín se había enganchado en el momento más inoportuno en el peor de los sitios y además, no era capaz de soltarlo. Pero lo peor de todo no fue aquello, sino lo que surgió después. La oscuridad no me ayudaba nada, pero la sensación en mi mano y el movimiento de aquellas enormes patas, era algo inconfundible para mí.

Sacudí mi mano con violencia, desprendiéndome o eso esperaba, de aquella enorme criatura que tanta fobia me daba. Logré contener un grito de terror, pero cuando vi a toda aquella multitud salir del tronco, detrás de lo que tendría que ser su madre, no pude más que ahogar un grito de terror y tirar con fuerza del maletín, logrando desengancharlo al tiempo que arrancaba a correr de nuevo.

- Arañas, añaras - Susurraba mientras corría buscando el foco de luz. - ¿Por qué nadie me avisó de esto? - Me pregunté mientras seguía corriendo al tiempo que mi cuerpo sentía un escalofrío tras otro cada vez que me acordaba de aquella enorme criatura de seis ojos. Seir terroríficos ojos que me miraban sin pestañear, sabiéndose que les serviría de alimento para ella y toda su prole durante meses.

Eso me hacía sacudirme la ropa de vez en cuando y en la distancia, logré ver al grupo o parte de él y apreté el paso tembloroso por aquel irracional miedo que se había instaurado en mi mente.

Llegué corriendo como nunca en años al lugar del cual venía la luz para encontrarme solo con el farol en el suelo. Mi respiración agitada tapaba la fuerza con la cual me latía el corazón. Mis ojos se desplazaban con velocidad en mi entorno y trataba de mantener mi mente en calma, pero simplemente no podía.

Sentía aquel tacto de nuevo en mi piel y tenía que sacudirme las manos y las mangas con fuerza al tiempo que nuevamente un escalofrío recorría mi cuerpo. Árboles, el bosque estaba plagado de ellos y sin duda alguna esas espantosas criaturas estarían ocultos en ellos, acechando en la oscuridad. Al menos junto a la luz me sentía más protegido.

Aún así, un nuevo escalofrío recorrió mi nuca y deje caer el maletín al suelo para quitarme el abrigo y sacudirlo con fuerza al tiempo que miraba al suelo, por si alguno de aquellos pequeños monstruos caía al suelo, pisotearlo sin piedad... sin esa que demostraron no tener cuando me quisieron atacar en grupo minutos antes.

Todo era demasiado extraño y sospechoso para George, pero más lo fue aún cuando de repente aquel hombre se incorporó de su lugar para ir hacia la ventana, momento en el que no dudó el alienista en también ir a ver que ocurría o que distrajo tanto al señor Learmonth para dejarlo en aquel estado de concentración tan grande. 

—Señor... ¿Está bien?—preguntó. 

Hasta que miró aquel paisaje y una sensación extraña lo invadió, quizás era el hecho curioso de que una tormenta se esté gestando con tanta rapidez o tener a ese hombre allí, paralizado ante ello. Todos detalles que no podía pasarse por alto porque detrás de esa fachada de familia normal había detalles muy escondidos que daban a entender algunas cuestiones que le resultaron llamativas. En ese momento pensó en sus compañeros, pero era muy difícil salir para advertirles y creyó que Dexter tal vez se daría cuenta o percibiría algo. 

No obstante la voz de aquella mujer lo sacó de sus propias reflexiones y la miró a los ojos con cierto aire curioso, era terriblemente bella pero tenía algo más. Su tono, como estaba al lado de su esposo y la forma en que le habló a George por momentos lo hacían dudar, en ese juego de sospechas que nunca se sabe hasta que punto es cierto y que punto no. 

—Esperemos que si, hay que confiar—dijo, refiriéndose a Dios—. ¿Suele ser recurrente esto?

No pudo evitar el preguntar sobre su esposo y estos estados que de repente surgían, además de que su abrazo al alcohol seguía siendo una cuenta pendiente a investigar. Ya cuando ella continúo buscando el diálogo, esta vez sobre su profesión, Russell le sonrió con cierto aire misterioso, travieso. En ese juego ya ha jugado miles de veces, era normal que lo cuestionen o adviertan. 

—Siempre los tengo, es lo que tiene amar una profesión como esta y descuide—se detuvo y la miró sonriendo—. Puedo con ellos, sólo es cuestión de tenerlos en mis manos y que la fuerzas atenten contra mi, aunque mi dulce señora, no hay peligro mayor que una mente rota, perturbada. 

Y sin más, chequeó al hombre por encima de todos modos y volvió a escucharla. 

—Sé que tomará las medidas necesarias. Cuénteme... ¿Cuáles son sus prácticas religiosas? ¿Pennelope participaba de ellas?

— Abeto negro, alerce, alerce, arbusto común… — Dexter iba enumerando uno a uno los arboles que iba pasando, ya fuera por recordar el camino o una simple manera de centrar su atención a todo lo que le rodeaba. Desde muy pequeño hacía ese ejercicio de enumerar una a una las especies de fauna y flora que tenía a su alrededor.

Parpadeó un par de veces y miró a su alrededor. Todo parecía tan distinto, pero a su vez tan igual. Dio un par de giros de 360 grados intentando escudriñar lo que la oscuridad ocultaba tras de ella. No recordaba el nombre de los árboles, no recordaba donde estaba la luna y lo peor, y que hizo erizar su vello, no recordaba como había llegado hasta allí. Por primera vez en mucho tiempo, Dexter, se sintió perdido.

A su mente le vino la noche en la que su padre murió. Su pecho comenzó a subir y bajar, acelerando su respiración, tanto, que incluso le dolía. Intentó focalizar todo su ser a lo que oía a su alrededor. Sus compañeros no tendrían que estar lejos, pero la pequeña de los Learmonth tampoco. 

— Eso es, escuchaste a la niña chillar — se dijo a si mismo intentando serenar algo su mente. Mientras, aun sentía ese agobio que le rodeaba, como la oscuridad quería devorarlo y los árboles parecían arquearse sobre él, intentando chafar al guardabosques contra el lodo que descansaba bajo sus pies.

Y entonces lo vio.

Entre la oscuridad absoluta que le envolvía vio aquella tenue luz moverse. Su movimiento delicado entre los árboles y la oscuridad hizo que Dexter aguantara la respiración unos segundos. Instintivamente miró sus manos, abriendo sus ojos de par en par al comprobar que no tenía su único foco de luz.

— Dexter, ¿es tu lampara? — escuchó su voz preguntar aquella pregunta tan obvia y que ya conocía su respuesta. 

El sudor frío recorría ya su espalda, mientras veía moverse aquella luz, que de golpe se detuvo. En su cabeza las posibles causas de porqué su farol no estaba en sus manos y se movía entre la oscuridad le golpeaban. No encontraba, o no sabía, razonar un porqué. Se sentía perdido, confuso y todo a su alrededor se volvía más en su contra.

Erráticamente y sin darse cuenta sus piernas comenzaron a moverse, atraído por aquella luz. En su cabeza le vinieron imágenes de la infinidad de bichos que se acercaban, atraídos, a la luz de su cabaña, y que golpeaban el cristal intentando entrar.
 

Los pasos de Dexter eran pesados, sus hombros caídos reflejaban a un hombre algo más menudo de lo normal. En sus ojos solo se reflejaba la luz que había perseguido unos minutos antes, llegando por fin a aquel farol tendido en el suelo.

El sudor frio ya empapaba todo su cuerpo, y que, gracias a la luz de del farol hacía brillaba su rostro. Se pasó su mano por el rostro para clavar la mirada en su compañero Gregory, que se movía con grandes aspavientos.

Una fuerte punzada golpeó su sien, que, junto al dolor de pecho por la hiperventilación, hicieron que el guardabosques pusiera una mueca de dolor. Miró a su compañero, que aun no se había percatado de su presencia. 

— ¿Gregory? ¿Tú… tú tenías mi luz? ¿Cómo carajos llegué aquí? — miró a su alrededor para volver a fijar aquella mirada perdida en su compañero. — ¿Dónde estamos? Joder… estoy... me... me siento desorientado… — y nervioso, volvió a recorrer con su mirada toda aquella oscuridad que le había engullido.
 

El charco no era tan profundo. Eso lo tenía en mente. Tenía que jalar para salir del todo y poder caminar o la iban a dejar sola en la oscuridad y allí sí se iba a hundir de repente si chocaba con los pantanos reales. Respiró profundo un momento para mirar alrededor y agarrarse bien del árbol, y observó.

La sensación de claustrofobia que le llegó de repente fue abrumadora. Los árboles parecían llenarla por completo y amenazar con tragarsela. Empezó a respirar rápidamente y a sentirse repentinamente desesperada, queriendo salir de allí. La luz parecía comenzar a alejarse más y eso no ayudaba para nada. En su desastre mental, se jaló rápidamente del árbol cercano y logró salir del barro que la estaba llenando y le impedía irse. Pero se quedó por un momento mirando alrededor muy asustada, intentando quitarse la sensación que estaba teniendo en ese momento. La luz a lo lejos pareció moverse de repente en un espasmo y eso canceló la ilusión que había estado teniendo.

La luz a lo lejos la hizo recordar donde estaba y comenzó a correr de nuevo finalmente libre. Su respiración era trabajosa y entrecortada, eso no ayudaba para nada ahora que tenía que correr, pero no podía evitarlo. Seguía mirando alrededor como recordándose donde estaba y viendo nuevamente a los árboles y la forma que tenían, no estaban encima de ella, estaban lejos. Si habían muchos, pero podía moverse y respirar tranquila. Su mente diciéndole que eran normales y nada había cambiado. Eso y la luz cercana es lo que hizo que pudiera seguir moviéndose a pesar del miedo que se desvanecía de sus venas y la falta de aire.

Llegó justo al lado de Palmer, viéndolo sacudir su abrigo extrañada, pero decidiendo preguntar después, ella misma recuperando el aliento y viendo la lámpara tirada sola en el suelo. ]A su lado Dexter. Lo miró extrañada mientras el hombre preguntaba qué había sucedido ¿Eh?

—Estábamos persiguiendolo a usted ¿Qué pasó? ¿Por qué se detuvo aquí?

—¿Le dan miedo los truenos señor Russell?— El hombre de la casa soltó de forma sorpresiva como respuesta a la pregunta del alienista, sin embargo Russell podría jurar que esa voz no era de Roland en lo absoluto, el hombre siempre se había mostrado completamente abierto en sentimientos y expresión, sin embargo aquella voz... aquella voz parecía fría, completamente inexpresiva y había salido simplemente de la nada. Pero segundos después de haber dicho esto, Roland tan solo volteó a mirarle, quitando sus manos de sus oídos y tratando de adoptar una postura más normal, mientras asentía como si no hubiera dicho nada anteriormente. —S-si creo que estoy bien, es solo que a veces las tormentas son terroríficas y usted sabe buen señor... nuestra preciosa Pennelope sigue allá afuera— Comentó, parecía que al menos pese al actuar tan extraño del padre de familia, su estado de ebriedad había disminuido un poco, al menos ya podía hablar sin entrecortarse y en esos momentos, incluso su cuerpo ya no se tambaleaba de un lado a otro como inicialmente le habían encontrado al llegar a la granja.

Después de decir esto, el hombre más tranquilo volteó a ver a su esposa, tomando aquella mano que estaba en su espalda para darle una pequeña caricia y prontamente mirar hacía la puerta principal de la casa, como si estuviera deseando que los demás ya se encontraran allí y con su hija en brazos —¿Creen que ya hayan encontrado algo? Quisiera salir yo mismo a apoyarles pero, pero no debería ¿Cierto? ¿Verdad que no cariño?— Preguntó mirando a su mujer una vez más como si buscara en ella una dependencia completa de sus acciones, para posteriormente caminar hacía la ventana que había ahora a un lado de la puerta principal, claramente queriendo observar si es que estaban cerca los demás rescatistas, sus ojos pronto se encontraron fijos fuera de la casa.

Jettie parecía no notar aquellas extrañezas de su esposo en lo absoluto, sin embargo en cuanto escuchó la pregunta del alienista se tomó un momento para mirar a su marido, ladeando levemente la cabeza —Supongo que cuando toma es normal que tenga este tipo de actitudes... Pero mi esposo es el mejor hombre que pueda alguien conocer señor Russell, solo que a veces, pues ya lo vió— Comentó con cierto tono melancólico, mientras miraba como su marido se alejaba de allí a paso torpe para mirar por aquella otra ventana, dejando ir sin problema alguno, después de todo dentro de su hogar parecía que no había ningún peligro para un hombre borracho —¿Cariño? Asegúrate de avisarnos si ves que los otros señores y señorita vuelven, esperemos que sea pronto y con muy buenas noticias— Le comentó de igual forma, como si encomendar una tarea sencilla fuera suficiente para que el padre de aquella familia pudiera estar tranquilo, aunque evidentemente el señor Roland terminó asintiendo varias veces ante aquellas palabras, feliz de haber obtenido las mismas.

Una vez más, Jettie decidió centrarse de vuelta en el alienista que se encontraba allí presente, escuchando atentamente sus palabras de respuesta a aquella leve advertencia que le había hecho, la mujer correspondió de forma débil la sonrisa que el señor Russell le había dedicado, antes de volver a hablar.

—Mmmh no lo se señor Russell, si me preguntaran a mi... Yo diría que es más peligroso lo que fuera que estuviera detrás de aquellas mentes perturbadas— Comentó en voz baja, como si alguien les pudiera escuchar o si estuviera incluso diciendo alguna transgresión con estas palabras, una vez más indicando que Jettie parecía estar bastante letrada en el tema aunque ciertamente, tal vez tan solo era una creyente más, indicando que había otras fuerzas que llevaban a las personas a actuar de formas dañadas.

Cuando el alienista preguntó respecto a las prácticas religiosas de la familia, la mujer de inmediato llevó una de sus manos a su pecho, tomando en esta un pequeño collar con una cruz —Bueno, nuestra catedral sirve a dios mismo... y a su hijo Jesucristo por supuesto, supongo que sería la corriente cristiana de toda la vida— Comentó con tranquilidad y pareciendo que hablar de ello le ponía en un estado completamente feliz, parecía ser una devota de alto nivel sin duda alguna y por decir poco —Nuestra Pennelope suele ir al colegio de monjas que tenemos en el pueblo, es excelente en sus estudios cabe aclarar, casi como yo lo fui... Cuando era pequeña claro, actualmente solemos ir solamente los domingos a las reuniones dominicales tan solo— Terminó de decir, mientras su mirada iba cada tanto a su esposo pero mucho más a la puerta principal, casi deseando que esta se abriera en algún momento tal como su esposo había hecho anteriormente.

La fuente de luz que se hallaba en el suelo lograba alumbrar el rostro de todos los allí presentes con bastante claridad, cada uno de ellos tratando de controlar sus emociones y regular sus respiraciones por las trampas que aquel boscoso pantano parecía tener escondido en cada esquina, sin embargo mientras descansaban en el punto donde se encontraba tirada aquella lámpara de aceite pronto una nueva situación llegaría a ellos sin dejarles mucho respiro, y es que el olor que prontamente empezó a inundar sus narices de todos los que se encontraban allí, ciertamente causaría que sus sentidos se alertaran muchisimo mas de lo que ya estaban en esos momentos. . .

El olor que comenzó a inundar el area en donde se encontraban todos en esos momentos venía de mas adelante, tan solo un par de pasos faltaban ya para encontrar un lugar todavía mas peligroso que los que ya habían visto dentro de ese bosque, y es que si bien los árboles seguían siendo predominantes, hasta el momento no habían logrado ver un lago encharcado tan grande como el que estaba en esos momentos allí, el mismo que estaba expulsando ese olor tan desagradable para el olfato y que seguramente Blanche en menor medida conocía y por supuesto el doctor Gregory seguramente estaba mas que acostumbrado al mismo, un olor a muerte y putrefacción, uno que solamente podía indicar que existía un cadaver sin embargo no había nada a la vista en lo absoluto ¿Podría haber algo dentro de todo ese lodo? Seguramente fuera lo que fuera estaba completamente lejos de su alcance, pues no hacía falta ser tan experto como Dexter para saber que dar un solo paso dentro de ese lugar era una terrible idea.

Asi mismo, lograron ver como una multitud de moscas comenzaban a alborotarse por la presencia de los rescatistas que estaban allí, volando alrededor e indicando con esto que lo que fuera que estaba creando ese olor tan asqueroso y ciertamente enfermizo no era algo reciente ni mucho menos, sino todo lo contrario, las moscas comenzarón a zumbar en sus oídos como si estuvieran ansiosas de alcanzar el posible cadaver que estaba oculto y que seguramente nunca vería la luz del sol, sin embargo saber si era la pequeña Pennelope era dificil considerando que no tenía mucho que habían escuchado aquel grito que empezó todo en primer lugar ¿O acaso sería otro mas de los trucos de ese bosque? ¿Causar gritos y murmullos? ciertamente todos los presentes no se encontraban en la posición de pensar correctamente debido a sus respectivos contratiempos, todo podía suceder dentro de ese lugar.

Pero pronto, escaneando el lugar, una pequeña figura si que lograba verse gracias a la fuente de luz, bastante tenue pero que con el enfoque suficiente, podían darse cuenta que era una muñeca, abandonada cerca de ese lago pantanoso.

  La muñeca se encontraba a un lado de lo que parecía ser el zapato de un infante, un tanto cubierta de lodo pero sin duda la apariencia de aquella figura de porcelana era la que mas llamaba la atención, incluso en medio de la oscuridad cualquiera podría jurar que si cruzabas miradas con la muñeca, esta podría parpadear en cualquier momento, sin duda no era algo tan tipico que un niño podría querer al menos que tuviera intereses extraños.

Sea como fuere, aquella muñeca era una gran pista para saber que tal vez en aquel lago lamentablemente si estaba descansando la pequeña que estaban buscando, sin embargo el grito que habían escuchado y que aun seguía resonando en sus cabezas aun se encontraba latente también.

Era claro que las condiciones en las que todos los presentes se encontraban en esos momentos no eran las mas optimas, incluso el guardabosques estaba totalmente desorientado pese a que su profesión tendría que indicar lo contrario, y como era de suponer tampoco podrían averiguar que es lo que se encontraba provocando ese olor tan enfermizo y que causaba que muchos insectos estuvieran rondando alrededor, al menos no sin tener un equipo mucho mas especializado y por supuesto, en otro horario que no fuera la noche o la madrugada. Por lo que lo mas sensato sería tomar aquellas pruebas que daban malas noticias y sobre todo muy mala espina y regresar al hogar de los Learmonth.

Aquella pregunta hizo que el Alienista se gire bruscamente para mirar al padre de Pennelope, ni por asomo parecía que era su voz y no había estado con el opio para que esto fuera una alucinación, cuando tenía entre manos una misión intentaba no consumir demasiado para mantener la mente centrada y hábil. Lo cual, ante este evento pensó en algún tipo de desdoblamiento de la personalidad, quizás este hombre tenía un secreto que su mente ahora se atrevió a revelar. Lo vigilará George, muy de cerca. 

—¿Las tormentas? Me encantan, cuando no hay una niña pequeña fuera y estoy sentado en mi despacho disfrutando de una bonita lectura—respondió como si nada y agregó—. ¿Por qué me lo pregunta?

Después pareció volver a la normalidad y más interés despertó en él, pero se mantuvo neutral mientras continuaba hablando sobre su hija, ese deseo de encontrarla que ahora tenía voz y preocupación. Lo cual ese punto le pareció bastante lógico, pero el resto, sumamente raro. No obstante era vital mantener la cordura, así que intentó el mismo Russell encauzar esto ya que las últimas palabras de Roland fueron interesantes. 

—Si siente que puede dar ese paso y salir a buscar a su hija, lo acompaño—dijo en un tono seguro y al escuchar las palabras de Jetti, agregó—. Es una situación ya de por sí traumática, comprendo que es difícil lidiar con esto pero confío en mis compañeros y mi mejor amigo es una persona muy diestra en los bosques, así que la encontrará. Estoy seguro. 

Ahora de qué manera, no tenía idea. Y ya cuando el comentario fue dirigido al mismo George, alzó una ceja y negó con la cabeza. 

—Si lo mira desde un lado religioso, posiblemente. Si es desde un lado científico puedo decir que siempre hay experiencias o situaciones cruciales en la vida de una persona, entonces la mente muchísimas veces es frágil ante ello y cae ante el influjo del trauma mismo—explicó—. Aunque los genes son un factor crucial en esto. 

Ya cuando tocó el tema religioso, no dijo nada al respecto simplemente tomaba apuntes sobre las palabras de la mujer y luego de acariciar su barba, preguntó:

—Señora. ¿Podría llevarme al cuarto de su hija? Me gustaría conocerla un poco más. 

Dexter restregó sus grandes manos por su rostro mientras esperaba una respuesta de Gregory, y escuchaba la pregunta de la señorita Williams.

— Escuché a una niña gritar, eso seguro, y decidí entrar para buscar su origen — la voz del guardabosques se detuvo unos segundos y miró la lampara de aceite. — Se me tuvo que caer la lampara en algún momento… no… no lo recuerdo exactamente… Pero estoy seguro de que después alguien o algo la recogió, porque la vi moverse hasta donde estamos ahora… ¿no la tenían ustedes?

Volvió a restregar sus manos sucias por su rostro, para acto seguido mirar a su alrededor. Por primera vez en su carrera se sentía desorientado, perdido entre los arboles que tantas veces le habían acompañado. Sentía una opresión en el pecho que le hacía respirar algo entrecortado, y si el Doctor Gregory le hubiera tomado el pulso habría descubierto que le iba muy acelerado.

Intentó repasar mentalmente los nombres de los árboles que le rodeaban, tal y como hacia siempre, pero aquel olor, aquel olor tan nauseabundo le hizo mirar a sus compañeros de nuevo obviando por completo lo que le rodeaba.

— ¿Ustedes también lo sienten? Ese olor… creo que viene de ese lago — y con el farol ya en su mano señaló el lago que tenían cerca de allí. — Tengan mucho cuidado, un paso en falso y seremos engullidos por el lodo.

Inspiró intentando llenar sus pulmones de aire, pero aquel hedor inundaba tanto el lugar que al entrar por su nariz le hizo toser varias veces. Tenia que serenarse, ya fuera para encontrar a esa niña o simplemente para no verse ni a él, ni a ninguno de sus compañeros engullido por aquel lugar de lodo y agua.

Con la luz en sus manos intentó escudriñar el lugar, buscar el origen de aquel olor, que aun sin saberlo, sabía perfectamente cual podría ser su origen. Las moscas volaban alrededor del lugar, siendo el primer ser vivo que encontraba en el lugar. No paraban de revolotear ante los aspavientos de Dexter, sabiendo perfectamente que aquello era una mala señal. Y entonces lo vieron.

— Que cojones… — maldijo al ver aquella figura descansar en el suelo. — ¿Es una muñeca? — y rápidamente iluminó la zona, descubriendo un zapato que descansaba a su lado. — Mal asunto… Los críos cuando se pierden suelen quedarse quietos en algún lugar que se sientan cobijados, a no ser que el peligro les persiga…— afirmó recordando el grito que había escuchado. — ¿Cómo procedemos con esas pruebas? — se dirigió al grupo. — Decidan lo que decidan, creo que sería mejor volver y esperar la luz del sol para intentar buscar algo en esta zona, es muy peligroso. Ya con la luz natural podríamos empezar nuestra búsqueda desde aquí.

Y aun sintiendo un malestar dentro de él, observo a aquella muñeca inerte. 
 

Toda la experiencia anterior le había dejado un terror en los huesos que se había quedado latente en ella. Miraba sutilmente alrededor de vez en cuando, como esperando que todo volviera a comenzar. Su mirada volvió al guardabosques esperando su respuesta y la que dio la dejó más confundida y un tanto helada ¿Alguien más había agarrado la linterna? ¿Pero quién? Todos habían supuesto que la figura que llevaba la linterna era la del gran hombretón.

—Escuchamos el grito también, pero estábamos lejos así que corrimos tras la luz. Vimos una figura parecida a la suya, por eso la seguimos, pensando que era usted. Si hay alguien más que le quitó la linterna, quiere decir que hay alguien más en el bosque que se está entrometiendo en esto — y eso no le gustaba para nada. Quería ser racional además y pensar que era alguien molestando, incluso alguien implicado y no alguna cosa rara que no debería estar allí.

Caminando un poco más le llegó de lleno el olor nauseabundo. Se tapó inconscientemente la nariz con el brazo, como queriendo evitarlo, pero sabiendo instintivamente que no podría. El olor a muerto se te metía en la nariz y te quedaba en ella por días, era horrible. —En este lugar deben morir animales todo el tiempo, esperemos que ese sea el olor y no sea otro cuerpo humano — comentó en voz alta, sin querer pensar que era la niña, sobre todo porque la habían oído gritar hace menos de media hora.

En eso escuchó la exclamación de Dexter y se acercó con cuidado, habiéndose detenido cautelosa por lo del pantano y ya habiendo caído en algo menor. La muñeca la impactó bastante, pero no era la primera de ese tipo que veía, sin embargo, si en ese estado, solo lograba que se viera peor. —Doctor Palmer, ¿Trae con usted algún pañuelo que no necesite en este momento? — preguntó, sacando ella uno propio del bolsillo, para agarrar el zapato enlodado con cuidado, tenían que intentar llevarse las evidencias para ver que podían averiguar.

- Así es. Resonó por toda la casa. Fue... extraño. - Aseguré recordando aquel momento. - En cuanto a la lámpara, creíamos que era usted, Dexter. Le estuvimos persiguiendo... en mi caso se enganchó mi maletín en un árbol y...- Mi cuerpo tembló sintiendo un escalofrío de nuevo y me sacudí la manga de la chaqueta al recordar aquello.

Y entonces llegó ese olor que parecía salir de la nada y que todos notamos enseguida. - Es el olor de la muerte y no, no estoy vaticinando nada... es un cuerpo en descomposición. - Era verdaderamente asqueroso y más aún cuando se trataba de cuerpos que habían estado metidos en agua. La descomposición, al no hacerse en el exterior, sino bajo el agua, mantenía ese olor con mayor intensidad. Era algo que normalmente hacía vomitar a los novatos y sin duda quitar el hambre durante unos días a quienes veían incluso el estado de los cuerpos.

Aquella zona pantanosa estaba cubierta de moscas, deseando alimentarse de lo que se estuviese pudriendo bajo el agua. Moscas que vinieron a ver si podían sacar un aperitivo de nosotros. Saqué mi pañuelo para cubrirme la nariz y evitar que ese olor se colase en mis fosas nasales. No me apetecía tenerlo demasiado tiempo dentro del organismo y seguí a Dexter, que parecía haber encontrado algo. Siguiendo su consejo, pisé por donde él pisaba.

Entonces dimos con la muñeca y un poco más allá con el zapato. Dexter lanzó una buena teoría, pero había otra más... apestosa. - O quizás huyese del mal olor, amigo mío. - Le dije al hombre. La idea de Dexter me pareció tan buena como la mía inicial: no internarnos en aquel sitio hasta el día siguiente. Pero nadie me escuchó. Ahora era cuando venía la parte divertida de todo aquello. - Hemos estado corriendo como pollos sin cabeza detrás de una luz que parecía no tener nadie. ¿Cree que podrá rastrear el camino para volver a la granja o quizás estemos más cerca de encontrar a la pequeña y salvarla? Las huellas se verán igual, la zona está húmeda por el agua, así que barro para leer las pisadas hay. Creo que hasta yo sería capaz de seguirlas... otra cosa es hasta donde nos lleven.

Y entonces la mujer me preguntó por mi pañuelo. - ¿Cuál? ¿El que estoy usando para no morir por el mal olor? Lo lamento, es el único que llevo. Creo que la muñeca, si es lo que pretende coger con él, se puede quedar aquí. Así tendremos una marca de referencia. Además, ¿quiere sacar huellas? Solo saldrán las de la niña y sus padres. La pequeña soltó aquí su muñeca y perdió el zapato. Si lo colocaron, tendrá más posibilidades de sacar algo del zapato que de esa muñeca, porque si la sostuvieron por el cabello o la ropa, no obtendrá nada.

La mujer miró por unos segundos detenidamente al señor Russell cuando este comentó respecto a las tormentas, sin embargo no era una mirada normal sino que parecía estarle mirando el alma misma, por unos segundos, tan solo segundos que bien podrían ser un parpadeó, el alienista podría sentir tal vez como si esta estuviera mirando completamente la verdad o la mentira en cada una de sus palabras, algo que por supuesto solo sumó más a aquella sensación tan extraña que Russell ya estaba teniendo encima para esos momentos. Sin embargo todo esto que solo duraba pequeños segundos ¿Podría ser una simple idea incorrecta? O tal vez era importante mantenerse alerta, Jettie tan brillante como parecía ser debido a su forma de ser y su imagen parecía estar a punto de decir algo respecto al comentario del hombre sobre la ciencia sin embargo parecía más encantada cuando este le comentó respecto al cuarto de su pequeña, asintiendo rápidamente con una sonrisa.

—¿El cuarto de Pennelope? Por supuesto señor Russell, estoy segura que podrá ver lo perfecta que nuestra niña es y cuan letrada resulta ser para alguien... pues de su edad ¡Simplemente maravilloso si me lo permite decir!— La mujer comentó con una sonrisa que aunque débil, parecía sacarle un poco de su estado preocupado o lúgubre al recordarle las cosas buena de su hija, la mujer volteó después de estas palabras a ver a su esposo —¿Cariño? Iremos a ver el cuarto de nuestra Pennelope quieres ir o...— Sin embargo sus palabras se cortaron a la mitad de golpe

La forma en que Jettie misma interrumpió sus propias palabras por supuesto no pasaría por alto para el alienista allí presente, sin embargo en cuanto este miró al padre de familia que estaba en una de las ventanas principales de la casa, se pudo dar cuenta del porqué la mujer hizo aquello y no era para menos pues la mirada de Roland se encontraba perdida a lo que fuera que estuviera viendo a través de aquella ventana, ni siquiera estaba reaccionando a las dulce voz de su amada esposa y más bien parecía completamente estático en su lugar con una mano levantada y señalando a algo que solo se podía ver desde su posición en esos momentos, sin embargo esta vez no parecía estar en algún estado de trance ni mucho menos, pues el hombre podía hablar con bastante claridad como Russell pronto se daría cuenta.

—¿E-Ese no es nuestro querido John Nisbet? ¿Qué hace allí parado?...— Preguntó el hombre de forma torpe, para posteriormente voltear a ver tanto a su esposa como al alienista, queriendo que estos se acercaran para ver de lo que estaba hablando, claramente aquello estaba perturbando mucho a Roland, pero podría ser probablemente que tal vez se había asustado por la silueta de aquel vigilante que el grupo de Russell se había encontrado tan pronto arribaron a la granja y que demostró una clara falta de personalidad y sobre todo de interés por ayudar a la dulce familia, aquel hombre que en efecto, se podía ver parado fuera de la casa de los Learmonth, cargando con una barra de metal en una mano y justo a un lado del vehículo en donde el grupo de rescate había llegado mas temprano.

Sin embargo algo no estaba bien... o al menos no para Russell si le miraba con un poco mas de atención, pues el pequeño e incompetente hombrecillo se encontraba mirando hacía la ventana de igual forma, con una tetrica y sin duda nada normal sonrisa, desde la posición en donde el alienista y los dos padres de la niña perdida incluso se podría ver mucho mas grande de lo usual, una sonrisa casi imposible en un humano ¿Sería esto lo que impactaría a Roland? Sea como fuere seguramente sería adecuado salir del hogar de los granjeros para ver qué es lo que estaba sucediendo y sin sus demás compañeros allí presentes el alienista no podía hacer mucho más que hacerlo él mismo.

Mientras el grupo allí presente permanecía más tiempo en aquella zona, el olor nauseabundo y enfermizo incrementaba mas y mas, causando que las fosas nasales de todos pronto se encontrarán buscando desesperadamente salir de allí, sin embargo el zapato que había allí abandonado y la muñeca que se encontraba en la zona seguían siendo piezas fundamentales para ayudarse en el caso, además que una prueba sentimental para la pareja que se encontraba en duelo por la pérdida de su niña podría ser un buen aliciente para ayudarles a saber que habían hecho avances, al menos los suficientes y no como el penoso intento que habían hecho anteriormente los aldeanos del pueblo. Al levantar el zapato con la ayuda de aquel pañuelo, Blanche logró destapar sin embargo otra razón más para sospechar de lo que fuera que se encontrara pudriéndose debajo de todo el lodo que tenía ese pantano en su interior, sangre, la luz podía iluminar tenuemente tan solo pero cualquiera en sus cinco sentidos podría saber que había sangre debajo del zapato y que al prestar más atención, esta misma se iba uniendo a una mancha mucho más grande y que seguramente si no hubiera sido por la acción de la detective, no la hubieran notado en esos momentos al menos. La forma de la sangre no era indicativo de que fuera de algún animal herido o de alguna pelea entre estos, Dexter seguramente podría encontrar una extraña y siniestra relación entre esta y aquel rastro de sangre que anteriormente había encontrado junto con el inspector de policía antes de internarse en el bosque.

Asi mismo, parecía que Cornelius mismo no había podido dar con el resto del grupo, sin embargo era extraño pensar que se hubiera perdido cuando la luz aún estaba al alcance de todos al menos en vista ¿Algo habría sucedido? No era bueno que nadie vagara por sí mismo y de noche en aquel lugar que ya todos sabían de propia mano, no era nada seguro y con trampas naturales en cada esquina que podrían afectar a cualquiera sin misericordia.

Sea como fuera, parecía como si todo a su alrededor tratará desesperadamente de interrumpir en su labor, todos los presentes estaban bastante acostumbrados a ese tipo de trabajo de campo, sin embargo algo existía en ese lugar que no era nada que hubieran hecho anteriormente, esta vez era algo que sin duda no estaban esperando considerando el hermoso e increíble clima que habían estado experimentando hasta esos momentos, una tormenta. Ahora el cielo mismo conspiraba en contra del grupo de rescatistas allí presente, si bien dentro de aquel boscoso pantano era casi imposible notar lo que se aproximaba, para el guardabosques era bastante obvio, la humedad comenzaba a hacerse más presente y mezclarse de una forma grotesca con el olor en la zona en la que estaban, e incluso algunas gotas podían comenzar a hacerse presentes resbalando por los troncos de los árboles, esta cuestión dejaba poco chance a decidir si seguir buscando o regresar a la granja, pues en aquellas condiciones una tormenta no solo empeoraría las cosas, sino que sin duda podría ser mucho más peligrosa para los demás.

Afortunadamente para Blanche y Gregory, esta vez no estaban solamente corriendo frenéticamente tratando de alcanzar al experto dentro de aquel lugar, sino que estaban junto a él y aunque estuviera completamente desorientado por todo lo que había sucedido anteriormente, el hombre tenía toda la habilidad para sacarles de allí rápidamente y de vuelta a la zona segura que era la granja, por lo que Dexter solo tendría que escanear brevemente la zona, enfocarse y podría encontrar la salida de aquel lugar tan desastroso sin muchos problemas.