Partida Rol por web

Sientes como una extraña sensación invade tu cuerpo, no era una sensación común, ya habías percibido cainitas, demonios e incluso magos, sin mencionar de las miles de criaturas de la noche que alguna vez se te cruzaron enfrente.

Pero esta sensación era del todo extraña, como si una nueva especie de criatura de las sombras había cruzado las puertas del hospital en ese preciso instante, estaba débil, había visto la oscuridad casi recién e iba directamente a la sala de urgencias.

5 de enero, 2018

Luna nueva

Primera noche del Sol de la Medianoche

23: 58hs

Dejo de mirar el espejo. Maldita sea. Un demonio y ahora otra cosa. ¿Acaso se había dado cuenta de mi presencia? Dejo el espejo y lo limpio, mientras me dirijo a la zona de urgencias. Podría usar correspondencia para mirar, pero sería peligroso, y llamaría la atención. ¿y si el demonio va a urgencias y me ve? Mi arcano me protegerá sólo un poco. Da igual. Me excusaría con algún detalle tontorrón y luego ya volvería sobre mis pasos. Mis manos teclean mientras un mensaje, a toda velocidad.

Nada más terminar de comunicarle aquello a Clint, tardé un pestañeo en trasladarme al pasado. Todo era oscuridad, pero sentía estar en otro lugar. No podía verlo, pero sí olerlo, aquel hedor nauseabundo nunca se borraría de mi mente. Estaba nuevamente allí, en aquella colmena.

Colgada de las muñecas, trataba de tomar mi forma de batalla para curarme, pero no me permitían que eso pasara. No podía verlo, pero la sangre y las babas se deslizaban por mi dolorido cuerpo, mientras me sentía morir.

Otro pestañeo me devolvió al hospital, reaccionando cuando mi hermano me preguntó si sabíamos dónde habían encontrado a la muchacha.

- No lo sabemos… - dije en apenas un susurro, aún algo ausente.

En ese momento el escalofriante sonido del vínculo proporcionado por el dragón inundó mi cabeza, escuchando el mensaje de nuestro hermano lupus. Al parecer la policía ya se había acercado al lugar, y en aquel momento Garra localizaba a un hombre en el que percibió el rastro del Wyrm, un hombre que se dirigía precisamente al hospital.

Clint en seguida comenzó a elaborar una teoría, pensando que quizás aquel fuera el culpable, quien podía querer eliminar su rastro. Así, me sugirió que acudiera en busca del hombre quemado, para averiguar si había sido otra de sus víctimas, mientras él se quedaba con la chica por lo que pudiera pasar.

- Está bien, pero avísame si la chica reacciona, ¿de acuerdo? Voy a pedir ayuda al resto, esto cada vez se está complicando más… - advertí al Philodox, empleando después el enlace totémico para dirigir unas palabras al resto.

Una vez enviado el mensaje, volví a acercarme a la chica, posando mi mano sobre la suya un instante.

- Te dejo en buenas manos, encontraremos al que te hizo esto. – le dije con una creciente congoja en mi pecho, mirando después a Buen-ojo. – Si viene el Dr. Wood, dile que te he pedido yo que te quedes, ya me inventaré algo llegado el caso. – le pedí firme, antes de dirigirme a la puerta y salir de la habitación, rumbo a donde se habían llevado al hombre.

Era la segunda ocasión en que notaba a Erika como en otro lugar. Estaba distraída, sumida en nubes oscuras que oscurecían su ánimo, que la alejaban de la labor que estamos realizando. Lo notaba en su mirada perdida, en su expresión contraída, en el parpadeo con que regresaba nerviosamente a la conversación cuando le peguntaba. Incluso en su respuesta, carente de fuerza y presencia. Ambas eran características de la Camada de Fenris, pero ya no éramos Fenrir. Aún así, Erika no estaba bien. Algo la turbaba, y sabía Gaia que no me quedaría sin saber qué era.

Pero no era el momento.

El aviso de Garra no dejaba margen a demasiado por hacer. Incluso nuestra investigación quedaba en un segundo plano, ante la urgencia que suponía su advertencia. Si aquel desconocido, hediondo del Corruptor, venía al hospital, lo mejor que podíamos hacer era estar preparados para su llegada. Por eso presenté un plan sencillo a la Theurge, esperando que con ello pudiéramos, no sólo progresar en nuestras pesquisas, sino proteger a las víctimas de mayores males.

Mantengamos el contacto ante cualquier novedad, sí. -Acepté su indicación, acerca de cualquier reacción de la chica, a la que miré de reojo- Y cuando llegues indícame dónde os encontráis, por si tengo que salir corriendo hacia allá en cualquier momento. Estamos en un puto hospital. -Renegué, con un gesto que me hizo sentir la tirantez de mi cicatriz- Humanos y cámaras por todas partes, una pesadilla para el Velo si la cosa se complica. Hay que andar con pies de plomo.

Dejé que Erika hablase a través del nexo que nos concedía nuestro maldito guía espiritual, oyendo su voz en mi cabeza como un eco gutural sumido en llamas, antes de verla acercarse a la chica. Me quité el abrigo y lo dejé sobre la butaca junto a la cama. Saqué mi látigo de su funda y lo enrollé en mi mano derecha, tomando el abrigo y cubriendo el látigo con él, antes de tomar asiento. De ese modo, el fetiche quedaba oculto bajo la prenda, bien disimulado por si precisaba de emplearlo con urgencia.

Haré lo que dices, pero, Erika... -Le indiqué con gesto serio, deteniéndola antes de salir de la habitación, con una dura mirada- ...vas a tener que hablar conmigo sobre lo que te pasa. -Afirmé con rotundidad.

Clint aceptó mis indicaciones, pidiéndome que le informara de dónde me encontraba cuando llegara ante aquel hombre, por si tenía que acudir en nuestra busca. Puso entonces de manifiesto los inconvenientes del lugar en el que nos encontrábamos, provocando que apretara mis labios. Tenía razón, tanta presencia humana y de cámaras era un peligro, debíamos andar con mucho cuidado.

Tras enviar el mensaje al resto de nuestros hermanos, viendo como el Philodox se preparaba para lo que pudiera suceder, dirigí unas palabras y un gesto de consuelo a la chica. Entonces di una nueva indicación a Buen-ojo, dispuesta a marcharme ya de allí, pero su voz terminó por detener mi avance.

Le miré, escuchando cómo aceptaba hacer lo que le pedía con gesto serio, pero tenía aún algo más que decirme. Con una dura mirada, afirmó rotundo que tendría que hablar con él de lo que me sucedía. Apreté el pomo que ya sostenía, tratando de no mostrarme sorprendida en demasía.

- Hablaremos de lo que quieras… Pero cuando esto acabe. – terminé por decirle, sin saber realmente si quería, debía o podría hablarle de lo que me pasaba. – Hasta luego. – añadí antes de volver a darle la espalda, girando el pomo de la puerta y saliendo finalmente de allí.

La decisión de Janos de irse a casa pronto había sido trastocada por la llegada de la ambulancia que trajo a la difunta y a la herida. Las terribles muestras de violencia sobre la mujer habían llamado la atención de Mavet tanto como para querer echar un vistazo más a fondo sobre las circunstancias de su fallecimiento. Pero la husmeadora enfermera nueva era una Despertada y había asomado las narices demasiado pronto desbaratando los planes de Mavet. Normalmente no tendría prisa porque los restos acabarían llegando al Cementerio y la resonancia espiritual de aquel lugar era suficiente para enmascarar cualquier actividad por parte de Mavet.

No obstante ahora algo había llegado a las puertas del Stª Bárbara y Janos esperaba que no tuviera que ver con las dos recién llegadas. No obstante, confiando en que el revuelo sobrenatural de la nueva presencia fuera suficiente para enmascarar sus esfuerzos, se arriesgó a echar un vistazo a los ojos de la asesinada para intentar visionar la escena de la muerte de la joven si no alguna información adicional. Contaba con que la consciencia de los Despertados no era tan afinada como la de un Elhoim y normalmente debían apoyarse en sus Dones o estar buscando específicamente para poder notar algo. Si había imprevistos prefería tener todas las cartas en la mano. Y a lo mejor dar aviso a sus hermanos tampoco estaba de más.
 

Le respondes a la enfermera con un débil “si”, pero antes siquiera que pueda escucharte, ella desaparece tras la misma puerta de donde había salido.

El doctor no paraba de observarte, escuchando a través del estetoscopio tus nulos signos vitales mientras aun eras movido sobre una camilla por otro enfermero, sientes que el doctor fruncía el ceño extrañado ante el conjunto de imposibilidades del que estabas hecho.

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El doctor te lleva hasta la sala de urgencias donde el enfermero pasa a dejarte conectado a las máquinas de chequeo de latidos.

Ingresa la enfermera que te había visto antes y la misma se queda aún más extrañada al escuchar el fuerte pitido de nula actividad cardiaca lanzado como alarma por la maquina a la que recientemente fuiste conectado.

- ¿Pero qué coño está pasándole a esta máquina? – dijo molesto el doctor – ah, qué bueno Erika, pásame otro estetoscopio por favor, este ya no sirve – le dice a la mujer rubia – trate de tomarle su pulso, sin embargo, no escucho nada -

Tras ella, ingresa otra enfermera más, a lo que el joven rechoncho que te había alzado a la camilla sale para ir a otro lugar.

Terminas de hablar con Clint y te diriges a la zona de urgencias, estaba un enfermero algo rechoncho atendiendo al quemado, quien ya estaba en una camilla y a punto de ser conectado a la máquina de chequeo de actividad cardiaca.

Un fuerte pitido a modo de alarma sonó al ser conectado aquel hombre, esto indicaba que su corazón había parado, más, sin embargo, él estaba ahí, con los ojos abiertos y moviéndose con completa libertad, como si fuera que sus quemaduras no le habían producido herida alguna.

- ¿Pero qué coño está pasándole a esta máquina? – dijo molesto el doctor – ah, qué bueno Erika, pásame otro estetoscopio por favor, este ya no sirve – te dice– trate de tomarle su pulso, sin embargo, no escucho nada -

Detrás de ti escuchas como la puerta vuelve a abrirse, esta vez era la nueva enfermera Alexis quien había entrado.

Tras salir del baño y vigilar al caído, te diriges hacia la sala de urgencia, al parecer se habían calmado un poco más las cosas por los pasillos.

Entras hacia la sala de urgencias y observas un espectáculo horrido que te hace cambiar de postura sobre la tranquilidad del lugar.

Era un hombre, completamente quemado, de pies a cabeza, sin embargo, no había herida alguna observable.

Estaba un enfermero algo rechoncho atendiendo al quemado, quien ya estaba en una camilla y a punto de ser conectado a la máquina de chequeo de actividad cardiaca.

Un fuerte pitido a modo de alarma sonó al ser conectado aquel hombre, esto indicaba que su corazón había parado, más, sin embargo, él estaba ahí, con los ojos abiertos y moviéndose con completa libertad.

El Dr. Wood ya lo había atendido y ves que Erika había entrado quizá solo unos segundos antes que ti, por lo que el doctor le habla a ella.

- ¿Pero qué coño está pasándole a esta máquina? – dijo molesto el doctor – ah, qué bueno Erika, pásame otro estetoscopio por favor, este ya no sirve – le dice – trate de tomarle su pulso, sin embargo, no escucho nada -

Las pelis de zombies son estúpidas. Comecerebros, dicen. No tenían ni idea de lo que era realmente un no muerto. Sólo esperaba que lo que estuviese viendo no fuese uno de esos. Estúpido demonio ¿Se había dado cuenta de mi ardid? Quizás debería dejarme de sutilidades. La presencia que había sentido antes ¿Le correspondía a ese tipo? Solo tenía una forma de averiguarlo.

Me coloqué en una esquina, confiando en que mi arcano desviase toda la atención sobre mi, y le di vueltas a una moneda, al tiempo que giraba. Cruz. Maldije por lo bajo, mientras me clavaba las uñas el el antebrazo, sintiendo un pellizco de dolor. En la cajita de Janos tenía que haber un bisturí. sería una mierda de cuchilla, pero lo dejo cerca, como foco podría serme útil.

Entras en trance mientas los ojos de la muchacha expulsan un leve destello de luz únicamente visible por ti e ingresas a través de sus pensamientos colgados en la telaraña espiritual del tiempo.

Notas que está encerrada, llorando desesperadamente junto a la otra chica, ambas estaban en una especie de jaula, sucias, lastimadas y con miedo, mucho miedo.

Una mano la quita de la jaula, ella grita desesperada, pero nadie escucha sus gritos mientras es violada encima de una mesa fría de metal.

Logran escapar con la otra chica, corren por la blanca nieve hacia los bosques, pero su captor las alcanza y cuando un cuchillo se levanta para eliminarlas a ambas, una enorme figura se hace presente.

Aquella figura, tan negra como la noche misma, repleta de pelaje y colmillos en las fauces, destroza completamente al maldito degenerado.

Ambas muchachas gritan desesperadamente ante la figura dantesca de aquel ser, y es esta monstruosidad la que destruye casi por completo a la niña cuyo grito fue acallado por la sangre que la ahogo hasta morir con un dolor equiparable al peor de los infiernos.

Te acercas a aquel ser y notas que no estaba vivo del todo, que estaba ligado a la tierra por triste dolor insoportable que quiza lo hacia un espiritu renegado o algo menos entendible.

Ese hombre o lo que sea, simplemente no era nada normal, eso se notaba a simple vista y una vez olfateada su esencia, era mas claro todo de que, no era claro nada.

Había vuelto a ver solo oscuridad al susurrar aceptación de ser ingresado al hospital, su cuerpo se sentía ligero y un cansancio comenzaba poco a poco a apoderarse de sus pensamientos. El frío de aquella tecnología puede sentirlo, con una mayor noción mientras los recuerdos poco a poco lo van agolpando.

Lejos de Erebos, en la república de Togo, recorriendo las tiendas donde venden generalmente huesos e implementos vinculados a la hechicería.  Puede ver sus manos, intactas, acompañado de otro académico que van investigando poco a poco los misterios que esconde aquel lugar y al mismo tiempo reuniendo los materiales necesarios para realizar los trabajos correspondientes de manera encubierta.

No era un santo...en ningún sentido. Eso lo comprendí al conocer más sus ritos

Piensa hasta que escucha las observaciones médicas, siendo su mejor opción mantener sus ojos cerrados en ese momento para no responder a preguntas que pudiesen realizar. 

Esto es demasiado raro...¿como es posible que no tenga pulso?

- Maldita sea estaban bastante tranquilos últimamente... - Pensó fastidiado.

Era otro caso al que no podría dar carpetazo. El degenerado que retuvo y vejó a las jóvenes ya había recibido su merecido y Janos sabía que ningún juez condenaría a un Lunar por sus delitos. No conocía quién pudiera para a esa criatura salvo quizás la sociedad de Cainitas de Erebo. Excepto... claro, estaba claro que había un nuevo planteamiento en Erebo y ese era el apuesto Diablo recién llegado. Había mencionado un asunto con los Lunares y quizás esto estaba relacionado.

Pronunció dos nombres mientras dirigía sus pasos a la entrada de Urgencias. Enfundado como estaba en su traje para operaciones y la mascarilla puesta cogió un kit de muestras y una carpeta que miraba de vez en cuando para hacer su paseo más casual. Quería echar un vistazo a lo que fuera que hubiera entrado en por la puerta de Urgencias.

Llegué en poco tiempo a la zona de urgencias, donde un enfermero asistía al hombre quemado. Extrañamente, al conectar al herido a la máquina que hacía el seguimiento cardíaco se escuchó un fuerte pitido, que no hacía sino indicar que no había latido. Sin embargo, el paciente estaba consciente y se movía con libertad.

¿Se ha estropeado la máquina?

Aquello fue lo primero que pensé al igual que el doctor, que pronto me pidió un estetoscopio al no poder hallar el pulso del hombre. Ese hecho me pareció una simple casualidad en un principio, pero todo cambió pronto, cuando percibí aquello.

¿Pero qué…? ¿Qué está pasando hoy aquí?

En ese momento entró Alexis, que se quedó en una esquina jugueteando con una moneda, no sabía si a la espera de recibir instrucciones o qué.

- Alexis, ¿qué tal con Janos? ¿Habéis terminado el informe? - pregunté a mi compañera, antes de situarme al otro lado de la camilla.

Mientras el doctor examinaba al hombre, me fijé en cómo este cerraba los ojos.

- Señor, no se duerma, por favor. – moví ligeramente su hombro, con cuidado. – Dígame, ¿cuál es su nombre? ¿Sabe dónde está? – pregunté, terminando por llevar mi mano a su muñeca, queriendo comprobar por mí misma si tenía pulso.

Me recuerda un poco a ella

Observa de reojo por unos segundos a la enfermera de cabello rubio y escucha los comentarios respecto a su situación orgánica. No tener signos vitales puede resultar bastante extraño, pensando rápidamente que si busca mantenerse despierto solo harán preguntas y probablemente lo tengan bajo observación.

No tengo tiempo para eso...y si, disfruto mirarte..

Piensa mientras sigue entrecerrando los ojos sin emitir respiración alguna, la ausencia de latidos puede llevarlo a escapar esta vez. Comenzando a soltar completamente sus manos como su cuerpo mientras ella lo sigue remeciendo de un lado a otro con movimientos bruscos al querer mantenerlo con los vivos.

Pero no ahora...por ahora dormiré con los caídos

Es el pensamiento que se repite una y otra vez, cerrando los ojos por completo mientras va entregándose a ese sueño por unos momentos. Sintiéndose completamente cansado, autosugestionándose en la pesadez de sus parpados hasta quedar completamente cerrados y de esa manera buscar escapar de aquel lugar.

Durmiendo con los caídos...para escapar nuevamente al frío

Mierda, me ha visto al enfermera ¿Qué demonios? Es extraño, con lo entretenida que está, mi arcano debería de impedir que se diese cuenta. Mi mente está paranoica. ¿Debía mirar? Y para colmo estaba ese cadáver extraño. 

- Oh, bueno, me ha pedido que vaya a recoger unas muestras de la enferma, pero he tenido que dar un pequeño rodeo y aprovechaba para ver si necesitabais algo.

Me muerdo la lengua, buscando el dolor, abrazándolo. Por suerte, el truco lo tengo aprendido y consigo que no me sangre. Algo noto en ella. Madre mía, estaba rodeada de estas cosas. tres criaturas sobrenaturales en una noche ... Quizás debería usar el terminal de Madre.