Partida Rol por web

- Sí, claro - responde Sol inmediatamente, haciendo un ademán de encogerse de hombros - Sara, ¿me bancarías un segundo? Tengo que ir a buscar mi pedazo de cartón. Dele hablar con el Rulo y el príncipe de la Camacho y al final, bueno, ya sabemos cómo son las cosas - Sol sonríe, enseñando los dientes - Si no hay papelito, no exististe.

Se da vuelta al Rulo y le da un cigarrillo, apagado.

- Fumate uno a nuestra salud, y cuidate, che.

Sol le guiña un ojo a Sara, y sale en dirección a la subdirectora. Mirá que chusma que soy, venir a hablar con la mina esta para ver si al final el Rulo le quiere pegar a Israel. Una breve risa entre dientes ilumina sus ojos. Bueno, si se va a armar más bardo que la histeriqueada de la Camacho, yo quiero verlo.

Sara se queda bloqueada dos segundos y reacciona, sin mucho interés, Claro, Sol. Rulo, ¿sales? Voy contigo, necesito un cigarro.... Parece ausente, pensando en sus cosas... en que igual tendría que haber sido más amable con el tío de la Camacho, por ejemplo... si hubiera funcionado... algo más de dinero no le habría venido nada mal...

Suspira y comienza a liar un nuevo cigarro mientras sale a la calle, al lado del Rulo.

Finalmente Raul se aviene a salir con vosotras, pero se queda allí fuera, a la espera. El resto de la trouppe va saliendo, subiéndose a los coches y marchándose. Los penúltimos en salir son la Camacho y su chico, que se acercan a veros, agarrados de la mano. A ella se la ve mucho más tranquila que antes.

-Bueno, qué, ¿os venís? Al final esta y yo vamos a un lounge-bar en las afueras, está demasiado mareada para ir a un sitio ruidoso. Os invitamos a tomar algo allí.- su mirada se dirige a vosotras dos y evita intencionadamente al Rulo, a quien sólo a mirado un instante.

Mientras Arturo os dice esto, Israel, Lucía y la subdirectora salen del edificio charlando, divertidos. Raul se pone tenso. Aprieta un puño, os mira, dice -Luego os veo.- y empieza a caminar hacia allá.

Sí, claro... contesta Sara, mecánicamente. Mira expresivamente a Sol cuando el Rulo se va y le sigue con la mirada, sin moverse un ápice a pesar de su afirmativa a la invitación. Está esperando. Con paso tranquilo, arrastra al grupo hasta apenas unos metros de la subdirectora, sin dejar de mirar en su dirección.

Se va a ganar otra..., le susurra a Sol.

Sol desvía un momento la mirada para posarla en Arturo, cuyas palabras habían evitado que se fuera en otra dirección. Efectivamente no se habían equivocado en todas sus suposiciones, aunque en realidad, tampoco era de esperarse que pudiera suceder alguna otra cosa. Por la plata baila el mono, piensa mientras sonríe ampliamente, mirando al hombre que les invita y a su acompañante, la toda transformada Camacho de la mano de su macho. Por la plata y por el nivel, no nos vamos a engañar.

- Claro. Después de todo este aburrimiento una copa no vendría nada mal - responde Sol, sin dejar de sonreír. Empieza a buscar su paquete de cigarrillos, ya que el aire fresco es demasiado fresco para sus pulmones - Un poco de relax no le vendría mal a nadie, además. ¿Te sentís bien? - pregunta, mirando a la Camacho con interés. Interés mediático, pero interés al fin.

¿Demasiado mareada? ¿De qué? Ah, no. Imaginate que esté...

Dirige a Sara una mirada expresiva, cómplice. Sus ojos se desvían como los de ella hacia el Rulo, que está yendo hacia el otro grupo. Sara, ni lerda ni perezosa, les ha guiado cerca de allí. Sol le guiña un ojo. Bien, flaca. Hija e' tigresa me saliste.

- ¿Alguien quiere un cigarrillo? - ofrece, despreocupadamente.

Pero ella no tiene el fuego que encenderá la mecha. Sólo espera la explosión.

Raul, en efecto, se dirige recto hacia el grupo donde están Israel, Lucía y la subdirectora. Le ven. Las mujeres se quedan nerviosas, quietas, mirando cómo ciervos el deslumbre de los faros que se acerca. Pero Israel no. Esperábais de un niño intelectual como ese otra cosa, quizá, que se achantase, alzase los brazos y pidiese calma. Pero en lugar de eso, se enfenta con la mirada al Rulo, muy serio, muy firme. Le espera.

Pero no llega. Fuera de todas vuestras apuestas, el Rulo se queda parado a medio camino. Se miran ambos. Algo le dice Israel, no lo escucháis bien. Se crece, se ha dado cuenta de que el recién salido del reformatorio es en realidad un chaval pequeño, flaco y que no las tiene todas consigo. La subdirectora hace un movimiento. Parece que va a decir algo.

-¡Hijo de puta!- grita el Rulo de repente. Incluso desde aquí podéis ver que tiene la cara cubierta de lágrimas. -¡Hijo de puta!- vuelve a gritar antes de girarse y caminar deprisa hacia los coches aparcados. Allí hay una motocicleta en la que se sube. La arranca. Se vuelve un momento a miraros.

Arturo hace una risa ronca. -¿Y ese flipado? Venga, vámonos.-

La Camacho está pálida. La bronca le está afectando más que a los demás o realmente está mareada, necesita vomitar o sentarse.

Sara levanta una ceja y ahora una carcajada. Luego sigue al Rulo con la mirada hasta la moto y mira a Sol, dubitativa, ¡Eh, presta ojo a tu chica! va a vomitar, le dice a Arturo mientras toma la iniciativa y echa una carrerilla hacia el Rulo, confiando en que Sol, que siempre ha tenido mucha más labia... bueno, labia y todo, que ella, la siga.

Tronco, ¿qué pasa? ¿necesitas algo?, dice, mirando hacia Israel y las mujeres que le acompañan.

Sol se vuelve a mirar a la Camacho. Suspicazmente, sí. Por algún motivo su mente desconfiada y encantada de conexiones necesarias. Ah, no. A esta flaca le pasa algo con esto, a mí no me engaña. Sus recuerdos vuelven otra vez, van hilándose a saltos, puesto que aquel día no había visto en aquel sitio otra cosa sino algo que ya tenía muy visto y que conocía muy bien. Pero sí, había algo que se acordaba, aquel encuentro en el pasillo. Mirá vos, al final y todo...

- Camacho, ¿pero qué te pasa? Parece que te sintieras responsable de lo que le pasó al Rulo - dice Sol, con un tono que claramente indica una broma. O no - Vení, sentante.

-Joder, Irene.. no sé ni para qué te saco.- dice Arturo sin ocultar su disgusto y sin ofrecerle a Irene ayuda alguna mientras Sol la ayuda a sentarse. Parece más interesado en lo que ocurre al otro lado del parking, entre Rulo y Sara.

Llegas a la altura de Raul, quien está dando vogorosos empujones al encendido de la moto para ponerla en marcha. -Estoy bien. Necesito tomar el aire.- el motor por fin arranca. Las palabras le han salido forzadas al chico, como si estuviera a punto de echarse a llorar. A unos metros, el trío formado por Israel, Lucía y la subdirectora se sube a sus coches.

Sara levanta una ceja, escéptica. Ni siquiera ella misma lloraba en público, le parecía una atrocidad ver a un hombre llorar en público. En el fondo, todas las mujeres son un poco machistas. Con un poco de vergüenza, busca un pañuelo y se lo tiende. Pensé que ibas a pegarle..., dice, frunciendo el ceño.

Sol mira a Arturo, y se le escapa una sonrisa de lado.

Para cogértela, ¿para qué va a ser?

- ¿Qué está pasando allá? - le pregunta al hombre, mientras Camacho se sienta. Sol la observa desde aquella poca distancia, su palidez, y los ojos inquisitivos de la argentina no tardaron en posarse sobre los de la otra. Fue el preludio de un susurro - Escuchame, Camacho, ¿qué te pasa? Ni que hubieras tenido algo que ver con eso.

Cualquier reacción será un mejor indicativo de la mentira, o la verdadera realidad.

-No, deja..- rechaza el pañuelo y se sube sobre la moto -No sé lo que quería. Total, para meterme en otro lío.- Pasan unos segundos, durante los cuales Raul permanece en un silencio obcecado y extraño, meditabundo, sobre el sonido del motor de la moto al ralentí. Por fin, cuando habla es para decir de forma repentina y con la voz quebrada. -¿Te llevo a algún sitio?-

-¿Qué? No. No.- dice ella imitándote en los susurros. -Nada. Pero me da.. pena. Raul. No es tan mal chico como parece.-

Arturo, que estaba concentrado en lo que ocurría con Sara y Raul (este último se ha subido a la moto pero siguen hablando) se gira un momento hacia vosotras al escucharos cuchichear y levanta una ceja.

Sol arquea una ceja. Aquel comentario de la Camacho no tiene nada que ver con lo que esperaba, y menos tiene un verdadero motivo de existir. A menos que... Sí, a menos que el Rulo hubiera hecho algo por ella, algo, que la llevase a creer que el pobre muchacho se comió algo que no era para él. Sol arquea la otra ceja, ante las implicaciones de su repentino pensamiento, o lo que ella cree, es una repentina confirmación.

Pero qué turra, mirá vos.

- ¿Por qué lo decís? - pregunta Sol, dejando de susurrar - Antes de que le metiera el golpe a José Luis no opinabas lo mismo. ¿Creés que en realidad se lo pegó por algún motivo, no sé... ayudar a alguien, cubrir a alguien? - no sonríe, pero sus ojos saltan cuando abre los párpados al máximo como si estuviera sorprendida.