Partida Rol por web

Se detuvo en el instante mismo en que escuchó el tiro, no cuando le advirtieron sobre Octavius, sabía que era sólo un desmayo o al menos eso creía, por el cansancio y cuando vio lo de Alexeva, se dio cuenta que sólo los fuertes sobrevivirían a sí mismos. Más estaba por dar un paso cuando aquel horrible grito le heló la sangre.

-¿Qué diablos...?

Pero Grüber no pudo terminar la pregunta, aquel lamento era casi ensordecedor, invitaba a taparse los oídos con ambas manos. Su corazón se aceleró, quizás se había vuelto loco y sólo lo estaba escuchando bien o quizás había alguien más en la casa que con su desesperación, lograba que el grito se escuchara en toda la estancia; pero algo decía al médico que no, que no era así por mmucho que intentara convencerse de ello.

Octavius seguía tendido en el suelo, ignorante de los comentarios o acciones de los otros. Su inmovilidad era total, con los músculos completamente distendidos. Sólo una parte de su cuerpo, los ojos, que se movían furiosamente, podrían haber revelado a alguien que los examinara, que estaba sumido en un sueño, un sueño profundo y terrorífico. Pese a la proximidad del disparo, éste no fue suficiente para sacarle de la pesadilla que vivía como real. Todos los miedos acumulados desde su infancia se habían unido en un ente indefinido que le perseguía y le hacía correr más y más, más y más, mientras los escondites poco a poco se le iban acabando.

Tras la amenaza del alemán, Grigori retrocede y levanta las manos mostrando toda su dispocisión a obedecer lo que digan ellos. El campesino se acerca a paso lento al grupo cabizbajo, evitando contacto visual con cualquiera de los presente, en lo especial con el difunto. Se puso de rodillas tranquilo y cruzó los brazos en su pecho, esperando a recibir órdenes que él pueda comprender, pero en el fondo, estaba muy nervioso y alterado. -Por favor, que esto acabe pronto, no lo podré sopor...-, pero el disparo le interrumpió. Instintivamente, Grigori se protegió la cabeza y gritó desesperadamente. Empezó a respirar agitadamente y sus ojos se movían como balas, hasta que se dio cuenta que él no había sido el blanco. Levantó la cabeza e intentó analizar la situación, cuando el llanto empezó a escucharse. -¿Qué será eso?-.

El disparo de Pieter resonó en todo el lugar...

La rodilla de Alexeva se rompe en dos cuando la bala de plomo se introduce bajo su rótula, saliendo por detrás de su rodilla...

Todos los presentes se quedaron mirando espantados la situación...

Alexeva cae al piso con un ruido que apenas se oye, tapado por el extraño lamento que proviene desde lo profundo de la enorme casa. Nadie puede oirla, pero la tenaz mujer suelta una chorrera de palabrotas en ruso justo antes de desvanecerse a causa del dolor.

Pieter resopla con una sonrisa maliciosa en la cara.

A ver si así se está calladita...si no, me obligará a matarla. Al fin y al cabo, es lo que deberíamos haber hecho con ellos desde el principio. Lástima que aquí no mande yo...- piensa mientras ve a Alexeva desvanecerse.

De repente, cuando todos lo miraban sorprendidos por lo que acababa de hacer, algo, les llamó aún más la atención.

Se escuchaba en toda la mansión un llanto, de mujer al parecer.

Se suponía que estábamos solos en esta mansión ¿no?...-piensa intentando mantener la compostura.

Maldición. Pensó el cuando vio la herida de la campesina.

¡Médico! ¡Médico! Comenzó a gritar dentro de la mansión, mucho más fuerte que el llanto lastimero que se escuchaba todavía.

Doctor, curé a esa prisionera. Dijó el sargento señalando a Alexeva, que ahora parece estar desmayada.

¡Pieter! ¡Maldita sea! ¿Qué demonios se cree que está haciendo? Póngale el seguro al fusil y ayude al doctor en lo que tenga que hacer. Los demás, quedaos quietos, necesitamos organizarnos y no perder la calma.

Ese llanto... esa voz... ¿dónde demonios nos hemos metido?

El llanto de la mujer llegó a su fin mientras que los hechos se producian en la mansión.

La campesina quedó shockada por el disparo mientras que el sargento impartió las órdenes correspondientes.

Octavius, continuó tumbado en el suelo, respirando lentamente, completamente quieto. Sus peores miedos se hicieron realidad en cuanto todos escucharon a la mujer llorar...

¿Es qué la casa no estaba abandonada?

Dieter negó con la cabeza al ver toda la escena, pero tenía unas órdenes, ir a explorar la casa. Pero al parecer, nadie quería ir con él.

Los obuses continuaron cayendo en el jardín de la casa, haciendo que los cristales tiemblen cuando las ondas expansivas de las explosiones llegaron hasta la casa.

Afuera, el infierno continuó...

Dentro... tan sólo comenzaba...

Como si estuviese contemplando a un extraño sus ojos contemplaron los tranquilos gestos de Pieter. Se ha convertido en un desalmado...pensó horrorizado para sí y antes de que pudiese reaccionar un angustioso y escalofriante lamento se oyó por la casa. Sin comprender, quizás pensando que era Grüber quién lo hacía, Hans miró a éste y observó que permanecía quieto donde se había derrumbado. Si no ha sido él...entones....Con los ojos muy abiertos por la impresión el hombre se volvió.

-¿Qué...qué ha sido eso?-logró preguntar al fin.-Sargento...quizás deberíamos ir a investigar quién hay en la casa...parecía...-incapaz de describirlo las palabras murieron en sus labios y terminó por encogerse de hombros. El sólo recibía órdenes y Dios sabía que si estaba allí era porque se había visto obligado a ello no por elección propia. Cada vez más asustado Hans no veía el momento de salir de alli y volver a su hogar. Si es que sigue en pie...

El médico no sabía muy bien qué orden cumplir, aunque parecía que lo de la mujer era más apremiante. Sin embargo no podía quitarse de la mente aquel lamento, de hecho aquella mujer ni siquiera parecía estar ahí, parecía venir de todos y de ningún lado; quizás del más allá y eso erizaba la piel de cualquiera. No habría sido nada raro que alguien más se escondiera en la casa, no, pero aquel grito no parecía humano, no era parecido a sus voces o a los gritos cuando el disparo, no, era mucho peor. Respiro profundo, evitando temblar. Quizás simplemente eran los nervios de todo y se agachó al lado de Alexeva, revisando por encima la herida de la mujer. Sin duda no volvería a caminar o al menos en mucho tiempo; si salían de allí, ahora ella sería un peso más. Tal vez terminarían dejándola allí para no cargar con ella o quizás la matarían para que no los traicionase; cualquiera de las dos opciones, le daba asco, dolor y desesperación a Grüber. Cualquiera pensaría que era una chica miedosa pero no era así, era fuerte pero ni él sabía cuánto. Metió el dedo en la herida de la mujer y comprobó que la bala había salido, echó una mirada de reojo a Pieter, se había vuelto loco o era un vulgar asesino y no dudaría en disparar a nadie, incluso a ellos mismos.

Bajó su bolso y sacó una venda para enrollar la herida de la mujer, no quería que se desangrara o al menos no delante de él. Apretó bien fuerte pero mientras lo hacía, el llanto resonaba en su cabeza, Grüber mentó a su padre y a su madre pidiéndoles fuerza, confiaba más en ellos que en Dios, aquel que les había abandonado hacía mucho, quizás en el medio del bosque o más antes aún. Mentó al gobernador y a la gente del pueblo, si tan sólo supieran lo que estaba pasando, al menos no se sentirían tan decepcionados de no verlo regresar al nido. Más de pronto una fuerza hizo que Grüber se pusiera en pie y se fuera contra Pieter. Ni el propio médico entendía muy bien lo que estaba haciendo pero no importaba, es que había sentido la necesidad de dejarle claro a Pieter que no estaría limpiando sus estupideces porque no quería perder el tiempo en ello.

-¡LA PRÓXIMA VEZ HAZNOS EL FAVOR DE DISPARARTE A TI MISMO! ¡SI LASTIMAS A ALGUIEN MÁS, POR DIOS QUE USARÉ MI ARMA!

Octavius seguía corriendo en su pesadilla,en el espacio indefinido que puebla los sueños encontraba un escondite tras otro sólo para ser descubierto por lo que le perseguía. Una y otra vez, una y otra vez. Y cada vez la distancia se reducía, más y más. Y entonces ocurrió, se metió en un callejón sin salida, empezó a gritar mientras buscaba desesperado un escape que no existía. Su enemigo se acercó más,y más, se lanzó sobre él, y entonces...
Octavius despertó, gritando, protegiéndose la cara con los dos brazos,empapado en sudor, hecho un ovillo sobre el suelo. Abrió los ojos inyectados en sangre. Su grito fue largo, pero poco a poco se apagó. Su corazón poco a poco también fue golpeando más despacio en su pecho. Con los ojos tapados por los brazos fue dándose cuenta de que había despertado de una pesadilla, - sí, eso era, una pesadilla - y se fue calmando un poco. - Pero, ¿dónde estoy? ¿por qué estoy tumbado en el suelo? - Retiró los brazos de delante de su cara, se sentó en el suelo, y vió a unos cuantos desconocidos, algunos con uniforme y otros sin él, que lo miraban con cara rara.
Y entonces recordó. El recuerdo golpeó su mente como un mazo.

El sargento había dado las órdenes oportunas tras el disparo de Pieter. La verdad, es que no le hacía ninguna gracia tener que curar una herida que había abierto él, porque lo había hecho por algo, pero aún así se acercó donde el médico estaba curando a Alexeva y observó como lo hacía, si necesitaba algo ya se lo diría.

De repente, Gruber se dirigió hacia Pieter, regañándole por su reacción. Pieter, simplemente no le hizo ningún caso, sabía que había hecho lo que debía.

Un campesino no puede desobedecerme ni hablarme de esa forma...y menos poner en duda mi poder de mando...

Pieter se limitó a callar, mirando fijamente a Gruber.

Alexeva recuperaba la conciencia de a poco, primero oyo algunas voces y lo que parecian gritos, mezclados con el horroroso llanto que se estaba haciendo omnipresente, y casi enseguida llego el dolor, Sentia que la pierna le quemaba como si la tuviera sobre brasas, y ni siquiera trato de moverla.
Al abrir los ojos pudo ver al medico vendandole alli donde le dolia, y unos pasos mas atras estaba el que le habia disparado.

"Por esto no dan medallas, soldadito hijo de puta" penso Alexeva con tanta intensidad que casi podis leerse en su mirada.

Giro la cabeza para no seguir mirando a su agresor, y entonces vio al soldado que habia estado gritando incorporandose, como si se despertara de un sueño.

Grigori no había sido dañado, el estaba a salvo físicamente en el suelo, todo lo que ocurría al rededor no tenía que ver con él, lo que le relajó bastante después del susto del disparo. Aun quedaba el misterio del llanto, pero fue lo menos importante para el campesino, que tranquilo esperaba alguna orden. Se atrevió a observar lo ocurrido, la escena del ataque, y vió la sangre brotar de la pierna de la campesina y se sintió horrorizado nuevamente. En su mente no estaba muy claro el porqué y se engañaba a si mismo pensando que lo habían hecho por nada, entonces le llegaría el turno a él o al otro prisionero. Los nervios lo destrozaban por dentro, observó a los alemanes, ya no eran más humanos, no, eran hombres sin cara, sin pasado, sin nada. Todos los presentes lo eran, él mismo también.

El doctor obró maravillas con la rodilla de la campesina, que si bien, aún estaba herida, ahora si podría moverse con un poco más de libertad... con la libertad que le dejen sus captores.

Pero las cosas parecen ir de mal en peor. Aún se encuentran en el recibidor de la mansión, sin comida, sin agua, sin posibilidades de sobrevivir mucho tiempo en ese lugar.

Dieter se decidió de una vez por todas, y comenzó a caminar hacia una de las puertas del recibidor, mirando hacia atrás a ver quién lo seguía. Él no tenía ninguna intención de salir de allí, de quedarse sólo, pero tenía que seguir las órdenes de su sargento, que era la persona que estaba al mando trás el fatal descenlace del Teniente.

Los demás, todavía estaban conmocionados con el disparo, pero tenían que reaccionar... debían reaccionar o esta mansión sería su tumba.

En ese momento, otro sonido comenzó a escucharse en la mansión, que provenía de la puerta doble del final del recibidor.

El cual queda cortado de repente con la explosión de un obus en las cercanías de la casa.

¡Maldición! ¿Qué demonios es eso? Gritó el sargento mirando hacia todos lados al mismo tiempo que levantaba su arma apuntando hacia la dirección del sonido.

No podía entender nada de lo que estaba pasando, pero detrás de esa puerta, la del fondo de la sala, tiene que haber algo.

No podemos quedarnos quietos en este lugar. Tenemos que conseguir comida y agua. Tenemos que sobrevivir.