Es una tirada enfrentada de Destreza+Sigilo contra Percepción+Alerta de la victima. Tira por tanto Destreza+Sigilo a dificultad 7. De camino a tu victima coges un pesado candelabro de bronce (Garrote Fuerza+1)

Dorotheus no se percata de tu presencia, durante el primer turno no puede hacer nada, ni atacar ni defender...

Tira primero Destreza+Armas CC a dificultad 6 para ver como de bien le golpeas. Si no fracasas (más unos que éxitos) tira el daño: Fuerza+1+(éxitos al atacar-1) a dificultad 6.

Luego empezará el turno 2. Lo primero es tirar iniciativa, sumas los valores de Destreza y Astucia y le sumas 1d10. En tu caso, 1d10+6 (cuanto mayor, mejor)

A pesar de haber sorprendido a Dorotheus y de haberle propinado un golpe certero, demasiado tarde te das cuenta de que habías cogido un arma inapropiada. El pesado candelabro estaba roto en su base, y al golpear a Dorotheus se desmonta en tu mano sin causarle daño alguno (ese es el resultado de la pifia).

Tu iniciativa es 6, y le sumas Destreza+Astucia, por lo que es 12

Tu oponente obtuvo 3, y le suma Destreza+Astucia (9), por lo que también suma 12.

Al ser tu suma de Destreza+Astucia inferior a la de tu oponente, tu declaras primero, aunque tu acción se resolverá después.

Dorotheus se pone en pie como una exhalación y cogiendo la pesada mesa de roble con ambas manos te golpea con ella. Narsés queda atónito... ¡¡¡La mesa debe pesar como un caballo!!!

Narsés no tiene tiempo de reaccionar, sorprendido con un candelabro roto en la mano, el golpe de la pesada mesa lo lanza contra la pared rompiendo músculo y hueso. Un pensamiento fugaz pasa por la cabeza de Narsés al tiempo que el brutal golpe lo deja brutalmente herido... Dorotheus no es un simple mortal. Debe ser un demonio. Se mueve como un rayo, apareciendo y desapareciendo.

Ahora mismo te encuentras "Tullido" tienes una penalización de 5 dados menos a todas tus acciones. Has declarado atacar con lo que te queda del candelabro. Tienes la opción de gastar un punto de Fuerza de Voluntad para ignorar las penalizaciones durante lo que queda de turno, y de ese modo atacar normalmente.

Bien, obtienes dos éxitos, por lo que sumas un dado extra al daño. Ahora tira Fuerza+1 del arma+1 por el éxito extra al atacar, a dificultad 6

Por desgracia para ti, tu ataque no ha causado daño alguno en Dorotheus, que moviéndose como un rayo coge una pata de la mesa destrozada y te ataca sin tiempo a actuar ni a esquivar. Los golpes te llueven y no sabes de donde vienen. Se mueve a una velocidad sobrehumana. Antes de perder la consciencia, sólo tienes una cosa clara. De forma consciente o no, Sarrasine te ha enviado a una muerte cierta.

Tu cuerpo, que se resiste a morir, te hace abrir los ojos en breves parpadeos, como fogonazos en la oscuridad, imágenes sueltas e inconexas. Dorotheus golpeándote de forma salvaje, notas como todos y cada uno de los huesos de tu cuerpo se rompen como ramitas pisadas. Por suerte para ti, tu cuerpo experimenta tanto dolor que ya no sientes nada. Luego Dorotheus, saltando de tejado en tejado, como el que cruza las piedras de un río, contigo a las espaldas. Le ves sujetarte en las murallas por el cuello, mirarte a la cara, y antes de dejarte caer al vacío, le oyes susurrar -Sarrasine pagará por esto- Luego nada, una caída infinita a la negrura tu cuerpo destrozado contra las rocas al pie de la muralla. Oscuridad. Una enorme rata del tamaño de un perro te mira curiosa, te preguntas si ese va a ser tu destino final, destrozado y devorado por ratas salvajes. Da igual... ya no sientes nada.

Te despierta un sabor metálico en la boca. La droga más potente que puedas imaginar. Notas tu cuerpo recuperar la vitalidad, aunque sigues sin poder moverte, al menos puedes abrir los ojos y recuperas la consciencia. Como fogonazos ves más imágenes, pero estas no son de tu vida, son de otra vida. Agachado sobre ti ves al mendigo, a Kothar, se ha cortado la muñeca y deja caer su sangre sobre tu boca. Eso es lo que te ha despertado, ese dulce licor que te transporta a mundos pasados. Ves grandes reyes de otras épocas, ves a Alejandro Magno, a Julio César, a grandes filósofos como Platón o Aristóteles, hablando con Kothar. Te ves abrumado por el poder de su sangre y por la antigüedad de sus recuerdos, mil... dos mil años...

-Tranquilo chiquillo... aún tardarás mucho en poder moverte. Tus heridas son muy graves. Espero que algún día me perdones por lo que te acabo de hacer, pero no podía salvarte de otro modo. Ha sido un milagro que mis amigos te encontraran y que yo llegara antes de tu último aliento.

Kothar te coge con cuidado y cariño y te lleva en brazos. Vuelves a perder la consciencia. En las noches siguientes recuperas la consciencia en repetidas ocasiones, casi siempre bebiendo la sangre de Kothar. A los pocos días empiezas a recuperar la consciencia a menudo. Al extraño mendigo has aprendido a conocerlo y amarlo a través de su sangre, que te ha devuelto a la vida. No sólo porque te salvara la vida, la Vitae Vampirica ha forjado un vinculo de sangre contigo, y ahora mismo darías la vida por el sin dudarlo si fuera necesario.

No sabes cuanto tiempo ha pasado, aunque calculas que varios días. Te encuentras en una leprosería, es de noche, y Kothar, sentado frente a ti, te mira con ternura.

-Supongo que tendrás preguntas que hacerme.

Me levanto medio asustado y me siento miro mi cuerpo lleno de horribles pustulas, cicatrices...Ahogo un grito, mi cuerpo...Mi cara....

-¿chiquillo? Pe..Pero Kothar ¿que ha pasado con mi cuerpo?Me has salvado la vida y te estaré eternamente agradecído pero..¿Que me has hecho?Aunque suene frívolo mi cara me hacía ganar mucho dinero... Y Farah...No volverá a yacer conmigo...Y no podré volver a ver a mi madre ni a mis hermanas...