Partida Rol por web

Los tío de Delania dejaban el carro tras la angosta subida junto a las impresionantes puertas de piedra de la cueva de los enanos. El tragaldabas de la puerta golpeó el peñón de acero encajado en la puerta y retumbó como una gran roca cayendo desde lo alto de una montaña desnuda de vegetación. El eco duró varios segundos.

Los goznes crepitaron cuando la puerta comenzó a abrirse. Cuatro enanos se acercaron hasta Treno para darle un afectuoso abrazo .

Ya habéis llegado hasta aquí mis amigos medianos. Treno, te hemos preparado una partida especial de Mithrir, para que después no digas que no te cuidamos. - Vociferó el que lucía las ropas más lustrosas. - ¿Qué nos has traído?

Al mirar a la joven Delania el enano de nombre Merin alzó la mano con actitud medidora.

Cada vez estás más alta mi niña.

Hola...si... un poco...

Me sonrojo, llena de timidez al escuchar al enano. No siempre solía a compañar a mi tio en los viajes, y esta era la primera vez que lo hacía desde que era una niña. Ahora, a mis 19 años, tenía ganas de salir sobreponiéndome a mi timidez, ver el mundo que hay mas allá de nuestra pequeña aldea y tener algo de acción, algo que pudiera sacarme del tedio y la rutina diaria, aunque fuera simplemente acompañar a mi tio en el carro.

Y como siempre, viajaba soñando despierta con conocer a un príncipe extranjero que me pida que huya con él, y que me lleve a visitar las altas casas de los elfos, las minas de los enanos de las montañas, las grandes urbes de los humanos al otro lado de las llanuras y la mítica y basta extensión de agua salada que algunos denominan océano y que las leyendas de los hobbits pueblan de horribles monstruos y exóticas criaturas.

Y ahora se sentía una estúpida, delante del enano, colorada como una manzana, sin saber que decir, sin saber como responder y no interferir en los negocios de mi tio

Usted sin embargo no ha cambiado nada, señor Merin alcanza a decir finalmente con voz muy baja, casi susurrante, con un cumplido fácil que satisfaga al señor enano.

Maese Delania, Maese Merin. - Susurró algo contrariado su tío. Prosiguió hablando con Merin. - Estos jóvenes...

Con las manos alzándose hasta el hombro del enano, Treno trató de que enfocara toda su atención en él.

Merin os hemos traído 70 sacos de cebada de las tierras cercanas al Grûmmer, eso os asegura una cerveza muy fuerte, digna de un enano. También traigo frutas variadas para unas tres lunas y carne seca curada al frío de la montaña.

Treno hizo un gesto a su mujer y su sobrina para que retiraran las lonas de uno de los carros. Permitiendo que Merin viera las viandas.

Algo malhumorada por el hecho de que mi tio me reprenda en público, retiro la lona del carro un poco violentamente dejando ver el contenido al enano. Mi timidez me impide contestar, pero la sangre me hierve mientras mi rostro se torna mas y mas rojo, cólera y vergüenza a partes iguales.

Seguidamente, apoyada en el carro, miro hacia el horizonte y pienso en partir lejos, muy lejos. No quiero ser campesina. Me da igual lo que piensen en la aldea. No he nacido para pasarme el dia en los campos, ni entre fogones cocinando, limpiando y preparando el café para un marido hobbit con insaciable estómago. El mundo es demasiado grande y bonito como para perdérselo en una casa hobbit o en una cueva enana.

Pero estaba sola, ¿dónde podría ir sola? sería peligroso...

Suspiro y aparto la mirada mientras el enano inspecciona la mercancía, dejando que mis largos cabellos oculten mi rostro.

Merin miró ambos carros, de manera precisa, crítica en sus ojos y ademanes.

Realmente de buena calidad Treno, nos cuidas muy bien, pues sabes que te proporcionamos el mejor mineral que puedes encontrar en todo Sellecktesh.

Se acercó hasta uno de los soldados enanos que guardaba la puerta de entrada a la comuna Óstelarandi, para hacerle un gesto marcial y certero. El guardia asintió y marchó al interior de la cueva con otros dos guardias del retén.

Muy bien, entremos, los guardias se encargarán de las carretas.

No tardaron en seguir a Merin al interior de la gruta. Para Delenia era la primr vez que se internaba en la cueva, casi siempre habían acampado en el valle inferior a la espera del amanecer para llegar a territorios de los óstelaar. A petición de su tío que no pretendía incomodarlos obligándoles a recibirles como huéspedes. Aquel día era algo más tarde, la carga era más pesada y la fruta corría el riesgo de no llegar fresca a causa de las heladas nocturnas. Así pues a pesar de ser pasado el cenit del día, habían llegado a la comuna.

Al entrar Delenia observó los magníficos bajorrelieves de enanos en posturas evidentes de minería, con picos, vagonetas, palas y barrenas. Al internarse en la caverna, las figuras iban convirtiéndose al belicismo, con soldados enanos. En una conjunción de caminos en forma de "Y" una de las galerías asomaban grabados de seres escalofriantes de cuatro brazos con una armadura. En la otra galería, por la que les condujo Merin, representaciones de celebración de fiestas enanas y festejos solemnes lo adornaban.

Al recorrer un largo trecho con varias puertas en brillante metal cobrizo, del que la hobbit no supo discernir su composición, llegaron a una gran sala con una enorme mesa labrada en la piedra viva de la cueva. Toda iluminada por grandes antorchas que emitían una luz que no procedía de fuego, era una especie de fluorescencia mineral, que les daba una luz pálida y fría.

Sentaos por favor, hoy nos acompañaréis en nuestra comida central del día.

Las sillas, fabricadas en madera noble, habían sido grabadas con le símbolo de la comuna y barnizadas con varias manos, que las hacían brillar e a la luz lunar de la sala.

Treno miraba a Delenia con una sonrisilla de satisfacción, al ver la boca abierta de su sobrina sobre cogida por la magnífica construcción enana.

Al llegar a la sala y escuchar la petición del jefe enano. Su tío alargó la mano a su esposa para pedirla que se sentara en una de las sillas, pero al mirar a Delenia pareció recordar algo y sus ojos chisporrotearon, para lanzarla un guiño cómplice.

Delenia, cariño. ¿Podrías traer del mi carro Azafrán que traía como obsequio para Merin? - Su tío se lo había enseñado a la muchacha antes de salir explicándole su elevado coste. - ¿Sabrías salir hasta la entrada?

Merin miró a Treno y pareció entender algo.

Por favor, deja que uno de mis guardas la acompañe. - Miró a Delenia. - Si ella no se siente capaz.

Cita:

Y no puedo evitar pensar en el reproche que me acababa de hacer por no usar el tratamiento adecuado con mi interlocutor. "Maese Merin. Maese Treno", pienso.

Suspiro. Pero me alegro. No tengo apetito y no tengo ganas de escuchar conversaciones de negocios. Quiero que me cuenten hazañas, historias de monstruos salvajes, dioses míticos y de héroes poderosos.

Por un instante deseo que me acompañe un guardia para evitar perderme. Por otro lado deseo demostrar que puedo ir sola, que ya soy adulta y que no necesito una niñera. Finalmente decido que sean mis anfitriones los que decidan.

Un leve asentimiento y me pongo en pie, disponiéndome a regresar por donde vine con un simple

si, vale.

lanzado al aire que bien podría interpretarse como una respuesta a mi tío o incluso al enano. Y comienzo a retroceder sobre mis pasos, hacia la carreta, fijándome bien en algún detalle en las intersecciones, que me permita regresar hasta la sala del banquete sin perderme. Los bajorelieves de distinta y variada temática vam a ponérmelo fácil porque mi soñadora mente va creando historias ficticias sobre cada una de las figuras que visualizo en cada pasillo nuevo que me encuentro. Asi todos aquellos héroes enanos anónimos van recibiendo su nombre, su pequeña historia, sus amantes sus amigos, sus desgracias y sus heroicas hazañas.

Conectar todas las historias de vuelta puede ser sencillo y cuando mi imaginaria narración llegue a su fin habré retornado al salón del banquete con la bolsa de la lujosa especia. Aunque seguro que tardaré mas de lo normal salvo que el enano decida ponerme una escolta.

Enfrascada en sus pensamientos avanza la joven hobbit, por lo pasillos de la comuna Östelaar, al llegar al recodo de las imágenes de seres terroríficos de cuatro brazos. Un enano con la cara algo desencajada acude hacia el interior de esa galería que se separa de la que ella tomaba por la "Y".

Hay que llamar a Grumok, el portal está luciendo... - Escucha el susurro del enano que parece decir a algún enano en el interior de la galería.

Pero no presto atención a lo que dicen los enanos. No se que puede pasar si el portal luce o si no. Pero tampoco me interesa porque solo puedo pensar en la historia de ese enano cuya maza es mas grande que su torso representado en la pared:  mi cabeza me dice que está acabando con la amenaza del demonio que un oscuro hechicero despertó por leer libros equivocados en su tétrica y lejana mansión oculta por las brumas eternas en unas oscuras montañas situadas mas allá de los confines del mundo.

Delenia llega hasta la puerta de la cueva, allí los enanos ya han metido el carro y se disponen a vaciarlos, para iniciar el trueque y cargar con el preciado metal las resentidas cajas.

En uno de ellos que casi está medio vacío, ve como uno de los enanos más altos con la barba muy tupida y al que ya ha visto más veces, encuentra la bolsita con el azafrán y lo pone con el resto de cosas para transportarlo al interior en las vagonetas enanas que desplazan sobre ruedas de metal.

Conoce bien a ese enano. Desconoce su nombre, pero es muy mal educado y apenas habla con los demás, ni tan siquiera con los de su especie.

¡Eh!, oiga, maese enano, disculpe....

Corro hasta llegar a su altura y le doy pequeños tirones en la manga para llamar su atencion. Por un instante me he sentido tentada de fingir que no he visto nada y decir a mi tio que alli no estaba la bolsa de azafrán, pero como soy muy mala mintiendo me pondria roja y todos sospecharían algo. Y sospecharían que me la he quedado yo.

Verá, esa bolsita que se acaba de guardar. Titubeo un poco, pero me recompongo rápido y continúo.

Oooooh, este enano es enorme, intimida un poco... no me puedo creer que esté hablándole como si nada.

Es personal y para Maese Merin, no entra dentro del trueque. ¿Me da la bolsita, por favor, para que se la pueda llevar?

Intento sonreir, parecer simpática, pero este señor me intimida un poco, así que no lo consigo y mi cara se queda seria y casi reflejando los nervios y la tensión del momento.

El enano mira hacia abajo y ve a la  ahora ruborizada joven hobbit tirándole de la manga.

¿Esta bolsa? - Le muestra la bolsa de tela en la que va el azafrán.  - Pues no la pongáis con el resto de cosas.

La respuesta fue ruda y firme que mostraba el total desacuerdo con la raza mediana. Sin embargo pareció recapacitar y tras entregar la bolsa a Delenia sonrió todo lo que su rígida cara le permitía.

Joven Delania, deberías haber venido con alguien de la comuna, ahora será muy complicado que sepas volver. Yo puedo ir contigo si es necesario.

¡Oh, gracias!

No me gusta el cambio de actitud del enano. Es la primera vez que me dirige la palabra. Pero al mismo tiempo quizás nunca habíamos tenido ocasión de hablar antes y en realidad es un señor muy agradable.

Pero parece usted muy ocupado y no quiero interrumpirle. Creo que sabré llegar sola... ¿es difícil?

No rechazo su oferta del todo, sino pongo una fingida cara de preocupación que el enano tal vez interprete como que demando silenciosamente su ayuda. En realidad estoy segurísima de que sabría regresar sola, pero ahora me acabo de encaprichar por preguntarle las historias que representan los grabados cuando me acompañe por los pasillos de vuelta hacia el salón donde aguardan mis tios y los anfitriones.

Mientras sujeto recatadamente la bolsita de azafrán con ambas manos como si fuera el mayor tesoro del mundo. Si solo me hubiera entretenido un minuto mas la bolsa ya habría desaparecido.

El enano mira como va la descarga de los carros y asiente fríamente.

Ellos se encargarán, será un placer acompañarte. - Al decir esto los otros enanos se miran entre sí haciendo muecas casi cómicas, muy sutiles. - Vayamos joven hobbit.

Una vez salieron de la sala de entrada por el camino que llevaba hasta la sala de Merin, el enano pareció cambiar el paso, que parecía más alegre.

Me llamo Perino, supongo que te suelo parecer muy grosero y distante. - Habló de manera retórica a la joven. - Es que no soporto a los demás enanos, yo estoy hecho para algo más que cavar en una mina...

Hablaba contínuamente sin casi tomar aire en sus pulmones.

Por favor, cuéntame, ¿cómo es el exterior? ¿Cómo son esas extensas llanura que no logro imaginar? ¿A qué huele el mar?

¿Nunca salís de aquí? pregunto sorprendida.
Pues ahí afuera quizás sea muy interesante, pero no lo se. Toda la vida he visto los mismos amarillos campos de cereal y el pequeño bosquecillo de las colinas, y no lo doy importancia. Me gusta un arroyuelo que cruza la aldea y los peces te acarician los pies cuando nos bañamos en verano y el sol nos broncea la piel...
Te estoy haciendo daño, ¿verdad? si no sales nunca debe ser horrible que te cuenten lo que no puedes ver.
Y poco mas. Mi vida es un poco aburrida. Pero aqui sin embargo, en la comuna, tenéis galerías gigantes y sorprendentes, es un auténtico palacio bajo tierra. Me gusta mucho. Pero quizás, si no conoces otra cosa, no lo puedes apreciar. A mi me pasa igual, no aprecio mi aldea y me aburre. No se como huele el mar, no se como es el aire de las montañas. Nunca he podido salir y nadie me quiere llevar. Los hobbits nunca quieren ir mas allá de la taberna de la aldea.
Y según entramos en las galerías con las historias de batallas le entretengo un poco mas:
Y vosotros tenéis héroes y combatís en gloriosas batallas y gestas... Dime, ¿quiénes están aquí representados? señalo a una escena del bajorelieve. ¿también hay enanas guerreras?

Perino pareció algo defraudado por las romas explicaciones de la mediana. No cambió el gesto cuando la joven alababa las construcciones humanas, sin embargo al llegar a la pregunta sobre el bajorelieve, pareció iluminarse su cara.

El gran Sevryl, ¿sabes? - La pregunta no parecía retórica pero ante el nulo atisbo de conocimiento de Delenia prosiguió la explicación. - Sevryl es un gran guerrero, ahora se encuentra de viaje en las tierras del sur. Yo siempre he querido ser como él, un viajero, recorrer mundo. Este grabado cuenta como el gran enano venció a los malvados neths, unos espectros terribles que arrasaron estas tierras hace mucho...

En ese momento de nuevo apareció el enano que la hobbit vio correr hacia una de las galerías preguntando por alguien. Seguía muy agitado y se le notaban algunas venas en el cuello palpitando, sin duda estaba en un profundo estado de excitación por algún motivo.

Perino ven, te necesitamos en la sala del oráculo, eres el que mejor entiende los jeroglíficos...

El enano dejó la conversación, disculpándose con Delenia con un gesto y salió a buen paso tras el enano histérico.

Fruncí el ceño. Estaba a punto de escuchar unas estupendas historias y había conseguido ganarme la confianza de ese gigantón (gigantón enano, pero gigantón), pero sus deberes y obligaciones le alejaban de mi lado.

No me dio tiempo apenas a despedirme de él, pero sus palabras sobre que no había nacido para pasarse la vida picando bajo tierra se quedaron grabadas en mi mente. Pero mi caso era distinto. Yo si que había nacido para ser una campesina. Pero debía luchar contra mi destino y salir de la espiral infinita de tedio, sopor y aburrimiento que me esperaba en la aldea.

Y no se qué es eso del oráculo y de los jeroglíficos pero suena genial y me muero de curiosidad por verlo así que diciéndome a mi misma que tengo la estupenda excusa de haberme perdido en los pasillos de la mina-comuna, corro detrás de Perino para dejar plantado a mi tio un ratillo mas. Como están rodeados de vino y manjares ni siquiera me echarán en falta.

Delenia siguió a los enanos con prudencia, sin embargo no parecieron ni reparar en su presencia. Pasaron por la galería de la "Y" en este caso por el lado derecho y bajaron por una galería muy bien cuidada en todo sus detalles ornamentales, mostrando grotescos grabados de un dragón que no parecía luchar contra los enanos sino contra unos seres de cuatro brazos. En la pared enfrentada del pasillo en roca viva se veía a un ser de dimensiones gigantescas, con tentáculos de calamar y piernas humanas, que parecía también luchar contra esos seres, un enano sostenía algo en las manos, algo redondo y hueco, similar a un enorme anillo. Del que partían rayos.

Al llegar al final de la galería una sala de pequeñas dimensiones, iluminada con una luz tenue de color turquesa. Tres enanos esperaban a los dos recién llegados.

Se ha activado y ahora está borboteando el líquido, algo ocurre, como en las escrituras. Ha empezado. - Se apartaron de la especie de pozo de poca altura y bastante ancho, como el largo de la hobbit. - Por favor Perino, debes girar el cierre.

Mientras le decían esto señalaban una palanca de piedra incrustada en la base del pozo. El asa de la palanca tenía unas runas inscritas.

Me intenté esconder entre las sombras, pero no fui lo suficientemente rápida. Quería ver el líquido que borboteaba y el cierre, y no quería perderme ni un solo detalle. Por eso descuidé mi escondite y por eso claramente los enanos vieron como les espiaba.

Pero no parece importarme. Estoy absorta en la escena y llena de curiosidad sobre aquello de lo que están hablando.