Partida Rol por web

Examino al marino mientras se acerca. Su piel curtida refleja los muchos años navegando, y las numerosas batallas a las que ha sobrevivido. Contrastando con la torpeza que demostramos los recién embarcados, éste se mueve con mayor agilidad que cualquiera de nosotros en tierra firme.

Inquietante cuanto menos. Este viejo lobo de mar podría haber vuelto a su puesto de capitán, pero ha preferido seguir donde le degradó mi hermana.

Poniéndole una mano sobre el hombro le encamino hacia los camarotes, buscando la intimidad, lejos de la atención del resto de marinos, y del capitán que puede sentir herido su orgullo.

-LLámeme Argos a partir de ahora. Con ese nombre me conocen mis amigos fuera de las fronteras, y es un nombre que llama mucho menos la atención. Me intriga sobremanera, y necesito que me aclare ciertos aspectos sobre usted que su señor el Conde me ha comentado.

Busco a mis tres acompañantes por la cubierta y les hago un gesto con la cabeza para que nos sigan también. Las dudas que estos tengan quedarán resueltas, y puede que descubran ciertos aspectos que a mi se me pasen por alto.

Una vez ya en los camarotes, el marinero mira a su emperador.

¿Supongo que sabe quien soy? - Su cara parece derrotada. - No seré una molestia mi señor.

Ninguno de los soldados que me acompañaba se han acercado todavía, y Sandor ha decidido comenzar la conversación. Es probable que luego se acerquen a escuchar, cuando sientan verdadera curiosidad por él. Mientras tanto necesito despejar ciertas dudas sobre su misterioso pasado.

-Para nada marinero; más bien suponía que nos podría ser de gran utilidad. El Conde me ha hablado sobre su gran experiencia en la navegación por estos mares, y es muy posible que necesitemos de sus consejos en esta travesía. Pero antes que eso...- Tomo asiento junto a una mesa y le invito a sentarse al otro lado -Ha llegado a mis oídos que mi hermana le degradó hace años. Anteriormente usted fue uno de nuestros mejores capitanes, y una vez aclarado el asunto de mi hermana usted decidió no recobrar su antiguo estatus. ¿Qué ocurrió exactamente y por qué no ha querido volver a ser capitán?

La cara de Sandor se muestra sorprendida ante la batería de preguntas.

Para navegar por el Sellecktesh, el capitán Logert de este barco, está muy bien cualificado. Es de fiar al cien por cien. Por ello estoy en este barco y no en otro.

Sandor accede a la invitación de Argos, sentándose junto a la mesa.

Su hermana me degradó por haber estado junto a las tropas leales a su excelencia durante la guerra civil. Se portó bien conmigo, ya que lo más normal es que me hubiera ajusticiado. Sin embargo el peso de mi mando entre la marina imperial era grande y creo que por eso, no lo hizo el mago que la controlaba. Si moría, la marina, o buena parte de ella, se levantaría en armas contra las tropas leales a Jar-Eel.

Hizo una pausa como dudando.

Al finalizar la guerra y saber que estabais al mando, nadie me mencionó para que retomara el mando. Esperé una carta de su excelencia que nunca llegó. Por lo que supuse que usted entendía al igual que yo, que le había fallado. Así pues, como la mar es mi vida, quise seguir en él, y el bueno del capitán Logert y el Conde de Saxfa me admitieron como marinero. - La voz del viejo marinero sonó triste y suplicante. - No lo entienda como una reprobación. Se que no soy digno del mando.

La lealtad y sinceridad del marino me reconforta. No es habitual encontrar personas que hayan pasado por dicha situación, y no se encuentren resentidas con el "responsable de todo lo que les ha pasado". Ser degradado, y que tras aclararse los hechos nadie repare de nuevo en tu situación no debe ser agradable para nadie.

-Es usted un buen soldado, Sandor. Con el revuelo que se montó en aquel momento nadie me avisó de su situación. Le prometo que en cuanto vuelva de esta expedición tomaré personalmente cartas en el asunto.

Espero un poco, antes de retomar la conversación, cambiando de tema.

-Me gustaría recurrir a sus conocimientos sobre el mar de Sellecktesh una vez más. Hace unas semanas repararon en Saxfa un barco tripulado por unos extranjeros; cuyo pabellón nadie fué capaz de identificar. Estos hombres vestían de negro, y parece ser que volvían hacia el sur. Sé que la descripción es muy vaga, pero ¿tiene alguna idea de qué pueblo puede ser? ¿Ha visto a lo largo de sus viajes algún barco tripulado por esa gente?

He escuchado sobre ese encuentro. Sin duda serán siervos de los Neths... Pero da mal fario hablar de ellos en el mar. - Sandor mira a uno y otro lado como comprobando la confidencialidad. Bajando la voz - Se cuenta, ¿sabe? historias terribles sobre los Neths, unos seres viles, que no son de este mundo...

Al meterse en la boca el jengibre, a Sellesh se le viene a la boca una arcada de vómito que lanza por la borda. Al poco su cara pálida se torna marmólea, para retomar poco a poco el color mientras mastica el jengibre ante la insistencia de Stred.

Poco a poco la sensación de mareo pasa.

Intrigado por la información me inclino hacia él, para que se sienta más seguro al hablar de ellos.

Han de ser unos guerreros temibles sin duda, pues eso no se comenta sobre ningún otro enemigo conocido. Espero que no nos den problemas, pues la moral de la tropa se vendría abajo con estas historias.

-Por favor, prosiga con ello. Es probable que empiecen a dar problemas al Imperio, y toda la información que reúna me ayudará a tomar las mejores decisiones para con mi pueblo. ¿Sabe cuál es su puerto?

Sandor parece asustado ante la pregunta de Talgor.

Mi señor, solo he conocido a un hombre que hubiera estado allí en Pharnet, al sur del mar. Le vi en la gran isla del norte. No creí una palabra hasta que me enseñó algo tangible. Un yelmo de un metal inrompible. Negro como el azabache, pesado como un yunque y duro como el diamante.

Sandor bajó aún más la voz.

Me contó historias horribles de espectros y maldiciones. De este mundo y el mas allá. Si quiere ir allí, le pido que me desembarque, no quiero morir en manos de esos seres. Puede que solo sean una leyenda, pero que lo comprueben otros.

La cara del marinero es casi de pánico.

Un leve escalofrío recorre mi cuerpo cuando Sandor nombra los espectros y maldiciones. Me doy cuenta de que el marinero lo ha notado, y me apresuro a volver a tener un aspecto sereno.

Con la prohibición de la magia en el Imperio, tras el incidente de mi hermana, a lo último a lo que me gustaría enfrentarme es a entes del "más allá"

Reparo una vez más en los gestos del marino, y cada vez cobra más fuerza su historia. Han de ser unos poderosos guerreros los habitantes de Pharnet si consiguen que alguien tan avezado se estremezca de esa manera. Representarían un gran peligro con que tan solo la mitad de lo que dicen de ellos fuese verdad.

-No se preocupe Sandor. Nuestra misión no tiene como fin embarcarnos en una lucha contra ese pueblo. Por ahora parece ser que se encuentran acosando a los kadvuries, por lo que les compadezco si las historias están en lo cierto.

La cara de Sandor se constriñe al oír nombrar a los kadvuries.

Mi señor, los kadvuries son adoradores de los Neths. - Parece recordar algo. - Eso me dijo aquel hombre. Vió lo que vió por pasar por ser uno de esos salvajes.

Sellesh se agarra con fuerza a la borda y observa el mar preguntándose como era posible que los hombres se adentrasen con tanta alegría en medio de ese campo de olas salvajes, y de sal. La mar, como para cualquier hombre de tierra adentro, le parecía al tribal reconvertido en oficial lunar una demoniaca mezcla entre arenas movedizas y veneno.

Afortunadamente el mareo no le privaba de cierto buen humor, y cuando sintió que poco a poco se le iba pasando, tuvo fuerzas de susurrar un agradecimiento a Stred

Véis como el emperador se va con sandor hacia el camarote de popa, les seguis y escucháis desde el quicio de la puerta parte de la conversación...

La cara de Sandor se constriñe al oír nombrar a los kadvuries.

Mi señor, los kadvuries son adoradores de los Neths. - Parece recordar algo. - Eso me dijo aquel hombre. Vió lo que vió por pasar por ser uno de esos salvajes.

Toda esa información consiguen que me maree y empiece a dolerme la cabeza, mientras trato de atar cabos.

Al parecer, los ataques que está recibiendo el Imperio no son meras escaramuzas sin importancia, lanzadas por los kadvuries, sino que tienen alguna razón de peso; y en esa razón se encuentran los Neths. Probablemente el incendio en Nolsania se encuentre también relacionado. Necesito que otras personas me ayuden a resolver estos enigmas...

Con gesto derrotado, y resoplando de cansancio me recuesto en la silla mientras agradezco la información a Sandor.

-Muchas gracias por el tiempo dedicado Sandor. Ahora he de transmitir esta información a los oficiales que me acompañan. Ellos me ayudarán cuando tome las decisiones pertinentes.

Al menos eso espero...

-Por favor, antes de retomar sus tareas salga a buscarlos y dígales que vengan a hablar conmigo.

Talgor repara en que sus hombres están en la puerta escuchando.

No creo que sea necesario, mi señor.

Dice Sandor señalando a los hombres de la puerta.

Así es, mi Señor - respondo, algo avergonzado por haber sido pillado escuchando - Mas no debéis pensar que hemos actuado por indiscreción, sino movidos por el deseo de no separarnos de Vos. Creo que hablo en nombre de todos al decir que no soportaríamos que le ocurriera nada, mi Señor - añado, echando una mirada de reojo a Sandor y esperando que no se de por aludido.

- Mi señor - dice Sellesh aun ligeramente mareado- como bien ha señalado Stred nos debemos a vuestra protección. Hay algo sin embargo... ¿Neths? ¿Quienes o qué son los neths? - pregunta mirando con curiosidad a Sandor y sin sentirse cohibido, tal vez por estar aun mareado , porque los hayan visto escuchando