Partida Rol por web

La luz que os guía os espera en las afueras de la ciudad. Cuando os acercáis no avanza. Tan sólo flota varios palmos sobre vuestras cabeza, como si estuviese ausente.

Os fijáis en los edificios y tienen un aire ilusorio, fantasmagórico. Se debe a que se vuelven transparentes por momentos, antes de recuperar su corporeidad. Os parece que sus habitantes son entes que pasan de un estado físico a otro intangible de la misma forma.

En ningún momento se les ve preocupados o extrañados por dichas situación, como si formase parte de su vida diaria.

La noche al parecer no les había traído más sorpresas, aunque Theodora se había sentido expectante, temiendo un nuevo ataque de aquellos que deseaban quitarle el objeto que debían llevar, o venganza de los pueblerinos que habían dejado en la ciudad tras ellos. Nada pasó, y un nuevo día llegó, llevándoles a un nuevo lugar. No podía percibir lo que deberían estar mirando, pero si sentía que había algo extraño en el ambiente, como si lo que hubiera más allá de ellos no tuviera una permanencia, cambiante como el viento.

Levantó la vista hacia la esfera que se había detenido. -¿Qué debemos hacer ahora? ¿Dónde está el lugar donde debemos dejar el objeto?- Preguntó tanto a sus compañeros como a Samael, esperando alguna respuesta.

Observáis la esfera que os guía y aunque es parte del espíritu de un gran mago, parece desorientada.
Sentís un cosquilleo en la piel.

Algunos de los peatones se fija en vosotros y os dedica un sonrisa. Algún niño corretea con curiosidad a vuestro lado antes de irse.

-¿Qué debemos hacer ahora? ¿Dónde está el lugar donde debemos dejar el objeto?

Creo que hay que esperar una señ... En ese momento siento una sensación a ver un local sonreír, tal vez sea alguien especial en este pueblo y sea uno de los pocos amables en la zona. así que estoy a punto de acercarme a la persona, pero en ese mismo momento veo al niño que se puso a un lado de nosotros para luego irse...

En el pueblo pesquero tal vez sería normal que los niños corran y sean alegres, junto a los adultos que se divierten, pero en este pueblo es anormal ese tipo de comportamiento, y los vi muy sospechoso.

En ese mismo momento me llego a recordar los puertos del Mediterráneo, donde los locales usaban estrategias de distraer y luego robar, lo peor es que usaban niños para esos movimientos. Rápidamente Contra reacciono tocando mis cosas par ver si todo esta el orden, mientras al mismo tiempo me lanzo a correr contra el niño

Viridius y Theodora, comprueben que sus cosas estén salvo a salvo 

¡¡Espera niño!!

Espero lograr alcanzar al niño

Comprobáis vuestras pertenencias y respiráis aliviados al ver que no os falta nada. Por suerte para vosotros no se trata de ningún ratero.

Apolo emprende la carrera para alcanzar al niño. El pequeño no corre tan rápido y no tarda en situarse a su lado, consiguiendo que detenga sus pasos con una sonrisa en su rostro.

Di un suspiro cuando alcance al Niño... y cuando cuando noto que todos tienen sus cosas me alivia, pero veo al niño que ahora el era el inocente... pero para no quedar mal le hago una pregunta y al mismo tiempo le hago un truco de magia...

Niño, perdón si te asuste pero necesitamos tu ayuda y para compensarlo te voy hacer un truco de ¡Magos errantes!

Y si no parece algo fuera de los normal..

¡¡Mira este otro truco!!

Saco una de las pocas monedas que tengo, y en el piso hago el truco (me agacho y por razones, estoy a la misma altura, esto para llegar dar un aire de seguridad)

¡Ta dan!

El niño te mira y aplaude. Sonríe.

Su madre se sitúa a su lado y le coge de la mano.
- No distraigas a este señor. Debemos irnos.

En ningún momento parece preocupada por qué el niño te este prestando atención. Ella, como todos los habitantes, tiene una apariencia etérea. Casi fantasmal.

Todo aquel lugar, que por las sensaciones le parecía etéreo, causaba intriga a la mujer invidente, que avanzaba cerca de sus compañeros. Cuando Apolo advirtió sobre sus pertenencias, se apresuró a revisar, pero no parecía que el niño hubiera tomado nada de ellos. Se acercó hasta el marino y el niño, y escuchó la voz de una mujer cerca de ellos. Se sintió aliviada de ser capaz de reconocer la lengua esta vez.

-Perdone usted, dama. ¿Puede decirnos dónde nos hallamos? Venimos de muy lejos.- Preguntó. -Su niño no nos ha importunado, más bien agradeceríamos su ayuda y su guía de ser posible.-

La mujer os mira mientras sonríe. Estira la mano y la esfera de luz que os guía se dirige hacia ella, para posarse en su palma.

- Nosotros le llamamos hogar.
>> Tengo la impresión de que tenéis más preguntas y lo mejor que es que habléis con el hombre más anciano.

La mujer le susurra algo a vuestro guía y este se pone de nuevo en marcha.

La pequeña esfera luminosa brilla más que antes y parece dirigirse al centro de la urbe.
Mientras le seguís obverbáis que la gente os sonríe al pasar y que parecen muy amistosos.

La esfera, que parecía haberse paralizado desde que llegaran a la ciudad, pareció volver a cobrar vida de pronto, siendo guiados ahora hacia un nuevo rumbo. Según había dicho aquella mujer, se encontrarían con el más anciano de aquella ciudad.

Aún cuando Theodora no pudiera ver sus rostros, había una sensación de paz alrededor, mientras aquellas personas que existían y no existían en aquella extraña ciudad parecían responder favorablemente hacia ellos. La joven monje se limitaba a avanzar, atenta a los sonidos y al tacto bajo sus pies, queriendo que encontraran peonto al hombre y poder así terminar con aquella misión, que se le iba tornando larga por momentos, sin estar segura si el peligro había pasado.

Os acercáis al un edificio cercano al río. Al volverse translucido ante vuestros ojos, observáis que tras su puerta principal hay unas escaleras que descienden y un túnel que se aleja del agua.

Por un instante tenéis la impresión de que alguien os vigila. Al giraros disimuladamente para ver de que quién se trata no lográis ver a nadie que no sea un sonriente lugareño.

Descendéis con la visión sobre vuestras cabezas de como el edificio aparece y desaparece. Tras recorrer el túnel de escasa longitud dais a una pequeña arboleda. Tenéis una sensación extraña, como si no estuvieseis físicamente en el mismo lugar.

La esfera de luz que os guía flota sobre lo que parece una estatua.

Me llamo la atención que la mujer parecía algo particular pero con una aula algo relajante, a final a cabo, nos ayudo a ponernos marcha ¿A donde?, no sabia, pero era mejor que estar parado sin hacer nada... Con la esfera ya en pleno movimiento, fuimos a una estatua, Mi primera impresión era que era una Estatua ya algo maltratada... así que me acerque poco a poco a la estatua...

Pero aun tenia el sentimiento que algo nos estaba vigilando o bajo acecho, pero no teníamos tiempo de saber que nos vigilaba, así que sigo la esfera...

Hay que estar atentos le digo a mis compañeros. 

A las palabras de Apolo, Theodora se preparó con su bastón, atenta a lo que pudiera escuchar y percibir en el ambiente. Aquel extraño estar y no estar la confundía, sintiendo que estaba en un plano físico que dejaba de existir por momentos. De todos modos se preparó para enfrentar cualquier percance.

La estatua de piedra abre los ojos y mueve ligeramente una mano, al hacerlo libera una leve cantidad de polvo.

-¿Por qué estáis aquí?

Hace una breve pausa, como si necesitase tomar aire.
-Os contaré una historia, pero antes cada uno de vosotros puede hacerme una pregunta. Quizás no tenga nada que contar, si las preguntas se anticipan a mis palabras.

La voz parecía provenir de alguna formación rocosa frente a ellos, tomando por sorpresa a la monje, pues no había sentido alguna muestra de vida frente a ellos. Iba a contestar a la voz, cuando ésta habló nuevamente, explicando cuál sería la mecanica en aquella conversación. Pensó en lo que debería preguntar...

-Venimos a enmendar el error cometido por alguien que quiso ir en contra de la ley natural impuesta en Nueva Atlantis.- Explicó con palabras rápidas. -Se nos dio instrucciones de seguir a un guía espectral, dejando mucho en el misterio. Y nos ha traido hasta aquí.-

Luego de un momento, hizo su pregunta. -¿Es usted el hombre más anciano o es su guardian?-

- Veo la verdad en tus palabras y veo que una parte del culpable viaja con vosotros.

>> Ambas cosas, soy el ser más anciano y el guardián de lo que buscáis.

Me paro ante el sonido que viene de la estatua, me la quedo viendo, pero antes que pudiera decir algo, Theodora habla... y lo que me queda con una ceja para arriba, es que la estatua acede, por la honestidad de Theodora.  Cuando se presentara la estatua como la guardián, no me queda de otra que presentarme. 

Soy Alejandro, marinero de Atlantis, de origen humilde. 

...

Creo que el Culpable se refiere a nuestro guía. 

El anciano se queda unos instantes mirando fijamente a Viridius y parecen tener algún tipo de comunicación verbal. Lo suponéis cuando a este se mantiene el ceño fruncido y mueve los labios, de forma casi imperceptible, sin decir ni una sola palabra.

La voz del anciano resuena en tu mente.

-¿Conoces la naturaleza de la carga que transportas?