Partida Rol por web

Trago saliva lentamente, mientras mi mente trabaja a toda velocidad tratando de encontrar una explicación a lo que me acaba de contar el puto Anthony. Maldito Yoomee, para eso eran las llamadas. Capullo, si me hubiese cogido el puto teléfono esto no estaría pasando.

-Bueno, -suspiro, tratando de templar los nervios. Todos los garitos tienen problemas, lo que  marca la diferencia entre los buenos y los malos es la capacidad resolutiva de sus dueños- está claro que tengo que renovar la plantilla de mi local. Lo dejé en manos de mi barman habitual, un hombre que creía lo suficientemente intimidante, pero es evidente que no ha sabido dar la talla. En cualquier caso, en setenta y seis años, jamás he tenido un solo problema en el Stokers.

Excepto aquella pelea de hombres lobo. Y el mago que fue absorbido por su propia magia cuando hizo desaparecer uno de los divanes. Pero eso ocurrió durante los setenta, y todos estábamos muy puestos de LSD por aquel entonces.

-Casi todos los vampiros de Nueva Orleans están hoy aquí, y no se deja entrar mortales sin supervisión dentro de mi local, así que la Mascarada debe seguir en pie. Si existe tal cadáver -enfatizo, mirando hacia Anthony. Apuesto un pie a que se lo ha inventado la guarra de Morgaine para joderme el mejor trato de mi vida- nos encargaremos de él por los medios habituales.

Ah, los bayous; cuántos secretos y errores habrán ocultado de las criaturas de la noche de Nueva Orleans.

Contemplo mi ciudad en el horizonte, a mi hermano le gustaría ver todo lo que he conseguido, lo que él consiguió para mi, no ha sido fácil, no es fácil, cualquier error o debilidad podría hacerme caer como un castillo de naipes, miro a los vampiros, Morgaine, Karen incluso el propio Dutch sin duda me darían la espalda al menor atisbo de debilidad. 

Veo a Rosalie desaparecer hacia el camarote, ella es la única. 

Me temo, señorita Baker, que no existen las segundas oportunidades en este mundo. Sebastian, al fin y al cabo es un toreador que se deja seducir fácilmente ante cualquier belleza. Me quedo mirándola unos instantes, no sé si ella es conocedora de las líneas de sangre, aunque francamente tampoco me importa. Pero yo no. 

Me temo, señorita Baker, que no existen las segundas oportunidades en este mundo. Sebastian, al fin y al cabo es un toreador que se deja seducir fácilmente ante cualquier belleza. Pero yo no. 

Aprieto los dientes, sintiendo el corazón bombeando con tanta fuerza contra mis costillas que prácticamente debe ser un reclamo para cualquier inmortal con auspex activo en este momento.
Incapaz de rebatir o insistirle al Príncipe, me limito a asentir con la cabeza.

-En poco tiempo este incidente será olvidado, y le aseguro que el Stokers volverá a ser digno del título de Elíseo. Espero que vuelva a tenerlo en consideración más adelante. 

Abofetear a una humana no es romper el Elíseo. Lo hago. Con el revés de mi mano giro su rostro haciendo que prácticamente todo su cuerpo gire para mirar al Mississippi. Después coloco mis manos en la barandilla, ella entre mis delgados brazos. Puedo sentir su atrayente olor, no el de su perfume, el de la sangre que brota por su labio y casi no puedo resistirme. Le susurro...

Los vampiros, no le deben obediencia, podrían hacer con usted lo que quisieran, incluso en el Elíseo. Los vampiros viven para siempre, recuerdan siempre. ¿Cómo espera usted ganarse su respeto, otra vez?

El tortazo es tan fuerte y rápido que no lo veo venir, y me golpea con la fuerza de un martillo pilón. Putain, y parecía un enclenque cualquiera. Aturdida, me apoyo contra la barandilla del barco, intentando enfocar la vista de nuevo mientras la espuma del agua que choca contra la embarcación parece el resultado de meter un montón de purpurina sucia en un caleidoscopio roto. 

Mientras mi cerebro intenta volver a recolocar los nervios y las neuronas en su sitio, Anthony se coloca detrás de mí, como un pervertido en el Streetcar, y me espeta cuatro palabras que apenas puedo escuchar, debido a un molesto pitido en mi oído.

¿Cómo espera usted ganarse su respeto, otra vez?

Deslizo la lengua por el corte de mi labio, y escupo hacia el agua. Nunca he soportado el sabor de la sangre. 

-Dejaré que mis actos y mi trabajo hablen por sí solos, como han venido haciendo hasta ahora. 

No merece la pena discutir, no merece la pena justificarme. Nada de lo que diga ahora podrá convencerles. Sólo tengo que cerrar los ojos, entrechocar los talones, y pronto volveré a casa, donde me ocuparé en solucionar todo ese desaguisado. 

No quiero escándalos en la fiesta Anthony, la decisión está tomada. Es suficiente. 

Vuelvo a donde están el resto de invitados. 

Por supuesto Marcel. Ya termino. 

Giro lentamente a la muchacha para encararla... ese olor... apenas me puedo resistir y deslizo mi lengua por su labio partido. Mis pupilas se dilatan hasta volverse completamente oscuras como la noche. No puedo evitarlo, no quiero evitarlo, sujeto su rostro con mis manos y capturo su carnoso labio entre los míos, exprimiéndolos y obteniendo unas pequeñas gotas más de ese delicioso manjar. Jojo Baker, por fin he descubierto el secreto de tu poder. 

Me separo unos instantes sin soltar su rostro pero forzándola a mirarme. 

Vendrás conmigo al camarote calladita, AHORA.  

Las garras del tiparraco este me obligan a volverme, y con un movimiento igual de rápido que su bofetada, me presiona la boca contra mi labio, arrancándome un gemido de sorpresa y dolor. Intento quitármelo de encima de un empellón, pero me toma la cara entre los dedos, alzándome la barbilla para que le mire a los ojos.

Merde.

Vendrás conmigo al camarote calladita, AHORA.  

Sí, por qué no. 

En cuanto me deja un poco de espacio para moverme, abandono la terraza para descender por las escaleras.

Entro al camarote y cierro la puerta tras de mi, ni siquiera es el mío, ni siquiera puedo pensar desde que la he probado, quiero más. La tumbo sobre la cama y la huelo, por Dios ¡cómo no me había dado cuenta hasta ahora! Clavo mis colmillos en su delgado cuello haciendo que se estremezca que su corazón se acelere por la excitación, así la sangre corre con más fuerza por sus venas llega con más fuerza a mis labios. La deseo, la deseo más de lo que he deseado nada en mucho tiempo. Y beberé de ella hasta saciarme... debe se ser mía. Será mía. 

Me hago un corte en la muñeca y la fuerzo a beber. 

Está llena de sangre y solo puedo recorrer sus curvas con mi lengua deseando más y más. 

En cuanto cierra la puerta del camarote se desvanece la ilusión que ha creado sobre mí, así que me vuelvo, con la adrenalina pulsando dentro de mis venas.

-Espera, cœur... -alzo las manos frente a mí, mientras Anthony, ajeno a mis palabras, me empuja hasta tirarme sobre la cama.

Está completamente enloquecido, y me inmoviliza las muñecas con sus manos, mientras clava sus colmillos en mi cuello sin ningún preámbulo. Aprieto los labios para no dejar escapar ningún gemido. No quiero esto, no estoy preparada, ni siquiera sé si podré, después de Fowler, después de Baby...

Me libera de su mordisco durante unos segundos, en los que me esfuerzo por respirar. La habitación da vueltas a mi alrededor, y por primera vez en toda la noche, siento miedo. No le conozco, pero seguro que ser el chiquillo de Marcel le confiere ciertas ventajas, como por ejemplo no sufrir consecuencias por desangrar a una mortal cualquiera en una fiesta de vampiros.

Observo con estupor cómo se muerde su propia muñeca, y me la acerca a los labios.

-No... -gimo, antes de que presione su piel contra mi boca. Joder, no más. He visto ghouls volviéndose locos por beber demasiada sangre. He visto ghouls muriendo por beber demasiada vitae. 

En cuanto retira el contacto, intento escupir, pero no puedo deshacerme de todo. Y antes de que pueda gritar pidiendo auxilio, Anthony vuelve a inclinarse sobre mi cuello.

Sonrío ampliamente -Para nada -contradigo negando con la cabeza -No es pecaminoso el placer, ni lo siento ni lo pienso así; es más, no creo en el pecado y las varas morales me resultan... hipócritas. Siento haberle dado la impresión de que fue eso lo que me disgustó, pero como dije, fue la descortesía -aclaré y luego lo miré. Me hizo gracia que se preparara para un ataque pero también me encantó que estuviera tan alerta en todo momento, así es como se sobrevive y si yo no fuera quien soy su actitud hubiera sido la apropiada. Qué lástima que preguntar el clan sea de tan mal gusto porque me muero por saber.

Acepto la copa y le doy un sorbo -Muchas gracias. Oh, ¿un creole? -me entusiasma el poder hablar con alguien que conoció la ciudad como humano en otros años -Así que el hijo pródigo vuelve a casa, qué interesante -musito con la sonrisa en mis labios, ¿Debería decirle hace cuánto que estoy en la ciudad? ¿Sería prudente? No creo que haya vuelto por nostalgia, de seguro se trae algo entre manos, no sería un vástago si no fuese así. -Hace muchas décadas que llegué aquí- refiero con simpleza encogiéndome de hombros -Y sí, está en lo cierto: he tenido que luchar contra muchos prejuicios, fundados si tenemos en cuenta a mis hermanos de clan, pero bueno... Ya todos en la ciudad me conocen y saben que soy fiel a la Camarilla -ladeo la cabeza ligeramente - ¿Y usted contra cuáles prejuicios ha tenido que luchar?

Escucho el intercambio entre Marcel, Jojo y Anthony... esta Morgaine no vive ni deja vivir, aunque reconozco que Marcel la tiene difícil: si da gusto al neonato los antiguos podrían ofenderse, si marcel rechaza la propuesta Jojo bien podría enojarse con Sebastian o no, quién lo sabe. Lo que no entiendo es por qué esa víbora insiste en amargar la noche a todos a su alrededor...

Mi gesto se torna tenso y mi mirada fría. No me gusta hablar de la familia Saunière y las muchas taras que he tenido por culpa de ser el descendiente mortal de Octave. Pero si uno quiere información, a veces debe soltar alguna migaja para recibir. Me gustaría confiar algo en ella para que ella pueda confiar en mi.

- Bueno... - digo desviando la mirada un poco incómodo o nervioso - Lo que recuerdo de Nueva Orleans es muy distinto a lo que he visto al llegar hoy día.-  No sé quién ha cambiado más en estos siglos, la ciudad o yo.

Respecto a mi y los prejuicios... No es un gran secreto que los miembros de la familia Saunière son todos importantes cainitas del viejo mundo. Todos son refinados, elegantes, educados y nobles. Todos... menos yo.

Mi sangre inmortal es una vergüenza para mi familia.- digo volviendo a clavar los ojos en la dama - Para ellos soy un salvaje, un bruto, un descerebrado y un arrogante asesino. - sonrío para mí mismo - y créame, no tengo nada de arrogante. Bueno, solo un poco.

Vengo a reclamar unas tierras de mi familia. Simplemente.

Miro como las tramas de los vampiros se ciernen sobre la extraña señorita Baker. Guerras de poder, concesión de territorios, influencia, favores... algunas cosas no cambian da igual la época y el continente.

Así que usted vive aquí desde hace muchas décadas - vuelvo a cruzarme de brazos y estudio sus gestos con curiosidad - Entonces conocisteis al antiguo príncipe, antes de Marcel ¿cierto?

¿Puedo preguntarle algo de esa época?

Shane se quedó apartado conversando con Angélica. Si bien es cierto que al principio estaba muy tenso con ella, como cada vez que una criatura sedienta de poder se le acercaba. Su truco con la ropa no le había dejado indiferente, pero lejos de mostrarse inquieto despertó su curiosidad. Poco a poco la agradable conversación le hizo relajar la tensión de sus músculos y hablar más relajadamente. Olvidándose por un momento de Sebastian y el ajetreo de los demás cainitas.

Cuando regresó Marcel, Shane se percata de que hay anfitriones que no regresan a la fiesta. Niego con la cabeza con gesto divertido. La señorita Baker no perdía oportunidad de disfrutar de la noche con todos los invitados.

Cojo a uno de los camareros del brazo cuando pasa por mi lado. - Disculpe, la señorita Baker me ha dicho que puedo recuperar algunas de mis cosas en su camarote. ¿Puede indicarme donde está?

Observo la escena sin intervenir, no tenía ninguna duda de que JoJo podría llevar a cabo aquello, pero estaba claro que no le iba a ser un camino fácil, y menos viendo quien estaba en su contra, pobrecilla, me caía muy bien aquella chica...

Cuando Marcel se acerca a mí asiento a sus palabras y le rozo la mano mientras me acerco a él para susurrarle algo sin que nadie me oiga.

Tras esto bajo a mi camarote y me cambio de ropa escogiendo otro de mis vestidos favoritos y poniendo en él el broche que mi príncipe me había regalado, pero no, no estaba. ¿cómo era posible? recordaba haberlo visto encima del tocador. Lo había traído seguro, pero... 

Para cuando vuelvo a subir a la cubierta veo que Marcel ya está allí, tal y como había dicho, sin embargo no puedo ver ni a Anthony ni a Jojo... Me acerco de nuevo a él para darle un suave beso en los labios y acercarme a su oreja.

Miro al Toreador fijamente a los ojos, luego me alzo de hombros, no parece que quiera decir nada más, supongo que ya ha hecho alarde de toda su elocuencia. Me vuelvo para ver al Príncipe y así saber cuál será su decisión sobre el aclamado discurso, pero cuando empiezan a escucharse las otras opiniones sobre el discurso dan a entender que no solo van a valer unas cuantas palabras bonitas, debe de ser el último entretenimiento, es lo que tiene intentar parecer que te llevas bien con todo el mundo cuando pasa algo acaban cayendo sus máscaras.  

Aunque es desilusionante ver como JoJo y el chiquillo se van a otra planta para terminar la conversación, ya que yo quería ver correr la sangre  o al menos un par de gritos, parece que lo más interesante de la fiesta está reservado para los favoritos. Una verdadera lástima, me conformaré con disfrutar del paseo de vuelta.

Empiezo a caminar hacia la barandilla, apoyo un brazo sobre ella, y empiezo a deleitarme con las vistas de Nueva Orleans y la llegada a puerto de la embarcación.

Para mi sorpresa y esperanza, el Príncipe parece dispuesto a concederme mi petición a favor de JoJo. Sin embargo, uno de sus Chiquillos y, cómo no, Morgaine, se encargan de enturbiar las aguas y de hacer difícil lo que tenía que ser sencillo. Entretanto, la mujer que antes me negó el saludo se aproxima a mí y se presenta como Jane Morgan, pero estoy tan atento a todas las cosas que están sucediendo que no acierto a responder antes de que se marche. Miro a los ojos oscuros que lo contemplan todo desde las sombras. Yo ya he hecho mi parte; ahora depende de JoJo terminar de convencer a Marcel del buen tino de su candidatura. En estos momentos hay algo que me importa mucho más. En silencio, termino de secarme y me acerco al lugar donde dejé mis ropas bien dobladas. Después de ponerme los pantalones y calzarme los zapatos con prisa, aunque sin perder la compostura, me marcho diligentemente del lugar.

Avanzo por los pasillos mientras voy vistiéndome, poniéndome una a una todas las prendas que me he quitado hace un rato, aunque ninguna de ellas podría ocultar la preocupación que me asalta y que ya no me molesto en ocultar. Tengo que hablar con ella de una vez por todas.